LA OBLIGACION COMO VINCULO JURIDICO La obligación es un vínculo jurídico que pone en relación dos partes, una parte denominada Acreedor, que ostenta un derecho exigible, y otra parte denominada Deudor, que tiene un deber jurídico, bien sea de dar, de hacer o de no hacer. Decimos que el vínculo es jurídico, lo que significa que se trata de un vínculo regulado por el Ordenamiento Jurídico, por el Derecho. La amistad también es un vínculo que conlleva ciertos deberes, pero se trata, en todo caso, de deberes morales como la confianza, la entrega, la complicidad, u otros, deberes que en ningún caso pueden ser exigibles ante un Juzgado. Resulta obvio que nadie puede acudir a un Juzgado a demandar a un amigo porque no le ha escuchado o porque ha traicionado su confianza, pero cuando el vínculo es jurídico todas las situaciones que se pueden presentar están reguladas por el Ordenamiento, y quien cree vulnerado su derecho puede reivindicarlo ante un Juez. Y entre estas situaciones nos encontramos con el incumplimiento de la prestación comprometida, ante lo que el Ordenamiento responde con herramientas como el embargo, la subasta de bienes, en consecuencia el desahucio, la dación de bienes, u otras. Decimos también que el deber del Deudor es un deber jurídico, lo que significa que se trata de un deber también regulado por el Ordenamiento, por el Derecho, y cuyo incumplimiento acarreará consecuencias. Y decimos por último que el Acreedor tiene un derecho exigible, lo que significa que en caso de incumplimiento puede hacerlo valer ante un Juez a través de la correspondiente demanda. Por tanto, la obligación relaciona un Acreedor que tiene un derecho exigible a recibir puntualmente una determinada prestación comprometida y un Deudor que tiene un deber jurídico de cumplimiento a tiempo de esa prestación comprometida. De esta manera, uno de los aspectos de la obligación que regula el Ordenamiento Jurídico es el incumplimiento del Deudor, y lo regula en el sentido de proteger al Acreedor que, como hemos dicho, tiene un derecho exigible, permitiéndole presentar una demanda ante el Juez para conseguir que se obligue al Deudor a cumplir. Esta demanda del Acreedor ante el Juez y contra el Deudor puede pretender la exigencia estricta del cumplimiento de la prestación comprometida, en cuyo caso hablaríamos de una ejecución in natura; o puede pretender la obtención del equivalente económico de la prestación comprometida a través del embargo y venta de bienes del deudor por un importe que cubra el valor de la prestación no satisfecha, lo que se denomina ejecución por el equivalente. 1 En el caso de la ejecución hipotecaría lo habitual es encontrarnos ante una ejecución por el equivalente ya que el Deudor tenía comprometida una prestación consistente en abonar unas cuotas mensuales de un determinado importe durante un determinado número de años, y al no cumplir y resultar imposible la ejecución in natura, porque no tiene dinero, se ejecuta sobre bienes hasta alcanzar el importe de lo comprometido. Que el Deudor responda de su incumplimiento con la pérdida de los bienes embargados es consecuencia de que en nuestro Ordenamiento la responsabilidad por incumplimiento es patrimonial, un tipo de responsabilidad diferente a la responsabilidad personal propia de la antigua Roma, donde el Deudor respondía con su persona y su impago le podía convertir en esclavo del Acreedor. La responsabilidad patrimonial del Deudor, denominada responsabilidad patrimonial universal, se recoge en el artículo 1911 del Código Civil, - un artículo que debemos tener siempre en mente -, donde se establece que el Deudor responde de su deuda con todos sus bienes presentes y futuros, a los que cabría añadir sus bienes pasados si se deshizo de ellos de modo fraudulento. No obstante hay que matizar que esta responsabilidad patrimonial universal excluye los denominados bienes inembargables, esto es, aquellos bienes imprescindibles para mantener la subsistencia digna del ejecutado y de las personas que de él dependen (artículos 606 y 607 de la Ley de Enjuiciamiento Civil). Y así, son inembargables los libros o instrumentos necesarios para el ejercicio, arte u oficio a que se dedique el ejecutado cuando su valor no guarde relación con la cuantía de la deuda reclamada. El salario, pensión, sueldo, retribución o equivalente son también inembargables en la cuantía que no exceda del salario mínimo interprofesional. A partir de aquí se puede proceder al embargo, pero no de todo sino en función de unos tramos ya establecidos. Para calcular los tramos embargables se han de sumar todas las percepciones que el ejecutado reciba por cualquier concepto, a las que se acumulan igualmente los sueldos de su cónyuge, salvo que se encuentren en régimen de separación de bienes, y de ahí se deducirán los impuestos. Este sistema es igualmente aplicable para los ingresos procedentes de actividades mercantiles autónomas y profesionales. Esto tiene una excepción, el pago de pensión de alimentos permite embargar todo, incluso por debajo del salario mínimo. 2 LA DEMANDA POR IMPAGO Y LA EJECUCION DE LA SENTENCIA Entendiendo la idea de obligación comprenderemos que el Acreedor que no ve satisfecho su derecho a recibir exactamente y a tiempo la prestación comprometida está absolutamente legitimado, porque su derecho está protegido y es exigible, a interponer una demanda judicial contra el Deudor para obtener una sentencia firme que declare que tiene un derecho de crédito que no ha sido satisfecho. Y no olvidemos que las circunstancias del Deudor resultan irrelevantes respecto del derecho del Acreedor, es decir, resultan irrelevantes las razones por las que el Deudor no ha podido cumplir la prestación comprometida, si ha sido por enfermedad, por desempleo sobrevenido, o por cualquier otra causa, ya que el Ordenamiento Jurídico siempre protegerá el derecho de crédito en cualquier circunstancia. Una vez que el Acreedor obtiene sentencia firme a su demanda declarativa en la que se reconoce su derecho y se insta al demandado a cumplir, si éste continua sin cumplir podrá acudir nuevamente al Juzgado a fin de interponer la correspondiente demanda ejecutiva. Observamos, por tanto, dos fases, una primera denominada declarativa en la que el Juez declara que el Acreedor tiene un derecho y el Deudor un deber, y una segunda denominada ejecutiva en la cual se interpone demanda ejecutiva a fin de que se declare la ejecución de bienes del Deudor o de sus avalistas. Esta acción ejecutiva caducará si no se interpone la correspondiente demanda ejecutiva dentro de los cinco años siguientes a la firmeza de la sentencia o resolución declarativa. En el proceso de ejecución hipotecaria no existe la primera fase, y se pasa directamente a la segunda fase. Es decir, la entidad financiera con la que te has retrasado acude al Notario para que éste certifique el impago y realice, con arreglo a las cláusulas del contrato, muchas de ellas abusivas, el cálculo de lo que para la entidad es la deuda pendiente. Con esa certificación acuden al Juzgado y el Juez procede directamente a la ejecución por ese importe, sin discutirlo, si bien, tras la reciente modificación legislativa, debería entrar de oficio al conocimiento de la posible existencia de cláusulas abusivas que fundamentando la ejecución tuvieran repercusión económica e incidieran en el importe reclamado. Los bienes ejecutados minorarán en su valor de ejecución la cantidad pendiente de satisfacer, de tal manera que puede resultar, y de hecho ocurre de modo general, que el importe de los bienes ejecutados no alcance el valor de la deuda pendiente, lo que en atención al principio de responsabilidad patrimonial universal antes mencionado, el famoso artículo 1911 del Código Civil, hará que el Deudor, aunque haya perdido todos sus bienes y los de sus avalistas, si los hubiere, mantenga una deuda pendiente con el Acreedor que irá enjugando con los futuros ingresos que vaya obteniendo. 3 De esta manera, y en el caso de la ejecución hipotecaria, el Deudor pierde su vivienda y no puede empezar una nueva vida partiendo de cero ya que todavía debe responder con sus futuros ingresos de la cantidad pendiente de satisfacer. De manera sencilla podemos afirmar que el Deudor no solo ha hipotecado su vivienda sino también su vida. Y eso es algo que no se puede consentir. LA DACION EN PAGO El artículo 1166 del Código Civil, otro articulo que debemos recordar, establece con rotundidad lo que viene en denominarse el principio de identidad de la prestación según el cual el Deudor no puede obligar al Acreedor a recibir una prestación distinta de la programada, hasta el punto de que no puede sustituirla unilateralmente ni tan siquiera por otra de mayor valor que la debida. Es decir, el Acreedor tiene derecho a recibir a tiempo la prestación comprometida, y únicamente la prestación comprometida. Ahora bien, nada impide que en el momento de hacerse efectiva la prestación comprometida el Acreedor y el Deudor se pongan de acuerdo en que la obligación se cumpla realizando éste una prestación distinta de la debida. Este acuerdo es lo que se denomina “Dación en Pago”, y no consiste en entregar las llaves de la casa hipotecada sino que consiste en sustituir la prestación prevista por otra prestación, bien sea la entrega de un bien o bienes distintos, bien sea la realización de una prestación que consista en un hacer, o, como supuesto casi exclusivamente teórico, en un no hacer. Por tanto, Dación en Pago es una forma de extinguir la obligación realizando una prestación diferente a la inicialmente comprometida, y la entrega de las llaves es una forma de Dación en Pago puesto que estamos entregando una vivienda cuando la prestación inicialmente comprometida era la de abonar unas cuotas durante unos años. Si debo dinero y entrego un piso estoy cumpliendo de una manera distinta de la inicialmente comprometida, por eso es una forma de Dación en Pago, pero puede haber otras como por ejemplo comprometerme a trabajar gratis para el Acreedor un tiempo, podarle el jardín, entregarle una obra de arte, u otras formas que resulten de interés para el Acreedor y que acepte como forma de extinguir la deuda. Los elementos que caracterizan a la Dación en Pago son tres … 1.- Que la prestación que se ejecuta sea distinta a la inicialmente prevista. 2.- Que ese cambio en la prestación sea consecuencia del acuerdo entre acreedor y deudor. 4 3.- Que la obligación cuya prestación se sustituye se extinga como consecuencia y en el momento en que se ejecuta la nueva prestación acordada entre Acreedor y Deudor. Técnicamente se dice que la Dación en Pago es pro soluto, (en pago), en tanto que la subasta de bienes es pro solvendo, (para el pago). Y esto es muy importante porque la Dación en Pago extingue por sí misma la obligación ya que lo entregado es en pago de lo debido, en tanto que la subasta de bienes extinguirá la obligación si lo obtenido por su venta alcanza el importe de la deuda ya que lo entregado es para el pago. Este matiz de “en pago” o “para el pago” es fundamental. En una situación como la actual, - en la que el valor de mercado de los inmuebles ha decaído y en que la entidad financiera se puede quedar con el inmueble por el 60% de su valor de tasación, en tanto que la deuda se incrementa importantemente debido a la aplicación de unos intereses de demora y unas comisiones absolutamente inmorales -, la Dación en Pago adquiere una importancia capital ya que es la única posibilidad de que el Deudor pueda iniciar una nueva vida enterrando la anterior. No admitir la Dación en Pago significa que el Deudor no ha hipotecado su casa, ha hipotecado su vida. Pero el problema estriba en que la Dación en Pago requiere del acuerdo entre el Acreedor y el Deudor, dicho de manera más sencilla, de la voluntad del Acreedor, y eso no ocurre cuando el Acreedor es una entidad bancaria, de ahí la necesidad de un cambio de legislación que haga que la Dación en Pago se convierta en un derecho del Deudor sin que se requiera la conformidad de la entidad financiera. El artículo 105 de la Ley Hipotecaria establece que “ … la hipoteca podrá constituirse en garantía de toda clase de obligaciones y no alterará la responsabilidad personal ilimitada del deudor que establece el artículo 1911 del Código Civil”, es decir, aunque el Deudor hipoteque su vivienda ello no le libera de su responsabilidad patrimonial universal, esa que recoge el artículo 1911 del Código Civil según la cual el Deudor responde con todos sus bienes presentes y futuros. Quiere ello decir que la hipoteca puede constituirse en una garantía de la obligación, pero sin que ello signifique que el Deudor deje de responder por la totalidad de su deuda con todos los bienes que tenga y que pueda llegar a tener. Y el artículo 140 de la misma Ley Hipotecaria establece que “ … no obstante lo dispuesto en el anterior artículo 105 podrá válidamente pactarse en la escritura de constitución de la hipoteca voluntaria que la obligación garantizada se haga solamente efectiva sobre los bienes hipotecados”. Añadiendo que “ … en este caso, la responsabilidad del deudor y la acción del acreedor, por virtud del préstamo hipotecario, quedarán limitadas al importe de los bienes hipotecados y no alcanzarán a los demás bienes del patrimonio del deudor”. 5 Observamos que la Ley Hipotecaria, en su artículo 140, abre la puerta a orillar el artículo 105 y permite que por acuerdo las dos partes pacten que la responsabilidad patrimonial del Deudor se concrete únicamente en el bien hipotecado, pero yo no he visto un solo préstamo hipotecario en el que la entidad financiera haya aceptado incluir este pacto en la escritura. ¿Os imagináis que el artículo 105 en lugar de decir “la hipoteca podrá constituirse en garantía de toda clase de obligaciones y no alterará la responsabilidad ilimitada del deudor que establece el artículo 1911 del Código Civil” dijera que “la hipoteca constituirá la única garantía de la obligación contraída …”?. ¿Y os imagináis que el artículo 140 en lugar de decir que “podrá pactarse en la escritura de constitución de la hipoteca que la obligación garantizada se haga solamente efectiva sobre los bienes hipotecados ….” dijera que “deberá pactarse en la escritura de constitución de la hipoteca que la obligación garantizada se haga solamente efectiva sobre los bienes hipotecados …”?. Con solo cambiar la expresión “podrá pactarse” por “deberá pactarse” habremos solucionado este grave problema. Y cambiar una Ley es labor del Parlamento, de esos parlamentarios que han sido elegidos por los ciudadanos para que les representen, para que les protejan, para que les hagan la vida más sencilla, labor por la que cobran suculentos salarios. De esta manera, la Dación en Pago, en el ámbito hipotecario, pasaría de ser una opción para el Acreedor a ser un derecho del Deudor hipotecario. Los detractores de la Dación en Pago argumentan que los ciudadanos, sabiendo que cuando quieran dejar de pagar sus cuotas pueden entregar la vivienda y marcharse, se convertirán poco menos que en incumplidores patológicos. Sin embargo, frente a este argumento, que no es sino una hipótesis, cabe oponer una realidad cual es que un altísimo porcentaje de prestatarios tenían la convicción de que la garantía hipotecaría cubría todo su riesgo, tenían la convicción de que en caso de problemas sería suficiente con entregar su vivienda, y pese a ello no han dejado de cumplir cuando ello les ha sido posible. También argumentan los detractores de la Dación en Pago que de esta manera los préstamos hipotecarios serán más caros y a menor plazo, lo que llevará a que no todo el mundo podrá optar a ellos. Y digo yo si no sería eso lo bueno, que no se concediera a todo el mundo un préstamo hipotecario que obligue a trabajar toda la vida para cubrirlo; igual ha llegado el momento en que nos planteemos la posibilidad de vivir mejor en un piso en alquiler que sufrir para poder disfrutar, tras treinta años de privaciones, de un piso propio. Pero hay algo sobre lo que deberíamos reflexionar, con la Dación en Pago el Deudor queda liberado de su obligación, no carga con la mochila de una deuda pendiente, pero se queda en todo caso sin su casa, sin esa casa de la que quizás ya haya pagado una importante cantidad. 6 EL CONCURSO DE ACREEDORES FAMILIAR Muchas veces escuchamos de un Deudor que no puede pagar el importe de sus cuotas y que ello le llevará a la pérdida de su casa; que si hubiera la posibilidad de Dación en Pago entregaría su vivienda a la entidad financiera y se buscaría un alquiler más barato que lo que pagaba de cuota de préstamo. Y cabe preguntar si no podría continuar en su vivienda pagando esa cantidad que pagaría por un alquiler, si no podría pagar una cuota de préstamo menor que la que pagaba e igual al precio de ese alquiler que si podría alcanzar a pagar. Y aquí es donde podemos hablar del Concurso de Acreedores Familiar, un mecanismo que el Presidente Obama intentó implantar sin éxito en Estados Unidos, donde el hecho de que exista la Dación en Pago no puede evitar que se inicien mensualmente cien mil procesos de desahucio. En España existe la posibilidad del Concurso de Acreedores personal, pero curiosamente las deudas hipotecarias quedan excluidas de su aplicación. Si las hipotecas pudiesen incorporarse a los concursos personales, el hipotecado incapaz de hacer frente a los pagos de las cuotas podría entrar en concurso personal y el Juez Concursal determinaría una eventual quita, de la misma manera que se viene realizando con las empresas, ajustando las cuotas a las posibilidades del deudor, y, en última instancia, si no hay posibilidad alguna, aplicar la Dación en Pago. De esta manera tendríamos la posibilidad de que el Deudor insolvente pudiera declararse en Concurso de Acreedores Familiar y renegociar las condiciones de su préstamo hipotecario, y si aún y todo resultara imposible la búsqueda de una solución quedaría la Dación en Pago como opción final. Para las entidades financieras también podría resultar interesante ya que se les abre una cierta viabilidad de ingresos ya que puede que cobren dos tercios, o la mitad, o un tercio, pero pueden saber lo que van a cobrar y estimarlo en sus cuentas. Insisto, hay ocasiones en las que el Deudor no puede pagar la cuota a la que se comprometió pero puede pagar menos. Con la Dación en Pago dejaría su casa y pagaría un alquiler a la medida de sus posibilidades. Y la pregunta sería ¿por qué no puede quedarse con su casa por ese mismo precio mensual?. Si tras un Concurso de Acreedores Familiar el importe de su deuda se rebajara a la mitad o a la tercera parte quizás él podría quedarse en su casa y hacerse con su propiedad por el mismo dinero con el que pagaría un alquiler. Pero para ello sería necesario cambiar la Ley Concursal porque tal y como está actualmente el Concurso de Acreedores Familiar únicamente sirve para ganar algo de tiempo, pero después es la peor de las opciones posibles por su extremada crueldad con el Deudor concursado. 7