Empédocles y Darwin

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Joseph Roberts
Grupo A1
Niub: 14944510
Empédocles Como Predecesor de Darwin
Introducción:
El tema de la presente exposición no es una idea original, es decir, no ha nacido de una
conexión conceptual propia sino que viene esbozada en la obra Los Filósofos Preplatónicos de
Nietzsche, en la cual al tratar sobre Empédocles afirma;
“Y aquí le basta la gran idea de que, entre las innumerables malformaciones y
formas imposibles de la vida, surjan también determinadas formas adecuadas y
aptas para la vida; [...] Los sistemas materialistas no han superado nunca esta idea.
Actualmente disponemos de una aplicación especial en la teoría darwiniana”1
Como se puede observar en la anterior cita Nietzsche hace en ésta obra un breve apunte a la
relación entre ambos pensadores. Aunque aluda a una relación no acaba de hacer de ella una
relación explícita ni suficientemente explorada ya que no encontramos en la obra más que el breve
pasaje citado anteriormente. La relación parece merecer más que un breve apunte ya que las
comparaciones anacrónicas de éste tipo ayudan a profundizar nuestro conocimiento de ambos
autores, como mínimo por separado.
Como en la anterior exposición de la posible relación entre Marx y Heráclito cabe remarcar
que no se propone en éste escrito una relación causal sino más bien una relación de inspiración. Que
irrespectivamente de que sea fáctica o no, resulta una temática interesante de explorar.
Fragmentos de Empédocles:
Empédocles dedicó gran parte de su obra perdida a investigaciones biológicas y zoológicas,
elaborando teorías tanto sobre el génesis de las especies como el de los distintos miembros que
componen los animales analizando éstos detalladamente de manera individual. Los fragmentos que
tratan ésta temática están unidos por Kirk, Raven y Schofield en el grupo comprendido entre el
fragmento 375 y el 395.
Con tal de analizar la similitud entre el pensamiento de Empédocles y Darwin nos
centraremos principalmente en los siguientes tres fragmentos. En primer lugar, el fragmento 377
muestra como el proceso de creación de especies es fruto del azar;
“377- Pero a medida que un elemento divino se iba mezclando más y más con el
otro, continuamente se iban uniendo al azar, donde cada uno se encontraba, y
además fueron naciendo sin cesar otros más.”2
Como podemos observar aquí el proceso que creación de nuevos individuos no se rige según
un Telos predeterminado en el momento del génesis sino que es espontáneo y caótico, nacido de la
combinación accidental de diversos elementos. Otro fragmento interesante referente a la generación
de los animales es el fragmento 380;
“380- Por tanto, donde todas las cosas acontecieron como si en su génesis
estuvieran orientadas a un fin determinado, estos seres sobrevivieron, a pesar de
1
Nietzsche, Friedrich. Los Filósofos Preplatónicos. Editorial Trotta. 2003, Madrid. ISBN: 84-8164-591-5 Pág. 132
2
Kirk, Raven, Schofield. Los Filósofos Presocráticos. Editorial Gredos. 1987. Madrid. ISBN: 84-249-1249-7 Pág. 430
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estar por azar constituidos de un modo apto; pero las criaturas en que no se dio esta
circunstancia, perecieron y siguen pereciendo como dice Empédocles que les
acontece a los seres bovinos con rostro humano.” 3
Éste fragmento resulta especialmente interesante para los objetivos de éste trabajo debido a
que podemos observar que Aristóteles nos dice que Empédocles afirma que aquellos seres creados
con un aparente fin sobreviven. Resulta necesario matizar el concepto de fin que utiliza aquí
Empédocles, ya que determinará la viabilidad de la comprensión de Empédocles desde Darwin. Si
se entiende el fin al cual alude Empédocles como el deseo de vivir y de propagar sus genes (como
se entiende en la biología evolucionista contemporánea) es cierto que únicamente los individuos
que están organizados con vistas a éste fin sobreviven y se reproducen. Resulta necesario no atribuir
a Empédocles la enunciación de una intencionalidad en la naturaleza como la que podemos
encontrar en Aristóteles.
Resulta fructífero remarcar también que en el sistema de Empédocles estos seres se forman
como resultado de una mezcla de elementos más básicos y anteriores, que son: la tierra, el fuego, el
aire y el agua, todos ellos elementos materiales.
Resulta necesario introducir otro fragmentos, que aunque no sea tan esencial, ayuda a aclarar
el proceso de mutación que propone Empédocles con tal de explicar la existencia de más de un tipo
de ser;
“379- Nacían numerosos seres con dos cabezas y dos pechos, seres bovinos con
rostros humanos y viceversa, criaturas, mezcla de elementos masculinos y femeninos
y dotados de partes sombrías” 4
Como hemos podido observar, Empédocles plantea una teoría evolucionista que a primera
vista resulta intuitivo y lucrativo comparar con el pensamiento posterior de Darwin. Con tal de
analizar con más rigor la relación se llevará a cabo ahora una breve descripción del pensamiento de
Darwin.
La evolución en Darwin:
La teoría Darwiniana de la evolución debe explicarse mediante una serie de conceptos
claves entrelazados entre sí, que aunque por separado son sencillos de comprender producen al
relacionarse entre sí uno de los aparatos conceptuales más poderosos, en cuanto a poder explicativo,
de la historia de la ciencia. Éstos conceptos son: la variación natural, la selección natural como
producto de una lucha por la supervivencia, y la acumulación de las características heredadas. Para
explicar éstos conceptos utilizaré muchas palabras extraídas directamente de la boca de Darwin,
debido a que expone su teoría con una claridad y belleza que no es posible emular.
En primer lugar, examinemos el concepto de variación natural que encontramos en la obra
El Origen de las Especies;
3
Ibid. Pág. 431
4
Ibid. Pág. 430
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“No one supposes that all individuals of the same species are cast in the very same
mould. These individual differences are highly important to us, as they afford
materials for natural selection to accumulate.” 5
Como podemos observar Darwin habla aquí sobre las pequeñas diferencias que encontramos
entre individuos de la misma especie; sabemos que Darwin las entiende como pequeñas ya que
afirma que nadie cree que los individuos de la misma especie están forjados todos en el mismo
molde. Es más, al decir “the very same mould” reincide sobre el hecho de que no son exactamente
el mismo, dando a entender que si son casi idénticos, aunque difieren en ciertos puntos del mismo
modo que pueden llegar a diferir mínimamente aquellos componentes fabricados en masa el uno del
otro.
El siguiente concepto a explicar es el de selección natural, que según afirma Darwin al final
de la anterior cita, se apoya sobre la existencia de una variación natural entre individuos. Ésta
selección natural viene determinada por la lucha por la existencia, iniciada a su vez por la escasez
de recursos naturales que obliga a todos los individuos de todas las especies a competir entre si.
“Owing to this struggle for life, any variation, however slight and from whatever
cause proceeding, if it be in any degree profitable to an individual of any species [...]
will tend to the preservation of that individual, and will generally be inherited by it’s
offspring”6
La selección natural beneficia entonces a aquellos individuos más aptos, pero ésta cita deja
en el aire la siguiente cuestión, ¿Más aptos para qué? Darwin contesta a la pregunta del siguiente
modo;
“every slight modification, which in the course of ages chanced to arise, and which
in any way favoured the individuals of the species, by better adapting them to their
altered conditions, would tend to be preserved”7
En último lugar, debemos aclarar que aquello que distingue la postura de Darwin de otras
posturas evolucionistas es el hecho de que los individuos heredan las características de sus
antecesores. Éstas pequeñas diferencias se acumulan con el tiempo modificando progresivamente el
molde con el cual están fabricados los individuos de una especie hasta tal extremo que tras muchas
generaciones, un número casi infinito dice Darwin, no puedan considerarse ya la misma especie.
Comparación entre ambas posturas:
Como ya se puede intuir ambas teorías tienen puntos en común y puntos en los cuales
difieren. El primer punto en común entre ambas posturas lo podemos encontrar en la afirmación que
hace Empédocles en el fragmento 377. Afirma que las nuevas especies surgen por la combinación
azarosa de elementos y como resultado de éste proceso nacían nuevas especies sin cesar. La
cuestión del nacimiento azaroso también lo encontramos en Darwin, éste al utilizar la expresión
“chanced to arise” lo implica de manera clara.
5
Darwin, Charles. The Origin of the Species. Random House. 1979. London. ISBN: 0-517-12320-7 Pág. 102
6
Ibid. Pág. 115
7
Ibid. Pág. 131
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La importancia del azar resulta primordial a ambas teorías ya que ambas niegan la visión
teleológica de la creación de las especies. Empédocles afirma en el fragmento 380 que ciertos
animales que en su génesis parecen estar orientados a un fin, sobreviven. El hecho de haber
introducido el matiz “parecen” resulta extremadamente importante ya que nos muestra así que no
es que exista un fin en la naturaleza más y nos muestra también como resulta posible e incluso
probable, si no se estudia con detalle y objetividad la naturaleza, atribuirle una intención a la
naturaleza que no posee.
Darwin admite también la inexistencia de un fin en la naturaleza, aunque determinando el
objetivo de los individuos como su preservación, acto que se realiza de manera inconsciente
(aunque la más moderna biología evolutiva afirma que el verdadero objetivo de un individuo no es
su preservación, sino más bien la preservación y reproducción de sus genes). La inexistencia de un
fin en la naturaleza, ya que la preservación del individuo no constituye un fin sino que nace del
propio individuo por egoísmo y si es posible considerarlo fin, lo es en tanto que fin individual y no
conjunto, acerca enormemente a ambos autores.
Las dos grandes diferencias entre ambas posturas son, en primer lugar el hecho de que
Empédocles proponga una variación natural más drástica, como se puede observar en el fragmento
379, y en segundo lugar la ambigüedad sobre si Empédocles afirmaba la herencia de las
características individuales y la acumulación de estos con el paso del tiempo.
El fragmento 379 ejemplifica la variación natural con ejemplos como “seres con dos
cabezas y dos pechos” que lejos de ser pequeñas variaciones acumulables con el tiempo parecen ser
mutaciones drásticas interpretables posiblemente como malformaciones esporádicas.
La otra gran fuente de divergencia entre ambos autores es, como se ha afirmado antes, la
ambigüedad respecto a la postura de Empédocles sobre la herencia de las variaciones azarosas. El
fragmento 377 afirma que “fueron naciendo sin cesar otros más” afirmación que deja abierto a
interpretación si estos “otros más” nacen de los individuos mutados, y comparten las características
de sus ancestros, o si nacen nuevos individuos de la mezcla de elementos original con formas
distintas, es decir, que no heredan las mutaciones. Ésta falta de información supone, como siempre
al tratar los presocráticos, la posibilidad de múltiples interpretaciones y a su vez la imposibilidad de
una resolución del conflicto entre teorías contrarias.
A modo de conclusión, no resulta absolutamente absurdo establecer una relación de
inspiración, o parecido, entre ambos autores si y solo si no pretendemos llevar ésta débil relación al
plano causal. Posiblemente el uso del concepto “relación de inspiración” es más dudoso aquí que en
el anterior trabajo de comparación entre Heráclito y Marx ya que entre ellos la relación quedaba
fundamentada, de manera precaria, en un dato biográfico unido a un alto nivel de especulación
mientras que en el presente trabajo el dato biográfico es inexistente y el nivel de especulación igual
de alto. Por los motivos expuestos anteriormente se puede concluir que entre los dos pensadores en
cuestión existe una relación de semejanza que permite la asociación y comparación de los dos
aparatos conceptuales.
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Bibliografía:
Darwin, Charles. The Origin of the Species. Random House. 1979. London. ISBN: 0-517-12320-7
Kirk, Raven, Schofield. Los Filósofos Presocráticos. Editorial Gredos. 1987. Madrid. ISBN:
84-249-1249-7
Nietzsche, Friedrich. Los Filósofos Preplatónicos. Editorial Trotta. 2003, Madrid. ISBN:
84-8164-591-5
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