220-40776 Asunto: Pago del pasivo en una sociedad en liquidación. Acuso recibo de su escrito radicado en esta entidad el día 24 de marzo del 2000 con el No. 427.908, en el cual consulta: 1. 2. 3. 4. ¿Qué debe hacerse cuando una sociedad constructora que se encuentra en liquidación, sólo tiene para entregar a sus acreedores unidades construidas y a sus socios como única utilidad unidades construidas y estos manifiestan en juntas y en actas recibirlas, pero no lo realizan de acuerdo a lo pactado? ¿Puede realizarse la entrega de estas unidades anexando las actas firmadas por las partes, en el acta final de liquidación? ¿En ese evento, en manos de quién quedarían esas unidades y los gastos que ellas generan? ¿Si se deben iniciar procesos para la entrega de esas unidades, la liquidación de la sociedad debe quedar stand by hasta la decisión de esos procesos y la empresa asumiendo los costos que esas unidades siguen generando? En atención a los interrogantes planteados, y como quiera que el tema de consulta se reduce al procedimiento y modalidad de pago de pasivos externo e interno de una sociedad en liquidación, su análisis se circunscribirá a ello, de acuerdo con las siguientes precisiones y consideraciones de orden legal: 1. Decisión de la liquidación. Sea lo primero advertir que la disolución y liquidación voluntaria de una sociedad comercial, en los términos de los artículos 218 y ss del Código de Comercio, supone que la decisión sea tomada y aprobada en el seno de la asamblea general de accionistas o de la junta de socios con la mayoría requerida para el efecto, de suerte que a partir de ese momento la sociedad no podrá iniciar nuevas operaciones en desarrollo del objeto social y la capacidad de la misma se encontrará restringida a la ejecución de los actos y operaciones necesarias para su inmediata liquidación y consecuente extinción de la personalidad jurídica, previo el pago del pasivo externo e interno de la compañía, con aplicación de las formalidades contenidas en los artículos 222 a 249 ídem. 2. Pago del pasivo externo e interno. Ahora bien, en el entendido de que una vez elaborado el inventario de activos y pasivos por el liquidador se proyecte cancelar las obligaciones sociales, ya sea por medio de daciones en pago o con el producto de la venta de los activos existentes, deberá tenerse en cuenta el orden de prelación y preferencia de que tratan los artículos 2495 a 2509 del Código Civil, en cuanto al pasivo externo se refiere. Después de cancelado éste se procederá al pago del pasivo interno en los términos del artículo 247 del Código de Comercio, esto es, distribuyendo el remanente de los activos sociales entre los asociados, conforme a lo estipulado en el contrato o a lo que ellos acuerden. Básicamente, habrán de aplicarse dos reglas para el efecto: 1. La de no poder repartir entre los socios el patrimonio social sin que hayan sido satisfechos todos los acreedores o consignado el importe de sus créditos, y 2. La de repartir el activo sobrante entre los socios en la forma prevista en los estatutos o conforme a lo que los asociados acuerden. Si una vez cancelado el pasivo externo en el orden establecido en la ley, quedare un remanente representado en bienes inmuebles, se procederá a su distribución entre los asociados, si así fuere acordado por éstos con las formalidades previstas en la ley. En efecto, el artículo 247 dispone la forma de llevar a cabo tal distribución, en los siguientes términos: "(-) La distribución se hará constar en acta en que se exprese el nombre de los asociados, el valor de su correspondiente interés social y la suma de dinero o los bienes que reciba cada uno a título de liquidación. "Tal acta se protocolizará en una notaría del lugar del domicilio social, junto con las diligencias de inventario de los bienes sociales y con la actuación judicial en su caso. "Parágrafo.- Cuando se hagan adjudicaciones de bienes para cuya enajenación se exijan formalidades especiales en la ley, deberán cumplirse estas por los liquidadores. Si la formalidad consiste en el otorgamiento de escritura pública, bastará que se eleve a escritura la parte pertinente del acta indicada." En ese orden de ideas, si la decisión de distribuir los remanentes de los activos sociales en la forma indicada consta en un acta debidamente elaborada y suscrita por los asociados, y sin que obre una decisión en diferente sentido y tomada conforme a las mismas formalidades, procederá el liquidador a protocolizarla y a elevarla a escritura pública cuando requiera tal formalidad. 3- Tradición de bienes inmuebles. Atendiendo a que la distribución del remanente de los activos sociales a que alude la consulta comporta el surgimiento de obligaciones subsecuentes al perfeccionamiento del título traslaticio de dominio de bienes inmuebles, habrá de analizarse, además, la regulación legal sobre la materia. Por regla general, la enajenación de bienes inmuebles requiere la solemnidad para su perfeccionamiento, en los términos de lo establecido en el artículo 1857 del Código Civil, según el cual la venta de los bienes inmuebles no se reputa perfecta mientras no se haya otorgado escritura pública, la cual constituye el título generador de obligaciones para las partes. Por su parte, en las obligaciones de dar el modo es siempre la tradición. Al respecto, ha dicho la Sala de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, en sentencia del dos (2) de septiembre de 1970: "En derecho colombiano, el contrato que es título, por sí mismo, no tiene virtud suficiente para transferir el derecho de dominio, pues para alcanzar este objeto, debe estar seguido de un modo, que, en las obligaciones de dar, es siempre la tradición. Del contrato, entonces, para quien dice enajenar el dominio de un inmueble, surge la obligación de tradir el derecho de propiedad que, como ya se vio, se cumple mediante la competente inscripción del título en la oficina de registro. Así, por el contrato de venta, el vendedor contrae la obligación de hacer la tradición del bien cuyo dominio enajena y el comprador no adquiere el dominio de aquél sino el derecho crediticio a pedir o exigir del vendedor que le haga la tradición.(-)" Queda claro, entonces, que el título traslaticio del derecho de dominio lo constituye el acta de distribución de remanentes elevada a escritura pública y que el modo es la tradición a través de la correspondiente inscripción en la oficina de registro, pues, conforme a lo preceptuado en los artículos 749 y 756 del Código Civil, se efectuará la tradición de los bienes raíces por la inscripción del título en la oficina de registro de instrumentos públicos. Ahora bien, para que la tradición sea válida debe ser hecha voluntariamente por el tradente o por su representante y requiere también el consentimiento del adquirente, de suerte que si aparece éste expresado en actas debidamente elevadas a escritura pública, nada impide que el liquidador en cumplimiento de su gestión (Art. 247 del Código de Comercio) proceda a registrarla en la respectiva oficina de registro, en cuyo caso se entenderá perfeccionada la tradición y el adquirente estará obligado a recibir la cosa en el lugar y tiempo estipulados so pena de indemnizar al tradente los perjuicios causados por la mora, en los términos del artículo 943 del Código de Comercio. Conforme con lo anterior y sin perjuicio de la obligación del liquidador de velar por la integridad, custodia y mantenimiento de los activos de la sociedad, la cual cesará una vez transferido el derecho de dominio de la totalidad de los bienes objeto de distribución, la renuencia de los asociados en recibirlos materialmente los hará responsables de los perjuicios que ella irrogare. Por consiguiente, los gastos que demande el mantenimiento de los bienes objeto de distribución, estarán a cargo del titular del derecho de dominio sobre ellos, salvo que medie acuerdo que disponga diferente. Finalmente, y por las consideraciones anteriores, en concepto de esta oficina, la distribución de remanentes sociales así proyectada no requerirá de procesos judiciales para su entrega ni suspenderá el trámite liquidatorio.