APORTACIONES ARTÍSTICAS DEL CRISTIANISMO (siglos V al XI) 1. El arte paleocristiano. El máximo valor del arte cristiano primitivo lo constituye el hecho de servir de puente entre las dos culturas occidentales: la clásica y la cristiana. Las primeras comunidades cristianas se congregan en casas particulares y con más frecuencia en catacumbas. La pintura de ésta época copia los temas de la mitología romana pero les da nuevos significados. Las mejores muestras de esta época están en las catacumbas de San Calixto y Santa Priscila en Roma. En el año 313, Constantino acepta el cristianismo por el llamado Edicto de Milán. El cristianismo triunfa y la prueba son las nuevas basílicas que toman como modelo las basílicas civiles romanas, capaces de albergar a un gran número de fieles. Los mejores ejemplos son Santa María la Mayor y Santa Sabina en Roma. En los sarcófagos se mantiene el estilo escultórico romano siendo a veces difíciles de distinguir. Aunque se le añaden símbolos cristianos (sarcófago de los buenos pastores y el del mueso Lateranense). Por influencia de Bizancio, la pintura abandona el procedimiento del fresco para acogerse al más refinado y duradero del mosaico. Las escenas serán tomadas del Antiguo o del Nuevo Testamento (Santa Constanza de Roma –s. IV- y la iglesia de San Cosme y San Damián –s. VI-). Desaparece todo relieve para dar paso al color plano, sin claroscuros, perspectiva ni otros efectismos, resultando de este modo, hondamente expresivo como la nueva fe que estaba iluminando a la Humanidad. 2. Arte bizantino. a) Arquitectura. La aportación más sobresaliente tiene lugar sin duda en el campo de las realizaciones arquitectónicas, especialmente en la solución que da al sostenimiento de las cúpulas. Aportan una solución válida al difícil obstáculo de los empujes mediante el empleo de pechinas (triángulos esféricos), mediante cúpulas y otros elementos de sujeción y contrarresto más divulgados (contrafuertes, muros más gruesos). La técnica constructiva señalada está al servicio de una nueva concepción del espacio. Se trata de un espacio dilatado, dinámico, que no puede quedar limitado por los muros. La piedra y el ladrillo usados como materiales constructivos son cubiertos con desigual riqueza según se trate de muros exteriores o de recintos interiores. En estos últimos, el mosaico cubre de forma continua las paredes, haciendo perder el interés en la decoración externa. Pero pasado el tiempo el lujo se apoderará de todos los ámbitos. La basílica bizantina mantiene diversos elementos constructivos de la paleocristiana: atrio, nártex, iconostasis y tribuna. La basílica de Santa Sofía en Constantinopla es la obra más representativa y madura de la arquitectura justinianea. Se terminó en el año 562. Santa Sofía es la cumbre de un estilo que recoge la herencia arquitectónica y decorativa del arte helenístico y romano y por otra parte del arte paleocristiano y de Asia Menor con su uso de la cúpula de los espacios abovedados. Otro foco importante estará en Rávena (Italia). Entre las iglesias destaca San Vital (538-547) de planta octogonal y que contiene además la más impresionante colección de mosaicos de todo el imperio bizantino. Otros templos importante son los de San Apolinar in Classe (549) y San Apolinar Nuevo (558) con planta basilical romana. San Marcos de Venecia es de cruz griega con cinco grandes cúpulas, una central y otras cuatro elevadas sobre otros brazos. b) Pintura. Su importancia es superior a la adquirida por las restantes artes figurativas. La decoración mural de las iglesias se ajusta a un esquema teológico que sitúa las figuras en uno u otro lugar según su mayor o menor categoría: el Pantocrátor en las zonas más elevadas, dominando el espacio poblado de ángeles, la Virgen ocupa el lugar más próximo, mientras que el coro de los santos se sitúa en la zona más cercana a lo terrenal. En esta primera etapa, el icono (imagen) y la pintura de los libros son las manifestaciones más importantes. El icono es un cuadro religioso sobre tabla. Los rostros ofrecen una marcada rigidez y frontalidad características con las que se pretende resaltar su espiritualidad. c) Mosaico. El arte bizantino en su deseo de riqueza recubre los muros y bóvedas de mosaicos de gran colorido y de exquisita finura. Suelen representar las figuras con un carácter rígido e inmaterial y con una disposición simétrica. Su gran luminosidad es un intento de reflejar lo sobrenatural. Son de enorme valor los mosaicos que adornan el presbiterio de San Vital de Rávena. Se exhibe todo el fasto de los séquitos del emperador Justiniano y la emperatriz Teodora. d) Escultura. La importancia que había tenido la escultura disminuye. Las primeras muestras de escultura bizantina son relieves de sarcófagos y pequeños relieves hechos sobre ricos materiales, destacando entre ellos los trabajados en marfil (cátedra de marfil del obispo Maximiano en Rávena). 3. Arte prerrománico. a) Arte visigodo. La características más notables de la arquitectura visigótica son: planta basilical o cruciforme; capitales corintios y bizantinos, empleo de la piedra como material constructivo predominante; aparejo generalmente bien tallado; utilización del arco de herradura, adoptado luego por los árabes, al que se concede función constructiva y no sólo decorativa, como en algunos antecedentes; empleo de la bóveda de medio cañón y a veces de la de arista; escasez de vanos y uso de ventanas de u solo hueco. Destacan San Juan de Baños (Palencia, 661) y San Pedro de la Nave (Zamora), con planta de cruz griega, y con decoración de temas animales, frutales y escenas bíblicas. Su esquema básico se va complicado con estancias añadidas que podrían tratarse de celdas conventuales. b) Arte carolingio. El carolingio es un arte cortesano y eclesiástico. No son muchos los restos de la arquitectura carolingia que han llegado a nuestros días. En los templos predominaba la planta basilical aunque los hay también de planta central. El crucero aparece más destacado que las construcciones anteriores. Las cubiertas generalmente de madera, se apoyan en columnas y pilares cruciformes. Los deambulatorios se abren paso por detrás del altar. El ábside cobra gran importancia. El monumento más famoso es la capilla del palacio de Carlomagno en Aquisgrán. Es un edificio de planta central octogonal inscrita en un polígono de dieciséis lados. Sus pilares sostienen una tribuna o galería reservada a emperador y su corte. c) Arte prerrománico asturiano. Es un arte asombroso y el más claro antecedente del estilo románico. En la primera fase todavía se aprovechaban fustes y piezas de edificios romanos y visigodos; en la última etapa se señala la influencia árabe en la decoración y en algún elemento arquitectónico. En la etapa ramirense ya existen talleres artesanales y arquitectos especializados. Un rasgo arquitectónico trascendental es el uso de la bóveda de medio cañón, a veces peraltada. En Europa no se generalizó hasta el siglo XI, pero en Asturias se utilizó con dos siglos de antelación. También se utilizan bóvedas sobre arcos fajones, que se apoyan interiormente en pilastras adosadas al muro y, exteriormente, en contrafuertes, cuya abundancia constituye una de las notas más llamativas. El arco ce medio punto, frecuentemente peraltado, constituye otro rasgo esencial. Se rompe por tanto con la forma de herradura de arco visigótico. Frente al sillar visigótico, los edificios asturianos utilizan en los muros la mampostería o el sillarejo, con el refuerzo de sillares en las esquinas y los contrafuertes. Abundan los elementos decorativos, como los medallones, o el alfiz o moldura que enmarca la ventana, o la celosía. Junto a las pinturas murales, casi todas perdidas, prestaba al edificio una sensación de riqueza sorprendente. Las iglesias son de planta basilical, pero sustituyen las columnas por pilares que suelen carecer de capitel. Los ábsides son rectangulares, y el que corresponde a la capilla mayor tiene una cámara secrete con acceso solamente desde el exterior, probablemente para esconder el tesoro. Obras maestras son la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo y San Julián de los Prados (Santullano). La obra magna es Santa María del Naranco, concebida inicialmente como palacio y consagrada como iglesia posteriormente. La decoran medallones y motivos con forma de cuerda (funículos). Cerca de ella está San Miguel de Lillo, del que se conserva una pequeña parte. En orfebrería destaca la cruz de los Ángeles y la caja de ágatas, con arcadas de oro, placas de esmalte en la tapa e incrustaciones de piedras preciosas. 4. Arte mozárabe. El arte y la cultura mozárabes son el resultado de la fructífera relación establecida entre las comunidades cristianas y los nuevos ocupantes musulmanes. En sentido estricto, mozárabes eran los cristianos que vivían en territorio musulmán, variando el grado de convivencia desde el mutuo respeto hasta el enfrentamiento y la persecución. Pero en sentido más amplio también son mozárabes los cristianos que abandonan los territorios situados bajo dominio musulmán y marchan a poblar tierras incorporadas por los reyes cristianos. La falta de unidad artística de los monumentos mozárabes se debe a su dispersión. Entre los elementos arquitectónicos más destacados está el arco de herradura, enmarcado por un alfiz. Los tipos de bóvedas más empleados son la bóveda de nervios de tipo califal y la gallonada. Son muy característicos los modillones de rollos que sustentan los aleros y las cornisas que protegen los muros. Las iglesias suelen ser de tamaño reducido, lo que no impide que los edificios tengan estructuras complicadas dentro de una variedades plantas. Los muros son gruesos y en ellos se utiliza todo tipo de materiales (ladrillo, mampostería, sillares) aparejados de las formas más diversas. La obra más destacada del arte mozárabe esta en San Miguel de Escalada (León), construido en el siglo X por monjes cordobeses huidos de la represión sufrida en tierras musulmanas y que aprovecharon los restos de una iglesia visigótica. VOCABULARIO DE LA UNIDAD. Atrio: alberga el fial, recipiente de agua bendita, en las últimas etapas queda reducido a un pórtico adosado a la fachada de la iglesia. Catacumbas: recintos subterráneos que sirvieron de lugar de reunión, refugio y enterramiento a las primeras comunidades cristianas, formados por formados por estrechos pasillos con hileras de nichos horizontales (loculi) en los que se depositaban los cadáveres, y espacios más amplios (cubiculi) en los que se ubicaban capillas o criptas familiares con sarcófagos y pinturas al fresco. Cimacio: pieza en forma de pirámide truncada invertida que se sitúa entre el capitel y el arranque del arco, característica de la arquitectura bizantina. Crismón: anagrama de Cristo, formado por el entrecruzamiento de las primeras letras de su nombre en griego, la ji –– y la ro ––, acompañadas en ocasiones por las letras y , símbolo del principio y el fin de todas las cosas. Crucero o transepto: en las iglesias cristianas, nave transversal que en las iglesias cruza a la principal perpendicularmente. Icono: en el arte bizantino, imágenes devocionales sobre tabla, generalmente de tamaño reducido. Iconoclasta: partidario de la destrucción de imágenes sagradas. Nártex: en las basílicas paleocristianas, bizantinas y románicas, atrio o pórtico reservado para albergar a los catecúmenos o cristianos aún no bautizados. Pantocrátor: imagen de busto con barba, largos cabellos y nimbo crucífero, que bendice con su mano derecha y sostiene los Evangelios en la izquierda. Presbiterio: en las iglesias cristianas, espacio donde oficia el presbítero o sacerdote en torno al altar, generalmente situado al fondo de la nave principal y limitado por un ábside. Pechina: superficie esférica triangular que resuelve el encuentro entre la base circular de una cúpula y el espacio inferior cuadrangular. Tribuna: destinada a las mujeres, en el piso superior, constituye el antecedente de lo que será el triforio en las iglesias medievales del Occidente europeo.