E.F.T. 123/09 Cámara de Apelaciones en lo Comercial Laboral y de Minería de Neuquén. Sala I Nulidad despido por enfermedad Se remite fallo de la Sala I, de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Laboral y de Mineria de la 1ra Jurisdicción de Neuquén, que reviste especial interes. Se trata del despido de un empleado de gerencia del Supermercado Norte, que padecía una enfermedad (stress y afección coronaria que derivara en 60% de discapacidad) y fue despedido a sabiendas de dicha patología. Lo importante es que la alzada realiza un análisis de la pretensión, incluso trascribiendo parte de la demanda, lo cual no es frecuente en sus sentencias. Además, como lo remarca la sentencia, sería el “primer caso que, en el país, un tribunal de alzada se pronuncia respecto de un despido discriminatorio en relación a una enfermedad no contemplada, desde esta perspectiva, por una ley específica como lo es el caso del sida, epilepsia, diabetes... en donde sí han mediado pronunciamientos de los tribunales en no escasas oportunidades, sobre todo respecto de la primera de ellas”. Hay una completa y extensísima fundamentación (aunque tal vez, para los ateos como uno, se sobreabunde en citar la doctrina social de la iglesia), con remisión a Ferdman, Toselli y su análisis de los instrumentos internacionales, “Parra Vera”, “Balaguer”, “Stafforini”, “Pellejero”, entre otros. Se decide la nulidad del despido y el pago de los salarios devengados durante el plazo del art. 212, LCT, ordenándose además el pago de una suma por daño moral que —a diferencia de otros criterios restrictivos en la materia— es de $ 200.000.Vale la pena su lectura. Walter Damián Pinuer — abogado (UNLP) — NEUQUEN, 27 de octubre de 2009. Y VISTOS: En acuerdo estos autos caratulados: “ANTOLIN JUAN RAMON CONTRA SUPERMERCADOS NORTE S.A. S/DESPIDO” (EXP Nº 287350/2) venidos en apelación del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA EN LO LABORAL NRO. 4 a esta Sala I integrada por los Dres. Lorenzo W. GARCIA y Luis E. SILVA ZAMBRANO con la presencia de la Secretaria actuante, Dra. Mónica MORALEJO DE GIORGETTI, y de acuerdo al orden de votación sorteado el Dr. Luis SILVA ZAMBRANO dijo: 1.- Se rechazó en primera instancia una de las acciones acumuladas en estos autos, según disposición de esta Sala en anterior integración (fs. 206/212), a partir del principio de “acumulación de procesos” (Art.188 y ss. del Código Procesal, supletoriamente aplicable en el caso por virtud de lo normado en el art. 54 de la Ley 921). Se trata de la que se instaurara en el expediente nº 287350/2, de inicial tramitación ante el Juzgado Laboral Nº 1 de esta ciudad rotulado: “ANTOLÍN, JUAN RAMÓN v. SUPERMERCADOS NORTE SA” S/DESPIDO, cuyo objeto consiste en la “nulidad de despido del actor... pago de salarios y sus accesorios caídos hasta la fecha de la sentencia, ex-tunc y ex-nunc...” e “indemnización por daño moral correspondiente al despido nulo” (fs.102 y “liquidación” de fs.104vta. respectivamente ). Dicha repulsa obedece, en el sentir de la decisora, a que el despido se produce “sin constancia escrita de que tales situaciones de enfermedad y padecimientos consten informados a la demandada”, amén de que “el actor no fue despedido en ocasión de haber denunciado impedimento por razones de enfermedad conforme lo requiere el art. 208 LCT” y en tanto que “el actor no acreditó haber notificado a la empleadora estado de enfermedad alguno...” ya que “La nulidad del despido sólo puede resultar por violación de la norma ante adulteración de los hechos sobre los cuales se fundara, o abuso en la facultad legal de la empleadora de despedir sin causa y esto no se ha cuestionado; el demandante no denunció abuso en la legalidad de despedir, pues en ningún momento cuestiona el art. 245...LCT, sí denuncia abuso de la patronal al despedirlo en el estado de salud en que se encontraba, el que reitero no consta informado con respectivos certificados médicos art. 209 LCT”. (fs. 298, 300 vta. y 301 respectivamente). Al tiempo que, en cambio, se acogió “la pretensión de sanción por incumplimiento de las obligaciones generales arts. 62 y 63 de la LCT-...” (fs. 306, Pto.III), que se dedujo en las actuaciones rotuladas: “ANTOLÍN, JUAN RAMÓN v. SUPERMERCADOS NORTE SA” S/INDEMNIZACIÓN (expediente nº 293298/03, también originariamente tramitado ante el Juzgado Laboral Nº 1 de esta ciudad). La sentenciadora fundamenta el progreso de esta pretensión en que: “no es menos cierto que la demandada empleadora, que despidiera al actor por la facultad legal concedida por art. 245 LCT, desconoce los actos propios del oportuno conocimiento, expreso, directo y vinculante que tuvo del estado de salud del actor, quien estaba gravemente enfermo, según surge de las declaraciones de fs. 108: médico Arruñada... relato que coincide con la historia clínica diaria asentada por el Dr. Chambó a fs. 103/104, conforme también lo expone la médica de la empresa, Dra. Palacios, como tampoco niega ni desconoce la internación del actor que se produjera, durante cuatro días en la Clínica Bazterrica de la ciudad de Buenos Aires... Tal comportamiento expone inconducta contractual de un buen empleador, requerida por el art. 63... LCT, pues no actúa ni se comporta de buena fe quien omite, no sólo controles médicos a sus gerentes, sino conocer para sí y para el trabajador, el estado de salud a su egreso...” (fs. 301vta.). Igualmente: “Tal como surge de lo actuado, el actor hizo saber su imposibilidad de estar solo frente a un supermercado y la patronal asignó otros gerentes para colaborar con aquél; obviamente el actor no estaba en estado de salud práctica plena. Conforme posterior pericial psiquiátrica... se determina al demandante una incapacidad laboral causada por la patología psiquiátrica en el 60% de la total obrera por TRASTORNO POR ESTRÉS POSTRAUMÁTICO... en el cual el exceso laboral influyó para ello y, la permanencia del gerente en su puesto de trabajo colocando en grave riesgo su vida, constituyó una asunción de riesgo por parte de la demandada, que ésta omitió relevar en su existencia y cubrir las consecuencias. La responsabilidad por el cuidado y la prevención a la cual estaba obligada por arts. 63, 75 de la LCT, art. 23 Decreto 351/79 y Ley 24557 art. 4 (empleador sin seguro), alcanzó su máxima expresión y obligatoriedad cuando dispuso la extinción del contrato laboral sin cubrir los recaudos legales por los riesgos de enfermedades profesionales, seguridad e higiene, art. 902 CC. “La situación del actor al momento de la desvinculación intempestiva estaba amparada legal e INEXCUSABLEMENTE por las obligaciones impuestas por los arts. 62, 63 y 75 de la LCT... “Al encontrarse delimitado el despido por art. 245 de la LCT que otorga facultad legal al empleador para despedir sin causa, la nulidad de este acto legítimo contractual, sólo es posible si se ataca la (in)constitucionalidad del art. 245, lo cual no ha existido en los reclamos efectuados por el trabajador... El despido dispuesto por la demandada es válido, pero irregular en su... concreción pues no cubrió el reconocimiento de salud práctica del trabajador al momento del cese... “Conociendo, como conocía la empleadora el estado de enfermedad del Sr. Antolín, según surge de las constancias médicas presentadas, de las declaraciones testimoniales y de los hechos no desconocidos, como la internación en la Clínica Bazterrica... y, habiendo dispuesto el traslado de gerentes de otras sucursales para asistir al trabajador en su condición de enfermo de alto riesgo que pese a ello no dejaba de ir a trabajar-, ningún recaudo de prevención adopta y, sin el atemperante preaviso, dispone el cese sin justa causa...” (fs. 302 y vta.). Asimismo: “Incumplimiento contractual al cual la demandada suma inconducta procesal, al sostener la sinrazón de que no reconocía el estado de salud del trabajador, lo que ha sido desvirtuado por las pruebas producidas y el no desconocimiento de haber asignado gerentes de otras zonas para acompañar y asistir al actor convaleciente. La temeridad y malicia se configuran con el desconocimiento en el curso del proceso del grave estado de salud del demandante... (“...”) “La prudencia me ha guiado en la alineación de los hechos de cada uno involucrados en la causa y traído a la conclusión de que el daño provocado al actor no fue ocasionado por un hecho o comportamiento ajeno al contrato de trabajo, sino por el más burdo y negligente incumplimiento de los deberes de cuidado y previsión que el titular físico o jurídico de la empresa... está compelido por ley a cumplir: los controles médicos... (“...”) “La temeridad y malicia que desarrollara la demandada frente a un incumplimiento legal que no podía desconocer... ni las resoluciones judiciales- pretendiendo ocultar lo que efectivamente permitió y autorizó, cual fuera la permanencia del actor en su puesto de trabajo con grave riesgo de su vida y admitir haberlo despedido sin asumir la responsabilidad de conocer e informar al trabajador las condiciones de salud práctica en la que se encontraba a la finalización de la prestación laboral, imponen sancionar tal inconducta contractual, legal y procesal...” (fs. 303, 303 vta. y 304). También: “Lo citado avala la argumentación lógico jurídica que desarrollara para el análisis de la presente causa, por lo que corresponde sancionar a la demandada por incumplimiento de las normas de prevención y cobertura de los riesgos por enfermedades inculpables o del trabajo, e inconducta procesal por temeridad y malicia al sostener la sinrazón en sus dichos de hechos que fueran debidamente probados art. 40 Ley 921 y art. 377 del CPC y C-. Sanción de multa conforme a las prescripciones del art. 275 de la LCT...” (fs. 305). 2.- Ambas partes apelan el fallo. Recurso de la actora. Luego de algunas consideraciones generales e introductorias, esa parte, concretamente, cuestiona las aseveraciones del decisorio en cuanto a que el actor “nunca hizo saber por escrito a la empleadora su real estado de salud, nunca pidió licencia médica para su propio y responsable auto cuidado; licencia médica reglada por el art. 208 LCT y, menos aún presentó a la empleadora certificados médicos, ni solicitud de deficiencia por enfermedad”. Y la queja refiere a que esas afirmaciones del decisorio responden a “un formalismo recalcitrante, ajeno completamente a la relación contractual laboral...” pues ¿qué “objeto tendría notificar formalmente a la empleadora lo que la empleadora ya sabía por el informe del médico de la empresa, y actuando en consecuencia, como lo hizo al mandar un reemplazante”? La crítica alcanza también a la “autocontradicción” en que habría incurrido el fallo entre las anteriores aseveraciones y las que más adelante vierte respecto de que “no es menos cierto que la demandada empleadora, que despidiera al actor por la facultad legal concedida por el art. 245 LCT, desconoce los actos propios del oportuno conocimiento, expreso, directo y vinculante que tuvo del estado de salud del actor, quien estaba gravemente enfermo, según surge de las declaraciones... Tal comportamiento expone inconducta contractual de un buen empleador requerida por el art. 63 de la LCT...” Y continúa sosteniendo que no “se explica cómo la propia sentenciante reconoce que la empleadora conocía el estado de salud del actor y que a su vez violó la conducta contractual del buen empleador, para rechazar la demanda de nulidad de despido”. En ese mismo orden de ideas, expone igualmente que, al justificar la indemnización por “temeridad y malicia”, reconoce “la jueza lo que antes negó al desestimar la nulidad del despido, cual es el dolo que funda la acción resarcitoria y la extensión de ésta”. Acerca de la “sanción punitiva”, manifiesta que el decisorio rechaza la pretensión indemnizatoria y que la suma que otorga por el “ítem” hace alusión únicamente a las costas, agraviándose por tanto de la repulsa. Señala que es inexacto que “los jueces civiles y comerciales en rigor todos aquellos ajenos a la órbita penal- no puedan aplicar sanciones o indemnizaciones que tengan como única función la represión y el castigo del causante del daño”. Y añade que ello se corrobora “cuando de ordinario los jueces aplican diariamente cantidad de instrumentos que conllevan aquella télesis...: astreintes, intereses punitorios y cláusula penal... multas a las partes en el curso del proceso por temeridad y malicia...” Y aún: “Desde la antigua concepción de la responsabilidad como deuda -donde hay una valoración de la conducta del sujeto deudor- hasta la responsabilidad como crédito lo importante es el daño provocado al sujeto acreedor- el Derecho de la Responsabilidad Civil o simplemente Derecho de Daños se encuentra en estado de permanente observación, crítica y cambio”. Cita también pensamiento doctrinario, como la opinión de Lorenzetti en cuanto a los objetivos actuales de la responsabilidad civil: prevención, resarcimiento y punición; asimismo, menciona el Proyecto de Reforma del Código Civil de 1998, las XVII Jornadas de Derecho Civil, trayendo en fin a colación, el art. 52 bis de la Ley 24.240 de Defensa al Consumidor según texto de la Ley 26.361, para concluir, como adecuado al caso, la aplicación de daños punitivos o multa civil a favor de un fondo compensatorio que procure paliar la crisis edilicia de las escuelas, en función de ser el único instituto civil con fuerza suficiente para enderezar la inconducta de los demandados y prevenir futuros daños similares, que lleve como nombre el de Silvia Roggetti, con indicación de los antecedentes que obligan a generar ese fondo... De ese modo se cumple acabadamente con la actual función preventiva y punitiva que la doctrina más destacada le imputa y reconoce a la responsabilidad civil... La función moralizadora no puede soslayarse cuando, como contrapartida, encontramos la protección constitucional de valores superiores como la vida, la salud y la integridad física”. 3.- Recurso de la demandada. Se queja esta parte de que se le haya impuesto una sanción “por incumplimiento de obligaciones generales del contrato de trabajo” que lo uniera al actor pues estima que con ello se “viola el principio de congruencia procesal y lo prescripto por el art. 163 inc. 6º, al admitir una pretensión que no fue parte del objeto de la acción”. Critica a la par, que se haya establecido una sanción en su contra, por una “conducta procesal supuestamente temeraria y maliciosa” sobre la base del art. 275 LCT, ya que ello “resulta abiertamente contradictorio con los argumentos que la propia sentenciante brinda para rechazar la acción por nulidad” del despido con lo que, a la vez, entiende se vulnera también el derecho de defensa en juicio. En orden a lo antedicho, sostiene que el actor promovió en su contra dos acciones. Por una de ellas, persigue la nulidad del despido incausado y la condena al pago de salarios y accesorios hasta el momento de la sentencia. La restante, “con similar base fáctica, tenía por objeto la reparación de los daños y perjuicios provocados al actor como consecuencia del despido, al sostener el demandante que el mismo se había dispuesto por los arts. 208 a 213 de la LCT y fundado exclusivamente en la discriminación del actor con motivo de su enfermedad”. Añade que el accionante “sostuvo claramente que la misma responsabilidad- era extracontractual y que se fundaba en los arts. 902, 904 y 905 del Código Civil, reclamando en este caso la reparación de rubros tales como gastos por tratamiento sicológico y psiquiátrico, actual y futuro, pérdida de chance y una sanción ejemplificadora fundada en lo que consideró un accionar doloso generador de la responsabilidad civil extracontractual...”, habiéndose negado esto último obrar doloso- al responderse la pretensión. Explica que la sentencia condena a su parte “por algo absolutamente distinto de aquello por lo que fue demandada en este proceso”, no habiendo contado, entonces, con la oportunidad de defenderse a ese respecto, como, también, que no cabe otra conclusión si se considera que la condena se asienta en una “sanción por incumplimiento de las obligaciones generales previstas en los arts. 62 y 63 de la LCT, por haber omitido realizar al actor el examen post ocupacional”, pretensión que “no formó parte de la demanda”. Antes bien repite-, la actora requirió la condena de la accionada “por su supuesta responsabilidad civil extracontractual, en su actuar doloso al discriminar al accionante con motivo de su enfermedad al momento de su despido” y en “ningún momento... planteó pretensión alguna de obtener una reparación y/o sanción con motivo de supuestos incumplimientos contractuales en el marco de la ley de contrato de trabajo”. La demandada, por ende, en la ocasión pertinente, tampoco pudo defenderse en relación a hipótesis que jamás fueron introducidas en el litigio y, en consecuencia, al sellar la suerte del proceso en la forma en que lo ha hecho, la sentencia deviene extra petita. Circunstancia que ha sido admitida por la propia sentenciadora en cuanto manifiesta que la temática de los citados arts. 62, 63 y 75 no fue “el sustento legal de las acciones interpuestas por el accionante”. Ahora bien sigue-, al ser ello en la forma expuesta, “resulta improcedente que en esta instancia recursiva, esta parte se vea obligada a agraviarse y responder a las conclusiones arribadas en la sentencia de grado, que no fueron motivo de oportuno planteo por parte de la actora en su demanda, ya que de otro modo se estaría consintiendo la afectación del derecho de defensa...” Por lo demás, yendo a la cuestión de la “autocontradicción” del fallo, asevera que ella se produce a partir de que el decisorio “por una parte considera ajustado a derecho el accionar de mi mandante al disponer el despido del actor, cuando el mismo no se encontraba amparado por el art. 208 de la LCT y, al mismo tiempo, fundar la sanción por inconducta procesal en ese mismo accionar que consideró correcto”. Amén de ello, manifiesta que “tampoco se advierte que esta parte... haya incurrido en ninguno de los supuestos contemplados en el art. 275 de la LCT, que justifique la sanción impuesta” puesto que, al contestar la demanda no cuestionó la existencia del contrato ni adujo fraude alguno por parte del actor ni opuso defensas “manifiestamente incompatibles o contradictorias de hecho o de derecho” e, igualmente, tampoco incurrió en “actitudes obstruccionistas o dilatorias”. 4.- Abordo en primer término el recurso de la demandante que, anticipo, merecerá acogida en su mayor extensión, aunque por fundamentación de derecho no enteramente coincidente con la que ella invoca al instaurar el proceso y al apelar. Estimo, en efecto, que le asiste razón a esa parte en sus planteos que versan sobre las consecuencias de la repulsa de la “acción de nulidad del despido”, que se presentan como frustráneas de toda posibilidad indemnizatoria a partir de las normas de los arts. 1056, 1083 y cctes. del C. Civil y 208/213 y cctes. de la Ley de Contrato de Trabajo. (Véase la liquidación inserta en el escrito de demanda de las presentes actuaciones, fs. 104 vta.). A) A modo de introducción, es preciso tener presente, a fin de clarificar la temática bajo juzgamiento, que no es enteramente correcto el argumento que la accionada vierte al expresar agravios, acerca de que su contraparte basa la acción en la “responsabilidad extracontractual”, por más que así lo sostuviera en su demanda, invocando además los arts. 902, 904 y 905. (Véase fs. 319 de la pieza apelatoria). Y así es, ya que, de un lado, lo que en verdad cuenta para calificar o denominar la pretensión, no es tanto el “nomen iuris” o la invocación de las normas jurídicas que la actora pueda haber traído a colación en su libelo inaugural, como los hechos en que aquélla se ha fundamentado, esto es, la “causa” de la pretensión, a cuyo respecto la doctrina enseña: “La causa, fundamento o título de la pretensión consiste en la invocación de una concreta situación de hecho a la cual el actor le asigna una determinada consecuencia jurídica... por lo tanto, no debe ser confundida con los argumentos de hecho expuestos por el actor ni, mucho menos, con la norma o normas jurídicas invocadas por éste. El juez, en efecto, debe decidir si se ha operado o no la consecuencia jurídica afirmada por el actor, pero para ello le es indiferente la designación técnica que aquél haya asignado a la situación de hecho descripta como fundamento de la pretensión, desde que es consustancial a la función decisoria la libertad en la elección de la norma o normas que conceptualizan el caso (iura novit curia). No es por lo tanto la norma la que individualiza la pretensión, sino los hechos afirmados en la medida de su idoneidad para producir un determinado efecto jurídico...” (Lino E. Palacio, “Derecho Procesal Civil”, Abeledo-Perrot Editores, 2ª Edición; T. III, ps. 388/389). Traigo aquí estas enseñanzas ya que el demandante, al instaurar la pretensión, en el capítulo de los “Hechos” (fs. 102/103), narra las diversas vicisitudes que se sucedieron en el curso del contrato de trabajo que vinculó a los litigantes, desde la aparición de una grave afección a la salud del actor. Esto es: refiere hechos (la existencia de la vinculación, el momento de su inicio, la antigüedad, los ascensos, el desempeño como gerente durante 10 años, la eficiencia e idoneidad en su ejercicio, a punto tal de haber capacitado y entrenado a otros gerentes, quienes prestan funciones gerenciales en las sucursales de Salta y Ushuaia de la empresa Supermercado Norte SA, la enfermedad, su gravedad, el consecuente reposo y el posterior despido), que se hallan íntimamente relacionados con dicha vinculación jurídica, a punto tal de manifestarse, a renglón seguido de los epígrafes: “la enfermedad como base de la discriminación” y “El despido como acto nulo por discriminación (existencia de dolo inexcusable)”: “... a mediados del mes de noviembre de 2001, el Sr. Juan Ramón Antolín recibió en forma intempestiva la notificación de su despido incausado, en abierta violación de lo dispuesto por el art. 208 a 213 de la ley de contrato de trabajo. “La empresa, ante la gravedad de la enfermedad del actor, debió cumplimentar las previsiones de las normas citadas. Sin embargo, en una actitud moralmente reprochable y jurídicamente ilícita por lo discriminatoria y perjudicial para la integridad física de su dependiente, procedió a despedirlo sin causa mediante el telegrama...” (Fs. 102 vta.). Expresiones que, a la vez, concuerdan con la fundamentación de la demanda: “Fundo el derecho de mi parte en lo dispuesto por los arts. 208 a 213, ss. y cc. de la Ley de Contrato de Trabajo y consecuente jurisprudencia y doctrina entre la que se puede citar...” (transcribiendo, a continuación, sumarios de sentencias relacionadas con el derecho del trabajo; fs. 104 vta./105). Resultan a la vez congruentes aquellas expresiones con la “nulidad del despido del actor”, impetrada en el Capítulo II “OBJETO” (fs. 102) e, igualmente, con la “nulidad del despido... se condene a la demandada al pago de los salarios caídos, sanción solicitada, intereses y costas, restituyendo a su puesto de trabajo al actor una vez dada el alta médica”, que se reclama en el “PETITORIO” (fs. 105 vta., pto. c). Acoto que la cita de normativa del C. Civil efectuada por el actor y que su contraparte menciona en su expresión de agravios (fs. 319) figura en la segunda acción (cronológicamente) que, a través del expediente nº 293298/03, tramita acumulada a las presentes actuaciones. Y anticipo que ella, según se verá, aunque incompleta es básicamente correcta. En efecto, allí, fs. 18vta./19 y vta., es donde se expone: “Fundo el derecho de mi parte en lo dispuesto por los arts. 902, 931, 1066 y ss., 1073 y ss. y cc. del Código Civil y consecuente doctrina entre la que se puede citar:...” (transcribiendo, a continuación, sumarios de sentencias también relacionadas con el derecho del trabajo; véanse, en congruencia, fs. 15vta., 17vta./18). B) Y, en síntesis: no sólo se han acumulado procesos (por decisión de esta Cámara, fs. 206/212), sino que el demandante acumula también acciones (“acumulación objetiva”), que se hallan tanto en la esfera del derecho del trabajo como del derecho civil. (Cf. arg. art. 87 del C. Procesal; cf. Colombo, “Código Procesal...”, Abeledo-Perrot Editores, 4ª Edición, Tº I, p.187 y ss.; Morello y colaboradores, “Códigos Procesales...”, Platense Editora, 2ª Edición, T. II-B, ps. 302 y ss. y 311 y ss.). Así, en el primer expediente (nº 287350/2) una acción que se refiere a la “nulidad del despido del actor” (Cap. II, “Objeto”, fs. 102), o “ineficacia y nulidad absoluta” de ese mismo despido (fs. 103) pero que, con todo, se fundamenta, primordial y principalmente, en el ámbito del derecho laboral (es decir, el derecho civil rige de manera complementaria, en lo que hace al concepto y regulación de la “nulidad de los actos jurídicos” y a sus “efectos” o “consecuencias” (“Libro Segundo”, “Sección Segunda”, Título 6, arts. 1037/1058 bis del C. Civil): “En cualquier caso la ley laboral contempla la imposibilidad del despido durante la enfermedad del trabajador sea culpable o inculpable y aun con el despido la continuidad de la cobertura asistencial, siendo la demandada quien infringió dichas normas in totum, disponiendo el despido cuando no debía y oponiéndose a la continuidad de la cobertura asistencial en la misma extensión que tenía...” (fs. 103). Y más adelante: “La situación descripta sobre las circunstancias en que se produjo el despido y el calvario que debió soportar Juan Ramón Antolín para afrontar su internación, cirugía, etc., hace ineficaz y nulo, de nulidad absoluta el despido notificado el día 14 de noviembre de 2001, debiendo extenderse y mantenerse los efectos del tracto laboral, la correlativa cobertura social, el pago de haberes, así como la disposición de la vivienda de la actora durante los plazos que establecen los arts. 208 y sgtes. de la ley de contrato de trabajo” (íd.; aquí el énfasis es mío). Acción en el ámbito laboral, a la que se le suman otras tres de derecho civil: la que el accionante denomina “sanción punitiva (ejemplificadora)” (fs. 103 vta./104 vta.), el reclamo por salarios caídos desde el despido hasta el momento de la “reinstalación” (fs.104 vta., pto. 6 “in fine”, se peticionan “hasta el momento de dictarse la sentencia con más sus intereses a tasa activa”), y la que menciona como “indemnización por daño moral correspondiente al despido nulo” (fs. 104vta., Pto. 6, “Liquidación”). En este primer litigio nada aduce desde el punto de vista jurídico- acerca de esta última (daño moral), aunque sí lo hace en el segundo (expediente nº 293298/03), en el acápite 7, “Derecho”, en el que transcribe jurisprudencia que ha receptado la acción por daño moral que se entabla en el proceso laboral “acumuladamente” a una específica de este ámbito jurídico, como la indemnización por despido, en tanto que, como lo dice la SCBA en el precedente in re: “Blanco, Emilia v. Malacalza, Héctor y otro” s/ diferencia de sueldo (que el mismo actor trae ahí a colación), “... con motivo o en ocasión de la extinción del contrato de trabajo el principal comete un acto ilícito no representativo de una mera inejecución de las obligaciones derivadas de la relación laboral, configurándose los presupuestos de hecho a los que la ley imputa obligación de indemnizar (arts. 1109, 1067 y 1078 del CC), incurre en responsabilidad civil extracontractual en cuyo caso procede la reparación del daño moral ocasionado al dependiente...” (fs. 19 del expediente citado). Argumentación, esta última que, reitero, básicamente se ajusta a derecho. En lo que hace a la acción de derecho civil (“sanción punitiva...”) que el actor ejercita en este primer litigio, la fundamenta en opiniones doctrinarias, y comienza exponiendo: “Atento la situación fáctica que origina la presente acción, resulta procedente reclamar...este tipo de indemnización, que se suman a las indemnizaciones por daños realmente experimentados por la damnificada, y cuyo objeto es punir graves inconductas de los demandados y prevenir hechos similares en el futuro... “Es decir, resultan procedentes este tipo de reparaciones, como sanciones ejemplificadoras, cuando la conducta del condenado fue de tamaña gravedad que mereció ser reprendida por medio de una sanción, atento haberse violado, mediante el daño causado, temas fundamentales del derecho contemporáneo como el derecho a la vida, y en consecuencia dicha asignatura pendiente, debe ser encarada no sólo desde una perspectiva reparadora, sino que fundamentalmente-, desde la prevención, puesto que son bienes tutelados que escapan de cualquier valuación pecuniaria posible y una vez violados, la restitución y reposición al estado anterior se torna imposible”. (fs.103vta.; el tema se desarrolla enteramente, con las trascripciones de doctrina a fs. 103vta./104vta.). C) Ahora bien, en el otro expediente acumulado (nº 293298/03), la actora ejercita también una acción de derecho civil por la que reclama la indemnización de diversos “ítems”: “Tratamiento psicológico recibido (1 año... “Tratamiento psicológico futuro estimado (3 años) “Tratamiento psiquiátrico recibido (50 sesiones... “Tratamiento psiquiátrico futuro (5 años terapia familiar... “Reemplazos futuros del Cardiodesfibrilador (3... “Daño moral... “Pérdida de chance sujeta a pericia y estimada en... e igualmente, “Sanción ejemplificadora el equivalente a la sumatoria aritmética indicada...” (ya peticionada en el primer proceso; en el segundo de ellos, véase, fs.18vta.; véase la fundamentación en derecho, a fs.15vta./16, Pto.IV: “La naturaleza extracontractual de la acción”, y fs.17/18, “Sanción punitiva (Sanción ejemplificadora)”. D) No obstante, a partir de todo ello se presentan dos cuestiones, en apariencia obstativas de dicho “cúmulo”: ¿es factible acumular acciones civiles a las laborales instauradas en el seno de un proceso que tramita ante el fuero en el que se dirimen estas últimas? (aludo claro, a las que el actor acumula en virtud de lo normado en el art. 87 del C. Procesal según he expuesto en el Pto. B) primer párrafo); y además: ¿no media acaso superposición entre algunas de las acciones acumuladas? Veamos: _la duda acerca del primer aspecto deviene a consecuencia del requisito, previsto en el citado art. 87, apartado 2º, al especificar que las acciones que se “acumulan” han de “corresponder a la competencia del mismo juez” porque es claro que, en esta Provincia, una es propia de la jurisdicción laboral, en tanto que a la civil y comercial las restantes; _con todo, ha de verse que entre ellas media una “conexidad causal” que no sólo a fin de evitar decisiones contradictorias y el consiguiente “escándalo” jurídico sino aun razones de economía procesal y correcta tramitación de la litis (cf.art. 34 inc.5º del C.Procesal), hacen en la especie aconsejable (Palacio, ibíd., T. I, p. 446, apartado b) e, inclusive, prácticamente necesaria la “acumulación”, como lo ha establecido esta Cámara al ordenar la “acumulación de procesos” (fs. 206/212), que comporta en realidad una de las vías a través de la que opera la “acumulación de acciones” (cf. Palacio: “Aunque en estos casos se habla de acumulación de procesos, debe tenerse en cuenta que en la base de ellos existe, en rigor, una pluralidad de pretensiones o sea de “acciones”- las cuales, al acumularse, determinan la unión material de los distintos procesos en los que aquéllas se hicieron valer”, ibíd., p. 459, apartado b); _en el sentido señalado ya Colombo apuntaba que: “... Competencia del mismo juez... Por razón de la materia. Si se aplicara estrictamente la prohibición de acumular acciones cuando no fueren de la competencia del mismo juez, quedarían eliminados supuestos en los que es conveniente. El art.188, aplicable a la acumulación subjetiva, ha superado, a estos efectos, la distinción entre competencia civil y comercial” (Ibíd., T. I, p. 189, apartado b); en tanto que Palacio sostiene: “En virtud de lo dispuesto por el art. 87 del CPN, inc. 2º, las pretensiones acumuladas deben corresponder a la competencia del mismo juez... Tal principio, sin embargo, no es aplicable en el supuesto de que las pretensiones acumuladas deriven de una misma causa”. (es decir, de los mismos “hechos”; ibíd., T. I, ps. 449/450); en fin, Morello y colaboradores enseñan: “Sin perjuicio de ello unicidad de competencia- adquiere trascendencia a los fines de resolver la cuestión, que las pretensiones acumuladas muestren una vinculación o conexidad jurídica que justifique tramitarlas ante un mismo órgano jurisdiccional. En efecto, si el concepto de conexidad jurídica está ligado a las distintas consecuencias que se derivan de un mismo hecho o de una misma cuestión de derecho y, por tanto, la adjudicación de competencia para juzgarlas está encaminada a evitar la posibilidad de sentencias contradictorias, puede así concluirse que, toda vez que las pretensiones esgrimidas tienen como basamento la alegada existencia del carácter de copropietario invocado por el accionante se justifica, de tal forma, que ambas pretensiones se acumulen y que conozca el órgano jurisdiccional ante el cual se promovieran” (Cám. 2ª, Sala I, La Plata, causa B-44.743...; ibíd., T. II-B, ps.315/316; el énfasis ha sido mío en estos dos últimos parágrafos); _ahora bien, aunque se pensara de manera diferente a la expuesta, de igual forma, en modo alguno cabría, en el caso y en este estadio, disponer la “desacumulación” de acciones (me refiero siempre a la “objetiva” del art. 87 citado y llevada a cabo por el actor) ni tampoco, la declaración de “incompetencia” respecto de aquellas de derecho civil pues así lo impide, en la peculiar especie, tanto el principio de “preclusión procesal” (véase por ejemplo, Palacio, ibíd., T. I, p. 278 y ss.) como la norma del art. 20 “in fine” de la Ley 921; _por lo demás, la incógnita postrera “superposición de acciones”- ha de despejarse de manera negativa, esto es, respondiendo que no la hay: así, no obstante que la “sanción punitiva” o “ejemplificadora” se halla planteada casi en términos idénticos (a excepción del “quantum”), en una y otra causa (a fs. 103vta./104 del primer proceso, expte. nº 287350/2 e, igualmente, a fs. 17 vta./18vta. del iniciado con posterioridad, expte. nº 293298/03), y que otro tanto cabe decir respecto del daño moral (en el primer expediente este rubro se halla inserto en la “liquidación”, a fs. 104vta., por la suma de $100.000, y también por igual cifra, en el segundo expediente, en la “liquidación” de fs.18vta.), estrictamente no media “superposición” que acaso autorizara a pensar en la necesidad de la “desagregación”, o sea de un rechazo formal y “ab initio” de las acciones de derecho civil, ya que, en todo caso, se trata también de acciones pretensiones- instauradas a través del segundo proceso, autónomo del primero cuya acumulación con este último dispuso esta Cámara a partir de la norma del art. 188 y cctes. del C. Procesal-, viniendo entonces a jugar como si se tratara de una suerte de ampliación de la demanda originaria llevada a cabo en tiempo hábil (arg. art. 331 del C.Procesal); _dicho lo anterior, claro está, sin que implique a esta altura de la exposición una opinión acerca de la denominada “fundabilidad de la pretensión” (cf. Palacio, ibíd., T. I, ps. 415/417); E) Y en resumidas cuentas de la extensa exposición: sea por acumulación objetiva de acciones pretensiones- por parte del actor, sea por decisión de la Sala al acumular los expedientes mencionados, lo cierto es que éstos comportan un continente de juzgamiento de las diversas acciones de derecho laboral y civil antes enunciadas, que congloban distintos reclamos (salarios caídos, SAC 2001, sanción punitiva-ejemplificadora, daño moral y los “ítems” ya referidos que se exponen en la “liquidación” del segundo expediente, a fs. 18 vta. -nº 293298/03; véase Pto. C) de la presente), y aun cuando medie “duplicidad” de algunos de ellos “sanción ejemplificadora” y “daño moral”-, no cabe rechazar a estos últimos apriorísticamente sino que todos ellos merecen el juicio de “fundabilidad” aludido. 5.- Y bien, superadas estas cuestiones preliminares, nos hallamos ahora en condiciones de acceder al primer cuestionamiento que la actora formula a la sentencia, esto es, la repulsa de la acción de nulidad del despido. A modo de introducción es preciso ver, en relación a la norma de “estabilidad” en el empleo que establece el art. 14 bis CN, que: “Se suele admitir que propia o absoluta implica impedimento para despedir (salvo justa causa), y obligación patronal de reincorporar en caso de producirse el despido. En cambio, la estabilidad impropia o relativa no impide el despido, pero si se dispone sin justa causa, el empleador debe indemnizar. “Con esta distinción, parece lógico estimar que el art. 14 bis, al proteger contra el despido arbitrario (en el empleo privado) obliga a consagrar allí la estabilidad impropia o relativa; y al garantizar la estabilidad del empleo público cubre a éste con la estabilidad propia o absoluta” (Bidart Campos, “Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino”, EDIAR, 1989, T. I, p. 403; véase en ese mismo sentido, Vázquez Vialard, “Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social”, Editorial Astrea, 7ª Edición, T. 1, ps. 336/342 y 559 y ss.). De una u otra manera, así lo han aseverado con asiduidad los tribunales: “La estabilidad en el empleo es sin duda un instituto central del derecho del trabajo y, por ende, tratado en todos los sistemas jurídicos como de fundamental relevancia en las relaciones individuales. En el derecho comparado se observan distintos sistemas a saber: estabilidad propia e impropia. Se denomina estabilidad propia a aquella que no admite la posibilidad de extinguir el vínculo laboral sin causas predeterminadas y, por ende, cualquier acto de disolución del vínculo es nulo o ilegítimo, de modo que el trabajador puede reclamar la reincorporación al empleo. La estabilidad propia tiene, a su vez, dos variantes. La estabilidad propia absoluta, que es aquella en la que su violación importa sin ningún atenuante la reincorporación del trabajador despedido. En nuestro sistema legal es el caso del representante gremial despedido en forma injustificada. En cambio, la estabilidad propia relativa es aquella en la que se admite, frente a la resistencia del empleador de reincorporar a la persona despedida, la sustitución por una indemnización, que fijará el juez, y que como ejemplo puede ser el pago de los salarios desde el momento de la ruptura del vínculo hasta la fecha en la que la persona está en condiciones de jubilarse (en nuestro sistema legal, por ej.: los bancarios que gozaron de estabilidad propia por un lapso). Por otro lado, existe la estabilidad impropia, que es aquella que admite el despido incausado del trabajador por decisión unilateral del empleador, pero en tal caso le fija un régimen indemnizatorio con el fin de disuadirlo y de reparar con ello los daños que sufre el trabajador al perder el empleo. La estabilidad impropia es la que utiliza el derecho del trabajo en nuestro país: con antecedentes en la ley 11.729 (que modificó el Código de Comercio); la LCT es la norma central que contempla el sistema de estabilidad impropia de nuestro régimen legal”. (CT Stgo. del Estero in re: “Yocca, Carlos Alberto C/Produnoa SA y/o Responsables” S/Sábados, tardes y feriados trabajados Y percibidos simple; Ct04 Se 10687 S; 06/04/1999; Juez: Ferri (sd); Mag. Votantes: Ferri-Olmedo de Lupica-Pinto de Trad; LD, íd., voces: “estabilidad impropia despido”, nº 36); “El régimen de las indemnizaciones por despido del Art. 245 de la LCT y sus concordantes, incluye indudablemente todo el perjuicio, lesión o daño que el distracto laboral apareja al dependiente. Como se suele decir, en el régimen de estabilidad impropia en que se engloba el instituto laboral del despido incausado y su indemnización, la ley no prohíbe el despido sin causa pero no lo favorece y lo repara con el pago de la indemnización. (Cf. CNAT, Sala IV, 9-04-79, en TySS, T. 1979, pág. 362; CNAT, Sala VIII, 11-04-83, en TySS, T. 1983, pág. 1077; Cámara 1a, Sala I, La Plata, causa 157.492, reg. 5-74 LL, 136-512 y 135-308; JA, T. 1969-2, pág. 207, cit. por Morello y otros en Códigos..., Ed. Platense, 2a edición, T. 1984, t. II-A, pág. 856) ”. (CAChubut, in re: “Torres, Carlos Enrique c/Sodipa SA” s/Diferencia de haberes e indemnización de ley S CAN1 TW 000L 000078; 27/08/1996; MA Manino; LD, íd., nº 48); “La indemnización por despido que cumple la finalidad previsional de afianzar la estabilidad impropia del trabajador, cubriendo el riesgo de desocupación, es independiente del daño efectivamente sufrido”. (Suprema Corte Mendoza, Sala II in re: “Giordani, Angelino en J: “Ochoa, Pedro Reynaldo C/ Angelino, Giordani S/ Ordinario - Casación Nº Fallo: 68199194 - Ubicación: S105-181 - Nº Expediente: 28087; Mag.: CUBILLOS VIDELA-GARCIA; DISIDENTES: ZANOCCO; 18/04/1968; LD, íd., nº 50). “Reafirmada la vigencia del sistema de estabilidad impropia, el despido sin justa causa no acarrea la nulidad del mismo sino el reconocimiento de los derechos contemplados en el régimen indemnizatorio vigente”. (CNTr Sala IX in re: “Domínguez, Marta Alicia c/Sipas Nacional SA y otro” s/acción de amparo. Magistrados: Pacini. Balestrini; 19/04/2007 - Nro. Exp.: 15.026/2006 Nro. Sent.: SD. 14156; Lex Doctor; voces: “despido estabilidad impropia nulidad”, nº 1); “La ley 22.425 no infringe el art. 14 bis de la Constitución Nacional aun cuando respecto al despido arbitrario disminuye la tutela fijada en el régimen legal anterior, en tanto y en cuanto no se transgrede ninguna de las garantías que dicha cláusula constitucional consagra en relación a las instituciones fundamentales del derecho del trabajo; máxime que la estabilidad relativa -propia e impropia- se encuentra comprendida dentro del mismo amparo constitucional”. (SCBA in re: “Alonso, Roberto C/Banco Español del Río de la Plata SA” S/nulidad de despido; 26/07/1988; Juez: Cavagna Martinez (sd); Publicaciones: AyS 1988-II, 665; Mag. Votantes: Cavagna Martínez - Negri - San Martín - Laborde Vivanco; LD, íd., nº 3; íd., in re: “Cogorno, Horacio Ernesto Y Otros C/Banco Cooperativo De La Plata” S/nulidad de despido; SCBA, L 35747 S; 04/03/1986; Juez: Salas (sd); Publicaciones: DT 1986-B, 1292 - DJBA 130, 369 - Ll 1986-E, 456 - AyS 1986 I, 91 - LT XXXIV-B, 614; Mag. Votantes: Salas - Negri - San Martín - Mercader - Cavagna Martínez; LD, íd., nº 2). 6.- Ahora bien, hoy día la cuestión no es mirada exactamente así sino que se distingue, justamente, el aspecto del “despido arbitrario” como subespecie autónoma y con diversidad de resultados. Así, en la misma obra y a renglón seguido de los conceptos transcriptos acerca de la estabilidad “propia” e “impropia” o “relativa”, explica Bidart Campos: “¿Qué quiere decir la constitución cuando habla de despido arbitrario? La palabra arbitrariedad ha tomado curso en nuestro vocabulario constitucional como sinónimo de irrazonable. De ahí que para nosotros haya que enfocar tres tipos de despido: a) el que tiene justa causa (que por supuesto no queda protegido); b) que carece de causa, o es injustificado, o inmotivado; c) el arbitrario, que es el agraviante o injurioso. El despido sin causa no es, entonces, arbitrario. Pero si el artículo obliga a proteger contra el despido arbitrario: ¿queda sin protección el despido incausado o inmotivado, que no es arbitrario? “Pensamos como solución válida que la norma obliga a proteger contra el despido arbitrario, pero no impide tutelar también al que no es arbitrario, cosa que la ley puede hacer razonablemente. Lo que sí estimamos es que la ley ha de distinguir entre despido arbitrario y no arbitrario y dispensar al primero un amparo más intenso que al segundo. No parecería constitucional que a los dos se les diera la misma protección legal”. (Ibíd., p. 403; este último énfasis es mío). 7.- Conceptos que doctrina y jurisprudencia, pese a la utilización de nomenclatura no uniforme, en sustancia, han traducido de manera similar al ámbito del derecho laboral. A) Así en cuanto a la primera, por caso, Vázquez Vialard: “El derecho del trabajo no admite que el empleador pueda usar de esta posibilidad (se refiere a la rescisión unilateral, a la que denomina “resolución”), a cuyo efecto concede al contrato en lo que respecta al trabajador- una cierta vocación de permanencia, limitada en los casos de excepción en que se admite la contratación por tiempo determinado... en cambio, sí se admite esta posibilidad de resolución a favor de éste, que sólo está obligado si no mediare un contrato a plazoa notificar su decisión... Ese derecho estabilidad del trabajadorconstituye una garantía de la conservación del empleo (que no debe confundirse con un derecho de propiedad sobre él). “Algunos autores distinguen entre permanencia y estabilidad. La primera alude a una situación de hecho: expectativa o posibilidad de conservar el puesto; la segunda es el derecho que lo garantiza... “Desde el punto de vista conceptual, pueden distinguirse varias situaciones, según el grado de intensidad de la garantía que concede la ley... (“...”) “Esta estabilidad presenta dos variantes... “a) CON EFECTOS PLENOS. El empleador no puede resolver el contrato si no median las causales indicadas en la ley. La decisión que hubiere adoptado en tal sentido es ilícita y no produce los efectos jurídicos deseados (arg.art.18 Cód. Civil). Ante la situación planteada, el trabajador tiene acción para solicitar: 1) que se declare la nulidad de la decisión adoptada; 2) su reinstalación en el empleo, y 3) el pago -según algunos, a título de indemnización- de una suma similar a la que hubiera percibido desde el momento en que de hecho fue separado hasta que se lo reincorpore al cargo (por razones de buena fe, en el caso de que el trabajador dejara transcurrir sin justificación válida- un lapso prolongado antes de promover el juicio, no procedería condenar al pago de los salarios caídos respecto de ese lapso). En su caso, también procedería la reparación de los daños y perjuicios irrogados por el ilícito, así como también el de carácter extrapatrimonial (arg. arts. 901, 903, 904, 1056, 1066, 1078 y ss., Cód. Civil). (“...”) “En el régimen legal positivo argentino... gozan de este instituto los empleados públicos... (“...”) “El citado instituto constituye una reglamentación del principio constitucional que garantiza la protección contra el despido arbitrario (art. 14 bis). De esa manera se otorga al trabajador la mejor garantía, quitando efecto resolutivo a la decisión del empleador que carezca de justa causa”. (“...”) b) CON EFECTOS MENOS PLENOS. La decisión del empleador que dispone la resolución del contrato es nula... El trabajador, en consecuencia, tiene acción para solicitar: 1) que se declare dicha nulidad; 2) que se imponga su reinstalación..., y 3) el pago de una suma similar a la de los sueldos que habría percibido de no habérsele impedido la prestación del trabajo... A diferencia de esta última (la estabilidad de efecto pleno) el juez no puede disponer compulsivamente la reincorporación (arg.art.629, Cód.Civil); por lo tanto, hasta que se lo haga, el empleador tiene que abonar en concepto de indemnización el importe de los salarios que se hubieren devengado de no mediar su incumplimiento. (“...”) “La ley 23.551, que establece el régimen de las asociaciones sindicales de trabajadores, determina un régimen de estabilidad absoluta con efectos menos plenos o aminorados pro tempore, a favor de los trabajadores que gozan de la tutela sindical especial... (“...”) “... El mencionado instituto estuvo en vigencia respecto de los trabajadores de bancos particulares... que fue declarado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia en el caso De Luca. “RELATIVA. El despido injustificado dispuesto por el empleador produce la resolución del contrato; por lo tanto, es eficaz aunque genera el pago de una indemnización tarifada...” (ibíd., T. 1, ps. 336/342); Hace más de cuatro décadas, Krotoschin distinguiendo los límites “temporales” del “ejercicio del derecho de despido” de los “materiales”, enseñaba ya que éstos: “... son permanentes y a veces surten efectos más severos. Son ellos quienes, principalmente, han contribuido a dar más firmeza al concepto de estabilidad. Por esa misma causa se oponen en mayor grado al principio de libertad, con respecto a la disolución de las relaciones jurídicas de duración, y se concilian más difícilmente con los conceptos llamados liberales de derecho. Por otro lado, afianzan la seguridad económica del trabajador, protegiéndolo en forma más eficaz contra abusos y arbitrariedades. Con relación a este concepto de una estabilidad más auténtica, por mejor asegurada legalmente, se ha hablado, a veces, de un derecho del trabajador al empleo... y frente al cual el empleo (puesto de trabajo) de todos modos aparece como un bien jurídico que, como tal, forma parte del patrimonio del trabajador. El patrono no tiene libertad para privar al trabajador de este bien, en principio, sino por determinadas causas, enumeradas taxativamente... Sin embargo, más que de un derecho real aunque fuera sólo figuradamente, se trata de una consecuencia del concepto orgánico (funcional) que se tiene de la relación de trabajo como relación de la integración del trabajador a la empresa... “... Para asegurar una más auténtica estabilidad al trabajador... se han hecho valer varias razones en el transcurso del tiempo. Sin embargo, desde el principio ha prevalecido la idea... de que el despido, en ciertas ocasiones, puede ser, o es, un acto abusivo y que como tal debe impedírselo, o por lo menos dificultárselo. Es la teoría del abuso de derecho aplicada al despido. El influjo de esta doctrina se pudo percibir en las primeras medidas protectoras tendientes a la conservación del empleo, en que la protección se limita a determinado tiempo (enfermedad, embarazo, etcétera...) Pero también prevalece en otros casos que no sólo constituyen límites temporales, sino donde se ve en el motivo por el cual se declara el despido. Entra en esta última categoría el despido con motivo de la prolongación de la enfermedad originada en el embarazo o el parto... como así también el despido por causa de matrimonio... Es decir que son nulos aquellas reglamentaciones y estos pactos o convenios en cuanto contengan la cláusula prohibida, pero contrariamente a lo que podría esperarse, tanto en este caso... la ley no establece ni permite deducir la nulidad del despido por uno de esos motivos... De igual manera que en los casos de los límites temporales no se considera el despido como nulo, a pesar de que el abuso aquí estriba en una distorsión de la función y finalidad normales del derecho de despido, tal como se las concibe modernamente, esto es, consistentes en posibilitar la disolución del contrato únicamente por motivos vinculados a la conducta culpable del trabajador o a exigencias perentorias de la empresa. No se atribuye a la prohibición un efecto impeditivo directo sino sólo el del incumplimiento de una obligación contractual, impuesta al patrono, que trae consigo el deber de indemnización... “Como se acaba de decir, el despido es abusivo, en general por no corresponder al ejercicio normal del derecho...- cuando no se funda en una conducta culpable del trabajador o en necesidades urgentes de la empresa. Esa restricción sustancial del derecho de despido en que más propiamente se manifiesta la idea de estabilidad- es en parte consecuencia del concepto orgánico (comunitario) de la relación de trabajo. Si bien las medidas tomadas al respecto tienen en primer término un fin de seguridad económica... también tienden a afianzar la posición del trabajador como miembro (colaborador) de la empresa... (“Tratado de Derecho del Trabajo”, Depalma Editor, 2ª Ed., 1965, ps. 524/525). Y más adelante, como síntesis de la exposición y, a la vez, apuntando la evolución favorable a la estabilidad, añade: “... La garantía constitucional de la protección contra el despido arbitrario ha sido realizada sólo imperfectamente por la legislación hasta ahora. Es notable la tendencia a estabilizar la relación de trabajo. Se facilita el mantenimiento del vínculo, a pesar de posibles inconvenientes de orden económico o disciplinario, mediante la institución de la suspensión del contrato reduciendo de este modo los casos de disolución. Se oponen límites temporales al despido (preaviso) y se tiende a la conservación del puesto en los supuestos de enfermedad, maternidad y convocación al servicio militar... Se otorga protección especial a los trabajadores que desempeñen cargos representativos de carácter gremial... Se eliminan ciertas causales de despido, como arbitrarias o abusivas (v. gr. por matrimonio) e, incluso como prácticas desleales y contrarias a la ética de las relaciones profesionales. Finalmente, y es éste el punto culminante de la evolución, se estima todo despido como antifuncional e inconducente que no obedece a justa causa. “Se agrega a esas medidas legislativas la tendencia jurisprudencial en el mismo sentido, la cual incluso ha producido impedimentos adicionales, p. ej., al declarar inadmisible el despido durante las vacaciones. “En la mayoría de los casos, las consecuencias del despido arbitrario consisten en la obligación de indemnizar al trabajador en mayor o menor grado... Sólo excepcionalmente, hasta ahora, se considera nulo el despido y se decide por la reincorporación del trabajador. Pero la misma reincorporación plantea problemas aún no del todo resueltos. “Las reglas relativas a la estabilidad se hallan dispersas y no carecen de cierta complicación... “Con todo, la idea de estabilidad ha entrado en el derecho laboral como uno de sus factores más importantes y fecundos. Su realización paulatina, técnicamente perfeccionada, evitando excesos, podría servir eficazmente al progreso ulterior del derecho del trabajo. (Ibíd., ps. 537/538; aquí es también mío el énfasis). B) Paso ahora a la jurisprudencia. Expuse hace ya un tiempo: “Creo, en efecto, haber demostrado en los autos caratulados: "VAZQUEZ, Emilia del Carmen c/EQUISUR S.A. y otro s/despido" (Expte. N° JNQLA3 299364/3), tramitados ante el Juzgado de Primera Instancia en lo Laboral Nro. 3 de esta ciudad, Secretaría Única, sentencia de fecha 31 de julio de 2.006, una evolución de la doctrina y jurisprudencia acerca del tema que, en la especie, justifica que también se indemnice el rubro mencionado. (“...”) “5) Daño Moral: Expresa el accionante que la demandada ha violado gravemente, los deberes de conducta establecidos en los arts. 62 y 63 de la L.C.T., tanto por el incumplimiento de su obligación de depositar los aportes y contribuciones, como así también la actitud asumida de arrojar a la calle a un trabajador enfermo, que considera discriminatoria, por todo lo cual solicita el pago de $10.000.-, en concepto de indemnización por agravio moral. “No cabe duda que la desvinculación por despido trae aparejadas circunstancias disvaliosas para el trabajador, aun para aquellos a los que se les abona la totalidad de la indemnización tarifada sin cuestionamiento de su cumplimiento laboral. Sin embargo, la indemnización por despido ha sido reconocida por la jurisprudencia y la doctrina, como abarcativa de la totalidad de las consecuencias producto del despido (En igual sentido, Sala II, Cámara de Apelaciones de Neuquén, sentencia 06/07/2004, DOMINGUEZ NESTOR RAMON CONTRA CAMUZZI GAS DEL SUR S.A. S/DESPIDO, Expte. Nº 1493-CA-3).- Es decir, que para ingresar al tratamiento del daño moral, debe alcanzar la máxima medida sancionatoria, la configuración del denominado doctrinariamente despido abusivo o constituir la conducta de la empleadora un ilícito extracontractual que aumente el agravio al trabajador. “A este respecto, cabe empero acotar que alrededor de la última década y media se ha producido una notable evolución jurisprudencial a cuyas resultas se han flexibilizado o ampliado los supuestos de admisión de este rubro bajo dicho encuadramiento jurídico. (“...”) “_habrá de indemnizarse el daño moral cuando el despido incorpora ingredientes mortificantes y desdorosos para el trabajador pues entonces la cesantía excede el principio de buena fe establecido en el art. 63 LCT (in re: Rojas v. Nobleza Picardo, fallo del 30/08/84; LD, voces: íd., nº 13); “_y en el 89 el voto minoritario del Dr. Lasarte en la Sala III de ese Tribunal, indicaba la insuficiencia del resarcimiento tarifado, admitiendo por ende el del daño moral, en el supuesto de despido de un profesor universitario al haberse suprimido la cátedra en que se desempeñaba privándolo de desarrollar sus naturales aptitudes, que exceden el plano exclusivamente (material), afectándolo en su propia estimación profesional y académica (in re: Farrel v. Fundación Universidad de Belgrano, fallo del 17/08/89; LD, íd., nº 21); (“...”) “_mas lo apunto en razón de que la Sala VII, el 27/04/05, establece la doctrina exactamente opuesta: ... no se trató de violencia física sino de violencia moral o intimidación. Se trata de un hecho coercitivo que hizo desaparecer la libertad, viciando el acto in totum... siendo su consecuencia la nulidad (del acuerdo de desvinculación con la empresa) y la reparación del daño (in re: Pagano y otros v. Siembra..., LD, íd., nº 119; en ese mismo sentido, también en referencia a la nulidad de un acuerdo desvinculatorio, igualmente la Sala VII, in re: Bajos v. Siembra, del 17/06/05, LD, íd., nº 122; y en cuanto a la nulidad de una renuncia fraudulentamente obtenida, Sala II, in re: Castro v. Coto CIC, del 19/09/05, LD, íd., nº 119); “_y en otro orden, era habitual que para la procedencia del daño moral se exigiera ... una conducta adicional del empleador de naturaleza dolosa (Sala III, voto de la mayoría in re: Fagral v. Quiroga, del 27/11/89) en tanto que, actualmente, por lo general se admite que la conducta ilícita del empleador sea a título también culposo (Sala I, in re: Cruoglio Banegas v. SEG Service, del 17/07/01, LD, íd., nº 76); y más aún: hoy día es frecuente hablar de simple ligereza (Sala IV, in re: Basail v. Mouso, del 08/02/01, LD, íd., nº 71; Sala VII, in re: Torres v. OGA, del 26/05/93, LD, íd., nros. 43/44) o, equivalentemente, decir que: El empleador deberá responder al trabajador por daño moral si ha actuado en forma torpe e imprudente, con ligereza culpable... (porque así) ... violaría la obligación de actuar de buena fe, no ajustaría su conducta a lo que es propio de un buen empleador... (Sala VI, in re: Mendoza v. Marcos Santa Catarina, del 15/03/04, LD, íd., nº 100); “_otros casos notables son los de la acción de reinstalación y de la ruptura anticipada del contrato a plazo fijo, admitiéndose en ambos la reparación del agravio moral (Sala II, in re: Doherty v. American Airlines, del 03/08/04, LD., íd., nº 105 y Sala II, in re: Bayetas v. GE Cía. Financiera, del 10/02/05, LD, íd., nros. 114/115, respectivamente); “_ese calificativo de notable cuadra también con propiedad en las siguientes especies: “despido indirecto por acto discriminatorio: se le impidió al trabajador la utilización de determinadas herramientas y, a la postre, la realización de horas extras, entendiéndose en consecuencia indemnizable no sólo el despido sino, asimismo, el daño moral (Sala IX, in re: Campos y otro v. Telefónica de Argentina, del 25/10/01, LD, íd., nros. 79/80); “pérdida de confianza en el trabajador que no rindió cuentas: se consideró insuficiente indemnizar tarifadamente y se admitió el daño moral (Sala IV, in re: Elizondo v. Coca Cola FEMSA, del 26/08/02, LD, íd., nº83); “trabajadora que se considera despedida porque el empleador brindó trabajo a otra persona que la había agredido en ocasión de haberla visitado como cliente: le conceden indemnización tarifada más reparación por daño moral (Sala IX, in re: Galgoci v. Cía. De Radiocomunicaciones Móviles, del 30/04/04, LD, íd., nros.103/104); “trabajadora a la que se le solicitó, al retirarse de la empresa, que abriera el bolso ante la sospecha de una sustracción: se entendió que la empleadora había excedido la facultad del art. 70 LCT y se resarcen tanto el despido como el agravio moral (Mag. Guibourg Porta, in re: Aranda v. Merkom, del 21/03/05, LD, íd., nº 117); “también el caso de la trabajadora despedida por ser portadora HIV (Sala II, in re: ... v. Lamartine, del 21/09/05, LD, íd., nº 123); “_ahora bien, la siguiente especie definida por los tribunales de la Provincia de El Chaco, es la que mayor afinidad guarda con la presente: Si bien, de ordinario, la pérdida de ingreso con motivo del hecho se agota en su reparación como daño económico, hay ocasiones en que dicho daño, intrínsecamente considerado, lesiona efectivamente las afecciones legítimas de la persona. En el caso del recurrente, ello ha acontecido puesto que su privación patrimonial -no olvidemos su despido por haberse agotado la licencia por enfermedad- indudablemente ha determinado angustias a raíz de la imposibilidad de cubrir las necesidades de subsistencias de él mismo y su familia (compuesta por su esposa y 3 hijos) (RSD-16-96 S 30-4-96, Cristaldo Correa Fermín en autos: Ayala, LuisRoberto c/ Herederos y/o Sucesores de Fernando Carlos Anzola y/o Fernando Julio Anzola y/o quien resulte responsable s/ Indemnización por Daño Moral; MAG. VOTANTES: Jajam, Raquel E. - Mondino Antonio C., LD., íd., nº 216); “_se observa en el señalado curso evolutivo de la jurisprudencia, no obstante su propio casuismo, una línea conceptual que pudiera, acaso, acuñarse sintéticamente en la fraseología empleada por los Tribunales Supremos de Río Negro y Mendoza: ... en esta materia hay que partir de la base de que el simple incumplimiento del deber de ocupación mediante el despido directo injustificado... está satisfecho en forma suficiente con la indemnización legal ... Pero también puede existir una conducta del empleador, contemporánea al distracto incausado, que exceda de la simple discrecionalidad que a éste le concede el orden legal para romper el vínculo intempestivamente y que, siendo ilícita y abusiva, cause un daño a los intereses materiales del trabajador o lo afecte en su faz moral. En estos casos sería posible considerar... una reparación que ya no se sustentaría en el hecho del despido en sí mismo sino en un accionar concomitante que excedería la facultad rescisoria del empleador. Así, se ha decidido con toda claridad que cuando la conducta del empleador en ocasión del despido injustificado causa un daño que resultaría indemnizable aun en ausencia de la relación laboral, tal responsabilidad no se puede ver satisfecha mediante el simple pago de la indemnización tarifada" (Cf. Meilij, Contrato de Trabajo, Tomo 2, ps. 494 y s.s., y doctrina y jurisprudencia allí citadas... Se inclinan en el mismo sentido respetados tratadistas, vgr. Vázquez Vialard, Tratado... t. 2, pág. 108; Centeno, López y Fernández Madrid, Ley Comentada..., t 1, pág. 131; Martorell, E. Indemnización del daño moral por despido, Ed. Hammurabi)... ... Ilustrada doctrina distingue entre la ruptura abusiva y la arbitraria del contrato de trabajo, destacando que es la última la que focaliza el supuesto de la reparación tarifada de la LCT (conf. Martorell, E. Indemnización del daño moral por despido, Ed. Hammurabi, pág. 106 y s.s.). Enseña el citado, en relación a la ruptura abusiva, que ... un derecho que se ejerce sin un interés serio y legítimo, con daño para terceras personas, no cumplimenta la función social y económica en virtud de la cual el ordenamiento lo colocó en la esfera de quien lo utiliza... La conducta abusiva tiene un contenido defectuoso por ser antifuncional. Esta disfuncionalidad del derecho se concreta cuando se hace un uso incorrecto del mismo. En este caso, al ejercerse los poderes o facultades concedidas al patrono por el ordenamiento jurídico, contraviniendo los fines económico-sociales en virtud de los cuales tales facultamientos fueron otorgados (op. cit. pág. 108)... ... el uso del derecho justifica el daño causado a la esfera de quien sufre el dispoder, pero no justifica cualquier daño sino solamente el normal y acorde con la función económico social. La manifestación de un daño excesivo, inacorde con la realidad defendida por el disponente, manifiesta la antifuncionalidad de la conducta (Cf. cita de Capón Filas, Martorell, E. Indemnización del daño moral por despido Ed. Hammurabi, p. 109)”;(STJRNSL : SE. 163/00 in re: RADA ENRIQUE FERNANDO Y OTROS c/BANCO DE RIO NEGRO S.A. s/ RECLAMO s/INAPLICABILIDAD DE LEY, EXPTE. NRO. 13739/99-STJ-), 16-11-00; MAYORIA de los Dres. Lutz y Sodero Nievas; LUTZ-SODERO NIEVASBALLADINI- LD, íd., nros. 240/242; igual doctrina sentó el Tribunal in re: STJRNSL: R. E. F. Y OTROS c/BANCO DE RIO NEGRO S. A. s/RECLAMO s/INAPLICABILIDAD DE LEY, EXPTE. NRO. 13739/99 - STJSE. 163/00, 16-11-00. LUTZ - SODERO NIEVAS - BALLADINI sumario nº 30772, LD, íd., nros. 245/247); El despido abusivo difiere sustancialmente del arbitrario. Este último es el incausado, permitido por la ley y con la sanción económica para el empleador de la tarifa legal (art. 245 de la L.C.T.). El abusivo en cambio va más allá, desde que supone un exceso en la conducta patronal, que infiere un daño distinto al desempleo y que, al ser excepcional, no se encuentra incluido en la tarifa. Este daño adicional aparece fuera de la esfera contractual y se configura como un ilícito que lesiona gravemente un derecho propio de la personalidad del empleado y por tanto debe resarcirse (SC Mendoza in re: SÍNDICO PRENSA DEL OESTE EN J: ROMERO SADA C/SINDICO PRENSA DEL OESTE S/CASACION; Nº Fallo 90199142, Ubicación S214-027; Nº Expediente 46461; Mag. : SALVINI-NANCLARES-MILA 23/03/90 SUPREMA CORTE DE JUSTICIA CIRCUNS.: 1 SALA: 2; LD, íd., nº 278); “_en fin, de más está decir que no importa obstáculo para admitir el daño moral el solo hecho de que se trate como en el caso- de un despido indirecto (así, por ej. CNTr Sala I, en la citada especie Cruoglio Banegas, 10/07/01, LD, íd., nros 74/76) y que, en otro orden, resulta ineludible la exigencia legitimaria de los arts. 1078 y cctes. CC -que en la especie resulta satisfecha al haber instaurado la acción el propio damnificado, luego fallecido- (así, Sala VII, in re: Comoli y Germoni v. Bco. Nación Argentina, 28/10/04, LD, íd., nº 109). “Y bien, tornando a nuestro caso, se observa por parte del empleador una conducta, si no dolosa, cuando menos impropia por ligereza o imprudencia al no haber atendido en debida forma -es decir aquí: con prontitud, esmero y efectividad- el requerimiento del actor de que se le proveyera una tarea acorde con su capacidad laborativa limitada o residual a causa del gravísimo padecimiento que afectaba su salud. Antes bien, como hemos visto en el capítulo de análisis del despido, su respuesta fue morosa, dilatoria e ineficaz para su dependiente a quien, luego de varios intercambios epistolares que insumieron amplios espacios temporales, se le termina indicando que debía presentarse en Bahía Blanca (a más de 500 kms. de su domicilio y centro de laboreo) para su reconocimiento médico. “Ante semejante respuesta, Bandín se consideró despedido, de manera legítima según hemos visto, pero, amén de ello, dicha contestación, fuera de la intencionalidad o subjetividad de la empleadora y, concretamente, aunque ella no incursionara de manera franca en el ámbito del dolo, en una situación como la del dependiente, es netamente abusiva y causante del daño excesivo, inacorde con la realidad defendida por el disponente, a que hace alusión el STJ rionegrino y lo refiero, específicamente, a la gravedad de la enfermedad que Bandín soportaba con manifiesta incapacitación: luego del chicaneo jugado por la empleadora en un lapso cercano a los 2 meses, la indicación de tener que trasladarse a Bahía Blanca para ser reconocido por el médico de la empresa, más que hacerse cargo seriamente de la situación que se le planteaba, necesariamente ha de haber sonado como una bofetada o burla cruel para el dependiente afectado por cáncer de pulmón con metástasis cerebrales y cerebelosas. “Y máxime así, cuando él le había comunicado a su empleador por TC del 28/05/03, que se hallaba dispuesto a la realización del examen ante médico facultativo de la empresa en la ciudad de Neuquen, a fin de facilitar el contralor por mi médico de confianza, lo que no resulta gravoso para su empresa toda vez que existen en la plaza de Neuquen, médicos de todas las especialidades y Ustedes operan en esta ciudad... (fs. 98), y ya antes TC del 20/05/03- le había expresado que: ... No se me otorga el alta definitiva por cuanto la naturaleza de mi enfermedad lo impide. Aunque se me permite y hasta es conveniente que comience mis tareas laborales para favorecer una pronta recuperación... La actitud que ha tomado la empresa es clara. El trato que ha tomado hacia mi persona, con motivo de mi enfermedad, insinúa un acto discriminatorio, como material descartable... (fs. 101, en ambos casos, el énfasis me pertenece). “Y en resumidas cuentas: la conducta de la empresa es demostrativa de una antifuncionalidad ajena a su propio cometido aquí, sus poderes de dirección a partir de los cuales debía tomar una decisión frente a la enfermedad de su dependiente- y por ello, no sólo lo autorizó a darse por despedido sino que, además, provoca que deba indemnizársele (a él o, como aquí, a sus herederos) el plus entrañado en esa misma antifuncionalidad, esto es, el daño moral, daño que en la ocasión es in re ipsa, o necesariamente presumible a menos que el interesado haya demostrado su inexistencia, lo que no ocurre...” (mi voto in re: “Nicosia Aguilera, Pablo v. Video Drome SA” s/despido; Sala II, PS 2007-I-89/101, nº 24). 8.- Y bien, aun a riesgo de una argumentación excesivamente dilatada de todas formas, la gravedad y complejidad del tema así lo amerita-, retorno ahora a la doctrina actual, ya puntualmente acerca de la tutela antidiscriminatoria y del propio despido discrimi-natorio. A) Y comienzo también aquí con doctrina constitucionalista. Así, el mismo autor Bidart Campos- aludiendo a las Convenciones Americanas de Derechos Humanos y a la “operatividad” de las cláusulas que conciernen a la tutela antidiscriminatoria, asevera: “En el art. 1.1 de la CADH (Convención Americana sobre Derechos Humanos) y en el art. 2.1 del PIDCP (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”) aparecen dos cosas que ya hemos comentado y que repetimos ahora: a) el compromiso de respetar y garantizar los derechos a toda persona sujeta a jurisdicción del estado parte; b) la extensión igualitaria de esos mismos derechos a todas esas personas, sin ninguna de las discriminaciones que se dan por prohibidas, y que en nuestro derecho constitucional se reputan como principio general- teñidas de arbitrariedad. “... Los dos pactos aluden también en forma expresa a la igualdad ante la ley y a igual protección ante la ley... Aun cuando encomendar a la ley (interna) la tarea de prohibirlas y de garantizar contra ellas pudiera parecer programático y no operativo en la formulación del mentado art. 26 (PIDCP), afirmamos que su correlación con el art. 2.1 conduce a entender que la igualdad y la abolición de discriminaciones están impuestas en forma operativa...” (“...”) “... La constitución argentina no pormenoriza detalles cuando consagra elásticamente la igualdad ante la ley, que nosotros proyectamos a la plena igualdad jurídica; y el derecho judicial brinda prolijas pautas sobre las discriminaciones que, por arbitrarias, son inconstitucionales, de modo que coordinando la igualdad con la regla de razonabilidad es posible ofrecer en nuestro derecho constitucional un panorama que no sólo no se aparta del que emerge de los pactos, sino que es compatible y similar”. (“Los Pactos Internacionales sobre Derechos Humanos y la Constitución”, EDIAR, T. III del citado “Tratado Elemental...”, ps. 187/188). Concluyendo nuestro autor: “... En nuestro derecho constitucional, la amplia igualdad jurídica que damos por cierta en la constitución aun cuando ésta sólo aluda a la igualdad ante la ley- y la llamada garantía de los jueces naturales, brindan identidad de solución con respecto a los dos tratados con modalidades tan propias de nuestro derecho interno como son las elaboraciones judiciales del posible control judicial ulterior suficiente respecto de decisiones jurisdiccionales de la administración o de tribunales administrativos... y la admisión del hábeas corpus contra sanciones privativas de la libertad corporal impuestas por órganos ajenos al poder judicial”. (Ibíd., p. 190; acoto: sin embargo, excepcionalísimamente, algún tribunal ha admitido el hábeas corpus en contra de las mismas decisiones judiciales; así por ej., STJ Río Negro, in re: “Anichini”, Jurisp. de R. N. T. I, p. 21, año 1989; CSN disidencia del Dr. Bacqué, Fallos 311: 133; el énfasis igualmente me pertenece). Complementando dicha concepción, en una obra posterior en coautoría con Daniel Herrendorf, exponen ambos autores: “Esta norma (el art. 2 del Pacto de San José de Costa Rica), no es un permiso para cumplir o no cumplir el tratado. No tiene el alcance de convertir en programáticas a todas las cláusulas del tratado como a veces se ha pretendido sostener-. Enfoca únicamente el caso en que el derecho interno de un estado no tuviere garantizados ya los derechos y libertades del pacto. Y para esa hipótesis, les impone a tales estados el deber de tomar medidas legislativas o de otro carácter para hacerlos efectivos. “Reparemos en la alusión a medidas “de otro carácter” distintas a las legislativas, o sea, a las leyes. “Las leyes no parecen ofrecer dificultades. Cuando, conforme al derecho interno de un estado, sea menester una ley, tal ley deberá dictarse. “En cambio, las medidas de otro carácter engloban variedad de supuestos posibles, entre los que queremos destacar con especial énfasis a las sentencias de los tribunales judiciales. “No nos cabe la más mínima duda de que los tribunales de justicia, como órganos que son del poder estatal, tienen la obligación de adoptar medidas sentencias en sentido lato- para hacer efectivos los derechos y libertades reconocidos en el tratado internacional. Si no lo hacen, comprometen la responsabilidad internacional del estado del cual son órganos encargados de administrar justicia. “Véase, pues, la importancia del poder judicial en orden al deber que han asumido internacionalmente los estados. “¿Cuándo les incumbe a los tribunales judiciales el deber de adoptar, mediante sus sentencias, las medidas de otro carácter distintas de las leyes, que hacen falta para que los derechos resulten efectivos? “Cada vez que: a) tengan competencia en un caso con acuerdo al derecho interno, y en ese caso que deben decidir, b) se alegue o invoque un derecho, una libertad, o una garantía reconocidos en el tratado que, c) por cualquier causa (ausencia de ley, u otra de cualquier naturaleza) necesite del especial reconocimiento judicial para su efectividad plena, sea supliendo a la ley ausente, o en reemplazo de otras medidas no legislativas tampoco adoptadas. “Esta obligación judicial no decae si la norma internacional donde está reconocido el derecho alegado tiene naturaleza programática y todavía no ha sido complementada debidamente por el estado en su derecho interno. Siempre es posible tomar en cuenta la norma programática y superar de algún modo el bloqueo que padece. “En suma, los tribunales de justicia a través de sus sentencias que son medidas de otro carácter diferentes a las leyessiempre están convocados, con obligación internacional, a conferir efectividad a los derechos, las libertades y las garantías emanadas del tratado. Jamás pueden inhibirse, y mucho menos alegar que el tratado no es derecho interno, ni siquiera frente a las cláusulas programáticas que contenga. “De ahí que los jueces, y sobre todo los máximos tribunales de justicia de cada estado parte, deben ingeniarse dentro de su competencia, y al modo como sus sistemas procesales lo tengan organizado, para suplir la omisión inconstitucional del legislador que no ha dictado la ley para hacer efectivo el derecho reconocido en una norma programática” (“Principios de Derechos Humanos y Garantías”, EDIAR, 1991, ps. 267/268; el énfasis es mío). De otro lado, y con mayor actualidad, Colautti sostiene acerca de la temática de la “igualdad y no discriminación”: “Parece claro entonces que la doctrina de la igualdad, como parte esencial del derecho, es decir la igualdad ante la ley, surgió recién en el siglo XVIII. Los hombres de la Ilustración habían estudiado con profundidad el pensamiento de Roma y Grecia y vivieron un mundo parecido al de los estoicos, un mundo cosmopolita donde los conflictos sólo podían ser aniquilados por medio de esfuerzos de la razón. A fines del siglo aparecieron nuevos datos que ratificaron el concepto. Desde el punto de vista de las ciencias, las verificaciones de la física aportaron la idea de la general uniformidad de la naturaleza más allá de su aparente diversidad. Desde el punto de vista del desarrollo social, el ascenso de la burguesía, especialmente en Inglaterra y Francia, trajo como consecuencia una presión de esos grupos por la igualación con la nobleza. Sieyès acuñó el célebre concepto de que todo privilegio es opuesto al derecho (¿Qué es el Tercer Estado?, Cap. II), lo que hacía necesario el traspaso del poder político a los representantes de la burguesía. Por último las descripciones de Locke y Rousseau sobre el estado de naturaleza trajeron como corolario la afirmación de la natural bondad del ser humano. Todos estos elementos ingresaron en el igualitarismo de fin de siglo: tanto la razón como el dogma demostraban que los hombres nacen iguales. Las diferencias se generaban en el trato desigual. Si fueran tratados de igual forma se transformarían en iguales. Parte fundamental del credo de la Revolución Americana es la frase de Jefferson los hombres nacen iguales que tuvo su equivalente en el axioma liberté, égalité, fraternité de la Revolución Francesa. “El concepto de igualdad ante la ley parte fundamental de la concepción jurídica de la revolución francesa, de donde pasó a nuestros documentos constitucionales- es el que tuvo el primer desarrollo cronológico a partir del constitucionalismo... “Su afirmación constituye una herramienta que en forma indirecta preserva todos los valores constitucionales. No obstante, es innegable que las normas necesariamente establecen distinciones. Nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación ha acuñado una definición que abarca tanto el concepto de igualdad como el de no discriminación: La igualdad importa la obligación de tratar de un modo igual a los iguales en iguales circunstancias, pero no impide que la legislación contemple de manera distinta situaciones que considera diferentes, con tal de que el criterio de distinción no sea arbitrario o responda a un propósito de hostilidad a personas o grupos determinados (caso Roque Carranza, Fallos: 229: 428, 1954). “Esto implica que: “a) La distinción no sea arbitraria, es decir, que se refiera a criterios objetivos; “b) que la distinción tenga relación con los propósitos de la ley; “c) que la distinción incluya en sustancia a todos los que están en una situación similar respecto de la ley...” (“Derechos Humanos Constitucionales”, Rubinzal-Culzoni Editores, ps. 21/22). B) Doctrina laboralista. Contribuye también a este debate, Beatriz Ferdman exponiendo que: “Se ha definido a la estabilidad como el derecho que garantiza la permanencia del trabajador en el empleo. Según la intensidad de la protección, se ha distinguido entre una estabilidad propia e impropia. La primera de ellas se configura en aquellos casos en que el despido es ineficaz y el empleador tiene la obligación de reintegrar al trabajador en el empleo. La estabilidad relativa es aquella que admite la eficacia del despido y reconoce derechos indemnizatorios. A su vez, la estabilidad propia admite una clasificación entre absoluta y relativa. En la primera, una vez declarada la nulidad del despido, el empleador deberá reincorporar al trabajador sin que pueda sustituir su obligación por otra de carácter indemnizatorio sin la conformidad del empleado. En la segunda el empleador puede mantener el contrato abonando el salario sin reincorporar al despedido o, según otra interpretación, tiene derecho a sustituir dicha obligación por el pago de los salarios hasta el momento en que el empleado se encuentre en condiciones de jubilarse. “Sabido es que la Constitución Nacional garantiza a los trabajadores la protección contra el despido arbitrario, pero no establece el modo de protección dejándolo librado al legislador ordinario. Por ello no se asegura al trabajador la estabilidad propia o absoluta, sino que se trata de proteger al empleado de los efectos de un despido sin causa, sin violentar la libertad del empleador de mantener los puestos de trabajo. De conformidad con ello, la protección constitucional se materializa respecto de los trabajadores privados mediante el pago de una indemnización. (“...”) “En posteriores pronunciamientos, la Corte ha considerado inconstitucional suprimir el poder discrecional a los empleadores en lo concerniente a la integración de su personal y en menoscabo de la garantía del art. 14 de la Constitución Nacional que consagra la libertad de comercio e industria... “... a partir del año 1969 la Corte Suprema... ha descalificado por inconstitucionales los regímenes de estabilidad absoluta impuestos por la ley y convenios colectivos de actividad. Los argumentos centrales expuestos a partir de Fallos 273: 287 giran en torno a que un sistema de estabilidad absoluta lesiona las garantías de los artículos 14 y 17 de la Constitución Nacional, ya que suprime el poder discrecional que es imprescindible reconocer a los empleadores en lo concerniente a la integración de su personal y en cuanto impone el pago de salarios que no corresponden a contraprestación alguna en el supuesto de negativa del empleador a la reincorporación del trabajador, y el derecho a la estabilidad absoluta no resultaba impuesto a los trabajadores privados. “Sentado ello, y toda vez que la ley 23.592 permite dejar sin efecto el acto discriminatorio, cabe preguntarse si su operatividad se encuentra neutralizada por el sistema de estabilidad relativo estructurado por la Ley de Contrato de Trabajo, tal como lo sostiene un sector de la doctrina Rodríguez Mancini, Carcavallo. “Es cierto que nuestra legislación reglamenta la cláusula constitucional de protección contra el despido sin causa imponiendo al empleador el pago de una indemnización a favor del trabajador despedido arbitrariamente, pero no lo es menos que lo que aquí se está analizando es el derecho fundamental que tiene toda persona a no sufrir discriminaciones arbitrarias; tales actos, aun en un régimen de estabilidad impropia, se encuentran prohibidos por nuestra Ley Fundamental. Siendo ello así, la ley declara la nulidad de hechos u omisiones que afecten la dignidad de la persona cualquiera sea la relación en que éstos se produzcan... Por ello un empleador no podría invocar la eficacia del acto rescisorio si éste tuvo algún móvil que lesionó el principio fundamental de no discriminación. Debe tenerse en cuenta, insistimos, que lo que aquí se está analizando es el despido violatorio de un derecho fundamental que se encuentra prohibido por la ley. “No debe olvidarse, por otra parte, que la Corte Suprema... en el caso Vizzoti dijo: Que sostener que el trabajador es sujeto de preferente atención constitucional no es conclusión impuesta por el artículo 14 bis, sino por el renovado ritmo universal que representa el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que cuenta con jerarquía constitucional... Son pruebas elocuentes de ello la Declaración Universal de los Derechos Humanos... la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre... el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales... a los que deben agregarse los instrumentos especializados como la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (art. 11) y la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 32). Al respecto exhibe singular relevancia el artículo 6º del citado pacto, pues en seguimiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos... enuncia el derecho a trabajar, comprensivo del derecho del trabajador a no verse privado arbitrariamente de su empleo” (“Desigualdad arbitraria entre iguales”, Revista de Derecho Laboral, 2008-2, ps. 211/216; el énfasis es mío). Expresiones aún más contundentes y audaces pero no por ello menos certeras- son las que vierte Jorge Elías: “... nos parece oportuno echarle una mirada al sistema ordinario de protección contra el despido, en el que el despido discriminatorio viene a insertarse. Partimos del presupuesto de que la protección contra el despido arbitrario, garantizada por el texto constitucional, acusa severas deficiencias y limitaciones en la realidad actual y que la visita de un vigoroso recién llegado al maltrecho sistema actual causará, como en esas obras de teatro en las que la llegada de un nuevo personaje a la escena altera la vida de los demás, algunos cambios que me propongo analizar. “Para definir el escenario en que viene a operar este particular despido mejor protegido, nos remitimos al informe del Grupo de Expertos designado por el Ministerio de Trabajo... de la Nación, en el que me tocó participar. “En el referido informe se caracteriza de este modo a nuestro sistema de protección contra despidos: “- La tarifa del despido es, en líneas generales, insuficiente para reparar el daño causado al trabajador, que en muchos casos no logra obtener un nuevo empleo equivalente. “- Esta insuficiencia y la baja calidad del empleo existente permiten que el despido sin causa funcione como un mecanismo de represalia ante el ejercicio de determinados derechos por parte del trabajador. “- Esta situación se verifica particularmente en grandes empresas, para las que el costo del despido pierde significación, desvirtuando la finalidad disuasiva y sancionatoria de la indemnización. También posibilita la sustitución de trabajadores de altos ingresos por otros más jóvenes y más baratos. “- La insuficiencia del régimen de tutela impide al trabajador reaccionar ante actos lesivos del empleador, ya que el mecanismo de despido indirecto... tampoco constituye una tutela eficaz. “- El sistema de garantías de nuestro Derecho Individual del Trabajo reposa sobre la premisa de que el trabajador habrá de procurarse la tutela que la ley provee ante cualquier incumplimiento de su empleador. Pero en la medida en que la tarifa indemnizatoria no resulta apta para evitar el despido represalia, o para reparar el despido indirecto, todo el sistema se vuelve ilusorio. “- La posibilidad de no explicar las causas acrecienta el carácter arbitrario del despido, lesionando los derechos de la persona del trabajador. “En este escenario de desprotección, de daño irreparable y de lesión profesional y moral para el trabajador, viene a instalarse el despido discriminatorio, ofreciendo para determinados casos la tutela de calidad que anhelan todos los desamparados del insuficiente sistema actual de protección contra despidos. (“...”) “La modificación provocada por el instituto del despido discriminatorio impacta en el sistema de protección contra despidos en un sentido tanto cuantitativo como cualitativo. El primer efecto se produce en los casos en que, en ejercicio de la opción que prevé el art. 1º de la ley 23.592, el trabajador acciona en procura de una indemnización por las consecuencias del acto discriminatorio, que se acumula a la tarifa del despido. En cambio, los efectos son ya de orden cualitativo en los casos en que, contrariando los criterios tradicionales sobre nuestro régimen de estabilidad relativa, el trabajador obtiene sentencia declarando la nulidad del acto del despido con la consiguiente condena, de reinstalación, pago de salarios caídos y, en ciertos casos, una indemnización por daño moral” (“La onda expansiva del despido discriminatorio”, en Revista de Derecho Laboral, 2008-2, ps. 72/74; el énfasis es mío). Y añade el autor, en ese mismo opúsculo: “Es interesante advertir la coincidencia entre lo que la Constitución Nacional denomina protección contra el despido arbitrario (art. 14 bis, Const. Nac.) y la fórmula empleada por el art. 1º de la ley 23.592 cuando describe la discriminación como Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe... Si la arbitrariedad es la nota constitutiva de la discriminación: ¿cómo impedir la inevitable remisión al concepto de arbitrariedad contenido en la cláusula constitucional? ¿Es que acaso existen dos clases de arbitrariedad, una simple y otra calificada? ¿Podemos hablar de un despido simplemente arbitrario o meramente arbitrario, oponiéndolo a la figura más relevante del despido arbitrario discriminatorio? ¿Deberíamos prescindir del calificativo “arbitrario” juzgándolo una licencia retórica del legislador, reduciendo los alcances de la expresión constitucional a un sinónimo de despido sin causa? “Cabe también interrogarse hasta dónde ese derecho de despedir porque sí y sin explicaciones ejercido por el patrón, es compatible con un elemental derecho, no ya a la conservación del empleo sino a la dignidad misma de la persona del trabajador. En un ordenamiento jurídico que reivindica los derechos de consulta e información para los trabajadores ¿no resulta exigible pedir cuentas de las causales de un acto tan trascendente para el trabajador como es la pérdida del empleo? En un régimen constitucional que ha jerarquizado el habeas data como un derecho fundamental del ciudadano para acceder a información sobre su persona obrante en un registro oficial o privado: ¿puede negársele a un sujeto el derecho a conocer los motivos por los que se lo despide luego de haberse brindado a la empresa a lo largo de toda su vida? “Por último... ¿es compatible con el grado suficiente de razonabilidad y de justicia en el trato que se depara a los hombres, según la opinión de Bidart Campos? “Sobre este particular, resulta de interés reproducir los conceptos del recientemente fallecido maestro uruguayo Plá Rodríguez, citado por el doctor Julio Simón en la causa Parra Vera, quien sostiene ¿Existe, quizás, un principio del Derecho del Trabajo que autorice al empleador a despedir arbitrariamente? No sólo nunca ha sido enunciado como tal, que yo sepa, ni se puede deducir a mi entender- de los principios del Derecho del Trabajo generalmente conocidos...” (ibíd., ps. 105/106; aquí el énfasis es igualmente mío). C) Doctrina social de la Iglesia Católica. No puedo omitir dentro del acápite doctrinario, algún breve enunciado de aquella doctrina. Su autoridad moral, su jerarquía intelectual y el elevado grado de aceptación en nuestro país y en la generalidad de la comunidad internacional, hacen que ella sea insoslayable en una exposición de esta naturaleza. En ese mismo sentido, el propio Documento intitulado “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia” (Pontificio Consejo Justicia y Paz, Conferencia Episcopal Argentina, 2005, cuyas fuentes son los documentos sociales de la Iglesia: Concilio Vaticano II: Constitución pastoral “Gaudium et spes”, Constitución Dogmática “Lumen gentium”; “Catecismo de la Iglesia Católica”; Cartas Encíclicas y/o Apostólicas: “Rerum Novarum”, “Octogesima adveniens”, “Pacem in terris”, “Mater et Magistra”, “Populorum progressio”, “Sollicitudo rei socialis”, “Laborem exercens”, “Novo millennio ineunte”, etc.) expresa: “Este Documento se propone también a los hermanos de otras Iglesias y Comunidades Eclesiales, a los seguidores de otras religiones, así como a cuantos, hombres y mujeres de buena voluntad, están comprometidos en el servicio al bien común: quieran recibirlo como el fruto de una experiencia humana universal, colmada de innumerables signos de la presencia del Espíritu de Dios. Es un tesoro de cosas nuevas y antiguas... que la Iglesia quiere compartir, para agradecer a Dios, de quien desciende toda dádiva buena y todo don perfecto... Constituye un signo de esperanza el hecho que hoy las religiones y las culturas manifiesten disponibilidad al diálogo y adviertan la urgencia de unir los propios esfuerzos para favorecer la justicia, la fraternidad, la paz y el crecimiento de la persona humana. “... la Iglesia Católica está convencida que de la herencia común de las enseñanzas sociales custodiadas por la tradición viva del pueblo de Dios derivan estímulos y orientaciones para una colaboración cada vez más estrecha en la promoción de la justicia y de la paz” (“Compendio...”, p. 24, nº 12). Pasando ahora, propiamente, al desarrollo de la temática, estimo conveniente hacerlo a partir de los “orígenes”: “... Cuando la Iglesia cumple su . Esta doctrina tiene una profunda unidad, que brota de la Fe en una solución integral, de la Esperanza en una justicia plena, de la Caridad que hace verdaderamente hermanos a todos los hombres en Cristo: es una expresión del amor de Dios por el mundo que Él ha amado tanto ... La ley nueva del amor abarca la humanidad entera y no conoce fronteras, porque el anuncio de la salvación en Cristo se extiende ...” (Íd., p. 20, n° 3). “Descubriéndose amado por Dios, el hombre comprende la propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una red de relaciones cada vez más auténticamente humana. Los hombres renovados por el amor de Dios son capaces de cambiar las reglas, la calidad de las relaciones y las estructuras sociales: son personas capaces de llevar paz donde hay conflictos, de construir y cultivar relaciones fraternas donde hay odio, de buscar la justicia donde domina la explotación del hombre. Sólo el amor es capaz de transformar de modo radical las relaciones que los seres humanos tienen entre sí. Desde esta perspectiva, todo hombre de buena voluntad puede entrever los vastos horizontes de la justicia y del desarrollo humano en la verdad y en el bien”. (Íd., p. 20, n° 4). “El amor tiene por delante un vasto trabajo al que la Iglesia quiere contribuir también con su doctrina social, que concierne a todo el hombre y se dirige a todos los hombres. Existen muchos hermanos necesitados que esperan ayuda, muchos oprimidos que esperan justicia, muchos desocupados que esperan trabajo, muchos pueblos que esperan respeto...” (Íd., p. 20, n° 5). “El amor cristiano impulsa a la denuncia, a la propuesta y al compromiso con proyección cultural y social, a una laboriosidad eficaz, que apremia a cuantos sienten en el corazón una sincera preocupación por la suerte del hombre a ofrecer su propia contribución. La humanidad comprende cada vez con mayor claridad que se halla ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario; ve que esta unidad de destino está condicionada e incluso impuesta por la técnica o por la economía y percibe la necesidad de una mayor conciencia moral que oriente el camino común. Estupefactos ante las múltiples innovaciones tecnológicas, los hombres de nuestro tiempo desean ardientemente que el progreso esté orientado al verdadero bien de la humanidad de hoy y del mañana”. (Íd., p. 21, n° 6). “La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo... A este hombre, que ha recibido de Dios mismo una incomparable e inalienable dignidad, es a quien la Iglesia se dirige y le presta el servicio más alto y singular recordándole constantemente su altísima vocación, para que sea cada vez más consciente y digno de ella...” (Íd., p. 81, nº 105). “El mensaje fundamental de la Sagrada Escritura anuncia que la persona humana es criatura de Dios... y especifica el elemento que la caracteriza y la distingue en su ser a imagen de Dios: ... Dios coloca la criatura humana en el centro y en la cumbre de la creación: al hombre (en hebreo ), plasmado con la tierra (), Dios insufla en las narices el aliento de la vida... De ahí que, < nº 83, 82 ps. (Íd., personas...” otras con entrar libremente darse poseerse conocerse, capaz Es alguien. sino algo, solamente es no persona; tiene Dios, hecho sido haber> “... Entre todas las criaturas del mundo visible, en efecto, sólo el hombre es (). La persona humana es un ser personal creado por Dios para la relación con Él, que sólo en esta relación puede vivir y expresarse y que tiende naturalmente hacia Él. (Íd., p. 83, nº 109). “La dimensión entre Dios y el hombre se refleja en la dimensión relacional y social de la naturaleza humana. El hombre, en efecto, no es un ser solitario, ya que < p. demás...” relacionarse sin cualidades, sus desplegar ni vivir puede social un naturaleza, íntima> “El hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor, no sólo porque ambos, en su diversidad, son imagen de Dios, sino más profundamente aún, porque el dinamismo de reciprocidad que anima el de la pareja humana es imagen de Dios...” (Íd., p. 84, nº 111). De ahí, pues, la ilación del Documento nos conduce a la dignidad del trabajo: “El trabajo humano tiene una doble dimensión: objetiva y subjetiva. En sentido objetivo, es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que el hombre se sirve para producir, para dominar la tierra, según las palabras del libro del Génesis. El trabajo en sentido subjetivo, es el actuar del hombre en cuanto ser dinámico, capaz de realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del trabajo y que corresponden a su vocación personal: < trabajo... del sujeto es, persona Como mismo. sí realizarse tiende que sí, acerca decidir racional, programada manera obrar subjetivo decir, persona, una como porque, dominarla debe tierra, someter hombre> “El trabajo en sentido objetivo constituye el aspecto contingente de la actividad humana, que varía incesantemente en sus modalidades con la mutación de las condiciones técnicas, culturales, sociales y políticas. El trabajo en sentido subjetivo se configura, en cambio, como su dimensión estable, porque no depende de lo que el hombre realiza concretamente ni del tipo de actividad que ejercita sino sólo y exclusivamente de su dignidad de ser personal. Esta distinción es decisiva, tanto para comprender cuál es el fundamento último del valor y de la dignidad del trabajo, cuanto para implementar una organización de los sistemas económicos y sociales, respetuosa de los derechos del hombre”. (Íd., p.182, nº 270). “La subjetividad confiere al trabajo su peculiar dignidad, que impide considerarlo como una simple mercancía o un elemento impersonal de la organización productiva. El trabajo, independientemente de su mayor o menor valor objetivo, es expresión esencial de la persona, es . Cualquier forma de materialismo o de economicismo que intentase reducir al trabajador a mero instrumento de producción, a simple fuerza-trabajo, a valor exclusivamente material acabaría por desnaturalizar irremediablemente la esencia del trabajo, privándolo de su finalidad más noble y profundamente humana. La persona es la medida de la dignidad del trabajo: . “La dimensión subjetiva del trabajo debe tener preeminencia sobre la objetiva, porque es la del hombre mismo que realiza el trabajo, aquella que determina su calidad y su más alto valor. Si falta esta conciencia o no se quiere reconocer esta verdad, el trabajo pierde su significado más verdadero y profundo: en este caso, por desgracia frecuente y difundida, la actividad laboral y las mismas técnicas utilizadas se consideran más importantes que el hombre mismo y, de aliadas, se convierten en enemigas de su dignidad. (Íd. p. 183, nº 271). “El trabajo humano no solamente procede de la persona sino que está también esencialmente ordenado y finalizado a ella. Independientemente de un contenido objetivo, el trabajo debe estar orientado hacia el sujeto que lo realiza, porque la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo, es siempre el hombre. Aun cuando no se puede ignorar la importancia del componente objetivo del trabajo desde el punto de vista de calidad, este componente, sin embargo, está subordinado a la realización del hombre, y por ello a la dimensión subjetiva, gracias a la cual es posible afirmar que el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo y que ”. (íd., p. 183, nº 272). “El trabajo posee también una dimensión social. El trabajo de un hombre, en efecto, se vincula naturalmente con el de otros hombres: . También los frutos del trabajo son ocasión de intercambio, de relaciones y de encuentro. El trabajo, por tanto, no se puede valorar justamente si no se tiene en cuenta su naturaleza social, < individual”. carácter cuenta se si equidad remunerado justamente valorado Luego frutos. producir será humana eficiencia capital inteligencia, unidad funden asocian todavía, y, entre completan colaboran otros, unos dependientes oficios, diferentes ejercicio garantice jurídico orden orgánico, cuerpo verdadero existe que,> “El trabajo por su carácter subjetivo o personal, es superior a cualquier otro factor de producción. Este principio vale, en particular, con respecto al capital...” (Íd., p. 185, nº 276). “La doctrina social ha abordado las relaciones entre trabajo y capital destacando la prioridad de primero sobre el segundo así como su complementariedad. EL trabajo tiene una prioridad intrínseca con respecto al capital: ... “Entre trabajo y capital debe existir complementariedad. La misma lógica intrínseca al proceso productivo demuestra la necesidad de su recíproca compenetración y la urgencia de dar vida a sistemas económicos en los que la antinomia entre trabajo y capital sea superada. En tiempos en los que, dentro de un sistema económico menos complejo, el y el identificaban con una cierta precisión no sólo los dos factores productivos, sino también y sobre todo, dos clases sociales concretas, la Iglesia afirmaba que ambos eran en sí mismos legítimos. . Se trata de una verdad que vale también para el presente, porque es absolutamente falso atribuir únicamente al capital o únicamente al trabajo lo que es resultado de la efectividad unida de los dos, y totalmente injusto que uno de ellos, negada la eficacia del otro, trate de arrogarse todo lo que hay en el efecto>”. (Íd., ps. 185/186, nº 277). “En la reflexión acerca de las relaciones entre trabajo y capital, sobre todo ante las imponentes transformaciones de nuestro tiempo, se debe considerar que y el de que dispone el hombre es el hombre mismo y que . El mundo del trabajo, en efecto, está descubriendo cada vez más que el valor del reside en los conocimientos de los trabajadores, en su disponibilidad a establecer relaciones, en la creatividad, en el carácter emprendedor de sí mismos, en la capacidad de afrontar conscientemente lo nuevo, de trabajar juntos y de saber perseguir objetivos comunes. Se trata de cualidades genuinamente personales, que pertenecen al sujeto del trabajo más que a los aspectos objetivos, técnicos u operativos del trabajo mismo. Todo esto conlleva un cambio de perspectiva en las relaciones entre trabajo y capital: se puede afirmar que, a diferencia de cuanto sucedía en la anterior organización del trabajo, donde el sujeto acababa por equipararse al objeto, a la máquina, hoy en cambio, la dimensión subjetiva del trabajo tiende a ser más decisiva e importante que la objetiva”. (Íd., p. 186, nº 278). “La relación entre trabajo y capital presenta, a menudo, los rasgos del conflicto, que adquiere caracteres nuevos, con los cambios en el contexto social y económico. Ayer, el conflicto entre capital y trabajo se originaba, sobre todo, . Actualmente, el conflicto presenta aspectos nuevos y, tal vez, más preocupantes: los progresos científicos y tecnológicos y la mundialización de los mercados, de por sí fuente de desarrollo y de progreso, exponen a los trabajadores al riesgo de ser explotados por los engranajes de la economía y por la búsqueda desenfrenada de productividad”. (Íd., p. 187, nº 279). “El Magisterio Social de la Iglesia estructura la relación entre trabajo y capital también respecto a la institución de la propiedad privada, al derecho y al uso de ésta. El derecho a la propiedad privada está subordinado al principio del destino universal de los bienes y no debe constituir motivo de impedimento al trabajo y al desarrollo de otros. La propiedad, que se adquiere sobre todo mediante el trabajo, debe servir al trabajo. Esto vale de modo para la propiedad de los medios de producción; pero el principio concierne también a los bienes propios del mundo financiero, técnico, intelectual y personal”. “Los medios de producción . Su posesión se vuelve ilegítima ”. (Íd., ps. 288/289, nº 282). “La propiedad privada y pública, así como los diversos mecanismos del sistema económico, deben estar predispuestas para garantizar una economía al servicio del hombre de manera que contribuyan a poner en práctica el destino universal de los bienes. En esta perspectiva adquiere una gran importancia la cuestión relativa a la propiedad y al uso de las nuevas tecnologías y conocimientos que constituyen, en nuestro tiempo, una forma particular de propiedad no menos importante que la propiedad de la tierra y del capital. Estos recursos, como todos los demás bienes, tienen un destino universal; por lo tanto deben también insertarse en un contexto de normas jurídicas y de reglas sociales que garanticen su uso inspirado en criterios de justicia, equidad y respeto de los derechos del hombre. Los nuevos conocimientos y tecnologías, gracias a sus enormes potencialidades, pueden contribuir en modo decisivo a la promoción del progreso social, pero pueden convertirse en factor de desempleo y ensanchamiento de las distancias entre zonas desarrolladas y subdesarrolladas, si permanecen concentrados en los países más ricos o en manos de grupos de poder reducidos”. (Íd., p. 189, nº 283). “El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña el valor del trabajo no sólo porque es siempre personal, sino también por el carácter de necesidad... La consideración de las implicaciones morales que la cuestión del trabajo comporta en la vida social, lleva a la Iglesia a indicar la desocupación como una ...”. (Íd., p. 191, nº 287). “El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación ...” (Íd., p. 191/192, nº 288). “Los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente. El Magisterio social de la Iglesia ha considerado oportuno enunciar alguno de ellos, indicando la conveniencia de su reconocimiento en los ordenamientos jurídicos: el derecho a una justa remuneración; el derecho al descanso; el derecho a ; el derecho a que sea salvaguardada la propia personalidad en el lugar de trabajo, sin que sean < ha negrita énfasis caso, todo 301; 199, laboral...” prestación relacionados accidentes casos enfermedad vejez, seguridad así pensión, derecho dignidad... conciencia ningún> Pero, recientísimamente, Benedicto XVI, desarrollando y amplificando a la actualidad la mirada Magisterial sobre las relaciones económicas y del trabajo, en su nueva Encíclica, “Caritas In Veritates” (Editorial San Pablo, julio-2009), expone: “... El mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo en países ricos, la búsqueda de áreas en las que emplazar la producción a bajo coste con el fin de reducir los precios de muchos bienes, aumentar el poder de adquisición y acelerar por tanto el índice de crecimiento, centrado en un mayor consumo en el propio mercado interior. Consecuentemente, el mercado ha estimulado nuevas formas de competencia entre los estados con el fin de atraer centros productivos de empresas extranjeras, adoptando diversas medidas, como una fiscalidad favorable y la falta de reglamentación del mundo del trabajo. Estos procesos han llevado a la reducción de la red de solidaridad social a cambio de la búsqueda de mayores ventajas competitivas en el mercado global, con grave peligro para los derechos de los trabajadores, para los derechos fundamentales del hombre y para la solidaridad, en las tradicionales formas del Estado social... “La movilidad laboral, asociada a la desregulación generalizada, ha sido un fenómeno importante, no exento de aspectos positivos porque estimula la producción de nueva riqueza y el intercambio entre culturas diferentes. Sin embargo, cuando la incertidumbre sobre las relaciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación se hace endémica, surgen formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para crear caminos propios coherentes en la vida, incluso el del matrimonio. Como consecuencia, se producen situaciones de deterioro humano y de desperdicio social. Respecto a lo que sucedía en la sociedad industrial del pasado, el paro provoca hoy nuevas formas de irrelevancia económica, y la actual crisis sólo puede empeorar dicha situación. El estar sin trabajo durante mucho tiempo, o la dependencia prologada de la asistencia pública o privada, mina la libertad y la creatividad de la persona y sus relaciones familiares y sociales, con graves daños en el plano psicológico y espiritual. Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social”. (Ps. 39 y 41, nº 25). “Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto, habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente, y alimenta su anhelo constitutivo de ser más. El ser humano no es un átomo perdido en un universo casual, sino una criatura de Dios, a quien él ha querido dar un alma inmortal y al que ha amado desde siempre. Si el hombre fuera fruto sólo del azar o la necesidad, o si tuviera que reducir sus aspiraciones al horizonte angosto de las situaciones en que vive, si todo fuera únicamente historia y cultura, y el hombre no tuviera una naturaleza destinada a trascenderse en una vida sobrenatural, podría hablarse de incremento o de evolución, pero no de desarrollo...” (Íd., p. 49, nº 29). “... La dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades y que siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos o lo mantengan”. (Íd., ps. 53/54, nº 32). “... el mercado es la institución económica que permite el encuentro entre las personas, como agentes económicos que utilizan el contrato como norma de sus relaciones y que intercambian bienes y servicios de consumo para satisfacer sus necesidades y deseos. El mercado está sujeto a los principios de la llamada justicia conmutativa, que regula precisamente la relación entre dar y recibir entre iguales. Pero la doctrina social de la Iglesia no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado... En efecto, si el mercado se rige únicamente por el principio de la equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la cohesión social que necesita para su buen funcionamiento. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica...” (Íd., ps. 61/62, nº 35). “... es cierto que se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia...” (Íd., p. 71, nº 39). “... es útil observar que la iniciativa empresarial tiene, y debe asumir cada vez más, un significado polivalente. El predominio persistente del binomio mercado-Estado nos ha acostumbrado a pensar exclusivamente en el empresario privado de tipo capitalista, por un lado, y en el directivo estatal, por otro. En realidad, la iniciativa empresarial se ha de entender de modo articulado. Así lo revelan diversas motivaciones metaeconómicas. El ser empresario, antes de tener un significado profesional, tiene un significado humano. Es propio de todo trabajo visto como “actus personae” y por eso es bueno que todo trabajador tenga la posibilidad de dar la propia aportación a su labor, de modo que él mismo sea consciente de que está trabajando en algo propio. Por eso, Pablo VI enseñaba que todo trabajador es un creador...” (Íd., p. 73, nº 41). “Al considerar los problemas del desarrollo, se ha de resaltar la relación entre pobreza y desocupación. Los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al salario justo, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia. Por esto, ya el 1 de mayo de 2000, mi predecesor Juan Pablo II... con ocasión del Jubileo de los Trabajadores, lanzó un llamamiento para una coalición mundial a favor del trabajo decente, alentando la estrategia de la Organización Mundial del Trabajo. De esta manera, daba un fuerte apoyo moral a este objetivo, como aspiración de las familias en todos los países del mundo. Pero ¿qué significa la palabra decencia aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación...” (Íd., ps. 117/118, nº 63; aquí también, me pertenece todo énfasis en negrita). D) Pactos Internacionales vigentes en el país. Una correcta reseña acerca de ellos nos traen los autores cordobeses Toselli, Grassis, Ferrer (“Violencia en las relaciones laborales”, Alveroni Ediciones, Córdoba, 2007, ps. 65/78). De manera abreviada expongo las Convenciones que traen a colación: d.1) Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre (Bogotá, 1948): “Art. II. Todas las personas son iguales ante la ley y tienen los derechos y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna”. d.2) Declaración Universal de Derechos Humanos (Asamblea General ONU, 10/12/48): “PREÁMBULO “Considerando que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres... “art. 2º. 1. Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole... “Art. 7º. Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración... “Art. 23. “1. Toda persona tiene derecho al trabajo... a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo... “2. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual...” d.3) Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica). “Art.1º... “1. Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna... “Art. 24. ... Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley”. d.4) Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. “Art. 2º. “2. Los Estados Partes... se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos... sin discriminación alguna... “Art. 7. Los Estados Partes... reconocen el derecho de toda persona al goce de condiciones de trabajo equitativas y satisfactorias que le aseguren en especial: “i) Un salario equitativo e igual por trabajo de igual valor, sin discriminación de ninguna especie... “c) Igual oportunidad para todos de ser promovidos, dentro de su trabajo a la categoría superior... sin más condiciones que los factores de tiempo y capacidad”. d.5) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. “Art. 2º. “1. Cada uno de los Estados Partes a respetar y a garantizar a todos los individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción, los derechos reconocidos en el presente Pacto sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social... “Art. 26. Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley...” d.6) Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. “Art. 5º. ... Los Estados Partes se comprometen a prohibir y eliminar la discriminación racial en todas sus formas y a garantizar el derecho de toda persona a la igualdad ante la ley... particularmente de los derechos siguientes: “i) El derecho al trabajo... a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo, a la protección contra el desempleo, a igual salario por igual trabajo...”. d.7) Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. “Art. 11. “1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo a fin de asegurar a la mujer, en condiciones de igualdad con los hombres, los mismos derechos...” “Art. 11. “1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer en la esfera del empleo a fin de asegurar a la mujer, en condiciones de igualdad con los hombres, los mismos derechos... “2. A fin de impedir la discriminación contra la mujer por razones de matrimonio o maternidad... los Estados Partes tomarán medidas adecuadas para: a) Prohibir, bajo pena de sanciones el despido por motivo de embarazo o licencia de maternidad y la discriminación en los despidos sobre la base del estado civil; b) Implantar la licencia de maternidad con sueldo pagado o con prestaciones sociales comparables sin previa del empleo previo, la pérdida de la antigüedad o los beneficios sociales...” d.8) Convención sobre los Derechos del Niño. “Art. 2º. “1. Los Estados Parte respetarán los derechos enunciados en la presente Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión... o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de sus representantes legales. “2. Los Estados... tomarán todas las medidas apropiadas para garantizar que el niño se vea protegido contra toda forma de discriminación... “Art. 32. “1. Los Estados... reconocen el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud... “2. ... adoptarán medidas... para garantizar la aplicación del presente artículo... En particular: “a) Fijarán (los Estados) una edad o edades mínimas para trabajar; “b) Dispondrán la reglamentación apropiada de los horarios y condiciones de trabajo...”. d.9) Convenio OIT Nº 98. “Art. 1º. Los trabajadores deberán gozar de adecuada protección contra todo acto de discriminación tendiente a menoscabar la libertad sindical en relación con su empleo; “2. ... (“...”) “b) despedir a un trabajador o perjudicarlo en cualquier otra forma en razón de su afiliación sindical o de su participación en actividades sindicales fuera de las horas de trabajo...” d.10) Convenio OIT Nº 111 Discriminación en el Empleo y la Ocupación. “Art. 1º. “1. A los efectos de este Convenio, el término discriminación comprende: “a) cualquier distinción, exclusión o preferencia basada en motivos de raza, color, sexo, religión, opinión política, ascendencia nacional u origen social que tengan por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo y la ocupación; “b) cualquier otra distinción, exclusión o preferencia que tenga por efecto anular o alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo u ocupación... (“...”) “Art. 2º. Todo Miembro... se obliga a formular y llevar a cabo una política nacional que promueva... la igualdad de oportunidades y de trato en materia de empleo y ocupación, con el objeto de eliminar cualquier discriminación a este respecto...” d.11) Convenio OIT Nº 159 sobre la Readaptación Profesional y el Empleo de Personas Inválidas. “Art. 1º. “1. A los efectos de este Convenio, se entiende por persona inválida toda persona cuyas posibilidades de obtener y conservar un empleo adecuado y de progresar en el mismo queden sustancialmente reducidas a causa de una deficiencia de carácter físico o mental debidamente reconocida. “2. A los efectos del presente Convenio, todo Miembro deberá considerar que la finalidad de la readaptación profesional es la de permitir que la persona inválida obtenga y conserve un empleo adecuado y progrese en el mismo, y que se promueva así la integración o la reintegración de esta persona en la sociedad...” d.12) Declaración Sociolaboral del Mercosur (10/12/98). “No discriminación “Art. 1º. Todo trabajador tiene garantizada la igualdad efectiva de derechos, trato y oportunidades en el empleo y la ocupación, sin distinción o exclusión en razón de raza, origen nacional, sexo u orientación sexual... “Los Estados Partes se comprometen a garantizar la vigencia de este principio de no discriminación... Promoción de la igualdad “Art. 2º. Las personas con discapacidades físicas o mentales serán tratadas en forma digna y no discriminatoria, favoreciendo su inserción social y laboral...” (ob. y lug. citados; acerca de la vigencia en nuestro país pese a la falta de ratificación de este Pacto, ibíd., p. 78 con doctrina y jurisprudencia favorable a esa postura; véase además, Bidart Campos, “Los Pactos Internacionales sobre Derechos Humanos”, EDIAR, 1989, T. III “Tratado...” antes mencionado; asimismo, Ferdman, ibíd., ps. 179/183, quien además trae a colación la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, Asamblea General de la ONU, ratificada por Ley 26.378, e igualmente, la Ley 25.289 que ratifica la Convención Interamericana para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad). E.1) Doctrina específica sobre despido discriminatorio por razones de salud. La autora citada en último término, amén de las normas de los arts. 14 bis, 19, 20, y 33 CN, y 17 y cctes. LCT, entre otras, refiere la legislación argentina que concierne a la “discriminación por razones de salud”; así: la Ley 23.592, norma general de “Medidas contra actos discriminatorios”; Ley 23.753 (diabetes); Ley 23.798 (sida); Ley 25.404 (epilepsia); Ley 22.431 y su modificatoria 25.689 (protección de personas discapacitadas), Ley 26.396 (obesidad). (Ibíd., p. 183 y ss.). Pero añade: “Del contexto constitucional analizado... se desprende la preocupación del constituyente por ciertos grupos de personas denominadas por la doctrina como categorías sospechosas (extranjeros, niños, mujeres, ancianos y personas con discapacidad). El mandato constitucional revela que el legislador no sólo debe abstenerse de desigualar sino que debe legislar para igualar. “Se advierte el constante interés del legislador por impedir que determinadas enfermedades puedan esgrimirse como causa para impedir el ingreso o desempeño de las personas que las padecen. “En dicho marco, la discriminación en el empleo de personas que padezcan diabetes o epilepsia se ha colocado dentro del contexto de la ley 23.592, prohibición que debe entenderse dirigida a cualquier otra clase de enfermedad atento el carácter enunciativo de las causales... sin perjuicio de destacar que la ley 23.592 alude a la discriminación por “caracteres físicos” por lo que no cabe duda de que la discriminación por razón de enfermedad se encuentra comprendida dentro de las previsiones de la ley. “Es cierto que el ordenamiento laboral vigente no la contempla de manera expresa en el art. 17 de la LCT, como así tampoco existe una norma que establezca una protección adicional para las personas con discapacidad o alguna otra discapacidad que pudiera derivar en actos discriminatorios, pero de ello no se sigue que el despido por razón de enfermedad cualquiera que sea- no habilite al trabajador a solicitar la nulidad del acto rescisorio y pretender la reinstalación en su puesto de trabajo y la reparación del daño material y moral ocasionados. “Cabe memorar que el art. 17 citado prohíbe cualquier tipo de discriminación; al respecto la doctrina ha considerado que las causales son enunciativas y así, lo que en un primer momento se limitó a mujeres y menores como supuestos especiales de protección fue ampliado a quienes padecían dificultades como consecuencia de impedimentos físicos o enfermedades que colocan a esas personas en situación de desigualdad frente a la sociedad. “Las cambiantes circunstancias fácticas, normativas y valorativas por las que atraviesa una sociedad indican que no es posible enumerar de un modo rígido, estático y completo todas las situaciones que impliquen una distinción irrazonable o arbitraria; es que todo texto tiene su contexto que puede cambiar y modificar el propio texto. Por otra parte, la Constitución posee cláusulas abiertas (art. 33) que obligan a reputar constitucionales derechos que al sancionarse dicho texto no tenían ese carácter; de igual modo, la misma emplea conceptos y valores cuyo contenido cambia con el tiempo (libertad, igualdad, etc.), y que deberán ser apreciados en el contexto en que deben ser aplicados. “En definitiva, la enumeración de las razones de la discriminación son meramente ejemplificativas en cuanto su finalidad remite a cualquier otra circunstancia personal que implique una exclusión, restricción o menoscabo de los derechos. La interpretación del principio de no discriminación exige la adaptación del significado normativo del texto a las cambiantes circunstancias fácticas y axiológicas imperantes en la sociedad con relación a situaciones concretas”. (Ibíd., ps. 187/189; el énfasis es mío; en nota nº 49, la autora, citando a Ronald Dworkin, expone: “... cabe distinguir entre conceptos y concepciones constitucionales. Cuando el constituyente histórico ha utilizado una vaga o amplia (como las palabras de libertad, equidad, igualdad), ha empleado un concepto genérico, cuyo contenido específico varía con el tiempo y que debe ser reinterpretado en cada instancia histórica particular en que se lo emplee; son las denominadas cláusulas abiertas. Si, en cambio, el constituyente quiso darle a un vocablo un sentido concreto, recurrió a una concepción determinada, definiendo puntualmente qué debía entenderse por él”, “Los derechos en serio”, Ariel Derecho, Barcelona, 1984, p. 215, citado por Néstor Sagüés, “Teoría de la Constitución”, Astrea, Bs. As., 2001, p. 172; cabe acotar que la Ley 23.753 diabetes-, expresa en su art. 2º -en texto de la Ley 25.788-: “La diabetes no será causal de impedimento para el ingreso laboral, tanto en el ámbito público, como en el privado. El desconocimiento de este derecho será considerado acto discriminatorio en los términos de la Ley Nº 23.592;-Párrafo agregado por el art. 1° de la Ley 25.788, 31/10/2003-; y el del art. 5º de la Ley 25.404 (epilepsia): “El desconocimiento de los derechos emergentes de los artículos 2º y 3º de la presente ley será considerado acto discriminatorio en los términos de la ley Nº 23.592”). E.2) (Continuación). Una concepción en sustancia similar y en realidad complementaria de la anterior al referírsela a la LCT, es la que exponen los autores cordobeses citados (Toselli, Grassis, Ferrer): “... en nuestro ordenamiento jurídico no se encuentra otro parámetro legal que aquellas variantes reguladas en el art. 212 de la LCT. A diferencia del Estatuto del Trabajador en España, donde la excesiva morbilidad de una persona es admitida como causal objetiva para disponer válidamente el cese. En Argentina, esa característica enfermiza no justifica la extinción del vínculo per se, sino que dicha fragilidad sanitaria deberá pasar por el tamiz de la incapacidad laboral que reporte, y si es absoluta, la relación quedará extinguida de pleno derecho y será indemnizable en los términos del art. 245 de la LCT; en cambio, si es relativa dependerá de la existencia de otras tareas que pudiera desarrollar en la empresa sin mengua de su remuneración adquirida; pero si genuinamente no las hubiera, entonces la relación podrá extinguirse con una indemnización atenuada equivalente a la mitad de la anterior (art. 212... de la LCT). Por lógica implicancia, en ninguno de sendos casos podría reputarse tal decisión patronal como discriminatoria para justificar un crédito extratarifario. “Sin embargo, del mismo modo como ocurre con lo regulado respecto del despido arbitrario, estas ilicitudes típicamente laborales y forfatarias pueden aparejar, a su vez, ilicitudes civiles y penales no tasadas en la tarifa, al provocarse un daño adicional extralaboral. Vale decir, se excede el espectro del mero incumplimiento contractual de observar esa conducta debida, implicando una ilicitud extracontractual que conserva su independencia y naturaleza legal a pesar de que está ligada indisolublemente en los hechos a una situación de lo que genéricamente se ha dado en llamar violencia laboral (discriminación negativa, mobbing, acoso sexual)... Ello implica que no sólo estaría ausente la justa causa de despido sino, antes bien, estaría presente la comisión de un delito civil, y ello da derecho al actor a ser indemnizado (y en algunos casos tipificará, a su vez, como delito penal)”. (Ibid., p. 136 con cita en nota nº 10- de Kemelmajer de Carlucci, “El sida en la jurisprudencia”, anticipo de Anales de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales, Año XLIV, segunda época, Nº 37, LL, Bs. As., 1999, p. 41). Y, continuando, aseveran los autores: “A tal fin, en el caso puntual de la violencia laboral manifestada en actitudes o un acto aislado discriminatorio, la regulación de la mentada conducta debida ante la enfermedad del obrero viene a complementarse con el principio general de indiscriminación tutelado específicamente por el derecho común (ley 23.592) y la normativa internacional con jerarquía supralegal, como así también de modo residual en la LCT (arts. 17 y 81). Por lo tanto, los créditos extralaborales (no tarifados) que emerjan como consecuencias inmediatas, mediatas y hasta remotas (en caso de dolo), integrarán los daños y perjuicios exigibles con fundamento en la ley 25.392 y disposiciones concordantes... (“...”) “Refuerza tal exégesis la proliferación de normativas, aún más específicas, que no hacen más que enfatizar ello en determinados casos individuales en el inabarcable repertorio subsumible dentro del caso genérico: discriminación por caracteres físicos, enfermedad o discapacidad (ley 23.753 diabetes-; ley 23.798 sida-; ley 25.404 epilepsia-; ley 22.431 discapacidad). (“...”) “Entonces, no cabe sino seguir igual criterio acudiendo supletoriamente a la ley 23.592 para todas aquellas otras enfermedades en que ello permanece implícito por la simple razón de que al no justificarse el dictado de una ley especial que sirva como instrumento para su tratamiento integral, no permite aprovechar la ocasión para hacer explícita tal remisión. De otro modo, se estaría estableciendo, paradójicamente, una discriminación de régimen según cuál fuera el tipo de dolencia. Ello va a contramano de la ratio legis de la LCT, que sólo diferencia: 1) la disminución definitiva de la capacidad derivada de la enfermedad que permite o no al trabajador realizar las tareas que anteriormente cumplía, lo que incide en los deberes consiguientes del empleador, según tuviere o no tareas adecuadas; 2) la incapacidad absoluta del trabajador para realizar toda otra tarea, en cuyo caso es acreedor a una indemnización, y 3) la recuperación total antes o durante el período de reserva del puesto, o vencido el mismo pero sin que el empleador haya comunicado la rescisión, sin derecho a indemnización de ningún tipo. “Cabe señalar... que la Corte Suprema de Justicia de la Nación fustigando el pase a retiro de un subcomisario por ser portador del virus HIV- adoctrinó que: “... toda restricción o limitación al derecho del trabajo en aquellos casos en que la infección... no afecte concretamente las aptitudes laborales o no se hayan agotado las posibles asignaciones de tareas acordes a la aptitud {residual]- ni comprometan la salud de terceros, constituye una conducta discriminatoria que el orden jurídico debe hacer cesar por medios idóneos”. (Y nota nº 11: “CSJN, B.R.E. v. Policía Federal Argentina, sentencia del 17/12/1996, DT, 1997-D-252 y DT, 1997-B-1779 vid considerando 14, temperamento legal que fue enfatizado en el voto de Fayt, con mención expresa de los arts. 14 bis, CN, y 5º, 11 y 24, Convención Americana sobre Derechos Humanos; ibíd., ps. 137/138 )”. Y culminan ellos la temática, sosteniendo que: “En síntesis, el trabajador enfermo está protegido por igual. No cabe hacer distinciones absurdas y pletóricas en cuanto al carácter u origen de la enfermedad (dolencia cardíaca, cáncer, sida, etcétera). Pues si bien el legislador ha creído conveniente explicitar la aplicación de la ley 23.592 frente a discriminaciones motivadas en enfermedades en que se patentiza de modo habitual, como énfasis disuasorio ante su estado ampliamente expandido y ostensible, ello no hace más que reafirmar idéntica solución legal prevista en los demás supuestos. Es que, una vez más recalcamos, la idea fuerza consiste en que: todos los enunciados de base que protegen frente a conductas discriminatorias, y en particular la ley 23.592, tienen por objeto sancionar el trato desigual (en cualquier ámbito de que se trate, incluso el laboral) fundado en el mero hecho de pertenecer a ciertos grupos o presentar determinados caracteres o comulgar con- ciertas ideas; circunstancias irracionales de neto corte subjetivo, tales como... la nacionalidad, la raza, el sexo, la religión, los caracteres físicos, las ideas políticas, religiosas o sindicales, entre otras. (Con cita, en nota nº 12, de conocida jurisprudencia de la CSN, en cuanto a que el Tribunal tiene dicho que Es regla en la interpretación de las leyes dar pleno efecto a la intención del legislador, computando la totalidad de sus preceptos de manera que se compadezcan con el ordenamiento jurídico restante y con los principios y garantías de la Constitución Nacional -Fallos, 310: 337- y que las pautas jurisprudenciales conducen a interpretar la norma no de manera aislada o literal, sino armonizándola con el resto del ordenamiento específico, esto es, haciendo de éste como totalidad el objeto de una razonable y discreta hermenéutica Fallos, 311: 2091). (“...”) “Por lo tanto, (será tutelada contra la discriminación) cualquier persona que esté afectada en su salud por cualquier enfermedad o minusvalía, o bien su apariencia trasunte alguna característica física rotulada como defectuosa por los prejuicios instalados en una sociedad y época puntual, aunque no implica que cuente con el privilegio de que necesariamente deba ser contratada o esté prohibido su despido incausado... deberá cuidarse el empresario de ser prudente tanto en la comunicación de la decisión cuanto en el modo de conducirse, ya que ambos actos serán fustigados con todo rigor si denotan una actitud discriminatoria guiada por dicho móvil y no por su genuina falta de idoneidad, perfil o imposibilidad material concreta. “Esta postura no significa desconocer la potestad que nuestro derecho le confiere al empresario de contratar y despedir libremente con el solo pago de una indemnización tarifada en el segundo caso. Pero le impone ciertas limitaciones morales y de buenas costumbres para que se ejercite sin daños a terceros, que afectan al orden público y a la paz social (art. 19 CN), vedándolo en aquellos supuestos en que este derecho sea ejercido abusivamente, no sólo en perjuicio de la propia víctima sino también del bienestar común, que se inficionaría gravemente de consentirse una humillación semejante por el avasallamiento de la dignidad personal que conlleva toda conducta discriminatoria que se fundamenta en circunstancias de índole subjetiva como las ya mencionadas. Razón por la cual se habilita el reclamo de la reparación del daño material y moral que el trato discriminatorio le ha ocasionado, así como también, en su caso, la reinstalación en el puesto de trabajo...” (Ibíd., ps. 139/141; en todo caso el énfasis es mío; los autores se explayan, a lo largo de este Capítulo I, de la Segunda parte de la obra ps. 129/179, particularmente, ps. 168/179-, en la transcripción de jurisprudencia que coincide en el sentido de su propia exposición). Ahora bien, uno de estos autores Toselli-, en un trabajo posterior (“La discriminación en causas o motivos de salud”, en Revista de Derecho Laboral citada, T. I, p. 143 y ss.) añade: “Conclusiones “a) La conducta discriminatoria es una práctica abusiva que no puede ser tolerada no sólo porque así lo imponen las normas internacionales... sino porque tal actitud afecta y afrenta la dignidad humana de la víctima. “b) Si ello es así ante cualquier situación de discriminación, mucho mayor será el impacto de tal actitud disvaliosa cuando se enfrente con alguien que es desechado laboralmente por portar algún tipo de afección física o psíquica, sin que se haya probado objetivamente que genere algún tipo de afectación en el desempeño del puesto laboral (tanto presente como futuro). “c) Las variantes de discriminación por causa de afecciones en la salud pueden operar en la etapa precontractual, por vía de postergación de ascensos en la etapa de ejecución del contrato laboral, o en los diversos modos de extinción con causalidad adecuada en la manifestación o conocimiento de la afección. “d) Ante tal hipótesis, corresponderá a la víctima afectada demostrar el umbral mínimo probatorio de conexidad para generar con ello la inversión de la carga probatoria, debiendo, en tal caso, el denunciado como discriminador acreditar la existencia de razones objetivas (que pueden ser funcionales, económicas, de perfil, etc.) que desactiven dicha presunción. “Postulamos que es de aplicación al caso la ley 23.592, desplazando de esa manera las hipótesis tasadas que plantea la legislación común... y que en tales casos cede la facultad empresarial de despedir libremente, por cuanto en dicha hipótesis esa libertad se transforma en arbitraria e irrazonable. “Expresamos que dicha facultad no puede estar reñida con elementales preceptos que rigen la conducta humana, porque en definitiva la misma... no significa habilitar por parte del empleador un bill de indemnidad que le permita dañar impunemente, sino que su conducta debe estar encuadrada dentro del principio de razonabilidad. “g) Dicho principio, como sostiene Quiroga Lavié y compartimos, significa que la comunidad para existir, precisa que los individuos que la integran coincidan en la determinación de valores fundamentales de existencia, entre los cuales está el plexo de valores jurídicos, orden y seguridad, paz y poder, solidaridad y cooperación, todos en función del valor central: la justicia”. (Ibíd., ps. 167/169; el énfasis es también de mi autoría). F) Jurisprudencia específica sobre discriminación y restablecimiento en el puesto. F.1) Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, Sala VI, in re: “Balaguer, Catalina T. c. Pepsico de Argentina S.R.L.” s/amparo: “2ª Instancia. - Buenos Aires, 10 de marzo de 2004. “El doctor Fernández Madrid dijo: “I. La sentencia de primera instancia viene apelada en cuanto al fondo por la demandada, a tenor del memorial de fs. 247/248 y de fs. 253/261vta. -cuyos agravios contestara la contraria a fs. 267/269vta.-. “II. La demandada se agravia, fundamentalmente, porque el juez de grado admitió la vía del amparo para la tramitación de la causa e hizo lugar a la reinstalación de la actora en su puesto de trabajo con fundamento en la ley antidiscriminatoria y la condenó al pago de los salarios caídos hasta la efectiva reincorporación, también recurre por altos los honorarios regulados a la representación letrada de la trabajadora. “En primer término, observo que el derecho a la no discriminación, cuyo posible avasallamiento se discute en autos, tiene su fundamento en la dignidad de la persona y en la igualdad de derechos entre todos los seres humanos, extremos que han recibido expreso reconocimiento en la Constitución Nacional y en diversos instrumentos internacionales con jerarquía constitucional (arts. 14 bis, 16, 37 y 75 inc. 22 C.N. y art. 2 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, arts. 1, 2, 7 y 23 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, arts. 1 y 24 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, arts. 2, 3 y 7 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, arts. 2, 3, 24 y 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, arts. 1 y 5 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial, arts. 1, 2, 3, 4, 11 y 15 de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer y arts. 1 y 2 de la Convención sobre los Derechos del Niño). “Asimismo, se controvierte en esta causa la posible vulneración del principio de Libertad Sindical también receptado constitucionalmente y por diversas disposiciones de instrumentos internacionales (art. 14 bis y 75 inc. 22 C.N, art. 22 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art. 23 inc. 4 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 16 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 8 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, art. 22 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 5 de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial y Convenios 87 y 98 de la O.I.T.). “Sin perjuicio de la decisión final respecto al fondo de la cuestión planteada, no hay dudas de que en la presente causa se debate en torno a la posible violación de derechos reconocidos por la Constitución Nacional y por los tratados internacionales y, por ende, encontrándose en juego el ejercicio de derechos fundamentales del hombre, la respuesta judicial debe ser rápida. Es en tal sentido que el derecho procesal constituye un instrumento ineludible para la plena y efectiva vigencia de las garantías y derechos consagrados en la Constitución Nacional, en los Tratados Internacionales y en el resto del ordenamiento jurídico. “Por lo demás, las garantías vinculadas con el acceso a la Justicia, con la inviolabilidad de la defensa en juicio y con la importancia del factor tiempo en la respuesta judicial han sido reconocidas normativamente, entre otros, en los arts. 18 y 43 de la Constitución Nacional; arts. 18 y 26 de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; arts. 8, 10 y 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; arts. 8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y arts. 2 inc. 3, 14 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. “Así, el art. 43 C.N. establece que Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un tratado o una ley..., y, frente a conductas discriminatorias, prevé especialmente que puede interponer la acción el afectado y también el Defensor del Pueblo y las asociaciones. “Se trata de una acción expedita y rápida cuya justificación se deriva de la naturaleza de los derechos en juego; vale decir, la acción de amparo debe posibilitar un proceso rápido y una respuesta judicial adecuada y en tiempo oportuno. Es por ello que el art. 43 alude a ... siempre que no exista otro medio judicial más idóneo.... “Por todo ello, entiendo que la acción de amparo resulta una vía procesal idónea para reclamar en casos como el presente en los que se encuentra en juego la dignidad humana, la discriminación y la libertad sindical, sin que obste a ello la existencia de otras como las que invoca la recurrente ya que no configuran el ... medio judicial más idóneo.... “Sentado ello, corresponde analizar el agravio vertido respecto de la reincorporación de la trabajadora. “Sobre la cuestión, en primer término observo que el despido fue dispuesto por la empresa el 12/7/2002 por razones de bajo desempeño (ver colacionado de fs. 4), frente a lo cual la dependiente invoca -en su telegrama de fs. 7, del 30/7/02- que la decisión rupturista obedece ... a mi condición de esposa del delegado gremial Norniella Leonardo y el correspondiente cumplimiento de sus funciones, siendo que también ha sido despedida la esposa del delegado gremial Sarco Marcelo constituyendo una represalia adoptada por Ud.... “Pues bien, en autos ha quedado acreditada la relación de convivencia entre la actora y el delegado sindical Leonardo Federico Normiella, a través de la información sumaria de fs. 9/vta. y las declaraciones testimoniales de fs. 98/100 (Sarco) y fs. 122 (Guanuco). “Por otra parte, los dichos de los testigos de fs. 98/100, fs. 102/103, fs. 122/123, fs. 213/214 y fs. 215/216, dan cuenta de la actuación de Balaguer en tareas sindicales, fundamentalmente de su labor en defensa de los derechos de las trabajadoras mujeres, quienes no tenían representación específica en la comisión interna, del conflicto colectivo que involucró a la empresa y a su personal a partir del despido de un grupo de trabajadores contratados, lo que motivó una serie de medidas de acción directa, -entre otras, la instalación de una carpa-, la adhesión de diversas agrupaciones defensoras de los derechos humanos, de dirigentes políticos y religiosos, la activa participación que Balaguer y su esposo tuvieron en dichos hechos y la presión y las amenazas que la empresa le efectuó al resto del personal para disuadirlos de cualquier tipo de compromiso o vinculación con el reclamo que estaban llevando a cabo sus compañeros (entre otras, amenazas directas y filmaciones y fotos de lo que sucedía en los alrededores de la carpa). “Del informe del Inadi (obrante a fs. 270/278) surge que ...existe una presunción seria y lógica que da razón a la denunciante para considerarse víctima de un acto discriminatorio fundado en su opinión política gremial y en mérito a ello se estima jurídicamente viable ofrecer a la denunciante el apoyo institucional a través del servicio de asesoría letrada.... “Ahora bien, la empresa a los fines de despedir a Balaguer invoca una causal tan genérica como ...razones de bajo desempeño... que no cumple con las exigencias mínimas previstas por el art. 243 L.C.T. y respecto de la cual no aporta a la causa ni siquiera el mínimo elemento que posibilite concluir que alguna razón en el desempeño laboral de la actora había para justificar su despido. En consecuencia, se trata de una medida rescisoria respecto de la cual en autos no se ha probado causa justificada alguna en los términos del art. 242 L.C.T. “Por el contrario, del análisis de los elementos probatorios rendidos en la causa se puede concluir que el despido ha sido dispuesto como consecuencia de la actividad sindical que llevaba a cabo la actora y su vinculación afectiva con el delegado Leonardo Normiella (respecto del cual también hubo conducta persecutoria por parte de la empresa, tal como surge de las constancias de fs. 174/210), supuesto idéntico al que se verificó con relación a otro delegado (Marcelo Sarco) y su esposa a quien también despidieron como mecanismo para presionarlos frente a su labor sindical (ver los dichos de fs. 98/100). “A esta altura, observo que la normativa que protege frente a las conductas discriminatorias -que se cita precedentemente sumado a lo dispuesto por la ley 23.592- tiene por objeto sancionar el trato desigual (en cualquier ámbito del que se trate, incluso el laboral) fundado en el hecho de pertenecer a ciertos grupos o presentar determinados caracteres o tener ciertas ideas, vale decir el trato desigual y peyorativo que se basa en circunstancias de tipo subjetivas (nacionalidad, raza, sexo, religión, caracteres físicos, ideas políticas, religiosas o sindicales, entre otras). Agréguese que el artículo 1 del Convenio Nro. 98, en su apartado 1, establece que ... los trabajadores deberán gozar de adecuada protección contra todo acto de discriminación tendiente a menoscabar la libertad sindical en relación con su empleo..., y en el apartado 2 inciso b) se prevé que ... dicha protección deberá ejercerse especialmente contra todo acto que tenga por objeto... despedir a un trabajador o perjudicarlo en cualquier otra forma a causa de su afiliación sindical o de su participación en actividades sindicales fuera de las horas de trabajo o, con el consentimiento del empleador, durante las horas de trabajo .... “En el caso, carece de relevancia la postura de la recurrente vinculada con que Balaguer carecía de estabilidad sindical y que el art. 47 de la ley 23.551 no posibilitaría la reinstalación, pues la normativa ya citada que protege frente a conductas discriminatorias es más amplia que la tutela que confiere la ley 23.551, pues sanciona cualquier trato desigual fundado en diferentes circunstancias, incluso las ideas o actividad sindical. “Aclarado todo ello, cabe señalar que el despido discriminatorio, en el régimen de la ley 23.592 y en los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional (cfr. art. 75 inc. 22 C.N.), tiene como rango distintivo que la discriminación debe cesar y -en mi opinión- la única forma de lograrlo es la de reponer al trabajador en su puesto de trabajo, ya que los despidos discriminatorios son nulos y carecen de eficacia. “En este sentido, el acto discriminatorio está prohibido por la Constitución Nacional (art. 14 bis y 16), por diversas cláusulas de tratados internacionales con jerarquía constitucional y por la ley 23.592, razón por la cual, además de ser nulo (art. 1044 C.C.) produce los efectos de un acto ilícito (art. 1056 C.C.), motivo por el cual es obvio que el perjuicio debe ser reparado, reponiendo las cosas al estado anterior al del acto lesivo (art. 1083 C.C.). “Esta conclusión surge de la nulidad del acto y de lo ordenado por la ley 23.592, en el sentido de que el damnificado tiene derecho ante todo a que se deje sin efecto el acto discriminatorio y a que se reparen los daños materiales y morales ocasionados. “Y, en el punto, entiendo que el régimen general que rige en materia de despido y que posibilita el despido sin causa con pago de una indemnización, cede frente a las normas de rango superior o igual (tal el caso de la ley 23.592) que tutelan la dignidad del hombre y que, por ende, sancionan las conductas discriminatorias y que, ante todo, tienden a privar de efectos al acto violatorio de dichas normas fundamentales. “Por lo expuesto, comparto lo resuelto por el juez de grado en orden a la reincorporación de la trabajadora que fuera objeto de un trato discriminatorio. “En cuanto a la aplicación del art. 11 de la ley 25.013 que invoca la recurrente, señalo que sin perjuicio de que dicho régimen legal no excluye a la ley 23.592, cabe mencionar que en el caso, dada la fecha de ingreso de Balaguer y lo dispuesto por el art. 5 de la ley 25.013, el art. 11 de la ley 25.013 no resulta aplicable a la actora. “Con relación a la aplicación de astreintes y su monto, señalo que el art. 666 bis del Código Civil faculta a los jueces a imponer sanciones conminatorias de carácter pecuniario a quienes incumplen un deber jurídico impuesto por una resolución judicial; lo que se complementa con lo dispuesto en la materia por el art. 37 del C.P.C.C.N. Vale decir, las astreintes constituyen sanciones conminatorias de carácter provisional, carentes de finalidad resarcitoria, pero que constituyen un medio idóneo y necesario para el cumplimiento de los deberes jurídicos impuestos en una sentencia, frente a la resistencia del deudor de ellos, por lo que adquieren fundamental importancia cuando se trata de efectivizar obligaciones de hacer, como la de autos (reincorporación de la trabajadora). “Por ende, es el sentenciante quien está facultado a estimar su monto prudencialmente y en consideración a las específicas circunstancias de la causa. Por ello y dada la índole de los derechos en juego y las características de la condena, no encuentro mérito alguno para apartarme de lo resuelto por el juez de grado en este aspecto y, por consiguiente, también propicio su confirmación. (“...”) “El doctor de la Fuente dijo: “Comparto el voto que antecede. Sin embargo, considero que resultan suficiente fundamento de la propuesta las normas específicas que castigan la conducta antisindical, en especial los ilícitos laborales previstos en los incisos e (adoptar represalias contra los trabajadores por su actividad sindical) y j (practicar trato discriminatorio) del art. 53 de la ley 23.551. “Por existir este régimen protectorio especial me parece innecesario remitirse a la ley general antidiscriminatoria 23.592, cuya aplicación resulta dudosa, sobre todo si se tiene en cuenta que la ley 25.013 -aun cuando no rija el caso sub examen- ha optado por mantener para los despidos discriminatorios el régimen general de estabilidad impropia, si bien agravando las indemnizaciones comunes correspondientes (art. 11). Juan C. Fernández Madrid. - Horacio H. de la Fuente. F.2) Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo SALA X 29/06/2001 “S.D. 9679 EXPTE. 17.520/00 (13837) Stafforini Marcelo Raúl c/Ministerio de Trabajo y de la Seguridad Social Administración Nacional de la Seguridad Social ANSES s/ acción de amparo “A estar a la prueba producida en la causa, la denuncia del vínculo dispuesta por la empleadora obedeció a motivaciones políticas y, por lo tanto, discriminatorias. En efecto, la entrevista realizada por el diario Clarín a las autoridades de la demandada (quienes tomaran la iniciativa de separar al demandante), no deja lugar a dudas en ese sentido, ya que afirmó que los despidos producidos (se está refiriendo a aquellos entre los cuales se encontraba el del accionante) se produjeron a consecuencia de que ...con esta conducción terminó la etapa del Menem-Cavallismo en la ANSES, en la que hubo buenos profesionales para el modelo y el cavallismo. Ahora empezó un gerenciamiento nuevo y, aún siendo buenos profesionales, llegó el momento de pedirles la renuncia... “Todo lo expuesto confluye, a mi criterio, para determinar que la desvinculación del demandante constituye un acto discriminatorio vedado por el art. 1 de la ley 23592. La evidente connotación política que posee -en este caso- la separación del empleo afectando, inclusive, derechos de raigambre constitucional como el derecho a ser admitido (lo que conlleva, obviamente, el de mantenerse) en los empleos públicos sin otra condición que la idoneidad, como así también el de la igualdad ante la ley, consagrados ambos por el art. 16 de la Constitución Nacional. Si la prohibición contenida en la ley 23.592 debe ser respetada por todos los habitantes de la Nación, con mayor razón debe ser cumplida por el propio Estado, según las pautas del art. 902 Cód. Civil. “Coincido con lo dictaminado por el señor Fiscal General en el sentido de que dicha ley permite dejar sin efecto el acto discriminatorio, aún cuando, como en el sub lite se trata de un despido dispuesto en un régimen de estabilidad impropia. Es que el acto discriminatorio está prohibido por la Constitución (art. 16) y por la ley (art. 1 ley 23.592) y por lo tanto, tiene un objeto prohibido (art. 953 Cód. Civil) y entonces es nulo (art. 1044 diem), es obvio que el perjuicio debe ser reparado, reponiendo las cosas al estado anterior al del acto lesivo. “Por estas breves consideraciones, y en atención a las particulares condiciones que exhibe la causa (que, como se indicara, presenta ribetes no habituales) entiendo que, revisando lo decidido en la instancia de grado, debe declararse la nulidad de la Res. 003 de la ANSES y, consecuentemente, proceder a su reincorporación dentro de los treinta días de quedar firme este pronunciamiento.Tucumán 1440 (1s - Argentina “Buenos Aires, 29/06/2001 “El Dr. HECTOR J. SCOTTI dijo: “I.- Vienen estos autos a la Alzada a propósito del recurso interpuesto por el actor (a fs. 146/152 y con réplica del organismo demandado a fs. 155/157)) contra la sentencia de fs. 138/144 que desestimó la acción de amparo intentada, mediante la cual pretendía se invalidara el despido del que fuera objeto por parte de la ANSES y se ordenara su reincorporación, alegando que el mismo obedecía a razones políticas.//“II.- Adelanto que, a mi juicio, le asiste razón al apelante.“Lo entiendo así por cuanto, a estar a la prueba producida en la causa, la denuncia del vínculo dispuesta por la empleadora obedeció a motivaciones políticas y, por lo tanto, discriminatorias.“En efecto, la entrevista realizada por el diario Clarín a las autoridades de la demandada (quienes tomaran la iniciativa de separar al demandante), no deja lugar a dudas en ese sentido, ya que afirmó que los despidos producidos (se está refiriendo a aquellos entre los cuales se encontraba el del accionante) se produjeron a consecuencia de que ...con esta conducción terminó la etapa del Menem-Cavallismo en la ANSES, en la que hubo buenos profesionales para el modelo y el cavallismo. Ahora empezó un gerenciamiento nuevo y, aún siendo buenos profesionales, llegó el momento de pedirles la renuncia....“Destaco, asimismo, que más allá de la negativa formulada en el responde, la autenticidad de la publicación surge del informe de fs. 103/106, sin que tampoco pueda atenderse a la defensa formulada en torno a la falta de certeza en cuanto a los dichos vertidos por el funcionario; sobre esto último, señalo que no se trajo a los autos ningún desmentido oficial referido a ese reportaje, ni algún pedido de rectificación dirigido al periódico en cuestión y resulta difícil poner en duda la verosimilitud de una entrevista (no se trata de una noticia) publicado en un medio como el aludido, de gran tirada y amplia difusión en nuestro medio.“Por lo demás, tal declaración aparece corroborada por la declaración de Fillipone quien, dando razón de sus dichos, afirma que conoce cuál fue la causa del despido del actor y, contra lo que se afirma en la sentencia y en la impugnación de la accionada, brinda una fundada razón de tal afirmación, cual es que fue él quien recibió la orden de proceder a esa cesantía, indicándosele que se trataba de decisiones superiores y sin que se le expresara razón alguna para proceder a dar por finalizada la labor del accionante (ver fs. 128/132). Del mismo modo, puede apreciarse que el texto de la resolución mediante la cual se prescindió de los servicios del actor, tampoco expresa con claridad la verdadera causa de la decisión, resultando ciertamente contradictorio que se haya tramitado todo un expediente para luego concluir que el despido obedece a razones de organización operativa, funcional y de servicio que meritúan la culminación de un ciclo de gestión; menos entendible aún es que se hable de la finalización de un ciclo cuando el actor había sido designado en ese cargo -Director de Asuntos Jurídicos- apenas treinta días antes (ver fs. 20/22).“A ello debe añadirse que surge de autos que, previo a deducir esta acción, el amparista formuló diversos pedidos e intimaciones tendientes a obtener su reincorporación, expresando con toda claridad el agravio que había sufrido sin que, en esas oportunidades, se negara de manera concreta la real motivación de la decisión adoptada, limitándose a remitir a la aplicación de la Ley de Contrato de Trabajo o silenciando el reclamo (ver fs. 5/6).“También es dable resaltar que en el escrito inicial se explicitaron, detalladamente, los antecedentes técnicos, incluidos cargos académicos del accionante, que refrendan una especial versación en la materia de seguridad social, los cuales deben tenerse por reconocidos al no haber sido negados al producirse el informe del art. 8 de la ley 16.986.“No puede soslayarse, por último, que el actor desempeñó desde 1991 y hasta la finalización del anterior gobierno constitucional, cargos de indudable naturaleza política como los de Jefe de Gabinete del Ministerio de Trabajo y Subprocurador del Tesoro.“Todo lo expuesto confluye, a mi criterio, para determinar que la desvinculación del demandante constituye un acto discriminatorio vedado por el art. 1 de la ley 23.592. La evidente connotación política que posee -en este caso- la separación del empleo, afectando inclusive, derechos de raigambre constitucional como el derecho a ser admitido (lo que conlleva, obviamente, el de mantenerse) en los empleos públicos sin otra condición que la idoneidad, como así también el de la igualdad ante la ley, consagrados ambos por el art. 16 de la Constitución Nacional.“Y si la prohibición contenida en la ley 23.592 debe ser respetada por todos los habitantes de la Nación, con mayor razón debe ser cumplida por el propio Estado, según las pautas del art. 902 Cód. Civil.“Está claro, y no se discute, que el personal de la ANSES se encuentra regido por las disposiciones de la Ley de Contrato de Trabajo y que ésta descarta cualquier sistema de estabilidad propia pero no es esta la cuestión a debatir sino la posibilidad de que un acto del empleador, alcanzado por el art. 1 de la ley 23.592, pueda ser nulificado.“Y sobre este punto coincido con lo dictaminado por el señor Fiscal General a fs. 164 en el sentido de que dicha ley permite dejar sin efecto el acto discriminatorio, aún cuando, como en el sub lite, se trate de un despido dispuesto en un régimen de estabilidad impropia. Es que el acto discriminatorio está prohibido por la Constitución (art. 16) y por la ley (art. 1 ley 23.592) y por lo tanto, tiene un objeto prohibido (art. 953 Cód. Civil) y entonces es nulo (art. 1044 íd.), es obvio que el perjuicio debe ser reparado, reponiendo las cosas al estado anterior al del acto lesivo (art. 1 23.592 cit., art. 1083 Cód. Civil).“III.- Por estas breves consideraciones, y en atención a las particulares condiciones que exhibe la causa (que, como se indicara, presenta ribetes no habituales) entiendo que, revisando lo decidido en la instancia de grado, debe declararse la nulidad de la Res. 003 de la ANSES y, consecuentemente, proceder a su reincorporación dentro de los treinta días de quedar firme este pronunciamiento.(“...”) “El Dr. GREGORIO CORACH y el Dr. JULIO CESAR SIMON dicen: “Que por compartir sus fundamentos, adhieren al voto que antecede”.F.3) Superior Tribunal de Río Negro. María Mabel PELLEJERO” s/amparo. “Viedma, 2 de junio del 2.005.“Habiéndose reunido en Acuerdo los señores Jueces del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia de Río Negro, doctores Luis LUTZ, Víctor H. SODERO NIEVAS y Alberto I. BALLADINI, con la presencia del señor Secretario doctor Ezequiel LOZADA, para el tratamiento de los autos caratulados: MARIA MABEL PELLEJERO s/AMPARO s/APELACION (Expte. N* 19872/04-STJ-), deliberaron sobre la temática del fallo a dictar, de lo que da fe el Actuario. Se transcriben a continuación los votos emitidos, conforme al orden del sorteo previamente practicado, respecto de las siguientes: C U E S T I O N E S: “1ra.- ¿Es fundado el recurso?; “2da.- ¿Qué pronunciamiento corresponde? “V O T A C I O N “A la primera cuestión el señor Juez doctor Luis LUTZ dijo: “La amparista MARIA MABEL PELLEJERO, a fs. 15/21, promueve acción de amparo en los términos del art. 43 de la Constitución Nacional, contra el Banco Hipotecario S.A., por violación de los arts. 1 de la Ley N* 23592, 14 bis, 16 y cc. de la Constitución Nacional y 17, 81 de la L.C.T., atento a la realización de actos discriminatorios de persecución político gremial en su contra y de su esposo, Secretario General de la Seccional Viedma de la Asociación Bancaria, y a la vez Congresal titular de esa institución, Sr. Rodolfo R. Cufré. Asimismo, peticiona se declare nulo el despido notificado mediante telegrama colacionado N* 41 del 15 de enero del 2004 y se dicte una medida cautelar, ordenando suspender provisoriamente los efectos del despido notificado, hasta el dictado de la sentencia. “La amparista manifiesta que fue despedida el 16-1-2004, con fundamento en el art. 242 de la L.C.T., por su empleador -BANCO HIPOTECARIO S.A.-, por graves y reiteradas irregularidades, en su función de ser encargada del art. 13 de la Ley N* 24.143 de la Sucursal VIEDMA. “Aduce que la entidad bancaria entendió que la actora facilitó el excepcional otorgamiento del beneficio -previsto en el art. 13 de la Ley N* 24143- a favor de su hermano, OSCAR HUGO PELLEJERO, quien tan solo era poseedor por boleto de compraventa, soslayando controles y acreditaciones, permitiendo iniciar la tramitación en forma indebida -sin atender a las constancias administrativas- y facilitando la realización de una maniobra tardía, improcedente en relación al fallecimiento del deudor titular. “Asimismo la amparista señala que el Banco Hipotecario adujo que quienes solicitaron la cancelación del crédito carecían de derecho real sobre el inmueble y que -su empleador- entendió que ella no habría brindado la debida colaboración -a los fines de advertir sobre la situación de la carencia de derecho, antes aludido-, resultando de ello un beneficio indebido a su mencionado hermano. Arguye que la situación descripta generó un menoscabo de la confianza hacia ella, por lo cual el empleador cesó el vínculo con causa y por su exclusiva culpa. “El “juez de amparo” Dr. JORGE BUSTAMANTE, Juez de la Cámara del Crimen de Viedma, a fs. 22 asigna el trámite del art. 43 de la Constitución Provincial y ordena se corra traslado al Banco Hipotecario S.A. “El requerido, a fs. 44/57, invoca la improcedencia de la vía elegida para el ejercicio de tal pretensión, por defecto de la individualización del daño que manifiesta sufrir la accionante. Agrega que la naturaleza contractual de la relación vuelve improponible la acción impetrada, susceptible de un proceso de conocimiento. Resalta la no acreditación de la inexistencia de otro medio procesal más idóneo para invocar tan excepcional y urgente remedio residual. “Alega que el despido fue con causa justificada por ser firmante de siete trámites internos que condujeron a las resoluciones tomadas en el expediente que benefició a su hermano. “Señala que la Ley N* 23551 limita la estabilidad gremial a los trabajadores que cumplen funciones como representantes de los trabajadores y bajo ningún concepto extiende la misma a sus cónyuges o familiares. “Cita a HUMBERTO QUIROGA LAVIE al decir la Constitución no garantiza a los trabajadores privados la estabilidad propia, es decir que se asegure la restitución al empleo a quien haya sido destituido sin justa causa, sino la reparación económica a través de una indemnización cuando exista despido sin justa causa ... y también a GERMAN BIDART CAMPOS al expresar en sentido concordante lo que consagra la norma es la estabilidad impropia, a través de la locución “protección contra el despido arbitrario, en la que, incluso, la voz estabilidad no aparece, como sí en cambio figura en la garantía concedida para el empleo público”. “En esencia, el Banco Hipotecario S.A. sostiene: a) que la presentación es totalmente improcedente; b) no se dan los presupuestos para recurrir a esa vía; c) carece de sustento legislativo, y d) el empleador actuó según las facultades que consagra la legislación a su favor -en virtud de que hubo injuria laboral e inexistencia de acto discriminatorio alguno. “El a quo, a fs. 100/101, hace lugar a la cautelar solicitada ordenando ...reincorpore provisoriamente y en forma inmediata y hasta tanto se dicte sentencia definitiva en estos autos... en igual situación... previa fianza personal del apoderado y del patrocinante de la amparista. “Para así decidir, considera que en ambos casos -si el acto fuere o no discriminatorio- le quedan expeditas a los litigantes otras vías judiciales, por lo que sus derechos no se verían afectados. “Asimismo, entiende que se trata de la aplicación de derechos constitucionales en materia laboral y que el art. 43 de nuestra Constitución Provincial determina que la acción de amparo podrá interponerse ante el Juez inmediato sin distinción de fueros o instancias y aunque forme parte de un tribunal colegiado. Por ello y sin perjuicio del principio de la especialidad, afirma me he avocado por mandato constitucional a entender en la presente acción...” (“...”) “Contra la resolución de fs. 100/101, apeló el requerido a fs. 114/120, recurso que se rechazó in limine, conforme constancia obrante a fs. 122 y vta. “En la Se. N* 156, que luce a fs. 367/378 y vta., el juez de amparo resuelve decretar la nulidad del despido de la actora y ordena la inmediata reincorporación en su puesto de trabajo, por haber sido despedida discriminatoriamente. “Para así resolver, el a-quo, se considera competente en los términos del art. 43 de la C.P. Anticipa su absoluta convicción, conforme la prueba producida, que la señora María Mabel Pellejero fue víctima de discriminación por parte del Banco Hipotecario S.A. y que la discriminación gremial ha quedado plenamente acreditada en autos. “El sentenciante sostiene: No ha podido acreditar que... cometió alguna irregularidad fundante de injuria grave (art. 242, LCT.) que diera lugar al despido por pérdida de confianza, sino que la actora ha probado lo contrario... hay que agregar la plena vigencia del principio in dubio pro operario.... La actora ha alegado haber sido discriminada, entendiendo ello como discriminación ilícita, conforme la Ley Antidiscriminatoria N* 23592, por parte del Banco accionado. “Asimismo, manifiesta que el despido discriminatorio en el régimen de la Ley 23592 y en los Tratados Internacionales... tiene como rango distintivo que la discriminación debe cesar y en mi opinión- la única forma de lograrlo es la de reponer al trabajador en su puesto de trabajo, ya que los despidos discriminatorios son nulos y carecen de eficacia. “Considera que el damnificado tiene derecho a que se deje sin efecto el acto discriminatorio y se le reparen los daños materiales y morales ocasionados. “Señala que ... no se puede afirmar que existe libertad para despedir pagando indemnización, como no se puede decir que existe libertad para atropellar a un peatón pagando la indemnización. Afirmar esto presupone ignorar el concepto mismo de antijuridicidad civil (Balaguer c/Pepsico”, JNT. N* 46). “El Banco Hipotecario S.A. interpone recurso de apelación a fs. 380, expresando sus agravios en tiempo y forma a fs. 384/399. Allí, solicita se revoque la sentencia recurrida, disponiendo que la actora ocurra por la vía que corresponde, si se considera acreedora de las indemnizaciones por despido y se condene a la accionante en costas en ambas instancias. “En aval de su postura, reitera la improcedencia de la vía sumarísima del amparo cuando la reparación puede obtenerse por otra vía procesal. Argumenta la inexistencia de norma imperativa que constriña, obligue o imponga la obligación de otorgar estabilidad absoluta en el empleo que pretende la amparista. “Destaca que el amparo sólo procede contra actos u omisiones dotados de arbitrariedad o ilegalidad manifiestas y que sólo debe quedar reservada para las delicadas y extremas situaciones, que por falta de otros medios legales, peligra la salvaguarda de derechos fundamentales. “Insiste que la Sra. Pellejero omitió informar circunstancias que rodearon dicha tramitación y que obviamente no podía desconocer, como por ejemplo que el real beneficiario del subsidio del art. 13 de la Ley N* 24143 sería, en definitiva, su hermano. “Relata que la actora no brindó prueba alguna respecto a las razones por las que se siente discriminada y que ser la esposa del Secretario General de la Asociación Bancaria, Seccional Viedma, es un hecho totalmente ajeno a su despido. “Reitera doctrina citada, al contestar el informe requerido, en aval de su postura que en esencia sostiene que al sancionarse la Ley N* 25013, el Congreso de la Nación al establecer una protección contra la discriminación en materia laboral, dispuso un agravamiento en la indemnización por despido y, bajo ningún concepto, un régimen de estabilidad perfecta y que resulta improcedente pretender que, por la vía de la reinstalación, se alcance un resultado que no está previsto en norma de ninguna especie. “Sostiene que el fallo recurrido, contrariando las expresas normas vigentes, extiende la estabilidad perfecta a la esposa de un dirigente gremial. Manifiesta que en autos no se está frente a un caso de discriminación y que el despido es una facultad absolutamente potestativa del empleador. “Agrega que de todas las trabajadoras involucradas en los hechos, la única que era hermana del directo beneficiario de los mismos era la sra. Pellejero. Señala que, también, fue la única en la que intervino el Estudio Jurídico del esposo en el cobro del seguro por el fallecimiento del vendedor de la propiedad adquirida por su hermano. “Arguye que el art. 242 de la Ley de Contrato de Trabajo no condiciona la validez del despido a la existencia de un sumario previo (DT., 1996-B, 2366). “A fs. 404/427, la actora responde el traslado del recurso conferido y solicita se rechace la apelación interpuesta, con costas. “Sostiene que la vía elegida resulta plenamente operativa para dar remedio a la situación planteada. “Arguye que en materia de discriminación, de cualquier tipo que ella sea, incluida la laboral, existe un procedimiento específico desde el año 1994, que es el del amparo previsto en el art. 43 de la Constitución Nacional. “Reitera que despiden a la actora, como consecuencia de una serie de conductas que le imputa su empleador y que no ha podido probar e insiste en que fue despedida por ser la esposa del Secretario General del Gremio Bancario Seccional Viedma. “Manifiesta que la cuestión en debate no tiene naturaleza laboral, tiene naturaleza penal. “Sostiene que tal como lo destaca el juez en su pronunciamiento, ha quedado acreditado que la causal invocada por la accionada para producir el despido era falsa, atento a que la actora no tuvo intervención en la operatoria crediticia que tenía como beneficiario a su hermano, y toda la prueba rendida en autos lo demuestra. Cita a Kiper, la inversión del onus probandi debe partir de la existencia de una presunción discriminatoria. “Por último, refiere que in re Balaguer, Catalina Teresa c/Pepsico de Argentina SRL., CNTrab., Sala VI, 2004-3-10, el Juez de grado señaló: El modo en que se ha trabado la controversia impone, por aplicación del principio de carga dinámica de la prueba, que quien ha tomado una decisión, sabiendo de las consecuencias del acto, deba demostrar que su intencionalidad no fue típicamente castigada por la norma jurídica. “La Procuradora General Subrogante dictamina a fs. 435/437, manifestando que no debe hacerse lugar a la apelación deducida. Considera que no se trata en autos de una cuestión laboral, se ha invocado la Ley Antidiscriminatoria N* 23592, norma de naturaleza jurídica penal, la que en su art. 1* obliga a quien discrimine a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño material y moral ocasionados (el subrayado me pertenece). Sostiene que el Juez afirma que la única forma de lograrlo es reponiendo al trabajador en su puesto de trabajo, ya que los despidos discriminatorios son nulos y carecen de eficacia, que es lo que en definitiva falla -al ordenar la reincorporación de la actora en su puesto de trabajo. “En su dictamen también señala que la Doctrina y la Jurisprudencia así lo han entendido, sosteniendo que la vía idónea para poner en actividad la Ley N* 23592 y obtener la cesación de un acto discriminatorio es el amparo, entre otras razones porque así lo establece específicamente la Constitución. “Ingresando al tratamiento del recurso de apelación interpuesto, los agravios de la requerida son varios, a saber: a) Improcedencia de la vía elegida.- b) La justificación del despido.- c) La inexistencia de estabilidad absoluta en materia laboral.- d) Ilegalidad del decisorio en crisis en cuanto a la anulación del despido.- e) Violación del principio constitucional de división de poderes.- f) Ausencia de discriminación.- g) Innecesariedad del sumario previo para despedir.- h) Otras consideraciones sobre la conducta del Banco y la errónea valoración de la conducta de la accionada durante la sustanciación de la causa. “En ese contexto, ab initio se advierte que el meollo de la posición de la amparista receptada por el a quo, está sustentado en la -supuesta- analogía con el importante precedente BALAGUER C.T. c/Pepsico de Argentina SRL. s/Sumarísimo, del Juzgado Nacional del Trabajo N* 46 (fundado en las Leyes N* 23551 y N* 23592), confirmado por la Sala VI de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, en fecha 10-3-2004, con los votos de los Dres. JUAN CARLOS FERNANDEZ MADRID y HORACIO HECTOR DE LA FUENTE. Allí, el Dr. FERNANDEZ MADRID dijo: ... el derecho a la no discriminación, cuyo posible avasallamiento se discute en autos, tiene su fundamento en la dignidad de la persona y en la igualdad de derechos de todos los seres humanos... La posible violación de derechos reconocidos por la Constitución Nacional y los tratados internacionales, y por ende, encontrándose en juego derechos fundamentales del hombre, la respuesta judicial debe ser rápida.... Es por ello que, el art. 43 alude a ... siempre que no exista otro medio judicial mas idóneo...; '... la acción de amparo resulta la vía procesal idónea para reclamar en casos que como el presente en los que se encuentra en juego la dignidad humana, la discriminación y la libertad sindical... los dichos de los testigos... dan cuenta de la actuación de Balaguer en tareas sindicales... Del informe del INADI surge... presunción seria y lógica... de un acto discriminatorio fundado en su opinión política gremial... no se ha probado causa justificada alguna en los términos del art. 242 de la LCT... la normativa ya citada que protege frente a conductas discriminatorias es más amplia que la tutela que confiere la Ley 23551... y en mi opinión- la única forma de lograrlo es la de reponer al trabajador en su puesto de trabajo, ya que los despidos discriminatorios son nulos y carecen de eficacia... el despido sin causa con pago de una indemnización, cede frente a las normas de rango superior o igual (tal el caso de la ley 23592)...”. “Criterio que completa el Dr. DE LA FUENTE al expresar “... resultan suficientes fundamentos de la propuesta las normas específicas que castigan la conducta antisindical, en especial los ilícitos laborales previstos en los incs. e) (adoptar represalias contra los trabajadores por su actividad sindical) y j (practicar trato discriminatorio) del art. 53 de la Ley 23551. Por existir este régimen protectorio especial me parece innecesario remitirse a la ley general antidiscriminatoria Nro. 23592, cuya aplicación resulta dudosa, sobre todo si se tiene en cuenta que la Ley 25013 aun cuando no rija el caso sub examen- ha optado por mantener los despidos discriminatorios el régimen de estabilidad impropia, si bien agravado por las indemnizaciones comunes correspondientes (art. 11)... “Es dable señalar que la citada causa BALAGUER c/PEPSICO, según surge del fallo de primera instancia del Dr. ARIAS GIBERT fue incoada ante el fuero laboral por formal demanda... en juicio sumarísimo bajo... normas de protección de libertad sindical (del interés colectivo laboral)... expresamente recogidas por el art. 47 L.A.S... corolario del principio general que admite el art. 43 de la Constitución Nacional. No estamos entonces ante vías contradictorias o alternativas, sino ante un principio general y una de las aplicaciones particulares del principio general... La solución en este caso sería entender la derogación de la norma del artículo 47 L.A.S. por la sanción de una norma posterior de rango superior. No puede olvidarse asimismo que la acción sumarísima que establece el art. 47 L.A.S. no es otra cosa que la modalización del amparo frente a actos de los particulares... “Por tanto, previo a todo corresponde esclarecer con una prolija lectura e intelección el referente caso BALAGUER, que tramitó ante los Tribunales del Trabajo y cuya sentencia de Primera Instancia del Dr. ENRIQUE ARIAS GIBERT se funda en las Leyes N* 23551 y N* 23592, mientras que el fallo de la Alzada que se integra por los votos de los Dres. FERNANDEZ MADRID y DE LA FUENTE, éste forma mayoría con la sola remisión a los inc. e) y j) del art. 53 de la L.A.S. (Ley N* 23551), sin tomar en cuenta la Ley Antidiscriminatoria (Ley N* 23592) atento a que en su voto puntualmente dice: ... cuya aplicación resulta dudosa ...” “Hay que entender en consecuencia, que dicho precedente se refiere a una tutela de la libertad sindical de la Ley N* 23551, no de la Ley N* 23592 a cualquier trabajador de la actividad privada sin fueros específicos. “La amparista, en el sub examine, ocurre ante un juez de amparo que es miembro de un tribunal colegiado del Fuero Criminal. “Lo elige sin justificar que sea el ... inmediato ..., ni observar las reglas de la competencia de la Ley Orgánica del Poder Judicial, deja de aplicar la doctrina legal del S.T.J. sentada in re: FULVI (A.I. N* 154/01) en cuanto a la especialidad en el fuero, o la acreditación de la necesidad y la procedencia de su actuación jurisdiccional y otros aspectos de la acción (ver voto del suscripto del 12-9-2001) y más recientemente reiterada in re: “CONEJO MARINO” (Se. N* 13/05). “La amparista no acredita la inexistencia de otra vía, con clara improcedencia por la naturaleza contractual de la cuestión de fondo e improponibilidad de la vía para cuestiones que requieren de mayor debate y prueba para asegurar el debido proceso y la garantía de defensa. “El instituto del despido, es propio del Derecho Laboral, cuyos ejes son el art. 14 bis de la C.N.; arts. 40, 41 y cc. de la C.P.; y la L.C.T. “El ejercicio de las acciones de la tutela sindical de los arts. 47 y ss., 53 y cc. de la L.A.S. (Ley N* 23551) también son de la órbita de competencia de los Tribunales del Trabajo que, al igual que todo lo concerniente al Derecho Laboral, tienen un procedimiento específico en la Ley N* 1504, de cuyo apartamiento ninguna razón da la amparista. “Si la cuestión fuere de ... naturaleza penal..., según sostiene -a fs. 414- la amparista y con quien coincide a -fs. 436- la Procurador General Subrogante al decir ... No se trata en autos de una cuestión laboral, se ha invocado la Ley Antidiscriminatoria N* 23592, norma de naturaleza jurídica penal..., la tramitación debió cursarse al juez competente del fuero para que la canalice por el C.P.P. (Ley N* 2107 y modificatorias), con la prevención de hacerlo ante los tribunales de la Provincia del art. 57 y cc. de la Ley N* 2430, o la Justicia Federal, ver fallos: YAÑEZ, Mónica s/Injurias (C.S.J.N., Competencia N° 826.XL, 26-10-2004); CARDOZO, Walter s/Competencia (C.C.C. Fed., Sala 2*, 13-8-96, el Dial-AJ4f5); INCIDENTE s/COMPETENCIA WIATER, Carlos (C. Nac. Crim, Y Corr. Fed., Sala 2*, 10-29-1998, Lexis N* 9/223). “En la forma que ha sido propuesta la acción, en la eventualidad más favorable a quien se ampara en el supuesto del art. 196 y cc. del CPCyC. nunca debió ir más allá de lo resuelto a fs.100/101, que data del 24-2-04, es decir el acogimiento de la cautelar con la fianza personal de los letrados de la accionante. “Con la virtual sustanciación de una causa laboral, aunque se la intenta definir como penal, para nulificar un despido ejercido por el empleador -dentro de la normativa en vigencia- y reponer a la empleada en una posición que la ley vigente no admite sin la voluntad de aquél, se llega al antijurídico pronunciamiento de fs. 367/378, el cual carece de fundamento en la legislación específica, comporta un manifiesto abuso de jurisdicción del llamado (o elegido) a ser juez de amparo, al decidir en base a la Ley Antidiscriminatoria y en conocimiento de ...cuya aplicación resulta dudosa... (Cf. Voto del Dr. DE LA FUENTE, al integrar el voto de la mayoría en el citado caso BALAGUER). “Debo destacar que la amparista, al demandar a fs. 15/21, no invocó en ningún momento los alcances de la Ley N* 23551. “Si bien el art. 43 de la Constitución Provincial consagra la informalidad del amparo, el simple análisis del trámite cumplido hasta arribar a la sentencia impugnada, da cuenta de una ordinarización de la causa, con notoria desnaturalización del objeto del instituto, ya que no se observó ninguno de los procedimientos específicos contemplados (fueros Laboral, Penal, ni tampoco se respetó el principio esencial del juez natural). “Fue necesario producir prueba en condiciones de notoria precariedad de la bilateralidad restringida que caracteriza al amparo dentro de un procedimiento por demás anómalo con compromiso de la garantía de defensa en juicio, para arribar a las conclusiones del decisorio, con desvirtuación de los atributos de la esencia del instituto del art. 43 de la C.N., el art. 43 de la C.P. y la propia Ley N* 23592, contradiciendo los arts. 14, 14 bis, 16 y cc. de la misma C.N., las Leyes N* 20744 y N* 23551 de la Nación y las Leyes N* 1504, N* 2107 y modificatorias, N* 2430 y cc. de la Provincia. “Más allá de que no hubo observancia alguna del inc. e) del art. 4 de la Ley N* 24.515 durante todo el proceso, ni en el propio decisorio. “Las consideraciones que formulo no comportan ningún anticipo de opinión sobre el fondo del asunto, sino exclusivamente la atención de los fundamentos del recurso en orden a la inadmisibilidad de la acción en la forma propuesta y la necesidad de un adecuado acceso a la justicia, ante el Juez Natural, con el debido proceso y a fin de garantizar la defensa en juicio con igualdad ante la ley.“Mi opinión es que no surge invocación de la L.A.S. por parte de la amparista, por lo que no hay analogía con el precedente BALAGUER; los hechos de autos en cuanto al despido deben ser objeto de un mayor debate y prueba en la sede ordinaria del fuero respectivo, o sea el Laboral del art. 50 inc. 3) y cc. de la Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley N* 1504 e inclusive los eventuales alcances -aquí no invocados de la Ley N* 23551- por parte de la accionante. Asimismo el acto presuntamente discriminatorio, según lo entiende la propia actora -a fs. 414- con la coincidencia de la Procurador General Subrogante -a fs. 436con todos sus efectos, debe derivarlo al fuero en lo Criminal, según resulte en lo provincial o lo federal. “La amparista ya se encuentra provisoriamente protegida por la cautelar de fs. 100/101. “El objeto del amparo en la alternativa más favorable a la accionante -insisto-, se agotó con esa medida de fs. 100/101. Todo lo demás es improcedente y nulo, viola el derecho de fondo, infringe la legislación procesal y altera principios esenciales del ordenamiento jurídico objetivo, que no se pueden enervar con la presunción discriminatoria si la misma necesita de y es materia de prueba cual se ordenó a fs. 125/126, el 26-3-2004. “El instituto del art. 43 de la C.N. requiere ... acto u omisión... que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, los tratados o una ley... contra cualquier forma de discriminación..., no surgiendo prima facie de los elementos obrantes en autos que un entuerto necesitado de tal plexo probatorio pueda razonablemente ser tramitado y resuelto por un juez de otro fuero, palmariamente incompetente en razón de la materia y el grado, a raíz de haber sido elegido (no por ser el “inmediato”) llamado a ser juez de amparo, en un proceso de rito anómalo (o inexistente), con condicionada y restricta bilateralidad. “En consecuencia, la acción de amparo según fs. 15/21 era improponible por derivar de una relación de contrato de trabajo del sector privado regida por la L.C.T. (no es el caso STAFFORINI, Marcelo v. MINISTERIO DE TRABAJO ANSES s/Amparo, de la C. Nac. Trab., sala 10ª, 29-06-2001, Lexis N* 13/8431) y sin que se haya amparado en ninguna invocación de la tutela sindical de los arts. 47 y ss., 53 y cc. de la L.A.S., que tiene vías expresas en la Ley N* 2107 y modificatorias para un ilícito penal y en la Ley N* 1504 para atacar el acto del empleador ante los tribunales del fuero laboral. Asimismo la acción fue impetrada ante un juez elegido, sin acreditar que sea el inmediato, de otro fuero (Criminal) en inobservancia de la doctrina legal, sentada los precedentes ut supra citados FULVI y CONEJO MARINO, y tampoco probar la inexistencia de otra vía idónea. “Por todo lo expuesto, obvia es la inadmisibilidad, que da respuesta al primero de los agravios del recurso en consideración que hace devenir en innecesario el tratamiento de los restantes, además de inconveniente para evitar rozar anticipo de opinión sobre los que hacen al fondo del asunto. “La cuestión debe reencauzarse procesalmente ante quien o quienes resulten su juez natural.- ES MI VOTO. “A la primera cuestión los señores Jueces doctores Víctor H. SODERO NIEVAS y Alberto I. BALLADINI dijeron: “Que a fs. 15/21 la señora MARIA MABEL PELLEJERO inicia acción de amparo en los términos del art. 43 de la Constitución Nacional, contra el Banco Hipotecario S.A., por violación de los arts. 1 de la Ley N* 23592, 14 bis, 16 y cc. de la Constitución Nacional y 17, 81 de la L.C.T., alegando actos discriminatorios de persecución político gremial en su contra y de su esposo, Secretario General de la Seccional Viedma de la Asociación Bancaria, y a la vez Congresal titular de esa institución, Sr. Rodolfo R. Cufré. “Solicita se declare nulo el despido notificado mediante telegrama colacionado N* 41 del 15 de enero del 2004 y se dicte una medida cautelar, ordenando suspender provisoriamente los efectos del despido notificado, hasta el dictado de la sentencia. “La accionante ha sido despedida el 16-1-2004, conforme el art. 242 de la L.C.T., por su empleador -BANCO HIPOTECARIO S.A.-, fundado en graves y reiteradas irregularidades, en su función de ser encargada del art. 13 de la Ley N* 24.143 de la Sucursal VIEDMA. El Banco consideró que la actora facilitó el excepcional otorgamiento de un beneficio -previsto en el art. 13 de la ley N* 24143- a favor de su hermano, OSCAR HUGO PELLEJERO, quien tan sólo era poseedor por boleto de compraventa, evitando controles y acreditaciones, y así permitiendo iniciar la tramitación en forma indebida sin atender a las constancias administrativas, facilitando la realización de una maniobra tardía, improcedente en relación al fallecimiento del deudor titular. “Asimismo la amparista señala que el Banco Hipotecario adujo que quienes solicitaron la cancelación del crédito carecían de derecho real sobre el inmueble y que -su empleador- entendió que ella no habría brindado la debida colaboración -a los fines de advertir sobre la situación de la carencia de derecho, antes aludido-, resultando de ello un beneficio indebido a su mencionado hermano. Arguye que la situación descripta generó un menoscabo de la confianza hacia ella, por lo cual el empleador cesó el vínculo con causa y por su exclusiva culpa. “El Banco Hipotecario S.A. a fs. 44/57, invoca la improcedencia de la vía elegida para el ejercicio de tal pretensión, sostiene que la naturaleza contractual de la relación vuelve improponible la acción impetrada, susceptible de un proceso de conocimiento, advirtiendo la no acreditación de la inexistencia de otro medio procesal más idóneo para invocar tan excepcional y urgente remedio residual. “Respecto al despido, sostiene que éste lo ha sido con causa justificada por ser firmante de siete trámites internos que condujeron a las resoluciones tomadas en el expediente que benefició a su hermano; y que la Ley N* 23551 limita la estabilidad gremial a los trabajadores que cumplen funciones como representantes de los trabajadores y bajo ningún concepto extiende la misma a sus cónyuges o familiares. “Agrega que no existe garantía al trabajador privado de la estabilidad propia por destitución sin causa justa (con restitución al empleo), sino la reparación económica a través de una indemnización. Citando a Germán BIDART CAMPOS sostiene que lo que consagra la Constitución es la estabilidad impropia, a través de la expresión protección contra el despido arbitrario en la que, incluso, la voz estabilidad no aparece, como sí en cambio figura en la garantía concedida para el empleo público. “A fs. 100/101 el Juez hace lugar a la cautelar solicitada ordenando la reincorporación provisoria a su trabajo y en forma inmediata y hasta tanto se dicte sentencia definitiva en autos, previa fianza personal del apoderado y del patrocinante de la amparista. “Contra la resolución de fs. 100/101, apeló el requerido a fs. 114/120, recurso que se rechazó in limine, conforme constancia obrante a fs. 122 y vta. “En la Se. N* 156, que luce a fs. 367/378 y vta., el juez de amparo resuelve decretar la nulidad del despido de la actora y ordena la inmediata reincorporación en su puesto de trabajo, por haber sido despedida discriminatoriamente y en aplicación del principio in dubio pro operario. “A fs. 380 el Banco Hipotecario S.A. interpone recurso de apelación con expresión de agravios a fs. 384/399, manteniendo su postura de que la actora ocurra por la vía que corresponde atento existir otros procesos adecuados al objeto del litigio, si se considera acreedora de las indemnizaciones por despido y se condene a la accionante en costas en ambas instancias. “Agrega que la actora no presentó prueba alguna respecto a los motivos de una eventual discriminación y que ser la esposa del Secretario General de la Asociación Bancaria, Seccional Viedma, es un hecho totalmente ajeno a su despido. “Expresa que al sancionarse la Ley N* 25013, el Congreso de la Nación estableció una protección contra la discriminación en materia laboral, disponiendo un agravamiento en la indemnización por despido y, bajo ningún concepto, un régimen de estabilidad perfecta. “Por el contrario, agrega, el Juez a-quo extendió la estabilidad perfecta a la esposa de un dirigente gremial, cuando ni siquiera se está en presencia de una discriminación y el despido es una facultad absolutamente potestativa del empleador. “La actora contesta dichos agravios a fs. 404/427, sosteniendo que la vía elegida resulta plenamente operativa para dar remedio a la situación planteada, en un caso en el que el despido se ha realizado por ser la esposa del Secretario General del Gremio Bancario Seccional Viedma, no tratándose de una simple cuestión de naturaleza laboral. “Agrega que en el precedente Balaguer, Catalina Teresa c/Pepsico de Argentina SRL., CNTrab.,Sala VI, 2004-3-10, el Juez tuvo en consideración que El modo en que se ha trabado la controversia impone, por aplicación del principio de carga dinámica de la prueba, que quien ha tomado una decisión, sabiendo de las consecuencias del acto, deba demostrar que su intencionalidad no fue típicamente castigada por la norma jurídica. “A fs. 435/437 la Sra. Procuradora General Subrogante considera que no se trata en autos de una cuestión laboral, siendo de aplicación la Ley Antidiscriminatoria N* 23592 (de naturaleza jurídica penal), cuyo Artículo 1* ordena a quien discrimine a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño material y moral ocasionados, y es por ello que la única forma de lograrlo es reponiendo al trabajador en su puesto de trabajo, ya que los despidos discriminatorios son nulos y carecen de eficacia. “Ingresando al tratamiento del recurso de apelación interpuesto abordaremos en primer lugar la cuestión relativa a la vía elegida, o sea el ensamble entre la Ley N* 23592 con lo dispuesto por el art.43 de nuestra Constitución Provincial que regula en forma genérica al amparo, todo ello en función del art. 14 de la Constitución Provincial. “En nuestro entendimiento corresponde habilitar la vía del art. 43, C.P. en forma excepcional para resolver sobre el alcance y protección del art. 1* de la Ley N* 23592 invocada por la amparista toda vez que no existe un procedimiento específicamente reglado y tampoco se percibe que las vías alternativas o paralelas puedan erigirse en esta circunstancia en un remedio judicial más idóneo. “Corresponde puntualizar además que la Ley N* 23592 opera como garantía del pleno ejercicio de derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional según el texto expreso del art.1* de la misma ley que, como bien sabemos, es anterior a la reforma de 1994. Esto tiene su importancia en tanto la protección antidiscriminatoria es conforme a la tradición legislativa ya contemplada originariamente en los arts. 17, 81 y 172 de la Ley de Contrato de Trabajo que establecen en forma genérica la prohibición de discriminar por motivos de sexo, raza, nacionalidad, religión, política, actividad gremial y edad, y además impone el deber de igualdad de trato en identidad de situaciones. “En síntesis, no es más que un corolario del derecho a trabajar libremente, garantizado por el art. 14 de la C.N. y, por el otro lado, de la protección contra el despido arbitrario (cf. 14 bis, C.N.) ya que justamente la Ley N* 23592 establece, como condición de su protección, que exista un acto arbitrario. “Sin embargo, a partir de la reforma de 1994 debemos recordar que la protección encuentra anclaje en Pactos y Convenciones Internacionales, así el art. 26 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el art. 5 del Convenio Internacional sobre la eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, y el art. 11 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art. 2; Declaración Universal de Derechos Humanos, art.7 y Convención Americana de Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica), art. 24. “Conviene asimismo recordar que la República Argentina ha ratificado los Convenios 100 y 111 de la O.I.T. relativos a la igualdad de remuneración entre la mano de obra masculina y femenina y a la discriminación en materia de empleo y ocupación, normas que como sabemos tienen jerarquía superior a las leyes. “Asimismo debemos tener en consideración los arts. 32 y 39 de la Constitución Provincial. “Ya hemos mencionado los arts. 17 y 81 de la Ley de Contrato de Trabajo que no son más que expresiones del Convenio 111 de la O.I.T. y la propia Ley N* 20392 que no es sino el corolario del Convenio 100. Pero vemos entonces que la Ley N* 23593, que es de carácter general, tiene su propia razón de ser, su propia entidad, y opera como una garantía más que ha sobrevivido en el marco del derecho interno como una norma operativa y debe interpretarse conforme la vieja directiva sentada por la CSJN. Así, por ejemplo, recordamos en materia de derechos y garantías constitucionales que es regla en la interpretación de las leyes dar pleno efecto a la intención del legislador, computando la totalidad de sus preceptos de manera que se compadezca con el ordenamiento jurídico restante y con los principios y garantías de la Constitución Nacional (Fallos 310:937). Otro de los principios que establece es que en la interpretación de los preceptos legales debe preferirse la que mejor concuerde con los derechos y garantías constitucionales (Fallos 312:185). Como tercera directiva, sus preceptos legales deben ser interpretados analizando todo su contexto legal, su espíritu, y en especial con relación a las demás normas, de igual y superior jerarquía que sobre la materia contenga un ordenamiento jurídico, debiendo estarse preferentemente por su validez, y sólo como última alternativa por su inconstitucionalidad (Fallos 312:296). Cuarto, el principio de hermenéutica jurídica, en los casos no contemplados especialmente, debe preferirse la interpretación que favorece y no la que dificulta los fines perseguidos por la norma (312:1833); y por último, que la misión judicial no se agota con la remisión a la letra de la ley, toda vez que los jueces, en cuanto servidores del derecho, y para la realización de la justicia, no pueden prescindir de la ratio legis y del espíritu de la norma (Fallos 313:1293). “En síntesis, tratándose como vemos de un conjunto de normas que fluyen de garantías expresas de la Constitución Nacional sin perjuicio de los Pactos, Tratados y Convenios citados y la legislación aplicable en el caso se ajusta a dichas previsiones, no cabe sino resolver conforme al principio de supremacía constitucional que es el primer capítulo de la jurisdicción constitucional conforme lo enseña Bidart Campos (en su obra La interpretación y Control constitucionales..., Ed. EDIAR, 1987, en particular págs. 50/55); y concluyendo, No habiendo en la constitución formal norma implícitamente injusta, la supremacía de la constitución formal resguarda simultáneamente a la justicia material; o, como suele decirse, controlando la supremacía constitucional se asegura la adecuación de las materias controladas a la justicia material a través de la justicia formal, y ello es lo que ocurre al aplicar la garantía personal antidiscriminatoria dentro de la protección expresa del art. 43 de la Constitución Provincial cuando se comprueba un acto arbitrario discriminatorio. “Concluyendo, debemos destacar la amplitud del art. 43 de nuestra Constitución Provincial en tanto ampara todos los derechos y libertades humanas reconocidos expresa o implícitamente por esta Constitución, por lo que no cabe duda, conforme al contexto normativo ya reseñado, que tiene su expresión señera en el art. 126 de la Constitución Nacional, una interpretación contextual, que integra y armoniza todas las normas legales citadas y permite superar cualquier imperfección técnica en la instrumentación legal para evitar precisamente una frustración de los derechos (Fallos 312:296 y 312:1296). “Por otra parte, a nuestro entender, tampoco se debe frustrar el proceso con un conflicto originado en la carta documento de fecha 17 de enero de 2004 del Banco Hipotecario Nacional que alude a la existencia de graves y reiteradas irregularidades en el desempeño de las específicas responsabilidades de la actora, María Mabel PELLEJERO, que da cuenta, dentro de otras cuestiones, de una operación crediticia vinculada a un familiar, que tienen su conclusión el 31 de enero de 2004 al ratificarse el despido operado por telegrama N* 41 de fecha 15 de enero de 2004, o sea, un despido invocando justa causa y que pese a las limitaciones que tiene el amparo ha permitido una amplia defensa, un ejercicio probatorio completo sin que los extremos invocados hayan podido ser acreditados. A nuestro entender la remisión a otro fuero o instancia para que se conozca de lo mismo que ya se ha debatido en este pleito implicaría no solamente negar la operatividad de la garantía constitucional sino también el edificio del derecho en que se asienta una delicada estructura, cuyos arbotantes o pilares son el principio de legalidad, el de seguridad jurídica y el de razonabilidad, conforme Félix LOÑ y Augusto M. MORELLO en Lecturas de la Constitución, Ed. Lexis Nexis, p. 487 y ss., ed. 2003). “Corresponde aclarar a esta altura de la argumentación, que prescindimos de toda consideración respecto a la reforma introducida por la Ley N* 25013, art. 11, toda vez que la misma fue derogada por el art. 41, Ley N* 25877, razón por la que la única norma nacional aplicable al caso de autos es la Ley N* 23592. “Ahora corresponde tratar las consecuencias que derivan de la aplicación de la citada ley. Es decir, cómo ha de entenderse el art. 1, en tanto y en cuanto al no poder el demandado acreditar las imputaciones que daban lugar a un despido sin causa, y al quedar transformado éste en un acto arbitrario, ha privado de su empleo a la parte actora. “En principio, ha de estarse a la ley invocada y aplicable que prevé como consecuencia la nulificación del acto discriminatorio sin perjuicio de la reparación del daño moral y material ocasionado; y a ello deberemos atenernos ya que si bien es cierto que la actora pudo transformar la acción en daños y perjuicios, en este caso ha expresado firmemente su voluntad de permanecer en el cargo con los derechos que derivan de la carrera laboral. Y esta voluntad debe prevalecer sobre cualquier otra interpretación posible por tratarse de una garantía de rango personal. A nuestro entender ya implícita en los arts. 19 y 33 de la Constitución Nacional de 1853. Es decir, operativa antes de la vigencia del art. 14 bis, C.N. “Corresponde remitirse al respecto a la Cámara Nacional del Trabajo, Sala 10, fallo del 21 de junio del 2001, Stafforini, Marcelo c/Ministerio del Trabajo en cuanto: La ley 23952 permite dejar sin efecto el acto discriminatorio aún cuando se trata de un despido dispuesto en el régimen de estabilidad impropia. Es que el acto discriminatorio está prohibido por la Constitución Nacional (cf. art. 16, C.N.; ver Bidart Campos Manual de la Const. Reformada, Ed. Ediar, 2000, T.I, ps. 532/535) y por la ley mencionada (art. 1*), por lo tanto tiene un objeto prohibido (art. 953, Código Civil) y entonces es nulo (art. 1044, Código Civil); en consecuencia el perjuicio debe ser reparado reponiendo las cosas al estado anterior al acto lesivo. Doctrina ésta, que compartimos, sin lugar a dudas, por adecuarse además a lo previsto expresamente en el art. 18 del Código Civil que establece expresamente que los actos prohibidos por las leyes son de ningún valor, si la ley no designa otro efecto para el caso de contravención (cf. Rodríguez Mancini, Jorge, Confalonieri H., Juan Angel, Reformas Laborales, Ed. Astrea, Bs.As., 2000, ps. 148/149). “No se nos escapa la discusión doctrinaria a que dio lugar la interpretación de la Ley N* 23592 cuyos exponentes máximos fueron Vázquez Vialard, Antonio (Trabajo y Seguridad Social 97-1047, a favor de una asimilación del régimen indemnizatorio común) y Martínez Vivot, Julio (Derecho del Trabajo, 1997-B-1731), en orden a la interpretación clásica u ortodoxa, la que nosotros compartimos, entendiendo que la violación del mandato constitucional torna al acto discriminatorio, nulo con los alcances de los arts. 1044 y 1045 del C.C. y que es imposible ponderar otra solución si no es con el consentimiento expreso del trabajador afectado. “En la misma línea de razonamiento anterior se inscriben numerosos precedentes de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, la mayoría tramitados mediante la acción de amparo, destacándose en último término el dictado por la Sala 6ta. en el precedente Balaguer, Catalina Teresa c/Pepsico Argentina SRL., del 10 de marzo del 2004, donde el doctor Juan Carlos Fernández Madrid mantuvo la posición clásica u ortodoxa, aunque con las salvedades que hiciera el juez del voto ponente en orden al voto del Dr. De la Fuente, a cuyos fundamentos nos remitimos por razones de brevedad. “Sin embargo dejamos a salvo nuestra opinión en el sentido de que si bien el art. 53 de la Ley N* 23551 se refiere a prácticas desleales, cuyos incs. e y j) citados no tienen aplicación a la presente causa, ya que no estamos aquí frente a un supuesto de participación en medidas o actividades sindicales y tampoco ante el ejercicio de derechos sindicales de ese régimen, sino que juzgamos el despido de la esposa del máximo dirigente sindical de la entidad bancaria en la Delegación Viedma, razón que obliga al encuadramiento necesario y único en la Ley N* 23592. NUESTRO VOTO. (“...”) “En síntesis propongo: “1*) HACER LUGAR PARCIALMENTE al recurso de apelación (fs. 384/399), dejar sin efecto el fallo en crisis (fs. 367/378) y anular lo actuado, retrotrayendo el procedimiento a fs.100/101, en cuanto a la vigencia de la medida cautelar con las limitaciones de los arts. 196 y cc. del CPCyC., con la caución personal de los letrados apoderado y patrocinante de la amparista (fs. 102). “2*) REMITIR los autos a la CAMARA DEL TRABAJO DE VIEDMA para que adecue el procedimiento a las disposiciones de la normativa sustancial y la legislación ritual, a los fines de la revisión del acto del que se agravia la amparista. A la segunda cuestión los señores Jueces doctores Víctor H. SODERO NIEVAS y Alberto I. BALLADINI dijeron: “Respecto de la segunda cuestión y ya en lo referido al decisorio, corresponderá rechazar el recurso de apelación de fs. 384/399 confirmando el decisorio del Juez de Amparo de fs. 367/378 y vta., con costas; fijándose los honorarios en el 25% de los regulados en la instancia inferior para el Dr. Carlos M. Valverde y en el 35%, en forma conjunta, para los letrados de la amparista, doctores Ariel A. Gallinger y Francisco Raúl Digüero.- ASI VOTAMOS. “Por ello, “EL SUPERIOR TRIBUNAL DE JUSTICIA DE LA PROVINCIA “R E S U E L V E: “Primero: Rechazar el recurso de apelación interpuesto por el apoderado del Banco Hipotecario S.A. a fs. 384/399 de las presentes actuaciones y confirmar el decisorio del Juez de Amparo de fs. 367/378 y vta.; con costas (art. 68 del CPCyC.)... (PROTOCOLIZACION Tomo II-Se. N* 52- Folios 507/533-Sec. N* 4; EXPTE. N* 19872/04. -SENTENCIA: N* 52)”. 9.- Merecen empero destacarse, en lo que se refiere al tema despido discriminatorio por enfermedad (legalmente tipificada), los siguientes precedentes que, a mi juicio, resultan ser los que mayor similitud guardan con el presente: “La accionante entabló una medida cautelar tendiente al mantenimiento de la cobertura asistencial médica prepaga, elementos probatorios de los que surge ostensiblemente la existencia de peligro en la demora, toda vez que debido a su delicado estado de salud, de suspenderse el tratamiento médico al que se halla sometida por insuficiencia renal, correría peligro su vida. La medida innovativa es procedente porque se halla basada esencialmente en la protección del derecho a la salud y a la vida de la trabajadora afectada, puesto que aún cuando la cuestión de fondo trasunta un planteo de discriminación en el despido adoptado por la patronal, que en el terreno de la hipótesis podría traer aparejada la nulidad del acto rescisorio o su consecuente reparación indemnizatoria en este estado del proceso devendría improcedente un análisis profundo del debate en tanto resulta ajeno a la mera incidencia precautoria. Ello así independientemente de la posibilidad de lo que pudiere llegar a decidirse de acompañarse nuevos elementos probatorios, en tanto que la presente cuestión no causa estado”. (CNTr Sala II in re: “Truden, Ana c/ICI Argentina SA” s/medida cautelar Magistrados: (GONZALEZ-RODRIGUEZ); 09/09/2004 - Exp.nº 13124/04 Sent.nº52293 SI; LD, ibíd., voces: “despido discriminatorio”, n° 120; hago notar la similitud con el caso de la especie, en el que también se dispuso una medida cautelar semejante); “El despido del actor es particularmente disvalioso por padecer de una enfermedad terminal, pues la segregación laboral en semejantes circunstancias violenta el principio general de no discriminación amparado por la Constitución Nacional en sus arts. 14 bis y 16. A su vez, tal conducta es repelida por la LCT -que en su art. 17 prohíbe cualquier tipo de discriminación entre los trabajadores -y por la ley 23592- referida expresamente a los actos discriminatorios”; “En principio, el resarcimiento tarifado cubre todos los daños derivados del despido arbitrario, resultando procedente la reparación civil en aquellos casos excepcionales en que el despido vaya acompañado por una conducta adicional que justifique claramente que el empleador excedió las necesidades y límites impuestos por la LCT, configurándose un daño civilmente resarcible. Así, el despido del trabajador que padece un cáncer terminal supone una conducta discriminatoria por parte del empleador que debe cargar con las consecuencias extracontractuales que ocasionó su proceder”. (CNTr Sala V, in re: “Rossi Rodolfo Alejandro c/Orígenes AFJP S.A.” s/Despido, Magistrados: Garcìa Margalejo, Boutigue, 06/05/2005 - Exp.nº 17064/02. Sent.nºs.d.67602; LDE, íd. Nros. 124/125); “Resulta discriminatorio el despido de una trabajadora que padece epilepsia, a la que luego de una recaída la accionada le informa que no tenía tareas livianas para asignarle (tareas administrativas que no requirieran prolongada deambulación). El cuadro padecido por la actora está especialmente excluido de todo acto discriminatorio y especialmente protegido por la ley 25504”. (CNTr Sala VI in re: “Toro, Dora c/SPM Sistema de Protección Médica SA” y otro s/despido; 15/11/2006 Exp.nº13463/04 Sent.nº 59275 S/D; LD, íd., n° 160). 10.- RECAPITULANDO: Pues bien, fallos citados en el Pto. 8 (Pto. 8, F.1), F.2) y F.3), de distintas Salas de la Cámara de Apelaciones Nacional del Trabajo y del Tribunal Superior de Río Negro, se hallan en apelación ante la Corte Suprema de la Nación, habiendo ella convocado “amicus curiae” (cuando menos in re: “Pellejero”), y mediando dictamen de la Procuración General de la Nación, en todos las casos, favorable a la confirmación de los decisorios. Por sí solo, ello habla de la gravedad y complejidad de la cuestión (hoy, precisamente, objeto de estudio en cursos académicos de posgrado), acentuada en la especie, a raíz del extenso lapso transcurrido desde los hechos y de la magnitud del “quantum” indemnizatorio que se reclama, y que, como se anticipara, en buena medida será receptado en la presente. (Amén, claro, de la orden de “reinstalación” que también se seguirá). Por lo demás, a todo ello se suma la circunstancia de que el de autos, al menos por lo que conozco y al extremo en que aquí se ha planteado, es el primer caso que, en el país, un tribunal de alzada se pronuncia respecto de un despido discriminatorio en relación a una enfermedad no contemplada, desde esta perspectiva, por una ley específica como lo es el caso del sida, epilepsia, diabetes... en donde sí han mediado pronunciamientos de los tribunales en no escasas oportunidades, sobre todo respecto de la primera de ellas. (Véase Lex Doctor, Versión 8.0, voces: “despido discriminatorio enfermedad”, 10 sumarios; igualmente, mismo repertorio, voces: “despido discriminatorio”, 320 sumarios). Así pues, lamentablemente, me he visto en la necesidad de extender la exposición que creo, insisto, por virtud de lo que hay en juego, no alcanza el grado de la desmesura. Empero, la síntesis se torna imperiosa a esta altura: _el “exordio” intenta clarificar la temática de las acciones acumuladas objetivamente en ambos litigios e, igualmente, a través de la acumulación de ellos (pto. 4 A), B) y C); _señalar, a la vez, que desde un punto de vista “formal” no existe contradicción o superposición entre ellas, y todas se encuentran aquí disponibles para su consideración y análisis en lo que se refiere al aspecto de su “fundabilidad” ya que, a raíz de su “conexidad”, su “acumulación” no sólo es posible sino aun “necesaria” (pto. 4 D) y E); _inicialmente, se puso también de relieve que, aunque se receptará el recurso de la actora en su mayor extensión, la “fundamentación de derecho” en la presente no es “enteramente coincidente” con la que aquella parte “invoca al instaurar el proceso y al apelar”, no obstante lo cual la “complementación” de la argumentación halla justificación en la aplicación del brocárdico “iura curia novit” (pto. 4 A); _no en el orden de la exposición sino en lo que concierne a jerarquía de importancia, la fundamentación, en su totalidad, se sustenta en la “dignidad” del ser humano en cuanto “persona”, dignidad que se extiende al desempeño del trabajo por parte de ella, tomándose como base la Doctrina Social de la Iglesia Católica por su autoridad y aceptación en el concierto internacional y en nuestro propio país (pto. 8 C); 1) he aquí, pues, las principales ideas que se aportan en cuanto a la “dignidad” de la “persona humana”: a) ella brota de manera inmediata del hecho de que el ser humano es “imagen y semejanza de Dios” (“imago Dei”); b) ahora bien, por ello mismo, el ser humano descubre su individuación y propia dignidad, como su vocación a la comunión con las demás personas y las exigencias de la justicia y la paz; c) sabiéndose amado de manera indefectible por Dios, el hombre comprende la propia dignidad trascendente, y aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una red de relaciones cada vez más auténticamente humana; d) la humanidad comprende, cada vez con mayor claridad, que se halla ligada por un destino único que exige asumir la responsabilidad en común, inspirada por un humanismo integral y solidario; e) los hombres de nuestro tiempo desean ardientemente que el progreso esté orientado al verdadero bien de la humanidad de hoy y del mañana; f) el ser humano tiene la dignidad de persona: no es solamente algo, sino alguien; g) la persona humana es un ser personal creado por Dios para la relación con Él... el hombre, en efecto, no es un ser solitario ya que, por su íntima naturaleza, es un ser social y no puede vivir ni desplegar sus cualidades, sin relacionarse con los demás; h) el hombre y la mujer tienen la misma dignidad y son de igual valor, no sólo porque ambos, en su diversidad, son imagen de Dios, sino más profundamente aún, porque el dinamismo de reciprocidad que anima el nosotros de la pareja humana es imagen de Dios; 2) la misma ilación nos conduce a la dignidad del trabajo: a) El trabajo humano tiene una doble dimensión: objetiva y subjetiva. En sentido objetivo, es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que el hombre se sirve para producir, para dominar la tierra, según las palabras del libro del Génesis. El trabajo en sentido subjetivo, es el actuar del hombre en cuanto ser dinámico, capaz de realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del trabajo y que corresponden a su vocación personal... como imagen de Dios, es una persona... como persona es, pues, sujeto del trabajo; b) el trabajo en sentido objetivo constituye el aspecto contingente de la actividad humana, que varía incesantemente en sus modalidades con la mutación de las condiciones técnicas, culturales, sociales y políticas. El trabajo en sentido subjetivo se configura, en cambio, como su dimensión estable, porque no depende de lo que el hombre realiza concretamente ni del tipo de actividad que ejercita sino sólo y exclusivamente de su dignidad de ser personal; de ello se sigue la necesidad de implementar una organización de los sistemas económicos y sociales, respetuosa de los derechos del hombre; c) la subjetividad confiere al trabajo su peculiar dignidad que impide considerarlo como una simple mercancía o un elemento impersonal de la organización productiva; d) el trabajo, independientemente de su mayor o menor valor objetivo, es expresión esencial de la persona, es “actus personae”; cualquier forma de materialismo o de economicismo que intentase reducir al trabajador a mero instrumento de producción, a simple fuerza-trabajo, a valor exclusivamente material, acabaría por desnaturalizar irremediablemente la esencia del trabajo, privándolo de su finalidad más noble y profundamente humana; la persona es la medida de la dignidad del trabajo; e) la dimensión subjetiva del trabajo debe tener preeminencia sobre la objetiva... si este concepto se pierde de vista, el trabajo pierde su significado más verdadero y profundo: en este caso, por desgracia frecuente y difundido, la actividad laboral y las mismas técnicas utilizadas se consideran más importantes que el hombre mismo y, de aliadas, se convierten en enemigas de su dignidad; f) el trabajo humano no solamente procede de la persona sino que está también esencialmente ordenado y finalizado a ella; independientemente de un contenido objetivo, el trabajo debe estar orientado hacia el sujeto que lo realiza porque la finalidad del trabajo, de cualquier trabajo, es siempre el hombre; aun cuando no se puede ignorar la importancia del componente objetivo del trabajo desde el punto de vista de calidad, este componente, sin embargo, está subordinado a la realización del hombre, y por ello a la dimensión subjetiva, gracias a la cual es posible afirmar que el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo; g) el trabajo posee también una dimensión social. El trabajo de un hombre, en efecto, se vincula naturalmente con el de otros hombres: hoy, principalmente, el trabajar es trabajar con otros y trabajar para otros: es un hacer algo para alguien; h) si no hay un orden social y jurídico que garantice el ejercicio del trabajo... luego, el trabajo no puede ser valorado justamente ni remunerado con equidad si no se tiene en cuenta su carácter social e individual; i) el trabajo, por su carácter subjetivo o personal, es superior a cualquier otro factor de producción; este principio vale, en particular, con respecto al capital; j) la doctrina social ha abordado las relaciones entre trabajo y capital destacando la prioridad del primero sobre el segundo así como su complementariedad; k) el trabajo tiene una prioridad intrínseca con respecto al capital: este principio se refiere directamente al proceso mismo de producción, respecto al cual el trabajo es siempre una causa eficiente primaria, mientras el capital, siendo el conjunto de los medios de producción, es sólo un instrumento o la causa instrumental; l) entre trabajo y capital debe existir complementariedad. La misma lógica intrínseca al proceso productivo demuestra la necesidad de su recíproca compenetración y la urgencia de dar vida a sistemas económicos en los que la antinomia entre trabajo y capital sea superada: ni el capital puede subsistir sin el trabajo ni el trabajo sin el capital; m) en la reflexión acerca de las relaciones entre trabajo y capital, sobre todo ante las imponentes transformaciones de nuestro tiempo, se debe considerar que el recurso principal y el factor decisivo de que dispone el hombre es el hombre mismo... el mundo del trabajo, en efecto, está descubriendo cada vez más que el valor del capital humano... se puede afirmar que, a diferencia de cuanto sucedía en la anterior organización del trabajo, donde el sujeto acababa por equipararse al objeto, a la máquina, hoy en cambio, la dimensión subjetiva del trabajo tiende a ser más decisiva e importante que la objetiva; 3) de ahí, pasamos pues a aspectos aún más generales: a) El derecho a la propiedad privada está subordinado al principio del destino universal de los bienes y no debe constituir motivo de impedimento al trabajo y al desarrollo de otros. La propiedad, que se adquiere sobre todo mediante el trabajo, debe servir al trabajo; a la vez, esto también vale para la propiedad de los medios de producción; pero el principio concierne igualmente a los bienes propios del mundo financiero, técnico, intelectual y personal; b) la propiedad privada y pública, así como los diversos mecanismos del sistema económico, deben estar predispuestas para garantizar una economía al servicio del hombre de manera que contribuyan a poner en práctica el destino universal de los bienes; en orden a ello, adquiere una gran importancia la cuestión relativa a la propiedad y al uso de las nuevas tecnologías y conocimientos que constituyen, en nuestro tiempo, una forma particular de propiedad no menos importante que la propiedad de la tierra y del capital; estos recursos, como todos los demás bienes, tienen un destino universal; por lo tanto deben también insertarse en un contexto de normas jurídicas y de reglas sociales que garanticen su uso inspirado en criterios de justicia, equidad y respeto de los derechos del hombre. Los nuevos conocimientos y tecnologías, gracias a sus enormes potencialidades, pueden contribuir en modo decisivo a la promoción del progreso social, pero pueden convertirse en factor de desempleo y ensanchamiento de las distancias entre zonas desarrolladas y subdesarrolladas, si permanecen concentrados en los países más ricos o en manos de grupos reducidos de poder; c) El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana... lo que hace que se considere la desocupación como una verdadera calamidad social; d) el trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él; la plena ocupación es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común; e) de todo lo anterior se sigue: el derecho a una justa remuneración; el derecho al descanso; el derecho a ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física de los trabajadores y no dañen su integridad moral; el derecho a que sea salvaguardada la propia personalidad en el lugar de trabajo, sin que sean conculcados de ningún modo en la propia conciencia o en la propia dignidad... el derecho a la pensión, así como a la seguridad social para la vejez, la enfermedad y en casos de accidentes relacionados con la prestación laboral; f) el mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo en países ricos, la búsqueda de áreas en las que emplazar la producción a bajo coste con el fin de reducir los precios de muchos bienes, aumentar el poder de adquisición y acelerar por tanto el índice de crecimiento, centrado en un mayor consumo en el propio mercado interior; consecuentemente, el mercado ha estimulado nuevas formas de competencia entre los estados con el fin de atraer centros productivos de empresas extranjeras, adoptando diversas medidas, como una fiscalidad favorable y la falta de reglamentación del mundo del trabajo; estos procesos han llevado a la reducción de la red de solidaridad social a cambio de la búsqueda de mayores ventajas competitivas en el mercado global, con grave peligro para los derechos de los trabajadores, para los derechos fundamentales del hombre y para la solidaridad, en las tradicionales formas del Estado social; g) la movilidad laboral, asociada a la desregulación generalizada, ha sido un fenómeno importante, no exento de aspectos positivos porque estimula la producción de nueva riqueza y el intercambio entre culturas diferentes; sin embargo, cuando la incertidumbre sobre las relaciones de trabajo a causa de la movilidad y la desregulación se hace endémica, surgen formas de inestabilidad psicológica, de dificultad para crear caminos propios coherentes en la vida, incluso el del matrimonio; como consecuencia, se producen situaciones de deterioro humano y de desperdicio social; respecto a lo que sucedía en la sociedad industrial del pasado, el paro provoca hoy nuevas formas de irrelevancia económica, y la actual crisis sólo puede empeorar dicha situación... el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad: Pues el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económico-social; h) la dignidad de la persona y las exigencias de la justicia requieren, sobre todo hoy, que las opciones económicas no hagan aumentar de manera excesiva y moralmente inaceptable las desigualdades y que se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo por parte de todos o lo mantengan; i) la doctrina social de la Iglesia no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado... en efecto, si el mercado se rige únicamente por el principio de la equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la cohesión social que necesita para su buen funcionamiento. Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica; j) se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia (en ese mismo curso de ideas, véase mi voto in re: “Banco de Galicia y Buenos Aires SA s/incidente apelación en autos: Saturno Hogar SA” s/concurso preventivo; Sala I, PI 2009-III-406/432); k) se ha de resaltar la relación entre pobreza y desocupación; los pobres son en muchos casos el resultado de la violación de la dignidad del trabajo humano, bien porque se limitan sus posibilidades (desocupación, subocupación), bien porque se devalúan los derechos que fluyen del mismo, especialmente el derecho al salario justo, a la seguridad de la persona del trabajador y de su familia; por esto, la Iglesia lanzó un llamamiento para una coalición mundial a favor del trabajo decente, alentando la estrategia de la Organización Mundial del Trabajo, pero: ¿qué significa la palabra decencia aplicada al trabajo? Significa un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; _ahora bien, en nuestra patria, todos esos ideales-principios particularmente la no discriminación- se hallan refrendados por la legislación positiva: normas constitucionales, Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos y concernientes específicamente al Derecho del Trabajo, ley de Contrato de Trabajo, Ley en contra de la discriminación (23.592), leyes que tutelan a pacientes de determinadas enfermedades; _y ha sido igualmente receptado por la doctrina especializada; 1) así, ante todo, por la del Derecho Constitucional; a) Bidart Campos: este autor, a partir del art. 14 bis CN, distingue entre estabilidad propia e impropia o relativa: la primera es la que corresponde a los empleados públicos y que, como principio general, importa su inamovilidad mientras mantengan buena conducta y aptitudes en el desempeño, persistiendo, a su vez, la necesidad de la tarea o función para la Administración ya que, a este último respecto, el concepto es que la función “requiere” al funcionario y no a la inversa (el funcionario “pide” la función), como suele suceder en nuestro “peculiar” sistema según, con acre ironía, lo apuntaba hace ya alrededor de seis décadas el Maestro del Derecho Administrativo, Dr. Rafael Bielsa (acerca de la estabilidad propia del empleado público y de la opinión de este autor, véase mi voto como juez del TSJ de esta Provincia in re: “Gutiérrez v. Pcia. del Neuquen”; 14 de noviembre de 1984; ED 114-152); Criterio que, con alguna variante terminológica, ha sido receptado por la generalidad de la doctrina y la jurisprudencia; así, esta última ha sostenido: “La estabilidad en el empleo es sin duda un instituto central del derecho del trabajo... La estabilidad propia tiene, a su vez, dos variantes. La estabilidad propia absoluta, que es aquella en la que su violación importa sin ningún atenuante la reincorporación del trabajador despedido... En cambio, la estabilidad propia relativa es aquella en la que se admite, frente a la resistencia del empleador de reincorporar a la persona despedida, la sustitución por una indemnización, que fijará el juez, y que como ejemplo puede ser el pago de los salarios desde el momento de la ruptura del vínculo hasta la fecha en que la persona está en condiciones de jubilarse... la estabilidad impropia, que es aquella que admite el despido incausado del trabajador por decisión unilateral del empleador, pero en tal caso le fija un régimen indemnizatorio con el fin de disuadirlo y de reparar con ello los daños que sufre el trabajador al perder el empleo”; “... la ley no prohíbe el despido sin causa pero no lo favorece y lo repara con el pago de la indemnización”; “La indemnización por despido que cumple la finalidad previsional de afianzar la estabilidad impropia del trabajador, cubriendo el riesgo de desocupación, es independiente del daño efectivamente sufrido” (pto. 5); _Bidart Campos, sin embargo, complementa su visión del art. 14 bis, aseverando que, sin bien desde un punto de vista puede hablarse de “despido arbitrario” de manera equivalente a “despido sin causa”, como en el vocabulario constitucional la palabra arbitrario es sinónimo de “irrazonable” puede también extenderse este significado al ámbito laboral y, entonces, el “despido arbitrario” adquirirá el sentido de un despido con tutela acentuada a través de una indemnización agravada (pto. 6); _ahora bien, la jurisprudencia desde hace ya tiempo, adopta con diversa “nomenclatura”- dicho criterio y equipara el despido arbitrario al “despido abusivo”, por caso, cuando median ingredientes mortificantes y desdorosos para el trabajador, pues entonces la cesantía excede el principio de buena fe o, directamente, si ocurre por “discriminación” o toda vez que se exceda de la simple discrecionalidad que al empleador le concede el orden legal para romper el vínculo intempestivamente, lo que torna dicha conducta en ilícita y abusiva o, también, si se causa un daño a los intereses materiales del trabajador más allá de la mera pérdida del empleo, o lo afecta en su faz moral, o aún, si el despido ha implicado un derecho que se ejerce sin un interés serio y legítimo y, con ello, no cumplimenta la función social y económica, deviniendo entonces en “disfuncional” o antifuncional o, de manera parecida a como aquí acaece, cuando el despido se produce por “haberse agotado la licencia por enfermedad” pues semejante circunstancia provoca “angustias a raíz de la imposibilidad de cubrir las necesidades de subsistencia del trabajador y su familia”; desde otro ángulo, si en un comienzo de su evolución la jurisprudencia requirió que el “distracto” se provocara por una actitud dolosa del empleador, posteriormente bastó que fuera por “imprudencia” o simple “ligereza” añadiéndose, en fin, que la conducta antifuncional de la empresa resulta ajena a su propio cometido, por lo que es insuficiente en lo que a “completividad” se refiere- la “indemnización tarifada” siendo de toda necesidad compensar el plus entrañado en esa misma antifuncionalidad, esto es, el daño moral, que suele presentarse in re ipsa (pto. 7 B); _la doctrina constitucionalista, en otro orden de cosas, define de manera general tanto el concepto de “discriminación” (refiriéndolo a la “igualdad ante la ley”) como la “operatividad” de la tutela que las Convenciones Internacionales brindan a la víctima: a) Bidart Campos explica: nuestro derecho constitucional exige la extensión igualitaria de los derechos a todas las personas, “sin ninguna de las discriminaciones que se dan por prohibidas, y que en nuestro derecho constitucional se reputan como principio general- teñidas de arbitrariedad”, agregando que en dichas Convenciones “la igualdad y la abolición de discriminaciones están impuestas en forma operativa” (pto. 8 A); b) y ya con Herrendorf, en otra obra, exponen: “No nos cabe la más mínima duda de que los tribunales de justicia... tienen la obligación de adoptar medidas sentencias en sentido lato- para hacer efectivos los derechos y libertades reconocidos en el tratado internacional. Si no lo hacen, comprometen la responsabilidad internacional del estado”; culminando: “Siempre es posible tomar en cuenta la norma programática y superar de algún modo el bloqueo que padece. En suma, los tribunales de justicia a través de sus sentencias... siempre están convocados, con obligación internacional, a conferir efectividad a los derechos, las libertades y las garantías emanadas del tratado. Jamás pueden inhibirse, y mucho menos alegar que el tratado no es derecho interno, ni siquiera frente a las cláusulas programáticas que contenga” (pto. 8 A); c) en tanto Colautti expone: “Sieyès acuñó el célebre concepto de que todo privilegio es opuesto al derecho... Parte fundamental del credo de la Revolución Americana es la frase de Jefferson los hombres nacen iguales que tuvo su equivalente en el axioma liberté, égalité, fraternité de la Revolución Francesa... el concepto de igualdad ante la ley parte fundamental de la concepción jurídica de la revolución francesa, de donde pasó a nuestros documentos constitucionales- es el que tuvo el primer desarrollo cronológico a partir del constitucionalismo... Su afirmación constituye una herramienta que en forma indirecta preserva todos los valores constitucionales. No obstante, es innegable que las normas necesariamente establecen distinciones. Nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación ha acuñado una definición que abarca tanto el concepto de igualdad como el de no discriminación: La igualdad importa la obligación de tratar de un modo igual a los iguales en iguales circunstancias, pero no impide que la legislación contemple de manera distinta situaciones que considera diferentes, con tal de que el criterio de distinción no sea arbitrario o responda a un propósito de hostilidad a personas o grupos determinados (caso Roque Carranza, Fallos: 229: 428, 1954)” (pto. 8 A); 2) la doctrina laboralista adhiere a dichos postulados: a) Beatriz Ferdman asevera: “no se asegura al trabajador la estabilidad propia o absoluta, sino que se trata de proteger al empleado de los efectos de un despido sin causa, sin violentar la libertad del empleador de mantener los puestos de trabajo. De conformidad con ello, la protección constitucional se materializa respecto de los trabajadores privados mediante el pago de una indemnización”; y “a posteriori” ella misma: “Sentado ello, y toda vez que la ley 23.592 permite dejar sin efecto el acto discriminatorio, cabe preguntarse si su operatividad se encuentra neutralizada por el sistema de estabilidad relativo estructurado por la Ley de Contrato de Trabajo, tal como lo sostiene un sector de la doctrina Rodríguez Mancini, Carcavallo-... Es cierto que nuestra legislación reglamenta la cláusula constitucional de protección contra el despido sin causa imponiendo al empleador el pago de una indemnización a favor del trabajador despedido arbitrariamente, pero no lo es menos que lo que aquí se está analizando es el derecho fundamental que tiene toda persona a no sufrir discriminaciones arbitrarias; tales actos, aun en un régimen de estabilidad impropia, se encuentran prohibidos por nuestra Ley Fundamental. Siendo ello así, la ley declara la nulidad de hechos u omisiones que afecten la dignidad de la persona cualquiera sea la relación en que éstos se produzcan... Por ello un empleador no podría invocar la eficacia del acto rescisorio si éste tuvo algún móvil que lesionó el principio fundamental de no discriminación” (pto. 8 B); b) Jorge Elías: “... nos parece oportuno echarle una mirada al sistema ordinario de protección contra el despido, en el que el despido discriminatorio viene a insertarse. Partimos del presupuesto de que la protección contra el despido arbitrario, garantizada por el texto constitucional, acusa severas deficiencias y limitaciones en la realidad actual... la tarifa del despido es, en líneas generales, insuficiente para reparar el daño causado al trabajador, que en muchos casos no logra obtener un nuevo empleo equivalente; y, entonces, propone el autor: “esta insuficiencia y la baja calidad del empleo existente permiten que el despido sin causa funcione como un mecanismo de represalia ante el ejercicio de determinados derechos por parte del trabajador... esta situación se verifica particularmente en grandes empresas, para las que el costo del despido pierde significación, desvirtuando la finalidad disuasiva y sancionatoria de la indemnización. También posibilita la sustitución de trabajadores de altos ingresos por otros más jóvenes y más baratos... la insuficiencia del régimen de tutela impide al trabajador reaccionar ante actos lesivos del empleador... el sistema Individual del Trabajo reposa sobre la premisa de que el trabajador habrá de procurarse la tutela que la ley provee ante cualquier incumplimiento de su empleador. Pero en la medida en que la tarifa indemnizatoria no resulta apta para evitar el despido represalia, o para reparar el despido indirecto, todo el sistema se vuelve ilusorio... la posibilidad de no explicar las causas acrecienta el carácter arbitrario del despido, lesionando los derechos de la persona del trabajador... en este escenario de desprotección, de daño irreparable y de lesión profesional y moral para el trabajador viene a instalarse el despido discriminatorio, ofreciendo para determinados casos la tutela de calidad que anhelan todos los desamparados del insuficiente sistema actual de protección contra despidos... la modificación provocada por el instituto del despido discriminatorio impacta en el sistema de protección contra despidos en un sentido tanto cuantitativo como cualitativo”; y añade aún ideas en coherencia con las enseñanzas de Bidart Campos y Krotoschin: “Es interesante advertir la coincidencia entre lo que la Constitución Nacional denomina protección contra el despido arbitrario (art. 14 bis, Const. Nac.) y la fórmula empleada por el art. 1º de la ley 23.592 cuando describe la discriminación como Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe... Si la arbitrariedad es la nota constitutiva de la discriminación ¿cómo impedir la inevitable remisión al concepto de arbitrariedad contenido en la cláusula constitucional? ¿Es que acaso existen dos clases de arbitrariedad, una simple y otra calificada? ¿Podemos hablar de un despido simplemente arbitrario o meramente arbitrario, oponiéndolo a la figura más relevante del despido arbitrario discriminatorio? ¿Deberíamos prescindir del calificativo “arbitrario” juzgándolo una licencia retórica del legislador, reduciendo los alcances de la expresión constitucional a un sinónimo de despido sin causa?... cabe también interrogarse hasta dónde ese derecho de despedir porque sí y sin explicaciones ejercido por el patrón es compatible con un elemental derecho, no ya a la conservación del empleo, sino a la dignidad misma de la persona del trabajador... ¿no resulta exigible pedir cuentas de las causales de un acto tan trascendente para el trabajador como es la pérdida del empleo?... ¿puede negársele a un sujeto el derecho a conocer los motivos por los que se lo despide luego de haberse brindado a la empresa a lo largo de toda su vida?... por último... ¿es compatible con el grado suficiente de razonabilidad y de justicia en el trato que se depara a los hombres, según la opinión de Bidart Campos?... (a este respecto) ¿Existe, quizás, un principio del Derecho del Trabajo que autorice al empleador a despedir arbitrariamente? No sólo nunca ha sido enunciado como tal, que yo sepa, ni se puede deducir a mi entender- de los principios del Derecho del Trabajo generalmente conocidos...” (pto. 8 B); 3) pues bien, yendo ahora a la cuestión específica del despido discriminatorio por razones de salud, importante doctrina sostiene: a) Ferdman: “En dicho marco, la discriminación en el empleo de personas que padezcan diabetes o epilepsia se ha colocado dentro del contexto de la ley 23.592, prohibición que debe entenderse dirigida a cualquier otra clase de enfermedad atento el carácter enunciativo de las causales... sin perjuicio de destacar que la ley 23.592 alude a la discriminación por “caracteres físicos”, por lo que no cabe duda de que la discriminación por razón de enfermedad se encuentra comprendida dentro de las previsiones de la ley... es cierto que el ordenamiento laboral vigente no la contempla de manera expresa en el art. 17 de la LCT, como así tampoco existe una norma que establezca una protección adicional para las personas con discapacidad o alguna otra discapacidad que pudiera derivar en actos discriminatorios, pero de ello no se sigue que el despido por razón de enfermedad cualquiera que sea- no habilite al trabajador a solicitar la nulidad del acto rescisorio y pretender la reinstalación en su puesto de trabajo y la reparación del daño material y moral ocasionados... cabe memorar que el art. 17 citado prohíbe cualquier tipo de discriminación; al respecto la doctrina ha considerado que las causales son enunciativas y, así, lo que en un primer momento se limitó a mujeres y menores como supuestos especiales de protección fue ampliado a quienes padecían dificultades como consecuencia de impedimentos físicos o enfermedades que colocan a esas personas en situación de desigualdad frente a la sociedad... las cambiantes circunstancias fácticas, normativas y valorativas por las que atraviesa una sociedad indican que no es posible enumerar de un modo rígido, estático y completo todas las situaciones que impliquen una distinción irrazonable o arbitraria... en definitiva, la enumeración de las razones de la discriminación son meramente ejemplificativas en cuanto su finalidad remite a cualquier otra circunstancia personal que implique una exclusión, restricción o menoscabo de los derechos. La interpretación del principio de no discriminación exige la adaptación del significado normativo del texto a las cambiantes circunstancias fácticas y axiológicas imperantes en la sociedad con relación a situaciones concretas” (pto. 8 E.1); b) Toselli, Grassis, Ferrer: “... Sin embargo, del mismo modo como ocurre con lo regulado respecto del despido arbitrario, estas ilicitudes típicamente laborales y forfatarias pueden aparejar, a su vez, ilicitudes civiles y penales no tasadas en la tarifa, al provocarse un daño adicional extralaboral. Vale decir, se excede el espectro del mero incumplimiento contractual de observar esa conducta debida, implicando una ilicitud extracontractual que conserva su independencia y naturaleza legal a pesar de que está ligada indisolublemente en los hechos a una situación de lo que genéricamente se ha dado en llamar violencia laboral (discriminación negativa, mobbing, acoso sexual)... Ello implica que no sólo estaría ausente la justa causa de despido sino, antes bien, estaría presente la comisión de un delito civil, y ello da derecho al actor a ser indemnizado... a tal fin, en el caso puntual de la violencia laboral manifestada en actitudes o un acto aislado discriminatorio, la regulación de la mentada conducta debida ante la enfermedad del obrero viene a complementarse con el principio general de indiscriminación tutelado específicamente por el derecho común (ley 23.592) y la normativa internacional con jerarquía supralegal, como así también de modo residual en la LCT (arts. 17 y 81). Por lo tanto, los créditos extralaborales (no tarifados) que emerjan como consecuencias inmediatas, mediatas y hasta remotas (en caso de dolo), integrarán los daños y perjuicios exigibles con fundamento en la ley 23.592 y disposiciones concordantes... Refuerza tal exégesis la proliferación de normativas, aún más específicas, que no hacen más que enfatizar ello en determinados casos individuales en el inabarcable repertorio subsumible dentro del caso genérico: discriminación por caracteres físicos, enfermedad o discapacidad (ley 23.753 diabetes-; ley 23.798 sida-; ley 25.404 epilepsia-; ley 22.431 discapacidad)... entonces, no cabe sino seguir igual criterio acudiendo supletoriamente a la ley 23.592 para todas aquellas otras enfermedades en que ello permanece implícito por la simple razón de que al no justificarse el dictado de una ley especial que sirva como instrumento para su tratamiento integral, no permite aprovechar la ocasión para hacer explícita tal remisión. De otro modo se estaría estableciendo, paradójicamente, una discriminación de régimen según cuál fuera el tipo de dolencia. Ello va a contramano de la ratio legis de la LCT, que sólo diferencia: 1) la disminución definitiva de la capacidad derivada de la enfermedad que permite o no al trabajador realizar las tareas que anteriormente cumplía, lo que incide en los deberes consiguientes del empleador, según tuviere o no tareas adecuadas; 2) la incapacidad absoluta del trabajador para realizar toda otra tarea, en cuyo caso el trabajador es acreedor a una indemnización, y 3) la recuperación total antes o durante el período de reserva del puesto, o vencido el mismo pero sin que el empleador haya comunicado la rescisión, sin derecho a indemnización de ningún tipo... Por lo tanto (será tutelada contra la discriminación) cualquier persona que esté afectada en su salud (capacidad laborativa) por cualquier enfermedad o minusvalía, o bien su apariencia trasunte alguna característica física rotulada como defectuosa por los prejuicios instalados en una sociedad y época puntual, aunque no implica que cuente con el privilegio de que necesariamente deba ser contratada o esté prohibido su despido incausado... esta postura no significa desconocer la potestad que nuestro derecho le confiere al empresario de contratar y despedir libremente con el solo pago de una indemnización tarifada... Pero le impone ciertas limitaciones morales y de buenas costumbres para que se ejercite sin daños a terceros, que afectan al orden público y a la paz social (art. 19 CN), vedándolo en aquellos supuestos en que este derecho sea ejercido abusivamente, no sólo en perjuicio de la propia víctima sino también del bienestar común, que se inficionaría gravemente de consentirse una humillación semejante por el avasallam iento de la dignidad personal que conlleva toda conducta discriminatoria que se fundamenta en circunstancias de índole subjetivas como las ya mencionadas. Razón por la cual se habilita el reclamo de la reparación del daño material y moral que el trato discriminatorio le ha ocasionado, así como también, en su caso, la reinstalación en el puesto de trabajo...” (pto. 8 E.2); 4) Jurisprudencia nulificatoria del despido discriminatorio. La CNTr Sala VI in re: “Balaguer, Catalina T. v. Pepsico de Argentina S.R.L.” s/amparo, y la Sala X in re: Stafforini Marcelo Raúl v. Ministerio de Trabajo y de la Seguridad Social Administración Nacional de la Seguridad Social ANSES s/acción de amparo nulifican el despido discriminatorio de que habían sido pasibles ambos demandantes y ordenan la reinstalación de ellos en sus respectivos puestos. En el primer caso, la discriminación está motivada por la convivencia de la actora con un delegado gremial y la reincorporación se ordena bajo apercibimiento de “astreintes” (pto. 8 F.1); en el segundo, por razones políticas ya que el accionante había sido designado en el curso de un gobierno anterior. De otro lado, el Superior Tribunal de Río Negro in re: "MARIA MABEL PELLEJERO s/AMPARO s/APELACION" (Expte. Nº 19872/04STJ-) dispone también la restitución de la accionante a su puesto de trabajo. También se trataba de la conviviente de un dirigente sindical, que por ello fue discriminada a través del despido. Fuera del aspecto en común de dos de los pronunciamientos citados (en lo que concierne a la “causa” de la discriminación), es digno de destacarse que la totalidad de ellos lo han sido en “procesos de amparo”, es decir, que pese al reducido marco de conocimiento de ese tipo de acción, a partir de la certeza del acaecimiento del “despido discriminatorio”, los tribunales no han vacilado en “restañar” el derecho vulnerado, declarando la nulidad del despido a través de dicha vía. 11.- CONCLUSIONES: a) las legislaciones en general, en cuanto concierne a la relación laboral, protegen muy particularmente la persona del trabajador, puesto que dicha vinculación tiene a la “persona humana” como su “centro” y “referente principal”, aun por encima de los aspectos objetivos o instrumentales (de los que también forman parte los bienes provenientes del conocimiento, como las ciencias aplicadas y tecnologías) e, inclusive, por sobre el mismo “capital” (en parte, también integrado por aquellos últimos); b) y si ello es así, se debe primordialmente al reconocimiento universal de la dignidad de la “persona humana”, que hoy día tiene vigencia en las legislaciones positivas a partir de un mayor y mejor conocimiento del “ser humano” y de ideas y tendencias humanísticas y solidaristas, muchas veces inspiradas e incentivadas, en no escasa medida, desde las experiencias de los gravísimos padecimientos de la humanidad que entrañados por las guerras y persecuciones de todo tipo de personas o grupos humanos por motivos étnicos, políticos, religiosos... sobre todo mas no exclusivamente-, en el decurso de la anterior centuria; c) y, en todo caso, ha de reconocerse que religiones e ideologías políticas y sociales de toda índole, han prestado una importante contribución en ese sentido, y el ímpetu con que lo han hecho en ocasiones, con desbordes- ha permitido o acelerado que dicho mayor conocimiento y valoración del ser humano fructificara en numerosos Pactos Internacionales que han conferido a ciertos derechos civiles y políticos un mayor prestigio, honrándolos con una protección más acentuada a punto tal de que su avasallamiento genera la responsabilidad internacional de los Estados Partes, y de que las víctimas adquieren la calidad de sujetos del derecho internacional, razones por la que aquéllos, a través de sus autoridades los Poderes del Estado, particularmente, el Judicial- se hallan obligados a restaurar los derechos, garantías y libertades cercenados so riesgo de hacer incurrir en responsabilidad internacional al Estado de que se tratare; y ello así, dados la gravedad intrínseca de la conculcación y el espíritu que anima al Pacto que ha consagrado su tutela, por más que esos derechos carecieran de particular reglamentación; d) así pues, la vinculación laboral, pública o privada importa “algo más” que una mera relación jurídica en uno u otro ámbito del Derecho e, inclusive, aun manteniéndose la distinción empleo públicocontrato de trabajo, pierde su nitidez, sobre todo a ojos del trabajador, a quien, en cierta forma, la diferenciación jurídica le resulta irrelevante; e) podemos afirmar legítimamente que en nuestro Derecho cualquier tipo de prestación que signifique el trabajo personal en relación de dependencia o subordinación jurídica, es “algo más” que un contrato o relación jurídica ya que la libertad del “dador” halla límites precisos en razones morales y éticas que hacen a la dignidad del trabajador en cuanto “persona”; f) e inclusive, podemos plantearnos si en verdad nos hallamos ante un “contrato” y, ciertamente, responderemos que no lo estamos al menos desde el enfoque tradicional de los actos jurídicos y contratos del derecho privado o público, ya que se encuentra notablemente restringida la autonomía de la libertad de una de las partes el empleador-, al tiempo que impera la relación una pléyade de normas de orden público (y por ende, indisponibles para las partes) que, entre otros aspectos, generan la “vocación” a la “permanencia” o “estabilidad” en el empleo por tiempo indefinido; g) un buen ejemplo de todo ello, se observa en el principio de no discriminación que opera, incluso, “precontractualmente” restringiendo en su libertad de contratación al dador de empleo; h) la de desvinculación o despido, también se halla limitada, básicamente a la “justa causa” que comprende la conducta dolosa o culposa del empleado (con secuelas importantes o no intrascendentes), y la necesidad razonable de la Administración o de la Empresa de su “reorganización”; i) el despido “sin causa” es antijurídico es decir, no media “autorización” del derecho en tal sentido, de manera que se siguiera la “justificación de la acción”-, aunque la única sanción al empleador es el pago de una indemnización tarifada; j) el despido “arbitrario” y/o “abusivo” es sancionado en nuestro Ordenamiento con mayor rigor; k) tal el caso en que, a partir de la conducta dolosa, culposa o meramente irreflexiva del empleador, se le acarrean al trabajador otros perjuicios más allá de la mera pérdida del empleo, debiéndoselo indemnizar entonces por el daño material y el moral que se le hayan infligido; l) una subespecie del despido arbitrario o abusivo se halla conformada por el despido “discriminatorio”, sea cual fuere la “causa” de la discriminación; m) en ese caso, el despido es “nulo” (cf. arg. arts. 1037, 1038, 1044, 1045 y cctes. del C. Civil) por imperio del art. 1º de la Ley 23.592, que textualmente reza: “Quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o de algún modo menoscabe el pleno ejercicio sobre bases igualitarias de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Constitución Nacional, será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados. “A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión, nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos”. n) el despido basado en razones de salud (física o mental), a su vez constituye una subespecie del despido “discriminatorio” a partir de la amplitud del concepto “caracteres físicos” enunciado en la norma transcripta; o) sin embargo, el despido por razones de salud ha sido también receptado por nuestro Ordenamiento en forma explícita a través de algunas normas, tales como las leyes que tutelan a los pacientes de sida, epilepsia, diabetes...; p) ahora bien, semejante acogimiento obedece a la necesidad de regular, entre otros temas, diversos aspectos referidos a la enfermedad en sí, a su diagnóstico, a su curso, evolución, terapia, cobertura social, etc. pero, a la par, dicha normativa establece la aplicabilidad del art. 1º de la Ley 23.592 en caso de discriminación a raíz del padecimiento; así la Ley 23.753 (diabetes) puntualiza: “art 2º: La diabetes no será causal de impedimento para el ingreso laboral, tanto en el ámbito público, como en el privado. “El desconocimiento de este derecho será considerado acto discriminatorio en los términos de la Ley Nº 23.592.(Párrafo agregado por art. 1° de laLey N° 25.788B.O. 31/10/2003)”; y la Ley 25.404 (epilepsia): “ARTICULO 2º: La epilepsia no será considerada impedimento para la postulación, el ingreso y desempeño laboral, salvo lo expresado en el artículo 7º. “ARTICULO 3º: Todo paciente epiléptico tiene derecho a acceder a la educación en sus distintos niveles sin limitación alguna que reconozca como origen su enfermedad. (“...”) “ARTICULO 5º: El desconocimiento de los derechos emergentes de los artículos 2º y 3º de la presente ley será considerado acto discriminatorio en los términos de la ley Nº 23.592. (“...”) “ARTICULO 7º: El médico tratante extenderá al paciente, a requerimiento de éste, una acreditación de su aptitud laboral, en la que se indicarán, si fuere necesario, las limitaciones y las recomendaciones del caso”. q) cuando la norma anterior habla de “aptitud laboral”, lo hace en concordancia con las de los arts. 212 LCT y 7 y cctes. de la Ley 24.557, y de manera enteramente equivalente al concepto de “capacidad laboral” que se expresa en ellas, a cuyo respecto la doctrina explica que: “En cuanto ese deterioro le provoca a la persona una incapacidad de ganancia... que se expresa ya en una disminución de sus posibilidades en el mercado de trabajo o en el mayor esfuerzo que la tarea le demandará en el futuro...” (Vázquez Vialard, respecto de la Ley 24.028, en “Accidentes y Enfermedades del trabajo”, ASTREA, 3ª Edición, p. 95), o como lo dicen los Fernández Madrid: “Para que surja la responsabilidad del empleador debe existir un daño consistente en una lesión corporal física o psíquica que provoque incapacidad (temporaria o definitiva)...” (en alusión, también, a ese mismo régimen legal, en “Práctica Laboral”, ERREPAR, 1992, p. 666) o, asimismo, Corte-Machado en referencia al sistema actual: “Como consideración general, ha de resaltarse que en el diseño legal se mantiene el criterio restrictivo en la configuración del daño. No se considera a la víctima como persona en un sentido integral sino meramente como sujeto capaz o incapaz de ganancia...” (“Siniestralidad Laboral” Ley 24.557, Rubinzal-Culzoni Editores, 1996, p. 293); r) la jurisprudencia se ha pronunciado repetidamente en casos de enfermedades legalmente tipificadas, como es el del VIH: “El incumplimiento por el empleador del deber de otorgar tareas al dependiente que padece serología positiva para el virus de la inmunodeficiencia humana y no está incapacitado para desarrollar sus tareas habituales en el caso denegó una reincorporación luego de una licencia por enfermedad- torna procedente la reparación del daño moral causado en tanto viola el principio de no discriminación consagrado en el art. 17 de la Ley 20.744... Es procedente (a la vez) la reparación del daño psicológico... si de los elementos aportados surge que padece una depresión que requiere tratamiento psicoterapéutico” (CACC 1ª de Mar del Plata, Sala II, LL BA, 2001-759); “... toda restricción o limitación al derecho del trabajo en aquellos casos en que la infección... no afecte concretamente las aptitudes laborales o no se hayan agotado las posibles asignaciones de tareas acordes a la aptitud {residual]- ni comprometan la salud de terceros, constituye una conducta discriminatoria que el orden jurídico debe hacer cesar por medios idóneos”. (CSJN, B.R.E. v. Policía Federal Argentina, sentencia del 17/12/1996, DT, 1997-D-252 y DT, 1997-B-1779); t) empero, estos precedentes sobre todo el de la CSN- son de influencia decisiva en casos como el de la especie, que versan sobre enfermedades no legalmente tipificadas pues, en efecto, a carta cabal hacen ver que el despido discriminatorio proviene de la propia afección y no del hecho de que ella hubiera provocado alguna incapacitación o menoscabo de la aptitud laborativa del trabajador; u) esto es: el despido no puede operar a partir del momento en que como aquí acaece- el empleador constata la gravedad de la enfermedad y los costos elevados que ella puede acarrearle sino que, en todo caso, ha de seguir la trayectoria procedimental de los arts. 208-212 LCT; v) no comporta óbice a la anterior conclusión la disposición del art. 213 de ese mismo Ordenamiento toda vez que ella, en un caso como el de la especie, aparece como “insuficiente” o “desbordada” por la misma magnitud del despido discriminatorio y las particulares circunstancias que en el caso lo rodearon, al provocar la grave desprotección del actor frente a una severa enfermedad, emergencia cuya superación requirió de la medida cautelar “autosatisfactiva” que se estableciera en el expediente, entre las mismas partes, nº 272749/1, que en este acto tengo a la vista-, decía que, en el caso, la magnitud del despido discriminatorio y las circunstancias concomitantes a él, lo enmarcan dentro del sistema de la propia Ley 23.592 y los Pactos Internacionales mencionados; w) y ello así, además, pues de seguirse la otra alternativa (aplicación del 213), la discriminación sobrevendría en relación a los afectados por una u otra enfermedad: por caso, los enfermos de diabetes o epilepsia se beneficiarían por el encuadre dentro de la Ley 23.592, en tanto que no lo harían un paciente cardíaco o de cáncer; y) estimo entonces, que cabe dejar la aplicación del citado art. 213 a los casos en que, con certeza, no quepa pensar en discriminación por parte del empleador, sea, por ejemplo, al no tratarse una afección seria la que sufre el dependiente, en que aparecería notablemente menguado el interés económico de aquél, o sea en todo caso en que, sin duda, se viera una transformación o renovación en la empresa de manera absolutamente ajena a la afección del dependiente: ahí sí cabría solamente la indemnización agravada de la norma en cuestión; z.1) y en resumidas cuentas: el derecho del trabajo comporta de por sí una herramienta de fundamental gravitación para la paz social -y me refiero a una paz fundada en la justicia y no en la fuerza- que, en sí mismo, conlleva una prolongada evolución desde una mejor comprensión y aceptación de la dignidad de la persona humana y, por tanto, del mismo trabajador, “sujeto” y fin de la vinculación laboral, vinculación que, por consiguiente, cuenta con una naturaleza diferente a la del acto jurídico o contrato o, cuando menos, con “algo más” que la de éstos ya que a través de ella se viabiliza una dimensión humana fundamental, como la del desempeño laboral, que no sólo permite (o debiera hacerlo) la subsistencia del trabajador y su familia sino que, de manera determinante, contribuye al desarrollo de la personalidad, y aun a la misma realización del hombre, por lo que, consiguientemente, esta dimensión subjetiva postula el apotegma de que el trabajo es para el hombre y no el hombre para el trabajo; z.2) así pues, una primera síntesis de la exposición, podría ser la que trae a colación Eduardo Álvarez: “... no resulta racional ni admisible sostener que cualquier acto discriminatorio puede ser dejado sin efecto, salvo que asuma la forma de un despido y su víctima sea un dependiente. Esta conclusión que, reitero, resulta contraria a la teleología de la ley 23.592 y un tanto bizarra, requeriría un muy sólido respaldo científico y normativo que no creo que exista y que, de configurarse, merecería un serio reproche de constitucionalidad. “En síntesis, no es concebible un subsistema en el marco de las disposiciones antidiscriminatorias que excluya a los trabajadores y que implicaría crear un único sector de la realidad en el cual el acto discriminatorio tendría eficacia: el ámbito del despido motivado por las conductas a las que alude, sin carácter taxativo, el segundo párrafo del artículo primero de la ley 23.592”. (“Reflexiones Acerca del Despido por Discriminación”, en, Revista... citada, p. 30); y concluye el autor: “Creo humildemente, que lo que ha tornado áspero el debate y debatible el tema singular del despido discriminatorio han sido algunos temores...: 1º) Los posibles abusos de la figura que podrían llevar a que se alegara en todo despido una velada intención como la descripta en la norma para obtener la reincorporación; 2º) las vicisitudes de la prueba y de la distribución de su carga y, 3º) el día después de la reinstalación, entendido como la existencia, dicho en lenguaje vulgar, de un aura que protegería al trabajador que fue discriminado en alguna oportunidad y que cubriría con un manto de prejuicio toda iniciativa debatible de su empleador. “Pero estos temores son, en alguna medida, metajurídicos y ajenos a la discusión teórica, y no deben confundirnos. Los jueces se encargarán de elucidar cuándo se está en presencia o no de una discriminación arbitraria cabal. El tema de la prueba es meramente adjetivo y no cabría proyectarlo sobre lo sustantivo. Por último, el Derecho no debería hacerse cargo, en la interpretación de sus alcances, de las hipotéticas consecuencias que debe vivir en el futuro el empleador al que un magistrado lo juzgó discriminador y lo obligó a reinstalar a un trabajador discriminado. “A mi juicio, la interpretación racional del ordenamiento no deja duda alguna, y recuerdo un graffiti en el departamento de Filosofía del Derecho de la Universidad de Buenos Aires que, con gran sutileza, decía: Crea en la ciencia, no se deje engañar por los hechos. “No hay que dramatizar. En la legislación francesa los despidos por causas discriminatorias son considerados nulos y, por lo tanto, dan lugar a la reinstalación en su puesto de trabajo (L. 122-45 del Código de Trabajo), y París, ese faro de civilización y belleza, aún no ha caído”. (Ibíd., ps. 33/34; el énfasis es mío); z.3) pero, en fin, creo que el mejor epítome de cuanto vengo diciendo, es el que pronuncia la CSN en la citada especie “Vizzoti”, igualmente válido en cuanto a sugerir que dicha “evolución”, acaso no lineal ni exenta de algunos vaivenes, no admite, en cambio, retorno: “Que sostener que el trabajador es sujeto de preferente atención constitucional no es conclusión impuesta por el artículo 14 bis, sino por el renovado ritmo universal que representa el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que cuenta con jerarquía constitucional… Son pruebas elocuentes de ello la Declaración Universal de los Derechos Humanos… la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre… el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales… a los que deben agregarse los instrumentos especializados como la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (art. 11) y la Convención sobre los Derechos del Niño (art. 32). Al respecto exhibe singular relevancia el artículo 6º del citado pacto, pues en seguimiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos… enuncia el derecho a trabajar, comprensivo del derecho del trabajador a no verse privado arbitrariamente de su empleo”. 12.- Y bien, después de todo ello y abordando ahora los aspectos puntuales de sendos recursos, para mí, la clave del análisis fáctico está dada, aunque de manera autocontradictoria, en el propio fallo, como curiosa y paradójicamente coinciden ambas apelantes. Confrontemos pues los parágrafos de la sentencia inicialmente transcriptos en la presente, y veamos que, mientras de un lado se expone que: A) “... (el despido se produce) sin constancia escrita de que tales situaciones de enfermedad y padecimientos consten informados a la demandada”, amén de que “el actor no fue despedido en ocasión de haber denunciado impedimento por razones de enfermedad conforme lo requiere el art. 208 LCT” en tanto que “el actor no acreditó haber notificado a la empleadora estado de enfermedad alguno... sí denuncia abuso de la patronal al despedirlo en el estado de salud en que se encontraba, el que, reitero, no consta informado con (los) respectivos certificados médicos art. 209 LCT”. (fs. 298, 300vta. y 301 respectivamente); B) mas, desde otro, se aduce: “no es menos cierto que la demandada empleadora que despidiera al actor por la facultad legal concedida por art. 245 LCT, desconoce los actos propios del oportuno conocimiento, expreso, directo y vinculante que tuvo del estado de salud del actor, quien estaba gravemente enfermo, según surge de las declaraciones de fs. 108: médico Arruñada... relato que coincide con la historia clínica diaria asentada por el Dr. Chambó a fs. 103/104, conforme también lo expone la médica de la empresa, Dra. Palacios, como tampoco niega ni desconoce la internación del actor que se produjera, durante cuatro días, en la Clínica Bazterrica de la ciudad de Buenos Aires...” (fs. 301 vta.). Igualmente: “Tal como surge de lo actuado, el actor hizo saber su imposibilidad de estar solo frente a un supermercado y la patronal asignó otros gerentes para colaborar con aquél; obviamente el actor no estaba en estado de salud práctica plena... “La situación del actor al momento de la desvinculación intempestiva estaba amparada legal e INEXCUSABLEMENTE por las obligaciones impuestas por los arts. 62, 63 y 75 de la LCT... (“...”) “Conociendo, como conocía la empleadora el estado de enfermedad del Sr. Antolín, según surge de las constancias médicas presentadas, de las declaraciones testimoniales y de los hechos no desconocidos, como la internación en la Clínica Bazterrica... y, habiendo dispuesto el traslado de gerentes de otras sucursales para asistir al trabajador en su condición de enfermo de alto riesgo que pese a ello no dejaba de ir a trabajar-, ningún recaudo de prevención adopta y, sin el atemperante preaviso, dispone el cese sin justa causa...” (fs. 302 y vta.). Asimismo: “Incumplimiento contractual al cual la demandada suma inconducta procesal, al sostener la sinrazón de que no reconocía el estado de salud del trabajador, lo que ha sido desvirtuado por las pruebas producidas y el no desconocimiento de haber asignado gerentes de otras zonas para acompañar y asistir al actor convaleciente. La temeridad y malicia se configuran con el desconocimiento en el curso del proceso del grave estado de salud del demandante... (“...”) “La prudencia me ha guiado en la alineación de los hechos de cada uno de los involucrados en la causa y traído a la conclusión de que el daño provocado al actor no fue ocasionado por un hecho o comportamiento ajeno al contrato de trabajo, sino por el más burdo y negligente incumplimiento de los deberes de cuidado y previsión que el titular físico o jurídico de la empresa... está compelido por ley a cumplir: los controles médicos... (“...”) “La temeridad y malicia que desarrollara la demandada frente a un incumplimiento legal que no podía desconocer...ni las resoluciones judiciales - pretendiendo ocultar lo que efectivamente permitió y autorizó, cual fuera la permanencia del actor en su puesto de trabajo con grave riesgo de su vida y admitir haberlo despedido sin asumir la responsabilidad de conocer e informar al trabajador las condiciones de salud práctica en la que se encontraba a la finalización de la prestación laboral, imponen sancionar tal inconducta contractual, legal y procesal...” (fs. 303, 303 vta. y 304). C) La comparación de uno y otro texto huelga cualquier comentario respecto de la autocontradicción, bastando la mera remisión al agravio de las dos partes sobre el punto: más allá de que, como se verá, obviamente se seguirán efectos diversos, ambas tienen razón a este respecto: es flagrante la incoherencia de la sentencia consigo misma. D) Ahora bien, la prenunciada razón que le asiste a la actora, es consecuencia de que una sola de las versiones “discordantes” se ajusta a la realidad de los hechos acreditados por medio de las probanzas que destaca la sentenciadora, y esta versión es la de que la empleadora conocía, a carta cabal, el grave padecimiento del actor al producir el distracto. Esta conclusión se asienta en las mismas pruebas que a ese respecto, con corrección, señala la sentenciadora pero, a la vez, en que la accionada, al apelar, en modo alguno ha cuestionado las argumentaciones que se vierten en el fallo acerca de la temática. Se limitó esa parte, en efecto, a enfatizar la autocontradicción, mas en ninguna forma a criticar la ponderación de la prueba ni los razonamientos insertos en aquellos argumentos cuando es evidente que, en términos generales, el sustrato fáctico que ellos ponen de relieve le resultan a esa parte nítidamente desfavorables y si la accionante demandó por “despido discriminatorio” semejante “factum” gravitará de manera decisiva en la solución del pleito. Y en suma: tanto la consistencia de la prueba que se pone de relieve en el decisorio como la ausencia de agravio al respecto (arg. art. 265 del C. Procesal Civ. y Com. supletoriamente aplicable) hacen que deban tenerse por ciertos los hechos que conciernen a la existencia de la enfermedad, a su evolución y gravedad, a que Antolín comunicó a la empresa que, a raíz del deterioro de su salud, no podía continuar solo en su desempeño y a que, sin embargo, continuó haciéndolo por cierto lapso “permanencia del actor en su puesto de trabajo”- aunque ayudado por otros gerentes según lo decidió aquélla y, en fin, que todo ello era conocido por la empleadora al momento de despedir al actor. 13.- Todo ello justifica que se acoja el recurso de esa parte y que, por tanto, se haga lugar en su mayor extensión a la pretensión, incluyente de la acumulación de varias acciones según lo explicara en los Ptos. 4 A), 4 B), 4 C) y 4 D) de la presente. El concepto, como lo entienden doctrina y jurisprudencia, es que al declararse la nulidad del acto (despido), por virtud de las normas de los arts. 1037, 1038, 1044 objeto prohibido-, 1050, 1052 y cctes. del C. Civil, de un lado, las partes deben “restituirse mutuamente lo que han recibido o percibido en virtud o por consecuencia del acto anulado” (por ejemplo, Llambías, “Código Civil...”, Abeledo-Perrot, 1979, T. II-B, p. 246), “restitución” que aquí significa “reposición” en el puesto de trabajo; mas de otro, por aplicación de las normas de los arts. 1056 y 1083 de ese Ordenamiento, corresponde el resarcimiento de los daños y perjuicios que el ilícito anulado infligió al accionante. El autor antes citado explica que, en realidad, se trata de sanciones diferentes e independientes, es decir: la reparación no es un complemento de la nulidad sino que “los damnificados que sufren perjuicios a causa de la celebración de ese acto, tienen acción para demandar la reparación del daño... A este respecto no cabe duda que el acto inválido es un acto impedido por la ley y sancionado por ésta... En suma: aunque eventualmente el mismo hecho (acto inválido) pueda dar lugar a ambas sanciones, la de nulidad y la resarcitoria de daños y perjuicios, ninguna vinculación existe entre éstas, ni entre las respectivas acciones” (ibíd., ps. 249/250; el énfasis es mío). Ahora bien, como se ha dicho repetidamente, en el caso de la especie, ambas acciones nulidad y daños y perjuicios- han sido acumuladas. Pero, aun por encima de toda esa normativa, se halla la disposición del art. 1º de la Ley 23.592, que en su parte pertinente, reza: “... será obligado, a pedido del damnificado, a dejar sin efecto el acto discriminatorio o cesar en su realización y a reparar el daño moral y material ocasionados”. A) Así las cosas, liminarmente reitero los conceptos resarcitorios que doctrina y jurisprudencia admiten consecuentemente con la nulidad del despido discriminatorio. En cuanto a la primera, véase, en la presente, Pto. 8 E.2); y en lo que toca a las decisiones judiciales, por ejemplo: “Mediando un despido discriminatorio por actos sindicales, y declarándose su nulidad, corresponde el pago de los salarios caídos desde el momento de la separación en el cargo, por haber sido adecuadamente demandados. (Del voto de la Dra. García Margalejo, que adhiere a la solución propuesta por el Dr. Zas en cuanto a la procedencia de los salarios caídos; CNTr Sala V in re: “Arecco Maximiliano c/ Praxair Argentina S.A.” s/juicio sumarísimo; Magistrados: Garcia Margalejo. Simon. Zas. Sala V.- 21/12/2006 - Exp.nº 10522/05 Sent.nºSD. 69.131; LD, íd., voces: “despido discriminatorio”, n° 167); “Cabe admitir la demanda por daño moral incoada contra la entidad fallida por supuesto trato discriminatorio, toda vez que ésta, habiendo afirmado que la única motivación del despido del incidentista, portador del virus HIV, fue una cuestión de reorganización de la empresa, debió acreditar que su actitud frente al accionante fue idéntica que la que dispensó o hubiera dispensado a cualquier otro dependiente sano y que el motivo del despido respondió, efectivamente, a una decisión empresarial y que ninguna relación tuvo con la afección de su salud, aportando los elementos de juicio que pudieran acreditar, aunque sea someramente, esas circunstancias, ya que ella y sólo ella puede demostrar esos extremos pretendidamente exculpatorios (cfr. Resolución del Interventor del INADI, Dr. Raúl Eugenio Zaffaroni, por remisión al dictamen de la asesora letrada); además, resultando la prueba de un acto discriminatorio sumamente dificultosa pues, por lo general, quien se conduce de tal modo conoce la ilegitimidad de su actuar e intenta disimularlo o, directamente, ocultarlo, se ha sostenido que teniendo en cuenta que la no discriminación es un principio que cuenta con sustento constitucional (su protección emana de la Constitución Nacional y de los Tratados Internacionales con similar jerarquía), cuando el trabajador se siente discriminado por alguna causa el onus probandi pesa sobre el empleador ya que es mucho más difícil para el primero probar la discriminación que para el segundo acreditar la justa causa, si es que existe (cfr. CNCiv, Sala H, in re: “S., J. O. C/Travel Club SA”, voto del Dr. Kiper, 4/09/00 y sus citas, comentado por Mosset Iturraspe, JA 2001-470)”. (CNCom in re: “BANCO GENERAL DE NEGOCIOS SA S/LIQUIDACION JUDICIAL S/INCIDENTE DE VERIFICACION DE CREDITO (POR LIMA ONOFRIO)”. Nº Sent. 22092/07. Mag.: RAMIREZ SALA - ARECHA. 05/07/2007; LD, íd., n° 26); “El despido del trabajador que se motivó al comprobarse que era portador asintomático del virus de inmunodeficiencia humana, constituye un acto discriminatorio, concretado a raíz de una condición relacionada con su estado físico, carente de fundamento y, por consiguiente, arbitrario, menoscabante de su derecho de trabajar, que ha merecido el repudio de nuestra legislación vigente (conf. leyes 23592 y 23798, su decreto reglamentario 1244/91 y arts. 43 y 75 incs. 19 y 22 de la Constitución Nacional) y que le ocasiona un daño moral resarcible...” (CNCiv Sala A in re: “B. W.R. c/ESTABLECIMIENTO AGROPECUARIO EL AGUARA S.A. CEMA” s/DAÑOS Y PERJUICIOS Nº Sent. 187622- Magistrados: ESCUTI PIZARRO. Civil Sala A 06/11/1998; LD, íd., n° 19); “Si quedó demostrado en autos que la empleadora tuvo conocimiento de la enfermedad del dependiente encontrándose vigente la relación laboral y que, con posterioridad, se condujo de un modo que permite considerar el despido decidido por aquella invocando una causa no probada como una expresión del trato discriminatorio, corresponde hacer lugar al resarcimiento extratarifario que, en el caso, deben contemplar los daños moral y psíquico...” (CNTr Sala VI in re: “Ibáñez, Manuel c/Panatel SA” s/despido Magistrados: Fera-Fontana; Sala VI - 20/06/2007 Exp.nº4380/04 Sent.nº59641: SD; LD, íd. voces: “despido discriminatorio enfermedad”, n° 6). “El monto de los salarios no percibidos hace al lucro cesante; lo cierto es que la demostración del valor del lucro cesante reviste mayor dificultad, por vincularse siempre con ganancias en algún modo supuestas, por lo que la cesantía ilegítima de un agente administrativo determina, en general, la resarcibilidad del daño moral y, eventualmente, del patrimonial que ese hecho produce. “La falta del consentimiento del trabajador para el análisis inconsulto del examen hematológico, conculcación de su ámbito de privacidad ante la forma en que trascendió la noticia y accionar antijurídico desplegado por el empleador ante la conducta discriminatoria seguida al producir la baja del agente, permite señalar que resulta indiscutible la procedencia del daño moral por la lesión a los sentimientos, la tranquilidad anímica y la dignidad del trabajador. “... se sostiene que el monto de los salarios caídos puede ser considerado como referente para la cuantificación de los daños y perjuicios ocasionados a los empleados públicos con motivo del acto administrativo declarado nulo... “Es la violación del deber de no dañar a otro lo que genera la obligación de reparar el daño causado y tal noción comprende todo perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria que afecte en forma cierta a otro, a su patrimonio, a su persona, a sus derechos o facultades”. (Chubut, CAN2 Trelew in re: “R., F.D. c/Municipalidad de Puerto Madryn” s/ Juicio Ordinario -Contencioso Administrativo- 000C 000029; 18/10/2001 MA Lucero; LD, íd., voces: “despido arbitrario”, nros. 284, 286, 291 y 292; en todo caso, el énfasis ha sido mío). B) Específicamente, se receptarán entonces los siguientes “ítems”: Expediente Nº 287350/2: a) nulidad del despido y consiguiente reinstalación en el puesto de trabajo debiendo seguirse las pautas que fija el art. 212 LCT (art. 1º Ley 23.592 y arts. 1037, 1038, 1044 objeto prohibido-, 1050, 1056, 1083 y cctes. del C. Civil); b) salarios caídos desde el despido hasta el momento de la “reinstalación” (a fs. 104 vta., pto. 6 “in fine”, se peticionan “hasta el momento de dictarse la sentencia con más sus intereses a tasa activa” mas, no obstante, con el momento indicado reinstalación- no se vulnera la congruencia en atención al principio consagrado en el art. 40 “in fine” de la Ley 921, y porque así resulta exigido por la normativa de la Ley Civil citada en el anterior parágrafo); oportunamente, a través de la vía procesal pertinente, habrá de formularse liquidación a este respecto que incluya vacaciones y SAC por la totalidad del lapso (cf. arg. arts. 165, 503 y cctes. del C. Procesal Civ. y Com.; c) daño moral, de conformidad con la doctrina y jurisprudencia citadas, estimándose apropiada la suma de $200.000 que se solicita, tanto en este expediente ($100.000 a fs.104vta.) como en el expediente nº 293298/03 (otros $100.000 a fs.18vta.); d) no procederá en cambio el rubro “sanción ejemplificadora” toda vez que en relación a este concepto no se invoca perjuicio alguno que se haya ocasionado al demandante y por cuanto el “indemnizable” es el “daño cierto” (cf. arg. arts. 519 y ss. CC; así, por ejemplo, Llambías, ob. cit., T. II-A, p. 158, nº 16 a) y jurisprudencia citada en ps. 161/163, nros. 1 y 4; han sostenido los tribunales allí citados, por ejemplo: “Sin daño no corresponde indemnización... no bastando la sola prueba del incumplimiento de la obligación”; “La indemnización tiene carácter resarcitorio y no punitorio, no tratándose de castigar al responsable sino de enjugar el detrimento soportado por el damnificado”; “La indemnización no se mide por la culpa sino por el daño”...; “Para que el daño sea resarcible, ha de ser cierto, no eventual y subsistir en el momento en que se lo computa”). EXPEDIENTE Nº: 293298/03: a) Tratamiento psicológico recibido: $2.400 (véase pericia psiquiátrica de fs. 166/185 de este expediente); b) Tratamiento psicológico futuro estimado (3 años): $7.200 (cf. pericia antes citada); c) Tratamiento psiquiátrico recibido (50 sesiones): $5.000 (cf. íd. ante.); d) Tratamiento psiquiátrico futuro (5 años terapia familiar; íd. ante.): $25.000; e) Reemplazos futuros del Cardiodesfibrilador: aunque figura un informe sobre el costo en autos (fs. 88, U$S.38.000), lo estimo insuficiente, como también lo es la cantidad que pudiera requerirse en el caso; no obstante, en el caso, no cabe duda de que nos hallamos ante un daño “futuro” pero “cierto” (Llambías, ibíd., p. 157, nº 12) que, por ende y dada la magnitud de él, deberá procederse a su determinación por medio del proceso sumarísimo previsto en el 2º párrafo del art. 165 del C.Procesal Civ. y Com., con la eventual realización de una pericia médico-cardiológica al respecto; f) Daño moral: resulta conglobado en el punto anterior; g) Pérdida de chance sujeta a pericia: no la hay ya que se ordena la reinstalación y el pago de salarios caídos más sus intereses según se verá; se rechaza pues el rubro; h) Sanción ejemplificadora: también se rechaza en consonancia con lo anteriormente explicado. Así pues, la suma líquida de condena resulta de descontar al total de los anteriores “ítems” (que arrojan un total de $239.600), la que se le abonó al actor por la “liquidación final” (véanse, recibo de fs. 94 vta. y escrito de demanda, fs. 103, 4º párrafo), de $34.717, arribando así al monto de condena que asciende a $204.883, más sus intereses según tasa “mix” (promedio entre la activa y la pasiva), del Banco de la Provincia del Neuquén, desde el momento del despido hasta el 31 de diciembre de 2007 inclusive; a partir del 1 de enero de 2008 hasta el pago efectivo, se aplicará la tasa activa de la misma Institución. Aclárase que el descuento total del monto de la liquidación final obedece a que: _al establecerse la reincorporación, naturalmente no corresponde la indemnización por antigüedad; _la condena por salarios caídos incluye la totalidad de los “ítems” salariales, ya que ellos han de abonársele al demandante desde el mes de noviembre de 2001 (inclusive) hasta su reincorporación efectiva, incluyendo vacaciones y SAC pertinentes. Es claro, igualmente, que la antedicha suma líquida de condena habrá de acrecentarse con las que resulten de la liquidación y del proceso sumarísimo antes aludidos, más sus intereses en la forma ya señalada. 14.- APELACIÓN DE LA DEMANDADA. Le asiste razón también a esta parte en el cuestionamiento que refiere a la vulneración del principio de congruencia. En efecto, cabe aquí inicialmente, tener también en cuenta lo que he expuesto en los Ptos. 4 A), 4 B), 4 C) y 4 D) de ésta, en cuanto concierne al tipo de acciones entabladas y acumuladas dentro del continente de uno y otro proceso e, igualmente, a través de la acumulación de ellos mismos, amén de lo que toca a la aplicación del principio “iura curia novit”, por medio del cual he “complementado” la definición jurídica de la “causa” de la pretensión, con diversas aplicaciones de los principios y conceptos que definen y regulan el “despido discriminatorio” y sus consecuencias. La razón que, entonces, le asigno a esta queja se halla dentro del marco de la exposición antedicha y del de la consideración general del recurso de la actora y de las conclusiones que a su respecto arribo. Así pues, quedará sin efecto el acogimiento de “la pretensión de sanción por incumplimiento de las obligaciones generales arts. 62 y 63 de la LCT-...”, como también la sanción “a la demandada por incumplimiento de las normas de prevención y cobertura de los riesgos por enfermedades inculpables o del trabajo e inconducta procesal por temeridad y malicia al sostener la sinrazón en sus dichos de hechos que fueran debidamente probados art. 40 Ley 921 y art. 377 del CPC y C-. Sanción de multa conforme a las prescripciones del art. 275 de la LCT...”, quedando en definitiva sin efecto, la suma dineraria objeto de la condena establecida en instancia inicial y rigiendo únicamente la que se impone en la presente como resultado del recurso de la demandante. 15.- Y en resumidas cuentas de todo lo expuesto: propongo al Acuerdo que haciéndose lugar a ambos recursos, se deje sin efecto la sentencia que ha sido su objeto, aboliéndose la condena en ella establecida y, en vez, que se declare la nulidad del despido que se cuestiona en las actuaciones y, por tanto, se condene a la accionada a que: a) en el plazo de TREINTA DÍAS, reinstale al actor en su puesto de trabajo, debiendo las partes sujetarse a las disposiciones del art. 212 LCT; b) en el plazo de CINCO DÍAS abone al actor la suma de DOSCIENTOS CUATRO MIL OCHOCIENTOS OCHENTA Y TRES PESOS -$204.883-; c) amén de lo anterior, cuando existan sumas líquidas, también en el plazo de CINCO DÍAS de que ellas sean determinadas, abone al actor las que resulten en concepto de “salarios caídos desde el despido hasta el momento de la “reinstalación” (desde el mes de noviembre de 2001, inclusive) como también, de “reemplazos futuros del Cardiodesfibrilador; d) en todo caso (suma ya líquida y sumas a determinarse), los intereses que ellas devengan se computarán según tasa “mix” (promedio entre la activa y la pasiva) del Banco de la Provincia del Neuquén, desde el momento del despido hasta el 31 de diciembre de 2007 inclusive y, a partir del 1 de enero de 2008 y hasta el pago efectivo, según tasa activa de la misma Institución; e) soportar las costas de ambas instancias; f) las regulaciones de honorarios profesionales correspondientes a ambas instancias se diferirán hasta la ocasión en que se determine el monto total de condena. El Dr. Lorenzo W. GARCIA dijo: Comparto en su mayor extensión los argumentos vertidos por el Sr.Vocal preopinante, en cuanto conducen a concluir en la nulidad del despido sin causa dispuesto por la demandada en infracción a la normativa especifica regulatoria de los efectos de las enfermedades inculpables y la conducta impuesta al empleador (arts. 208/213, 62/63 y ctes. LCT.).He tenido ocasión de desarrollar el tratamiento de la temática referida al despido discriminatorio y sus consecuencias in re “CABRERA MARIA INES CONTRA PASTORA NEUQUEN S.A. S/SUMARISIMO ART.47 LEY 23551” (Expte. EXP Nº 308105/4) y “PASTORA NEUQUEN S.A. CONTRA CABRERA MARIA INES S/CONSIGNACION” de mayo de 2006, que versó en torno al despido de una empleada que ejercía "de hecho" funciones sindicales y fue despedida en consecuencia.Ello, no obstante, considero que el orden público laboral impone ciertas restricciones inderogables por el derecho común, tales como que se derivan de la estabilidad impropia y la protección integral del trabajador a través de la aplicación coordinada -conjunta o alternativa, según corresponda- de la legislación laboral de fondo, la Ley de Riesgos del Trabajo (24557 y su reglamentación) y las normas atinentes a la Seguridad Social que prevén la jubilación anticipada por incapacidad, sin que quepa cargar al empleador "sine die" con las consecuencias de la pérdida de salud práctica, sea por accidente o enfermedad inculpable o relacionada con el trabajo.Bien ha dicho la jurisprudencia que: "Corresponde dejar sin efecto la sentencia que declaró la nulidad del despido y condenó al pago de los salarios caídos hasta el fallecimiento del actor y al de la indemnización dispuesta por el art. 248 de la Ley de Contrato de Trabajo, omitiendo considerar el argumento central en debate, cual es si resultan o no violatorias de las garantías constitucionales de la propiedad las cláusulas de la convención colectiva en las que se dispone el pago al trabajador, en caso de ruptura de la estabilidad propia por decisión patronal, de una suma equivalente a todas las remuneraciones que se hubieran devengado hasta el período jubilatorio? sin que existiera contraprestación de tareas." Pelaia Aurelio Pascual c/Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música. Tº315 Fº1441 Ref.: Sentencia arbitraria. Contrato de trabajo. Salarios caídos. Despido. Magistrados: Levene, Fayt, Belluscio, Petracchi, Nazareno, Boggiano. Exp.: P. 112. XXIII. 30/06/1992. "El régimen laboral común no consagra la estabilidad absoluta sino la relativa y tal sistema no resulta modificado por el hecho de que el dependiente se encuentre enfermo. El contrato no queda incorporado a un régimen de estabilidad absoluta. El art. 213 de la LCT no prohíbe el despido del trabajador ni establece la nulidad de tal decisión, sólo pone a cargo del principal, en el plazo que prevé el dispositivo legal, la obligación de pagar salarios -término que debe interpretarse en sentido amplio, como prestación social a cargo del empleador hasta la fecha del alta o el vencimiento de la interrupción-." Ruíz Roberto Antonio c/T.A. La Estrella SA s/despido. Art. 213 LCT. Magistrados: Billoch. Morando. Sala VIII.- 29/02/2000 - Exp.nº28675/00. Sent.nº: S/D 28675. "El acto discriminatorio está prohibido por la Constitución Nacional (arts. 14 bis y 16), por diversas cláusulas de tratados internacionales con jerarquía constitucional y por la Ley 23.592, razón por la cual, además de ser nulo (art. 1044 C.C.), produce los efectos de un acto ilícito (art. 1056 C.C.), motivo por el cual es obvio que el perjuicio debe ser reparado, reponiendo las cosas al estado anterior al del acto lesivo (art. 1083 C.C.). Esta conclusión surge de la nulidad del acto y de lo ordenado por la Ley 23.592, en el sentido de que el damnificado tiene derecho ante todo a que se deje sin efecto el acto discriminatorio y a que se reparen los daños materiales y morales ocasionados (Del voto del Dr.Fernández Madrid). Balaguer Catalina Teresa c/ Pepsico de Argentina S.R.L. s/Juicio Sumarísimo. Ley 23.592. Arts. 14, 16 C.N. Arts. 1044, 1056 y 1083 C.C. Magistrados: Fernández Madrid. De la Fuente. Sala VI. 10/03/2004 - Exp.nº 56791/04 Sent.nº56791. Definitiva. "En la adecuación de los hechos a los presupuestos de la ley 23.592 que penaliza con la nulidad los actos discriminatorios, es el trabajador quien tiene la carga de aportar indicios razonables de que el acto empresarial lesiona su derecho fundamental, con suficiencia para superar un umbral mínimo que torne verosímil su versión. Es decir, que permita presumir la discriminación alegada. Una vez alcanzada la citada verosimilitud, imprescindible en el ámbito procesal en que se encausara la pretensión, habrá de ponderarse si el demandado asumió la finalidad de desvirtuarla, a través del aporte de elementos aptos para corroborar que su decisión rupturista obedeció a causales ajenas al derecho fundamental que se imputa como lesionado. En el caso, el actor alega que su empleador lo sometió a constante hostigamiento, amenazas de despido, acciones persecutorias y de amedrentamiento por haber sido propuesto por sus compañeros como delegado gremial, sosteniendo que su despido consistió en un acto discriminatorio fundado en la ley 23.592, pretendiendo que la accionada probara que su despido se debió a una causa diferente de la actividad sindical que desplegaba. Toq. 1230." Autos: Yacanto Claudio c/ Radiotrónica de Argentina S.A. y otro s/sumarísimo. Ley 23.592. Magistrados: Pasini. Balestrini. Sala IX. 27/06/2007 - Exp.nº15.443/2006 Sent.nº SD. 14360. En el caso que nos ocupa comparto el criterio de que el despido incausado del dependiente pese a tener efectivo conocimiento del grave estado de salud que lo afectaba (lo que ha sido debidamente acreditado a los efectos del art.209 LCT), autoriza a decretar su nulidad por infringir la obligación impuesta por el art. 208 de conservar la relación laboral por un lapso de un año (atendiendo a la antigüedad del trabajador en la especie), así como el mantenimiento de la relación laboral durante el año subsiguiente, cuya inobservancia deriva en la imposición de las indemnizaciones tarifadas (arts.245 o 247, según el caso).No tengo seguridad en cuanto al encuadramiento del caso en el concepto de despido discriminatorio, toda vez que si se comprueba que el trabajador se encontraba efectivamente incapacitado para desempeñar sus tareas (o las alternativas que prevé el art. 212 LCT), ello configura causal suficiente de extinción de la relación laboral, que no se enmarca en ninguna de las actitudes discriminatorias contempladas en la ley 23.592: no surge que se lo hubiese despedido por sus opiniones políticas, actividad gremial, raza, aspecto o características físicas, etc. sino, lisa y llanamente, por incapacidad laboral, prima facie corroborada por la pericia siquiátrica que le atribuye una incapacidad del 60% y las testimoniales rendidas.Aún las normas que descalifican la discriminación laboral en casos de padecimiento de enfermedades puntuales (Sida/HIV, diabetes, epilepsia, etc.), a que alude el voto que antecede, la condicionan a que -en concreto- tales afecciones no obsten al desempeño laboral (mal puede pretenderse que se permita a un epiléptico conducir transporte público, o a un portador de HIV desempeñarse en tareas que importen un riesgo de contagio para terceros).Despedir a un trabajador por incapacidad laboral puede conformar un acto nulo por infracción a las normas de orden público que regulan el caso (arts.209 y sgtes.) pero no constituye por sí un acto de discriminación ilegal, sin otra consecuencia que las previstas por los arts. 212 y 213 LCT.Teniendo en cuenta el efecto previsto por el art. 1050 del cód.civ.: "la nulidad declarada por los jueces vuelve las cosas al mismo o igual estado en que se hallaban antes del acto anulado", juzgo que la responsabilidad por los salarios caídos debe acotarse al lapso anual de licencia paga por enfermedad, y que la omisión de la obligación de conservación del empleo -art. 211- conlleva la imposición de la indemnización tarifada del art. 212, en su remisión al art. 245, sin perjuicio del reconocimiento del daño moral ocasionado en el caso por las circunstancias en que se dispuso el distracto, privando al trabajador de la asistencia médica a través de la ART y constriñéndolo a recurrir al amparo judicial.Por las razones expuestas, planteo mi discrepancia con el voto que antecede con respecto a la intimación a reinstalar al actor en su puesto de trabajo y la condena al pago de los salarios caídos, que propongo se limite a los devengados durante el año posterior a la fecha del despido, y a solventar los reemplazos futuros del cardiodesfibrilador -esto último por carecer de fundamento legal- y respecto de los intereses moratorios propicio la imposición de la tasa activa desde el dies a quo, sin las discriminaciones propuestas en el voto que antecede, adhiriendo al mismo en las demás cuestiones contenidas en la parte dispositiva (puntos b, e y f).Tal mi voto.Puesta en conocimiento la disidencia planteada al Dr.Luis SILVA ZAMBRANO, éste manifiesta: Me permito responder sucintamente la disidencia que plantea el estimado colega. Acaso no he sido lo suficientemente explícito, pero lo cierto es que el sustrato fáctico a partir del que las partes, la decisora de origen y quien esto suscribe, desarrollamos nuestros argumentos jurídicos, se conforma, precisamente, por la circunstancia de que LA DEMANDADA DESPIDIÓ AL ACTOR PESE A QUE TENÍA CABAL CONOCIMIENTO DE LA GRAVEDAD DE LA ENFERMEDAD; NO OBSTANTE, SABER TAMBIÉN QUE, DE MANERA INMEDIATA Y URGENTE, REQUERÍA SER INTERVENIDO QUIRÚRGICAMENTE; ECHÁNDOLO DE LA EMPRESA PESE A SUS 17 AÑOS DE ANTIGÜEDAD (13 DE ELLOS COMO GERENTE); Y AUN, EN ESE MOMENTO CRÍTICO, DEJÁNDOLO SIN COBERTURA MÉDICA NI DE OBRA SOCIAL, QUE SÓLO PUDIERON SER RESTABLECIDAS A TRAVÉS DE UNA MEDIDA INNOVATIVA CONFIRMADA POR ESTA CÁMARA. Y ello fue así SIN QUE EL EMPLEADOR SE DIGNARA SEGUIR LOS PASOS DE LOS ARTS. 208/212 LCT, o sea, SIN ATENERSE A LOS PLAZOS DE LICENCIA MÉDICA NI DE RESERVA DEL PUESTO QUE ESAS NORMAS PREVÉN Y SIN CONSIDERAR, TAMPOCO, LAS POSIBLES INCAPACIDADES LABORATIVAS NI LAS SOLUCIONES QUE LA NORMA DEL CITADO ART. 212 CONTEMPLA A SU RESPECTO. Esto es: el empleador decidió desprenderse de su tan valioso como antiguo colaborador a consecuencia de la gravedad de su afección y, probablemente, porque él se le tornaba, entonces, a su juicio, excesivamente gravoso a raíz de los costos implicados en los pasos de los arts. 208/212 y, posiblemente, algunos otros conexos como la obra social, etcétera. El despido no es, pues, un simple “despido sin causa” o uno que pueda compensarse sencillamente como lo propone el colega sino que, como digo en el Pto. 11, ap. t) de mi ponencia, se trata de un “despido discriminatorio”, con causalidad en la propia afección y no en el hecho de que ella hubiera provocado alguna “incapacitación o menoscabo de la aptitud laborativa del trabajador”. Esto es: estamos frente a un despido que jamás pudo “operar a partir del momento en que como aquí acaece- el empleador constata la gravedad de la enfermedad y los costos elevados que ella puede acarrearle” sino que, en todo caso, él hubo de haber seguido la trayectoria procedimental de los arts. 208-212 LCT. (Pto. 11, ap. u) de mi voto). En la especie nos hallamos en vez, realmente, ante el despido arbitrario o abusivo (según lo largamente explicado con extensas transcripciones de doctrina constitucionalista y también del propio derecho laboral y jurisprudencia de este último sector), con el despido discriminatorio previsto por el segundo párrafo de la ley 23592 que, en catálogo meramente enunciativo y no taxativo (“A los efectos del presente artículo se considerarán particularmente...”) -aspecto también escrupulosamente explicado-, ya que esa norma, entre otros ejemplos, trae a colación el despido a raíz de los “caracteres físicos” y este concepto comprende también la “enfermedad” según lo enseñan los autores (también transcriptos con profusión). Y en síntesis: se echó al colaborador CON MOTIVO DE SU GRAVE PADECIMIENTO y no por una posible incapacitación que no hubo siquiera posibilidad de constatar a la época del despido porque, justamente (o mejor dicho, injustamente), no se dieron los pasos pertinentes contemplados por la normativa antedicha pues, en el probable juicio del empleador, ellos habrían de implicar costos excesivos. Así pues, insisto en mi planteo. Existiendo disidencia en los votos emitidos precedentemente, se integra Sala con el Dr. Marcelo MEDORI quien manifiesta: Teniendo en cuenta que mi intervención en los presentes debe ceñirse sólo a los puntos que fueron motivo de discrepancia entre los colegas que me preceden, he de señalar que adhiero en su mayor extensión al voto del Dr. Lorenzo W. GARCIA, por lo que me expido en idéntico sentido que éste último, no así en lo relativo al dies a-quo de aplicación de la tasa activa. Al respecto señalo que comparto la fecha de comienzo expresada en el voto del Dr. Luis Silva Zambrano por ser la más afín a la postura sostenida por el suscripto en la Sala III a partir de la causa “CANO GUSTAVO ARIEL CONTRA PINTURERIA ESPAÑA SRL S/DESPIDO POR OTRAS CAUSALES” Exp.Nº349211/7, P.S.2009, tºIV, fº754/765, 25/06/09.Por lo expuesto, POR MAYORIA, la SALA I RESUELVE: 1.- Revocar la sentencia de fojas 293/306 y, en consecuencia, hacer lugar a la demanda incoada por JUAN RAMON ANTOLIN contra SUPERMERCADOS NORTE S.A., disponiendo la nulidad del despido y el pago de los salarios caídos, devengados durante el año posterior a la fecha de aquél, debiendo seguirse las pautas que fija el art. 212 LCT en su remisión al art. 245 y condenando asimismo a abonarle al actor, dentro del plazo de CINCO DIAS de notificado, la suma de DOSCIENTOS CUATRO MIL OCHOCIENTOS OCHENTA Y TRES PESOS ($204.883) en concepto de daño moral con más los intereses que se computarán según tasa “mix” (promedio entre la activa y la pasiva) del Banco de la Provincia del Neuquén, desde el momento del despido hasta el 31 de diciembre de 2007 inclusive y, a partir de allí y hasta el pago efectivo, según tasa activa de la misma Institución.2.- Imponer las costas de ambas instancias a la demandada (art. 17, Ley Nº 921).3.- Diferir los honorarios de Alzada hasta tanto se cuente con pautas para ello (art. 15, LA).4.- Regístrese, notifíquese y, oportunamente, vuelvan los autos al Juzgado de origen.- Dr. Luis SILVA ZAMBRANO JUEZ Dr. Marcelo J. MEDORI JUEZ Dr. Lorenzo W. GARCIA JUEZ Dra. Mónica MORALEJO SECRETARIA REGISTRADO AL Nº 177 Protocolo de SENTENCIAS Tº V Fº 878/975 -S A L A I- Año 2009