La paz interna y externa a través de la meditación

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La paz interna y externa
a través de la meditación
por Rajinder Singh
Las personas en todo el mundo expresan su deseo de paz de muchas
maneras. A menudo escuchamos frases como: “La paz sea contigo”. En
Navidad la gente envía tarjetas de felicitación o entona canciones anhelando por la “paz en la tierra”. La gente levanta dos dedos en forma de “V”
como símbolo de paz. Cuando alguien muere, oramos para que “descanse
en paz”.
Las naciones se reúnen de seguido para buscar caminos hacia la paz
recíproca. En muchos países han surgido organizaciones dedicadas a la
paz. Hay incluso un Premio Nobel de la Paz por las contribuciones individuales a esta noble causa.
La búsqueda de la paz es universal. En todas las épocas y en todos los
países, la gente ha tratado de encontrar la paz en su mismo entorno, dentro
de sus familias, en sus lugares de trabajo, al interior de sus comunidades, y
en el mundo.
Es extraño que aunque un sinnúmero de personas han buscado la paz
a través de los tiempos, su logro sigue siendo difícil de alcanzar. Pocos de
nosotros hemos podido encontrado la paz para nosotros mismos. Vemos
cómo las dificultades de la vida conspiran para negarnos la paz verdadera y
eterna. ¿Será posible que en verdad podamos lograr este fin?
En primer lugar, debemos analizar qué es la paz. El diccionario lo define
como una ausencia de conflictos, como un estado de serenidad, de calma
y sosiego. Inherente a esta definición encontramos la respuesta al por qué
la paz es tan difícil de lograr. La vida y los conflictos parecen ir de la mano.
Todos hemos experimentado esto. La felicidad que experimentamos es a
menudo de corta duración. De repente nos encontramos en estados de
tristeza. Hay disturbios en cada etapa de nuestra vida. La existencia en este
mundo es turbulenta.
Si la paz significa “ausencia de conflictos”, entonces la paz no es fácil de
alcanzar. Si uno es rico o pobre, si es un rey o un campesino, la vida de uno
es asediada por un problema tras otro.
Hay una historia instructiva en la vida de Buda, que ilustra bien esta verdad. Una mujer cuyo hijo había muerto estaba inconsolable. Visitó a todos
los médicos en su área para averiguar si era posible restaurarle la vida al
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niño. Por último, alguien le dijo que había un ser iluminado, el Señor Buda,
que podría ayudarle. Ella fue hasta donde el Buda y le pidió que le ayudará
a revivir a su hijo para aliviar el terrible dolor en su corazón. Buda, en su
sabiduría, le dijo que él le ayudaría a revivirlo, siempre y cuando primero le
trajese una semilla de mostaza obenida de un hogar en el que nadie hubiera
muerto. La mujer se llenó de alegría, siguió sus instrucciones y visitó casa
tras casa. En cada puerta recibió la misma respuesta. Uno o más miembros
de la familia habían fallecido. Cada familia por la que pasó pensaba que
solo un tonto podría imaginarse que iba a encontrar un hogar en el cual no
se hubiera sufrido la pérdida de un familiar.
El Señor Buda de esta manera le enseñó que la muerte es la única realidad de la vida. Los seres humanos vamos a morir algún día. La enfermedad
y las dolencias son otra realidad de la vida. Sólo tenemos que examinar
nuestra propia existencia, para ver lo difícil que es ir por la vida libre de
alguna enfermedad, calamidad o accidente. Los libros de medicina están
llenos con todas las enfermedades que pueden aquejar a los seres humanos.
La lista de enfermedades o accidentes por las que podemos pasar en esta
vida es interminable. Vivimos en un medio ambiente en el cual no tenemos
un control total. ¿Cómo podemos disfrutar de una paz perpetua y continua, si sobre nuestras cabezas pende la muerte, la desgracia o la enfermedad?
Aún si nuestro cuerpo físico está sano por completo, pocos podemos
pasar por la vida sin disgustos. Hay muchos acontecimientos que producen
estrés. Si tenemos una familia, sabemos que la enfermedad, la infelicidad
o la mala suerte de cualquiera de sus miembros, hace que los demás estén
afligidos. Cada vez que dos personas viven o trabajan juntas, es seguro que
habrá tensiones debido a las diferencias de opinión o puntos de vista. Si
no estamos en paz con quienes vivimos o tenemos contacto, habrá estrés
y temor en nuestras actividades diarias. Esta tensión nos impide llevar una
vida de felicidad, alegría y paz.
Hay muchísimos más problemas que atribulan nuestras vidas. Si buscamos la paz en lo externo, lo máximo que podemos encontrar son situaciones transitorias. En verdad tenemos períodos en los cuales disfrutamos del
calor de estar con nuestros seres queridos o alcanzamos momentos de felicidad por algún logro o ganancia. Pero estas fases son efímeras. Por fuerza,
la vida de nuevo se presenta con su panorama de problemas.
El gran místico, santo y poeta, Sant Darshan Singh Ji Maharaj, expresó
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esto con belleza en uno de sus versos:
Cada vez que experimento momentos de felicidad,
La vida se me presenta con otra copa de dolor.
Parece como si lograr una paz perdurable en esta vida fuera de hecho
imposible. La existencia se asemeja a un péndulo en el cual oscilamos de
acá para allá, de momentos de alegría a instantes de tristeza.
A pesar de los obstáculos, podemos alcanzar la paz verdadera en esta
vida. Pero para hacerlo tenemos que pasar por un cambio en la manera de
pensar. El ángulo de visión tiene que cambiar. La tendencia es buscar la
paz en el mundo. Esperamos encontrarla en nuestras posesiones, posiciones y relaciones. Pero la pérdida de cualquiera de estas nos perturba y nos
altera. Nuestra tranquilidad se trastorna. Todo en este mundo está sujeto a
cambios y eventualmente al deterioro. Si buscamos en este mundo transitorio la felicidad nos vamos a decepcionar. Tenemos que cambiar la manera
de ver el problema. Una anécdota de la vida del emperador mogol Akbar
nos puede ilustrar en este sentido. Akbar es considerado como uno de los
emperadores más sabios de la India. Él tenía un grupo de asesores para
darle guía a sus ministros. Entre estas grandes mentes se encontraba Birbal,
el más sabio de ellos. Él era muy inteligente y podía encontrar soluciones a
problemas difíciles mirándolos desde una perspectiva totalmente diferente.
Akbar un día quiso poner a prueba a sus asesores y les presento un
rompecabezas. Él tomo una vara y trazó una línea en la arena. Pidió a los
consejeros que acortaran la línea sin borrar ninguna parte de ella. Cada
consejero tuvo su turno pero todos quedaban perplejos. No podían encontrar la manera de acortarla. Birbal se acercó, tomó la vara, y con cuidado
trazó una línea paralela a la que el emperador había dibujado. Trazo una
línea más larga. Al dibujar más larga esta segunda línea, hizo que la primera
fuera más corta.
La solución a la búsqueda de la paz nos obliga a mirar el problema desde
otra perspectiva. No podemos cambiar la naturaleza del mundo y sus problemas. Pero podemos añadir una nueva dimensión que nos dará paz. La
paz duradera se puede encontrar dentro de nosotros. Personas iluminadas
a través de la historia han tenido experiencias místicas las cuales les hicieron acreedores de una realidad espiritual interna.
Buda encontró la iluminación mediante la inversión. Cristo dijo: “El
Reino de los cielos está dentro de ti”. Los musulmanes y las escrituras
judeo-cristianas hablan de los profetas que se comunicaban con Dios. Los
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místicos de todas las tradiciones religiosas han descrito sus experiencias
espirituales internas. Hablaron de regiones internas que coexisten con el
mundo físico. Estas son regiones de alegría y amor que se encuentran dentro de nosotros. Son regiones de paz y felicidad eternas que van más allá
del tiempo y del espacio. No podemos cambiar la naturaleza del mundo,
pero si podemos estar en sintonía con los mundos dentro de nosotros. Si
queremos encontrar la paz en el mundo, primero tenemos que encontrarla
dentro de nosotros. Podemos lograrlo, sólo si cambiamos nuestra perspectiva de la vida.
La manera de llegar a las regiones espirituales es a través de un proceso de inversión conocido como meditación. Por medio de la meditación
podemos separar nuestra alma del cuerpo y viajar a las regiones internas.
Podemos aprender a meditar de los Maestros espirituales o místicos que
han dominado esta ciencia. Ellos nos explican la teoría para que podamos
entender el proceso. Luego nos dan una demostración práctica en el momento de la iniciación.
De estos instructores aprendemos, que en el comienzo, el principio creador del universo, al que llamamos Dios, estaba solo. Se dice que Él es un
océano de conciencia, felicidad y alegría absoluta. Cuando Él decidió convertirse de uno en muchos, su pensamiento o vibración creativa dio lugar a
dos manifestaciones, Luz y Sonido. Esta corriente de Luz y de Sonido fue
la causa de toda la creación. Al expandirse de Dios hacia el exterior creó las
diversas regiones o planos de existencia.
Se creó un plano de conciencia pura. Esta es una región de luz tan brillante que es igual a la trillones y trillones de soles juntos. En esta era científica, parece difícil creer que cualquier cosa pueda ser tan brillante como
miles de millones de soles. Pero incluso los científicos han descubierto en
el universo físico cuásares o material estelar, cuya luz es tan brillante como
millones de galaxias. Son tan brillantes que a pesar de estar a millones de
años luz de distancia, los científicos todavía los pueden detectar con instrumentos modernos.
A medida que la Luz y el Sonido divinos proseguían en su expansión
desde su fuente, otro plano era creado. Se le llamó el plano supra-causal.
A continuación se creó el plano causal. Este es el plano donde la mente
universal fue creada. El siguiente plano es el astral. Por último, fue creado
el plano físico donde hoy vivimos. En el plano físico está el universo con
todas sus estrellas y planetas, la Tierra, los seres humanos y todas las demás
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especies de la creación.
Además de originar los diversos planos de la creación, Dios envió a
estos mundos partículas de conciencia de Él mismo, las que llamamos
almas. Ellas poblaron los diversos planos de la creación. El alma es de
la misma esencia de Dios. Es espíritu puro, toda conciencia, felicidad y
alegría. Cuando el alma llegó a cada plano tuvo que asumir una cubierta o
un cuerpo que fuera apto para cada región. Así el alma se envolvió con un
cuerpo causal, astral y físico. En el plano causal usamos el cuerpo causal.
Al estar en el plano astral empleamos el cuerpo astral. Tenemos un cuerpo físico el cual usamos en este plano físico. Al alma se le dio también la
mente a través de la cual recibe impresiones y se comunica cuando habita
en los planos causal, astral o físico.
En el universo físico el alma esta cubierta con el máximo de capas o
cubiertas. El resultado es que el alma se olvidó de sí misma y llegó a identificarse con el cuerpo que habita. Se olvidó de su verdadera naturaleza y
de su estancia en los reinos espirituales. Este olvido es la causa de la infelicidad, y la ignorancia de los misterios de la vida. Todo el conocimiento de
la creación, de lo que somos y de Dios, se encuentra en nuestra alma. El
alma es totalmente consciente. Pero las capas que la cubren son tan gruesas que la luz divina ya no puede brillar más. Con el fin de que la Luz brille
de nuevo, tenemos que remover una por una las capas que cubren al alma.
La meditación es un proceso mediante el cual podemos retirar cada uno de
estos velos hasta poder brillar como un alma pura.
Los distintos planos internos no tienen una ubicación en nuestro universo físico. No existen arriba o debajo en el sentido del espacio tal como lo
conocemos. Existen dentro de nosotros. La manera de llegar a ellos no es
utilizando ningún modo de transporte, ni nave espacial, ni siquiera viajando
más rápido que la velocidad de la luz. La forma de llegar a estos reinos es
adentrándonos por medio de la inversión.
Esta forma de meditación es enseñada por los Maestros de Ciencia de
la Espiritualidad, es un método simple para ir más allá del cuerpo físico y
cruzar los planos internos. La meditación requiere concentrar la atención
en un punto especial en el cuerpo a través del cual podemos ingresar internamente. La expresión externa de nuestra alma es la atención. En general
nuestra atención esta en el cuerpo. Con la ayuda de nuestros cinco sentidos
somos conscientes de nuestro cuerpo físico y del mundo. Estos sentidos
funcionan a través de los ojos, oídos, nariz, boca y piel. Somos conscientes
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del mundo a través de los sentidos de la vista, oído, olfato, gusto y tacto.
El alma sin darse cuenta de su verdadera naturaleza se ha identificado con
el cuerpo y la mente. El alma en lugar de controlar a la mente y la mente a
su turno de controlar a los sentidos se ha invertido el proceso. El alma es
arrastrada por la mente y la mente es jalada por los sentidos hacia el mundo exterior. Nuestra atención se pierde en los placeres y las tentaciones
del mundo. La mayoría de nosotros nos sentimos atraídos por lugares que
consideramos agradables y hermosos. Para alguien un paisaje puede ser
encantador, para otra persona un edificio puede ser imponente, para otro,
una maquinaria puede tener un aspecto hermoso. Nos gusta escuchar sonidos agradables. A algunos nos gusta escuchar música clásica, mientras que
a otros el rock and roll. Nos sentimos atraídos por los sonidos que encontramos agradables. Nos sentimos atraídos por alimentos que son deliciosos.
Nos sentimos atraídos por fragancias de olor dulce y por el sentido del
tacto. Debido a estos atractivos exteriores es difícil para nosotros retirar
nuestra atención del mundo. Mientras nuestra atención se identifique con
el mundo exterior enfrentaremos los problemas y miserias que son inherentes a esta existencia física. Gastamos el tiempo buscando goces mundanos, pero ellos solo duran cortos períodos de tiempo. Al invertir nuestra
atención y elevarnos por encima del cuerpo físico a través del proceso de
la meditación, encontraremos regiones internas que nos brindarán una paz
duradera.
Tenemos una abertura o puerta por la que nuestra atención puede ingresar a las regiones superiores. Esta entrada se sitúa entre y detrás de las cejas. Se le conoce como el asiento del alma en el cuerpo, se le ha llamado de
muchas maneras por las distintas religiones y filosofías. Se le conoce como
el tercer ojo, el Shiv netra, chakshu divya, Daswan dwar o la décima puerta. Si
podemos retirar la atención del mundo exterior y centrarla en este punto, veremos la luz de las regiones superiores ahí reflejadas. A medida que
nuestra alma se recoge en este punto se eleva hacia el más allá. Este es el
mismo punto a través del cual el alma pasa al momento de la muerte cuando abandona el cuerpo. En los últimos treinta años muchas investigaciones
han sido documentados por los médicos en el campo de estudio al que se
le llamado experiencias cercanas a la muerte. Estas son las experiencias relatadas por personas que fueron declaradas clínicamente muertas pero que
por medio de las maravillas de la medicina fueron revividas.
Es interesante que la vivencia de la mayoría de las personas que tuvieron
experiencias cercanas a la muerte fuera similar Sintieron como si pasaban
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por un túnel y emergían a la luz. La mayoría de ellos dijeron que encontraron tanta paz, alegría y felicidad en esa región que no querían regresar
a este mundo. Los niños también han reportado experiencias cercanas a la
muerte. Los médicos descubrieron que los niños tuvieron el mismo tipo de
experiencias que los adultos.
No tenemos que esperar la muerte física o pasar por un accidente que
ocasione una experiencia cercana a la muerte para viajar a los reinos internos. Por medio del método científico de la meditación podemos aprender a
ir y venir a voluntad a través de la puerta interior.
La corriente de Luz y de Sonido que desciende del Creador también
regresa a su fuente. Esta Luz y Sonido reverberan sin parar dentro de
nosotros. Podemos capturar la corriente en el tercer ojo u ojo único. Pero
para ir allí y concentrarnos en ese punto necesitamos la ayuda de un guía
experto o Maestro espiritual. En el momento de la iniciación Él nos enseña
cómo recoger nuestra alma en el tercer ojo. Recibimos una experiencia de
primera mano, para ver la Luz interior y escuchar la Corriente de Sonido.
Por nuestra cuenta es difícil concentrarnos en el asiento del alma y hacer
contacto con la Luz y el Sonido. La mente quiere seguir absorta en el mundo exterior y esto no nos deja concentrar en la décima puerta. Podemos
realizar un pequeño experimento. Si cerramos los ojos y tratamos de quedarnos quietos, concentrando nuestra atención, encontraremos que nuestra mente va a empezar a bombardearnos con pensamientos. En cuestión
de segundos estaremos intranquilos queriéndonos mover y abrir los ojos
y encontraremos que difícilmente nos podemos estar quietos. Luego, la
mente empezará a pensar en una cosa u otra. Por lo tanto las distracciones
nos impedirán concentrarnos. Aunque regiones maravillosas se encuentran
dentro de nosotros, no hemos podido entrar. Tenemos que aprender una
técnica mediante la cual podemos aquietar el cuerpo y la mente, y encontrar la paz, el amor y la felicidad en nuestro interior.
Para ayudarnos a mantener nuestra atención enfocada los maestros de
Ciencia de la Espiritualidad nos dan en el momento de la iniciación cinco
Palabras o los Nombres de Dios para repetir mentalmente. Esta repetición mental mantiene a la mente ocupada para que no divague o se enrede
en pensamientos que van a quitar nuestra atención. La mente es como el
mercurio y no se puede estar quieta. Necesita hacer algo. Si observamos
nuestras actividades diarias encontraremos que cuando no nos estamos
concentrando en el trabajar con el cuerpo físico, escribiendo y leyendo, o
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realizando cualquier otra actividad, la mente comienza a divagar y a generar
pensamientos. En un momento puede estar en Chicago y en el próximo en
Marte o en cualquier otro lugar. La mente actúa en forma tan rápida que es
difícil mantenerla quieta. Pero a través de la repetición mental le damos a
la mente algo que hacer. ¿Y qué mejor manera de involucrar a la mente que
repetir los nombres del Creador?
Mientras repetimos estos nombres concentramos nuestra atención en
el tercer ojo u ojo único. Miramos en el área frente a nosotros. Al concentrarnos en lo que está delante de nosotros comenzamos a ver las luces de
varios colores. Estos son reflejos de las luces de las regiones superiores.
Al concentrarnos más empezamos a cruzar el cielo interior, las estrellas, la
luna y el sol. Luego viajaremos con nuestro Maestro espiritual a través del
plano astral. El cuerpo físico permanece en reposo en la meditación pero
nuestra atención está concentrada en la región astral. El cordón de plata
conecta el alma con el cuerpo físico para que cuando nuestra meditación
termine volvamos al cuerpo físico llenos de paz y felicidad.
Un Maestro espiritual nos puede guiar en el viaje interno. Vamos más
allá de los planos causal y supra-causal. En cada plano sucesivamente los
cuerpos inferiores quedan atrás hasta que el alma llega a la región puramente espiritual en la que brilla en su esplendor prístino. Aquí es puro
espíritu, alma pura. En este momento, nuestra alma se fusiona de nuevo en
el océano de toda felicidad, paz y bienaventuranza. Llegamos a ser plenamente conscientes de nuestro verdadero ser y de Dios.
Los beneficios de aprender a meditar son muchos. El alma alcanza el
auto-conocimiento y vuelve a la fuente de donde vino. Nos volvemos totalmente conscientes. Encontramos respuestas a las preguntas del misterio de
la vida y de la muerte. Nos damos cuenta de que la muerte no es más que
pasar a través de la puerta de un reino de existencia a otro. Podemos cruzar
el umbral de los reinos superiores y volver en un abrir y cerrar de ojos. La
muerte ya no representa ningún temor para nosotros porque sabemos que
nunca vamos a morir sino sólo a pasar a otro reino. Esas regiones son más
hermosas, más pacíficas, más felices que cualquier otro lugar en la tierra.
Cuanto más entramos en contacto con la Luz y el Sonido mas felicidad
experimentaremos. Este estado de paz y de gozo permanece con nosotros
al volver a la realidad física. Se vuelve una parte de nuestra vida cotidiana.
Al dominar la meditación bajo la guía de un Maestro espiritual, no sólo
alcanzamos la realización personal, sino que nos convertimos en un ins-
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trumento de paz y alegría para quienes nos rodean. Cuando nos unimos al
Creador somos conscientes de que todos los seres vivos son hijos de un
solo Padre. Nos damos cuenta de que la Luz de Dios que está dentro de
nosotros está dentro de todos los demás. Comprobamos que todos somos
hermanos y hermanas en el Creador. Es en esta etapa que se desarrolla el
verdadero amor por todos, por nuestros semejantes, y por toda la creación.
Nos convertimos en embajadores del amor de Dios. Irradiamos amor a
los demás. Empezamos a preocuparnos por los demás. Trascendemos las
etiquetas que nuestras sociedades han colocado sobre la gente. No discriminamos entre las personas sobre la base de la riqueza, el color de piel, la
religión o nacionalidad. Necesitamos volvernos seres humanos íntegros.
Sant Kirpal Singh Ji Maharaj solía decir que si somos cristianos, seamos
verdaderos cristianos. Si somos judíos, seamos verdaderos judíos. Si somos
hindúes seamos verdaderos hindúes. Si somos Sikh seamos verdaderos
Sikh. Si somos musulmanes seamos verdaderos musulmanes. Esto significa
llevar nuestras vidas de acuerdo a la esencia de cada religión. Esa esencia
significa conocernos a nosotros mismos y conocer a Dios. Desarrollar
amor por todos. Todas las religiones nos enseñan que somos hijos de Dios
y que debemos tener amor en nuestros corazones por cada persona que
tratamos. Si comprobamos que la Luz de Dios esta dentro de nosotros y
lo experimentamos, entonces veremos la misma luz de Dios brillando en
los demás. Cuando la paz llene nuestro corazón, se irradiará de nosotros. Si
cada persona tiene esta realización habrá verdadera paz en este planeta.
Al obtener paz interior también podemos lograr la paz exterior. Algunas
personas piensan de manera errónea que el camino de la meditación es de
escapismo. Ellos creen que hay que sentarse en una cueva o en la cima de
una montaña como un recluso. Pero la meditación no conduce al escapismo; por el contrario, nos hace estar más vivos. Es una de las maneras más
efectivas de trabajar activamente en pro de la paz exterior. Los Maestros de
Ciencia de la Espiritualidad nos animan a mantener una vida equilibrada en
el mundo.
Mientras progresamos espiritualmente llevamos una vida productiva,
cumpliendo con todas nuestras responsabilidades.
Necesitamos ganarnos la vida honradamente. Cuidar de nuestra familia.
Contribuir con las necesidades de nuestros vecinos, nuestra comunidad,
nuestra sociedad, la nación y el mundo entero. Cualquier tarea que llevemos a cabo, debemos hacerla con lo mejor de nuestras capacidades, el camino espiritual tiene dos partes. Logramos la iluminación interior y la paz
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para nosotros mismos. Entonces, usamos nuestros talentos y habilidades y
el regalo de nuestra vida humana para hacer del mundo un lugar mejor, un
lugar más pacífico. Si somos un médico, debemos ser el mejor médico. Si
somos un carpintero debemos ser el mejor carpintero. Si somos músicos
debemos ser los mejores. Así le traemos mejoras a la sociedad y hacemos
que la vida sea muchísimo mejor a nuestro alrededor. Al desarrollar nuestro ser interior y exterior nos convertiremos en mejores seres humanos.
Vamos a encontrar la plenitud y la paz para nosotros mismos y ayudar a
otros a lograrlo también.
Puede que no seamos capaces de eliminar todos los problemas del
mundo, pero a través de la meditación podemos alcanzar la paz y la felicidad. Podemos hacer que nuestra vida famiiliar sea más pacífica, amorosa y
bondadosa. Podemos ayudar a cambiar la sociedad en que vivimos. Podemos ser una fuente de paz para todos los que nos rodean. Llevar una vida
en la que cuidamos y amamos a los demás nos convertirá en seres humanos ideales. Sant Kirpalv Singh Ji Maharaj solía decir que es difícil volverse
un ser humano en el verdadero sentido de la palabra, pero una vez que lo
hacemos, no es tan difícil encontrar a Dios. Y esa es la meta más alta de la
existencia humana.
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Para más información: www.sos.org/es
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