TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DE CATALUÑA Sala Civil y Penal R. Casación e Infracción Procesal núm. 113/06 SENTENCIA NÚM. 8 Presidenta: Excma. Sra. Eugenia Alegret Burgués Magistrados: Ilmo. Sr. Ramón Foncillas Sopena Ilmo. Sr. Carlos Ramos Rubio Barcelona, 6 de marzo de 2008 Antecedentes de hecho. Primero. El procurador de los tribunales don José María Escudé Nolla, actuando en nombre y representación de doña Josefina D. F. y bajo la dirección letrada de don Moisés Cubí Mestres, presentó el 5 de abril de 2004 una demanda de juicio declarativo ordinario contra doña Nuria S. G., en reclamación de la legítima correspondiente en la herencia de don Jaime D. D., cifrándola en la cantidad de 369.372,65 €, más los intereses legales, sin perjuicio del mayor importe que pudiese corresponderle en virtud del conocimiento sobrevenido de nuevos bienes computables o de la mayor valoración de los conocidos que pudiera resultar de la prueba a practicar. Por su parte, la demandada doña Nuria S. G., heredera testamentaria de don Jaime D. D., debidamente representada por el procurador de los tribunales don José Román Gómez y defendida por el letrado don Gabriel Almarcegui SanEsteban, compareció oportunamente en la instancia oponiéndose a la estimación de la demanda por diversos 1 motivos, sin perjuicio de reconocer la condición de legitimaria de la actora y su derecho al percibo de una cuota de inferior importe (99.417,68 €) a la pretendida por ella. La indicada demanda correspondió al Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de El Vendrell (autos núm. 164/04), que, previos los trámites legales, dictó una sentencia en fecha 21 de marzo de 2005 con el siguiente fallo: “Que, estimando parcialmente la demanda interpuesta por el Procurador Don José María Escudé Nolla, en nombre y representación de Doña Josefina D. F., declaro el derecho de la actora a la legítima que por ley le corresponde en los bienes de la herencia del causante Don Jaime D. D., declarándose su derecho a percibir como legitimaria la suma de doscientos treinta y siete mil novecientos sesenta y un euros con ochenta y ocho céntimos (237.961,88 €), correspondientes a su legítima, condenando a la parte demandada a estar y pasar por dicha declaración, y, en consecuencia, a la entrega a la parte actora de dicha suma, o, para el supuesto de que se optara por la parte demandada por el pago en bienes de la herencia, por la entrega de los que se determinen en ejecución de sentencia, así como a satisfacer el interés legal de la cuantía citada desde la fecha de la muerte del causante, 30 de agosto de 2.003. Cada parte abonará las costas causadas a su instancia, y las comunes por mitad.” Segundo. Contra la anterior sentencia interpusieron sendos recursos de apelación tanto la actora, representada en esta ocasión por la procuradora doña María Rosa Elías Arcalís, como la demandada, que en la alzada fue representada por la procuradora doña Inmaculada Amela Rafales y defendida por el letrado don Eloy Mendaña Prieto. Los recursos de apelación fueron admitidos a trámite, dando lugar a que, una vez sustanciada la alzada, fuera dictada por la Sección 1ª de la Audiencia Provincial de Tarragona una sentencia en fecha 24 de abril de 2006 (rollo núm. 588/2005) con el siguiente fallo: “FALLAMOS: Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR al recurso de apelación interpuesto por Josefina D. F. y HABERLO en parte al interpuesto por Nuria S. G., contra 2 la sentencia dictada por el Juzgado de 1ª instancia nº 4 de El Vendrell cuya resolución revocamos en parte y, en consecuencia: 1º Reducimos a 155.976,75.- euros el importe de la legítima a satisfacer por Nuria S. G. a Josefina D. F.. 2º Se mantienen el resto de los pronunciamientos de primera instancia no alterados por esta resolución. 3º No procede hacer imposición de costas en el recurso de Nuria S. G.. 4º Se imponen las costas de su recurso a Josefina D. F..” Tercero. Contra la mencionada sentencia de apelación, la procuradora doña María Rosa Elías Arcalís, en la representación ya referida de la demandante y con la firma del mismo letrado que suscribió la demanda, anunció oportunamente ante la Audiencia Provincial de Tarragona la interposición de un recurso extraordinario por infracción procesal, al amparo (1) del art. 469.1.3º LEC en relación con el art. 463.1 LEC, que se cita como vulnerado, “al haber infringido las normas legales que rigen los actos y garantías del proceso determinando tal infracción la nulidad de la decisión por la que se tuvo por comparecida y parte en el presente rollo a la adversa”, en lugar de “declarar desierto su recurso de apelación” por haber comparecido fuera el término del emplazamiento, habiendo denunciado oportunamente dicho defecto en la alzada, y (2) del art. 469.1.2º LEC en relación con los art. 348, 326, 218 y 217 LEC, que se citan como infringidos, por “errónea interpretación y valoración del informe pericial judicial que obra en autos” y por vulneración de las normas de la carga de la prueba que se impone al que aporta los “documentos privados impugnados (Doc. 5 a 15 de la contestación)”. En escrito diferente, la representación procesal de la actora anunció la interposición de un recurso de casación al amparo del art. 477.2.2º LEC: 1) por vulneración del art. 355.1 CS, al no haber tenido en cuenta la sentencia para fijar el importe de la legítima el “valor de mercado” de los bienes que integran la herencia; 2) por infracción de lo dispuesto en el art. 355.2 CS, en relación con la inclusión del “donatum” en el cómputo de la legítima; y 3) por 3 vulneración del art. 35.1 CF, por haber sido excluido el “ajuar” del cómputo de la legítima. Cuarto. Por una providencia de 4 de julio de 2006, la Audiencia Provincial de Tarragona proveyó en relación con la presentación de los recursos de tal forma que no quedaba claro para la parte si lo hacía sólo respecto del extraordinario por infracción procesal y si, por lo tanto, sólo debía interponer éste a la espera de que fuera proveído el de casación —presentado como se ha dicho en escrito separado—, que fue lo que finalmente hizo. Por una providencia de 9 de octubre, la Audiencia de Tarragona dispuso tener por interpuesto el único recurso formalizado y elevar las actuaciones a esta Sala, sin pronunciarse sobre el recurso de casación. Una vez recibidas las actuaciones en esta Sala y a instancias de la recurrente, por un auto de 14 de diciembre de 2006 se decidió anular las resoluciones dictadas y actuaciones producidas en el correspondiente rollo de la Audiencia Provincial de Tarragona desde la providencia de 4 de julio de 2006 a fin de que la presentación de los dos recursos fuera proveída oportunamente y le fuera conferido a la parte un nuevo plazo de veinte días para que pudiera interponerlos en un solo escrito. Quinto. Retornadas las actuaciones a la Audiencia Provincial de Tarragona, por una providencia de fecha 1 de febrero de 2007 se confirió nuevo traslado a la recurrente para que formalizara la interposición de los recursos en un solo escrito, lo que efectivamente realizó en 14 de marzo de 2007, si bien en esta ocasión se limitó a formalizar el recurso extraordinario por infracción procesal por un único motivo, el primero de los dos por los que lo anunció, respetando la división del recurso de casación en los tres motivos preparados. Por una providencia de 28 de marzo se dispuso tener por formalizada la interposición de los recursos y remitir las actuaciones a este Tribunal Superior de Justicia. 4 Sexto. Por una interlocutoria de esta Sala de fecha 30 de julio de 2007 se dispuso la admisión de los recursos y el traslado para la formalización de oposición a la parte contraria, oportunamente comparecida en el rollo bajo la representación del procurador de los tribunales don Antonio Cortada García y la asistencia letrada de don Eloy Mendaña Prieto. Por una providencia de fecha 11 de octubre pasado se tuvo por evacuado el traslado conferido y, de acuerdo con el art. 486.1 LEC, se señaló para la votación y fallo el pasado día 22 de noviembre, fecha en la que se celebró efectivamente conforme a lo dispuesto en los arts. 194, siguientes y demás concordantes de la LEC. Ha sido designado ponente el Magistrado Ilmo. Sr. Carlos Ramos Rubio. Fundamentos de Derecho. A) Recurso por infracción procesal. Primero. El único motivo del recurso extraordinario por infracción procesal interpuesto en interés de doña Josefina D. F. denuncia la vulneración de las normas legales que rigen los actos y garantías del proceso, con la consecuente indefensión para el recurrente (art. 469.1.3º LEC), por contravención del art. 463.1 LEC, según la redacción conferida por el apartado 4 de la disposición final tercera de la Ley 22/2003, de 9 de julio. Considera la recurrente que la infracción denunciada se ha producido al haberse negado la Audiencia Provincial a declarar desierto el recurso de apelación interpuesto por la parte contraria contra la sentencia de primera instancia, pese a haber comparecido ésta en la alzada fuera del término del emplazamiento de que fue objeto —casi cuatro meses después—, y se ha consumado al estimar el recurso, aunque sólo fuera parcialmente. 5 A los efectos previstos en el art. 469.2 LEC, la recurrente aduce que en su día solicitó oportunamente, conforme al art. 224 LEC, la revisión de la diligencia de ordenación del secretario de la Audiencia Provincial de fecha 18 de enero de 2006, que declaró comparecida en tiempo y forma en calidad de apelante a la parte contraria, por infracción del propio art. 463.1 LEC, revisión que fue denegada por un auto de 9 de febrero de 2006. La parte que se opone al recurso por infracción procesal insta ante todo su inadmisión, entre otras razones, por considerar que el escrito en el que la recurrente denunció la supuesta infracción, además de no indicar el perjuicio que se derivaba para ella de la diligencia de ordenación impugnada, como exige el art. 224.2 LEC, tampoco revestía la forma de recurso de reposición, como preceptúa el art. 456.2 LOPJ —reformado por la L.O. 19/2003— en relación con el art. 224.3 LEC. A este respecto, se comprueba que la procuradora de la parte recurrente presentó en su día oportunamente —dentro del plazo de los cinco días siguientes a aquel en el que le fue notificada la diligencia en cuestión— un escrito en el que, al amparo del art. 224.3 LEC, interesó expresa y claramente su nulidad por considerar infringido el art. 463.1 LEC, alegando el perjuicio derivado de la no declaración de desierto del recurso de apelación interpuesto por la parte comparecida fuera del término del emplazamiento y de su — entonces— eventual estimación. Por lo tanto, resulta que la recurrente sí instó la revisión de la diligencia de ordenación en legal forma (art. 23.1 LEC) y dentro del término del recurso de reposición (art. 452 LEC), y lo hizo expresando de manera precisa la infracción que estimó producida por ella (art. 452.1 LEC), con cita del precepto concreto y con identificación del perjuicio —por lo demás, evidente— derivado de dicha infracción (art. 224.2 LEC). En consecuencia, ninguna tacha puede oponerse a la denuncia efectuada en la alzada que justifique 6 ahora la inadmisión del recurso extraordinario por infracción procesal (art. 469.2 LEC), ya que ni del art. 224.3 LEC ni del art. 456.2 LOPJ —redactado conforme a la L.O. 19/2003— se desprende el requisito del nomen, sino tan sólo el del procedimiento de tramitación —arts. 451 a 454 LEC—, sobre todo cuando resulta meridianamente clara la voluntad de la parte de impugnar la diligencia de ordenación y de hacerlo por el primero de los dos motivos que establece el art. 224.2 LEC —infracción de precepto legal “o” invasión del contenido de una providencia. Se comprende por ello que la revisión de la diligencia fuera efectivamente tramitada por el tribunal a quo, pese a las objeciones que ya entonces formuló la parte contraria —las mismas que aquí—, llegando finalmente a ser resuelta la cuestión planteada, aunque — como veremos luego— sin ser estimada íntegramente. Argumenta también la representación en el presente rollo de doña Nuria S. G., para oponerse a la admisión del recurso extraordinario por infracción procesal, que el art. 463.1 LEC no contiene ninguna previsión expresa sobre las consecuencias de la falta de personación dentro del término del emplazamiento, por lo que ningún defecto de procedimiento se ha podido producir por no haber efectuado la Audiencia la declaración pretendida. Dado que este motivo de inadmisión incide directamente en la cuestión de fondo del recurso por infracción procesal, su examen se deja para tal ocasión. Asimismo, argumenta la parte opuesta al recurso que la infracción del art. 463.1 LEC no tiene encaje entre las causas de nulidad previstas en el art. 238 LOPJ o en el art. 225 LEC, ya que constituye, como mucho, la inobservancia de un trámite procesal no determinante de nulidad radical ni de indefensión, sobre todo si se considera que tan sólo se produjo la reducción de las pretensiones económicas de la recurrente. 7 Sin perjuicio de reconocer que la denuncia contenida en el recurso hubiera podido encontrar —también— encaje en el número 4º del art. 469.1 LEC en relación con el art. 24.1 CE, debe tenerse presente que, en general, a través del recurso extraordinario por infracción procesal incumbe controlar las cuestiones procesales, entendidas en sentido amplio —AA TS 1ª 28 oct. 2003 (rec. 438/03 y 758/03)—, y por lo que se refiere a las “garantías del proceso” cuya vulneración puede provocar la nulidad conforme a la ley o puede producir indefensión, debe reconocerse que entre ellas se encuentra indudablemente el principio de inmutabilidad de las sentencias firmes fuera de los cauces legalmente previstos para ello (arts. 207 y 214 LEC), que, si se permitiera a un tribunal modificar una resolución judicial en virtud de un recurso que debió ser declarado desierto por incumplimiento de un determinado requisito, se verían afectados, tanto como el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva y el principio de la seguridad jurídica (SS TC 59/1996 de 15 abr. y 208/1996 de 17 dic.) y la proscripción de la reformatio in peius, que constituye una garantía del régimen de recursos derivada de la proscripción de la indefensión — SS TC 232/2001 de 11 dic. y 87/2006 de 27 mar. Desde este punto de vista, es absolutamente intrascendente que la modificación de la resolución, que debió ser considerada firme, se realice de forma total o meramente parcial. Segundo. En la resolución de la Audiencia Provincial que resolvió el incidente de revisión de la diligencia de ordenación planteado por la recurrente, se pone de manifiesto que el emplazamiento a las partes —las dos en calidad de apelantes— tuvo lugar en la primera instancia el día 8 de junio de 2005 y que el término expiró para ambas el día 21 de julio del propio año. Del propio rollo de apelación resulta que, mientras la representación de doña Josefina D. F. —la recurrente— compareció en él el día 22 de junio de 2005, la de doña Nuria S. G. no lo hizo hasta el 14 de noviembre. Por ello, si bien la Audiencia Provincial no accedió a declarar la nulidad de la diligencia de 8 ordenación, sí dispuso formalmente no tener por comparecida “en tiempo” a la procuradora de esta última. Cabe decir que en la decisión de la Audiencia Provincial de no anular dicha diligencia y, en consecuencia, de no declarar en este caso desierto el recurso de apelación de la parte contraria, se hizo especial contemplación del hecho de que no fue sino hasta el 7 de septiembre de ese año (2005) en que las tres Secciones que la integran acordaron, en atención al criterio mantenido reiteradamente para el recurso de casación por el TS y en atención al Auto del TC núm. 244/04 de 6 de julio, declarar desiertos todos los recursos de apelación en los que los recurrentes no se hubieren personado en el término del emplazamiento. Sucede, sin embargo, que mientras otras Secciones decidieron aplicar dicho criterio, según parece, a todos los recursos pendientes de resolver, con independencia de la fecha del término del emplazamiento, la Sección afectada por el presente supuesto decidió hacerlo sólo en aquellos casos en que la fecha final del plazo fuera posterior a la del acuerdo, es decir, al 7 de septiembre de 2005. Por lo tanto, en realidad sólo se planteó cuestión respecto a la determinación del momento a partir del cual debía considerarse de aplicación lo dispuesto en el art. 463.1 LEC, y no tanto en cuanto a su correcta interpretación, que, por lo demás, es la misma que se viene manteniendo por un número creciente de Audiencias Provinciales. A título de ejemplo, entre las últimas resoluciones: AP Tenerife Sección 3ª A 31 oct. 2007 (rec. 647/07), Sección 1ª A 26 oct. 2006 (rec 578/07); AP Las Palmas Sección 4ª A 26 oct. 2007 (rec. 395/2007), Sección 5ª S 4 sep. 2007 (rec. 331/06), Sección 3ª A 22 ene. 2007 (rec. 688/05); AP Lleida Sección 2ª A 19 oct. 2007 (rec. 402/07); AP Sevilla Sección 2ª A 27 sep. 2007 (rec. 4967/07), Sección 5ª A 30 abr. 2007 (rec. 1425/07); AP Badajoz Sección 3ª A 3 sep. 2007 (rec. 288/07), Sección 2ª A 28 sep. 2005 (rec. 508/05); AP Segovia Sección 1ª S 30 jul. 2007 (rec. 258/07); AP Málaga Sección 6ª S 20 9 jun. 2007 (rec. 613/06); AP Tarragona Sección 3ª S 7 may. 2007 (rec. 77/2005); AP Cáceres Sección 2ª A 30 mar. 2007 (rec. 100/07); AP Navarra Sección 2ª S 16 nov. 2006 (rec. 225/05); AP Cádiz Sección 2ª A 12 may. 2006 (rec. 50/2006); AP Almería Sección 1ª A 3 mar. 2006 (rec. 277/05); AP Madrid Sección 24ª A 16 dic. 2003 (rec. 784/03). Por nuestra parte, enfrentados ahora por primera vez a la cuestión de decidir si procede realizar una interpretación del art. 463.1 LEC —por lo que se refiere a los efectos del emplazamiento— idéntica a la que la que por el TS y por esta misma Sala Civil se viene haciendo desde hace tiempo de los arts. 472 y 482.1 LEC, todos ellos modificados por la Ley 22/2003 de 9 jul., la respuesta no puede ser otra que la afirmativa. Recientemente —A TSJC 10 ene. 2008 (rec. 31/07)—, al resolver un incidente de nulidad instado tras declarar desierto el recurso de casación de una parte comparecida ante esta Sala fuera del término del correspondiente emplazamiento, tuvimos ocasión de reiterar nuestro criterio al respecto, de manera que, como viene haciendo el TS desde mayo de 2005 —entre los más recientes, los AA TS 1ª 18 sep. 2007 (rec. 1571/06), 2 oct. 2007 (rec. 1502/04 y 2726/04), 9 oct. 2007 (rec. 2606/04), 16 oct. 2007 (rec. 1779/04), 30 oct. 2007 (rec. 1358/04), 6 nov. 2007 (rec. 122/04, 342/04, 904/05, 1520/05, 1686/05, 1764/05, 708/06, 893/06, 1175/06, 2227/095), 13 nov. 2007 (rec. 2567/04 y 12/05), 20 nov. 2007 (rec. 1819/04 y 1468/06) y 11 de dic. 2007 (rec. 1218/05)—, esta Sala viene declarando desiertos los recursos en los que el recurrente no se persona dentro del término del emplazamiento que, en virtud de los arts. 472 y 482.1 LEC, haya efectuado la correspondiente Audiencia Provincial — p.e. interlocutorias del TSJC 9 feb. 2006 (rec. 149/05), 18 jul. 2006 (rec. 40/06), 9 oct. 2006 (rec. 89/06), 18 dic. 2006 (rec. 121/06), 18 ene. 2007 (rec. 133/06), 23 abr. 2007 (rec. 31/07), 20 sep. 2007 (rec. 44/07) y 27 sep. 2007 (rec. 75/07). 10 En este sentido, en el auto de 22 de abril de 2007 (rec. 31/07), expusimos que: “Primer. La redacció originària de l’art. 482.1 de la Llei 1/2000, de 7 de gener, d’enjudiciament civil, per contraposició al que disposava l’art. 1696 LEC de 1881, no preveia cap altre tràmit, després de la interposició del recurs de cassació dintre del termini i en la forma escaient davant l’audiència provincial, que la remissió de les actuacions originals al tribunal competent per a conèixer d’aquell, sense fer referència expressa a la citació a termini de les parts (recurrents i recorregudes) davant el mateix tribunal a fi de sostenir les seves pretensions respectives. La raó de la regulació diferent cal trobar-la en la modificació radical que va suposar la LEC de 2000 quant a la interposició del recurs de cassació, en permetre que fos feta directament davant l’audiència provincial, en lloc de fer-la davant el mateix tribunal competent per resoldre el recurs, com per contra imposava la LEC de 1881, de manera que en la regulació derogada la compareixença de la part recurrent en el termini donat en la citació era obligatòria (no així en el cas de la recorreguda) si no volia veure declarat desert el seu recurs. De fet, la LEC de 2000 (encara ara) només assigna expressament aquesta conseqüència a la falta d’interposició del recurs en el termini conferit per a això després de tenir-lo per preparat (art. 481.4). D’altra banda, l’art. 483.3 LEC de 2000, en regular l’incident per decidir l’admissió del recurs, sí que feia referència a les “parts personades” (el mateix s’entenia per a l’incident de competència regulat en l’art. 484 LEC de 2000 malgrat que en aquest la referència era ellíptica), la qual cosa va conduir, de fet, en la pràctica, tant en el Tribunal Suprem com en aquest Tribunal, a nuar a la falta de compareixença de les parts (tant de la recurrent com de la recorreguda) l’única conseqüència negativa de no poder ser escoltades en el tràmit d’admissió (i si escau, en el de competència) del recurs de cassació, que hauria de ser decidida per tant inaudita part, però sense poder ser declarat desert el recurs, per considerar que la compareixença de les parts davant el tribunal competent per resoldre el recurs de cassació era simplement facultativa. Segon. No obstant això, la reforma operada per la disposició final tercera de la Llei 22/2003, de 9 de juliol (Llei concursal), en els art. 472 i 482.1 de la LEC de 2000, en relació amb el recurs extraordinari per infracció processal i amb el recurs de cassació (i també en l’art. 463 en relació amb el recurs d’apellació), ha imposat a les audiències provincials (si escau, als jutjats de primera instància respecte al recurs d’apellació), al costat de l’obligació de remissió de les actuacions al tribunal competent després de la interposició dels recursos corresponents, la citació de les parts pel termini de trenta dies. A l’hora d’analitzar el sentit i l’abast d’aquesta citació i els 11 efectes de la falta de compareixença de les parts (més en concret, de la recurrent) davant el tribunal ad quem dintre del termini i en la forma escaient, la Sala Primera del Tribunal Suprem s’ha decantat inequívocament per considerar que es tracta d’una obligació i que el seu incompliment per la part recurrent comporta la declaració del recurs de cassació com a desert (vegeu, entre moltes altres, les I TS 1a de 31 maig 2005; de 21 juny 2005, de 28 juny 2005; de 19 juliol 2005; de 26 de juliol de 2005 i de 18 octubre 2005), en considerar que “en la vigente redacción de esos artículos 472 y 482.1 de la LEC de 2000 es evidente y lógico que el recurrente tiene la obligación de personarse en tiempo y forma ante el tribunal «ad quem», del que precisamente solicita la tutela, siendo la deserción el efecto implícito ahora en esos preceptos, como resulta claramente deducible de su literalidad, así como del contexto normativo en que se hallan ubicados, resultando tradicional en nuestro ordenamiento procesal la declaración como desierto del recurso devolutivo, caso de no personarse en el plazo fijado y ante el órgano jurisdiccional competente la parte que lo presenta”. D’altra banda, una interpretació com la que sosté el Tribunal Suprem, i que aquesta Sala comparteix ara plenament, no suposa un límit desraonat al dret d’accés al recurs, com es desprèn de la interlocutòria del Tribunal Constitucional núm. 244/2004, de 6 de juliol, referida a la falta de compareixença davant el tribunal ad quem en el recurs d’apellació, arran de la citació a termini prevista en l’art. 463.1 LEC de 2000, després de la reforma operada per la Llei 22/2003, atès que es tracta d’un tràmit idèntic i que el recurs de cassació constitueix un recurs extraordinari per al qual es preveu, a diferència de l’apellació, una fase d’admissió, per la qual cosa es justifica amb major intensitat en el cas d’aquesta l’obligatorietat de la compareixença del recurrent davant el tribunal ad quem. En conseqüència, cassació...” és procedent declarar desert el recurs de Es cierto que en la ocasión comentada —A TSJC 10 ene. 2008 (rec. 31/07)— nos hicimos eco de una aparente razón de diferencia en la tramitación de los recursos extraordinarios de casación y por infracción procesal, por un lado, y en la del de apelación por el otro, relacionada con las disimilitudes apreciables en sus respectivas fases de admisión, razón que también ha sido puesta de manifiesto —a efectos dialécticos— por el TS, y que ha sido citada como ratio decidendi en los acuerdos de los plenos no jurisdiccionales de algunas Audiencias Provinciales para justificar una interpretación divergente del art. 463.1 LEC. 12 En ese sentido, se ha dicho que, al margen de los supuestos de desistimiento activo (art. 451.1 LEC), la vigente LEC sólo prevé expresamente que se declare desierto el recurso de apelación que, habiendo sido oportunamente preparado, no haya sido interpuesto en el plazo legal (art. 458.2 LEC). En esta línea, se ha querido ver un serio inconveniente legal para poder declarar desierta la apelación por razón de la impuntual personación del apelante en alzada en la “innovación procedimental” introducida por la Ley 1/2000, de 7 de enero, consistente en que la preparación (art. 457 LEC) y la interposición (art. 458 LEC) de la apelación se lleven a cabo ante el propio órgano que hubiere dictado la resolución recurrida, que es también el que se encarga de recabar la oposición al recurso y, en su caso, la impugnación de la sentencia (art. 461 LEC), de manera que una vez remitidos los correspondientes escritos con los autos a la Audiencia Provincial competente (art. 463 LEC), sólo cabe su resolución por sentencia (art. 465 LEC). Por ello, se pretende concluir que si no le es posible a la Audiencia Provincial inadmitir la apelación, tampoco lo será que pueda declararla desierta por cualquier motivo. Sin embargo, por más elidida que pueda parecer la fase de admisión de la apelación ante la Audiencia Provincial, por comprensibles razones de economía procesal y debido a su naturaleza ordinaria, que no casa bien con la censura previa a la resolución sobre el fondo, lo cierto es que nada se opone a que puedan utilizarse como motivos de oposición a la apelación verdaderos argumentos de inadmisión, que serán resueltos, en definitiva, como causas de desestimación —AP Madrid Sección 10ª S 17 sep. 2007 (rec. 720/06); AP Cáceres Sección 1ª S 16 abr. 2007 (rec. 122/07); AP Valencia Sección 7ª S 30 mar. 2007 (rec. 949/06); AP Badajoz Sección 2ª S 27 abr. 2006 (rec. 289/06)—, tal y como, por otra parte, viene ocurriendo en el recurso de casación (S TSJC 12/2002 de 18 abr.), de forma que, lejos de constituir una cuestión —la de la admisión de la apelación— propia exclusivamente de la primera instancia e irrevisable en al alzada, es perfectamente posible replantearla ante la Audiencia Provincial, que, 13 incluso, puede llegar a apreciarla de oficio con efectos anulatorios de la preparación —AP Asturias Sección 5ª A 25 sep. 2002 (rec. 386/02) y 23 may. 2002 (rec. 131/02). Tal sucede, por ejemplo, en los supuestos de extemporaneidad en la interposición, conforme al art. 458.1 LEC —AP Alicante Sección 8ª S 14 jun. 2006 (rec. 131/06); AP Murcia Sección 5ª S 8 abr. 2005 (rec. 13/05); AP Navarra Sección 2ª S 13 dic. 2004 (rec. 144/04)—; o en los de irrecurribilidad de la resolución apelada, conforme al art. 455 LEC —AP Barcelona Sección 4ª A 18 sep. 2007 (rec. 609/06); AP Bizkaia Sección 5ª A 19 jul. 2007 (rec. 515/06); AP Coruña Sección 5ª A 19 jul. 2007 (rec. 168/07); AP Madrid Sección 11ª A 16 abr. 2007 (rec. 129/06)—; o en los casos de falta de consignación de rentas o del depósito para recurrir en casos especiales, conforme al art. 449.6 LEC —AP Tarragona Sección 3ª S 5 sep. 2007 (rec. 495/06); AP Madrid Sección 25ª A 5 jun. 2007 (rec. 40/07); AP Cáceres Sección 1ª S 16 abr. 2007 (rec. 122/07)—; o en los de defectos en el escrito de preparación como la falta de expresión de los pronunciamientos que se impugnan —AP Guipuzkoa Sección 1ª A 15 dic. 2004 (rec. 1050/04)—; o, en fin, en los de defectos en el traslado de copias de escritos y documentos al procurador de la contraria, a que se refieren los art. 276 y 277 LEC, en relación con el art. 28.3 LEC —S TSJ Navarra 13/2007 de 28 sep.—; supuestos todos ellos que podrán resolverse bien por auto o bien por sentencia (art. 465.4 LEC). No puede admitirse, por lo tanto, como razón plausible en contra de la interpretación del art. 463.1 LEC en el mismo sentido en que vienen siéndolo reiteradamente los arts. 472 y 482.1 LEC, la diferente regulación de la admisión en el recurso de apelación frente a la propia de los recursos extraordinarios. Por ello, tampoco se advierte ninguna imposibilidad legal para declarar desierta la apelación por falta de personación del recurrente en la alzada dentro del término del emplazamiento, bien sea por auto o bien sea en la propia sentencia 14 —véase sino, por lo que se refiere a la declaración en sentencia, AP Las Palmas Sección 5ª S 4 sep. 2007 (rec. 331/06); AP Segovia Sección 1ª S 30 jul. 2007 (rec. 258/07); AP Málaga Sección 6ª S 20 jun. 2007 (rec. 613/06); AP Tarragona Sección 3ª S 7 may. 2007 (rec. 77/2005); AP Navarra Sección 2ª S 16 nov. 2006 (rec. 225/05). Muy al contrario, lo que sí resulta difícil de aceptar, habiendo sido introducida por la misma Ley —disposición final 3ª.4 de la Ley 22/2003, de 9 jul.— en los tres preceptos, con redacciones similares, con igual plazo y por idéntico motivo, la necesidad de emplazar a las partes afectadas para ante el tribunal encargado de resolver el recurso, es que pueda mantenerse que la consecuente obligación de personarse sólo sea exigible para los recursos extraordinarios, pero no para el de apelación, como tampoco es posible aceptar que la consecuencia en el primer caso sea la declaración de desierto del recurso, y en el segundo tan sólo sirva, como se propugna por algunos, para relevar al tribunal del deber de comunicar el trámite a la parte incomparecida. Y no se trata sólo de que la interpretación del vigente art. 463.1 LEC que propugna que la consecuencia de no personarse en forma ante la Audiencia Provincial el apelante en el término del emplazamiento es la declaración de desierto del recurso “no resulte irrazonable… y no resulte extraña a nuestro ordenamiento procesal, en cuanto que la declaración de deserción del recurso tradicionalmente se ha venido estableciendo expresamente en la ley anterior para todo apelante que no se personase en tiempo y forma ante el Tribunal Superior (art. 840 LEC 1881)”, aunque no sea “la más favorable al acceso al recurso” —A TC 244/2004, de 6 jul.—, sino que, más aún, puede decirse que “no resulta difícil encontrar razones de seguridad jurídica o de agilidad procesal que justifiquen la limitación temporal para la personación de las partes, en aras de evitar la incertidumbre de la parte contraria o la eventual paralización de las actuaciones; efectos ambos que pueden producirse de no resultar establecido un término 15 preciso para manifestar la voluntad de sostener el recurso (SSTC 23/1992, de 14 de febrero, F. 4; 79/1996, de 21 de abril, F. 4; y 40/2002 de 14 de febrero, FF. 8 y 9)” —S TC 79/2006 de 13 mar. Sentadas dichas premisas, no puede encontrarse justificación jurídica al criterio de la Audiencia Provincial, en este caso, de establecer una regla de transitoriedad que no viene precisada ni autorizada en la norma legal. El principio de legalidad y la naturaleza de las normas procesales —de orden público— exigen que su aplicación se lleve a cabo desde su entrada en vigor, sin más condiciones que las que ellas se establezcan, por lo que, habiendo sido aprobada la redacción actual del art. 463.1 LEC por la Ley 22/2003, de 9 de julio, publicada en el BOE núm. 164 de 10 de julio, que dispuso que rigiera desde el día siguiente a esta publicación (DF 35ª), no es posible excluir de ella el presente supuesto con el argumento de que la decisión ha sido consensuada en el territorio de la correspondiente Audiencia Provincial a partir de una determinada fecha posterior. Dos reflexiones finales son necesarias. Una, la primera, a fin de despejar cualquier duda acerca de la posibilidad de considerar subsanado el defecto por la personación tardía, sobre la base de lo dispuesto en el art. 418 LEC y demás concordantes. A este respecto, en la ocasión aludida más arriba —A TSJC 10 ene. 2008 (rec. 31/07)— ya dijimos que no es posible invocar en estos casos los arts. 243 LOPJ y 231 LEC —tampoco el art. 418 LEC—, sobre subsanación de los requisitos exigidos por la ley, ya que en los supuestos de falta de personación o de personación tardía no existe un acto incompleto o defectuosamente realizado, sino una ausencia total del acto, en la medida en que no fue verificado dentro del término conferido, debiéndose recordar a estos efectos el principio de improrrogabilidad de los plazos procesales. Por lo demás, exigir del tribunal de apelación un requerimiento subsanatorio a la parte incomparecida supondría una duplicidad del trámite de 16 emplazamiento que la Ley no contempla ni quiere —AA TS 1ª 25 jul. 2006 (rec. 2609/04) y 17 julio 2007 (rec. 1852/03). Otra, la segunda, relativa a la formalidad del emplazamiento, a fin de despejar la posibilidad de nulidades por indefensión. Si bien sería deseable que la correspondiente diligencia integrase la prevención o advertencia expresa a que se refiere el art. 152.2 CP, o sea, la de las consecuencias del incumplimiento y, en especial, la de la posibilidad de declararlo desierto, en cambio, de la misma manera que la falta de advertencia de los recursos procedentes contra una determinada resolución judicial, en aquellos supuestos en que se entienda con los profesionales —procurador y abogado— que representan y asesoran a la parte en el proceso, no constituye causa de nulidad de la diligencia de notificación, tampoco debería serlo en este caso la omisión del aviso. En este sentido, con carácter general y por lo que respecta a la valoración de la existencia de una verdadera indefensión material, cuando la parte se halla debidamente representada por un procurador y asistida por un abogado, su inacción ante los actos de comunicación del tribunal interfiere decisivamente en la valoración de la existencia de una verdadera indefensión, que es incompatible con la inactividad calculada o negligente de las partes del proceso frente a un trámite necesario e impostergable, previsto en la ley y resuelto reiteradamente por los tribunales en un determinado sentido (SS TC 70/1984 de 11 jun. y 36/1989 de 14 feb.). En consecuencia, procede la estimación del único motivo del recurso extraordinario por infracción procesal interpuesto en interés de doña Josefina D. F.. En orden a decidir las consecuencias que comporta la estimación del recurso por la declaración de nulidad de la sentencia recurrida, pese a la solicitud de devolución de la causa al estado procesal previo a la infracción cometida, lo que procede es, como consecuencia de la 17 declaración de desierto interpuesto en su día en interés de doña Nuria S. G., estimar subsistente en este punto la sentencia dictada por el Jugado de Primera Instancia núm. 4 de El Vendrell en 21 de marzo de 2005, que declaraba el derecho de la demandante a percibir en concepto de legítima en la herencia de don Jaime D. D. la cantidad de doscientos treinta y siete mil novecientos sesenta y un euros con ochenta y ocho céntimos (237.961,88 €), todo ello sin perjuicio de lo que resulte del examen de los motivos del subsiguiente recurso de casación. B) Recurso de casación. Tercero. El primer motivo del recurso de casación, interpuesto y admitido conforme al núm. 2º del art. 477.2 LEC, denuncia la infracción del art. 355.1 CS, por entender que la sentencia recurrida debió tener en cuenta a efectos del cálculo de la legítima “el valor que los bienes de la herencia tenían al tiempo de la muerte del causante”, que no puede ser otro que el valor de mercado, en el que se incluye el de su edificabilidad (592.039,54 €), valor que quedó establecido en la instancia, por lo que se refiere a un concreto bien inmueble sito en Roda de Barà integrado en el caudal relicto, en virtud de una prueba pericial aportada por la actora, y no el valor inferior (270.456,00 €) alcanzado en la venta del mismo a un tercero realizada por la heredera diez meses después del fallecimiento del causante. Al resolver la apelación, la Audiencia Provincial resolvió que “la valoración de los bienes hereditarios debe hacerse con base a unos criterios esencialmente objetivos, con todas las dificultades que éstos comportan, dado que el concepto de valor es esencialmente relativo, ya que admite una acusada variedad de acepciones”. A continuación, con referencia a la S TSJC 26/1993, de 22 de noviembre —la reseña de la fecha de ésta en la sentencia recurrida es evidentemente errónea—, puso de manifiesto que ni del art. 355.1 CS ni de su precedente normativo, el art. 129 CDCC, se desprende qué criterio ha 18 de seguirse para realizar dicha operación, por lo que el tribunal a quo decidió acoger en el presente supuesto el “valor en venta” (270.456,00 €) por ser el más objetivo y real, a la vista de los resultados tan dispares que ofrecían el establecido en la pericial de la actora (592.039,54 €) y el atribuido por la demandada en el inventario de los bienes de la herencia (230.000,00 €), o, incluso, el fijado en un informe de tasación acompañado por ésta junto con la contestación a la demanda (282.975,00 €). Sucede, sin embargo, que la Audiencia Provincial al resolver así valoró expresamente la pericial de la actora y la despreció “no sólo por los motivos señalados en la sentencia recurrida” —en la primera instancia se hizo constar que el perito no tuvo en consideración el estado del inmueble, que dijo desconocer por no haber visto su interior—, sino además porque la pericia en cuestión “conlleva una considerable porción especulativa y… atiende más que al valor real del inmueble a las posibilidades de rendimientos susceptibles de derivar si el inmueble se transformara edificando la parte no aprovechada, pero sobre todo porque la referida tasación obliga a este Tribunal a un acto de fe, pues cuál es la situación urbanística y sus posibilidades no nos consta más que a través de una afirmaciones del perito tasador, pero tales condiciones no han sido adecuadamente acreditadas en autos y, en todo caso, dependerían de un acto administrativo”. Pues bien, en nuestra S TSJC 26/1993 de 22 de noviembre, en un supuesto similar al presente en que sí declaramos infringido el art. 129 CDCC, que en este punto presentaba una fórmula similar (“Hom partirà del valor que els béns de la herència tenien al temps de la mort del causant,...”) a la del art. 355.1 CS, supuesto en el que se había dado preferencia en la sentencia recurrida a la valoración efectuada unilateralmente por el heredero en el inventario de los bienes de la herencia frente a una determinada pericial, y ciertamente bajo una regulación procesal diferente del recurso de casación, lo que dijimos es que: 19 “La llegítima és una institució de dret necessari pel testador, com resulta de l'article 122 de la Compilació (la llegítima confereix per ministeri de la llei un dret a determinades persones, els legitimaris), la qual cosa implica que les operacions sobre càlcul de la llegítima s'han de fer d'acord amb els criteris que estableix la llei, i també que no s'ha de conferir rellevància a les valoracions que pretengui establir el testador (com resulta -per exemple- de l'article 1046-2 de la Llei d'enjudiciament civil) o qualsevol dels interessats en el pagament de la llegítima. La valoració dels béns hereditaris s'ha de fer, doncs, en base a uns criteris essencialment objectius, amb totes les dificultats que això comporta, atès que el concepte de valor és essencialment relatiu, ja que admet una acusada varietat d'accepcions. Certament que l'article 129 de la Compilació no estableix quin criteri s'ha de seguir a l'hora de valorar els béns hereditaris als efectes de la computació legitimària. Però no hi ha dubte que el valor en venda és o pot ésser un valor objectiu i real, com ho acredita el fet que l'article 283 del projecte de Compilació del dret civil de Catalunya digués que s'havia de partir del «valor en venta» dels béns de l'herència, i si bé es cert que aquesta previsió no va passar al text legal, això vol dir únicament que el valor en venda no és l'únic que s'ha de tenir en compte, però no que s'hagi de prescindir del valor en venda. I en el cas que dóna origen a aquest recurs de cassació el valor en venda s'ha establert per uns dictàmens pericials, la qual cosa porta a la racional conclusió que per mitjà de la prova pericial s'ha establert la valoració objectiva de la finca que forma part del cabal hereditari. I que també sembla cert que aquesta valoració de la finca, feta de forma unilateral per l'hereva i que no fou acceptada per les legitimàries, i que és la que accepta com a vàlida el jutjador d'instància després de qualificar de relatiu i insegur el valor en venda que resulta del dictamen pericial i d'efectiu el que obté en base a una oferta i valoració fetes en la forma esmentada, valoració que no s'adiu gens amb el caràcter de les normes -imperatives- sobre computació de llegítima.” En el presente supuesto, sin embargo, resulta que la recurrente pretende, por medio de su recurso de casación y sin anunciar un correlativo motivo por infracción procesal en razón a la supuestamente errónea valoración de la prueba —el que incluyó en su escrito de preparación no lo desarrolló en el de interposición, por lo que debe considerarse desistido—, que se revise ahora el valor atribuido por el tribunal de apelación a un determinado bien inmueble integrado en el caudal relicto, con base en una prueba pericial que dicho tribunal despreció por determinadas razones que explicitó adecuadamente. 20 Este planteamiento casacional está condenado al fracaso por las mismas causas que expusimos para otro supuesto parecido (S TSJC 33/2004 de 18 nov.), en el que también se había denunciado la infracción del art. 355.1 CS por valoración incorrecta del caudal hereditario, con idéntica pretensión de que por esta Sala se llevara a cabo una nueva valoración de la prueba en el marco de un recurso de casación, por lo que deben considerarse plenamente válidas las razones que entonces ofrecimos para desestimar el recurso y que aquí se transcriben para garantizar la adecuada tutela de los derechos del recurrente: “Davant d’aquest plantejament, cal abans de tota altra consideració repetir allò que aquesta Sala ja ha assenyalat en nombroses resolucions anteriors, a saber, que la nova Llei d’enjudiciament civil 1/2000, aquí aplicable, ha exclòs de l’àmbit de la cassació totes les infraccions de naturalesa processal (tals com les referents a la vulneració de les regles legals sobre la valoració, l’apreciació o la distribució de la càrrega de la prova) ja que la nova cassació té circumscrit el seu marc a les infraccions de normes substantives (art. 477) perquè per a la correcció de les processals ha instaurat el recurs extraordinari per infracció processal (art. 468) com explica l’Exposició de Motius de la Llei nova (apartat XIV) i declara la jurisprudència tant del Tribunal Suprem (interlocutòries de 20 de novembre de 2001, 12, 19 i 26 de febrer de 2002, etc.) com la d’aquesta Sala (sentències de 21 d’octubre de 2002, 26 de març i 23 de juny de 2003, interlocutòries de 16 de juny, 7 de juliol (2) de 2003, 2 i 5 de gener, 17 de juny i 28 d’octubre de 2004, i altres); i és que l’actual cassació és substancialment diferent a la cassació de la Llei anterior: l’actual té limitat el seu àmbit a un únic motiu (“la infracció de les normes aplicables per resoldre les qüestions objecte del procés” com diu el núm. 1 de l’art. 477) el qual coincideix amb el motiu 4 de l’art. 1692 de la Llei anterior; els altres tres motius de l’art. 1692 derogat (tots de naturalesa processal) han estat reconduïts al recurs extraordinari per infracció processal de l’art. 469 de nova creació, tal com explica el ja esmentat apartat XIV de l’Exposició de Motius de la llei nova.” En consecuencia, se desestima este motivo del recurso. Cuarto. El segundo motivo del recurso de casación denuncia la infracción del art. 355.2 CS por haber decidido la Audiencia Provincial que no fuera incluido como donatum en el caudal relicto un determinado inmueble —otro diferente— que, si bien figuraba a 21 nombre de la heredera, había sido adquirido por el causante, de manera que, según la recurrente, se trataba de “un negocio simulado” con simulación relativa —una donación bajo la forma de una compraventa. Respecto a esta operación, la sentencia recurrida (FD 9º), con revisión de la prueba documental obrante en autos y después de apreciar que la demandada era arrendataria del inmueble con anterioridad a su compra y que en dicha condición se entendió directamente con la entidad bancaria vendedora —de quien partió la oferta— para adquirirlo, estimó que lo realmente donado por el causante a la demandada fue el capital para adquirir el inmueble y que aquél no intervino para nada en el contrato de compraventa posterior, por lo que, con cita de nuestra sentencia 26/1993, concluyó que el importe a considerar debía ser “el importe del capital donado”, ya que “la suma a computarse será la realmente acreditada como donada” (18.109,51 €), y no el valor del inmueble al tiempo del fallecimiento del causante —que en la sentencia de primera instancia se fijó en 346.050,00 €. En resumen, la recurrente pretende nuevamente, al amparo exclusivo del recurso de casación, la revisión de la valoración de la prueba efectuada por el tribunal de apelación, puesto que del precepto citado como infringido no se desprende en absoluto que deba computarse necesariamente como donatum todo lo que el heredero hubiera adquirido sin simulación con lo recibido a título gratuito de su causante. Por lo tanto, las mismas razones expuestas para desestimar el motivo anterior abonan la desestimación del presente. Quinto. En último lugar, la recurrente denuncia la infracción del art. 35.1 CF a fin de que sea incluido el ajuar en el caudal hereditario, por el valor de un 3% del total, a fin de calcular su legítima. 22 Esta pretensión fue rechazada en la alzada (FD 5º) al considerar que la computación del ajuar, con excepción de los bienes que tenga un valor extraordinario —cuya existencia no consta en este caso—, se halla excluida por mor del art. 35 CF, “máxime si la única heredera es la viuda”. En efecto, siempre que en la herencia concurra el cónyuge — superviviente— del causante, se detraerá previamente en su favor del caudal relicto el ajuar del domicilio conyugal, integrado por la propiedad de la ropa, el mobiliario y los enseres destinados al uso doméstico, sin que ello compute en su haber hereditario, con independencia de cuál sea el título de la sucesión. Esto supone que tales bienes no llegan a integrarse en ningún momento en el caudal relicto, de manera que ni están sujetos a responsabilidad a favor de los acreedores de la herencia (arts. 34 a 37 CS), ni, lógicamente, pueden servir para el cómputo de la legítima (art. 355 CS). Este derecho de predetracción, introducido en la versión reformada de la Compilació del año 1984, que tiene su origen en el derecho vidual sobre el lecho conyugal del primitivo art. 19.1 CDCC, más que en la acción para reclamar la joia mitjana regulada en el párrafo 2 del mismo precepto —aunque sería más exacto decir que es producto de la influencia de las aventajas aragonesas y navarras y del art. 1.321 C.C.—, pretende garantizar, en la medida de lo posible, la conservación de las condiciones de vida del cónyuge supérstite, respetando la lógica afección por aquellos muebles y enseres que formaban parte ordinaria de la vida conyugal con el causante, al tiempo que resuelve razonablemente un eventual conflicto sobre bienes, en no pocas ocasiones, de titularidad dominical difusa y de valor relativo. Por eso, se trata propiamente de un derecho ex lege de carácter familiar y no sucesorio, que integra el llamado régimen matrimonial primario —sin perjuicio de la específica regulación de que es objeto para el régimen de comunidad de bienes (art. 75.2 CF)—, que se 23 reconoce al viudo, con independencia de la situación económica en que quede y de cuál sea su derecho en la herencia del causante o en la liquidación del régimen matrimonial. Nada de lo dicho resulta desautorizado por la previsión contenida en el art. 123.2 CS, en el que se contempla la posibilidad de que el causante disponga, entre otros objetos, de la “roba i parament de la casa” por medio de memorias testamentarias, ya que la validez de esta disposición se encuentra condicionada en todo caso a la inexistencia de cónyuge superviviente con derecho de predetracción o a que se refiera a los objetos del ajuar excluidos de dicho derecho (art. 35.2 CF). Tampoco es obstáculo para ello el régimen fiscal atribuido al ajuar familiar, no sólo porque la naturaleza y carácter de las instituciones civiles no puede depender de su régimen tributario —AP Barcelona 17ª S 4 mar. 2005 (rec. 217/04)—, si acaso al revés, sino porque la normativa fiscal es plenamente respetuosa con la significación familiar y no sucesoria del derecho de predetracción vidual, cuando, por un lado, declara exento del impuesto sobre el patrimonio el “ajuar doméstico” no suntuario (art. 4.4 L. 19/1991), y, por otro, a efectos del impuesto sobre sucesiones, permite deducir del concepto tributario correspondiente el valor de los bienes que, por disposición del art. 1.321 C.C. o de “disposiciones análogas de Derecho civil foral o especial”, deben entregarse al cónyuge sobreviviente (art. 34.3.2 RISD, aprobado por R.D. 1629/1991). En consecuencia, tampoco puede prosperar el último motivo del recurso de casación. Sexto. A la vista de la desestimación del recurso de casación, de conformidad con lo que resulta del art. 398.1 LEC en relación con el art. 394 LEC, procede condenar en las costas correspondientes a la parte recurrente. De conformidad con lo previsto en el art. 398.2 24 LEC, no procede pronunciamiento sobre las costas causadas en relación con el recurso extraordinario por infracción procesal. En consecuencia, DISPOSITIVA. 1º. ESTIMAMOS íntegramente el recurso extraordinario por infracción procesal interpuesto por la procuradora doña María Rosa Elías Arcalís, en representación de doña Josefina D. F., contra la sentencia dictada por la Sección 1ª de la Audiencia Provincial de Tarragona en fecha 24 de abril de 2006 (rollo núm. 588/2005), dimanante del juicio ordinario núm. 164/2004 del Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de El Vendrell; 2º. DESESTIMAMOS íntegramente el recurso de casación interpuesto por la misma parte contra la referida sentencia; 3º. ANULAMOS parcialmente la referida sentencia, de forma que, por la declaración de desierto del recurso de apelación interpuesto en su día en interés de doña Nuria S. G., se estima subsistente en este punto lo dispuesto en la sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia núm. 4 de El Vendrell el 21 de marzo de 2005, por la que se declaraba el derecho de la demandante a percibir en concepto de legítima en la herencia de don Jaime D. D. la cantidad de doscientos treinta y siete mil novecientos sesenta y un euros con ochenta y ocho céntimos (237.961,88 €), con los intereses legales correspondientes desde la fecha de la muerte del causante, ocurrida el 30 de agosto de 2003. 4º. CONFIRMAMOS la sentencia recurrida en cuanto a los restantes pronunciamientos. 5º. CONDENAMOS a la parte recurrente en las costas causadas en razón al recurso de casación, sin que proceda pronunciamiento 25 expreso alguno en relación con las del recurso extraordinario por infracción procesal. Así lo deciden, mandan y firman la Presidenta y los Magistrados designados al margen. Doy fe. PUBLICACIÓN.- Esta Sentencia se ha firmado y publicado el mismo día de la fecha por los Magistrados de esta Sala que la han dictado. Doy fe. 26