si bien existen razones para suponer que no haya sido de las más típicas, debido a la casi total independencia que se registró entre los cráteres explosivos y los de vertimiento de lavas. Tras una serie de temblores de tierra y ruidos subterráneos que duraron varios días, se inició la erupción por un cráter explosivo en la Montaña del Duraznero (1.850 m.), situada sobre la cumbre central, en el término de El Paso. Se produjo una chimenea que arrojaba gases y cenizas a gran presión, en la clásica forma que Plinio denominó Pino del Vesubio; esto es, una apretada columna vertical de unos 200 m. de altura que se ensanchaba después considerablemente, recordando a un gigantesco pino piñonero. El día 7 de julio, el paroxismo gaseoso alcanzó su fase culminante. El suelo, en la zona próxima al cráter, temblaba sordamente y las bocanadas gaseosas se sucedían sin interrupción a enorme presión. Las cenizas llegaron hasta Tenerife, envolviendo el Pico del Teide y alcanzando alturas superiores a los 6.000 m. En esta fase parecía ya inminente la salida de lavas: se oía su ruido característico y su aparición podía esperarse de un momento a otro. Ello ocurrió, al fin, la madrugada del día 8, aunque no precisamente por el cráter del Duraznero, sino por una grieta producida tras una serie de explosiones no demasiado intensas, en el lugar denominado Llano del Banco, a 1.250 m. de altura, en la vertiente occidental de la isla. Coincidiendo con la salida del magma, cesó casi totalmente la actividad del cráter superior, que quedó reducido a la fase de fumarola, lo que demuestra la íntima relación que existía entre ellos. Las lavas vertidas eran muy fluidas y corrían a gran velocidad, recordando un torrente de montaña. Su caudal, en el período que las observamos, era de unos 200 m. c. por segundo, aunque esta cantidad es sumamente variable, presentando una serie de pequeños paroxismos y depresiones que determinaban un régimen muy irregular. El día 10, por la mañana, las primeras avanzadas del torrente de lava llegaron al mar, donde originaron grandes columnas de vapor de agua, que formaron una especie de cortina ante la costa de la isla. El día 12 de julio entró en actividad un nuevo cráter explosivo, en el lugar conocido con el nombre de Hoyo Negro, situado en el filo de la cumbre, a poco más de 1 Km. al norte de la primitiva boca del Duraznero. Sus características eran muy análogas a las de éste, pero con mayor intensidad y tamaño de los productos de proyección y con el agravante de la enorme cantidad de cenizas emitidas. Con intensidad variable, los vertimientos del Llano del Banco continuaron hasta el día 28, sin que los daños se incrementaran demasiado, pues el