Descripción de una crisis: la Gran Depresión en Estados Unidos y

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TRABAJO FIN DE GRADO
Título
Descripción de una crisis: la Gran Depresión en Estados Unidos y en España
Autor/es
María Antoñana Plaza
Director/es
Rebeca Viguera Ruiz
Facultad
Facultad de Letras y de la Educación
Titulación
Grado en Geografía e Historia
Departamento
Curso Académico
2012-2013
Descripción de una crisis: la Gran Depresión en Estados Unidos y en España,
trabajo fin de grado
de María Antoñana Plaza, dirigido por Rebeca Viguera Ruiz (publicado por la Universidad
de La Rioja), se difunde bajo una Licencia
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los
titulares del copyright.
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El autor
Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2013
publicaciones.unirioja.es
E-mail: publicaciones@unirioja.es
Trabajo de fin de grado
Descripción de una crisis: la Gran
Depresión en Estados Unidos y en
España
Autor:
María Antoñana Plaza
Tutor/es:
Fdo: Rebeca Viguera Ruiz
Titulación:
Grado en Geografía e Historia (602G)
Facultad de Letras y de la Educación
AÑO ACADÉMICO: 2012/2013
Resúmenes en español y en inglés.
Resumen: este estudio trata de explicar la crisis de 1929 en Estados Unidos y en España,
teniendo en cuenta las diferencias entre ambos. Se pretende mostrar cómo estaban los dos
países antes del crac, qué ocurrió tras él y las soluciones que se intentaron llevar a cabo. En
definitiva, dilucidar qué fue la Gran Depresión en el país de origen del crac y en un país
completamente diferente como es la España de la primera mitad del siglo XX.
Palabras clave: Felices Años Veinte, crac, Gran Depresión, New Deal, Primo de Rivera,
Segunda República, Ley de Bases para la Reforma Agraria.
Abstract: This survey sought to explain the 1929 crisis in the U.S. and in Spain, taking
into account the differences between them. It aims to show how the two countries were
before the crash, what happened after it and the solutions attempted to carry out. Finally,
it‟s necessary to figure out what was the Great Depression in the country where the crash
was originated and in a completely different country.
Keywords: Roaring Twenties, crash, Great Depression, New Deal, Primo de Rivera,
Second Republic, Agrarian Reform Act.
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ÍNDICE
1. Introducción y metodología…………………………………………………... P.4
1.1. Estado de la Cuestión……………………………………………………......... P.5
2. La Gran Depresión en Estados Unidos………………………………………. P.8
2.1. Los “Felices Años Veinte”……………………………………………….... P.10
2.2. El 24 de octubre de 1929…………………………………………………. . P.14
2.3. Los años treinta y sus consecuencias………………………………………. P.20
3. La Gran Depresión en España……………………………………… ……… P.24
3.1. España ante 1929………………………………………………………….. P.24
3.2. Los efectos de la crisis de los años treinta en España……………………... P.30
3.3. La situación riojana durante este período…………………………………. P.39
4. Conclusiones………………………………………………………………….. P.43
5. Apéndices……………………………………………………………………... P.45
6. Bibliografía y fuentes………………………………………………………… P.52
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1.
Introducción y metodología
La crisis del período de entreguerras tuvo una importancia notable en el contexto
internacional europeo y americano. Sus inicios comenzaron a gestarse en la Primera
Guerra Mundial y sus síntomas desembocaron en la Segunda Guerra Mundial; siendo una
de las crisis más importantes del capitalismo. Sus características y, sobre todo, sus
consecuencias han llamado la atención de muchos historiadores y economistas que han
intentado responder a cuestiones como qué fue la crisis, cómo se originó y cuáles fueron
las respuestas para solucionarla. Una de las mayores incidencias de la crisis fue el
desempleo, tan significativo en este período, y que descrito en el Times londinense durante
la Segunda Guerra Mundial con las siguientes palabras: “Después de la guerra, el
desempleo ha sido la enfermedad más extendida, insidiosa y destructiva de nuestra
generación: es la enfermedad social de la civilización occidental en nuestra época” 1.
Así, el tema presentado en este trabajo se centra esencialmente en explicar dicha
crisis en Estados Unidos y España, resaltando el caso concreto de La Rioja. Algunos de los
temas clave que se deben matizar en el caso de Estados Unidos tienen relación con la
influencia del crac bursátil de 1929 dentro de la propia depresión y cómo derivó en la Gran
Depresión, pese a haberse iniciado como una crisis cíclica del sistema. Por otro lado, es
interesante destacar que la situación en España era diferente a la situación de Estados
Unidos, más atrasada y con menor internacionalización, por lo que afectó de manera
singular a los españoles.
El objetivo básico será analizar el período, aunque tratando aspectos desiguales en
cada uno de los dos grandes apartados. Ello tiene que ver con la información de cada país,
más diversa para el primero que para el segundo, donde se acentúa el aspecto agrícola. La
elección de estos dos países se fundamenta en que en Estados Unidos se inicia el crac, por
tanto es importante conocer sus antecedentes y sus consecuencias, y en España se dan unas
características nacionales que hacen de la Gran Depresión algo diferente a Europa o
América. Además, también se explicará en La Rioja dicha crisis con algunos ejemplos
como la exportación vinícola o el transporte ferroviario.
La
metodología
empleada
para
comprender
dicha
situación
se
centra
fundamentalmente en el empleo de fuentes secundarias. Para desarrollar la cuestión del
país norteamericano han sido elementos esenciales algunos libros principales, además de
ciertos artículos de revistas que trataban el tema. Para poder conocer el tema globalmente,
1
HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX. Barcelona, Crítica (Ed.), 1995, p. 101.
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es importante leer manuales sobre el siglo XX con el fin de trazar un contexto general,
concretamente en este trabajo se ha empleado el libro de Hobsbawn y la Historia de la
economía europea de Aldcroft.
Por otro lado, para entender con mayor exactitud la crisis de 1929 en Estados
Unidos, algunos libros básicos empleados han sido la Historia de Estados Unidos de
Aurora Bosch, El crac del 29 de John Kenneth Galbraith, Lecciones de la Gran Depresión
de Peter Temin, La crisis económica 1929-1939 de Charles P. Kindleberger o Entre el
miedo y la libertad. Los EEUU: de la Gran Depresión al fin de la segunda guerra mundial
(1929-1945), obra de David M. Kennedy; entre otros documentos utilizados. También se
han empleado fotografías, extraídas de diversas páginas web y de un artículo titulado La
Gran Depresión Americana y su influencia en el desarrollo de la fotografía social: ‘La
América más mísera’, de Iñigo Sarriugarte Gómez, que ilustran el período en cuestión.
Atendiendo al caso español, la lista de autores esenciales de consulta se centra en
Palafox, Martín-Aceña, Hernández Andreu, Comín Comín o Parejo Barranco y Sánchez
Picón, en su obra La modernización de España (1914-1939). En el caso de La Rioja,
también se ha consultado el Archivo Histórico Provincial de La Rioja, principalmente la
Cámara de Comercio del año 1933.
1.1. Estado de la Cuestión
Numerosos autores se han dedicado a estudiar la crisis de los años treinta,
ofreciendo diferentes respuestas a la cuestión2. Desde la perspectiva marxista, la
explicación se centra en la cuestión del subconsumo (producción de bienes de consumo
superior a la demanda), un componente fundamental del capitalismo y que funciona sobre
la base de la desigual distribución de la riqueza. Tanto la explicación “oficial” de la III
Internacional como otras elaboraciones posteriores, como la “teoría de la regulación” de
Aglietta, insisten en que en Estados Unidos durante los años veinte se produjo una
situación de profundo desfase entre una producción con un gran crecimiento y una
demanda insuficiente para absorber los excedentes. Otros autores, como Eric Hobsbawm,
también han destacado los problemas de la agricultura y el freno en la industria de la
construcción como factores que afectaron a la demanda.
2
Una obra de referencia para el Estado de la cuestión sobre la crisis de los años treinta en general es
ARÓSTEGUI, J., BUCHRUCKER, C. y SABORIDO, J. (Dir.), El mundo contemporáneo: historia y
problemas. Barcelona, Crítica (Ed.), 2001, pp. 470-471.
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Por otro lado, desde la perspectiva liberal se ha defendido que una recesión debía ir
seguida inevitablemente de un período de crecimiento excesivo, porque éste es causa de
desequilibrios. El prestigioso economista inglés Lionel Robbins defendió esta visión de la
crisis, asegurando que se debía evitar cualquier intervención “artificial” destinada a frenar
el proceso natural de autorregulación de las crisis. Pero, en contra de esta teoría, el
crecimiento de los años veinte no pudo ser el único causante de una crisis de la magnitud
de la Gran Depresión. Además, el famoso economista liberal John Maynard Keynes
opinaba que el Estado debía actuar con un aumento del gasto público para poder reactivar
la economía en momentos de gran desempleo y con escasa utilización de mano de obra
activa. La obra principal de Keynes fue su Teoría general del empleo, el interés y el
dinero, publicada en 1936 y hacía referencia a la crisis de aquellos años.
En este aspecto, otros autores han sostenido las llamadas “teorías monetarias de la
depresión”, destacando la defendida por Friedman y Schwartz y que sostiene que una
contracción de intensidad normal iniciada en 1929 se convirtió en una Gran Recesión
debido a la disminución producida en la oferta de dinero. La errónea política de la Reserva
Federal determinó el desastre, según estos postulados. Esta interpretación ha sido refutada
por Peter Temin, quien sostiene que fue la previa caída en los niveles de ingreso el factor
que condujo a una disminución en la demanda de dinero. Temin argumenta que el
surgimiento de la depresión de estos años se debió al intento de conservar el patrón oro, lo
que impulsó a Estados Unidos y a los países a llevar a cabo políticas deflacionistas que
provocaron una drástica caída de la actividad económica. Por lo tanto, la acción de la
Reserva Federal no fue la que determinó la Gran Depresión, como señalaban Friedman y
Schwartz, sino el mantenimiento del patrón oro y las consecuencias que acarreaba.
Desde hace unas décadas, se ha desarrollado una interpretación más centrada en la
idea de que el período de 1920 estuvo caracterizado por una caída de la rentabilidad que
creó una economía inestable, altamente vulnerable a las perturbaciones. Por tanto, la “mala
salud” básica de la economía determinó que varias turbaciones desataran una recesión y
que otros sucesos dentro de Estados Unidos y de los diferentes países agravaron la
situación.
En el caso del New Deal también encontramos posturas diversas 3. Durante las dos
primeras décadas de posguerra, desde la perspectiva demócrata-liberal se veía la obra de
3
Una obra básica para conocer la evolución historiográfica del New Deal es GRUNSTEIN, A., “El Nuevo
Trato” en ARRIAGA WISS, V. A., GRUNSTEIN DICKTER, A. y SUÁREZ ARGÜELLO, A. R., Estados
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Roosevelt de manera favorable por su flexibilidad ideológica y sus logros al reformar y
democratizar al sistema norteamericano. Pero a mediados de los sesenta fueron surgiendo
ideas negativas de la llamada “nueva izquierda” respecto a este tema, defendiendo el
conservadurismo de Roosevelt y que el New Deal defendía al capitalismo corporativo
norteamericano. Uno de los autores que han estudiado el New Deal es Alan Brinkley,
quien defiende que hasta 1937 el New Deal no mantenía una ideología específica pero, a
partir de esa fecha, dos visiones dentro del Estado se disputaron la orientación de la
política económica. Por un lado, la regulación gubernamental de las corporaciones como
parte de la planificación económica. Por otro, la búsqueda para limitar el papel planificador
estatal y utilizar mecanismos fiscales y monetarios para estimular el crecimiento
económico.
En el ámbito español, la historiografía se ha centrado básicamente en explicar las
características propias de España a comienzos de la década de 1930. Los autores remarcan
un país fundamentalmente agrario, en el que la crisis internacional demuestra menor
incidencia que en otros países. Según Comín, el peso de la agricultura fue determinante
para que la crisis fuese más moderada; Hernández Andreu señala que España se vio muy
afectada por la devaluación de la peseta porque encarecía las importaciones y que la
agricultura española era fundamentalmente para la exportación, también afectada. Palafox
apunta que la ausencia de competitividad de la economía española, muy protegida
arancelariamente, derivaba en unas relaciones con el mercado internacional moderadas, lo
que presupone que la crisis fue menor que en otros países. También defiende que en
España esta recesión estaba muy vinculada a los cambios políticos de aquel momento. La
influencia de la inestabilidad política en la economía también es reflejada por Parejo
Barranco y Sánchez Picón, añadiendo además las perturbaciones de la Gran Guerra, como
causas de la crisis.
En este proyecto se va a defender que la crisis de los años treinta tuvo sus
antecedentes en la Primera Guerra Mundial, aunque afectó de manera diferenciada a cada
país. Los efectos negativos del conflicto y un aumento del proteccionismo para intentar
paliar la crisis desatada tras el crac bursátil fueron determinantes para el paso de una
recesión económica a la Gran Depresión, algo que se explicará durante el desarrollo de este
trabajo.
Unidos visto por sus historiadores. México D. F., Universidad Autónoma Metropolitana (Ed.), 1991, pp.
140-149.
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2.
La Gran Depresión en Estados Unidos
“Nunca el Congreso de los Estados Unidos, al analizar el estado de la
Unión, se ha encontrado con una perspectiva más placentera que la que
existe en este momento… La gran riqueza que han creado nuestras empresas
y nuestras industrias, y que ha ahorrado nuestra economía, ha sido
distribuida ampliamente entre nuestra población y ha salido del país en una
corriente constante para servir a la actividad benéfica y económica en todo
el mundo. Las exigencias no se cifran ya en satisfacer la necesidad sino en
conseguir el lujo. El aumento de la producción ha permitido atender una
demanda creciente en el interior y un comercio más activo en el exterior. El
país puede contemplar el presente con satisfacción y mirar hacia el futuro
con optimismo.”
Mensaje al Congreso del presidente CALVIN COOLIDGE, 4 de diciembre de 19284.
Al mencionar estas palabras, el presidente de los Estados Unidos, Calvin Coolidge,
no sabía exactamente qué era lo que estaba en juego. La economía mundial comenzaba a
estancarse ya desde los últimos años de la década de 1920, pero ningún político preveía
una crisis de magnitud parecida a la que se vivió a partir de 1929. Aunque determinados
economistas ya señalaban a la especulación como un grave problema y, según Galbraith, el
año 1927 sentó las bases de lo que sucedería en octubre de 19295.
Para poder entender cómo se llegó hasta la Gran Depresión es necesario conocer
sus antecedentes. Con la Primera Guerra Mundial las economías de los diferentes
combatientes cambiaron de manera radical. Europa quedó asolada y perdió parte de su
hegemonía, cediéndosela sin desearlo a Estados Unidos. Tras salir de un conflicto bélico
tan costoso como la Gran Guerra, era un reto importante la reactivación económica. En un
primer momento, tanto los gobiernos como los agentes económicos esperaban que la
situación económica anterior a 1914 fuera a regresar, una situación que consideraban
“normal”6.
Se llevaron a cabo algunas medidas para incentivar las economías como la
estabilización del marco alemán en 1924, el mismo año que se llevó a cabo el Plan Dawes
para que Alemania pudiera hacer frente a los pagos de las reparaciones de guerra
establecidas en el Tratado de Versalles (1919). Un año después, en 1925, se estabilizaron
algunas monedas más, como la libra esterlina, hasta alcanzar de nuevo el patrón oro. Aún
así, la recuperación tras el grave enfrentamiento nunca se alcanzó por completo, sobre todo
en Europa donde habían muerto muchos jóvenes y el crecimiento económico se había
4
HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX, 1995, p. 92.
GALBRAITH, J. K., El crac del 29. Traducción de Ángel Abad, Barcelona, Ariel (Ed.), 1983, pp. 40-41.
6
HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX. 1995, p. 95.
5
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trasladado fundamentalmente a Japón y a Estados Unidos. Según Kindleberger, todo ello
provocó problemas que constituyeron las condiciones que ayudaron al inicio de la Gran
Depresión7. Estados Unidos fue uno de los países más favorecidos tras la contienda gracias
a que al comenzar la guerra era un país deudor, pero al terminarla era el principal acreedor
internacional8. Aún así, no fue hasta mediados de la década de los veinte cuando la
economía parecía volver a reactivarse. Es entonces cuando comenzó lo que se ha
denominado como los “Felices Años Veinte” 9.
No hay que olvidar, sin embargo, que este crecimiento de los años veinte estuvo
también acompañado de algunos factores derivados de la Primera Guerra Mundial como
los que señala Kindleberger 10:
1. Se produjo una mayor resistencia por parte de la clase obrera para aceptar rebajas
en el salario poco después de 1921, lo que se tradujo en aumentos de precios y
salarios irreversibles.
2. Las deudas y reparaciones de guerra se convirtieron en un elemento
desestabilizador pese a las promesas de recuperación del Plan Dawes (1924).
3. El sistema de tipos de cambios era desigual, sobrevalorando a la libra inglesa y
desfavoreciendo al franco francés.
4. Se asistió a la entrada de los Estados Unidos en el sistema crediticio mundial
sustituyendo parcialmente a Gran Bretaña, con mucho entusiasmo estadounidense y
poca experiencia.
Así, pese a que existiera un contexto de expansión económica durante esta década,
las perturbaciones de la guerra perduraban, como expresaba Kindleberger. La situación de
prosperidad de Estados Unidos tuvo un descenso a finales de 1920 causado por el inicio de
recuperación en Europa, que afectó en mayor medida a los productos agrícolas
norteamericanos11, denotando que el crecimiento económico no se daba en todos los
sectores económicos. Por ello, se intentará demostrar cómo la crisis de los años treinta se
comenzó a gestar en la década anterior y qué ocurrió durante la Gran Depresión.
7
KINDLEBERGER, C., “La crisis económica 1929-1939”, en FISCHER, W. (dir.), Historia económica
mundial del siglo XX. Barcelona, Crítica (Ed.), Volumen 4, 1985, p. 35.
8
HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX. 1995, p. 104.
9
Imágenes de los Felices Años Veinte en Apéndice 1.
10
KINDLEBERGER, C., “La crisis económica 1929-1939”, 1985, pp. 35-36.
11
GÓMEZ NAVARRO, J.L., Historia Universal. México, Pearson Educación, 2004, p. 255.
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2.1. Los “Felices Años Veinte”
En el mensaje que envió al Congreso el 4 de diciembre de 1928 el presidente
Coolidge comentaba la perspectiva tan favorable en la que, según él, se encontraba Estados
Unidos señalando que “por lo que respecta a los asuntos internos, hay tranquilidad y
satisfacción… y el más largo período de prosperidad. En el exterior hay paz, y esa
sinceridad promovida por la comprensión mutua […] La fuente principal de esta sin
precedentes y bendita situación está en el carácter e integridad del pueblo
norteamericano”12. Estas palabras una vez más señalan que unos meses antes de la caída de
la Bolsa neoyorkina, los estadounidenses no creían estar cerca de una inminente crisis.
Sin embargo, la realidad no se parecía de facto a lo que Coolidge señalaba. Los
años veinte fueron una época de bonanza económica en Estados Unidos, pero no para
todos los norteamericanos por igual. Por ejemplo, la situación de los agricultores era muy
precaria ya que los precios de los productos agrícolas disminuyeron, mientras los costes de
su producción se mantenían altos. A mediados de los años veinte parecía que el
crecimiento económico mundial se había reanudado, aunque algunos productores de
materias primas y alimentos (como los señalados agricultores estadounidenses, destacando
que había un 44% de población rural en 1930)13, sufrieron las consecuencias de un nuevo
descenso del precio de los productos primarios. Esto fue debido a que durante la guerra se
había producido una demanda muy elevada de aquéllos, llegándose a destinar tierras
marginales al arado y produciendo cultivos más intensivos con ayuda de tractores con
motor de gasolina. Pero tras el cese de la contienda, los agricultores estadounidenses se
encontraron con grandes excedentes que precipitaron la caída de los precios. Además,
existía una desigualdad de precios entre los productos industriales y los agrícolas que
repercutía en el malestar de los agricultores14. Aún con los problemas en este sector, en
países como Gran Bretaña, Alemania o Suecia, el desempleo se encontraba entre un 10 y
un 12%, mientras que en Estados Unidos rondaba sólo el 4%15.
Pese a la situación de los agricultores, en los años veinte destacó el “auge vinculado
a una nueva fase de innovaciones tecnológicas en la industria y a la expansión del sector
del automóvil y sus accesorios, así como al fuerte despegue de las industrias química,
eléctrica y la de bienes de consumo duraderos, tales como la fabricación de radios,
12
GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, p. 31.
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad. Los EEUU: de la Gran Depresión al fin de la segunda
guerra mundial (1929-1945). Barcelona, Edhasa (Ed.), 2005, p. 38.
14
ALONSO GARCÍA, T., La economía entreguerras: la Gran Depresión. Madrid, Akal (Ed.), 1990, p. 40.
15
HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX, 1995, p. 97.
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frigoríficos y aparatos de comunicación” 16. Todas estas innovaciones contribuían a que la
producción y el empleo fuesen altos y aumentasen constantemente, aunque los salarios no
se incrementaban en demasía y los precios se mantenían estables. Los negocios eran
prósperos y permitían ganancias que se acrecentaban rápidamente. Así, después de la
recuperación, hacia 1925 o 1926, vino lo que Kindleberger denominó como boom17.
En los Estados Unidos, el boom surgió en el sector del automóvil, pero no sólo en la
manufactura de vehículos, sino también en la de neumáticos y otros componentes, en
carreteras, estaciones de servicio, refinerías, garajes, etc. Los aparatos eléctricos,
desconocidos a principios de la época, eran normales en 1929: radios, refrigeradores,
aspiradores. También se incorporó en el cine el sonido en 1927 o se dio el explosivo
crecimiento de la publicidad. Además, la venta de productos más caros fue impulsada por
la introducción de sistemas de crédito para los consumidores, o “compra a plazos”, práctica
iniciada en 1919 por General Motors con la creación de la General Motors Acceptance
Corporation18. Hacia 1925, el volumen de créditos de compraventa era de 1.375 millones
de dólares, en 1929 de 3.000 millones 19. Esto supondrá el endeudamiento de las familias
que, para poder permitirse los elementos modernos que surgían, pedirán estos créditos.
Con todo ello, mientras los niveles de vida de los agricultores descendieron en esta década,
los salarios reales de los trabajadores industriales se elevaron en casi un 25%. En 1928 el
ingreso per cápita medio entre los empleados no agrarios había cuadruplicado el nivel
medio de los ingresos de los campesinos20.
Pese al endeudamiento y la precaria situación de la población rural, la economía y
otros ámbitos “marchaban tan bien que no podían durar mucho”21. Esta idea señalada por
Galbraith sobre la economía y la vida americana es importante pues muchos hombres
poderosos intuían que ese crecimiento especulativo no era viable y aún así mantenían su
ritmo bursátil de especulación. Los negocios eran prósperos y permitían ganancias que se
incrementaban con rapidez. Por ello, los estadounidenses en esos momentos confiaban en
enriquecerse sin apenas esfuerzo, fruto de la Bolsa y de convertirse en hombres de
negocios.
16
MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929? El año que cambió el mundo”, en MARTIN-ACEÑA, P.
(ed.), PASADO Y PRESENTE, De la Gran Depresión del siglo XX a la Gran Recesión del siglo XXI. Bilbao,
Fundación BBVA, 2011, p. 41.
17
KINDLEBERGER, C., “La crisis económica 1929-1939”, 1985, p. 67.
18
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, p. 45.
19
KINDLEBERGER, C., “La crisis económica 1929-1939”, 1985, p. 70.
20
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, p. 45.
21
GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, p. 33.
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En relación con este aspecto, es interesante destacar lo ocurrido en las costas de
Florida durante 1926 y la revalorización del terreno que allí se dio. Se produjo en estos
terrenos una enorme burbuja especulativa que ocupaba hasta zonas pantanosas o cercanas a
la costa que se acabaron convirtiendo en “zonas de playa”. Incluso los arrabales se
trasladaron a escasa distancia de la ciudad. Todo ello condicionado por el auge
especulativo y las ansias de comprar terrenos para revenderlos en unos días por el doble de
su precio original. Esta situación era algo insostenible, pero el fin de la revalorización no
se dio hasta que en otoño de ese mismo año dos huracanes destruyeron parte de Florida y
ocasionaron la muerte de 400 personas. Aún con el desastre ocurrido en la zona, el
sentimiento americano de conseguir más con menor esfuerzo siguió vigente22.
El estallido de la actividad especulativa que iba a sufrir Estados Unidos era
inminente. De hecho, la idea en esos momentos era que, cuando los precios dejaran de
subir, todo el mundo desearía vender y, por ende, el mercado se desequilibraría y se
derrumbaría estrepitosamente. Pese a ello, la mayor parte de los especuladores continuaron
con su actividad ya que mediante la especulación conseguían enormes fortunas sin apenas
esfuerzo. Según señala Galbraith, “se puede pinchar una burbuja y hacerla estallar, y desde
luego esto no es cosa difícil. Pero conseguir que vaya rebajando su volumen poco a poco
es una tarea extremadamente delicada” 23.
En esta década no sólo se produjeron cambios económicos, también la sociedad
estaba evolucionando. Ya se ha mencionado algún aspecto interesante como que la
capacidad adquisitiva de una parte importante de la población había aumentado,
contribuyendo a la compra de bienes de consumo. Aurora Bosch señala que durante esta
época se gestaron cambios que derivaron en el “capitalismo del bienestar”, mejorando las
condiciones de seguridad y servicios de los trabajadores. Muchos de ellos fueron posibles
porque los salarios ascendieron en torno al 15% entre 1922 y 1929, mientras que los
precios se mantuvieron estables24. Aún así, la prosperidad no alcanzó a todos los
trabajadores, ni a todas las industrias. Los agricultores familiares y los que trabajaban en
los llamados “sectores enfermos” de la industria (minería de carbón, textil, confección,
ferrocarril, industria cervecera) sufrieron el desempleo y la emigración25.
22
Lo ocurrido en Florida es señalado por varios autores como Kindleberger o Kennedy, pero donde más se
desarrolla es en GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, pp. 40-41.
23
GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, p. 58.
24
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos. 1776-1945, Barcelona, Crítica, 2005., pp. 386-387.
25
Diecinueve millones de personas emigraron del campo a la ciudad. Datos sobre migración extraídos de
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005., p. 388 y KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la
libertad…, 2005, p. 35.
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Además de las migraciones internas, Estados Unidos acogía a inmigrantes de
muchas nacionalidades; de hecho, esta tendencia después del cambio de siglo fue tan
imponente que de los 123 millones de EEUU registrados en el censo de 1930, uno de cada
diez había nacido en el extranjero, y un 20% adicional tenía al menos un padre que había
nacido en el extranjero. Estos inmigrantes se instalaban en todos los Estados, pero
principalmente en la región industrial del noreste del país y solían ocupar trabajos poco
cualificados. Con esta oleada de inmigración, surgieron en algunos norteamericanos
sentimientos racistas y xenófobos que se expresaron de forma violenta en un revivido Ku
Klux Klan, que llegó a dominar la política de Indiana y Oregón. Es curioso que resurgiera
una organización violenta, que había nacido en diciembre de 1865, y en contra de los
principios básicos estadounidenses de libertad y justicia 26. El sentimiento localista que este
Klan ayudó a nutrir encontró expresión legal en 1924, cuando el Congreso estranguló el
flujo de inmigrantes hasta reducirlo a cifras muy escasas.
Además del problema xenófobo, se inició un debate sobre el consumo de alcohol,
que había ascendido en Estados Unidos tras 1900. A este ascenso se le atribuyeron algunos
de los problemas de una sociedad de masas industrializada y burocratizada (como el
malestar de los individuos y las familias o la inseguridad e ineficacia en el trabajo), que la
clase media reformista pensaba resolver aprobando leyes que prohibieran el consumo. La
prohibición era tanto un intento de controlar los enormes desajustes del crecimiento
económico, como de unificar y mantener los valores “típicamente americanos” 27. Así, el
Congreso aprobó la Enmienda Decimoctava el 22 de diciembre de 1917, que fue ratificada
el 16 de enero de 1920, y que se conoció como la Ley Volstead; prohibiendo todas las
bebidas con más de un 0‟5% de alcohol28. Esta ley no logró ahuyentar los problemas e
incluso los agravó pues aumentó la corrupción y la criminalidad. Por ejemplo, el tráfico de
alcohol provocó entre 1920 y 1933, 1.000 muertos en Nueva York y 8.000 muertos en
Chicago, ciudad donde comenzaron a surgir gánsteres tan famosos como Al Capone. No
causó los efectos deseados y fue derogada en 1933 por Franklin D. Roosevelt, siendo una
de las claves para ganar las elecciones de unos meses antes.
Pese a todo ello, económica y culturalmente fue una época de auge. Las mujeres
vivieron una liberación que se representa en la figura de la denominada flapper, definida
26
Datos sobre el Ku Klux Klan obtenidos de BULLARD, S., The Ku Klux Klan: A History of Racism &
Violence. Montgomery (Alabama), The Southern Poverty Law Center, 1998, p.6 y KENNEDY, D. M., Entre
el miedo y la libertad…, 2005, p. 37.
27
Información sobre el consumo de alcohol y la Ley Volstead conseguidos de BOSCH, A., Historia de los
Estados Unidos…, 2005, pp. 398-403.
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por José Morilla Critz como “jóvenes emancipadas que se consideraban extrañas a todas
las convenciones sociales”. Estas jóvenes escandalizaban a los más conservadores y a las
poblaciones rurales, debido a su “frivolidad y descoque”29. Fue la época de aparición del
Jazz y del charlestón, además de un culto a la juventud, y comenzó a nacer el “orgullo
negro”30, que coincidió con la transformación de Harlem en un barrio en el que se
concentró la clase media acomodada negra durante esta década, que pasó a ser el centro del
movimiento político y cultural de la minoría negra durante el período de entreguerras.
Todas estas transformaciones contribuyeron a un auge económico más o menos
generalizado en el conjunto del país que se truncará con la caída bursátil de Wall Street en
octubre de 1929. A partir de esa fecha, la crisis agraria se unió a una crisis en la Bolsa que
repercutió en todos los sectores de la economía de manera directa e indirecta. Es entonces
cuando se inició el período de la Gran Depresión.
2.2. El 24 de octubre de 1929
Se ha señalado en numerosos estudios que la Gran Depresión se inició el 24 de
octubre de 1929, con la caída de los precios de las acciones en la Bolsa de Nueva York y el
denominado como “primer día de pánico”31. Pero sería conveniente matizar esta idea.
Dependiendo de las posturas historiográficas, la crisis de los años treinta se inició con el
crac de la Bolsa neoyorkina o ésta simplemente fue un hecho dentro de una crisis más
amplia. Por ejemplo, Milton Friedman defiende que “la caída del mercado de valores en
1929 fue un hecho momentáneo e importante, pero no produjo la Gran Depresión, y no fue
un factor importante en la severidad de la depresión…” 32. Kindleberger señala que “es
difícil evitar obtener la conclusión de que existe algo de verdad en la sabiduría
convencional al caracterizar el crac como el principio de un proceso” 33. Galbraith sí
defendía la idea de que el crac de la Bolsa de Nueva York inició el período de la crisis,
pero siendo consciente de que previamente había otros elementos en crisis, como la
agricultura. Es complicado poder sostener la afirmación de que aquel 24 de octubre
comenzase la crisis, cuando existía una crisis agrícola anterior y una situación económica
próspera para algunos sectores que pronto entrarían en crisis. En este trabajo se defenderá
que el crac de la Bolsa de Nueva York es un hecho importante dentro de la crisis y
29
MORILLA CRITZ, J., La crisis económica de 1929. Madrid, Ediciones Pirámide, 1984, p. 85
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005, p. 407.
31
GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, p. 148.
32
Cita que realizó Milton Friedman en Newsweek (25 de mayo de 1970) y extraída de KINDLEBERGER, C.,
“La crisis económica 1929-1939”, 1985, p. 138.
33
KINDLEBERGER, C., “La crisis económica 1929-1939”, 1985, p. 146.
30
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probablemente “fue un elemento que hizo que ésta fuera irreversible debido a sus efectos
directos en la economía y a que no se tomaron las medidas necesarias u oportunas”34. Pero
junto a ello ya se había iniciado la recesión en algunos sectores antes. No obstante, por ser
un elemento importante y que logró afectar a todos los sectores, hay que explicar sus
antecedentes.
Durante la década de 1920, la economía norteamericana pasaba por una etapa
boyante en muchos aspectos. Uno de los ámbitos que más creció en ese momento fue el
bursátil. Las bolsas estadounidenses, en especial la de Nueva York, estaban en alza desde
192435, sobre todo tras la reducción de los tipos de interés de la Reserva Federal. Con esta
y otras medidas, la especulación comenzó a incrementarse debido a los beneficios que
obtenían en Bolsa.
El dinero necesario para que el mercado bursátil fuese tan abundante fluía de varios
sujetos: de inversores individuales (que representaban un número escaso), de las grandes
empresas (enriquecidas durante la década de 1920) o del sistema bancario principalmente.
De hecho, en 1929 los banqueros comerciales se encontraban en la posición poco común
de prestar más dinero para las inversiones en la Bolsa y en propiedades inmobiliarias que
para propósitos comerciales36. Esta situación especulativa llegó a tal extremo que, según
defendía Galbraith, “la única recompensa que interesa al propietario de algún bien no es la
derivada de la propiedad como tal sino el incremento de su valor” 37. Por ejemplo, en el
caso de las parcelas de Florida, el negocio no residía en obtener una determinada tierra sino
en el hecho de comprarla a un determinado precio. Ello era así ya que el terreno se
revalorizaba de manera extraordinaria para una futura venta y el beneficio de este
incremento del valor recaía en los especuladores, quienes esperaban una nueva
revalorización para poder vender con un mayor precio el mismo terreno.
Por otro lado, se han planteado varias hipótesis sobre cuáles fueron los factores
determinantes para que el capital se dirigiera al mercado bursátil. Una de estas hipótesis se
centra en el “espíritu americano” o en el alto optimismo generado durante los “felices años
veinte”, ya que la clase media había alcanzado un sueldo mayor y podía consumir más.
Pero esta hipótesis ha quedado hoy en día desechada porque se ha podido demostrar que
34
MORILLA CRITZ, J., La crisis económica de 1929, 1984, p. 141.
MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?…”, 2011, p. 42.
36
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad …, 2005, p. 60.
37
GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, p. 51.
35
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los fondos utilizados en el mercado bursátil procedieron, en su mayoría, de reducidos y
poderosos círculos financieros, no de las clases medias 38.
Otra tesis señala que la industria empleaba sus beneficios para reinvertir en el
mercado bursátil, con lo que dependía del crecimiento de sus acciones en este mercado
para no llegar a quebrar. También se le atribuye cierta responsabilidad a la política
monetaria de Estados Unidos39, que buscaba alcanzar el equilibrio en los cambios
internacionales, restableciendo el patrón oro y ayudando a países como Alemania; además
de que mantenía una competencia financiera con Londres e intentaba sostener los precios y
la actividad económica interior (que mostraba signos de debilidad, sobre todo la
agricultura, desde 1921)40.
Otro elemento que actuó como impulsor de la especulación fue la estructura
bancaria estadounidense. Pese a que desde 1914 existía el Sistema Federal de Reserva, un
organismo financiero central, la realidad era que pervivía un alto grado de dispersión de
bancos independientes. Según señala David M. Kennedy, “los bancos estaban podridos
incluso en los períodos buenos” 41.
Durante la década de 1920, las entidades bancarias quebraban a un ritmo de más de
500 por año. El año 1929 hubo 659 quiebras de bancos, pero en 1930 unos 1.352. Además,
en 1929 había 25.000 bancos que operaban bajo 52 regímenes reguladores diferentes. En
un primer momento, tras el crac, la fiebre del pánico sólo afectó a los bancos rurales, pero
el 11 de diciembre de 1930 el Bank of United States de Nueva York cerró sus puertas. Con
esta quiebra y la actitud de la Reserva Federal, los bancos se apresuraron con un ímpetu
mayor a protegerse a sí mismos, sin prestar atención a la salud del sistema bancario en su
totalidad.
El jueves 24 de octubre de 1929, a las diez de la mañana, cuando se abrió la jornada
en Wall Street, había más de un millar de miembros en la Bolsa de Nueva York (un
número superior a los 750 habituales). Se puso a la venta un enorme paquete de acciones
de la conocida firma Cities Service Company y su cotización comenzó a caer de inmediato,
lo que provocó que los compradores sintieran temor e intentaran vender 42. Anteriormente
al otoño de 1929, en la Bolsa de Nueva York se habían ido produciendo algunos períodos
38
MORILLA CRITZ, J., La crisis económica de 1929, 1984, p. 120.
La actitud de la Reserva Federal americana ha sido muy critica por autores como Friedman y Shwartz.
40
Información sobre esta política monetaria extraída de MORILLA CRITZ, J., La crisis económica de 1929,
1984, p. 121.
41
Datos sobre entidades bancarias obtenidos de KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, pp.
93-95.
42
MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?...”, 2011, p. 46.
39
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de crisis durante sus 112 años, como el 18 de septiembre de 1873, cuando quebró la casa
de Jay Cooke and Company y otras 57 entidades inscritas en la Bolsa 43. Pero todas ellas
habían concluido rápidamente, algo que no sucedió en 1929.
Tras el denominado como Jueves Negro, se dio un fin de semana con ambiente
vendedor, pero con movimientos más pausados. El lunes 28 fue un día terrible ya que los
temores del jueves se reprodujeron y se dieron pérdidas elevadas. Pero fue el martes 29 el
día más devastador para la Bolsa, cuando las ventas comenzaron nada más abrir el
mercado44. Esta tendencia continuó en noviembre y diciembre debido a la gran
desconfianza que se había instalado ya en Wall Street.
Las causas que provocaron el crac difieren según los autores. Galbraith defiende
que el colapso de octubre fue resultado de una burbuja especulativa, formada durante
varios años, no fruto de cualquier acontecimiento o noticia que la pudiera desinflar. Pero
para Kindleberger, fue un fenómeno inevitable fruto de la especulación ya que, cualquier
noticia o hecho que crease una mínima incertidumbre, podía provocar un cambio radical en
la actitud de los inversores45. Según esta segunda idea, nada ocurrió hasta que la Reserva
Federal, preocupada por el boom especulativo, imprimió un giro a su política monetaria y
decidió subir su tipo de descuento básico. La repercusión sobre los tipos de mercado fue
casi inmediata y se produjo un encarecimiento de todos los tipos de préstamos. Sin crédito
barato no era posible sostener el ritmo de compras bursátiles y el mercado se frenó. Una
vez que comenzó el descenso, no se pudo detener la avalancha de ventas. Lo cierto es que
el crac tuvo unos efectos decisivos en una economía que se encontraba ya de antes en
dificultades.
La consecuencia inmediata del derrumbe de la Bolsa fue la ruina de gran cantidad
de especuladores, de la mayoría de los intermediarios y de un amplio número de
instituciones bancarias. Además, cayó el prestigio de la figura de los grandes financieros,
cuyos éxitos en la década anterior los habían convertido en el símbolo de una sociedad
segura de sí misma 46. De hecho, habían sido “auténticos mitos del crecimiento económico
de los años veinte” que, tras el crac de 1929, perdían poder y prestigio conforme
avanzaban los días47. Aunque sólo el 2% de los estadounidenses operaban en Bolsa, gran
43
GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, p. 159.
MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?...”, 2011, pp. 47- 48.
45
Las ideas de Galbraith y Kindleberger son recogidas en MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?...”,
2011, p. 51-52.
46
MORILLA CRITZ, J., La crisis económica de 1929, 1984, p. 141 -142.
47
Expresión tomada de ALONSO GARCÍA, T., La economía entreguerras: la Gran Depresión. Madrid,
Akal (Ed.), 1990, p. 44.
44
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parte de la población consideraba al mercado bursátil como el mejor indicador de la
economía, orientando sus decisiones de inversión y consumo 48. Por ello, pese a que la
mayoría de los norteamericanos no tenía intereses en la Bolsa, la caída de Wall Street
influyó de manera directa en toda la población.
Además, tras el Jueves Negro se generó una sucesión de suicidios por parte de
muchos especuladores que llegaban a arrojarse desde las ventanas de los edificios. Esta
oleada de muertes intencionadas forma parte de la “leyenda de 1929”, según señalaba
Galbraith49. Este autor defendía que, en realidad, esta idea de un aumento cuantitativo de
los suicidios no es del todo correcta pues, en los meses posteriores al crac, el número de
suicidios era parecido a la media previa a octubre de 1929. Si bien es necesario destacar
que durante todo el período de la Gran Depresión hubo un aumento de estas muertes. En
un primer momento los efectos del crac y de la crisis no fueron tan notorios pero, conforme
pasó el tiempo, la población que había perdido todo no tenía nada por lo que vivir.
También acontecieron casos tan llamativos como el del señor Fred Bell, que pasó de ser un
multimillonario exitoso a vendedor ambulante 50.
Algunos de estos suicidios eran tan influyentes dentro del mercado que se decidió
esperar para anunciar sus muertes. Es el caso, por ejemplo, de J. J. Riordan, una figura muy
conocida y popular entre los demócratas de Nueva York por haber sido el tesorero durante
las campañas electorales del alcalde neoyorkino James J. Walker y de Al Smith. Con Smith
compartía una íntima amistad y también eran socios de la County Trust Company. De
hecho, fue el propio Smith quien decidió que era mejor no publicar su muerte hasta el
mediodía, hora habitual de cierre de los bancos en sábado. Un nuevo suicidio ocurrió dos
años y medio después, el sábado 12 de marzo de 1932, cuando Ivar Kreuger, de Kreuger
and Toll, se pegaba un tiro en su apartamento de París, aunque la noticia se aplazó hasta el
cierre del mercado, seis horas más tarde51.
Un hecho destacable es que en 1929 aún se desconocía la gravedad de la crisis.
Como ya se ha mencionado, se habían producido períodos recesivos con anterioridad. La
pregunta que debemos plantearnos es qué cambió para que esta crisis se convirtiera en la
Gran Depresión. Según Friedman y Schwartz, las causas hay que buscarlas en la política
monetaria restrictiva de la Reserva Federal. Para ellos, las autoridades monetarias de
Washington mantuvieron las tasas de descuento demasiado bajas durante los años veinte y
48
MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?...”, 2011, p. 59.
GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, p. 183.
50
ALONSO GARCÍA, T., La economía entreguerras…, 1990, p. 44.
51
Datos de los suicidios extraídos de GALBRAITH, J. K., El crac del 29, 1983, pp. 186-188.
49
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demasiado altas una vez que se desinfló la burbuja bursátil y los bancos comenzaron a
quebrar, provocando una fuerte contracción de la cantidad monetaria como consecuencia
de estas quiebras bancarias y de dicha política monetaria restrictiva 52.
Por otro lado, algunos historiadores económicos de tradición keynesiana señalan
como factores que contribuyeron a la disminución del consumo y, por tanto, a un
agravamiento de la crisis, el descenso de la construcción inmobiliaria en la segunda mitad
de los años veinte, a la caída de los precios agrarios que provocaban la crisis agrícola, y a
la recesión industrial que ya había aparecido en el verano de 1929. Todo ello reducía las
importaciones mundiales y las exportaciones de capital, agravando los desequilibrios
exteriores. Además, el mantenimiento del patrón oro exigía la adopción de políticas
monetarias y fiscales restrictivas, al mismo tiempo que recortes del gasto público para
tratar de compensar la reducción de ingresos53.
Otros historiadores se remontan a los desequilibrios generados por la Gran Guerra
como fundamento para la crisis. Uno de estos autores es Peter Temin, afirmando que “los
orígenes de la Gran Depresión se encuentran en buena medida en las perturbaciones de la
Primera Guerra Mundial”54. La contienda provocó cambios importantes en las relaciones
económicas y en la producción mundial; las viejas industrias entraron en declive y
surgieron nuevos sectores ante una creciente demanda de bienes de consumo, se amplió el
área cultivable y se mecanizó el campo (lo que provocó un aumento de la producción y un
descenso de sus precios)55.
La realidad es que la Gran Depresión estuvo condicionada por un conjunto de
factores y no se debe señalar un único agente. Para explicarla son necesarios tanto el crac y
sus consecuencias sobre las expectativas de familias y empresas como la política monetaria
restrictiva de la Reserva Federal, el mantenimiento del patrón oro y la deflación que sufrió
la economía mundial durante los años treinta.
Lo que había comenzado con una crisis agrícola, y que se había extendido hasta los
demás sectores de la economía en Estados Unidos, se agravó con el crac de la Bolsa de
Nueva York. Todo ello derivó en una Gran Depresión 56 que se contagió al resto del mundo
gracias, entre otros motivos, al mantenimiento del patrón oro. Éste se caracterizaba por el
52
Teoría de Friedman y Shwartz recogida en MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?…”, 2011, pp. 6465.
53
MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?...”, 2011, pp. 65-66.
54
TEMIN, P., Lecciones de la Gran Depresión. Madrid, Alianza (Ed.), 1995, p. 19.
55
MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?...”, 2011, p. 67.
56
Imágenes de la Gran Depresión en Estados Unidos en Apéndice 2, extraídas de SARRIUGARTE GÓMEZ,
I., “La Gran Depresión Americana y su influencia en el desarrollo de la fotografía social: „La América más
mísera‟”. De Arte,Vol. 9, 2010, pp. 171-182.
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libre flujo de oro entre individuos y países, por el mantenimiento de valores fijos de las
monedas nacionales respecto al oro y por la falta de una organización internacional que
coordinara todo. Debido al patrón oro, por tanto, existía asimetría entre los países con
déficit y los que tenían excedentes en la balanza de pagos. Además, el quedarse sin
reservas de oro o divisas estaba penalizado, pero no había limitaciones para su
acumulación. Otra consecuencia era que el mecanismo de ajuste para un país deficitario era
la deflación en lugar de la devaluación, es decir, un cambio en los precios interiores en
lugar de un cambio de los tipos de interés 57. Por ello, el presidente Hoover, amparándose
en las medidas clásicas tomadas en caso de depresión, puso en marcha un programa de
política deflacionaria58. Así, el mantenimiento del patrón oro suponía un retraso para la
economía y, en general, para la recuperación económica, pero aún no se habían llegado a
tomar las novedosas medidas que proponía Keynes: acrecentar el intervencionismo estatal,
a pesar de llegar al endeudamiento y fomentar el consumo interno.
2.3. Los años treinta y sus consecuencias
En 1931, muchos de los países aún estaban adheridos al patrón oro 59. El oro hasta
ese momento había sido considerado indispensable para el sistema financiero y para el
comercio, por lo que era complejo abandonarlo sin repercusiones negativas. O eso creían
los diferentes países que lo seguían manteniendo. Por ejemplo, en Gran Bretaña los
rendimientos de las inversiones exteriores disminuían a medida que la recesión empeoraba,
debilitando aún más la posición de la libra. Por ello, el 19 de septiembre de 1931 Gran
Bretaña abandonó el patrón oro, devaluándose la libra. En Estados Unidos, el presidente
Hoover no era partidario de abandonar el oro porque significaría que “ningún comerciante
podía saber lo que recibiría cuando sus mercaderías fueran entregadas” 60, ya que el valor
del dinero se consideraba arbitrario e impredecible. Estados Unidos tuvo que esperar hasta
la llegada del presidente Roosevelt para abandonarlo.
Para compensar el déficit que sufría la economía, Hoover solicitó un importante
incremento impositivo. Así, redactó y envió al Congreso un proyecto que se convirtió en la
Ley Impositiva de 1932. La ley elevaba los impuestos en todos los niveles y sumaba medio
57
Características del patrón oro extraídas de TEMIN, P., Lecciones de la Gran Depresión, 1995, pp. 25-26.
ALONSO GARCÍA, T., La economía entreguerras: la Gran Depresión. Madrid, Akal (Ed.), 1990, p. 44.
59
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, p. 104.
60
Datos sobre el patrón oro obtenidos de BILBAO, L.M., y LANZA, R., “Cuando todo falla. Anatomía de la
Gran Depresión, 1929-1939”. Cuadernos de Economía, Vol. 32, Nº88, 2009, p.63. y KENNEDY, D. M.,
Entre el miedo y la libertad. Los EEUU…, 2005, p. 108.
58
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millón de contribuyentes nuevos a la red de recaudación federal 61. También trató de aliviar
el paro apelando a la caridad privada y a las iniciativas de los gobiernos locales, esperando
que se produjera una recuperación que no llegó. Fue entonces cuando interpretó los
problemas económicos norteamericanos como consecuencia de la crisis financiera europea
de 1931. Con esta idea, Hoover intentó resolver los problemas de las deudas y reparaciones
bélicas en Europa con una moratoria de los pagos, mientras en su país mantenía el patrón
oro y buscaba huir del déficit para promover el gasto público 62.
En estas fechas, el presidente norteamericano sostenía que nadie sufría hambre,
aunque en 1932 en Nueva York los funcionarios escolares informaron de que unos 20.000
niños estaban desnutridos. Mientras las cosechas se amontonaban sin vender en el medio
rural; en Seattle, Chicago, Nueva York y otras ciudades, muchas personas inspeccionaban
los cubos de basura en busca de comida. Alrededor de las ciudades crecían barrios de
chabolas llamados Hoovervilles y a un bolsillo vuelto del revés se le denominada bandera
Hoover63, prueba de que la imagen del presidente estaba cada vez peor vista.
Tampoco este presidente aceptaba los subsidios por desempleo y evitaba
desembolsos federales directos para aliviar el paro. Será Franklin D. Roosevelt quien
declare que la ayuda “debe ser proporcionada por el Gobierno, no como un asunto de
caridad, sino de obligación social; el Estado acepta esa tarea con alegría porque cree que
ayudará a restaurar esa íntima relación con su pueblo que es necesaria para preservar
nuestra forma democrática de gobierno”64.
1921-29
1930
1931
1932
1933
1934
1935-38
Alemania
4,1
9,5
13,9
17,2
14,8
8,3
3,8
Australia
5,8
13,1
17,9
19,1
17,4
15,0
9,7
Bélgica
1,5
2,2
6,8
11,9
10,6
11,8
8,9
EEUU
4,9
8,7
15,8
23,5
24,7
21,6
17,5
Francia
1,2
Reino Unido
8,1
11,1
14,8
15,3
13,9
11,7
Suecia
3,4
3,3
4,8
6,8
7,3
6,4
2,2
4,5
9,2
5,4
65
Tabla 1. Tasa de paro en el período entreguerras (en porcentaje de fuerza laboral) .
Hoover, desde su posición, lo único que conseguía era perder poder política y
socialmente, principalmente tras la expulsión del “Ejército Bono” de Washington a fines
61
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, pp. 109-111.
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005, p. 414.
63
Datos sobre esta pobreza extraídos de KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, p. 117 y
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005, p. 414.
64
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, p. 122.
65
Elaboración propia; datos de BILBAO, L. M. y LANZA GARCÍA, R., “Cuando todo falla…”, 2009, p. 47.
62
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de julio de 1932. Este ejército estaba constituido por veteranos desempleados que
pertenecían a la Fuerza Expedicionaria Estadounidense de la Gran Guerra. Se reunieron en
Washington en la primavera y el verano de 1932 para intentar que el Congreso aprobara un
anticipo de los pagos de “bonos” extra por servicios de guerra que se les debería dar en
1945. Cuando el Senado se negó a aprobar el proyecto, varios miles de veteranos se
quedaron. El 28 de julio la policía del Distrito de Columbia trató de echarlos y se
produjeron altercados, muriendo dos manifestantes. A continuación las autoridades del
distrito solicitaron ayuda a Hoover, y él movilizó a las tropas federales. Un destacamento
de caballería, acompañado por seis tanques e infantería, “limpió” los edificios. El oficial al
mando era el general Douglas MacArthur, quien se excedió en el cumplimiento de sus
órdenes: asegurar los edificios y contener a los manifestantes en Anacostia Flats, su
campamento. En cambio, MacArthur se dirigió a Anacostia y expulsó a los manifestantes
con gas lacrimógeno para después prender fuego a las cabañas. Este suceso supuso el
punto más bajo de la política de Hoover66.
Cuando ganó Roosevelt las elecciones, su discurso de aceptación en la Convención
demócrata de Chicago el 2 de julio de 1932 concluía prometiendo “a new deal for the
american people”67. Este New Deal se suele dividir en dos fases: desde 1933 hasta 1934 y
desde 1935 hasta 193768. En sus primeros cien días, Roosevelt llevó a cabo una actuación
rápida y enérgica para tratar de hacer frente a la Gran Depresión. Su primera decisión
política se dirigió a restaurar la credibilidad del sector bancario, decretando el 9 de marzo
cuatro días de “vacaciones bancarias” y discutiendo ese día en el Congreso el Decreto de
Emergencia Bancaria (The Emergency Banking Bill), que garantizaba la ayuda
gubernamental para la reapertura de los bancos privados con activos líquidos, reorganizaba
los bancos con problemas, otorgaba al presidente pleno control sobre los movimientos de
oro y autorizaba la emisión de nuevos billetes de reserva69. Así, se introdujeron los
controles bancarios necesarios para que no se produjera un nuevo crac bursátil.
Después, el nuevo presidente se centró en la agricultura destacando que un 30% de
la población activa se encontraba en ese sector en 1930. En 1929, Hoover había creado el
Federal Farm Relief Board para sostener los precios agrarios, comprando stocks de
productos y eliminándolos del mercado; pero obtuvo resultados limitados. En 1933,
66
Este incidente aparece señalado en varios autores, aunque los datos aquí reflejados pertenecen a
KENNEDY, D. M., Entre el miedo y la libertad…, 2005, p. 123-124.
67
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005, p. 418.
68
SERRANO SEGARRA, M., “La crisis económica de 1929: Roosevelt y el New Deal”. Revista de Sociales
y Jurídicas, Nº 6, 2010, p. 124.
69
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005, p. 419.
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Roosevelt optó por restringir las cosechas y el 12 de mayo aprobó el Agricultural
Adjustemente Act, que autorizaba al Gobierno a dar a cada agricultor una suma de dinero
que se le pagaba como indemnización para que restringiese la superficie cultivada. Estas
subvenciones se financiaban mediante un nuevo Impuesto a las Industrias de Productos
Alimenticios70.
También se inició un programa de obras públicas para generar empleo. Se creó un
plan piloto de obras públicas denominado Tennessee Valley Authority Plan en 1933 y
financiado por el Estado para lograr el desarrollo agrícola e industrial en una de las
regiones más críticas del país. Así, mediante la construcción de presas, se generó energía
eléctrica a bajo coste que atrajo el interés de nuevas industrias que se instalaron en esta
zona, estimuladas asimismo por la mano de obra barata. Por ello, no sólo se impulsaban las
obras públicas, sino también la canalización de ríos y construcción de pantanos y de
centrales hidroeléctricas en zonas deprimidas 71.
Por último, apareció la planificación industrial con la Ley de Recuperación
Industrial Nacional (Nacional Industrial Recovery Act: NIRA) publicada en 1933 y que
estableció un sistema de estabilización industrial para impedir la libre competencia,
mantener los precios, procurar beneficios mínimos a los empresarios, eliminar las prácticas
de competencia desleal y promover la formación de sindicatos. Así, el Estado colaboró con
la empresa privada para conseguir la mejora de los beneficios empresariales 72.
Todas estas primeras medidas se realizaron con rapidez, pero no llegaron a
favorecer a todos. Roosevelt pretendía aumentar el poder adquisitivo de las familias,
ayudar a los más necesitados y que las empresas funcionasen correctamente; pero el
problema de fondo era que no había ninguna estrategia gubernamental sólida para
recuperar el poder adquisitivo y aumentar las inversiones. La segunda etapa del New Deal
trataría de solventar estos problemas y, en especial, el desempleo.
En este contexto, se aprobó la Ley de Seguridad Social de 1935, que proporcionaba
seguros y programas de asistencia. Las compensaciones al desempleo iban a ser cubiertas
por los Estados, estimulados por incentivos fiscales del gobierno federal; los seguros de
vejez serían totalmente un programa federal, en el que tanto trabajadores como
empresarios contribuirían a un fondo federal. Pero las limitaciones de la ley eran
70
Datos sobre las medidas en agricultura obtenidos de HERNÁNDEZ ANDREU, J., Del 29 a la crisis
asiática. Madrid, Editorial Complutense, 1999, p. 56 y BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005,
p. 420.
71
Información sobre el Tennessee Valley Authority Plan extraídos de SERRANO SEGARRA, M., “La crisis
económica de 1929…”, 2010, p. 126 y MARTIN-ACEÑA, P., “¿Qué pasó en 1929?...”, 2011, pp. 70-71.
72
SERRANO SEGARRA, M., “La crisis económica de 1929…”, 2010, p. 127.
~ 23
~
importantes, ya que los seguros de desempleo variaban según los Estados y, normalmente,
no cubrían a los trabajadores itinerantes. Además, los Estados más ricos del este ofrecían
más beneficios que los estados pobres y rurales del sur 73.
Por otro lado, se creó una agencia gubernamental con el objetivo de proporcionar
empleo público. Se contrató a 3.800.000 parados entre 1935 y 1941 que contribuyeron con
su trabajo a la mejora de las infraestructuras del país y, en general, a todo tipo de obras
públicas. Además, se publicó la Ley de Relaciones Laborales Nacionales, de julio de 1935,
que reguló el derecho de los trabajadores a la sindicación y a la negociación colectiva en
sus empresas, garantizando también el derecho a la huelga 74.
Estas medidas del segundo New Deal se centraban más en el ámbito social que en
el económico y, pese de que en 1939 aún había diez millones de parados en Estados
Unidos, lo cierto es que había mayor cobertura social que antes de la crisis. En general, el
New Deal representó una forma de intervención estatal en la economía que no logró
reactivarla por completo, pero conllevó una cierta estabilidad y fortaleció la figura del
presidente. Esta última idea es importante ya que en Europa estaban imponiéndose
regímenes fascistas o autoritarios que desembocarán en la Guerra Civil española, en un
primer momento, y en la Segunda Guerra Mundial en 1939.
3. La Gran Depresión en España
Hay que matizar una diferencia básica entre Estados Unidos y España: el grado de
desarrollo de ambos países. El país americano disfrutaba de un desarrollo capitalista previo
a la crisis, mientras que el país europeo se encontraba más atrasado y con una
internacionalización inferior. Por ello, en el caso español los ámbitos tratados serán
diferentes, más centrados en la cuestión agraria. Además, el término de Gran Depresión
apenas aparece en España ya que, de facto, este país ya sufría un importante atraso
estructural de los sectores económicos.
3.1. España ante 1929
En los años treinta, España se encontraba fuera de los países más avanzados, por lo
que los efectos del crac de 1929 tardaron en llegar y no fueron tan notorios como en otros
países. Por ello, se suele defender que la crisis española fue “más superficial” que la
73
74
BOSCH, A., Historia de los Estados Unidos…, 2005, p. 433.
SERRANO SEGARRA, M., “La crisis económica de 1929…”, 2010, p. 128.
~ 24
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internacional debido a su carácter agrario, lo rudimentario de las empresas y su
financiación75.
De hecho, esta etapa está marcada por la existencia de una nítida diferenciación
económica y política en el continente europeo, entre un Noroeste industrializado,
democrático y avanzado, y una Europa del Sur y del Este agraria, autocrática y atrasada.
España se encontraba en el segundo grupo, pero puede ser considerada superior en
términos comparados con el resto de países de su área geográfica76. Por tanto, se aprecia
que la caída de la Bolsa estadounidense no afectó tanto como a otros países más
internacionalizados ya que seguía poco desarrollada, pese a que algunas variables como el
comercio exterior, la producción minera y metalúrgica o las cotizaciones en Bolsa sí
habían seguido la pauta mundial. A pesar de que algunos sectores mantenían conexión con
la crisis mundial, en España predominaron “características sustancialmente nacionales” 77.
En esta época, España era fundamentalmente rural y su sector agrario interior
mantenía una productividad escasa en cuanto a la tierra y al trabajo. Además, el territorio
rural estaba dominado por el hambre y la miseria, destacando la baja alfabetización o la
elevada tasa de mortalidad infantil78. Esta España rural era mayoritaria en el interior del
país, pero también existían ciertos enclaves más desarrollados gracias a su industria y al
urbanismo (destacando principalmente Barcelona y Madrid). Así, la mayor parte de la
población trabajaba en un campo de escasa productividad o, en menor medida, en la
industria del País Vasco y Cataluña, a la cual afectó más la crisis. Estas dos regiones
representaban tan sólo un 8‟77% del territorio nacional y en términos demográficos un
14% de la población79.
La crisis agraria mundial, que se había desatado tras la Primera Guerra Mundial,
afectó en España. La tendencia a la baja de los precios agrícolas era patente desde 1925 y
este descenso iba acompañado de un aumento en los gastos de producción que ocasionaba
una bajada en la rentabilidad económica de la agricultura.
75
COMÍN COMÍN, F., “La Crisis Internacional de 1929 y la Economía Española durante la Segunda
República”, en AA.V.V., Las crisis a lo largo de la Historia. Valladolid, Gráficas Varona, 2010, p. 106.
76
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929: el papel de los desequilibrios internos”,
en MARTIN-ACEÑA, P. (ed.), PASADO Y PRESENTE, De la Gran Depresión del siglo XX a la Gran
Recesión del siglo XXI. Bilbao, Fundación BBVA, 2011, pp. 83-84.
77
COMÍN COMÍN, F., “La Crisis Internacional de 1929…”, 2010, p. 106.
78
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 86.
79
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España (1914-1939).
Economía”, en HERNÁNDEZ SANDOICA, E., Historia de España 3º Milenio. Madrid, Síntesis (Ed.),
Volumen 29, 2007, p. 24.
~ 25
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Tabla 2. Evolución de magnitudes del sector agrario (1901-1950)80
En cuanto a los factores de encarecimiento de las producciones agrícolas hay que
destacar el uso creciente de maquinaria y el consumo de abonos químicos, junto al
aumento de los gastos de transporte y la mayor presión fiscal. España debía importar
maquinaria y abonos químicos, que eran factores de encarecimiento; sobre todo debido al
régimen arancelario que gravaba estos productos y a la devaluación de la peseta, entre
1928 y 193281. Con respecto a ésta, Keynes señaló tras su estancia en España:
“En un período de baja mundial de precios, cual es el que ahora
atravesamos, no me parece en modo alguno que la baja de la peseta sea un
síntoma de debilidad. La libertad de permitir una cierta moderada flojedad
en el cambio, en momentos de depresión general, que afecta al resto del
mundo, puede constituir un medio valioso para mantener la estabilidad
interna, que de otro modo resultaría imposible” 82.
Con estas palabras, Keynes defendía la devaluación de la peseta como una buena
medida para tratar de mantener la estabilidad. En septiembre de 1931 Gran Bretaña saldrá
del patrón oro con el fin de devaluar la libra esterlina, siguiendo los dictados del
economista inglés.
En relación con la escasa productividad española, sólo la protección arancelaria
consentía la supervivencia de la agricultura española en un mercado con los precios
demasiado bajos para comprar productos agrícolas, pero elevados en relación con los
80
Tabla 2 extraída de PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de
España…”, 2007, p. 88.
81
HERNÁNDEZ ANDREU, J., España y la crisis de 1929. Madrid, Espasa-Calpe (Ed.), 1986, pp. 70-71.
82
Frase de John Maynard Keynes, en España Económica y Financiera (1930) recogida de PINA
GONZÁLEZ, A., El español y la ciencia económica. Keynes (1883-1946) en Madrid. Boletín económico de
ICE nº 2746, del 4 al 10 de noviembre de 2002, p. 19.
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~
instrumentos necesarios para poder producirlos. A finales de la década de 1920, la elevada
protección arancelaria permitía que el precio de venta del trigo en España fuese más de un
50% mayor que en Gran Bretaña, Estados Unidos o Austria, un 34% mayor que en Francia
y un 20% mayor que en Italia83. Esto repercutía a doble nivel en la sociedad española pues
existía un mísero nivel de vida en gran parte del campesinado, pero también había efectos
desfavorables para la población no agraria pues estaban obligados a consumir alimentos
con precios elevados. La población activa española dedicada a la agricultura en estos
momentos rondaba el 40% del total84 (aunque había descendido desde el 55% del total de
población activa en 1919)85, pero con una escasa productividad que, como ya se ha
señalado, obligaba a mantener dicha política arancelaria y suponía relaciones con los
mercados internacionales más bien modestas86.
Por otro lado, se efectuó una creciente especialización agrícola en determinadas
regiones peninsulares. Aunque la tierra destinada a cereales suponía un 73% de toda la
superficie agrícola española, se hicieron progresos en las producciones intensivas,
destinadas en su mayor parte a los mercados exteriores. Por ejemplo, el crecimiento de las
exportaciones de frutas mediterráneas (como las naranjas valencianas o la uva de mesa
almeriense) hacia los mercados europeos se había visto empujado por el aumento de la
demanda, que se había incrementado gracias a la mejora de los niveles de renta de la
población de países más desarrollados, principalmente Gran Bretaña, Alemania o Francia.
Así, las exportaciones de naranjas pasaron de unas 180.000 toneladas a principios de siglo
a más de 1.000.000 en 1930, equivaliendo a más del 90% de la cosecha total87. Este éxito
se vio minado cuando aparecieron los síntomas de crisis en Europa, ya que se encarecieron
determinados suministros y servicios utilizados por la agricultura comercial y comenzó un
proteccionismo generalizado en los diferentes países.
Con el escaso desarrollo de la agricultura, los demás sectores se veían fuertemente
lastrados, aunque se producían desequilibrios entre las zonas más agrarias y las zonas
industrializadas. La depresión agrícola española suponía un descenso de las rentas que
daba lugar a una caída en el consumo de productos industriales, alcanzando así a toda la
83
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 87.
COMÍN, F., “La Gran Depresión y la Segunda República”, en el diario El País, con fecha del 29 de enero
de 2012 [disponible en http://elpais.com/diario/2012/01/29/negocio/1327845145_850215.html, consultado el
15 de febrero de 2013].
85
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 87.
86
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 88.
87
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 93.
84
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~
economía88. Así, la crisis agrícola influía también en el resto de sectores económicos,
deprimiendo aún más al conjunto de la economía española.
1913-1920
1920-1929
1929-1935
1935-1944
PIB
1,49
3,54
-0,02
-0,55
Agricultura
39,4
10,5
23,8
95,4
Industria
16,1
36,2
-155,4
27,7
Construcción
-4,1
6,1
-62,8
-22,6
Servicios
59,6
48,6
47,1
294,4
Tabla 3. Tasas de crecimiento del PIB y contribución sectorial (1920-1944)89
En cuanto a los datos de las exportaciones e importaciones, España era un país
deficitario en su balanza comercial desde 1920, acentuándose aún más en 1930. Durante la
Gran Guerra, su neutralidad favorecía la exportación de bienes de equipo y materiales
extractivos para abastecer a los países beligerantes, pero con el fin de la contienda, España
se vio envuelta en una crisis económica reflejada en la caída de las exportaciones entre
1919 y 1922 de más de un 40% 90. Durante la década de 1920, se buscaron políticas para
paliar esta nefasta situación, pero la crisis iniciada en Estados Unidos determinó una nueva
caída de la actividad económica española.
Desde 1929 a 1935, se redujeron entre el 50% y el 60% las exportaciones, y casi un
60% las importaciones. La caída de la demanda exterior afectó a los sectores más
dinámicos de la economía, en especial a la agricultura de exportación (concentrada
principalmente en las naranjas valencianas)91, que suponía casi un cuarto del total de las
ventas al exterior92. Por ello, se puede apreciar que la crisis afectó también a España, pese
a ser un país más atrasado y no tan internacionalizado.
En relación con el sector industrial tomado en su conjunto, hay que destacar que
experimentó una decadencia agravada sobre todo en 1933, aunque no tan acusada como en
los países más industrializados. Por ejemplo, la industria que experimentó mayor depresión
desde 1930 fue la siderometalúrgica, consecuencia de la escasa participación del consumo
privado en la demanda y por la drástica interrupción, al caer Primo de Rivera en febrero de
1930, de la demanda del sector público de raíles y vigas, ya que se había visto
88
HERNÁNDEZ ANDREU, J., España y la crisis de 1929, 1986, pp. 93-94.
Elaboración propia de la Tabla 3 a partir de PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La
modernización de España…”, 2007, p. 166.
90
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 117.
91
La caída de la exportación de naranjas tuvo mayor incidencia en 1933, cuando se firmaron acuerdos
preferenciales en la Commonwealth y por las heladas que afectaron al sector citrícola valenciano en ese año
(Palafox, 2011, p. 95).
92
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 93.
89
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incrementada la política de gastos de la Dictadura entre 1927 a 1929. En el caso del sector
carbonífero, se había producido ya una depresión tras la Primera Guerra Mundial que se
agudizó con la crisis de sobreproducción y caída de precios entre 1929 y 1932, provocada
por el descenso de la demanda proveniente de los distintos sectores industriales 93.
En cuanto al sector financiero, destaca la Ley de Ordenación Bancaria (conocida
como Ley Cambó), del 29 de diciembre de 1921, que aportó como principal innovación la
articulación de la banca privada en torno al Banco de España 94. Su intención fue aumentar
la intervención del Estado y colocar al Banco de España en una posición central en el
sistema financiero y monetario español. Durante el período de Entreguerras el aspecto más
novedoso fue la consolidación de un grupo de grandes bancos que se había constituido o
reorganizado en los primeros años del siglo XX, bajo la fórmula de bancos mixtos o
universales, de acuerdo con el modelo alemán y que tendrán un papel decisivo en el ciclo
de crecimiento de la economía española durante estos momentos, sobre todo antes del crac
de 1929. Dentro de estos bancos mixtos o universales comenzó a destacar Bilbao, que se
consolidó como el segundo centro financiero del país, detrás de Madrid, tras la quiebra del
Banco de Barcelona. Esta gran banca se vio beneficiada por el aumento del gasto público
alentado por los gobiernos de los años veinte y por la política económica de la Dictadura.
Todas estas mejoras en este sector se vieron afectadas tras la crisis de 1929, puesto
que la incertidumbre económica y política en estos momentos, además de la huida de
capitales extranjeros, conllevó una pérdida importante de las inversiones que repercutió en
el mercado bursátil con una caída en las cotizaciones de los valores bursátiles muy
acentuada95.
Como una breve conclusión de todo lo expuesto sobre la situación de España ante
1929 podemos destacar el papel fundamental de la agricultura96, que demuestra el atraso
económico español, unas exportaciones que disminuían mientras las importaciones
permanecían estancadas y un sector bancario que comenzaba a internacionalizarse (con la
presencia de bancos extranjeros), pero que tras las consecuencias del crac neoyorkino
comenzó a nacionalizarse de nuevo (principalmente porque las entidades bancarias de
otros países cerraban aquí sus sucursales para centrarse en su país de origen). Tras ver esta
93
Datos sobre las industrias siderometalúrgicas y carboníferas extraídos de HERNÁNDEZ ANDREU, J.,
España y la crisis de 1929, 1986, pp. 95-96.
94
Para el sector financiero consultar PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La
modernización de España…”, 2007, pp. 134-141.
95
HERNÁNDEZ ANDREU, J., España y la crisis de 1929, 1986, p. 124.
96
En 1931, la agricultura aportaba el 75% de la producción del sector; seguida de la ganadería con un 18%;
los montes, con menos del 4%; y la pesca, con algo más del 2%. Según datos de PAREJO BARRANCO, A.
y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 90.
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situación crítica para la mayoría de la población, veamos brevemente cómo afectó la crisis
en España y qué medidas trataron de emplear la Dictadura de Primo de Rivera y la
Segunda República.
3.2. Los efectos de la crisis de los años treinta en España
Europa se hizo eco de la quiebra de la Bolsa de Nueva York, pero los síntomas de
crisis no comenzaron a advertirse hasta que pasaron unos meses. Francia, por ejemplo,
comenzó a sentir los efectos de la crisis a finales de 1930 97. Aún así, la depresión se
expandió y España también apreció las consecuencias del colapso norteamericano.
Según Palafox destacan dos hechos que consiguieron deteriorar la estabilidad
económica, si es que la había, anterior a la llegada de los efectos del crac. En primer lugar,
con el cambio político que tuvo lugar el 14 de abril de 1931, tras unas elecciones
municipales que condujeron a la proclamación de la Segunda República, se dio un
vertiginoso deterioro de las expectativas empresariales que tuvo rápidos efectos en la
inversión. En segundo lugar, se produjo un notable y generalizado aumento de los costes
salariales a partir de 1931, cuya cuantía no parece indicar que guardara relación alguna con
la productividad y que comprometió al funcionamiento de muchas empresas 98.
En relación con el cambio político que acaeció en España en 1931, se suscitó temor
en muchos empresarios y pronto aparecieron los efectos en la alicaída economía española,
que comenzaba a encontrar problemas en el mercado internacional para colocar sus
productos, además de la huída de capital extranjero y el retorno de los emigrantes. Este
hecho demuestra que hay una clara relación entre política y economía pues una situación
de inestabilidad política dentro del país ejerce en los inversores un aumento de la
desconfianza, encontrando datos como la retirada de más del 10% de los depósitos
bancarios totales entre el 1 de abril y el 30 de junio de 1931 (coincidiendo con los primeros
meses de la República) 99. Debido a esta relación entre economía y política, Jordi Palafox
ha diferenciado tres etapas dentro del período republicano: la primera desde abril de 1931 a
noviembre de 1933, con un profundo deterioro económico; la segunda desde comienzos de
1934 hasta febrero de 1936, con cierta recuperación, y por último la tercer etapa en los
97
COMÍN COMÍN, F., “La Crisis Internacional de 1929…”, 2010, p. 107.
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 98.
99
ARÓSTEGUI, J. (Ed.), La República de los trabajadores. La Segunda República y el mundo del trabajo.
Madrid, Fundación Francisco Largo Caballero, 2006, p. 67.
98
~ 30
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meses inmediatamente anteriores al golpe de Estado que dio paso a la Guerra Civil, con un
descenso de los indicadores de confianza y actividad100.
Atendiendo al ámbito salarial, y a pesar de no contar con datos exactos, todo indica
que la notable alza de los salarios desde 1931 superó de modo considerable las ganancias
en la productividad. Este hecho redujo el nivel de los beneficios y comprometió la
viabilidad de las empresas101. También trajo consigo dos consecuencias negativas como
son la reducción de los excedentes disponibles para invertir en manos de los empresarios
que pudieran haber estado interesados en ello a pesar del precario contexto general; y el
empeoramiento de la situación futura de las empresas 102. En realidad, dada la modesta
productividad de la inmensa mayoría de las empresas y de las exportaciones agrarias, los
salarios debían haber sido bajos, por eso llama tanto la atención su aumento.
Por otro lado, en 1931 se observan factores como el descenso de la actividad
industrial, una crisis en los sectores energéticos, disminución del tráfico de mercancías por
ferrocarril, caída del comercio exterior, contracción de la Bolsa de valores y un aumento
del desempleo, en plena depreciación de la peseta103. La caída de la cotización de ésta
había comenzado durante la Dictadura de Primo de Rivera y se mantuvo en los primeros
años de la República, destacando que entre 1929 y 1932 fue la mayor caída de todo el
período Entreguerras104.
La “obsesión” de Primo de Rivera por mantener una peseta fuerte, produjo una
sobrevalorización de la misma que generó un desequilibrio en la balanza comercial,
obstaculizando la marcha de los sectores productivos exportadores e incrementando las
importaciones, que seguían siendo necesarias para la producción y la población española.
Todo ello a pesar del alto nivel de proteccionismo establecido en la economía 105. De hecho,
el gobierno de la dictadura creó a mediados de 1928 el Comité Interventor de Cambios con
el fin de comprar pesetas para sostener su valor exterior. Esta medida no obtuvo los
resultados esperados y, tras ordenar la suspensión de su actividad, el ministro de Hacienda
José Calvo Sotelo presentó su dimisión en diciembre de 1929106.
100
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 100.
ARÓSTEGUI, J. (Ed.), La República de los trabajadores…, 2006, p. 72.
102
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 101.
103
HERNÁNDEZ ANDREU, J., España y la crisis de 1929, 1986, p. 129.
104
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 131.
105
MORILLAS, J., “El primer tercio del siglo XX de la economía española. Entre el pesimismo social y el
vigor económico” en VELARDE FUERTES, J., José Antonio y la Economía. Madrid, Grafite (Ed.), 2004,
pp. 151.
106
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 131.
101
~ 31
~
Durante la República esta política monetaria se mantuvo, lo que afectó no sólo a la
demanda externa sino también a la demanda interna pues los productos importados eran
demasiado caros y el consumo privado descendió. Ello provocó la caída de la producción
interior, unida al progresivo desplome de la inversión a partir de 1931. Se aprecia por tanto
una “espiral de contracción económica”, que derivó en el aumento del desempleo y del
descontento social. De hecho, en enero de 1932 el número de parados era de 389.000
personas y en junio de 1936 se habían alcanzado los 801.322 desempleados107. Otro dato
preocupante es que las huelgas se multiplicaron con la depresión económica, no sólo por
causas políticas como tradicionalmente se ha señalado. El incremento más violento del
número de huelgas tuvo lugar en 1933, año en que se agudizó el declive de la economía 108.
Fecha
Localidad
Ramo que la declaró
29 de julio
Ortigosa de Cameros
Obreros de la construcción
8 de agosto
Haro
Obreros alpargateros
5 de octubre
Pradejón
Obreros de obras públicas
23 de octubre
Logroño
Obreros ebanistas
Tabla 4. Huelgas producidas en La Rioja durante 1933109
La Dictadura y la República aumentaron el gasto público, pero no se dirigieron a
los mismos sectores. Se produjo un cambio de objetivos en la política presupuestaria y,
como consecuencia, en la estructura del gasto público. Este cambio de dirección del gasto
público tuvo que ver con los acontecimientos políticos (cambio de un sistema dictatorial a
uno republicano), pero también con el hecho coyuntural (relativo crecimiento económico
durante la Dictadura y crisis internacional con la República).
Asimismo, los gastos públicos durante el período dictatorial habían ido
encaminados a satisfacer las demandas de la Federación de Industrias Nacionales, sin
considerar si estas inversiones públicas eran necesarias para el país. La Segunda República
reconsideró esa política y reorientó el gasto hacia la lucha contra el paro obrero y agrícola,
107
Datos sobre el desempleo extraídos de MORILLAS, J., “El primer tercio del siglo XX de la economía
española…, 2004, pp. 151.
108
HERNÁNDEZ ANDREU, J., España y la crisis de 1929, 1986, p. 165.
109
Datos extraídos de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de la Provincia de Logroño. Memoria
descriptiva del desarrollo comercial e industrial de la provincia 1933-1934. Sección d) –SOCIALES,
Capítulo II, Jurados mixtos, SF.
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las obras de regadío y el fomento de la educación110. En este último aspecto, la
administración republicana hizo un esfuerzo destacable para el incremento de la
escolarización elemental y la erradicación del analfabetismo. Los indicadores disponibles
confirman que la tasa de escolarización subió desde el 36% en 1910 a más del 53% en los
años treinta; además, la alfabetización creció en esos veinte años del 50% al 70% de la
población española111.
1915-1919
1920-1923
1924-1929
1930-1935
Obligaciones
de la Deuda
36
22
23
22
Defensa
23
28
26
17
Servicios
generales
10
11
12
13
Servicios
económicos
11
21
15
21
Pensiones
Educación
5
4
5
7
3
4
5
6
Tabla 5. Estructura del gasto presupuestario del Estado (distribución porcentual)112
Con el incremento del gasto público se producía un gran desequilibrio en el
presupuesto del Estado que los gobiernos republicanos no pudieron resolver. Según señala
Comín, entre 1931 y 1934 los ministros de Hacienda españoles incrementaron el gasto
público para las inversiones señaladas, pero sólo en 1935 hubo una intención clara de
reducir el déficit presupuestario con el ministro de Hacienda y Presidente del Consejo de
Ministros, Chapaprieta. Aún así, Comín matiza que todo el período republicano no fue
homogéneo en política económica pues en el primer bienio los gobernantes de la coalición
republicano-socialista llevaron a cabo un esfuerzo a través del gasto público para contener
la depresión y luchar contra el paro. Con el cambio de gobierno hacia las derechas
republicanas en 1933, la política presupuestaria cambió de rumbo y entre 1934 y 1935 el
porcentaje de gasto público en el PIB disminuyó un 12,4%, alcanzando el mismo nivel que
en 1932113.
Para Palafox los gobiernos republicanos, pese a sus diferencias ideológicas,
actuaron para disminuir este desequilibrio presupuestario articulando una política fiscal en
torno a tres ejes básicos: primero con la reducción del gasto mediante la contracción de la
inversión en obras públicas y del gasto corriente; segundo tratando de aumentar los
ingresos a través de la mejora en la eficacia de la Administración tributaria y de una
110
COMÍN COMÍN, F., “La Crisis Internacional de 1929…”, 2010, pp. 126-127.
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 155.
112
Elaboración propia de la Tabla 5 con datos de PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La
modernización de España…”, 2007, p. 154.
113
Notas sobre los ministros de Hacienda y las diferencias entre los gobiernos republicanos extraídas de
COMÍN COMÍN, F., “La Crisis Internacional de 1929…”, 2010, pp. 127-230.
111
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~
moderada reforma fiscal (destacando el impuesto sobre la renta de 1932) 114; y tercero
orientando los exiguos recursos disponibles hacia aquellos aspectos que consideraban
vitales para su electorado (reforma militar y de la enseñanza en 1931 y 1933
respectivamente, por ejemplo)115.
Al mismo tiempo, la Segunda República estaba llevando a cabo otra serie de
medidas políticas para poder mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. Destaca
la figura de Largo Caballero, ministro de Trabajo durante el primer bienio de la República,
quien trató de estimular la producción mediante el laboreo forzoso y los arrendamientos
colectivos, luchando de forma activa contra el paro mediante la Ley de Términos
Municipales, que obligaba a que los trabajadores de cada localidad tuvieran preferencia de
contratación por parte de los patronos116. Se dispuso así que “en todos los trabajos
agrícolas, los patronos vendrán obligados a emplear preferentemente a los braceros que
sean vecinos del municipio en que aquellos hayan de realizarse” 117.
Igualmente, se llevaron a cabo los conocidos como decretos sociales de Largo
Caballero, que supusieron la reducción de la jornada laboral a ocho horas (con el Decreto
de 1 de julio, por el que España se adhería al convenio internacional) o el laboreo forzoso
de las tierras (con el Decreto de 7 de mayo) 118. Estos decretos buscaban la creación de
empleo y consiguieron dar un vuelco notorio en la vida agraria, algo importante para
entender las resistencias posteriores de los propietarios en relación con la Reforma
Agraria119.
Otra de las medidas fue la creación de los Jurados Mixtos, que “realizaban el
arbitraje en las discrepancias laborales entre empresarios y trabajadores” 120. Debían ser de
tres tipos: del trabajo rural, de la propiedad rústica y de cultivadores-industrias agrícolas121.
Los primeros obligaron a patronos y campesinos a acordar juntos las condiciones laborales
mediante unas bases de trabajo que regulaban las cosechas de los diferentes productos
(salarios, maquinaria, jornada laboral, despidos e indemnizaciones). Los segundos,
114
La presión fiscal aumentó entre 1931 y 1933 gracias a la reforma tributaria de Jaume Carner en 1932.
Dato extraído de COMÍN COMÍN, F., “La Crisis Internacional de 1929…”, 2010, p. 130.
115
ARÓSTEGUI, J. (Ed.), La República de los trabajadores…, 2006, p. 73.
116
La Ley de Términos Municipales tuvo mayor eficacia en Extremadura, donde se solía contratar a los
jornaleros portugueses para las labores por sus bajos sueldos.
117
Ministerio de Trabajo, Decreto de 28 de abril de 1931, Gaceta de Madrid, 29 de abril de 1931; texto
extraído de RIESCO ROCHE, S., La reforma agraria y los orígenes de la Guerra Civil (1931-1940). Madrid,
Biblioteca Nueva (Ed.), 2006, p. 102.
118
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 105.
119
RIESCO ROCHE, S., La reforma agraria…, 2006, p. 113.
120
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 105.
121
ARÓSTEGUI, J. (Ed.), La República de los trabajadores…, 2006, p. 162.
~ 34
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llevados por los juzgados de primera instancia, revisaron las rentas abusivas que durante la
década de 1920 habían gravado con una fuerte inflación a los pequeños arrendatarios.
Finalmente, los terceros regularon la cuestión laboral en lo que ahora llamaríamos
Sociedades Agrarias de Transformación (SAT) 122.
En relación con la cuestión agraria destaca la Ley de Bases para la Reforma
Agraria. Era un problema interno español, no generado por la crisis internacional. Durante
el siglo XIX se produjo una reforma agraria liberal con cuatro pilares fundamentales: la
disolución del régimen señorial, la desvinculación de los mayorazgos, la supresión de la
Mesta y las desamortizaciones. Con estas medidas, los grandes propietarios adquirieron
tierras a precios irrisorios, mientras que la mayor parte del campesinado no logró mantener
sus propiedades en un mercado tan competitivo y perdió uno de sus tradicionales
complementos de subsistencia: los comunales, privatizados masivamente con la ley Madoz
de 1855123. A partir de aquí, los problemas entre los grandes propietarios y el campesinado
sin tierras se incrementaron. Era muy complejo cambiar el régimen de propiedad de la
tierra sin producirse una revolución o una guerra, pero con la pésima coyuntura económica
y un nuevo régimen político como la República, muchos campesinos creyeron que esta
situación podía cambiar.
Tabla 6. Distribución de las fincas agrícolas en España en 1930 124
La realidad fue otra ya que, conforme pasaban los meses, el campesinado iba
perdiendo la confianza en la República y en que la situación pudiera cambiar. Un dato
122
La Sociedad Agraria de Transformación es la “empresa agraria que desarrolla actividades inmersas en un
sistema agroindustrial en el que se han incluido la producción, la transformación y la distribución de los
productos agrarios; pero además realiza otras actividades complementarias”. Definición extraída de BEL
DURÁN, P., “Similitudes y diferencias entre las sociedades cooperativas agrarias y las sociedades agrarias
de transformación a la luz de los principios cooperativos tras el Congreso de Manchester”. REVESCO:
revista de estudios cooperativos, Nº61, 1995, p. 109.
123
ARÓSTEGUI, J. (Ed.), La República de los trabajadores…, 2006, p. 159.
124
Tabla 6 extraída de PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España
(1914-1939). Economía, 2007, p. 106.
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relevante es que desde la primera propuesta hasta la aprobación de la ley, el 9 de
septiembre de 1932, transcurrieron casi catorce meses, siendo la Ley de Bases para la
Reforma Agraria el sexto proyecto discutido 125. Dicha ley resaltaba como líneas centrales
el abandono del impuesto progresivo sobre la propiedad rústica, el aumento de las
indemnizaciones, la reducción de las posesiones de la nobleza, y la redefinición de las
fincas expropiables. Básicamente, la Ley de Bases había sido concebida como una
“estructura general sobre la que añadir posteriormente otras piezas legislativas” que debían
atender asuntos como el crédito agrario o la regulación de arrendamientos y aparcerías 126.
La opción propuesta por la Comisión Técnica Agraria (creada al mes escaso de la
proclamación de la República mediante un decreto del gobierno provisional de 21 de mayo
de 1931 para analizar el problema)127, en su dictamen de 20 de julio de 1931, era aplicar la
reforma mediante decreto a todos los latifundios (propiedades mayores de un número de
hectáreas determinadas o dependiendo de la renta catastral variable según el destino de la
tierra). El decreto consistía en conceder el uso de la tierra, pero no su propiedad, a los
campesinos y asentar entre 60.000 y 75.000 familias al año 128.
Con esta medida, se expropiaba el exceso de una superficie determinada de tierra
en cada término municipal, variable según las tierras. No obstante, permitía que un
individuo conservara un patrimonio agrícola colosal si estaba disperso geográficamente.
También podían resultar expropiables las fincas donde sus dueños mostraran desatención,
cultivo deficiente o falta de innovación. Si presentaban estas características, las fincas
debían ser inscritas en un Registro de la Propiedad Expropiable para ser destinadas al
asentamiento de comunidades de campesinos (que debían estar inscritos a su vez en un
censo municipal de campesinos, agrupados en varias categorías: jornaleros, pequeños
propietarios, arrendatarios y aparceros). Esta reforma no se llevó a cabo en todo el
territorio nacional, pues sólo se dio en las catorce provincias más afectadas de Andalucía,
Extremadura, Ciudad Real, Toledo, Albacete y Salamanca. La Ley de Bases dictaminaba
también la constitución del Instituto de Reforma Agraria (IRA) que dirigiría la reforma a
través de Juntas provinciales integradas por funcionarios y técnicos agrícolas 129.
125
Datos extraídos de ANCHORENA MORALES, Ó., “Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases para la
Reforma Agraria. Marzo-septiembre de 1932”. Revista Historia Autónoma, Nº1, 2012, p. 123.
126
ANCHORENA MORALES, Ó., “Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases…, 2012, p. 125.
127
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 107.
128
PALAFOX GAMIR, J. “España y la crisis internacional de 1929…”, 2011, p. 107.
129
La información sobre las fincas expropiables y sobre el IRA extraída de ANCHORENA MORALES, Ó.,
“Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases…”, 2012, p. 125.
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El consenso para poder aprobar esta ley no se produjo hasta que el sistema
republicano se vio afectado por el intento golpista de Sanjurjo el 10 de agosto de 1932, que
aceleró su aprobación130. Los debates se habían articulado en tres bloques: discusión de
totalidad; discusión, una a una, de las veintiún bases propuestas; y, finalmente, de las
enmiendas a las bases. El primer bloque se demoró en el tiempo más de un mes, hasta el 15
de junio, y el segundo terminó a finales de julio. Pero la discusión de las enmiendas
avanzaba demasiado despacio, y ya se había tardado más tiempo del previsto; así que el
golpe fallido dio un vigoroso impulso a la ley. El día 9 de septiembre se aprobó
definitivamente por 318 votos favorables frente a 19 en contra. No obstante, la abstención
de 130 diputados empañó el resultado 131.
Ya se ha expuesto anteriormente que esta ley sólo entregaba tierras a los
campesinos de una zona determinada de España y en régimen de ocupación temporal. Esta
medida fomentó la preocupación en los terratenientes, que se aligaron en la Agrupación
Nacional de Propietarios de Fincas Rústicas. El Partido Radical se opuso, pero destaca aún
más que el Partido Socialista también lo hiciera (quizás porque la ocupación temporal
parecía que quitaba permanencia a la reforma) 132. Aunque la ley última accedía a la
expropiación de algunos terrenos como las parcelas mal cultivadas o sistemáticamente
arrendadas.
Destacando alguna de las bases que aparecen en la Reforma Agraria de 1932, la
Base 1ª perseguía anular todo cambio en la propiedad rural desde la llegada de la
República. Para ello, declaraba como no celebrados todos los contratos sobre propiedad
rústica firmados entre particulares desde el 14 de abril de 1931, siempre que entorpecieran
el desarrollo de la ley, esto es, afectaran a “la plena efectividad de sus preceptos”. Así, los
afectados que lo desearan podían apelar a la Junta Central de Reforma Agraria, que
juzgaría su reclamación sin otro recurso posible 133. Con esta decisión, los propietarios y
terratenientes que se habían aglutinado en las Cortes bajo la denominación común de
“agrarios”, trataron de combatir la reforma apelando al carácter antijurídico de la ley por la
indefensión ciudadana ante las resoluciones de la Junta Central de Reforma Agraria y la
expropiación sin indemnización de las tierras de los antiguos señoríos 134.
130
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 108.
ANCHORENA MORALES, Ó., “Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases…”, 2012, p. 129.
132
GÓMEZ AYAU, E., “Reforma agraria y revolución campesina en la España del siglo XX”. Revista de
Estudios Agrosociales, Nº77, 1971, p. 21.
133
ANCHORENA MORALES, Ó., “Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases…”, 2012, p. 129.
134
DE DIEGO, Á. y MORALES, G., “Situación ideológica del mundo tras la Primera Guerra Mundial” en
VELARDE FUERTES, J., José Antonio y la Economía. Madrid, Grafite (Ed.), 2004, p. 78.
131
~ 37
~
La Base 19ª otorgaba facultad a los ayuntamientos para instar el rescate de aquellos
bienes del común que consideraran haber sido injustamente despojados en el pasado, con la
sola “presunción de su antigua existencia” 135. El problema era que resultaba difícil
encontrar pruebas documentales de la posesión municipal en tiempos remotos, por lo que
los terratenientes argumentaban que podían cometerse injusticias en su contra al amparo de
la nueva ley. Por otra parte, también existían numerosas voces que pedían la “inmediata
restitución de los bienes comunales a los municipios”, que habían sido arrebatados
supuestamente de forma ilegítima a los pueblos. Así que de nuevo se encuentra la
confrontación entre unos terratenientes disconformes y preocupados, y otras personas que
no veían satisfechas sus aspiraciones con una reforma, en su opinión, moderada.
Por último, destacar la Base 24ª, en la que se exime de cumplir esa ley “a las
empresas y particulares propietarios de aguas o de alumbramientos de aguas subterráneas
que transformen tierras de secano en regadío sin el auxilio del Estado” 136. Esto suponía que
la República mantuvo e incluso aumentó la política hidráulica y de regadío iniciada en la
dictadura previa. Malefakis señala que Primo de Rivera gastó un promedio de 40 millones
de pesetas anuales durante los tres últimos años de su permanencia en el poder, mientras
que los gobiernos republicanos gastaron 80 millones al año durante los dos primeros, y en
1933 148 millones137. Estas cifras demuestran que la República invirtió sustancialmente
más que la Dictadura en política de regadíos.
A lo largo de este apartado se ha podido apreciar que la Segunda República intentó
improvisar tratando de resolver los diferentes problemas concretos que surgían con motivo
del impacto de la depresión internacional. Las medidas que se tomaron no siempre fueron
las acertadas y, en algunos casos, se hicieron tarde (como la reforma agraria). A pesar de
las medidas que se tomaron, desde sectores más conservadores, liberales o anarquistas, no
supuso una gran ruptura con el régimen anterior138. Aunque algunos autores defienden que
la República supuso un giro radical en ciertos aspectos como los sociales (sobre todo
teniendo en cuenta que el régimen anterior había sido una dictadura). De hecho, la
Reforma Agraria suponía para muchas personas “diseñar una sociedad más justa en que los
beneficios de trabajar la tierra fueran distribuidos de forma más equitativa” 139. Aunque ya
se estaba produciendo un recrudecimiento de las relaciones entre propietarios y
135
ANCHORENA MORALES, Ó., “Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases…”, 2012, p. 131.
Cita literal extraída de GÓMEZ AYAU, E., “Reforma agraria y revolución campesina…”, 1971, p. 29.
137
GÓMEZ AYAU, E., “Reforma agraria y revolución campesina…”, 1971, p. 30.
138
PAREJO BARRANCO, A. y SÁNCHEZ PICÓN, A., “La modernización de España…”, 2007, p. 150.
139
ANCHORENA MORALES, Ó., “Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases…, 2012, p. 134.
136
~ 38
~
campesinos, como señalaba Luis Peña Novo, gobernador general de Extremadura en 1932,
quien notaba en dicha región “más que en ninguna otra un odio irreconciliable y a muerte
entre la clase patronal y obrera”, considerándolo como un problema realmente grave
puesto que ambas clases creían que sólo se podría solucionar la situación con el
“aniquilamiento de la clase contraria” 140.
En estos momentos, existía un bloque de diputados mayoritario en las Cortes, con
grandes diferencias entre sí, favorable a modificar las condiciones de propiedad de la tierra
como única solución a la pobreza campesina. Frente a éste, una minoría que deseaba
mantener el campo dentro de los márgenes en los que se venía moviendo en décadas
precedentes. Con ello, la Reforma Agraria suponía “para unos, un acercamiento
innecesario al caos económico y social, motivado por la ideología socialista. Para otros,
una ocasión de enmendar una injusticia histórica y de encaminar al país por la senda del
progreso económico y de la igualdad social” 141. A partir del caso extremeño y observando
los incipientes bandos que iban surgiendo en España, uno conservador y contrario a la
reforma agraria, y otro más heterogéneo y de izquierdas que abogaba por una reforma aún
más profunda, se puede apreciar que estas actitudes llevadas al extremo tienen relación con
lo que aconteció en 1936 y el fenómeno represivo del golpe de Estado, según señala Sergio
Riesco142.
3.3. La situación riojana durante este período
En la región riojana la agricultura era de vital importancia, en especial por sus
cultivos de cereales, de horticultura y de plantas industriales; amén de la producción
vinícola. De hecho, en 1933 los cereales rondaban el 50% de la producción agrícola en La
Rioja, la horticultura significaba un 7%, las plantas industriales se situaban en un 6‟4% y la
vitivinicultura producía en torno al 18% del total143. Se puede apreciar que la región era
fundamentalmente cerealística, pero también la importancia del vino. La mayor parte de
este vino se dirigía principalmente a la exportación, por lo que su producción se vio
afectada por la crisis internacional.
140
Cita literal de Luis Peña Novo obtenida de RIESCO ROCHE, S., La reforma agraria y los orígenes de la
Guerra Civil (1931-1940), 2006, p. 141.
141
ANCHORENA MORALES, Ó., “Los debates en Cortes sobre la Ley de Bases…”, 2012, pp. 134-135.
142
ARÓSTEGUI, J. (Ed.), La República de los trabajadores…, 2006, p. 173.
143
Datos extraídos de la Cámara Oficial de Comercio e Industria de la Provincia de Logroño. Memoria
descriptiva del desarrollo comercial e industrial de la provincia 1933-1934. Sección a) – PRODUCCIÓN,
Capítulo I, Agricultura, SF. En el Archivo Histórico Provincial de La Rioja.
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~
Respecto al vino, se había incrementado su importancia en la estructura económica
riojana desde las últimas décadas del siglo XIX, favorecido por la extensión de la plaga de
filoxera en Francia, de la que se beneficiará el sector vinícola español y, concretamente, el
riojano. Esto provocará la extensión del cultivo de vid en La Rioja, aumentando el número
de hectáreas cultivadas. Esta situación de amplia exportación al país vecino se frenó
cuando comenzó la reconstrucción del viñedo francés una vez superada la plaga de
filoxera, que provocó una crisis del sector vinícola español. Aún así, se mantuvo el
aumento de la extensión cultivada para reequilibrar en cierta manera el hundimiento de los
precios del caldo 144. Unos años después, en 1899, se detectó el primer brote de filoxera en
Sajazarra (Rioja Alta), declarándose la provincia invadida a comienzos de 1900. La
situación era tan traumática que en el primer decenio del siglo XX salieron de la provincia
20.000 emigrantes. La filoxera produjo el hundimiento de miles de labradores que no
tenían otro camino que la emigración. Los productores que resistieron se adaptaron a las
condiciones de crisis y reorientaron el sector vinícola hacia la creación de un producto de
calidad que proporcionara renombre internacional a La Rioja 145.
Este renombre internacional se encaminó hacia la Denominación de Origen del
vino Rioja con una Real Orden comunicada por el general Primo de Rivera, fechada en
Madrid el 6 de junio de 1925. Poco más de un año después, el 22 de octubre de 1926,
Alfonso XIII y el Ministro de Trabajo, Comercio e Industria, Eduardo Aunós Pérez,
firmaban el real decreto por el que se ponía en marcha el Consejo Regulador. Esta nueva
institución se ocupó inmediatamente de hacer cumplir los dos mandatos más importantes
que contenía el Real Decreto, es decir, la elaboración del Reglamento y la delimitación
geográfica de la “Denominación vinícola Rioja”146.
Con la llegada de la República en 1931 se produjo una excelente cosecha que
sobrepasó los noventa millones de litros, casi el doble que la producción anterior. La
Denominación Rioja se conservaba y parecía que, pese a que ya comenzaban a
vislumbrarse los efectos de la crisis, el vino riojano iba a mantener su importancia en el
contexto internacional. Tras la estupenda producción de 1931 le sucedió la de 1932, una de
las peores del siglo; empezando así las dificultades de exportación en el vino, un producto
frágil y expuesto a las inclemencias económicas. El resultado de la crisis fue que entre
144
LÓPEZ RODRIGUEZ, P., “Balance de la estructura agrícola de la Roja Baja. De la Restauración a la
Segunda República”. Kalakorikos, Nº2, 1997, p. 195.
145
LÓPEZ RODRIGUEZ, P., “Balance de la estructura agrícola de la Roja Baja…”, 1997, pp. 195-196.
146
Información sobre la denominación de origen del vino Rioja extraída de GÓMEZ URDAÑEZ, J.L. (dir.),
El Rioja histórico: la denominación de origen y su Consejo Regulador. Logroño, Consejo Regulador de la
Denominación de Origen Calificada Rioja, 2000, pp. 93-103.
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1929 y 1933 las exportaciones españolas cayeron un 30%. El vino Rioja se vio menos
afectado, con una caída del total exportado del 15%, aunque el embotellado se redujo hasta
una tercera parte. En este año, el ministro de Agricultura, Industria y Comercio de la
República, Marcelino Domingo, intentó reorganizar el sector vitivinícola español. El 26 de
mayo de 1933, el primer Estatuto del Vino se convierte por el Consejo en Ley. El Decreto
regulaba en el Título Primero la producción y mercado interior; en el Título Segundo, la
importación y la exportación; y en el Tercero, la organización, procedimientos y sanciones.
Dentro del Título Primero, el Capítulo IV, en sus artículos 29 al 38, está dedicado a las
Denominaciones de origen. Se concretaron en el Decreto diecinueve nombres geográficos
que quedaron protegidos como Denominaciones de Origen vitivinícolas de España. Estos
lugares son: “Rioja, Jerez, Xerez o Sherry, que son sinónimos; Málaga, Tarragona,
Priorato, Penedés, Alella, Alicante, Valencia, Utiel, Cheste, Valdepeñas, Cariñena, Rueda,
Rivero, Manzanilla Sanlúcar de Barrameda, Malvasía-Sitjes, Noblejas y Conca de
Barberá”147.
Aunque la República tratara de paliar los efectos de la crisis en las exportaciones,
los bajos precios de los productos agrícolas y las malas o regulares cosechas acrecentaron
la sensación de recesión, manifiesta también en la exportación de los demás productos
agrarios148. También se puede apreciar la crisis en otros elementos, como el ferrocarril. La
mayoría de los trayectos que unían las diferentes localidades de La Rioja eran deficitarios,
como el que comunicaba Haro y Ezcaray. Este ferrocarril había sido inaugurado el 9 de
julio de 1916 y durante los primeros años el recorrido se realizaba en 1 hora y 34 minutos,
pero el precio era elevado incluso en vagones de 3ª clase, costando 1‟90 pesetas (lo que
equivalía al sueldo diario de un peón o a un kilo de carne de cordero)149. Durante los años
treinta el déficit fue notable, presentando en 1932 pérdidas de 22.550‟20 pesetas y en 1933
de 39.946‟13 pesetas150.
La Compañía de los Caminos de hierro del Norte de España también presentaba:
“una disminución del transporte tanto en lo que se refiere a viajeros como a
mercancías, este descenso puede ser atribuido a muy variadas y complejas causas
que, clasificadas por su origen, obedecen a la ausencia de espíritu comercial en la
Empresa, las constantes dificultades que encuentra el usuario y la elevación de las
147
GÓMEZ URDAÑEZ, J.L. (dir.), El Rioja histórico: la denominación de origen y su Consejo Regulador,
2000, p. 103.
148
Observar Apéndice 3, con las exportaciones de varios productos en La Rioja. Datos extraídos de Cámara
Oficial de Comercio e Industria de la Provincia de Logroño. Sección a) – PRODUCCIÓN, Capítulo I,
Agricultura, SF.
149
AGUSTÍN TELLO, J.L., “El ferrocarril de Haro a Ezcaray, 1916-1964”. Belezos: Revista de cultura
popular y tradiciones de La Rioja, nº10, 2009, pp. 21-22.
150
Cámara Oficial... Sección b) - COMERCIO, Capítulo I, Ferrocarriles, SF.
~ 41
~
tarifas, que absorben totalmente el tráfico de los productos agrícolas y pescado,
abarcando también las mercancías de hasta relativo volumen, incluso comprenden, el
transporte de cereales, carbones y ganado”151.
En relación con las finanzas, se puede apreciar una disminución de los dividendos en
algunas de las entidades bancarias más importantes, como se observa en la Tabla 7.
Entidad bancaria
Año 1920
Año 1933
Banco Urquijo Vascongado
6%
3‟60%
Banco Hispano-Americano
12%
7%
Banco Central
6‟621%
2‟60%
Banco de Bilbao
20%
12%
Tabla 7. Disminución de los dividendos en los bancos más importantes desde 1920 hasta 1933152.
Durante este período, la emigración también se vio afectada. Las cifras de
emigrantes comenzaron a descender desde 1925, aunque hubo un repunte en 1929 que
inició una nueva disminución durante los posteriores años. Además, la mayor parte de los
emigrantes eran hombres y alfabetizados. En la Cámara de Comercio aparece reflejada esta
situación:
"Este resultado no es, en suma, si no expresión de las dificultades económicas que
atraviesa el mundo, de la aguda y general crisis de trabajo, que mata la ambición, el
estímulo o el espíritu aventurero de los riojanos. (…) En cuanto a los países de
destino ofrece la nota característica de orientarse, siempre, hacia América del Sur,
principalmente la Argentina, y hacia América Central, sin duda por razones del
idioma, ya que constituyen excepción los emigrados a Estados Unidos” 153.
Con estos datos se aprecia que La Rioja sintió los efectos del colapso internacional
debido a su tradición exportadora y por ser una zona de paso hacia los puertos vascos
afectados. Además, entre 1929 y 1930 se produjo un “minidebate” sobre el cambio de
nombre de la provincia y en 1931 se realizó el debate entre vasconavarristas y riojanistas
sobre la integración de La Rioja al País Vasco y Navarra 154. Todo ello influía en la
situación de la región, que advertía los efectos de la depresión.
151
Cámara Oficial… Sección b) – COMERCIO, Capítulo III, Comercio exterior e interior, SF.
Elaboración propia con datos de la Cámara Oficial... Sección c) –Finanzas, SF.
153
Cámara Oficial... Sección d) –SOCIALES, Capítulo III, Emigración, SF.
154
Para más información consultar NAVAJAS ZUBELDÍA, C., “El problema regional durante la II
República: el „caso riojano‟”. Berceo, nº138, 2000, pp. 263-292.
152
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4. Conclusiones
La crisis internacional desatada tras el crac de la Bolsa de Nueva York fue de una
magnitud sin precedentes. La economía había experimentado tras la Primera Guerra
Mundial un crecimiento fundado en cimientos poco estables que se derrumbaron tras la
quiebra bursátil en Estados Unidos. Europa, dependiente de este país en muchos aspectos,
se vio sumergida en una profunda crisis que derivará en fascismos y autoritarismos en un
número considerable de países. No hay que olvidar que una de las razones por las que
Hitler obtiene el poder es por la crisis intensa y profunda que atravesaba Alemania. En
Estados Unidos trataron de tomar medidas diferentes a las convencionales, influenciadas
por el pensamiento keynesiano, de la mano del presidente Roosevelt, aunque no tuvieron
un efecto inmediato.
Será tras la Segunda Guerra Mundial cuando las bases que había cimentado el New
Deal consigan asentar definitivamente el Estado del Bienestar que la sociedad reclamaba.
Estas bases se mantendrán en Estados Unidos hasta la llegada del presidente Ronald
Reagan en los años ochenta y su desregularización del mercado, algo que podría haber
provocado la crisis actual, según algunos autores. La teoría que empleó dicho presidente se
conoce en economía como “too big to fail” (demasiado grande para quebrar) y un
importante problema de fondo, tanto de la crisis de 1931 en Europa central como de la
crisis de 2008 en Norteamérica y Europa, fue esta teoría de que lo demasiado grande no
podía quebrar155. Aún así, este trabajo no intenta aunar características de la Gran Depresión
y de la Gran Recesión, pues sería argumento para otro ensayo.
En el caso de España, las circunstancias políticas incidieron notablemente en la
economía para mantenerse más aislada del resto de países afectados. La peculiaridad que
caracteriza a este país en los años treinta se aprecia en el cambio pacífico de una Dictadura
a una República, algo que no logró frenar la mala situación económica. La Segunda
República tuvo que lidiar con demasiados frentes sin un contexto de bonanza económica,
lo que agravó aún más los problemas. Todos los sectores de la sociedad española
esperaban con ansias un cambio gracias a la República pues habían estado bajo la
Dictadura de Miguel Primo de Rivera durante varios años; para ellos, la República debía
cumplir con esas expectativas. Y no eran igualitarias, pues cada sector esperaba algo
diferente e incluso contrario. En el caso de la cuestión agraria, tema tratado con mayor
155
BORDO, M. D. y JAMES, H., “La Gran Depresión y la Gran Recesión: ¿Qué hemos aprendido?”, en
MARTIN-ACEÑA, P. (ed.), PASADO Y PRESENTE, De la Gran Depresión del siglo XX a la Gran Recesión
del siglo XXI. Bilbao, Fundación BBVA, 2011, p. 125.
~ 43
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profundidad en este trabajo, los terratenientes pretendían mantener la situación tal y como
había estado hasta entonces. Por el contrario, los jornaleros y los sectores más “de
izquierdas” como el partido socialista pretendían una reforma profunda del campo español.
En este caso, pese a que se realizó la Ley de Bases para la Reforma Agraria, no contentó a
nadie. No hay que olvidar que había sectores más moderados dentro de la República y
contribuían a vetar las reformas más innovadoras. Por tanto, la Segunda República no pudo
hacer frente a todos los problemas que encontraba a su paso porque carecía de apoyos
necesarios, en una España con diferencias muy marcadas entre las diferentes regiones y en
un contexto internacional de crisis; demasiadas objeciones para que pudiera florecer el
nuevo sistema político.
Los efectos de la Gran Depresión sobre la política y la opinión pública en todo el
mundo fueron inmediatos y determinantes para el futuro. De hecho, en América Latina
doce países cambiaron de gobierno o de régimen en 1930-31 (diez de ellos a través de un
golpe militar) 156; demostrando que los resultados de la crisis de 1930 no sólo supusieron la
alteración de la economía sino que se manifestaron también en política y sociedad. Fue la
primera gran crisis del sistema capitalista y puso en entredicho su eficacia, lo que propició
el apoyo de gran parte de la sociedad a estos nuevos líderes como Hitler, quienes
garantizaban el máximo empleo y la salida rápida del apuro económico.
Tras haberse estudiado con mayor detenimiento el caso de Estados Unidos y
España durante este período, la conclusión que se obtiene es la diferencia entre ambos
países. En el primero se dio el crac bursátil, era más rico e industrializado y con gran
importancia en el mercado internacional. En cambio, el segundo era un país más agrario,
con menor internacionalización y con problemas políticos previos a la crisis. El resultado
de la comparación entre las dos depresiones demuestra que en España no se vivió una Gran
Depresión como en el resto de países europeos o Estados Unidos, algo que se ha observado
a lo largo del trabajo. Aún así, la crisis internacional tuvo efectos negativos en España,
pues se hizo uso del proteccionismo como medio para salir de la crisis, afectando a las
exportaciones y al libre mercado. En definitiva, en los dos países estudiados se produjo un
período de dificultades económicas del que Estados Unidos no saldrá hasta después de la
Segunda Guerra Mundial. España tuvo que esperar más para poder alcanzar una economía
más desarrollada y pareja al resto de países europeos, producto del triunfo de la Dictadura
de Francisco Franco tras la Guerra Civil.
156
HOBSBAWM, E., Historia del siglo XX. 1995, p. 111.
~ 44
~
5. Apéndices
Apéndice 1. Los Felices Años Veinte
Mujeres tomando café. Década de 1920. Fuente: http://www.anatrigo.es/2010/03/blog-post.html
Bailando el Charleston durante los años veinte. Fuente:
http://huertabasgon.blogspot.com.es/2013/03/imagenes-felices-anos-veinte.html
Cotton Club con coches en la entrada. Fuente: http://huertabasgon.blogspot.com.es/2013/03/imagenesfelices-anos-veinte.html
~ 45
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Louis Armstrong tocando Jazz. Fuente: http://www.mrbarrettsclass.com/the-roaring-twenties.html
Ley Seca en Estados Unidos. Fuente: http://www.firststreetconfidential.com/index.history.0126.html
Ku Klux Klan. Fuente: http://www.d.umn.edu/cla/faculty/tbacig/studproj/is3099/jazzcult/20sjazz/race.html
~ 46
~
Apéndice 2. La Gran Depresión
Dorothea Lange, “Migrant Mother”, 1936. Fuente: SARRIUGARTE GÓMEZ, I., “La Gran Depresión
Americana y su influencia en el desarrollo de la fotografía social: „La América más mísera‟”. De Arte,Vol. 9,
2010, p. 180.
Russell Lee, “Life in a coal mining community”, finales de los años 30. Fuente: SARRIUGARTE GÓMEZ,
I., “La Gran Depresión Americana y su influencia en el desarrollo de la fotografía social: „La América más
mísera‟”. De Arte,Vol. 9, 2010, p. 181.
~ 47
~
Dorothea Lange, "People living in miserable poverty. Elm Grove, Oklahoma County, Oklahoma", 1936.
Fuente: SARRIUGARTE GÓMEZ, I., “La Gran Depresión Americana y su influencia en el desarrollo de la
fotografía social: „La América más mísera‟”. De Arte,Vol. 9, 2010, p. 180.
Local con sopa, café y donuts gratis para los desempleados. Fuente: http://hoovervillet.weebly.com/the-greatdepression.html
~ 48
~
“There‟s no way like the American Way”. Fuente: http://topics.time.com/great-depression/pictures/
“Who will help me?”. Fuente: http://great-depression29.tumblr.com/page/3
Herbert Hoover y Franklin D. Roosevelt en 1932. Fuente:
http://bricesworldofhistory.blogspot.com.es/2011_01_01_archive.html
~ 49
~
Apéndice 3. Gráficos sobre la exportación de varios productos en La Rioja 157
Gráfico 1. Exportación de conservas vegetales desde 1931 hasta 1933 (en millones de kilogramos)
Gráfico 2. Exportación de dulces y pulpas de frutas entre 1932 y 1933 (en kilogramos)
157
En los 4 gráficos se aprecia cómo descendieron las exportaciones de conservas vegetales, de dulces y
pulpas de frutas, de embutidos y del vino. Estos productos son ejemplos para poder conocer la crisis
exportadora que se vivía en La Rioja en este período.
~ 50
~
Gráfico 3. Exportación de embutidos entre 1931 y 1933 (en kilogramos)
Gráfico 4. Exportación de vinos desde 1930 hasta 1933 (en millones de kilogramos)
~ 51
~
6. Bibliografía y fuentes
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III, Comercio exterior e interior; Sección c) –Finanzas; Sección d) SOCIALES, Cap. II,
Jurados mixtos y Cap. III, Emigración, SF.
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