Del contexto a la problemática Las instituciones educativas, al ser declaradas por diversos organismos internacionales como el lugar idóneo para la transformación, estuvieron de la mano en el interés por luchar contra flagelos como la pobreza y por el fomento del “desarrollo sostenible y de la consecución de los objetivos internacionales de desarrollo mediante la investigación y el saber” (Unesco, 2008, p. 23). Este fenómeno estuvo ligado a la educación expansiva o masificación de la educación, que permitió acomodar los procesos de eficiencia y eficacia a la estructura de los currículos educativos. Martínez Boom nos plantea que este fenómeno convirtió al aparato escolar en la empresa de formación de sujetos competentes y competitivos en el mercado; él tituló esto la “escuela competidora” (Martínez Boom, 2004). La producción de sujetos consumistas2, conformistas, jerarquizados y competitivos emanan de lo moderno, lo económico y lo eficiente; muchos las han llamado las nuevas formas de control social. Tedesco (1995) nos habla de cómo formar para el trabajo y para la ciudadanía en América Latina nos ubica en el discurso de la calidad, la productividad y la eficacia de la escuela, en donde la formación por competencias ha encontrado un nicho bastante aplacible. No se nos olvide que la calidad como discurso ha sido adaptado por la mayoría de las instituciones, buscando responder más a la capacidad cognitiva de los exámenes internacionales que a una formación humana3; en vez de responder a otros modelos menos excluyentes, seguimos respondiendo a los procesos de “selección” laboral que generan más desigualdad. Esta perspectiva establece que para hablar de formación integral en la “globalización” tenemos que garantizar la formación básica en: a) Tecnologías de información, sistemas e internet, acceso a redes y sistemas de información. b) Dominio del inglés como lengua académica. c) Flexibilidad entendida como la capacidad de adaptación a la cambiante oferta laboral y al rápido avance de las tecnologías. d) Disposición para una capacitación permanente con resultados visibles a corto plazo (Vargas, 2010, p. 161). 2 Competencia básica de la actual realidad. 3 "No hace falta mencionar la crítica de Foucault a las Ciencias Humanas en su obra Las palabras y las cosas, ni la crítica que hace Heidegger al humanismo moderno, para mostrar que la educación humanista está en crisis. En el actual período de globalización los conceptos de formación y educación humanista han caído en desuso, dando paso a una educación basada en 'competencias', o dirigida a garantizar la 'calidad' del proceso de enseñanza-aprendizaje" (Vargas, 2010, p. 157). 25