Relats mitològics Las primeras cosas En los inicios, Ra se dio vida a sí mismo. Sintiéndose solo, Ra escupió y dio vida a Shan, dios del aire, y a Tefnet, diosa de la humedad. De la unión de Shan y Tefnet nació Geb, el dios de la tierra, y Nut, la diosa del cielo. De las lágrimas de Ra aparecieron los primeros seres humanos. Ra juntó las montañas, creó a la Humanidad, a las bestias, los cielos y la tierra. Cada mañana él se levanta y navega a través de los cielos en su bote Sektet. De noche, Nut (la diosa del cielo) se lo traga y en la mañana lo devuelve a la vida nuevamente. Ra pelea cada noche con Apep, la serpiente del caos. Algunos pensaban que un día Apep lograría derrotar a Ra, y entonces ese sería el fin del mundo. El Huevo Cósmico - China Al inicio de los tiempos, todo era un caos, y este caos tenía la forma de un huevo de gallina. Dentro de este huevo se encontraban Ying y Yang, las dos fuerzas opuestas de las que el Universo está compuesto. Ying y Yang son la oscuridad y la luz, lo femenino y masculino, el frío y el calor, lo mojado y lo seco, respectivamente. Un día, estas fuerzas opuestas dentro del huevo causaron la ruptura de este. Los elementos más pesados se hundieron para formar la tierra, y los elementos más livianos flotaron para formar el cielo. Entre el cielo y la tierra se encontraba P’anku, el primer ser viviente. Cada día, durante 18 mil años, la tierra y el cielo se separaron un poco más, y cada día P’anku creció a la misma velocidad; de manera que siempre ocupaba justo el espacio entre ellos. El cuerpo de P’anku estaba cubierto de pelos; tenía dos cuernos que salían de su frente, y dos más pequeños que salían de su mandíbula superior. Cuando era feliz, el clima estaba agradable; pero cuando estaba enojado, llovía o se desataba una tormenta. Se cuentan dos historias acerca de P’anku. Algunos dicen que, cansado de mantener el cielo y la tierra separados mientras se formaba el mundo, él murió y su cuerpo se separó y formó montañas, la Luna, el Sol, los árboles y los océanos. Como en su cabello tenía pulgas, se creyó que de ellos se había formado la Humanidad. Otros señalan que P’anku creó a la Humanidad con un martillo y un cincel, y luego la gobernó e instruyó hasta que, un día, una vez transmitida toda su sabiduría a los hombres, murió. Hoy día nosotros hablamos de teorías acerca de la formación del Universo y de la vida en la Tierra. Si bien esas teorías se basan en la investigación científica y en los avances que ella ha proporcionado al conocimiento, no constituyen una verdad absoluta. Himne del Rig-veda Quan no hi havia existència, no tan sols res, i no hi havia aire, hi havia el cel al darrera, què és el que es movia? On era? Qui ho guardava? Hi havia llavors aigua en el món, en insondables profunditats? Aleshores no hi havia mort, ni hi havia immortalitat, no existia llavors la torxa del dia ni de la nit. L'U respirava sense alè, autosuficient. Llavors hi havia l'U, i no n'hi havia cap altre. [...]Però, després de tot, qui ho sap? Qui podria dir d'on va venir tot i com va ocórrer la creació? Els déus mateixos són posterior a la creació. Per tant, qui pot saber realment d'on va sorgir? On va tenir el seu origen la creació sencera? Va ser formada per algú o potser no ho va ser? Aquell que tot ho contempla des del capdamunt del cel, només ell podria saber-ho, però potser ni tan sols ell ho sap. Rig-veda, X, 129 El mito tibetano de la creación En el principio era la Vacuidad, un inmenso vacío sin causa y sin fin. De este gran vacío se levantaron suaves remolinos de aire, que después de incontables eones se volvieron más densos y pesados, formando el poderoso cetro doble rayo, el Dorje Gyatram. El Dorje Gyatram creó las nubes, las cuales, a su vez, crearon la lluvia. Esta cayó durante muchos años, hasta formar el océano primigenio, el Gyatso. Luego, todo quedó en calma, tranquilo y silencioso, y el océano quedó límpido como un espejo. Poco a poco, les vientos volvieron a soplar, agitando suavemente las aguas del océano, batiéndolas continuamente hasta que una ligera espuma apareció en su superficie. Así como se bate la nata para hacer mantequilla, del mismo modo las aguas del Gyatso fueron batidas por el movimiento rítmico de los vientos para transformarlas en tierra. La tierra emergió como una montaña, y alrededor de sus picos susurraba el viento, incansable, formando una nube tras otra. De éstas cayó más lluvia, sólo que esta vez más fuerte y cargada de sal, dando origen a los grandes océanos del universo. El centro del universo es el Rirap Lhunpo (Sumeru), la gran montaña de cuatro caras hecha de piedras preciosas y llena de cosas maravillosas. Existen ríos y arroyos en el Rirap Lhunpo, y muchas clases de árboles, frutos y plantas, pues el Rirap Lhunpo es especial, es la morada de los dioses y los semidioses. En torno al Rirap Lhunpo hay un gran lago, y rodeando a éste, un círculo de montañas de oro. Más allá del círculo de montañas de oro hay otro lago, éste también rodeado por montañas de oro, y así sucesivamente hasta siete Lagos y siete círculos de montañas de oro y más allá del último círcculo de montañas se encuentra el lago Chi Gyatso. En el Chi Gyatso es donde se encuentran los cuatro mundos, cada uno de éstos semejante a una isla, con su forma particular y sus habitantes distintos. El mundo del Este es el Lu Phak, que tiene forma de media luna. Las gentes del Lu Phak viven quinientos años y son pacíficas, no hay contiendas en el Lu Phak. Sus habitantes tienen cuerpos gigantescos y caras en forma de media luna. No obstante, no son tan afortunados como nosotros, pues no tienen ninguna religión para poder seguir. El mundo del Oeste se llama Balang Cho y su forma es como la del sol. Como en el Lu Phak, las gentes son de gran estatura y viven quinientos años, sólo que sus caras tienen forma de sol y se dedican a la cría de diversas clases de ganado. La tierra del Norte es de forma cuadrada y se llama Dra Mi Nyen. Las gentes de Dra Mi Nyen tienen caras cuadradas y viven mil años o más. En Dra Mi Nyen la comida y las riquezas son abundantes. Todo lo que un hombre necesita en sus mil años de vida lo obtiene sin esfuerzo ni padecimiento; viven con lujo, sin carecer de nada. Pero durante los siete últimos días de su vida, el dolor y el tormento anímicos acometen a los seres de Dra Mi Nyen, pues entonces es cuando reciben una señal de que están a punto de morir. Les visita una voz -una voz terrible- que les susurra cómo morirán y qué monstruosos sufrimientos habrán de soportar en los infiernos después de la muerte. En sus últimos siete días de vida, todas sus riquezas y posesiones decaen y ellos experimentan mayor sufrimiento que nosotros en toda una vida. Dra Mi Nyen se conoce como la «Tierra de la Voz Pavorosa». Nuestro propio mundo, en Ci Sur, se llama Dzambu Ling. Al comienzo, nuestro mundo estuvo habitado por dioses de Rirap Lhunpo. No había dolor ni enfermedades, y los dioses nunca necesitaban comida. Vivían en el contento, pasando sus días en profunda meditación. No había necesidad de luz en Dzambu Ling, pues los dioses emitían una luz pura de sus propios cuerpos. Un día, uno de los dioses reparó en que en la superficie de la tierra había una substancia cremosa y, probándola, comprobó que era deliciosa al paladar y animó a los demás dioses a probarla. Tanto les gustó a todos los dioses la cremosa substancia, que no querían comer otra cosa, y cuanto más comían, más se reducían sus poderes. Ya no fueron capaces de estar sentados en profunda meditación; la luz que antes había brotado con tal resplandor de sus cuerpos empezó a apagarse poco a poco y finalmente desapareció por completo. El mundo quedó sumido en tinieblas y 105 grandes dioses de Rirap Lhunpo se convirtieron en seres humanos. Entonces, en la oscuridad de la noche, apareció en los cielos el sol, y cuando el sol se apagó, la luna y las estrellas iluminaron el cielo y dieron luz al mundo. El sol, la luna y las estrellas aparecieron a causa de las buenas acciones pasadas de los dioses, y son para nosotros un recordatorio permanente de que nuestro mundo fue una vez un lugar hermoso y tranquilo, libre de codicias, sufrimientos y dolor. Cuando la gente de Dzambu Ling hubieron agotado la provisión de la cremosa substancia, empezaron a comer los frutos de la planta nyugu. Cada persona tenía su propia planta, que producía un fruto corno los de las mieses, y cada día, cuando el fruto había sido comido, aparecía otro; uno cada día, lo cual era suficiente para satisfacer el hambre de los seres de Dzambu Ling. Una mañana, un hombre se despertó y descubrió que en vez de producir un solo fruto, su planta había dado dos. Cayendo en la avidez, se comió los dos frutos; pero, al día siguiente, su planta estaba vacía. Necesitando satisfacer su hambre, ese hombre robó la planta de otro hombre y así fueron haciendo todos, pues cada persona tuvo que robarle a otra para poder comer. Con el robo, llegó la codicia, y todos, temiendo quedarse sin comer, empezaron a cultivar más y más plantas nyugu, debiendo trabajar cada cual cada vez más para asegurarse de que tendría bastante que comer. Cosas extrañas empezaron a ocurrir en Dzambu Ling. Lo que había sido una tranquila morada de los dioses de Rirap Lhunpo, estaba ahora lleno de hombres que conocían el robo y la codicia. Un día, un hombre empezó a sentir malestar por sus genitales y se los cortó, convirtiéndose así en una mujer. Esta mujer tuvo contacto con hombres y pronto tuvo hijos, quienes a su vez tuvieron más hijos, y en poco tiempo Dzambu Ling se lleno de gente, toda la cual tenía que procurarse comida y un lugar donde vivir. Las gentes de Uzambu Ling no vivían juntas en paz. Había muchas peleas y robos, y los hombres de nuestro mundo empezaron a experimentar realmente auténtico sufrimiento, que nacía del estado insatisfactorio en que se encontraban. La gente se dio cuenta de que para sobrevivir tenían que organizarse. Todos se juntaron y decidieron elegir un jefe, a quien llamaron Mang Kur, que significa «mucha gente lo hizo rey». Mang Kur enseñó al pueblo a vivir en una relativa armonía, cada cual en una tierra propia en que construir una casa y cultivar alimentos. Así es como nuestro mundo llegó a ser, como, de dioses, nos convertimos en seres humanos sujetos a la enfermedad, la vejez y la muerte. Cuando contemplamos el cielo nocturno, o recibimos el cálido brillo del sol, deberíamos recordar que, de no ser por las buenas acciones de los dioses de la preciosa montaña de Rirap Lhumpo, viviríamos en una total oscuridad y que, de no ser por la codicia de una persona, nuestro mundo no conocería el sufrimiento que hoy experimenta. El mite de Pandora "Zeus estava irritat perquè Prometeu, un tità l’havia enganyat. Per aquesta raó va ordir mals terribles per als homes i va amagar el foc. Però el fill de Japet (...) el robà per als homes a Zeus prudent, sense que aquest, llençador del llampec, se n’adonés. Empipat, Zeus, va dir al fill de Japet: Japetònida, coneixedor dels designis sobre totes les coses, estàs content pel fet d’haver-me robat el foc i d´haver-me enganyat, una pena molt gran caurà per a tu i pel homes del futur (...) Així digué i va esclafir en rialles el pare dels déus i dels homes i va ordenar a Hefest, i¹lustre, barrejar el més aviat possible la terra amb l’aigua, infondre la veu i la força humanes i fer semblant en el seu rostre a les deesses immortals, a una formosa i encisadora figura de noia. Després ordenà a Atenea, per tal d’ensenyar-li les seves obres, a teixir la tela treballada amb molt d’art, i a la daurada Afrodita a abocar al voltant del seu cap encant, sexualitat irresistible i carícies xucladores de membres i a Hermes, missatger Argifont, ordena que li infongués una inte¹ligència cínica i un caràcter voluble. Així digué i ells van obeir a Zeus Crònida, el sobirà. Tot el seguit l’il·lustre coig, segons les ordres del Crònida, modelà de la terra un ésser semblant a una donzella formosa; i la deessa Atenea, d’ulls de garsa, la va cenyir i embellí; les Gràcies divines i la Persuassió sobirana van posar-li entorn del seu coll uns collars daurats i amb flors primaverals la van coronar les Hores de formosa cabellera; Pal·las Atenea va adaptà tota mena d’ornaments a la seva pell suau; i després el missatger Argifont va teixir en el seu pit mentides, paraules seductores i un voluble caràcter per voluntat de Zeus que retruny; a continuació, l´herald dels déus li infongué veu i anomenà aquesta dona Pandora, car tots els que viuen en les estances olímpiques li van donar un do, sofriment pels homes, menjadors de pa. Quan hagué acabat el complex engany, contra el qual res no es pot fer, el pare envia cap a Epimeteu amb el regal a l’Il·lustre Argifont, ràpid missatger dels déus, però Epimeteu no es recordà que Prometeu li havia dit que mai no acceptés un regal de part de Zeus Olímpic, sinó que el tornés tot seguit per tal d’evitar que arribés als homes algun mal; després que el va rebre, quan ja tenia el mal, se n’adonà. (...) La dona, tot traient amb les mans la gran tapa del gerro, els va escampar i ocasionà grans infortunis als homes. Sols va romandre l’esperança, agafada fortament a les parets de la gerra, i no volà cap a la porta, car abans va tornar a tapar la gerra. I altres calamitats, infinites, van esdevenir als homes, car plena de mals estava la terra i ple, també, el mar; les malalties, unes de nit, unes altres de dia, a llur caprici, van i venen portant desgràcies als mortals en silenci, perquè Zeus provident els va treure la veu; d’aquesta manera no és possible esquivar la voluntat de Zeus Hesíode, Els treballs i els dies (versos 48-105). Relat de la creació del Gènesi Al principi, Déu creà el cel i la terra. La terra era caòtica i desolada, les tenebres cobrien l'oceà i l'esperit de Déu batia les ales sobre l'aigua. Déu digué: «Que hi hagi llum». I hi hagué llum. Déu veié que la llum era bona, i separà la llum de les tenebres. Déu anomenà la llum dia, i les tenebres, nit. Hi hagué un vespre i un matí i fou el dia primer. Déu digué: «Que hi hagi un firmament entremig de les aigües, per separar unes aigües de les altres». I fou així. Déu va fer, doncs, el firmament, que separa l'aigua de sota el firmament i la de dalt del firmament, i Déu veié que estava bé. Déu anomenà el firmament cel. Hi hagué un vespre i un matí, i fou el dia segon. Déu digué: «Que les aigües de sota el cel s'apleguin en un sol indret i que aparegui el continent». I fou així. Déu anomenà el continent terra, i les aigües reunides, mars. I Déu veié que estava bé. Déu digué: «Que la terra produeixi la vegetació: herba que doni llavors i arbres fruiters de tota mena, que facin fruit i llavor a la terra». I fou així. La terra produí la vegetació: herba que dóna llavor de tota mena, i arbres de tota mena que fan fruit i llavor. I Déu veié que estava bé. Hi hagué un vespre i un matí, i fou el dia tercer. Déu digué: «Que hi hagi llums al firmament del cel per a separar el dia i la nit, que assenyalin les festivitats, els dies i els anys, i des del firmament del cel il·luminin la terra». I fou així. Déu va fer, doncs, els dos grans focus de llum: un de més gran, que fos sobirà del dia, un de més petit, que fos sobirà de la nit, i les estrelles. Déu els col·locà al firmament del cel perquè il·luminessin la terra, perquè fossin sobirans del dia i de la nit, i separessin la llum i les tenebres. I Déu veié que estava bé. Hi hagué un vespre i un matí, i fou el dia quart. Déu digué: «Que les aigües produeixin animals que hi nedin i es belluguin, i que els animals voladors s'aixequin enlaire sobre la terra ran del firmament del cel». I fou així. Déu creà els grans monstres marins, els animals de tota mena que neden i es belluguen a les aigües, i totes les menes de bèsties alades. I Déu veié que estava bé. Déu els beneí, dientlos: «Sigueu fecunds i multipliqueu-vos, ompliu l'aigua dels mars, i que les bèsties que volen es multipliquin a la terra». Hi hagué un vespre i un matí, i fou el dia cinquè. Déu digué: «Que la terra produeixi tota mena d'animals: cuques i tota mena d'animals domèstics i salvatges.» I fou així. Déu va fer, doncs, tota mena d'animals salvatges i domèstics, i els cucs i les cuques de la terra de tota mena. I Déu veié que estava bé. Déu digué: «Fem l'home a la nostra imatge, semblant a nosaltres, i que sotmeti els peixos, els ocells, els animals domèstics i els salvatges i totes les cuques que s'arrosseguen per terra». Déu creà, doncs, l'home a la seva imatge, el creà a la imatge de Déu; creà l'home i la dona. Déu els beneí i els digué: «Sigueu fecunds i multipliqueu-vos, pobleu la terra i domineu-la, sotmeteu els peixos, els ocells, les bèsties i totes les cuques que s'arrosseguen per terra». Déu digué: «Us dono totes les herbes que fan llavor per tota la terra, i tots els arbres fruiters i els que fan llavor: que us serveixin d'aliment. I a tots els animals salvatges, a tots els ocells i a totes les cuques que s'arrosseguen per terra, a tot el que viu, els dono tota l'herba verda per aliment». I fou així. Déu veié tot el que havia fet, i estava molt bé. Hi hagué un vespre i un matí, i fou el dia sisè. I quedaren acabats el cel i la terra, amb tots els estols que s'hi mouen. Déu acabà la seva obra al dia sisè i, el dia setè, reposà de tota l'obra que havia fet. Déu beneí el dia setè i el santificà, perquè aquell dia reposà de tota l'obra que havia creat i havia fet. Així van ser els orígens del cel i de la terra quan foren creats.