Meteorología Colombiana N3 pp.151–155 Marzo, 2001 Bogotá D.C. ISSN-0124-6984 SOBRE EL ÁCIDO CARBÓNICO REPARTIDO EN LA ATMÓSFERA, DE ALEXANDER VON HUMBOLDT JOAQUÍN PELKOWSKI Profesor Asociado, Grupo de Investigación en Meteorología-Departamento de Geociencias- Facultad de Ciencias–Universidad Nacional de Colombia Pelkowski, J. 2001: Sobre el ácido carbónico repartido en la atmósfera, de Alexander Von Humboldt. Meteorol. Colomb. 3:151-155. ISSN 0124-6984. Bogotá, D.C. – Colombia. JUSTIFICACIÓN Hace doscientos años que el barón ALEXANDER VON HUMBOLDT (1769-1759) nos honró con su presencia en Bogotá. Una forma de recordar esa visita es rindiendo homenaje, desde allí mismo, a su espíritu universal, mediante la traducción de un ensayo poco conocido, pero no por ello menos interesante. Un ensayo en el que el genial naturalista describe sus propias experiencias relacionadas con el dióxido de carbono (denominado en aquél entonces ácido carbónico) en la atmósfera, y en el que podemos captar las grandes dificultades en torno a su medición y su presencia en la gran envoltura gaseosa que nos rodea y nos permite vivir. Por otro lado, en el proyecto acerca del cambio climático en Colombia, generosamente apoyado por COLCIENCIAS desde 1999, el dióxido de carbono desempeña un papel muy importante, puesto que de su cantidad, mayor o menor, dependen algunos de los cambios climáticos que pueden estar operándose en la actualidad, incluso sobre el territorio nacional. ¿Qué otra coyuntura más apropiada para justipreciar un trabajo relacionado con el CO2 que en plena madurez de un proyecto cuyo protagonista es precisamente ese compuesto? Además, en esta revista nos hemos comprometido a ofrecer al lector, en cada fascículo, una traducción de algún artículo clásico. Y aunque el breve ensayo de Humboldt ha sido relegado al olvido, creo que su visita a Bogotá, del 6 de julio hasta el 8 de septiembre de 1801, y el tema de nuestro proyecto, justifican plenamente su elección para la traducción. De esta visita, así como de algunos de los aportes de Humboldt a la meteorología y climatología, me ocuparé en otro artículo. El ensayo que aquí ofrecemos en versión castellana, se tomó de una reimpresión, hecha en 1976 por la editorial «Verlag Dr. H.A. Gerstenberg», en Hildesheim, Alemania, de la obra Versuche über die chemische Zerlegung des Luftkreises und über einige andere Gegenstände der Naturlehre (Ensayos sobre el análisis químico de la atmósfera y sobre otros sujetos de la historia natural), de Alexander von Humboldt, publicada originalmente por Vieweg, Braunschweig, en 1799. Entre los numerosos objetos de la meteorología, sobre los que carecemos de un empirismo preciso, se cuenta la 1 determinación del contenido de ácido carbónico en la atmósfera. ¿Cuál es la cantidad ordinaria, cuál la mayor o menor cantidad del ácido carbónico repartido en la atmósfera? ¿Es mayor en la zona tórrida que en las zonas templadas y frías, menor en nuestros inviernos con nevadas intensas que en el verano, menor en altas montañas que en las llanuras? ¿Cómo se diferencian los aires nocturnos de los diurnos? ¿Cómo el de los vastos océanos de los de las regiones nemorosas? Todas estas cuestiones han quedado hasta hoy sin respuesta. Lejos de pretender llenar ahora esta laguna, reúno aquí solamente los resultados de aquellos experimentos que vengo realizando desde hace tres años, en parte con un 2 medidor de ácido carbónico y en parte con tubos 1 Ácido carbónico es el término que en esa época se usaba para designar el actual dióxido de carbono. No corresponde al actual ácido carbónico. Conservo el término viejo en esta traducción. 2 A dicho medidor parece que se le llamaba «antracómetro». Humboldt utiliza este término de vez en cuando. Nosotros lo haremos siempre que Humboldt se refiera a «medidor de CO2». 152 cuidadosamente calibrados. En el extenso viaje que 3 estoy por emprender , tendré la oportunidad de aumentar su número. Las fuentes principales del ácido carbónico atmosférico son la respiración de los animales y las plantas, los procesos de fermentación y putrefacción propiamente, y (quizá la más importante y que más desapercibido ha pasado) el contacto del oxígeno de la atmósfera con el agua atmosférico, y con todas las sustancias carbónicas repartidas por la superficie del globo terrestre. Es sabido que todos los animales respiradores, cuya respiración se ha examinado hasta hoy en día, incluyendo los más ínfimos como el saltamontes, producen ácido carbónico. Yo he colocado larvas de luciérnaga (lampyrus noctiluca), gusanos y ciervos volantes (lucanus cervus) dentro de campanas con oxígeno muy puro, y he encontrado trazas de ácido carbónico dentro de ellas después de pocas horas. Todas las plantas exhalan durante el día ácido 4 carbónico mezclado con aire vital , y de noche, o bajo sombras oscuras, una mezcla de ácido carbónico y nitrógeno. El ácido carbónico se desprende a la luz solar en grandes cantidades de los líquenes coloreados, de las flores de las plantas acabadas y de sus partes enfermas. Algas marinas senescentes (fucus nodosus, f. vericulosus) desprenden, como lo probé en el Mar Báltico, ácido carbónico incluso cuando algunas ramas están en pleno desarrollo. El contenido de ácido carbónico del aire marino se debe principalmente a esta circunstancia, y a la putrefacción de los numerosos gusanos gelatinosos, y a los vientos que todo lo mezclan. Finalmente, donde el oxígeno atmosférico toca sustancias carbónicas húmedas, se forma, a cualquier temperatura, aun la más baja, ácido carbónico. Este proceso de lenta combustión, acelerado por la presencia de la luz solar, pero que también tiene lugar sin ella, se puede observar en pequeña escala bajo una campana, en el humus, la greda, la corteza de árbol, el esquisto arcilloso, esquisto micáceo, uno que otro gneis, sienita, hornablenda pizarrosa, dolerita porfídica y betún. Ya he mencionado esto, tan importante para la economía natural, en varios trabajos míos. Aquí me limito a añadir que una ligera humedad acelera la formación de ácido carbónico, precisamente porque en la descomposición del agua (provocada por las bases acidificables) se oxida el carbono, y porque el contacto con el oxígeno atmosférico transforma más fácilmente este óxido de carbono en ácido carbónico gaseoso. Los Sres. Fourcroy 5 y Vauquelin , en cuyos laboratorios trabajé durante unos 3 Humboldt se refiere a lo que se convertiría en su más famoso viaje de 1799 a 1804 (su gran viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Mundo. Pasó por Venezuela, Cuba, Colombia, Ecuador, Perú, México). 4 5 Oxígeno. Químicos franceses eminentes hacia fines del siglo 18. L.N. Vauquelin (1763-1828) descubrió, por ejemplo, el berilio en 1797, y el cromo en 1798. A.F. de Fourcroy (1755-1809) fue coautor de la reforma de la nomenclatura química, documentada en la importante obra «Méthode de nomenclature chimique», publicada en 1787, y cuyos METEOROLOGÍA COLOMBIANA N°3, MARZO 2001 meses y a quienes debo tanta instrucción, me han asegurado haber acopiado muchas experiencias, las cuales me demuestran la formación, a una temperatura mínima, del ácido carbónico, tan controvertida en Alemania durante tanto tiempo. En la descomposición del aire atmosférico mediante la 6 «dammerde » (humus) , un factor benéfico para la creación animal es el hecho de que la absorción del oxígeno no es proporcional a la cantidad formada de ácido carbónico. Si de éste se liberara en forma gaseosa tanto como el oxígeno que un agro o campo entero arado (ablandado por la nieve primaveral fundida) le sustrae a la atmósfera, las capas inferiores del aire, donde respiramos, manifestarían una influencia muy desventajosa sobre nuestros órganos. Bajo una campana, unas pocas onzas de humus extraen del aire atmosférico ante nuestros ojos diez a doce pulgadas cúbicas de oxígeno gaseoso en pocos días. ¡Qué perjudicial sería para nosotros si todo ese oxígeno se volviera a elevar en el recién generado ácido carbónico! Pero felizmente encontramos que la masa de aire desaparecida apenas es reemplazada por unas líneas cúbicas de ácido carbónico, y el aire azoteíco (nitrógeno) restante no aumenta en más de unas centésimas de ese ácido. Sobre la cantidad de ácido carbónico que la atmósfera contiene normalmente, no se han puesto de acuerdo los 7 físicos , porque ninguno de ellos ha efectuado experimentos sostenidos al respecto, en recipientes exactamente divididos. En los tratados de más edad se tomaba esta cantidad como 0.06, o sea, muy grande. El 8 Sr. Girtanner la estima ser igual a 0.01. Vauquelin y 9 Chaptal confiesan modestamente que los experimentos seguros sobre esa determinación hacían falta. Felice 10 Fontana niega del todo la presencia del ácido carbónico en la atmósfera, incurriendo en una viva controversia con el Cavaliere Landriani. otros autores son Guyton de Morveau, A.L Lavoisier, C.L. Berthollet. 6 Esta palabra alemana Dammerde, no aparece en mis diccionarios (salvo en uno, del alemán al inglés: kelly, que no parece corresponder a lo que Humboldt designa). Utilizaré para su traducción la especificación parentética de Humboldt. 7 Los naturalistas de esa época. La palabra «físico» no debería evocar lo que modernamente se denota con ella. 8 Médico en Gotinga, quien en sus escritos difundió el sistema revolucionario de Lavoisier, padre de la química moderna, en Alemania. 9 J. A. Chaptal (1756-1832), químico y político francés, propuso en 1790 el nombre de «nitrógeno». 10 Felice Fontana (1730-1805), naturalista y fisiólogo italiano. ALEXANDER VON HUMBOLDT: SOBRE EL ÁCIDO CARBÓNICO REPARTIDO EN LA ATMÓSFERA Según mis numerosos ensayos realizados hasta hoy con 11 el antracómetro , el promedio del ácido carbónico en el aire de la zona templada es de cerca de 0.015. El máximo que he hallado es de 0.018. Esta gran cantidad de ácido carbónico contuvo la atmósfera el 21 de agosto de 1797, cuando en un día sereno reinaban 73 grados higrométricos Saussure y una temperatura de 18.5 12 Réaumur . Se tomó una muestra de aire en campo 13 abierto entre Laxenburgo y Schönbrunn . El mínimo de ácido carbónico, de 0.005, lo encontré en el mismo lugar, el 3 de septiembre, durante una lluvia local y 17° R, con un cielo completamente cubierto. En París, a pesar de que durante el mes de julio, caracterizado por una gran sequía y el enturbiamiento de la atmósfera, el ácido carbónico se mantuvo a niveles inusualmente bajos, que no vi descender hasta valores menores que el anterior. 14 El Sr. Saussure halló todavía en la atmósfera a 2480 15 toesas sobre el nivel del mar, en la cima del Mont Blanc, ácido carbónico. Lamentablemente no tenía un instrumento para poder comparar la cantidad de ácido carbónico con la de la planicie de Ginebra. Pero observó que la “corteza” que se formaba sobre la leche de cal, en altura era mucho más delgada que al borde del mar. «Este ácido carbónico», nos dice, «no puede formarse en esos páramos; las rocas desnudas no la forman. Allá no hay ni combustión ni putrefacción». No obstante, según 16 experimentos del Sr. Lampadius y míos, es verosímil que incluso en esa húmeda región nubosa tenga lugar una silenciosa combustión. El pico más alto del Mont Blanc contiene un granito de menudos granos, cuya meteorización se opera a través de líquenes (lichen sulphureus y lichen rupestris hofm.) carboníferos. Más abajo se presentan masas considerables de tierra clorítica y hornablenda. Donde estas rocas están en contacto con el oxígeno del aire, tiene que formarse ácido carbónico. Pero es a los vientos que hay que atribuir un mayor papel en cuanto a la presencia de este fluido en las capas superiores de la atmósfera. En una muestra de 11 Del griego anthrax, -akos, carbón, y métron, medida; se trata, pues, de un «medidor de carbón». 12 El higrómetro de Saussure se basa en las propiedades higroscópicas del cabello. La temperatura corresponde a unos 23°C. 1°R=4/5 °C. 13 Cerca de, y en Viena, respectivamente. 14 Horace Bénédict de Saussure (1740-1799), gran naturalista, alpinista y meteorólogo suizo. Aportó mucho a la higrometría con sus trabajos meticulosos. Humboldt cita a continuación de la edición grande de la monumental obra Voyages dans les Alpes, t. 4. 15 16 1 toesa=1.949 metros. W.A. Lampadius (1772-1842), profesor de química en la Academia de Minas de Freiberg, compañero de estudios de Humboldt. Publicó entre otras obras una «atmosferología», en 1806, obra altamente cotizable hoy en día. 153 17 aire, que encargué a los Sres. Garnerin y Beauvais , tomada en su viaje aéreo a una altura de 650 toesas, había exactamente la misma cantidad de ácido carbónico que en París ese mismo día. Es el primer experimento con aire sobre el que no influyera la cercanía de la tierra. Si se hubiera hecho recoger muestras aéreas desde 1783 en una ciudad donde viven tantos distinguidos químicos, ya tendríamos ante nosotros una tabla en la que figurarían algunos centenares de análisis de las capas superiores; ¡una tabla que (como muestra el ejemplo del aerostato del Sr. Guyton de Dijon que se elevó a 2000 toesas) debería arrojar la luz más brillante sobre los problemas más importantes de la meteorología!. De acuerdo con nuestras experiencias hasta la fecha, hemos de considerar el ácido carbónico no como un compuesto accidental, sino como un compuesto del aire difundido por toda la atmósfera. Una pulgada cúbica de oxígeno gaseoso pesa 0.47, una de nitrógeno gaseoso 0.46, y una pulgada cúbica de ácido carbónico 0.67 granos. El que fluidos con gravedades específicas tan distintas se liguen mediante una mera adhesión, o en virtud de afinidades químicas, es una cuestión que no me atrevo a decidir. En mi tratado sobre el gas nitroso puntualicé experimentos directos que indican que hay una diferencia entre el aire atmosférico y una mezcla artificial de 0.27 partes de oxígeno y 0.73 de azote. 25 partes de ácido carbónico, mezcladas con 75 partes de aire vital (oxígeno), modifican la naturaleza de éste de tal forma que apaga las llamas, porque el oxígeno parece entrar en combinación con el ácido carbónico, y, de este estado de ácido carbónico oxigenado es separable tan sólo mediante la fuerza atractiva del fósforo. Estos experimentos y muchos otros fenómenos parecidos que ofrece la meteorología subterránea, hacen probable que el ácido carbónico, el oxígeno y el nitrógeno se encuentran en la atmósfera más bien combinados que 18 mezclados . Acaso no sea siquiera el nitrógeno el fluido más ligero en esta mezcla heterogénea. En otro lugar he mostrado que con experimentos aún no se ha podido decidir, pero que acaso sea probable, que ¿todo nitrógeno atmosférico contenga algo de hidrógeno?. En cuestiones de tan suma importancia (pues ¿qué nos incumbe más que el medio en que vivimos?), hay que guardarse de silenciar el espíritu investigativo, juzgando 17 Aeronautas. A Garnerin corresponde el mérito de haber demostrado la utilidad del paracaídas como salvavidas. 18 «...mehr gemischt, als gemengt». El sentido de esta frase de Humboldt no es fácil de desentrañar, puesto que los verbos «mischen» y «mengen» significan hoy lo mismo. Pero en tiempos de Humboldt, y esto es un aspecto histórico muy importante, no existía claridad acerca de si los componentes entraban en una como combinación química, o si se encontraban simplemente mezclados. Desde los trabajos posteriores de Dalton, sabemos que el oxígeno, el nitrógeno y el dióxido de carbono del aire atmosférico forman una mezcla de gases perfectos. 154 METEOROLOGÍA COLOMBIANA N°3, MARZO 2001 como incondicionalmente ciertas las sacadas demasiado prematuramente. conclusiones 19 En una estadía en Steben cerca del Fichtelgebirge realicé en 1794 y 1795 experimentos sobre la constitución de la atmósfera más cercana al suelo. Dispuse sobre un prado unos recipientes poco hondos, conteniendo leche de cal, unos sobre el pasto mismo, otros a 10 pulgadas, y otros a 5 pies de altura. A cualquier hora del día encontré que la precipitación de la cal carboácida era más intensa en los recipientes de abajo que en los de arriba. Esta circunstancia se debe en parte al lento descenso del ácido carbónico desde la atmósfera, pero en mayor parte al humus, el cual provoca descomposiciones en las capas vecinas de aire. En la afinidad química, a la cual se debe que el ácido carbónico esté ligado al oxígeno en la atmósfera, tenemos sin duda la causa de por qué la lluvia, la niebla, el rocío y los vapores acuosos no puedan sustraérselo completamente. A mediados de septiembre de 1798, en París, donde durante muchos días cayeron chubascos casi ininterrumpidos, y donde el contenido de oxígeno bajó hasta 0.254, hallé todavía ácido carbónico en proporción de 0.013 a 0.015. Esa misma agua de lluvia de ningún modo enturbiaba la leche de cal. No acusaba, pese a un esmerado examen, ninguna traza de ácido carbónico. El Sr. Ingenhousz ha notado este fenómeno 20 en las lluvias de tormenta . 21 El conde Morozzo y el Sr. Senebier afirman, en cambio, haber encontrado, además de tierra calcárea, una cantidad considerable de ácido carbónico en el agua de las nieblas y del rocío. A los experimentos con el rocío se puede objetar que éste se recogió del pasto de una pradera con unos lienzos (a unas líneas de la tierra y en contacto con plantas respiradoras), y que por ello absorbió un ácido carbónico que a mayor altura no contenía todavía con la misma abundancia. Tampoco está permitido confundir el rocío con el agua de lluvia, ya que el primero asciende de la superficie carbonífera de la tierra, mientras que aquella resulta principalmente de la coagulación de distintas especies de gas, en la región 19 Macizo en la Alemania centro-oriental. 20 Jan Ingenhousz (1730-1799), fue un médico y botánico neerlanandés. En sus estudios sobre la nutrición de los vegetales, demostró que las plantas verdes durante el día absorben dióxido de carbono y desprenden oxígeno, y durante la noche lo absorben, expulsando dióxido de carbono. 21 Autores de Physiologie végétale, Encyclopédie méthodique, 1791. Senebier demostró en 1782 que bajo la influencia de la luz, los vegetales verdes convierten «aire fijo» (dióxido de carbono) en «aire deflogisticado» (oxígeno). 22 aérea superior . El que el ácido carbónico atmosférico provea mucho ácido carbónico a las plantas, está menos decidido de lo que normalmente se cree, y de los experimentos recientes de Saussure, el joven, parece seguirse que las plantas no precisan tanto de esa provisión, por cuanto poseen no sólo la propiedad de exhalar el ácido carbónico durante el día y la noche, sino de extraerlo de la atmósfera. Debería de ser instructivo comparar constantemente los registros del higrómetro con los del antracómetro. Aunque repetidas observaciones me han demostrado que en verano existe generalmente algo más de ácido carbónico que en invierno, no es en las condiciones higrométricas que deberíamos buscar la razón de esa diferencia. Aire estival o invernal seco, es a menudo más pobre en ácido carbónico que el aire húmedo. La causa de esta pobreza no reside ni en la carga eléctrica, ni en la temperatura y elasticidad de la envoltura vaporosa exclusivamente, sino en la sinergia de varias causas en parte aún desconocidas. Las afinidades, las cuales determinan el estado de combinación de la atmósfera, varían probablemente de tal manera que las capas aéreas o disuelven o abandonan más fácilmente el ácido 23 carbónico . Una menor cantidad de agua puede purificar la atmósfera más que una mayor cantidad, si actúa en un momento en que la mezcla atmosférica retiene menos fuertemente el ácido carbónico. Aun cuando las plantas lleguen con todo a exhalar en dos noches la misma cantidad de ese ácido gaseoso, no serán iguales las cantidades que queden en la atmósfera, según que el aire tenga en una de las noches una tendencia a disolver mucho de ese ácido carbónico, pero en la otra (cuando las fuerzas de atracción actúen menos fuertemente) el 22 Esta frase de Humboldt refleja claramente las concepciones que reinaban a fines del siglo 18. Aunque Aristóteles habla del rocío como proveniente de arriba, muchos naturalistas contemporáneos del joven Humboldt creían que el rocío ascendía del suelo, mientras que otros compartían la opinión aristotélica. Humboldt parece adherir a la teoría de Garsten, quien en 1733 concluye que el rocío se eleva del suelo. La clásica y elegante explicación correcta que diera Ch. Wells en 1814 estaba a 15 años de nacer. En cuanto a las teorías acerca de cómo se formaba la lluvia, Humboldt parece dejarse seducir por la teoría «química», propuesta por J.A. De Luc en 1886-87, en sus Idées sur la météorologie, según la cual en la atmósfera se crea agua a raíz de una metamorfosis que no deja de recordar su formación recién descubierta a partir del hidrógeno y el oxígeno. La revolución química que se acababa de operar influyó enormemente en la meteorología del siglo 18 y principios del siglo 19. 23 Las teorías de disolución tenían gran cantidad de paladines. Le Roy en 1752 y Hube en 1790, por ejemplo, propugnaron la teoría de que la evaporación del agua podía asimilarse a una disolución de la misma en el aire. Hallamos aún hoy un vestigio de esta concepción cuando decimos que «el aire está saturado de vapor». ALEXANDER VON HUMBOLDT: SOBRE EL ÁCIDO CARBÓNICO REPARTIDO EN LA ATMÓSFERA 24 rocío o su misma gravedad hacen que descienda hasta la tierra. El antracómetro, por lo tanto, no sólo indica la cantidad del ácido carbónico presente, sino al mismo tiempo, la capacidad que tienen los constituyentes principales de la atmósfera (el oxígeno y el nitrógeno) 25 para asimilar, retener y abandonar ácido carbónico. [...] Las investigaciones sobre el contenido de ácido carbónico en la atmósfera podrían llegar algún día a ser muy importantes para la teoría de la refracción de los rayos, teoría que sólo estará fundamentada sobre sólidas bases cuando se asocien el físico y el astrónomo y se observen, junto con el termómetro y el barómetro, también el higrómetro, electrómetro, eudiómetro, 26 antracómetro, cianómetro y diafanómetro. Los Sres. Dolomieu, Landriani y Volta han hallado que la cantidad de ácido carbónico atmosférico aumenta 27 considerablemente con el siroco . Precisamente con este viento es que se ven (según el Sr. Piazzi) en Palermo fluctuar las estrellas y rodearse de halos. La refracción de los rayos, la cual suele ser menos pronunciada en los países meridionales que en París (menor en Italia y España, a temperatura y presión 24 En este pasaje vemos que Humboldt contradice su opinión expresada más arriba, y está tan indeciso como la mayoría de los contemporáneos acerca de si el rocío se eleva del suelo o desciende de la atmósfera. 25 Omito los siguientes treinta y pico renglones, en los que Humboldt relata y tabula los experimentos que realizó en Salzburgo, Viena y París, empleando un antracómetro, un higrómetro Saussure, un electrómetro voltaico y un termómetro Réaumur, para verificar lo que acaba de afirmar. Nos informa también que examinó muestras extramuros, concluyendo que «también en las ciudades se pueden continuar los trabajos meteorológicos». 155 28 iguales ), llega a ser considerable al soplar el siroco. Esta circunstancia merece ciertamente mucha atención. También en Francia me parece que en general la atmósfera contiene más ácido carbónico cuando sopla un viento austral, que con viento boreal. Si un instrumento, capaz de indicar la presencia de los componentes de una mezcla con una precisión de hasta 1/400 ó 0.003, es de importancia para los experimentos ópticos, ciertamente no merece menos atención en un sentido fisiológico. Es cierto que a primera vista parece ser indiferente el que la atmósfera contenga una tresmilésima parte más o menos de ácido carbónico. ¡Pero sólo a primera vista! Una milésima más, en la inmensa atmósfera, en tantas millas cúbicas de aire, corresponde a una masa considerable y esta masa 29 sirve a las plantas de alimento ; y ¡luego se reintegra, apropiada por los animales, conforme a las leyes del eterno ciclo, a la atmósfera! Cuán sensibles son nuestros órganos respecto del ácido carbónico de la atmósfera, y cuán difícil de descomponer, es decir, cuán irrespirable, hace el ácido carbónico la combinación atmosférica de oxígeno y nitrógeno, como intenté desarrollar en otro lugar, en el segundo tomo de mi obra fisiológica sobre la fibra musculosa irritada. Reconocimientos Esta labor histórica se realizó dentro del marco del Grupo de Investigaciones en Meteorología-U.N., que cuenta con el apoyo financiero de COLCIENCIAS y el BID, contratos COLCIENCIAS-U.N. No.391/99 y 364/2000. Forma parte de los resultados del Proyecto de Investigación apoyado por COLCIENCIAS y el BID “Proyecciones climáticas e impactos socioeconómicos del cambio climático en Colombia", contrato COLCIENCIAS-U.N. No.321-98. 26 El eudiómetro era un instrumento para medir la calidad del aire (contenido de oxígeno); con el cianómetro (franja circular de papel con escala de tonalidades azules) y el diafanómetro se medía, más cualitativamente que cuantitativamente, la intensidad del azul celeste y la transparencia atmosférica, respectivamente. Humboldt se atuvo a su propia recomendación, utilizando los instrumentos que acaba de enumerar, en su célebre viaje a América. 27 Viento local, cálido y seco. Ver el atlas de meteorología de Rafael Candel Vila, p. 56: «El centro de grandes presiones situado sobre los macizos montañosos norteafricanos es el origen de un viento cálido y seco, también enervante, el siroco, en la costa argelina y que llega hasta Sicilia y las Baleares (donde lo llaman xaloc).Su mecanismo es análogo al del foehn. Su rumbo varía según la situación geográfica de los países sobre los cuales ejerce su influencia, recibiendo diversos nombre locales: simún, en los desiertos de África y Oriente Próximo; chamsin, en Egipto; chergui, en Marruecos; leste, en Canarias y Madera; harmattan, en Guinea, etc.» 28 Lalande Connaissances des tems 1793, p. 279. El Sr. Borda, que se ocupa todavía de experimentos sobre refracción, y quien pasó mucho tiempo en Tenerifa y las Antillas, me confirmó esta afirmación. [N.de H.]. 29 Y es un alimento tan necesario que las plantas, a las cuales se les sustrae el ácido carbónico exhalado durante el día mediante leche de cal, se secan, al encontrarse en una atmósfera desprovista de ácido carbónico. Para los vegetales lo mejor es una mezcla de aire con una proporción de ácido carbónico de 0.08 ó 0.12, incluso con un máximo de 0.25 (pero no más) . Sólo en este medio se puede advertir que aumentan el oxígeno en la atmósfera. Saussure fils: La formation de l’acide carbonique est elle essentielle à la Vegetation? Journal de Phys. loc.cit. [N. de H.].