La Ley de Inteligencia que queremos Por Rocío San Miguel Ha concluido una jornada exitosa de catorce días para la sociedad civil en su conjunto. Todos lo venezolanos logramos la derogación de Decreto Ley del Sistema Nacional de Inteligencia y Contrainteligencia y también que su debate se traslade al espacio de la Asamblea Nacional. Sin embargo, se inicia ahora un nuevo desafío en dos direcciones para la sociedad civil: 1) Construir una línea de divulgación didáctica en torno a todo lo que no queremos sea un sistema nacional de inteligencia. En este sentido, cada espacio ciudadano organizado en el ámbito de su especialidad, debe advertir como la ley derogada estaba llamada a cercenar los derechos humanos, afectar garantías y contrariar principios de la democracia. Deben los distintos sectores articular entre sus relacionados y espacios naturales de incidencia, todo el caudal de información que permita tener a una sociedad vigilante de la tarea a cumplir por la Asamblea Nacional en este tema. 2) La otra dirección de incidencia, debe estar orientada a exigir todo lo que queremos este incluido en la Ley. Allí el aporte de especialistas es fundamental. Como lo es también exigir a diez años de gobierno, una rendición de cuentas de parte de los órganos de inteligencia que funcionan en el país. Son necesarias las interpelaciones parlamentarias a los directores de la Disip y de la DIM, pues aquí se esta proponiendo una reestructuración de los órganos, funciones y actividades de inteligencia, lo cual en sana lógica genera como tarea elemental, una evaluación de lo que tenemos para poder determinar los que queremos. En este sentido Control Ciudadano (wwww.controlciudadano.org), en el ámbito de su especialidad y en el marco del seguimiento que ha venido realizando a la legislación comparada sobre el funcionamiento de los servicios de inteligencia; propone que exijamos todos a la Asamblea Nacional incorpore en la Ley de Inteligencia que surja del debate parlamentario, dos artículos idénticos a los que contiene la vigente Ley de Inteligencia Nacional de Argentina de 2001. Estos son: A) Ningún organismo de inteligencia podrá: 1.Realizar tareas represivas, poseer facultades compulsivas, cumplir, por sí, funciones policiales ni de investigación criminal, salvo ante requerimiento específico realizado por autoridad judicial competente en el marco de una causa concreta sometida a su jurisdicción, o que se encuentre, para ello, autorizado por ley. 2. Obtener información, producir inteligencia o almacenar datos sobre personas, por el solo hecho de su raza, fe religiosa, acciones privadas, u opinión política, o de adhesión o pertenencia a organizaciones partidarias, sociales, sindicales, comunitarias, cooperativas, asistenciales, culturales o laborales, así como por la actividad lícita que desarrollen en cualquier esfera de acción. 3. Influir de cualquier modo en la situación institucional, política, militar, policial, social y económica del país, en su política exterior, en la vida interna de los partidos políticos legalmente constituidos, en la opinión pública, en personas, en medios de difusión o en asociaciones o agrupaciones legales de cualquier tipo. 4. Revelar o divulgar cualquier tipo de información adquirida en ejercicio de sus funciones relativa a cualquier habitante o a personas jurídicas, ya sean públicas o privadas, salvo que mediare orden o dispensa judicial. B) Las comunicaciones telefónicas, postales, de telégrafo o facsímil o cualquier otro sistema de envío de objetos o transmisión de imágenes, voces o paquetes de datos, así como cualquier tipo de información, archivos, registros y/o documentos privados o de entrada o lectura no autorizada o no accesible al público, son inviolables en todo el ámbito de la República Argentina, excepto cuando mediare orden o dispensa judicial en sentido contrario. Por allí proponemos iniciar esta nueva fase del ejercicio del derecho de contraloría ciudadana.