Curiosos chascos y percances a que puede dar lugar la puntuación Es tal la necesidad de los signos ortográficos, que sin ellos no leerı́amos bien un escrito, sino a fuerza de gran trabajo, y esto no siempre, pues llegarı́a ocasión en que nos verı́amos precisados a no poder leer si de ellos careciéramos. Es una necesidad, porque la puntuación da la expresión al escrito; es el tono, por decirlo ası́, con que debemos leer una composición y el menor cambio de acentuación producirá gran trastorno en las ideas. Una coma, en ciertas ocasiones, varı́a tanto el sentido, que lo hace contradictorio, lo que se puede observar en muchas composiciones, como, por ejemplo, en el caso siguiente: Soledad, Julia e Irene, tres hermanas bastante lindas y jóvenes, eran visitadas con mucha frecuencia por un caballero muy culto, elegante y buen mozo. Era tan sabio este señor y tan simpático, que conquistó el corazón de las tres hermanas sin haberse declarado a ninguna de ellas, y llegó a tal grado el entusiasmo de las pobres hermosas, que todo era entre las mismas disputas, amenazando turbar la paz de la familia y convertir la casa en un infierno. Para salir de esta situación penosa exigieron del joven que se declarara, y acosado y comprometido ofreció consignar en una décima el estado de su corazón con respecto a ellas, pero con la condición precisa de que no habı́a de estar puntuada, y autorizando a cada una de las tres hermanas para que la puntuase a su manera. La décima es la siguiente: Tres bellas que bellas son Me han exigido las tres Que diga de ellas cuál es La que ama mi corazón Si obedecer es razón Digo que amo a Soledad 1 No a Julia cuya bondad Persona humana no tiene No aspira mi amor a Irene Que no es poca su beldad Soledad que abrió la carta, la leyó para sı́ y dijo a sus hermanas: -Hijas mı́as, la preferida soy yo, o si no oı́d, y leyó la décima con la siguiente puntuación: Tres bellas, que bellas son, Me han exigido las tres, Que diga de ellas cuál es La que ama mi corazón Si obedecer es razón, Digo, que amo a Soledad; No a Julia, cuya bondad Persona humana no tiene; No aspira mi amor a Irene Que no es poca su beldad. -Siento mucho desvanecer esa ilusión, hermana mı́a, dijo la hermosa Julia; pero soy yo la preferida, y en prueba de ello escucha: Tres bellas, que bellas son, Me han exigido las tres, Que diga de ellas cuál es La que ama mi corazón. Si obedecer es razón, Digo que, ¿amo a Soledad?... No. A Julia, cuya bondad Persona humana no tiene, No aspira mi amor a Irene, Que no es poca su beldad -Las dos estáis engañadas, dijo Irene, y el amor propio os ofusca, porque es indudable que la que él ama, de las tres, soy yo. Veamos: Tres bellas, que bellas son, Me han exigido las tres, 2 Que diga de ellas cuál es La que ama mi corazón. Si obedecer es razón, Digo que, ¿amo a Soledad?... No. ¿Julia, cuya bondad Persona humana no tiene?... No. Aspira mi amor a Irene, Que no es poca su beldad. Quedaron en la misma duda, en la misma confusión, y determinaron salir de la incertidumbre exigiendo al joven la puntuación de la décima, el cual les envió una copia puntuada asi: Tres bellas, que bellas son, Me han exigido las tres, Que diga de ellas cuál es La que ama mi corazón. Si obedecer es razón Digo que, ¿amo a Soledad?... No. ¿A Julia, cuya bondad Persona humana no tiene?... No. ¿Aspira mi amor a Irene? ¡Qué!... ¡no!... es poca su beldad. Este ejemplo demuestra la necesidad de la puntuación, lo que pueden hacer los signos ortográficos, que son de gran valor, y que su colocación cambia con la mayor facilidad el pensamiento, diciendo lo contrario de lo que se quiere decir. 3 Signos ortográficos que cuestan mucho dinero Hace y algunos años, un error cometido por un empleado norteamericano al colocar una coma donde debió escribir un guión, costó ceca de dos millones y medio de pesos oro a los Estados Unidos. Debı́an ser gravadas con ciertos derechos de aduana, determinadas mercancı́as al entrar en el paı́s; y entre las que podı́an entrar libremente, figuraba una partida que decı́a: “a todos los plantones de árboles frutales..., de procedencia extrajera”. Pero estos plantones se llaman en inglés “fruit-plants”, y el empleado que copió el proyecto de ley que después aprobaron las Cámaras, puso en vez del guión una coma, escribiendo “fruit, plants,” con lo que dicha partida quedó redactada en inglés en estos términos: “todas las frutas, plantas,... de procedencia extranjera”. El resultado fue que por espacio de un año, mientras las Cámaras no repararon el error, entraron en los Estados Unidos toda clase de frutas sin pagar derecho alguno. Murió en cierta ocasión un francés acaudalado, legando en su testamento una suma importante de dinero a sus dos sobrinos. Cada uno de éstos esperaba recibir doscientos mil francos pero los albaceas dijeron que no tenı́an derecho más que a cien mil cada uno. Los sobrinos invocaban una cláusula del testamento que decı́a: “A chacun deux cent mille francs”, que quiere decir: “a cada uno doscientos mil francos.” Pero los albaceas mostraban un pequeño apóstrofo que habı́a entre la “d” y la “e” de “deux”, que hacı́a que la cláusula apareciese redactada en esta forma: “A chacun d´eux cent mille francs” que quiere decir: “A cada uno de ellos, cien mil francos.” Los albaceas, sin embargo, tuvieron que pagar doscientos mil francos a cada sobrino, pues los tribunales fallaron que aquella especie de coma era un diminuto tiznón del papel, y no un apóstrofo. 4