VI-. KANT: EL USO TEÓRICO Y EL USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN 1. INTRODUCCIÓN: LA ILUSTRACIÓN La Ilustración abarca el periodo histórico correspondiente al siglo XVIII, desde la revolución inglesa de 1688 a la francesa de 1789. No fue un movimiento estrictamente filosófico, sino cultural en sentido amplio y su propósito era lograr una clarificación racional de la vida humana y del mundo. Es el siglo de las luces porque sus portavoces se sienten llamados a iluminar a la sociedad envuelta en las tinieblas de la ignorancia. La luz será la razón como foco que esclarece todos los ámbitos y poseedora de los siguientes rasgos. - Carácter crítico: La razón ilustrada se alza contra los prejuicios, la tradición la autoridad externa y la superstición. Y esta capacidad crítica la debe ejercer en primer lugar sobre ella misma para conocer su naturaleza y sus límites. - Carácter analítico: La razón es el instrumento para analizar el mundo con la ayuda de la experiencia. - Carácter secularizado: Se rompe la tensión o equilibrio entre fe y razón reduciendo la fe a lo racional (deísmo). En resumen, la ilustración –como señala su máximo representante, Kant- exige servirse de la razón de manera autónoma y sin otros límites que los impuestos por su propia naturaleza: “La Ilustración consiste en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Ël mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de e´, sin la conducción de otros. Sapere aude. Ten valor de servirte de tu propio entendimiento. He aquí la divisa de la Ilustración”. 2-.KANT. CONTEXTO Y OBJETIVOS Interpretado distintamente según las épocas y autores, Kant (1724-1804) ha sido un teórico del conocimiento o de la ciencia, un “antimetafísico”, un moralista, además de un pensador preocupado por la política, la sociedad, la historia y la religión. El amplio campo de su reflexión gravita en torno a los siguientes interrogantes formulados por el propio Kant: - ¿Qué puedo conocer? El objetivo será establecer los principios y límites que hacen posible un conocimiento científico de la naturaleza. - ¿Qué debo hacer? Se trata de establecer y justificar los principios de la acción y las condiciones de la libertad. - ¿Qué me cabe esperar? Es decir, delinear el destino último del hombre y las condiciones y posibilidades de su realización. Al primer interrogante se ha de dedicar la filosofía trascendental; al segundo, la moral; y al tercero, la religión. Ahora bien, ni esas preguntas ni las disciplinas correspondientes están inconexas, sino que todas están en relación con los fines esenciales de la razón. De ahí que las tres cuestiones puedan ser englobadas dentro de una cuarta: ¿qué es el hombre? Esto muestra con evidencia que la filosofía kantiana es una clarificación racional al servicio de una humanidad más autónoma, libre y justa. 2-1-. EL PROBLEMA CRÍTICO. Kant se propone un análisis o crítica de la razón para desde ella fundamentar la ciencia, la acción moral y política del hombre. Sólo sometiendo a juicio la razón se podrá superar las tendencias que la ensombrecen y debilitan, como. - El dogmatismo racionalista, con su pretensión de que la sola razón al margen de la experiencia puede interpretar la realidad. - El positivismo empirista, cuya expresión última es el escepticismo que reduce el conocimiento a lo dado a los sentidos y disuelve la ciencia en la creencia. - El irracionalismo, entendido como hipervaloración del sentimiento, de la fe mística y, por tanto, como negación de la razón. Lo primero que ha de hacer una crítica de la razón es responder a la pregunta “¿qué puedo conocer?” y esta tarea será desarrollada por Kant en la Critica de la razón pura (KrV).El punto de partida de esta obra es el contraste percibido entre la seguridad y desarrollo del conocimiento científico (física newtoniana) y la problematicidad de la metafísica. Kant estaba profundamente impresionado y descontento por el hecho de que los filósofos racionalistas (a los que denomina "dogmáticos") con los que estaba bien familiarizado, especialmente Descartes, Leibniz y Wolff, fueran incapaces de incrementar el conocimiento humano, mientras que la ciencia había logrado éxitos tan notable, a pesar de la crítica de Hume acerca de lo precario de los cimientos del conocimiento científico. La razón de este fracaso de la filosofía racionalista, según Kant, se debía al hecho de que los racionalistas pretendían conseguir un conocimiento "puro", sin mezcla de elementos empíricos, que pensaban podían contaminar de subjetivismo y particularismo el genuino conocimiento. La metafísica se concebía tradicionalmente como una investigación especulativa (con el uso exclusivo de la razón) que prometía obtener conocimiento acerca de la estructura profunda de la realidad y, especialmente, acerca de las esencias o naturalezas de las cosas, del mundo en su totalidad, del alma humana, de Dios, de la libertad, la inmortalidad, etc. Los racionalistas no ponían en cuestión las pretensiones de la razón para poder operar sin el auxilio de los sentidos y conseguir conocimiento universal y necesario sobre estas materias. Locke ya había planteado la necesidad de analizar previamente los límites del entendimiento humano antes de emprender cualquier otra investigación, afirmando que esos límites eran más estrechos de lo que pensaban los racionalistas. Pero fue Hume el que sometió al programa racionalista al ataque más radical: la crítica a la noción de sustancia cuestionaba nuestra capacidad de conocer las esencias de las cosas; la crítica a la noción de causalidad arrojaba serias dudas acerca de la posibilidad de obtener un conocimiento universal y necesario de los fenómenos que trata la ciencia, pues sólo somos testigos de conjunciones de hechos que hemos observado en el pasado, sin ninguna garantía racional de que tal conjunción se mantenga en el futuro; finalmente, la crítica a la noción de identidad personal daba al traste con cualquier intento de conocer qué es el alma, ya que, según Hume, solo experimentamos un flujo incesante de percepciones cambiantes, entre las cuales no aparece la percepción del yo. Hume y sus argumentos hicieron ver a Kant que había algún problema con las pretensiones de la metafísica, pero al mismo tiempo, era necesario dar una respuesta al desafío de Hume a fin de mantener la viabilidad de la ciencia y el conocimiento: el modelo de ciencia que representaba Newton no podía quedar reducido a una cuestión de creencia y hábitos subjetivos. Puede decirse que la obra de Kant está orientada a responder a Hume y restaurar la objetividad del conocimiento científico. El objetivo de Kant es elaborar una síntesis entre el racionalismo y el empirismo: pretende superar el escepticismo en que concluía la filosofía de Hume así como acabar con las elucubraciones sin fundamento en la experiencia en que habían incurrido los racionalistas. Para ello, lo primero que se plantea es si es posible el conocimiento metafísico. Para Kant es importante salvar no sólo la ciencia sino también la metafísica, aunque a partir de él tendrá un sentido completamente nuevo-. Sin la metafísica, la ciencia queda como suspendida en el aire. La metafísica debe ser el soporte de la ciencia. 2-2. POSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA COMO CIENCIA. El problema central de la filosofía kantiana es el problema de la metafísica; se trata de averiguar si la metafísica es posible y cómo sería posible. Si se analiza la historia de esta disciplina podemos constatar que ha ido en declive; tras haber sido la reina de las ciencias, la metafísica ha pasado a ser rechazada y despreciada. Frente al desarrollo de las ciencias, la metafísica no progresa y carece de unanimidad: sigue debatiendo las mismas cuestiones que preocupaban a Platón y Aristóteles, y entre los metafísicos reina el desacuerdo. ¿Qué pasa, pues, con la metafísica? ¿Es posible aplicar principios de la razón a objetos no sensibles (Dios, el alma, la libertad)? ¿Puede aspirar la metafísica a alcanzar conocimientos objetivos y universales como la ciencia? Para responder a tales cuestiones es necesario investigar previamente las bases o condiciones que hacen posible el conocimiento científico, y si la metafísica cumple tales condiciones podrá erigirse como ciencia. 3-. CONDICIONES QUE HACEN POSIBLE LA CIENCIA: LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI El primer problema a resolver es explicar cómo es posible la ciencia, es decir cómo conjugar un conocimiento que verse sobre la realidad empírica y que a la vez sea universal y necesario. Y el método utilizado por Kant para averiguarlo se denomina trascendental y se refiere a “todo conocimiento que tiene que ver no con objetos sino con el modo en que conocemos objetos, en tanto que este conocimiento es posible a priori. 3-1-.CLASIFICACIÓN DE LOS JUICIOS Kant comienza su investigación analizando la naturaleza y los tipos de juicios, ya que el conocimiento (lo que se va a estudiar) se expresa en juicios (conexión de dos conceptos. Kant pasa a clasificar los juicios introduciendo las siguientes distinciones: Analítico-sintético, atendiendo a la relación sujeto - predicado · Analítico:. Un juicio es analítico si el concepto predicado está contenido en el concepto sujeto; es decir, si mediante un simple análisis (descomposición) del concepto sujeto encontramos que el concepto predicado ya se halla contenido en aquél. La noción de juicio analítico se corresponde con la noción de verdad de razón en Leibniz o de relaciones de ideas en Hume. Por ejemplo: "Al menos un marido de una viuda está muerto"; si analizamos el concepto "viuda" se hará explícito que ya contiene al concepto " un marido muerto". Los juicios analíticos son explicativos o aclarativos puesto que se limitan a explicar qué es el concepto sujeto o a aclararlo, sin ampliar nuestro conocimiento del mismo. Sintético: Un juicio es sintético cuando el concepto predicado no está contenido en el concepto sujeto; por ejemplo: "Hay más viudas que viudos". Un simple análisis del concepto "viuda" no incluye ninguna referencia numérica y, por tanto, el predicado añade alguna propiedad al sujeto que éste no poseía. Los juicios sintéticos son ampliativos puesto que incrementan nuestro conocimiento del sujeto. Los juicios sintéticos se corresponden con las verdades de hecho de Leibniz y con las cuestiones de hecho de Hume. A priori-a posteriori, atendiendo a la validez: A priori: Un juicio es a priori cuando su verdad se puede establecer independientemente de la experiencia; es decir, no hace falta recurrir a la experiencia para saber si es o no es verdadero. Un juicio a priori es independiente de la experiencia. A posteriori: cuando para determinar su verdad es preciso apelar a la experiencia. Por ejemplo "el azul es un color" es una proposición cuya verdad no se establece recurriendo a la experiencia y, por tanto, sería a priori. "El Everest es la montaña más alta de la Tierra" es a posteriori pues para decidir si es o no verdadera es preciso recurrir a la experiencia sensible: efectúar algunas mediciones. Todos los juicios analíticos son a priori y todos los juicios a posteriori son sintéticos. Estos dos tipos de juicios representan dos maneras de fundamentar la ciencia, la racionalista y la empirista. Sin embargo, Kant considera que ambas enfoques son deficientes: el racionalismo, porque con su defensa del innatismo se aleja de la experiencia y no amplía el conocimiento; y el empirismo, porque con la ciencia queda desprovista de universalidad.. Kant afirma que hay juicios sintéticos (ampliativos) a priori (cuya verdad puede establecerse sin recurrir a la experiencia). La Crítica de la Razón Pura trata de demostrar que existen este tipo de juicios y que cumplen un papel fundamental en la ciencia, pues constituyen los principios básicos de la matemática y la física. Si no existiesen juicios sintéticos a priori, sólo habría ciencias formales como la matemática y la lógica y ciencias empíricas desprovistas de contenido universal y necesario. Un juicio sintético a priori ha de ser: 1) anterior e independiente de la experiencia 2) ampliativo: es decir, debe ofrecer conocimiento acerca de la realidad. Por eso Kant afirma que aunque todo nuestro conocimiento comienza (temporalmente) con la experiencia (dato sensible), no todo nuestro conocimiento procede de la experiencia: la información sensible no es la única fuente de conocimiento. Como ejemplo de este tipo de juicios Kant propone el siguiente: "Todo lo que ocurre tiene una causa". El predicado "tener una causa" no está contenido en el concepto de "acontecimiento"; es, por tanto, un juicio ampliativo y, por consiguiente, sintético; pero a la vez es a priori, pues se caracteriza por ser universal y necesario, rasgos indicadores de no proceder de la experiencia. La experiencia sensible sólo nos muestra lo que existe y cómo existe, pero nunca que tal cosa existe necesariamente así y no de otro modo. En este punto, Kant reconoce que Hume está en lo cierto al afirmar que en el orden natural no existe necesidad: siempre es concebible que las cosas no sean de este modo. Por tanto, argumenta Kant, nuestro conocimiento acerca de lo que es necesariamente así y no puede ser de otro modo no puede proceder de la experiencia; por tanto, ha de ser independiente de la experiencia, es decir, a priori. El problema es si podemos - y cómo- obtener conocimiento que sea acerca de cosas existentes y que a la vez sea anterior e independiente de ellos; es decir, si hay y podemos conocer juicios sintéticos a priori. Kant piensa que se dan tales juicios en áreas diversas del conocimiento humano; el problema que tratará de resolver en la KrV es el de mostrar cómo son posibles estos juicios: · Matemáticas: Kant piensa, contra la opinión general, que los principios de la aritmética y de la geometría no son analíticos sino sintéticos a priori. Afirma que "7+5=12" no es analítico puesto que si se analiza el concepto "12" no se piensa necesariamente la combinación (suma) "7" y "5". El argumento es como sigue: si al pensar "12" pensara "7+5", también pensaría "9+3", "15-3", "24-6-4-2", y todas y cada una de las combinaciones de números que dan como resultado "12"; pero no es cierto que yo piense todas esas combinaciones. Yo no pienso conjuntamente todas esas combinaciones; por tanto, el concepto "12" no se analiza en "7+5", siendo el juicio "7+5=12" ampliativo y, por tanto, sintético. Como a la vez es independiente de la experiencia, pues ningún dato sensible podría ni confirmarlo ni refutarlo, es también a priori. Kant cree que los juicios de la matemática son todos de este tipo y que son, por tanto, sintéticos a priori. Igualmente, el juicio "la línea recta es la más corta entre dos puntos", es sintético a priori. Este juicio de la geometría es sintético puesto que el concepto "rectitud" no contiene ninguna determinación de cantidad, sino sólo de cualidad, en tanto que "corto" es cuantitativo y, por consiguiente, se añade al concepto de "recto". · Física: Kant piensa que los principios de la física newtoniana son también sintéticos a priori: "La cantidad de materia permanece constante", "acción y reacción son iguales", son sintéticos pues si analizamos el concepto de "materia", éste no contiene el de permanencia; y es a priori pues su verdad se puede determinar sin recurrir a la experiencia. De este modo, la física newtoniana recupera su carácter de universalidad y necesidad que la crítica de Hume había puesto en cuestión. 3-2-. CONDICIONES QUE HACEN POSIBLES LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI. Las condiciones que hacen posible los juicios científicos son dos: empíricas y a priori. a) Empíricas. El que podamos percibir algo depende de una serie de factores particulares y contingentes (que nuestra vista sea aguda, que el objeto no se encuentre demasiado lejos...). b) A priori. Son universales y necesarias. Una condición para ver algo es que podemos localizarlo en un lugar del espacio y en un momento del tiempo: todo sujeto percibe necesariamente en un espacio y en un tiempo. Por otra parte, estas condiciones no proceden de la experiencia sino que son previas a la misma y la hacen posible, son por ello trascendentales. 4-. CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA. La Crítica de la razón pura es una investigación de la razón en general encaminada a determinar las posibilidades que tiene de alcanzar conocimientos al margen de toda experiencia. La estructura de la obra es la siguiente: - Prólogos A y B, donde plantea el problema de la metafísica. - Introducción: exposición de los juicios sintéticos a priori como base de la ciencia. - Primera parte: Doctrina trascendental de los elementos: - 1.Estética trascendental: estudia la sensibilidad y muestra las condiciones que hacen posible los juicios sintéticos a priori en las matemáticas. - 2. Analítica trascendental: estudio del entendimiento y de las condiciones que hacen posible los juicios sintéticos a priori en la física. - 3. Dialéctica trascendental: estudia la razón y la posibilidad de la metafísica como ciencia. -Segunda parte: Doctrina trascendental del método. 4-1. ESTÉTICA TRASCENDENTAL Estética, de la palabra griega aisthesis, significa percepción sensible y por ello en Kant designa a la teoría sobre la sensibilidad como la facultad de recibir representaciones de los objetos mediante la afección de los mismos. La sensibilidad es la única facultad que nos pone en contacto con el mundo externo: "Por medio de la sensibilidad nos son dados los objetos y sólo ella nos procura intuiciones". Al objeto de una intuición sensible Kant lo llama apariencia o fenómeno: lo que aparece a la sensibilidad. En la apariencia, Kant distingue dos elementos: · Materia: la materia de la apariencia es lo que corresponde a la sensación: es el dato en bruto. · Forma: es aquello que permite que la multiplicidad de las representaciones (datos sensibles) se organice o se disponga según ciertas relaciones, de modo que se presenten como constituidas en una unidad: la forma confiere unidad a la diversidad de datos sensibles. La materia de una intuición es a posteriori (pues viene determinada por la sensación); la forma de una intuición, en cambio, es a priori, pues no nos es dada en la sensación. En otras palabras: la materia de la apariencia proviene del objeto, en tanto que la forma es aportada desde el sujeto. Cuando yo percibo un tomate, por ejemplo, cada una de las sensaciones (datos sensibles) constituyen lo que Kant llama la materia de las apariencias: cierto color, figura, textura, brillo, etc. La forma de esa intuición (= percepción) es lo que permite que esa multiplicidad de datos sensibles se presenten de una determinada manera: es decir, las sensaciones no se me presentan jamás desordenadamente, caóticamente, sino unificadas por la forma. A esta unión de datos bajo una forma la denomina Kant la primera síntesis de la pluralidad de representaciones A) CONDICIONES DEL CONOCIMIENTO SENSIBLE En la estética trascendental Kant se propone analizar los conceptos de espacio y tiempo como formas a priori de nuestra sensibilidad; es decir, requisitos o condiciones para poder percibir cualquier objeto. Que son formas significa que no son impresiones sensibles (colores, sonidos, etc.), sino el modo como percibimos todas las impresiones particulares: los colores, los sonidos son captados en el espacio y en el tiempo. Que son a priori significa que no proceden de la experiencia sino que la preceden como condiciones para que ésta sea posible. Además de formas a priori de la sensibilidad, espacio y tiempo son intuiciones puras, es decir, no son conceptos del entendimiento que se aplican a una pluralidad de individuos ni son resultado de la abstracción; y son puros porque están vacíos de contenido empírico. El espacio Kant define el espacio como la forma (y por tanto a priori) de la sensibilidad externa: es una forma en tanto que en un dato sensible (materia) nunca percibimos el espacio; lo es de la sensibilidad externa porque cualquier cosa externa que podamos percibir debemos representarla necesariamente en el espacio: el espacio siempre acompañará a cualquier objeto que pueda afectar nuestra sensibilidad externa (sentidos). Puedo no saber si existen o no marcianos, pero sé a priori que si existen necesariamente han de serlo en el espacio. Lo que Kant afirma es, básicamente, que todos los objetos de la percepción han de estar localizados en el espacio. Los objetos pueden variar en color, tamaño, figura y continuar siendo perceptibles; pero no pueden dejar de estar en el espacio y seguir siendo perceptibles. El tiempo Kant define el tiempo como la forma a priori de la sensibilidad interna. Si el espacio se refiere sólo a los fenómenos externos de los que tengo noticia gracias a los sentidos, el tiempo se refiere a todos los fenómenos; es decir, cualquier representación, sea de un objeto externo, sea de un estado mental interno lleva consigo siempre y necesariamente la forma de lo temporal, de la sucesión, del transcurrir. No puedo percibir nada externo más que en el espacio; no puedo percibir nada sino en el tiempo. Estas dos formas son a priori puesto que son independientes de la experiencia: para que pueda haber experiencia debe haber previamente espacio y tiempo en los que enmarcar las percepciones que constituyen la experiencia. B) LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI EN LAS MATEMÁTICAS. El espacio y el tiempo como intuiciones puras constituyen las condiciones que hacen posible las matemáticas como ciencia. La geometría como ciencia de las relaciones espaciales tiene como fundamento la síntesis de impresiones sensoriales y del espacio como forma a priori. Podemos representarnos un espacio vacío de objetos, pero no podemos captar un objeto sino es en un espacio; por lo tanto el espacio es a priori, no se da en la experiencia sino que es anterior a ella. La aritmética como ciencia que estudia las relaciones entre los números supone la sucesión, y, por tanto, precisa del tiempo. El tiempo es, pues, la condición a priori que hace posible la aritmética. Podemos representarnos un tiempo indefinido sin sucesos determinados, pero no podemos concebir sucesos simultáneos, anteriores o posteriores sin la noción de tiempo. 4-2 ANALÍTICA TRASCENDENTAL La sensibilidad nos sitúa frente a una multiplicidad de fenómenos, frente a una variedad de impresiones en el espacio y en el tiempo. Ahora bien, percibir esos fenómenos no significa comprenderlos; para comprender hay que concatenar o relacionar las distintas impresiones y referirlas a algún concepto. Si el percibir es la función propia de la sensibilidad, el comprender es la función propia del entendimiento y de él se ocupa Kant en la analítica trascendental. Así como la Estética trascendental trata de las condiciones para que yo pueda percibir un objeto dado a mi sensibilidad, la Analítica Trascendental trata de las condiciones necesarias para que esos objetos dados a mi sensibilidad puedan ser pensados. A la facultad de pensar los objetos Kant se refiere con el nombre de entendimiento: "Sin sensibilidad ningún objeto nos sería dado; y sin entendimiento, ninguno sería pensado". También se define el entendimiento como la facultad de los juicios ya que los juicios expresan lo pensado. El entendimiento puede ser considerado, por tanto, como la facultad del sujeto capaz de referir los fenómenos a conceptos y relacionar estos constituyendo los juicios. Entre la sensibilidad y el entendimiento Kant sitúa como facultad mediadora a la imaginación, la cual reproduce las impresiones y elabora una segunda síntesis de lo que llega desde la sensibilidad. A) CONDICIONES DEL CONOCIMIENTO INTELECTUAL: LAS CATEGORÍAS. El conocimiento es para Kant la suma de lo que se recibe gracias a la sensibilidad y lo que realiza y aporta el entendimiento. Y si el espacio y el tiempo son las formas a priori de la sensibilidad, sin las cuales nada se percibiría, las formas a priori del entendimiento son las categorías, sin los cuales nada se podría pensar. Kant insiste en que la mente ha de ser activa, intervenir, procesar las sensaciones para que éstas puedan llegar a formar parte de los juicios y, por tanto, constituirse en conocimiento: "Los pensamientos sin contenidos están vacíos; las intuiciones(=percepciones) sin conceptos son ciegas". Las categorías son conceptos puros porque no proceden de la experiencia, sino que hacen posible la experiencia; son puros en oposición a empíricos: una mesa es un concepto empírico (a posteriori); la sustancia es un concepto puro. Las categorías no se obtienen en la experiencia sensible sino que hacen pensable la experiencia sensible. Las categorías son elementos puestos por nuestro entendimiento y que nos permiten aprehender lo que nos proporcionan nuestros sentidos. Constituyen la estructura lógica del pensar y a través de estos conceptos puros unificamos la diversidad de los fenómenos, los relacionamos y construimos los juicios en los que se asienta la ciencia (leyes universales y necesarias). Por encima de las distintas estructuras a priori y confiriéndolas unidad se encuentra el “yo pienso” o apercepción trascendental. Este yo trascendental es el fundamento de toda síntesis, la raíz de la actividad del sujeto y la condición última que hace posible el conocimiento objetivo. . Las categorías son formas de darse el pensar. Un ejemplo es la categoría de sustancia. Una sustancia es aquello capaz de existir independientemente y aquello en donde se adhieren las cualidades. Supongamos que veo un bolígrafo; el concepto "bolígrafo" es una determinación especial (una concreción) del concepto más amplio de "artefacto", que, a su vez, es una determinación del concepto más general de "objeto material" y así sucesivamente. El límite de esta cadena de conceptos cada vez más abstractos es el concepto puro (no contiene ninguna referencia a la experiencia) que se ve concretado en cada una de las etapas anteriores: en este caso, el concepto puro del entendimiento o categoría de sustancia. Más allá de este concepto puro no podemos abstraer más sin por ello dejar de pensar; del mismo modo, "escribir" es una determinación de "acción", que es un determinación de "fuerza", que lo es de "causa". Kant pensaba que había tantas maneras de unificar los datos de la experiencia, tantos conceptos puros o categorías, como formas posibles de juicios. Con esta idea, Kant recurre a la lógica aristotélica y observa que los juicios pueden ser: a) según la cantidad, universales, particulares y singulares; b) según la cualidad, afirmativos, negativos e indefinidos; c) según la relación, categóricos, hipotéticos y disyuntivos; y d) según la modalidad. problemáticos, asertóricos y apodícticos. Doce, pues, son las categorías o conceptos puros: Este descubrimiento de los conceptos puros –cuántos y cuáles son- a partir de la clasificación de los juicios es denominado por Kant “deducción metafísica de las categorías”. Las categorías son condiciones trascendentales, necesarias de nuestro conocimiento de los fenómenos. Y esta exposición y justificación de la función que desempeñan las categorías en el conocimiento se conoce como “deducción trascendental de las categorías”. B) LOS JUICIOS SINTÉTICOS A PRIORI EN LA FÍSICA. Los principios fundamentales en los que se basa la física son, según Kant, juicios sintéticos a priori. Un ejemplo de estos juicios lo constituye el principio de causalidad: - Este principio está basado en la categoría de causa. Ahora bien, la causa es un concepto puro que no procede de los sentidos, sino que es previo a la experiencia a la cual se aplica, es, por tanto, a priori. - Las categorías se aplican a todos los fenómenos conocidos por el entendimiento, luego el principio de causalidad será aplicable a todos los fenómenos que el entendimiento conoce. Es, pues, universal y necesario Las categorías son, pues, las condiciones que hacen posible los juicios sintéticos a priori en la física; gracias a ellas esta ciencia nos descubre las leyes universales y necesarias de la naturaleza. C) EL IDEALISMO TRASCENDENTAL. FENÓMENO Y NOÚMENO. El conocimiento es para Kant el resultado de la síntesis entre los datos sensibles revestidos de espacialidad y temporalidad y las categorías del entendimiento. Desde ese presupuesto Kant sostiene que en nuestro conocimiento del mundo no debemos mirar a la realidad y luego ver si nuestra mente se ajusta a ella, sino invertir el orden: ver cómo la realidad ha de ajustarse necesariamente a la red de elementos a priori (espacio-tiempo y categorías) que nuestra mente impone a la realidad; es la realidad la que debe ajustarse a nuestra mente, no nuestra mente la que ha de ajustarse a la realidad. Este es el famoso giro copernicano en filosofía: no es el sujeto el que debe girar alrededor del objeto sino al contrario: el objeto debe adecuarse a la constitución del sujeto: de este modo, en cierto sentido, el entendimiento construye la realidad; la realidad surge de la mente. Por esta razón, a la filosofía de Kant se la califica como Idealismo trascendental. Kant supera así el realismo aristotélico que pretendía conocer las cosas en sí mismas y que concebía al sujeto como aquel que descubría las propiedades de las cosas; para Kant los objetos del conocimiento son fenómenos, es decir, objetos en relación con un sujeto cognoscente que imprime en ellos las formas a priori de la sensibilidad y el entendimiento. Idealismo trascendental, pues, porque el conocimiento no se funda tanto en lo dado como en lo puesto por el sujeto. Las categorías sólo se aplican legítimamente y producen conocimiento científico cuando se refieren a objetos posibles de experiencia, a los que Kant denomina fenómenos; nunca a objetos que no pueden darse en la experiencia ni a las cosas tal y como son en sí mismas, con independencia de cómo las percibamos; a las cosas tal como son en sí mismas Kant las denomina noúmenos. . El error en que incurrió la metafísica racionalista, a juicio de Kant, fue el de no limitar el alcance en el uso de las categorías, aplicándolas a objetos de los que no se tenía experiencia. 4-3-. DIALÉCTICA TRASCENDENTAL. La estética y la analítica trascendental han trazado las condiciones de posibilidad y los límites del conocimiento científico; en este sentido, son “constructivistas”. La dialéctica trascendental muestra, sin embargo, que no se puede ir dentro de la razón teórica más allá de esos límites; en este sentido es “”destructiva”, pues destruye la metafísica dogmática. En la dialéctica trascendental se va a ocupar Kant de la posibilidad de la metafísica, así como de la naturaleza y funcionamiento de la razón. A) IMPOSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA COMO CIENCIA. La pregunta por la posibilidad de la metafísica como ciencia es contestada negativamente. Existe una ilusión o pretensión de alcanzar conocimientos absolutos acerca de realidades que están más allá de la experiencia; sin embargo, tal pretensión es irrealizable porque las categorías sólo pueden aplicarse legítimamente a los fenómenos, a los datos de los sentidos. Con la razón teórica o especulativa no podemos probar ninguna de las cuestiones metafísicas: ni la existencia de Dios, ni la naturaleza del mundo ni la inmortalidad del alma. El que la metafísica no pueda ser ciencia no significa que sea superflua y esté desprovista de valor, al contrario, el hombre tiende desde siempre a alcanzar conocimientos absolutos y por ello es necesario examinar qué función cumple tal conocimiento metafísico. Como la razón presenta, pues, esa tendencia a traspasar los límites de la experiencia, el objetivo de la dialéctica trascendental será controlar esa inclinación natural de la razón de dos maneras: - Negativamente, mostrando los errores que se siguen al no distinguir entre fenómeno y cosa en sí. En este sentido la dialéctica trascendental es una crítica de los razonamientos sofísticos, una crítica del entendimiento y la razón cuando se usan más allá de la experiencia. Cuando se cometen tales abusos caemos en la lógica de la ilusión y la razón produce antinomias (es capaz de demostrar una tesis y su contraria). - Positivamente, al determinar cúales son los principios de la razón y cuál es su uso correcto. B) LA RAZÓN Y SUS IDEAS. Dentro del conocimiento intelectual Kant distingue entre el entendimiento y la razón. El entendimiento se ocupa directamente de los fenómenos y formula juicios, mientras que la razón busca construir juicios cada vez más generales, que abarquen y sirvan de fundamento a una multiplicidad de juicios particulares. Para Kant, la razón es la facultad de los principios; es decir, es la que busca poner cada cosa en su lugar dentro de una serie completa; la razón es la facultad destinada a dar un carácter unitario y completo a nuestro conocimiento mediante la elaboración de grandes síntesis. Estas síntesis de todo constituyen las ideas de la razón y no son sino el núcleo de la metafísica tradicional: el alma, el mundo y Dios. En la idea de alma nuestra razón tiende a sintetizar todas nuestras vivencias dentro de una unidad que las soporta. De igual manera, en la idea de mundo la razón ha hecho una síntesis total de todos los fenómenos externos; y la idea de Dios representa la suprema síntesis que abarca todo y da razón de la existencia del alma y las cosas. Las ideas para Kant no son cosas ni representan cosas; son lo incondicionado y actúan como focos luminosos que iluminan lo sensible e imprimen unidad y orden a los conceptos del entendimiento. Las ideas pueden ser usadas correctamente cuando sirven para regular la experiencia: la orientan como ideales o normas hacia un fin e impulsan el conocimiento científico. Sin embargo, también cabe un uso incorrecto de las categorías cuando se pretenden alcanzar conocimientos científicos aplicando las categorías a aquello de lo que no tenemos experiencia: - Kant ataca en primer lugar a la psicología racional como parte de la metafísica encaminada a mostrar que el alma es una sustancia simple e inmortal; pero tal afirmación carece de todo fundamento porque el alma no puede ser objeto a conocer, no es un objeto dado en la experiencia. Este planteamiento erróneo ha conducido a paralogismos. - En segundo lugar, el conocimiento metafísico del mundo conduce a antinomias, es decir, a afirmaciones contradictorias e igualmente demostrables. Ej.: tesis: el universo tiene un principio en el tiempo y límites en el espacio; antítesis: el universo es infinito en el tiempo y en el espacio. - Finalmente, Kant observa un error de razonamiento en las pruebas que tradicionalmente se vienen dando de Dios: el argumento ontológico, el cosmológico y el físico-teleológico. El fallo, como en los casos anteriores, reside en traspasar los límites de la experiencia aplicando las categorías, no a los fenómenos sino a las cosas en sí mismas. La metafísica parece, pues imposible: sus enunciados no pueden ser conocidos científicamente porque todo conocimiento exige la confluencia de elementos materiales y formales. Como el yo, el mundo y Dios no son objetos sensibles y, como además, la metafísica pretende un conocimiento de los mismos al margen del sujeto que conoce, no puede ser ciencia. Sin embargo, más allá del marco teórico existe la esfera práctica o de la moralidad donde las ideas de la razón no serán superfluas ni inútiles. 5-. CRITICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA El hombre no sólo es un ser que conoce, sino también que actúa; además de plantearse “¿qué puedo conocer?” se pregunta “¿qué debo hacer?” Por esa razón junto a la esfera del conocimiento científico se va a extender el ámbito de la moralidad, y a la Crítica de la razón pura le va a seguir la Crítica de la razón práctica: “Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes, cuanto con más frecuencia y aplicación se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado por encima de mí y la ley moral dentro de mí”. La razón teórica y la razón práctica no representan dos racionalidades independientes sino dos usos de la misma razón que funciona unas veces de modo especulativo y otras de forma práctica. Así como la razón en su uso teórico trata de las condiciones de posibilidad de la experiencia y se refiere a nuestra manera de ver, de representarnos la realidad y de formar juicios que expresen el conocimiento que tenemos de ella, la razón en su uso práctico trata de las condiciones de posibilidad de la acción moral y tiene que ver con la dimensión práctica, con el obrar y el hacer de los hombres. Kant se plantea en la Crítica de la Razón Práctica (KpV) y en la Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres el problema ético; es decir, qué debe hacer el hombre, cómo debe regular su conducta. 5-1. ÉTICAS MATERIALES Y ÉTICA FORMAL Si novedoso es el planteamiento kantiano en el campo teórico no lo va a ser menos en el campo moral: Kant inagura la ética formal en oposición a toda la tradición ética anterior que es calificada de material. A) ETICA MATERIAL Es una ética con contenidos donde la acción humana está dirigida a un fin o bien supremo determinado (felicidad, placer, dios...) y establece las normas o medios necesarios para alcanzar tal fin.Es una ética, pues, empírica: sus preceptos y contenidos proceden de la experiencia, son a posteriori y de ahí que nunca puedan ser universales; hipotética: sus preceptos son condiciones para alcanzar un fin preciso; y heterónoma: el sujeto actúa en conformidad con las leyes que emanan de otros. B) ETICA FORMAL Frente a las limitaciones que presenta la ética material, Kant propugna una ética formal, vacía de contenidos: no establece ningún fin ni ninguna norma concreta para la acción. La moral kantiana puede describirse del siguiente modo: · Formalista: no prescribe esta o aquella acción, sino que exige que cualquiera que sea la acción que se realice ha de tener una determinada forma: ser universalizable. · Deontológica: es una moral basada en el concepto del deber, no del bien o de la felicidad: las acciones sólo deben perseguir cumplir con el deber, independientemente de las consecuencias que esto acarree al agente o a otros. En este sentido se opone a la moral utilitarista que establece que nuestras acciones han de perseguir aumentar la cantidad total de felicidad entre los seres conscientes. · Rigorista: para Kant sólo la voluntad determinada por el sentido del deber tiene valor moral. Si el motivo que determina la voluntad es otro, esa acción carece de valor moral: la voluntad que actúa motivada por el respeto a la ley, por el temor al castigo, por la esperanza de futuras recompensas e incluso por el amor al prójimo no tienen valor moral, no son dignas de alabanza moral. En este sentido Kant distingue en actuar de acuerdo con el deber y por motivo del deber; decir la verdad por temor al castigo es actuar de acuerdo con el deber pero no por motivo del deber y, por tanto, esa acción no merece alabanza moral: no es incorrecta pero no es buena. · Autónoma: la ley moral es tal ley porque es reconocida por todo agente racional, no porque haya una autoridad o revelación que dicte externamente lo que hay que hacer.. Si la ley moral me obliga es porque en tanto que ser racional estoy convencido de su validez. Un agente racional no puede actuar siguiendo leyes que proceden de otros, ni siquiera de Dios. La ley puede haber surgido de otro, pero siempre tiene que pasar por mi visto bueno. Un agente sólo actúa autónomamente cuando lo hace movido por el sentido del deber; sólo entonces él sigue sus propios dictados. A las características apuntadas hay que añadir, como veremos, que se trata de una ética a priori (sus preceptos son independientes de la experiencia) y categórica (sus enunciados no son condiciones sino absolutos). Dentro de este nuevo enfoque de la ética, Kant va a buscar el elemento a priori de la razón que haga posible la ley moral como ley universal y necesaria. 5-2. EL IMPERATIVO CATEGÓRICO Del mismo modo que en la KrV trataba de extraer las categorías a partir de los diferentes tipos de juicios, en la KpV intenta ver de qué manera se expresan en el lenguaje las normas morales. Las normas morales se expresan en forma de imperativos orientados a determinar la voluntad: toda norma moral es imperativa, pero no todo imperativo es una norma moral. Esto es evidente, puesto que un imperativo como "No te quites el jersey" no expresa ninguna norma moral. Un imperativo expresa la exigencia de realizar una determinada acción. Kant distingue dos tipos de imperativos: · Imperativos hipotéticos: son aquellos que representan la necesidad práctica de una acción como medio para conseguir otra cosa que se quiere. Estos imperativos no se formulan de manera absoluta sino de forma hipotética o condicional: "Si quieres aprobar, estudia". Estudiar aquí no es más que un medio para aprobar; por lo tanto no se quiere (determinación de la voluntad) estudiar sin más sino tan sólo por su valor como medio para aprobar. · Imperativo categórico: exige la realización de una acción sin condiciones, de modo absoluto. Carece de toda finalidad concreta y por ello puede ser una ley universal que guíe la conducta humana en cualquier ocasión. Para Kant es el único que tiene significación moral y que expresa la ley moral. Sólo hay un imperativo categórico, a diferencia de los múltiples imperativos hipotéticos. El imperativo es único y no depende del contenido de la acción ni de lo que la acción pretenda conseguir, sino que es de índole formal. " Haz X" Aquí no se especifica qué acción realizar sino qué forma debe tener la acción que se realice. Por esto, la ética kantiana es formalista, pues los principios que regulan las acciones morales no hacen ninguna referencia ni al contenido de la acción ni a las consecuencias que una acción debe producir. Aunque el imperativo categórico es único, Kant da diferentes versiones de él que considera equivalentes. Cada formulación pone de relieve un aspecto de todo lo que contiene el imperativo categórico. A) "Obra según la máxima que pueda constituirse en ley universal" (Fundamentación) En la KpV aparece expuesta del siguiente modo: "Obra de tal modo que la máxima de tu conducta pueda valer en todo tiempo como principio de legislación universal". Kant entiende por máxima cualquier regla de conducta que asume una persona en la realización de una acción; es decir, una máxima es la interiorización de una regla; p. ej si yo me apodero de una cartera que encuentro en el suelo y no se la devuelvo a su legítimo dueño, al actuar así estoy siguiendo una máxima subjetiva que diría así: "Si encuentras algo que te gusta, tómalo". Una máxima es, pues, un imperativo subjetivo. Esta formulación expresa la ley moral; su validez se extiende a todo ser racional. Lo que pone de manifiesto el imperativo categórico en esta formulación es que todo individuo debe actuar de modo que su regla de conducta (máxima) quiera que sea universalizable( que se convierta en ley por la que se rijan todos los hombres en todo tiempo). Lo que el imperativo categórico pretende excluir son las máximas parasitarias: aquellas que sólo pueden seguir algunos pero no todos los agentes: "no compres el periódico, lee el del vecino" es una máxima de este tipo, pues es imposible de cumplir por parte de todo el mundo. El requisito de universalizabilidad de una máxima implica que el individuo que actúa no puede considerarse una excepción a la ley, sino un caso más que debe cumplir la ley. Las máximas parasitarias establecen unas diferencias entre los agentes que no son justificables racionalmente: ¿Por qué he de comprar yo el periódico y tú no? Por lo tanto, la razón práctica exige que todos los agentes son iguales y por tanto, la ley vale para todos. B) "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de otros, siempre como un fin y nunca únicamente como un medio". Esta segunda formulación establece que la humanidad es un valor absoluto, que cada persona es un fin en sí mismo y que no puede ser tratada sólo como un instrumento para conseguir otros fines. Esta formulación establece una distinción radical entre cosas, de las que puedo servirme como instrumentos, y personas, seres a los que debo tratar como poseedores del máximo valor. Esta formulación es equivalente a la anterior puesto que las máximas parasitarias (las que el imperativo categórico trata de excluir) son modos de tratar a las personas como cosas o instrumentos para mi provecho. Esta distinción entre personas y cosas es el fundamento de cualquier concepción de los derechos humanos. 5-3. LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA Kant establece que para que la moralidad como hecho tenga sentido han de cumplirse ciertas condiciones. Del mismo modo que en la KrV se establecen los requisitos que han de darse para que haya experiencia, en la KpV se investigan las condiciones que han de satisfacerse para que tenga sentido hablar de moralidad; esto es, de la distinción entre lo que es bueno y lo que es malo. Estas condiciones de posibilidad de la moralidad reciben el nombre de Postulados de la Razón Práctica. Son postulados porque aunque no se sepa que sean ciertos es una exigencia de la razón en su uso práctico considerarlos como verdaderos a fin de que la moralidad no sea una ficción: · Postulado de Libertad: para que un imperativo pueda imponerse a una voluntad de manera absoluta, el individuo ha de ser libre, ha de poder realizar otra acción. Si existe un deber de cumplir la ley es porque se puede cumplir y se puede no cumplir. En la esfera moral el hombre no está determinado por la causalidad que rige en la esfera natural: el hombre, cuando actúa moralmente, no está sometido a la causalidad; si así fuera, la moralidad dejaría de tener sentido. Aquí Kant reconoce un conflicto entre lo que se afirma en la KrV -todo fenómeno natural está determinado por el principio de causalidad- y lo que se afirma en la KpV -el hombre está al margen de la causalidad. Este conflicto lo pretende resolver Kant mediante la distinción entre fenómeno y nóumeno. Un fenómeno es un objeto tal como se aparece; un nóumeno es una cosa en sí misma, no como se presenta a mis sentidos y entendimiento sino como es independientemente de como se me aparece. Según Kant, esta distinción sirve para preservar la libertad humana: en tanto que hombres fenoménicos (cuerpos) estamos determinados por la causalidad, pero en tanto que hombres nouménicos queda abierta la posibilidad de que seamos libres. Es importante subrayar que Kant no afirma categóricamente que el hombre sea libre, sino tan sólo que no es imposible postular que sea libre. · Postulado de Inmortalidad:, Si el hombre que cumple el deber arrostra sufrimientos, es necesario (es una exigencia de la razón) que el cumplimiento del deber se vea acompañado del bien del agente; en caso contrario, el malvado saldría beneficiado, lo que repugna a la razón. Si en esta vida el hombre honesto ha sufrido, debe haber otra vida en la que haya una recompensa ( aunque esta recompensa no pueda ser el motivo de su bien obrar).Además , la voluntad del hombre trata de coincidir con la ley moral y como esto no se consigue en esta vida hay que admitir un proceso infinito que suponga la inmortalidad del alma y que haga posible alcanzar la “santidad (cumplimiento total de la ley moral).” · Postulado de la existencia de Dios: en el mundo de los fenómenos hay discordancia entre lo que es y lo que debe ser. Hay un abismo entre nuestra conciencia moral y sus ideales, y nuestra existencia fenoménica: quisiéramos ser “santos” pero siempre tenemos faltas; quisiéramos que la justicia fuera absoluta y nos encontramos que prevalece la injusticia y el crimen. Por lo tanto, es necesario que más allá de este mundo (trascendencia) se realice la identificación entre lo que es (lo real) y lo que debe ser (lo ideal) y esta identidad o unión es Dios La perfección del orden moral exige esta conformidad entre el ser y el deber ser y, por tanto, la existencia de Dios. De este modo, todas las limitaciones que Kant había establecido para la razón teórica en la KrV las sobrepasa con la razón práctica: allí donde la razón teórica no alcanza, la razón práctica sí llega, pero no proporciona conocimiento sino tan sólo guía para la acción moral. La conciencia moral nos pone en contacto con un mundo que no es el de los fenómenos y en donde el espacio, el tiempo y las categorías no tienen cabida; es el mundo de lo inteligible, de las realidades suprasensibles. CONCLUSIÓN Kant lleva la filosofía moderna a su máxima cumbre. Es una filosofía critica donde se analizan las capacidades y límites de la razón e incluye dos grandes logros: - En el plano epistemológico, Kant produce un “giro copernicano”: el conocimiento sólo es posible si se reconoce el decisivo papel activo del sujeto, quien configura lo conocido con los elementos a priori de la razón. - El segundo logro es haber abierto la filosofía hacia nuevos derroteros donde las cuestiones no son ya fundamentalmente epistemológicas sino antropológicas: más importante que saber sobre la naturaleza es saber sobre el hombre. Como consecuencia de esta reflexión filosófica, el hombre o nuestro ser es la confluencia de dos ámbitos o focos: uno, nuestro yo como sujeto cognoscente que quiere explicar la naturaleza clasificando los fenómenos y en lazándolos en series de causas y efectos (ciencia); y otro, nuestro yo como conciencia moral que descubre más allá de las leyes de la naturaleza y la causalidad una amplia región donde nos reconocemos como personas libres que valoramos y juzgamos a los demás hombres que también son personas libres y fines en sí mismas. Y el conocimiento científico está al servicio de la moral, la razón teórica está subordinada a la práctica: el hombre quiere saber para mejorase, y realizarse. Además la razón teórica solo alcanza a los fenómenos y es la razón práctica quien nos conduce a las verdades de la metafísica.