www.derecho.unam.mx conftonta siempre las conclusiones que M obteniendo en cada capitulo de su trabajo con el derecho italiano. Feliz resulta, a no dudarlo, este proceder metodológico, sobre todo en materias como esta de la interpretación de tan constante e intensa actualidad. Sistemáticamente el trabajo aparece dividido en tres partes. En las dos primeras se estudian los problemas de interpretación de las más caracteristicas especies del negocio juridico, el unilateral representado en esta ocasión por el testamento y el bilateral referido al contrato. En la tercera parte. q u e aparece como apendicc de la obra, el autor se refiere al procedimiento exeg6tico-critico y a sus instrumentos auxiliares. Tratando de la interpretación de los negocios testamentarios. Gandolfi comienza señalando la interpretación llamada individual y la denominada tipica. Esta última se presenta cuando las expresiones usadas se consideran como provenientes de cualquier persona, según el modo general o tipico de comportamiento. La individual diversamente se configura en el C3sO en que el modo de expresión volitiva se valora. considerando todas las manifestaciones y circunstancias individuales como otros e m i tos del testadar o sus costumbres personales in consuctudina scrrnonir. Despues de estas indicaciones previas, el autor examina una serie de casos canDnidos en el Digesto y extraidos de los siguientes jurintas: Alfonso Varo, Javoleno Prisco, Juvencio Cebo. Volucio Meciano. Ulpio Mareello, Emilio Papiano, Julio Paulo. Domicio Ulpiano y Harennio Modestino, para concluir que la interpretación usual en esta materia fue la tipica, y que 5610 en presencia de locuciones ambiguas se toleraba la individual en que se buscaba la concreta voluntad del testador. de modo que en caro de error in pcrsona aut in coreore la disaepancia entre mcns y verbo originaba la nulidad de la disposición testamentaria. Es de relieve indudable anotar que estas ideas de la jurisprudencia clásica romana han pasado a los articulas 1302 y 1301 de nuestro código civil respectivamente. En caso de destrucción del testamento el derecho romano clhico exigia acreditar la mulata voluntar, página 57. Vease el articulo 1302 del Código Civil. Como un efecto de la lógica jurídica, en materia de legados, la enajenación de la cosa legada por el testador originaba la invalidez superviviente en el caso de legado pm vindicotioncrn. pero no en el resto de los legados. página 75. Solución m h amplia nos reserva el articulo 1413 del Código Civil, que dispone: "Queda cambien sin efecto el legado si el testador enajena la cosa legada, pero vale si la recobra por un titulo legal." La interpretación de los negocios intar vivos se despliega teniendo como materia a la estipulaci6n. núcleo generador que fue de todo el sistema contractual romano. En este campo el autor nos muestra con claridad cómo la regla primaria comenzó siendo elerumquc verbo inspicicnda sunt y. de nuevo, sólo ante la oscuridad de Im umbo se permitia buscar quod acturn cst, de acuerdo, por ejemplo, con las mores de la región: y si estos criterios no tenian kxito, el negwio debia entenderse contra stipulatorcm, es decir, en el sentido menor gravoso para el deudor, buscando además la interpretación más apta, obtior, en función del objeto del contrato. Ya en esta epoca se delinea firmemente el principio de la congruencia o generalidad en la interpretación de los negocios iuridicor campleior, . en el sentido de interliretar rus clPusular como partes de "un todo", res in tuto sit, y como por otra parte la carga de demostrar la existencia de la obligación válida corre a cargo del propio ameedor, titular de ru respectiva acción, comienza a desarrollarse el favor debitmis, que con loa elementos . cristianos de la charitm y de la benignilas se i r i plasmando hacia el derecho medieval con tanta incidencia en el terreno de la usura. Estos principios aparecen tamhien, como es natural. en nuestro código, articulas 20, 1851, 1853, 1854, 1856, 1957 y siguientes; este iiltimo viene a ser, en cierta medida, la norma especial en materia contractual del principio vasto que encicrra el articulo 20. El profesor Gandolfi, por su parte, hace las respectivas alusiones al Código Civil italiano. Nos explica después lo sucedido con estas reglas técnicas de intcrpretación en la época e n que triunfó el consensualismo sobre las limitaciones de la forma, de suerte tal que estas principios interpretadores pueden enccrrarsc en las sisuientes dos afirmaciones: 1. Las obligaciones surgen del simple coniensus, como quiera que quede expresado. haciendo nacer a cargo de las partes un oportere ex fide bona. 2. Más que lo que aparezca expresado en el negocio debe buscarse, explorarse, el verdadero deseo d e sus autores, Gayo, 111. 136. Estar dos proposiciones, empero, deben ser entcnrlidas funcionando en torno a1 concepto de la buena fe, que es seguramente una <le las gnandes aportaciones del pensamiento juridico de Roma. Es una lástima que la obra que resefiamos n o indague suficientemente la impronta decisiva que la fidcr romana ha impreso sobre la tCcnica de interpretación de los negocios juridicos de derecho privado. De sobra conocida es la importancia de la bona fides en la conformación de los contratos que se oponen a la estructura de 10s primitivos negocios llamadas de "estricto derecho", precisamente por el crilcrio y la medida de sus posibilidades de interpretación. En este campo la tradición romana proyectada sobre nuestra cultura occidental, ha buscado siempre la conciliación entre la susodicha buena fe, soporte de la caballeresca virtud de la hnoritas latina, y el básico principio de seguridad juridica en el trafico mercantil. Véase, por ejcmplo, la inexistencia de la lesión en materia comercial en coordinación con el concepto romanisirno dcl dolus bonur. Apunta Gandolfi, a partir de la página 144, que esta serie dc reglas suhen en la época poscl2tsica una evolución y u n a generalización a la Yez. ya que en este periodo histórico, la forma es requerida od subslontiarn, pero la obligación nace directamente del acuerdo. Además las nociones que hoy en dia encontramos como base de la interpretación de todos los contratos, en Roma aparecieron romo Únicamente propias de los llamados consensuales y es precisaniente en esta época cuando comienza a iniciarse esta generalización. Por otra parte la libertad que los modernos c M i g a conceden para que lor particulares puedan dar nacimiento a todo tipo de contratos, ha obligado al legislador a hacer un reenvio a las normas genera!es de interpretación, romo ocurre con el articulo 1858 de nuestro Código Civil. Volviendo a Roma, Gandolfi nos precisa como fuente de esa generalización a una Constitución de Constantino del ano 314, que cita sin referirla directamente al código y en la que se impone in o n ~ n i b wrebur al juez, iustitiae oequitntirrjue y no slricli iurir en sus resoluciones. ES curioso tintar en este caso, como en tantos otros, el fenómeno de la historia juridica consistente en que la norma o el rCgimen de encrpción, con la evolución de la niens iustiriae, se transforma en el régimen general y norma!: lo consensual. originalmeiite excepcional. deviene a la postre lo normal y general. Piénwsc en el sistema de los pactos, en la especialidad y luego la genera!idad de la acción, en el régimen patrimonial de los peculios, etcétera. Explica seguidamente el autor cóiuo las mismas ideas básicas se desarrollan con grande amplitud e n el derecho oriental, a travcs de las hasilicar, cristalizando después especialmente en los códigos griego y turco.