Intentos de Reforma Agraria, el latifundio como héroe o mártir. Uruguay entre 1870 y 1915 Silvana Maubrigades (UDELAR, Uruguay) Introducción Con el desarrollo del capitalismo industrial que Europa vivió desde el siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX el sistema agrario de América Latina experimento nuevas condiciones de mercado y nuevas posibilidades de incrementar el capital. Es en este ámbito que la misma se define claramente como exportadora de materias primas y alimentos en general. El crucial cambio económico fue la consecuencia del incremento en la movilidad de capitales y población, del incremento en el conocimiento tecnológico y un desarrollo en el sistema de transportes. Sin embargo el avance del colonialismo en América Latina trajo una evolución muy compleja y desigual en la región, por lo que con la introducción de una nueva forma de producción debieron coexistir relaciones de producción y sistemas productivos muy desiguales en los que encontramos tanto relaciones capitalistas como precapitalistas. Esta dispar situación dependía mucho de la desigual difusión en la comercialización en el período colonial. Naturalmente fueron procesándose cambios a lo largo del siglo XIX que respondían a una mayor expansión del sistema capitalista y una pérdida de vigencia del anterior sistema colonial. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, comienza a darse en América Latina una cierta estabilidad política en los distintos países, haciéndose más fuertes los estados nacionales. Esto favorece la actividad económica a nivel internacional ya que se abre la misma a un intercambio comercial de carácter mundial. Las economías avanzadas en ese entonces eran partícipes de un fuerte crecimiento de carácter industrial que generaba una gran necesidad de insumos primarios. Es en este esquema que las economías periféricas se ven insertas de forma activa en este mercado mundial Respondiendo a una agrupación ya conocida para las economías latinoamericanas, estas diferentes naciones se convirtieron en economías periféricas que debían adaptar sus propios procesos de desarrollo a las necesidades que los países más avanzados tenían. Esto sentó las bases para una relación que a la postre sigue permaneciendo. Es decir, esta apertura también trajo un debilitamiento del desarrollo local en términos industriales y también tecnológicos, ya que la transferencia de tecnología gracias a la inversión de capitales extranjeros no sentó las bases para un desarrollo local de conocimientos sino que afianzó una dependencia aun más difícil de romper que la del colonialismo, la dependencia en el conocimiento y la transmisión del mismo. Pero, con inserciones diferentes, la participación de las economías latinoamericanas en la esfera económica mundial es un hecho no menor que repercute en todas sus bases productivas. Esto, sumado a la captación de capitales extranjeros para invertir en estas economías, ahora más estables políticamente, sentaron las bases para una expansión considerable en las exportaciones, las que naturalmente fueron encaradas de diferentes formas según la amplia gama de sectores productivos locales. En este marco la tradicional especialización productiva del Uruguay, la ganadería, generalmente extensiva y su clase social de referencia, los terratenientes, afianzaron aun más su peso económico pero también social y políticos dentro del país. Sin embargo su principal preocupación, la consolidación de la propiedad privada, todavía para mediados del siglo XIX era un tema sin resolver. Sería a partir de un gobierno militarista, ascendido con el apoyo de las clases altas nacionales, especialmente la rural, que se alcanzaría la seguridad suficiente para generar el escenario propicio en el cual desarrollar plenamente la estructura económica para la que el país parecía especialmente preparado. Militarismo y reformas, leyes para asegurar la permanencia “Por más desinteresada que sea la propaganda de la Asociación Rural, inútiles han de ser los esfuerzos en defensa de los intereses de los productores, mientras los que están obligados a prestar a los habitantes de la campaña, las garantías que todo el país medianamente civilizado se tributan a sus moradores, no le dediquen toda la atención en garantizar la propiedad rural, que representa entre nosotros, la áncora de salvación, el único leño a que agarrarse en el naufragio de 1 nuestras cuestiones internas” Este pensamiento representa lo que ha sido la lucha por la tierra en un país esencialmente agropecuario. Desde su conformación la apropiación de las tierras persiguió fines no solo económicos sino políticos, la tenencia de las mismas no solo les brindaba riqueza sino también poder. Respondiendo a una realidad internacional, ya desde la segunda mitad del siglo XIX, que exigía a estas economías, primario exportadoras, que se insertaran en la división internacional del trabajo como proveedoras de materias primas, consolidar y asegurar la propiedad de la tierra y su explotación privada y exclusiva era esencial. Quizás el ejemplo más contundente de que una nueva etapa en la vida agraria del país comenzaba y que la toma de conciencia política del rol jugado por los propietarios era día a día más evidente fue la fundación de la Asociación Rural del Uruguay en 1871. 1 Revista de la Asociación Rural; 1 de Setiembre de 1875, Nº 66, p. 1013-14. Citado por Barran y Nahum (1967). Estaba la misma integrada por un amplio número de Legislación sobre tierras para el grandes y medianos hacendados, angustiados por la período 1876 - 1885 realidad que estaban viviendo y por las exigencias que • Decreto - Ley de Colonización el mercado internacional les demandaba. Entre ellos Agrícola del 5 de Setiembre de existían grandes diferencias en la concepción de la 1876. producción y explotación de la tierra, pero los unía algo Habilita a los jefes Políticos mucho más importante como era la necesidad de establecer colonias agrícolas en las regularizar al fin la tenencia de la tierra y lograr que la tierras campaña viviera en paz para poder así progresar. impuestos y del servicio militar a Este grupo poderoso estableció alianzas con otras quienes las soliciten. áreas de la vida económica nacional, como el • comercio, la banca, los inversionistas extranjeros, etc., Las tierras públicas de pastoreo o de logrando, en forma conjunta, presionar en la actividad labranza, y los terrenos urbanos de política para que sus intereses fueran oídos y se propiedad fiscal, solo podrán ser alcanzaran soluciones. Demás está aclarar que sus enajenados por su valor corriente al quejas siempre llegaron donde esperaban, dado que el precio de tasación en la época de la peso económico que estos grupos tenían les brindaba venta. un poder de negociación eficiente. • Sin embargo la permanente disputa política que sufría el país impedía intentos concretos de progreso económico en el área rural. fiscales, exonerando a de Ley del 17 de Octubre de 1877 Ley del 28 de Enero de 1879 Entra en vigencia el nuevo Código Rural. No habiéndose consolidado aún un Estado “juez y gendarme” de los intereses de los habitantes del país, la lucha de intereses sociales, políticos y económicos se desarrollaba en forma paralela a la administración ineficiente del gobierno. Vino el militarismo (1876 - 1886) a solucionar esta realidad, impartiendo un régimen autoritario en su gobierno y austero en sus gastos, donde sanear la economía era el tema central y respaldar a los grupos económicos era la tarea principal del gobierno si pretendía sacar el país adelante. El Código Rural, redactado por la propia Asociación Rural, se convirtió en una pieza clave para el sector terrateniente, que veía en la defensa de la propiedad privada y en la tranquilidad del campo la solución a sus problemas. Ante la inestabilidad reinante en la sociedad toda, fue este grupo de poder el que contó con la capacidad organizativa y con la experiencia necesaria para reunir en una ley de carácter nacional todas las disposiciones, arcaicas e innovadoras, que abarcaban la “cuestión rural”. De esta forma se intentaba que la nueva legislación estuviera a la altura de la realidad económica y social de la clase alta rural de nuestro país. Muestra de los intereses que se perseguían fue el énfasis con el que se trató el tema de la propiedad privada como derecho inviolable para quienes la poseían. Esta prédica que mezclaba derechos sociales y económicos de los dueños de la tierra representaba el más ferviente interés en permanecer explotando el territorio nacional que habían logrado apropiarse. Cuando el Coronel Lorenzo Latorre asume el gobierno (1876), tras mantener su aprobación al Código Rural redactado por la Asociación, hace efectivo el mismo, llegando incluso a profundizar su rigor en la prédica liberal de la propiedad privada. Cumple de esta forma con las aspiraciones de sus mentores. Quizás por su hondas consecuencias para la población rural, el hecho que es necesariamente destacable dentro del contexto legal del código, es la imposición de alambramiento de los campos. La definición de la propiedad por medio de alambrados significaba por fin establecer los límites de la propiedad, regularizando la extensión de la misma y salvaguardando los intereses de quien fuera propietario. Con alambrado ahora ya no podrían los gauchos y los pobres del campo vagar por los mismos o tomar como propias las reses para faenarlas. Se pone así freno a dos factores problemáticos en la campaña los vagabundos y el robo de ganado. Esta exigencia si bien venía a poner punto final a una serie de problemas logró generar otros. Al establecerse la medianería forzosa, elemento incorporado por el gobierno y no por los hacedores del código rural, se produjo una honda brecha entre las distintas capas económicas de propietarios. No todos los hacendados del país contaban con el dinero suficiente para compartir el costo del alambrado, con lo cual muchos perdieron sus terrenos por incapacidad económica para mantenerlos, y otros, aprovechando las circunstancias favorables, lograron apropiarse de más tierras. Se destruyó al mismo tiempo una base productiva alternativa como era la cría de ganado en campos de otros, elemento incorporado fundamentalmente por los hacendados progresistas, más volcados a la cría de ovinos, quienes permitían a pequeños productores tener su propio rebaño, aunque no contara con tierras, a cambio de su trabajo. Esta forma paralela de producción desapareció en la medida que la propiedad privada adquirió una relevancia sin igual donde el que no era propietario debía pagar por el suelo que usaba. La ruina de pequeños y medianos productores con la consiguiente pérdida de sus tierras logró aumentar aun más la extensión dedicada a la ganadería, concentrada en pocas manos. El propio Código Rural en su artículo sexto disponía la libre extensión de la propiedad del terrateniente así como el número de ganado que podía criar en ella. Se consolida de esta forma el latifundio ganadero que venía formando parte de la economía nacional ya desde sus orígenes. Con el alambrado de los campos, con títulos de propiedad legalmente registrados y con la libertad de vender y comprar tierras sin importar los límites de la misma la propiedad privada se hace ya incuestionable. Con la sola delimitación y denuncia de las tierras los grandes hacendados se apropiaron incluso de las tierras fiscales, dejando por ello al gobierno sin la posibilidad futura de realizar un reparto de las mismas en beneficio de un mayor número de pobladores. De aquí en más cualquier proyecto de reforma agraria tendrá que luchar contra los dueños de la tierra para alcanzar una distribución diferente de la misma. Luego de aplicado este Código no importará más la forma de apropiación original de la tierra o el nivel de productividad por ella alcanzada, solo se plantea una regulación severa de la propiedad como tal donde cada dueño es libre de desarrollar a su conveniencia la actividad que prefiera. Por tal motivo no todos los que se plegaron al alambramiento de los campos alcanzaron semejantes desarrollos productivos, los más progresistas capitalizaron el uso de estas divisiones no solo para delimitar su propiedad sino para subdividir la misma desarrollando actividades diferentes. Sin embargo tradicionales, muchos de los generalmente los terratenientes Ley del 23 de Noviembre de 1880 no Autoriza el Poder Ejecutivo a fomentar la supieron o no quisieron ver en el alambrado otra agricultura, sea formando, promoviendo o cosa que no fuera la consolidación de su ayudando empresas de Colonización, sea propiedad y la demarcación de sus límites, con lo favoreciendo la iniciativa individual, dentro cual sólo alcanzaron esta primera etapa. Sin de los términos de esta Ley, debiendo en embargo la predica reformista y modernizadora los últimos casos ser reembolsables al que la Asociación Rural desarrollaba en los Poder Ejecutivo, las sumas que anticipa. hechos se vio cuestionada, "...nosotros creemos Las colonias... deberán establecerse en que la obra, tan espléndidamente realizada por las proximidades de las vías fluviales o aquella Asociación, no ha producido aún todos los férreas de los pueblos o de los caminos efectos que debiera producir. Se ha introducido el nacionales de mayor tránsito; en buenas orden... sumamente tierras de labor....podrán fundarse en los importante, no significa que se hayan realizado terrenos que pueda adquirir el P.E....; en los altos fines que persigue aquella Asociación... terrenos Viven hoy como vivían hace 30 años, sin otra fiscales...Consagra diferencia que la de tener campos cercados, pero expropiación sin hacer más esfuerzos... y sin adoptar uno solo pública. de los progresos de que hace uso el estanciero de • pero aunque todo criollos, • es 2 otros países.” que por se el consideren derecho causa de de utilidad Decreto del 28 de Noviembre de 1882 En los planes de la Asociación Rural Establece que no estaban muchas de las disposiciones que a ocupadas por partir de 1879 comienzan a regir, ya que el destinarse a la formación de colonias gobierno militar establece cambios a las pautas agrícolas y las que resulten inadecuadas establecidas, consolidando la gran extensión se subasten, aplicando el importe a la productiva, compra de otras áreas aptas para la el latifundio, a base de la obligatoriedad del alambrado y del control de la las tierras fiscales arrendatarios pueden labranza. (Bernhard, 1969) propiedad como bien inviolable; en desmedro del pequeño productor o minifundistas. Esta población que se quedó sin su fuente de ingresos principal e incluso sin sus tierras podía representar un problema latente en la medida que las revoluciones históricamente se habían alimentado de esta masa de desposeídos. Para ellas, como solución viable, proponía la Asociación el cambio de actividad productiva debiendo orientarse hacia la agricultura. El ganadero consideraba que en su producción estaba la salida natural para el país, dada su inserción al mercado mundial, con lo cual el bien particular era también el bien nacional. Pero, para quienes su incapacidad económica se convertía en una traba para dedicarse a esta 2 Revista de la Asociación Rural; 31 de Octubre de 1885, Nº 20, p. 637-38. Citado por J.P. Barran y B. Nahum (1967). actividad, estaba la agricultura como solución alternativa. Por lo tanto esta población desocupada debería ocupar tierras públicas, linderas a las ciudades, aspirando a abastecer a las mismas. Así no solo se establecía una nueva fuente de ingresos sino también un espacio para sedentarizar a la gente en el campo y tranquilizar a gauchos y peones. Aparece una vez más, entonces, la agricultura cono un complemento natural y necesario para la actividad ganadera, con un fin más de control que de producción. Para ello se establecen en este período militarista una serie de Leyes de Fomento a la agricultura, destinando la distribución de tierras fiscales para el desarrollo de esta actividad. Conjuntamente se habilita a los Jefes Políticos a fomentar colonias agrícolas en distintos puntos del país, exonerando de impuestos y del servicio militar a quienes accedan a las mismas. Sin embargo este fomento agrícola no obtuvo los fines esperados en primera instancia porque las tierras fiscales destinadas a tal fin estaban ya en manos de los grandes hacendados, quienes habiéndolas alambrado, desestimaban la idea de denunciarlas y perderlas. Si bien un relevamiento de dichas tierras hubiese sido lo apropiado, los anteriores intentos no habían dado resultado y para 1877 ya estaban todas ocupadas. Pero existía otro inconveniente de gran peso que dificultaba este cambio de estructura productiva; aquellos destinados, por su condición económica, para la agricultura no sólo desconocían en gran medida esta actividad, sino que sus costumbres y sus hábitos de trabajo estaban orientados a la ganadería, resultándoles difícil aceptar este nuevo rol y sus implicancias. Por tal motivo, lejos de generarse una masa de productores agrícolas, se obtuvo como consecuencia la formación creciente de rancheríos a orillas de las estancias, donde el hambre y la desocupación eran algo cotidiano, existiendo como alternativa el ingreso al ejercito o la permanencia como peones temporales. Cuando una crisis es capaz de cuestionar un modelo Desde mediados de la década del ‘80 el agro nacional enfrenta primero una sobreproducción ganadera, plétora de ganado, y una falta de mercados para su colocación; posteriormente, por factores climáticos hay una caída abrupta del producto; todo esto conjugado con el fin de la fiebre especulativa, “la época de Reus”, hace eclosión en la crisis del ‘90. Comienzan entonces a escucharse quejas cada vez más fuertes sobre el sistema productivo existente, la dependencia que genera la monoproducción y la ineficiencia del latifundio. Las críticas provenían fundamentalmente del sector político residente en Montevideo, con una tradición urbana muy marcada y con una profesionalización en el arte del gobierno que los hacía ver la realidad desde una óptica muy particular. Sus críticas, aunque tienen una gran vigencia aun en nuestros días, no contaban con un conocimiento acabado de las condiciones del campo uruguayo que les permitiera generar soluciones concretables a los problemas evidenciados. El principal mal identificado fue el latifundio, considerado como el causante del atraso productivo en el que estaba inmerso el país y la gran despoblación que tenía el suelo nacional, descuidándose así las fronteras y la seguridad nacional. “Los dueños de grandes áreas no tienen mayor interés en el aprovechamiento de todo su campo, puesto que consiguen pingues beneficios, cualquiera sea la salida de sus productos en el mercado...La razón de esta intolerancia tan perjudicial estriba en el defectuoso fraccionamiento del suelo. Regularizando la distribución... se obtendrá, luego, la implantación del perfeccionado sistema europeo en esta clase de industria, puesto que en virtud del mismo adelanto tendrán que 3 aprovecharse todas las calidades y fuerzas productivas de la tierra...” Claro está que este mismo patriciado, que con tanto encono criticaba al campo, pese a no tener con los terratenientes lazos tan estrechos como en el pasado, pertenecía a sectores políticos que obtenían de estos el apoyo necesario para mantenerse en el gobierno por lo cual poca atención tuvieron sus reclamos. La solución desocupación, encontrada la pobreza ante la Legislación sobre tierras para el período y la 1887 - 1900 improductividad de la tierra fue el reparto de • la misma y el fomento de la agricultura, el Además el P.E. destinará $1500000 al fomento acento estuvo puesto en la recuperación del y desenvolvimiento de la Colonización de la concepto de enfiteusis por considerarse que República, y del remanente que resulte del era la forma más justa de usufructuar un bien Empréstito dispondrá libremente el P.E. que era de toda la población. Si el valor de la • tierra aumentaba gracias al esfuerzo de los Queda autorizado el P.E. para conceder habitantes así como del Estado en mejorar la excención sociedad no parecía justo que solo unos continuación, a las empresas colonizadoras y a pocos obtuvieran ventajas. los El más firme representante de esta idea fue promulgación de la presente ley, destinen a la Andrés colonización tierras de pastoreo, situadas fuera Lamas quien consideraba a la Ley del 29 de Julio de 1887 Ley del 4 de Octubre de 1889 de los propietarios impuestos que indicados después de a la enfiteusis como la mejor forma de acceder a de los Deptos de Montevideo y Canelones... la tierra logrando beneficios para quien la • cultiva y para la sociedad en su conjunto. Desde la promulgación de la presente ley, Cediendo el usufructo de la tierra se podía créase un Registro de Contratos de locación de promover un mejor uso de la misma, en bienes raíces, enfiteusis y capellanías. forma intensiva y diversificada al tiempo que • el Estado obtenía recursos que le permitían Crease una Escuela de Agricultura y Granja reducir la carga impositiva impuesta por otro Experimental bajo la dependencia del Ministerio lado. de fomento, en la propiedad que el Estado Ley del 19 de Diciembre de 1890 Ley del 10 de Diciembre de 1894 “Si el hombre puede crear posee en la Estación Toledo individualmente un valor industrial, no puede darle a la tierra que posee o cultiva todo el valor que adquiere en el estado social, porque este valor, y por consiguiente la renta, es el resultado de las condiciones, del capital y de la labor de la colectividad en que se produce... el Estado, representante de la sociedad...es el que tiene la potestad y los medios legales para que se establezca en justicia lo que en ese valor corresponde, proporcionalmente, al capital y al 4 trabajo del individuo y de la comunidad, dándole a cada uno lo que es suyo.” 3 Pedro Figari, “Ley Agraria” , Montevideo, 1885. Tesis presntada para optar al grado de doctor en jurisprudencia, p. 14-15. Citado por Barran y Nahum (1968). 4 Andrés Lamas, “Estudios sobre la legislación agraria de Rivadavia”,, p. 10-11. Citado por Barran y Nahum (1968). Otros políticos de la época, también críticos del latifundio, ponían el acento en las tierras fiscales apropiadas indebidamente por los grandes terratenientes. “(Los ocupantes de la tierra fiscal) ... que ningún sacrificio han hecho para conquistar la tierra que detentan -ni para mejorarla- ni siquiera regar su cultivo con el sudor de su frente, pues la conservan en el mismo estado en el que estaba cuando la usurparon o heredaron de sus mayores... la mantendrán en el mismo estado , mientras una política sabia y previsora no cambie este deplorable estado de cosas que sustrae la 5 mitad del territorio nacional a la producción y a la renta.” Su idea era recuperar las mismas para destinarlas entonces a la agricultura y a la instalación de colonias agrícolas. Esta defensa del modelo agrícola que hacían los políticos se vio plasmada en una serie de leyes promulgadas que intentaban fortalecer la colonización del país, incluyendo exoneración de impuestos a los colonos y a los propietarios que cedieran sus tierras para actividades agrícolas, impulsar empresas colonizadoras e incluso establecer una Escuela de Agricultura y Granja Experimental de propiedad estatal. Todo este impulso reformista que nacía desde el seno político pareció pasar desapercibido para los propietarios de las tierras. Si bien los proyectos eran muy ambiciosos no alcanzaron a efectuarse, motivo por el cual quienes eran dueños de las tierras permanecieron ajenos a estas críticas. Indiscutiblemente detrás de esta capa política estaban los sectores económicos que las sustentaban, por lo que si bien mucho se criticó poco se hizo realmente para alcanzar un cambio. Además eran estos mismos hacendados, caudillos de sus zonas, los que lograban mantener pacifica a la campaña y también quienes lograron no solo imponer el militarismo para tranquilizar la misma sino también sacarlo cuando este no les fue útil. El patriciado de la ciudad era consciente de que amenazar realmente la propiedad privada podía ocasionar una pérdida de poder en el gobierno que no estaban dispuestos a asumir, por lo menos una gran parte de ellos. Por lo tanto este período civilista, como se lo conoce, poco logró en cuanto a cambios substanciales en la tenencia de la tierra, como ya dijimos la propiedad privada era sagrada, así que tuvieron que contentarse con fomentar la idea de un país diversificado con una base agrícola importante que permitiera sobrellevar mejor las crisis que la economía externa nos imponía. A estas propuestas supieron responder aquellos hacendados progresistas que fundaron la Asociación Rural, quienes no sólo se propusieron explotar en forma eficiente el mestizaje del ganado y el alambramiento de los campos, sino que además respondieron favorablemente a la incorporación de actividades agrícolas en sus predios, con un aumento de la mano de obra y una mejora en la producción. Sobre esta base política y productiva surgiría el batllismo como sector político con actitud crítica ante el latifundio, la concentración de la propiedad y el monocultivo. Su apoyo lo encontraría en la ciudad y serían los representantes del campo sus principales detractores. El Batllismo enfrenta al latifundio improductivo 5 Angel Floro Costa, “Solución práctica del arreglo de la propiedad fiscal” Montevideo, 1894. Citado por Barran y Nahum (1968). El primer gobierno de José Batlle y Ordóñez (1903 - 1907) por la realidad política que vivía el país (última revolución caudillezca, 1904) no pudo desarrollar o concretar las ideas y aspiraciones que se había propuesto. Sin embargo, ya desde un primer momento Batlle, haciendo referencia a la realidad económica del sector agropecuario planteaba la importancia del mismo en la economía nacional. “Ahora como antes es la campaña nuestro gran recurso, por no decir el único, ya que nuestras industrias urbanas están todavía en embrión... Protejamos y estimulemos a los verdaderos productores, a los que nos prestan artículos aptos para la exportación, con los cuales traemos oro al país...; y el gobierno, por su parte, ofrézcales todas las franquicias posibles para estimular y promover esa 6 producción...” . Este planteo, que parece ajeno a ese concepto de política citadina que el batllismo dejaba ver, encarna la importancia asignada al agro como la fuente primaria de recursos y la necesidad de promover, de parte del gobierno, soluciones acorde con las exigencias de los productores. El gobierno de Claudio Williman (1907 - 1911), que siguió al de Batlle, no apuntó sin embargo a una política integral para el agro, concentrando sus aspiraciones en una transformación del país ganadero a un país agrícola, siguiendo así con la herencia civilista que predominaba a fines del siglo XIX. 6 Cuadernos de Marcha, (1969). “El hacendado moderno.16 de Marzo de 1903;”. Cuando nuevamente accede al poder Batlle (1911 - 1915) la situación nacional era muy Legislación sobre tierras para el período diferente de la anterior, razón por la cual estaban 1903 - 1915 dadas • las condiciones para que pudiera Ley del 16 de Diciembre de 1905 desarrollar en profundidad los cambios que Declárase de utilidad pública la expropiación consideraba de campos de pastoreo destinados al esenciales para el país. Con respecto al agro, su concepción adquirió matices ensanche más Paysandú, y la formación de Colonias terminantes que los planteados con del ejido de la ciudad de anterioridad. Reconociendo la importancia de la agropecuarias producción agropecuaria para el enriquecimiento Departamento...El P.E...otorgará facilidades general, veía en los grandes latifundistas un para la constitución de hipotecas... Ningún obstáculo agricultor podrá comprar más de una chacra insalvable para el desarrollo en el mismo productivo. y trabajará personalmente, y se obligará a “Por tanto creemos que mientras no se quiebre plantar 100 árboles por año y conservarlos. la • preponderancia terratenientes, nuestra económica los Ley del 30 de Setiembre de 1911 continuará Autorízase al P.E. para crear en los parajes inculta, despoblada, miserrima - a pesar de sus de los departamentos de campaña que ganados - y montaraz....La ganadería constituye juzgue más apropiados, seis Estaciones la fortuna de algunos centenares de familias. La Agronómicas, con sus correspondientes pequeña trabajo, Granjas Modelos. El P.E. podrá expropiar de hombres hasta 1000 hectáreas con destino a cada agricultura autonomía y campaña de dará vida, paz a millones 7 laboriosos, conscientes y libres.” estación. “Es que ha faltado el • Ley de Octubre de 1911 estímulo a las pequeñas Créase la Comisión de Defensa Agrícola, industrias agropecuarias, ese estímulo que consiste no en formada por propietarios y técnicos cuyo propagandas y prédicas y número fijará el P.E. críticas, sino en hechos como el de facilitar créditos a los hombres de trabajo, liberar de derechos a las máquinas y las semillas....Esta será la forma de ...desalojar, en término tal vez no lejano, el clásico estanciero cuya 8 industria se reduce al pastoreo natural...” 7 8 Cuadernos de Marcha (1969). “El mal del país. 20 de Junio de 1911,” Cuadernos de Marcha (1969)., “El crédito rural. 23 de Julio de 1915” Sin embargo lo poco que se concretó en esta materia fueron leyes que premiaban las mejoras • en productividad y eficiencia como la Ley del 13 Da principio la colonización encarada de Noviembre de 1911 que premiaba a las como función del Estado. Se autoriza la estancias productoras de forraje, o la del 4 de emisión de un Empréstito de $500000 Julio de 1913 que elevaba los derechos de para la compra y fraccionamiento de aduana a mantecas y cremas favoreciendo así la tierras producción las agropecuaria que serán vendidas en de plazos hasta de 30 años. Se faculta la perjudicar los intereses latifundistas, contribuyeron P.E. a proceder a la expropiación de a su mejora en la medida que no se alcanzó a tierras, a cuyo efecto se declaran de tocar la propiedad privada, estimulando tan solo utilidad pública; se exime por 10 años a una mejora en la producción tradicional de la las chacras del pago de Contribución estancia. Inmobiliaria, y se establece que estarán Con respecto a la colonización agrícola es de libres de ejecuciones y embargos las destacar que el planteo batllista estaba dirigido a deudas contraídas por los colonos antes, la mano de obra inmigrante, especialmente y durante los 5 primeros años de europeos, por considerar que contaban con los posesión. conocimientos técnicos necesarios para esta tarea • y una larga tradición nacional en este rubro Designa una Comisión Asesora, con el productivo. Por tal motivo esta política llevada cometido de pronunciarse respecto a la adelante por el gobierno poco tuvo para favorecer mejor aplicación de la ley del 22/I/1913 al “pobrerío rural”, tradicional en nuestro campo. • resoluciones nacional. que se De esta concretaron, forma lejos Este no era el típico campesinado Decreto del 22 de Enero de 1913 con destino a colonización Decreto del 9 de Agosto de 1913 Decreto del 19 de Diciembre de 1914 europeo afianzado en la producción agrícola, sino Establece las condiciones que deben que había surgido al amparo de las tierras fértiles reunir las tierras que se adquieran para y los campos despoblados. Excluido de la colonización; su localización en zonas de producción formal del agro, por no necesitar este fácil acceso, y la existencia de aguadas de mano de obra abundante, carecía de bases permanentes para irrigación suficiente. sólidas para reclamar su espacio en el campo y su (Bernhard, 1969) derecho a poseer tierras. Por tal motivo el cambio mentado desde el Estado lo mantenía ajeno a la producción agrícola, sufriendo así una nueva exclusión. Continuando la idea batllista de fomento agrícola, puede decirse que aun entre sus propios seguidores habían grandes diferencias, el ala moderada del batllismo cuidábase mucho de tener un diálogo fluido con los dueños de la tierra, manteniendo una actitud cautelosa y prudente en sus planes de reforma rural, por lo que sus proyectos más que afectar la propiedad privada, buscaban incrementar la productividad en el campo. Por su parte el ala radical del batllismo demostraba una actitud bien distinta, que muchas veces hizo temer por la tranquilidad de las relaciones formales con los terratenientes. Proyectos como el del diputado José Pedro Masera en 1910 o el de Mateo Magariños Viera en 1913, cuestionaban duramente la tenencia de las tierras fiscales, desde incluso 1795 como planteaba Masera, exigiendo que las mismas retornaran al Estado para que este las redistribuyera. También otro proyecto, propuesto por el diputado Alfredo Vidal proponía la creación de la Sección Tierras y Colonización en el Banco República para que esta expropiara grandes extensiones a fin de distribuirlas luego para la producción intensiva en granjas, chacras, etc. Estos proyectos, presentados todos al parlamento nunca tuvieron andamiento, incluso no llegaron nunca a la Cámara de Senadores. Sin embargo algunos de los planteos del ala radical que cuestionaba duramente la tierra improductiva llegaron a concretarse a través de la vía impositiva. Todo el equipo ministerial de Batlle compartía la crítica dura que se hacía desde el parlamento a los dueños de las tierras que, sin incorporarle mejora técnica alguna y solo confiando en las buenas pasturas veían incrementado el precio de sus tierras. Por lo tanto se proponía que se pagaría en impuestos por el valor de las mismas si estas se trabajaran intensivamente. Según el reformismo batllista el impuesto inmobiliario debía inducir al cambio en el sistema de explotación rural. “La propiedad, en realidad, no debe ser de nadie, o más bien dicho, debe ser de todos; y la entidad que representa a todos es la sociedad ...es propietario de nuestros campos un número limitado de personas y nuestros paisanos tienen que trabajar para ellas por una cantidad mensual ínfima, en tanto que ellas realizan grandes fortunas...El impuesto progresivo sobre la tierra, es decir un impuesto que va siendo cada vez mayor, a medida que el valor de la tierra va aumentando, hace que el interés de tener grandes propiedades disminuya si no se las emplea en 9 forma que produzcan utilidades extraordinarias.” Esta postura batllista sobre la propiedad privada refleja su concepción giorgista y su intento de imprimir en el país estos postulados. Sin embargo, los mismos no eran nuevos en el país, ni en el Río de la Plata; ya desde Rivadavia en la Argentina y Andrés Lamas en el Uruguay se consideraba la propiedad de la tierra como un beneficio social que, quienes lo poseían debían retribuir a la colectividad en virtud del derecho inmanente en todos los individuos de ser dueños del suelo que pisan. Esta misma tradición alcanzó a participar de los proyectos civilistas de fines del siglo XIX, permitiendo que los impulsara Batlle desde su condición reformistas para la época, sin que implicaran un escandaloso agravio a la mentalidad burguesa del momento. Lamentablemente este planteo reformista que el batllismo intentó transmitir al agro hizo muy poco eco entre sus representante. Los grandes propietarios, a pesar de su visible alarma ante los embates ideológicos del gobierno no reaccionaron como este esperaba, incluso de hecho no debieron hacerlo ya que el mismo no contó con la fuerza política suficiente, ni el dinero necesario para generar los cambios productivos que el país requería. ¿Qué fue del latifundio? A modo de conclusión En casi cincuenta años de marchas y contramarchas el tema del latifundio parece haber tenido la extraña virtud de salir invicto de las batallas a las que ha estado expuesto. 9 Cuadernos de Marcha, (1969)., “Discurso de Batlle en la Convención sobre la propiedad de la tierra. 16 de Marzo de 1903” Debe mencionarse que, si bien resultó siempre difícil cuestionar la propiedad de la tierra a sus ocupantes, con o sin títulos, fue recién después de instaurado el Código Rural que este tema quedó definitivamente zanjado. Con una delimitación concreta de las mismas, plantear la necesidad de reestructurar la tenencia de la tierra, con el fin de repartir la misma entre un mayor número de pobladores, habría de convertirse en tema de enfrentamiento ineludible con los terratenientes, sector económico de fundamental importancia en la economía del país. Habiendo consolidado el país su estructura productiva, orientada esencialmente hacia el mercado internacional como país agroexportador, coincidiendo la misma con una demanda creciente de materias primas, resultaba incuestionable el papel jugado por la clase alta rural en el destino económico que parecía tener el país trazado. En este sentido la base principal de la riqueza, es decir la posesión de tierras, que permitiera desarrollar la ganadería, especialmente extensiva dada la tradición productiva de los terratenientes nacionales, no debería limitarse si se quería salvaguardar los intereses económicos del país en su conjunto. Por tal motivo cuestionar al latifundio era, en cierta forma, atentar también con la fuente principal de riquezas para el país, era dudar de la capacidad productiva de la clase alta rural que llevaba en sus hombros el peso del desarrollo nacional. Por tal motivo es fácil comprender que pocos se atrevieron a cuestionar la gran propiedad de la tierra.Quienes lo hicieron, considerando que el desarrollo implicaba una producción diversificada, plantearon la necesidad de promover la particiación de pequeños, medianos y grandes productores. Respondiendo a esto surgieron diversas propuestas de fomento a la producción agrícola, que apuntaron especialmente a la formación de colonias. Sin embargo, cuando el modelo productivo vigente, que carecía mayoritariamente de mejoras tecnológicas (salvo el mestizaje o el alambramiento de los campos), se vió enfrentado a una crisis ocasionada por una coyuntura internacional en los ‘90, se evidenció rápidamente que este era incapaz de garantizar un crecimiento económico sostenido. A partir de allí se agudizan las voces que reclaman una solución diferente para la realidad agropecuaria del país. Tales propuestas, replantean la necesidad de diversificar la producción, incorporando eficientemente el componente agrícola en la estructura productiva del momento. Esta, que había sido la solución “sugerida” por los terratenientes para aliviar la situación de los pobres y desposeídos del campo, se erigía ahora como la alternativa más viable para alcanzar un crecimiento sostenido del sector. La misma, que bien podría haber estado orientada a las clases más carenciadas de la población nacional, ya sea por falta de tradición en este tipo de tareas o por una necesidad de aumentar la población, estuvieron siempre ligadas al fomento de la inmigración, especialmente europea. Se creía necesario cuestionar al latifundio improductivo, ya que este era la fuente de los males de una economía nacional muy atada a la exportación ganadera y que por tanto sufría, con los avatares del mercado internacional, en forma aguda. Por otro lado se priorizaba la formación de colonias agrícolas con inmigrantes europeos ya que estos contaban con los conocimientos y la experiencia necesaria para volcarla en la producción. En este ambiente de desconcierto, con una base productiva cuestionada, con un sector industrial incipiente y por ende incapaz de tomar las riendas de la economía nacional, y fundamentalmente con un Estado que cada vez más asumía el rol de organizador social, llegamos a la presidencia de Batlle y Ordóñez. Como ya vimos, su planteo no pareció alejarse del pensamiento clásico de la época, que veía en el latifundio improductivo y no en la base ganadera nacional, la causa de gran parte de las penurias económicas del país. Este nuevo gobierno, de carácter esencialmente progresista, como suele caracterizarlo la historiografía nacional, lucho por una concepción de país diferente a la establecida en el período militarista de las décadas del ‘70 y ‘80. Desestimó desde el comienzo una actitud pasiva ante la forma que era conducida la producción nacional, por tal motivo se reveló contra la improductividad de la que eran objeto las tierras explotadas por los latifundistas, alabando en cambio a aquellos que hacían un uso eficiente de las riquezas de los suelos. Conjuntamente, su gobierno y en general su línea política, acompaño las ideas reformistas surgidas con anterioridad que planteaban, desde fines del siglo XIX, que debía diversificarse la producción agropecuaria nacional si no se quería caer en un agotamiento del sector. Su prédica antilatifundista, su enfrentamiento con la clase alta rural y su postura “desarrollista”, si bien logró imprimir en la población la idea de justicia social e igualdad vigente en nuestro imaginario social hasta el presente, no consiguió alterar sustancialmente la estructura productiva del sector primario de nuestra economía. Es válido reconocer que el crecimiento de la producción agrícola existió y que la diversificación productiva que se postulaba, tuvo lugar, sin embargo, la estructura de la propiedad de la tierra, el latifundio característico de nuestra ganadería extensiva no se logró extinguir. Por lo tanto, ni la política fiscal de la que pretendió el batllismo obtener soluciones, ni la prédica antilatifundista que recorrió su ideología política se vieron plasmadas en soluciones concretas al tema de la subutilización del factor tierra dentro del sistema productivo nacional. La producción ganadera clásica, establecida sobre la base de la propiedad de grandes extensiones de tierras y el uso de la pradera natural continuaría siendo el puntal económico de crecimiento de nuestro país. Bibliografía Barran, J.P. & Nahum, B.; “Batlle, los estancieros y el Imperio Británico. Las primeras reformas”. Tomo 4. Ediciones de la Banda Oriental. Montevideo, 1979. 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