Género, escuela y psicología: una deuda pendiente

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Género, escuela y psicología:
una deuda pendiente
María Fernanda Martínez Hoyos118
Resumen
El objetivo general del texto es sensibilizar a la comunidad en general pero
especialmente a los profesionales y agentes de salud mental frente a la
problemática de las Violencias Basadas en Género (VBG) y la importancia
de implementar la perspectiva de género en los contextos educativos,
especialmente al reconocer que se trata de un problema de salud pública
que atenta contra el derecho a la vida, la seguridad, la libertad, la dignidad
y la integridad física y psíquica de quienes la padecen, una problemática
sustentada en un sistema patriarcal que se reproduce culturalmente mediante
los procesos de socialización primaria y secundaria por lo que resulta crucial
reconocer el papel que desempeñan la familia y la escuela en la detección,
erradicación o perpetuación de manifestaciones de violencia física, sexual,
psicológica, económica y patrimonial por razones de género.
Palabras clave: Género, violencia, mujer, violencia física, sexual, psicológica,
económica y patrimonial.
Introducción
La presente ponencia se deriva de dos fuentes, en primer lugar los procesos
de reflexión que se vienen desarrollando con el grupo de investigación
psicología y salud de la Universidad de Nariño en relación a las cuestiones de
género en el marco de la investigación docente denominada “Fortalecimiento
de las actitudes tendientes a prevenir las manifestaciones de violencia basada
en género en administrativos, docentes y estudiantes en la Universidad de
Nariño”.119 y en segundo lugar la experiencia en el contexto de la psicología
educativa obtenida a lo largo de siete años en tres instituciones públicas del
Municipio de San Juan de Pasto, en los cuales con mucha frecuencia he sido
testigo de historias de vida de mujeres víctimas de Violencias Basadas en
Genero (VBG) que revelan la especial importancia que tiene el abordaje de
este tema en los contextos educativos.
El texto presenta de manera general la situación actual de nuestro país en
lo que respecta a las violencia hacia las mujeres por razones de género, y se
centra en exponer las definiciones de los tipos de violencia que ofrecen los
principales marcos jurídicos nacionales e internacionales con el fin de que las y
Psicóloga de la Universidad de Nariño y Magister en Educación desde la Diversidad de la Universidad
de Manizales, docente de la Maestría en Educación desde la Diversidad de la Universidad de Manizales.
mariafermatinez13@gmail.com
119
Investigación en curso financiada por el sistema de investigaciones de la Universidad de Nariño a cargo
del grupo de psicólogos e investigadores: Patricia Gonzales, Dian Rodríguez, Cristian Zambrano, Mauricio
Pantoja, Milena Guerrero y Ana Caicedo, miembros del grupo de investigación Psicología y Salud.
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los lectores puedan reconocer estas manifestaciones en su contexto cotidiano
y se motiven a asumir una posición al respecto, finalmente se exponen
brevemente argumentos frente a la necesidad de formación y autoformación
de los profesionales de la educación y la salud mental frente al tema de la VBG
como herramienta fundamental para su prevención y detección oportuna.
Cabe aclarar se comprende el género desde una perspectiva amplia
que implica reconocer la manera como el discurso dominante sobre la
masculinidad y feminidad afecta tanto a hombres como mujeres y se comparte
el debate critico frente al énfasis de los estudios de género sobre las mujeres y
el olvido o invisibilización de las situaciones de los hombres que también son
víctimas de este tipo de violencia, sin embargo, y atendiendo a la experiencia
de la autora así como otras fuentes que sugieren la mayor prevalencia de esta
problemática hacia el género femenino, en el presente artículo se hará énfasis
en la violencia contra la mujer reconociendo el daño que genera en los hombres
y las mujeres, los niños y las niñas, adolescentes y adultos involucrados en
los ciclos de violencia, pero se invita al lector y a la comunidad académica a
agudizar en adelante los lentes que nos conduzcan a develar las violencias de
la que los hombres son víctimas por cuestiones de género para aportar esta
nueva y necesaria mirada al debate.
Violencia de género y violencia contra la mujer
De acuerdo con la CEPAL (2007) la violencia de género tiene sus bases en el
preconcepto que considera a las mujeres como inferiores a los hombres y que
está sustentado en la cultura de desigualdad y discriminación que rige a la
mayoría de las sociedades de la región.
Esta noción subyace a la impunidad e inhabilita a las mujeres para desplegar
todas sus capacidades y ejercer plenamente sus derechos. Las víctimas de
violencia experimentan, en general, la desconfianza, suelen ser culpabilizadas
cuando denuncian y los agresores no obtienen sanción, entre otras razones
por el alto nivel de tolerancia social hacia lo que se considera –a pesar de las
leyes– como un problema privado (CEPAL, 2007, p. 12).
Los comportamientos, mitos, normas, valores y actitudes inscritos y
consolidados en el discurso patriarcal frente a lo masculino y lo femenino
que caracteriza a nuestra sociedad, han puesto a la mujer en una situación
de desventaja y subordinación que la ha convertido a lo largo de la historia
en receptora de múltiples manifestaciones de violencia derivada del trato
diferencial y la distribución inequitativa de bienes y derechos materiales y
simbólicos que se presenta entre mujeres y hombres que se sustenta en
razones de género culturalmente construidas y que han sido transmitidas sin
mayor cuestionamiento mediante los procesos de socialización primaria y
secundaria que han contribuido a naturalizar y justificar la violencia contra
la mujer a lo largo de la historia; sin embargo, hace ya varias décadas e
impulsados en sus inicios por la ola del feminismo se han venido planteando
una serie de mecanismos que pretenden no solo hacer visible esta problemática
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sino también comprometer a los estados y empoderar a la comunidades
comenzando por las propias mujeres para su erradicación. En este orden de
ideas haremos alusión en adelante a lo que se ha venido entendiendo por
violencia contra la mujer invitando al/la lector(a) a descubrir y profundizar
en las razones de género que se esconden tras las mismas.
De la diferentes conceptualizaciones que se dan al concepto de Violencia
contra la mujer se tomará la definición construida por El Consejo de Europa
(2002) Que tomando como referentes la Declaración sobre la Eliminación de
la Violencia contra las Mujeres de las Naciones Unidas (1993), la Convención
de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (1979), la Plataforma para la acción adoptada
en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995), entre otras, ha
definido “violencia contra la mujer” como:
Cualquier acto violento por razón del sexo que resulta, o podría resultar, en
daño físico, sexual o psicológico o en el sufrimiento de la mujer, incluyendo las
amenazas de realizar tales actos coacción o la privación arbitraria de libertad,
produciéndose éstos en la vida pública o privada . Ello incluye, aunque no se
limita, a lo siguiente:
a. Violencia que se produce en la familia o la unidad doméstica, incluyendo,
entre otros, la agresión física y mental, el abuso emocional y psicológico, la
violación y abusos sexuales, incesto, violación entre cónyuges, compañeros
ocasionales o estables y personas con las que conviven, crímenes perpetrados
en nombre del honor, mutilación genital y sexual femenina y otras prácticas
tradicionales perjudiciales para la mujer, como son los matrimonios forzados.
b. Violencia que se produce dentro de la comunidad en general,
incluyendo, entre otros, la violación, abusos sexuales, acoso sexual e
intimidación en el trabajo, en las instituciones o cualquier otro lugar, el
tráfico ilegal de mujeres con fines de explotación sexual y explotación
económica y el turismo sexual.
c. Violencia perpetrada o tolerada por el Estado o sus funcionarios.
d. Violación de los derechos humanos de las mujeres en circunstancias de
conflicto armado, en particular la toma de rehenes, desplazamiento forzado,
violación sistemática, esclavitud sexual, embarazos forzados y el tráfico con fines
de explotación sexual y explotación económica (Consejo de Europa, 2002, p. 6).
La anterior definición pone de manifiesto los múltiples escenarios,
agentes y situaciones posibles en la perpetración de violencia contra la
mujer los cuales guardan directa vinculación con razones de género y
develan aquellos condicionamientos culturales construidos en torno a
lo femenino que justifican distintas formas de violencia desde escenarios
macro sociales como el estado hasta escenarios más micro sociales como la
comunidad cercana y la familia.
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Violencia de género en Colombia: cuerpos rotos y almas
heridas, radiografía de una realidad
Pensar con perspectiva de género las situaciones de violencia en Colombia
nos hace conscientes de las marcadas desigualdades entre hombres y
mujeres en temas relacionados con el empleo, el acceso a la educación y
la salud, la feminización del desplazamiento y la pobreza y el cotidiano
desconocimiento o subvaloración del trabajo de la mujer dentro y fuera
del hogar, como se hace evidente en el Boletín No 15 presentado por el
Observatorio de asuntos de género de la Alta Consejería Presidencial para la
Equidad de la Mujer (2012) en el que se da a conocer que el desempleo y la tasa
de participación en el mercado laboral de las mujeres reflejan una condición
de vulnerabilidad e inequidad que se mantiene sin mayores perspectivas
de cambio en el periodo 2007 – 2011 y que los ingresos percibidos por las
mujeres son muy inferiores a los de los hombres, lo que refleja una tendencia
de nuestra sociedad a subvalorar los trabajos realizados por ellas (p.12),
Situaciones que “más acá” de las cifras podemos comprobar en nuestro
contexto cotidiano y seguramente en muchos de nuestros propios hogares
en los que las muchas mujeres además de ser víctimas de violencias por
parte de sus parejas reúnen varias condiciones de vulnerabilidad como ser
madres solteras, presentar bajo nivel educativo y económico, y carecer de
acceso digno a la salud, el empleo y la justicia, que en conjunto generan una
re victimización de la mujer por parte de la sociedad y el estado.
En el año 2008 el Congreso de la Republica de Colombia impulsado por
una serie de movimientos nacionales e internacionales que desde hace varias
décadas han venido denunciando estas problemáticas y los diferentes abusos
y expresiones de violencia contra las mujeres en todos los ámbitos , aprobó
la Ley 1257 por la cual se dictan normas de sensibilización, prevención
y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres, se
reforman los Códigos Penal, de Procedimiento Penal, la Ley 294 de 1996 y se
dictan otras disposiciones; en esta Ley de especial importancia para nuestro
país en el camino de erradicación de la violencia contra la mujer, se definen
claramente los tipos de violencia que es fundamental que conozcan los
distintos profesionales de la educación y la salud mental con el fin de realizar
detecciones oportunas y canalizaciones adecuadas de esta problemática. Esta
Ley define la violencia contra la mujer como:
Cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual,
psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien
sea que se presente en el ámbito público o en el privado. (Congreso de la Republica
de Colombia, 2008, p. 1).
Y establece las siguientes definiciones de daño como elemento que permite
a tanto a los profesionales como a las propias víctimas identificar de formas
más clara los diferentes tipos de violencia.
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Reflexionando las disciplinas
a) Daño psicológico: Consecuencia proveniente de la acción u omisión
destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias
y decisiones de otras personas, por medio de intimidación, manipulación,
amenaza, directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra conducta
que implique un perjuicio en la salud psicológica, la autodeterminación o el
desarrollo personal.
b) Daño o sufrimiento físico: Riesgo o disminución de la integridad corporal
de una persona.
c) Daño o sufrimiento sexual: Consecuencias que provienen de la acción
consistente en obligar a una persona a mantener contacto sexualizado, físico
o verbal, o a participar en otras interacciones sexuales mediante el uso de
fuerza, intimidación, coerción, chantaje, soborno, manipulación, amenaza o
cualquier otro mecanismo que anule o limite la voluntad personal.
Igualmente, se considerará daño o sufrimiento sexual el hecho de que la
persona agresora obligue a la agredida a realizar alguno de estos actos con
terceras personas.
d) Daño patrimonial: Pérdida, transformación, sustracción, destrucción,
retención o distracción de objetos, instrumentos de trabajo, documentos
personales, bienes, valores, derechos o económicos destinados a satisfacer las
necesidades de la mujer. (Congreso de la Republica de Colombia, 2008, p. 2).
Tipos de daño que se relacionan directamente con diferentes tipos de
violencia como son la violencia física, sexual, psicológica, económica y
patrimonial. De acuerdo a la Guía de atención a la mujer maltratada establecida
por el Ministerio de Salud de Colombia (s.f.) se entiende por violencia física toda:
Forma de agresión producida por la aplicación de la fuerza física no accidental,
caracterizada por lesiones variables sobre el cuerpo de la persona agredida,
con consecuencias leves o graves, incluso la muerte, pero que siempre tienen
efectos traumáticos de orden psicológico o emocional ya que es generada con una
intencionalidad específica. (p. 11).
El Ministerio de Salud de Colombia, plantea además que este tipo de
violencia se manifiesta de manera cotidiana en el ámbito familiar y es el
resultado de una dinámica de poderes donde la mujer ha sido situada histórica
y culturalmente en un plano inferior al hombre, también da a conocer diversos
factores de riesgo que a nivel sociocultural incluyen el bajo nivel educativo
y de ingreso -aunque aclara que no es una constante-, el desempleo, la
subvaloración social de la mujer, el reconocimiento del machismo como valor
social y el fortalecimiento de conductas discriminatorias hacia la mujer. en
relación al agresor, refiere como factores de riesgo del agresor, los antecedentes
del maltrato, el bajo nivel de escolaridad, las crisis conyugales y familiares
por diferentes causas como los celos, las dificultades en la educación de los
hijos, etc., las rivalidades permanentes, el alcoholismo y la drogadicción, los
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trastornos de personalidad, la valoración de la violencia física como medio de
resolución de conflictos y el desconocimiento de los derechos de la mujer y
con relación a la mujer agredida se consideran factores de riesgo, la historia
de maltrato, situaciones traumáticas en la infancia, pasividad e inseguridad,
agresividad e intolerancia, alcoholismo y drogadicción, discapacidades, baja
autoestima, Incapacidad de tomar decisiones autónomas y dependencia
económica (Ministerio de Salud de Colombia, s.f.: 11,12)
Continuando con lo planteado por el Ministerio de Salud (s.f.) Se entiende
por Violencia Psicológica.
Todo tipo de agresión a la vida afectiva lo cual genera múltiples conflictos,
frustraciones y traumas de diferentes órdenes, emocional, psicológico, social,
en forma temporal o permanente. Además de estar íntimamente relacionado
con las agresiones físicas y sexuales puede presentarse como una relación
cotidiana en la convivencia familiar expresada en 3 formas (Ministerio de
Salud, s.f., p. 12):
La agresión verbal, el lenguaje corporal y el chantaje afectivo, expresiones
que acompañan con frecuencia sino siempre la violencia física. Entre los
factores de riesgo que menciona el Ministerio de Salud frente a este tipo de
violencia se destacan entre otros los noviazgos apresurados o superficiales
que no permiten la compenetración afectiva de la pareja, la dependencia
afectiva, económica, social, etc. la Influencia de las familias de origen en la
relación conyugal, los desacuerdos en la crianza y socialización de los hijos, la
tendencia a interesarse más por las familias de origen, que por situaciones de
la propia familia y la subordinación económica, social y cultural de las mujeres
y las niñas (Ministerio de Salud, s.f., p. 13).
Finalmente el Ministerio de Salud (s.f.) define la Violencia sexual como:
Toda acción u omisión, voluntaria o involuntaria, protagonizada por un hombre
o una mujer, contra otro hombre o mujer, que causando daño físico o emocional ,
vulnera los derechos sexuales de la otra persona, le impide o limita la satisfacción
de sus necesidades sexuales e inhibe el pleno desarrollo de su sexualidad.
(Ministerio de Salud, s.f., p. 13).
Frente a este tipo de Violencia, el Ministerio de Salud, (s.f., p. 15), reconoce
como factores de riesgo los mitos y tabúes sobre la sexualidad, la subvaloración
de la mujer, el hacinamiento , entre otros y destaca especialmente el significado
asignado a la mujer como objeto sexual perpetuado por los diferentes medios
de comunicación.
En relación a la violencia Económica la Ley 1257de 2008 la define como:
Cualquier acción u omisión orientada al abuso económico, el control abusivo de
las finanzas, recompensas o castigos monetarios a las mujeres por razón de su
condición social, económica o política. Esta forma de violencia puede consolidarse
en las relaciones de pareja, familiares, en las laborales o en las económicas.
(Congreso de la Republica de Colombia, 2008, p. 1).
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Habiendo aclarado las definiciones de los diferentes tipos de violencia
contra la mujer e identificando de manera general las razones de género que
las sustentan es importante conocer la situación actual del país al respecto,
a fin de que reconozcamos que no se trata de un tema menor y que resulta
urgente contribuir desde todos los sectores a la erradicación de este problema
de salud pública que nos concierne a todas y todos.
Según lo reportado por el instituto Colombiano de medicina legal y
ciencias forenses (citado por Corporación Sisma, 2013) se presentan los
siguientes datos en relación a la violencia de género en Colombia: En relación
con la violencia física por parte de la pareja o ex pareja, en el 2012, 47.620
mujeres fueron agredidas por su pareja o ex pareja, lo que significa que cada
11 minutos, una mujer fue agredida y mensualmente 3.968; por cada nueve
mujeres que reportan ser víctimas de violencia por parte de su pareja o ex
pareja, solo un hombre reporta lo mismo.
En relación a las agresiones que causaron muerte a las víctimas se encuentra
que en el 2012 138 mujeres fueron asesinadas por su pareja o expareja. Lo
que implica que aproximadamente una mujer cada tres días fue asesinada
situación que en el caso de los hombres ocurrió cada 15 días.
En relación a la Violencia sexual que se mide por el número de exámenes
médico-legales por presuntos delitos sexuales. En el año 2012 se realizaron
18.100 exámenes médico-legales a mujeres. Esto significa que en ese año
cada media hora una mujer fue víctima de violencia sexual en el país, cada
día 50 y cada mes 1.508; aproximadamente por cada hombre víctima de
violencia sexual hay cinco mujeres víctimas; hasta el primero de noviembre
del 2013, 106 personas reportaron ser víctimas de delitos contra la libertad y
la integridad sexual de estos, 90 son mujeres.
En lo que respecta a la violencia en el marco del conflicto armado En el 2012
se reportaron 165 mujeres víctimas de violencia sexual en estos contextos y
hasta el primero de noviembre del 2013, las mujeres representan el 84,9% de
las víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado colombiano. Lo
que significa que las mujeres siguen siendo las principales víctimas de la guerra
y soportando sus consecuencias, pues representan el 51% de las víctimas del
desplazamiento forzado, lo que significa que 2.632.427 mujeres colombianas
han sido víctimas de este flagelo, el 51,4 % de las víctimas de amenaza, el 43,8
% de las víctimas de tortura ,el 46,8 % de las víctimas de la desaparición forzada
y el 46,7 % de las víctimas de homicidio en el país (Instituto Colombiano de
Medicina Legal y Ciencias Forenses, citado por Corporación Sisma, 2013).
Cabe anotar que las connotaciones especiales que adquiere la violencia
en el marco del conflicto armado ya que históricamente la mujer ha sido
considerada “botín de guerra” ya que el acceso violento a su cuerpo no solo
es utilizado como instrumento de placer sino también como mecanismo que
permite mancillar el honor del adversario y agredirlo simbólicamente al
demostrarle su incapacidad de cuidar a sus mujeres.
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Violencia de Genero: Una deuda pendiente en el discurso y
la acción
Las múltiples formas de violencia experimentadas por las mujeres en Colombia
a las que se ha venido haciendo referencia justifican de sobra la necesidad de
hablar abierta y directamente de la VBG en todos los contextos, especialmente
en la familia y la escuela, ya que al ser claves en los procesos de socialización
inciden de forma directa en la trasmisión o transformación radical del discurso
patriarcal que justifica y naturaliza la desigualdad, discriminación y violencia
contra la mujer y lo femenino; sin embargo, la escasa o nula formación en
el tema de los diferentes profesionales y agentes que hacen parte de las
comunidades educativas impide comprender las razones de género que se
encuentras detrás de los diferentes conflictos cotidianos que se presentan en
la escuela y que seguirán permaneciendo invisibles de no ponernos las gafas
que nos permitan agudizar nuestra mirada al respecto.
La experiencia en contextos educativos me permite afirmar que la
introducción de la perspectiva de género en estos escenarios se torna urgente
ya que no son pocas las mujeres de este contexto que hacen parte de las
estadísticas antes presentadas pero lo que realmente resulta preocupante es
que son muchas más las que se encuentran en el subregistro de estos datos pues
se trata de una problemática que se silencia, se invisibiliza o no se reconoce
incluso por parte de las propias víctimas; en el caso de la violencia sexual por
ejemplo existe mucho miedo a denunciar y con frecuencia la mujer niña o
adulta que se atreve a hacerlo, es re victimizada por el contexto educativo y
su propia familia que la responsabilizan por los sucedido acusándola de ser
quien “se lo busco”, quien provoco la violencia o quien “exagera” lo sucedido,
a lo que se suma la total desconfianza en el sistema de justicia respecto al
cumplimiento de la ley al demostrar falta de celeridad y acompañamiento a
las víctimas.
Para otras tantas mujeres, resulta difícil reconocer por ejemplo que el
excesivo control y limitación de la locomoción que reciben de sus parejas
no es una cuestión de amor sino de violencia psicológica, igual sucede con
el incumplimiento de la cuota de alimentos y demás expresiones sutiles o
poco reconocidas de violencia económica o patrimonial que se desconocen,
desconociendo también los mecanismos para hacer ejercer sus derechos,
este desconocimiento generalizado en nuestra sociedad sugiere que tenemos
una deuda pendiente con nosotros mismas/os en nuestra propia formación
profesional y para quienes trabajamos en contextos educativos, una deuda
con los miles de sujetos en formación con quienes a diario convivimos y
con quienes tenemos una inmensa posibilidad de transformación, ya que al
hacerlos conscientes desde temprana edad de las causas y consecuencias
profundas de esta problemática podremos construir formas alternativas de
abordar las nuevas masculinidades y feminidades y de relacionarnos con
ellas, conformando nuevos escenarios para la convivencia de los que mujeres
y hombres resultemos beneficiados.
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Reflexionando las disciplinas
Conclusiones y recomendaciones
Con todo lo que queda por decir frente al tema, se termina por concluir que el
género es una deuda pendiente en las agendas educativas, puesto que no se
introduce esta perspectiva en los procesos de formación de los psicólogos/
as ni de los/las profesionales de la educación y mucho menos se trabaja en
la formación de las familias frente al tema, sin embargo la falta de formación
no puede constituirse en excusa de inmovilidad y nos corresponde educarnos
autónomamente y colectivamente para iniciar estas trasformaciones ya que
no es una cuestión de las mujeres, no es una cuestión de “feminismos” sino
de voluntad para construir formas alternativas de relación con/entre las
feminidades y masculinidades emergentes.
El abordaje de la VBG requiere una mirada compleja, multisectorial e
interdisciplinaria, por lo tanto los psicólogos debemos estar atentos a las
diferentes manifestaciones de VBG pues somos profesionales clave para
su detección y prevención, y al ponernos los “lentes de género” podemos
contribuir a evitar que las VBG se perpetúen en los contextos, clínicos,
educativos, organizacionales y comunitarios a los que accedemos en ejercicio
de nuestro rol, así mismo, la ética profesional requiere una evaluación de
nuestros propios prejuicios y creencias de género que también reproducimos
al estar inmersos en un contexto cultural patriarcal.
Finalmente cabe recalcar que al ser la VBG una problemática que se
subvalora y sub registra en nuestro contexto, que se ha naturalizado y tornado
invisible en nuestras prácticas cotidianas no siéndonos posible reconocer
otras formas de violencia más allá de las expuestas con sensacionalismo en
los medios de comunicación, es nuestra responsabilidad como agentes de
transformación social, desde la escuela, desde la familia, desde la comunidad
o desde cualesquiera que sean nuestro campo de acción, educar y educarnos
en torno a la VBG y comprometernos con la erradicación de este tipo de
violencia, contribuyendo así a la salud y formación integral de nuestros niños,
niñas y adolescentes y aportando a una cultura de paz que requiere abordar
las causas estructurales de la violencia que evidentemente están sustentadas
en concepciones más profundas que las que justifican el uso de las armas.
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