Hay citas que se van repitiendo a lo largo de la vida, pero nunca son iguales. Esos son los buenos amores, aquellos que, aunque vuelvas a ellos una y otra vez, siempre son diferentes. Aquellos que los miras y cada vez descubres algo nuevo. Aquellos a los que acaricias y su tacto te eriza la piel. Aquellos que tienen un perfume, que aunque conocido, no te deja de perturbar. Aquellos que te hablan sin apenas susurrarte, porque te lo dicen todo de frente, sin apenas dobleces. A pesar de que esos buenos amores son conocidos, no dejan de crearte un cierto hormigueo cada vez que vas a su encuentro. Sabes que te explicarán nuevas historias, que te llevarán a nuevos mundos o, incluso, hurgarán en el tuyo propio. Sabes que te permitirán viajar a miles de quilómetros o, simplemente, te invitarán a recostarte a su lado. Las expectativas siempre te acompañan y lo mejor es no idealizar, sino , sencillamente, dejarse llevar por lo que aquella cita te deparará: momentos de placer, momentos de lujuria… Y puede que, al final, también de tristeza y soledad. El caso es que no permanecerás igual. Algo en ti cambiará. Y cuando llega la cita, te acercas a él y lo miras sin pudor. Sus formas, la belleza que sugiere, la sabiduría que contiene. Y te pierdes imaginando. Por eso, dejas de mirarlo y decides actuar, porque quieres acariciarlo, porque se ha convertido en tu objeto de deseo. Y lo rozas levemente, lo acaricias, dejando que su perfume te embriague. Ya te tiene, ya eres suya. Eso es lo que siento cuando tengo una cita y entro en una librería, me pierdo en una biblioteca, miro los estantes en casas ajenas… Y esos buenos amores son los libros… Porque estamos hechos de historias y yo estoy hecha de todos los libros que leo y seguiré leyendo. De pedacitos de frases, de pequeñas imágenes, de personajes que he amado, de otros que he odiado, de historias que he vivido. Porque estamos hechos de libros… Hay citas que se van repitiendo a lo largo de la vida, pero nunca son iguales. Esos son los buenos libros, aquellos que, aunque vuelvas a ellos una y otra vez, siempre son diferentes. texto | Silvia G. Guirado ilustración | David G. Forés www.loscoloresolvidados.com 23 | Abril | 2013