Número 5 (2016). Sección monográfica LA DESNATURALIZACIÓN DE LAS DECLARACIONES RESPONSABLES Y LAS COMUNICACIONES: BREVES NOTAS PARA SU DISTINCIÓN DE LAS SOLICITUDES Jorge CASTILLO ABELLA Graduado en Derecho y Ciencia Política y Administración Pública (UAM) jorgecaprof@gmail.com Resumen: La transposición de la Directiva de Servicios a nuestro ordenamiento interno se produjo con las Leyes 17/2009 y 25/2009, dando entrada, teóricamente, a una liberalización de la prestación de servicios y a un cambio de modelo de control administrativo de actividades — de un modelo de control ex ante a uno ex post—. No obstante, la confusión en la regulación de la declaración responsable y la comunicación —previa— ha dado lugar a efectos perversos y a la desnaturalización de ambas figuras, cuya distinción no está del todo clara. A esta situación ha contribuido, en cierta medida, el legislador sectorial, al denominar como declaración responsable o comunicación previa a lo que verdaderamente son solicitudes. Este artículo trata de proporcionar al lector unas nociones básicas o criterios para distinguir éstas de aquéllas, e inferir de tal distinción un régimen jurídico distinto en cada caso. Palabras clave: Directiva de Servicios, declaración responsable, comunicación, control administrativo de actividades. Abstract: The transposition of the Services Directive into the Spanish legal order was achieved through the State Laws 17/2009 and 25/2009, theoretically implementing a liberalisation in the provision of services and a change in the model of administrative control of private activities — from an ex ante control to an ex post control. Nevertheless, the regulatory confusion regarding responsible declarations and (previous) communications to authorities has led to unintended effects and to the denaturisation of both devices, the distinction between which is not clear. This situation has been encouraged, to some extent, by the sector legislators by denominating as 1 responsible declarations or communications what, in reality, are administrative requests. This article aims to provide the reader with some basic notions or criteria to distinguish between the former and the latter, and to infer from the distinction a different legal regulation for each. Keywords: Services Directive, responsible declaration, previous communication, administrative control of private activities. 2 I. INTRODUCCIÓN. CONCEPTO DE DECLARACIÓN RESPONSABLE Y COMUNICACIÓN1 1. La Directiva de Servicios y su transposición al ordenamiento español La liberalización de actividades y servicios privados tiene su origen en la Directiva 2006, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 12 de diciembre de 2006, relativa a los servicios en el mercado interior (Directiva de Servicios o Directiva Bolkestein), cuyo fin declarado es la eliminación de barreras a la libertad de establecimiento de circulación de servicios y al comercio entre los Estados miembros2, todo ello en aras de la consecución del mercado interior. Estas barreras consisten, fundamentalmente, en las trabas burocráticas y trámites preceptivos que es necesario realizar con anterioridad al inicio de la actividad o la prestación del servicio, que varían en gran medida de un Estado miembro a otro. Como es sabido, el sistema tradicional de control de actividades en España se basa en la licencia o autorización, que, obviamente, es una modalidad de control ex ante. Por ello, la Directiva de Servicios supuso para el sistema español una importante novedad que debía implicar, en efecto, un cambio de modelo. La norma general pasa así, por influencia del Derecho europeo, de ser la del acto positivo de la Administración que autoriza una actividad o prestación de servicios —la licencia— a la del libre ejercicio de éstas con una simple comunicación a la autoridad competente, siempre que se cumplan los requisitos para ello —las declaraciones responsables o las comunicaciones—. Y se especifica, tanto en la Directiva como en la Ley 17/20093, que es posible establecer la exigencia de títulos habilitantes previos cuando ello sea conforme con los principios de necesidad, proporcionalidad y no discriminación4, debiendo responder a razones imperiosas de interés general5. Las líneas maestras de la transposición se contienen en la Ley 17/2009, que se limita a enunciar los principios generales sobre los que ahora se asienta la —libre— 1 Abreviaturas utilizadas: CE: Constitución Española; LBRL: Ley de Bases del Régimen Local; LRJPAC: Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común; LPAC: Ley del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas; STC: Sentencia del Tribunal Constitucional. 2Cdo. 5 de la Directiva. 3Ley 17/2009, de 23 de noviembre, sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio (conocida como Ley paraguas). 4Arts. 9 de la Directiva y 5 de la Ley 17/2009. 5 de la Ley 17/2009 —en la Directiva de Servicios no se mencionan expresamente estas razones en el articulado, únicamente se hace referencia a ellas en varios considerandos—. 5Art. 3 prestación de servicios y a incorporar, en gran medida, el texto de la Directiva al ordenamiento interno. La Ley 25/2009, de 22 de diciembre, de modificación de diversas leyes para su adaptación a la Ley sobre el libre acceso a las actividades de servicios y su ejercicio (conocida como Ley ómnibus) se ocupó de concretar, en los sectores competencia del Estado, las modificaciones operadas por la Ley 17/20096. 2. Conceptos de declaración responsable y comunicación No es la intención de este artículo detenernos en un análisis de las regulaciones europea e interna en relación con la libertad de establecimiento y de circulación y prestación de servicios. Sí conviene, sin embargo, tener presentes las definiciones de declaración responsable y comunicación previa que la Ley 25/2009 introdujo en la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Bases del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (LRJPAC): Artículo 71 bis. Declaración responsable y comunicación previa. 1. A los efectos de esta Ley, se entenderá por declaración responsable el documento suscrito por un interesado en el que manifiesta, bajo su responsabilidad, que cumple con los requisitos establecidos en la normativa vigente para acceder al reconocimiento de un derecho o facultad o para su ejercicio, que dispone de la documentación que así lo acredita y que se compromete a mantener su cumplimiento durante el periodo de tiempo inherente a dicho reconocimiento o ejercicio. Los requisitos a los que se refiere el párrafo anterior deberán estar recogidos de manera expresa, clara y precisa en la correspondiente declaración responsable. 2. A los efectos de esta Ley, se entenderá por comunicación previa aquel documento mediante el que los interesados ponen en conocimiento de la Administración Pública competente sus datos identificativos y demás requisitos exigibles para el ejercicio de un derecho o el inicio de una actividad, de acuerdo con lo establecido en el artículo 70.1. (…) Salta a la vista la similitud entre ambas figuras, que se configuran como actos jurídicos informativos de los particulares dirigidos a la Administración para iniciar una actividad o prestar un servicio. La diferencia fundamental, como ha señalado SÁNCHEZ MORÓN7, es que parece desprenderse de la letra del art. 71 bis LRJPAC que si bien la 6Sobre los aspectos de la transposición de la Directiva por la Ley 17/2009 cfr., por ejemplo, GONZÁLEZ GARCÍA, Julio V.: «La transposición de la Directiva de servicios: aspectos normativos y organizativos en el Derecho español», en Revista Española de Derecho Europeo, núm. 32, 2009.; y BAUZÁ MARTORELL, Felio J.: «Declaración responsable y comunicación previa. Consideraciones críticas del procedimiento administrativo a raíz de la Ley Ómnibus», en Diario La Ley, núm. 7419, 8 de junio de 2010. 7SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: «Comentario al artículo 71 bis», en SÁNCHEZ MORÓN, M. y MAURANDI GUILLÉN, N. (dirs.): Comentario a la Ley 30/92, Valladolid: Lex Nova-Thomson Reuters, 2013. 4 declaración responsable tiene como efecto el reconocimiento de un derecho, con la comunicación previa se pone en conocimiento de la Administración el inicio de una actividad que ya se podía ejercer —es decir, a la que ya se tenía derecho—. Otras diferencias son aparentes:es de esperar que en la comunicación previa también deberán cumplirse los requisitos durante el ejercicio de la actividad —como se exige expresamente para la declaración responsable—, y que en ambos casos habrá que aportar la documentación acreditativa de ello. Una diferenciaex LRJPACes que se permite que, en el caso de las comunicaciones previas, éstas podrán presentarse en un momento posterior al inicio de la actividad cuando la legislación aplicable lo prevea. No obstante, tal afirmación no solo es innecesaria sino también incompleta, pues el legislador sectorial puede disponer lo mismo en el caso de las declaraciones responsables8. Por lo demás, tampoco parece haber diferencias significativas desde el punto de vista de sus efectos —los producen desde el momento de su presentación, art. 71 bis.3LRJPAC— o de las consecuencias de la omisión, falsedad o inexactitud en los datos proporcionados —art. 71 bis.4LRJPAC—. En definitiva, la LRJPAC no contiene una regulación sustantivamente distinta de las declaraciones responsables y las comunicaciones previas9. En la práctica, parece que el legislador sectorial ha reservado la declaración responsable para aquellas actividades o servicios en los que la intervención administrativa es más intensa — normalmente, por razón de los requisitos o de la relevancia de la actividad—, quedando la comunicación previa para aquellos casos en los que la intervención administrativa es mínima y menos exigente. El legislador estatal ha dejado escapar una buena oportunidad para modificar esta confusa regulación a través de la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas (LPAC), cuya entrada en vigor se producirá el 2 de octubre de 2016. Las modificaciones introducidas en la regulación — ahora contenida en el art. 69 LPAC— se reducen al cambio de denominación de «comunicación previa» a «comunicación»10, a algunas precisiones sin gran relevancia 8Conviene tener presente que el título competencial en que se basa el art. 71 bis LRJPAC es el art. 149.1.18ª de la Constitución: la competencia exclusiva estatal sobre las «bases del régimen jurídico de las administraciones públicas y del procedimiento administrativo común», quedando su desarrollo al legislador sectorial —estatal o autonómico—. 9Mantiene una posición contraria, por ejemplo, BAUZÁ MARTORELL: op. cit., quien ve una clara diferencia entre la declaración responsable y la comunicación previa. Mientras que considera aquélla una verdadera técnica de intervención para el reconocimiento de un derecho, ésta no sería más que una solicitud sin «solicito»: únicamente contiene los datos identificativos del interesado que inicia la actividad. No obstante, esta posición ignora el hecho de que el art. 71 bis.2LRJPAC también alude a los «demás requisitos exigibles para el ejercicio de un derecho o el inicio de una actividad». 10Lo que parece indicar la tendencia a permitir el inicio de la actividad con carácter previo a la presentación de la comunicación. Por razones de simplicidad, en lo sucesivo nos referiremos a comunicaciones, aunque aún no haya entrado en vigor la LPAC. 5 y a la previsión de que sólo será exigible bien una declaración responsable, bien una comunicación para el inicio de una actividad, sin que puedan pedirse ambas acumulativamente. Es cierto, sin embargo, que el nuevo art. 69.2 LPAC sustituye la expresión «demás requisitos exigibles» por la de «cualquier otro dato relevante», por lo que parece acentuarse la tendencia señalada: la declaración responsable se exige en casos en los que la intervención administrativa es más intensa, exigiendo más requisitos y formalidades; la comunicación es la técnica adecuada cuando se trata de actividades comunicadas inocuas, con intervención administrativa mínima. Sin embargo, la distinción sigue estando lejos de estar clara, por lo que a efectos de este trabajo no distinguiremos entre ambas —entre otros motivos, porque la legislación sectorial ignora, en buena medida, la regulación contenida en la LRJPAC y la LPAC, como enseguida veremos—. Es clave resaltar la distinción entre declaraciones responsables y comunicaciones, por un lado, y solicitudes de iniciación del procedimiento, por otro. De lo ya expuesto debe desprenderse una conclusión: que las declaraciones responsables o comunicaciones no inician un procedimiento administrativo11, entendido éste como el conjunto de actuaciones administrativas encaminadas, previos los trámites oportunos, a la obtención de un acto o disposición administrativa12 —actividad positiva—. Sin duda, algún tipo de procedimiento interno sí se inicia, pero no el procedimiento administrativo común de la LRJPAC o LPAC. Para iniciar éste están las solicitudes, que en materia de intervención se dirigen a obtener licencias. Pero si las declaraciones responsables y comunicaciones sirven para reducir la intervención administrativa, eliminando la autorización como regla general, entonces debemos admitir que su presentación no inicia procedimiento alguno, porque su objetivo no es obtener esa autorización. Por ello es criticable en términos sistemáticos la inclusión del art. 71 bis LRJPAC bajo un Capítulo cuya rúbrica es «Iniciación del procedimiento», error que se perpetúa en la LPAC bajo una nueva rúbrica: «Iniciación del procedimiento a solicitud del interesado». El legislador olvida que no hay, stricto sensu, tal procedimiento. Y consecuencia lógica de tal ausencia es el hecho de que tampoco puede haber silencio administrativo en algo sobre lo que la Administración no debe emitir resolución alguna. Tal es la explicación de que el art. 42.1 II LRJPACexcluya expresamente de la obligación de resolver los «procedimientos relativos al ejercicio de derechos sometidos únicamente al deber de comunicación previa». Incluso aquí hay dos inconsistencias: una imprecisión terminológica —no hay procedimiento— y una ausencia notable —no se entiende el silencio del precepto en relación con las declaraciones responsables, en las que 11SÁNCHEZ MORÓN: op. cit. 12COSCULLUELA MONTANER, Luis: Manual de derecho administrativo, Pamplona: Thomson Reuters- Aranzadi, 2015. 6 tampoco hay resolución administrativa—. Sin embargo, esta segunda incorrección ha sido expresamente subsanada en el nuevo art. 21.1 II LPAC. II. LA DESNATURALIZACIÓN DE LAS DECLARACIONES RESPONSABLES Y LAS COMUNICACIONES 1. Intervención de actividades y competencias normativas Por obvio que sea, conviene recordar que la LRJPAC tiene carácter básico, por lo que deben tenerse varios aspectos en cuenta. El primero de ellos es que la regulación que contiene no es exhaustiva, dejando al legislador sectorial su desarrollo, de tal modo que será éste quien concrete para cada caso los aspectos de régimen jurídico y procedimiento adaptados a la situación o circunstancias correspondientes. El legislador sectorial no tiene por qué ser estatal; será estatal o autonómico dependiendo de a quién corresponda la competencia en cuestión conforme a los arts. 148 y 149 de la Constitución Española (CE) y los correspondientes Estatutos de Autonomía. La regulación puede derivar incluso del poder normativo local, fruto de la autonomía local garantizada constitucionalmente (arts. 137, 140 y 141 CE) y la potestad reglamentaria que atribuye a las Entidades Locales —territoriales— el art. 4.1.a de la Ley 7/1985, de 2 de abril, reguladora de las Bases del Régimen Local (LBRL)13. No obstante, debe decirse que la regulación local deberá sujetarse, como mínimo, a la CE y el Estatuto de Autonomía que corresponda, y deberá recaer en materias de la competencia local14. En definitiva, la LRJPAC no fija más que las «reglas del juego» con las que las Administraciones Públicas deben operar, sin perjuicio de su concreción por otras normas. De este modo y simplificando, podemos encontrarnos con cuatro situaciones normativas en relación con la intervención administrativa en una determinada actividad o servicio, en que la regulación deriva de: i. La LRJPAC y una norma que únicamente establece la técnica de intervención administrativa necesaria para el inicio de la actividad. 13Sobre el fundamento y alcance de la potestad normativa local, cfr. VELASCO CABALLERO, Francisco: Derecho local. Sistema de fuentes, Madrid-Barcelona-Buenos Aires: Marcial Pons, 2009, en especial pp. 237-253. También PAREJO ALFONSO, Luciano J.: La potestad normativa local, Madrid: Marcial Pons, 1998. 14Hemos de remitirnos por razones de espacio a otras publicaciones en relación con esta materia. Sobre las competencias locales y, en particular, las municipales, cfr. VELASCO CABALLERO: op. cit., especialmente pp. 45-54. Sobre la competencia municipal en materias no atribuidas a otro nivel de autonomía (art. 4.2 de la Carta Europea de Autonomía Local), ibídem, pp. 82-108. Sobre todo ello, cfr. igualmente las SSTC 214/1989, FJ 3, y 41/2016, FFJJ 9 a 11. 7 ii. La LRJPAC y una ley sectorial que especifica la técnica de intervención y establece concreciones respecto de la regulación general de la LRJPAC (desarrollo). iii. Una ley sectorial que prevé una regulación distinta y especial respecto de la contenida en la LRJPAC, por lo que ésta no es de aplicación más que en lo que no se oponga a aquélla15. iv. Una ley sectorial que, al concretar las especialidades de una técnica de intervención, materialmente se aleja de la configuración de ésta en la LRJPAC. Dependiendo de en cuál de estos supuestos nos encontremos serán de aplica- ción unas normas u otras. Sin embargo, hay que recordar que, en todo caso, la LRJPAC conserva su valor de legislación básica para todas las Administraciones Públicas, y lo mismo cabe decir de la LPAC cuando entre en vigor16. Por ello, es en principio posible reconducir lo previsto en la ley sectorial a las categorías generales contenidas en la LRJPAC, con independencia de la denominación o nomen iurisde la técnica de intervención que contenga aquélla, lo que es particularmente importante en la cuarta situación normativa descrita. Sobre ello volveremos más adelante. 2. La desnaturalización de las declaraciones responsables y las comunicaciones por el legislador sectorial: la inercia de la autorización administrativa Como se ha dicho, hay una situación normativa en que el desarrollo sectorial parece respetar y partir de las premisas de la LRJPAC. Sin embargo, en realidad las concreciones que establece hacen que la declaración responsable o comunicación que regulan no sea reconocible como una figura de las descritas en el art. 71 bis LRJPAC. De este modo, aunque formalmente se conserva la denominación originada por la Ley 17/2009, en realidad estamos ante solicitudes en sentido material. Ello se debe, probablemente, a que la tendencia autorizatoria española está firmemente arraigada en nuestro acervo jurídico, por lo que tanto el legislador sectorial como los propios particulares confían y se sienten más jurídicamente seguros en un contexto de autorización. Así, conscientemente o no, el legislador sectorial ha configu- 15El criterio nomodinámico de especialidad deberá emplearse cuando se trate de normas estatales, mientras que el criterio de competencia será el pertinente cuando haya una norma de otro nivel normativo que entre en conflicto con la LRJPAC. También podrá proceder, en su caso, la aplicación del criterio de primacía. 16Son de aplicación a las entidades concretadas en el art. 2 LRJPAC y 3 LPAC. Conviene hacer notar la distinción en el ámbito subjetivo de aplicación de ambas normas. Cfr. por ejemplo MENÉNDEZ REXACH, Ángel: «La Ley de Procedimiento Administrativo Común: significado general y ámbito de aplicación», en VELASCO CABALLERO, F. (coord.): Régimen jurídico y procedimiento administrativo de los gobiernos locales. La aplicación a las entidades locales de las Leyes 39/2015 y 40/2015, de 1 de octubre, Instituto de Derecho Local: Madrid, 2016, pp. 42-44. 8 rado, en muchas ocasiones, técnicas de intervención que ha denominado declaraciones responsables o comunicaciones, pero cuyas características obligan a calificarlas de solicitudes. Sin duda, en la práctica esto plantea numerosos problemas, pues no es fácil desconfiar continuamente del nomen iuris atribuido a una determinada técnica de intervención y tratar de calificarlo de un modo técnicamente correcto. 3. El ejemplo de la «licencia de funcionamiento» madrileña Un ejemplo17 claro de esta imprecisión regulatoria, que hemos caracterizado como desnaturalización, lo encontramos en el art. 8 de la Ley 17/1997, de 4 de julio, de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas de la Comunidad de Madrid. Este precepto regula la «licencia de funcionamiento» de locales y establecimientos de ocio abiertos al público: Artículo 8. Licencias de funcionamiento. 1. Los locales y establecimientos regulados en la presente Ley necesitarán previamente a su puesta en funcionamiento la oportuna licencia municipal de funcionamiento, sin perjuicio de otras autorizaciones que les fueran exigibles. Constituirá presupuesto indispensable para el otorgamiento de las licencias de funcionamiento, la previa acreditación del cumplimiento de lo establecido en el apartado tercero del artículo 6. 2. Los Ayuntamientos deberán efectuar la previa comprobación administrativa de que las instalaciones se ajustan al proyecto presentado para la obtención de la oportuna licencia y de que, en su caso, las medidas correctoras adoptadas funcionan con eficacia. 3. Esta comprobación deberá realizarse en el plazo máximo de un mes desde la comunicación a los Ayuntamientos de la finalización de las obras o de las medidas correctoras y se plasmará en una resolución expresa del órgano competente que constituye, en el supuesto de ser positiva, la licencia de funcionamiento. Transcurrido el plazo señalado en el apartado anterior sin que se haya verificado la comprobación, los establecimientos podrán iniciar su actividad previa comunicación al Ayuntamiento de esta circunstancia. No obstante, el Ayuntamiento deberá proceder a la comprobación prevista en el apartado primero de este artículo, pudiendo acordar el cierre cuando las instalaciones no se ajusten al proyecto presentado o las medidas correctoras adoptadas no funcionen con eficacia. 4. En las licencias de funcionamiento se harán constar entre otros datos y, en todo caso: el nombre, denominación, razón social y domicilio de los titulares, el empla- 17 Dada la vocación de brevedad de este artículo, únicamente podemos analizar un ejemplo de los numerosos que existen en la legislación de cada sector de intervención administrativa. 9 zamiento y denominación, aforo máximo permitido y la actividad o espectáculo a que se vaya a dedicar el local conforme al catálogo. 5. El incumplimiento de los requisitos y condiciones en que fue concedida la licencia de funcionamiento determinará la revocación de la misma previa tramitación de un expediente sumario con audiencia del interesado. (…) A. La primera «comunicación» del art. 8.3 Hemos resaltado en dos ocasiones el término «comunicación» para destacar la polisemia con que el legislador madrileño emplea el término. En el primer caso, establece que la licencia de funcionamiento se obtendrá tras la comunicación al Ayuntamiento de la finalización de las obras, previas las comprobaciones correspondientes. Si en el plazo de un mes no se obtuviera esa resolución autorizatoria, el particular no puede iniciar su actividad sin más. Ello pone de manifiesto que, aunque la norma hable de «comunicación», en realidad estamos ante una verdadera solicitud en el sentido del art. 70 LRJPAC, que inicia un procedimiento administrativo encaminado a la obtención, previos los trámites oportunos, de una resolución administrativa. Y se establece también el plazo en que la Administración debe resolver —un mes—. Es clara la relevancia de calificar esta «comunicación» como una comunicación del art. 71 bis.2LRJPAC o una solicitud del art. 70 LRJPAC. Si es una comunicaciónno se inicia un procedimiento administrativo, como ya hemos señalado supra, por lo que no habría obligación de resolver y el particular podría iniciar su actividad18. En cambio, si estamos ante una solicitud, la consecuencia es la aplicación de las reglas del procedimiento administrativo, notablemente la obligación de resolver y el efecto del silencio, sin que pueda iniciarse la actividad antes de la resolución salvo previsión expresa en contrario. Se aprecia así de manera clara la distinción de régimen jurídico en una cuestión clave: quien «comunique» el fin de las obras —es decir, solicite la licencia de funcionamiento— obtendrá por silencio positivo la licencia transcurridos tres meses, si no ha habido una resolución administrativa denegatoria. Al encontrarnos ante una solicitud en sentido material, se aplican normalmente las previsiones respecto a la obligación y plazo para resolver, y el sentido del silencio, en procedimientos iniciados —ahora sí— a solicitud del interesado, contenidas a falta de norma especial en los arts. 42 y 43 18Incluso si la comunicación tuviera una eficacia diferida, de modo que quedara desplazada la previsión del art. 71 bis.3LRJPAC en cuanto a la producción inmediata de efectos. En estos casos, parece que puede entenderse la eficacia diferida como un desarrollo de la norma básica estatal, más que como la configuración de una técnica autorizatoria distinta, siempre que se mantengan el resto de características de la comunicación de la LRJPAC. 10 LRJPAC y 22 a 24 LPAC19. La capital relevancia de esta circunstancia hace innecesaria cualquier otra consideración sobre la necesidad de calificar correctamente esta primera «comunicación». B. La segunda «comunicación» del art. 8.3 El art. 8.3 de la Ley madrileña de espectáculos públicos establece que, transcurrido ese primer mes tras la comunicación del fin de las obras, y dado que el particular no ha sido autorizado a iniciar la actividad, éste puede presentar una segunda «comunicación» previa, tras la que sí podrá iniciarla. Es apreciable sin mayor esfuerzo intelectivo la diferencia fundamental de régimen y efectos que el propio art. 8.3 atribuye a cada «comunicación». Mientras que la primera es toda una solicitud, esta segunda se ajusta perfectamente al esquema descrito en el art. 71 bis.2LRJPAC para las «comunicaciones previas», produciendo efectos desde el momento de su presentación y permitiendo al particular iniciar una actividad con su mera presentación ante la Administración, sin necesidad de una actividad positiva por parte de ésta. De este modo, en caso de que haya transcurrido el mes desde la primera comunicación, no se produce silencio, pero parece transformarse el régimen de intervención administrativa: el particular puede optar por esperar a la licencia —hasta los 3 meses que tiene la administración para resolver— o por presentar una comunicación, tras la que ya no es necesaria licencia. Así, en nuestra opinión, el art. 8.3 de la Ley de espectáculos de Madrid establece ese cambio implícitamente, de un control ex ante a un control ex post, a elección del propio interesado. A tal interpretación coadyuva la alusión del art. 8.3 II de esa Ley a la debida comprobación de la Administración, que podrá finalizar en la clausura del local en caso de que no reunir los requisitos exigibles. Como es evidente, no hay clausura si no hay un local ya abierto al público, por lo que la segunda comunicación es, en efecto, una de las del art. 71 bis.2LRJPAC. Todo ello, naturalmente, sin perjuicio de las facultades de comprobación, inspección y control que tiene la Administración, independientemente de la concreta técnica de intervención. El Ayuntamiento en este caso siempre puede, con carácter previo — normalmente para licencias— o posterior —tanto para licencias como declaraciones responsables y comunicaciones— comprobar que el local reúne todas las características exigidas por la normativa aplicable, iniciando a tal efecto un procedimiento de 19La LPAC aporta una precisión respecto del sentido del silencio, en línea con la Directiva de Servicios y la Ley 17/2009. Exige que la ley sectorial que establezca el silencio negativo en procedimientos para el acceso al ejercicio de actividades y servicios deberá fundarse en la concurrencia de razones imperiosas de interés general (art. 24.1 LPAC). Para comprobar las modificaciones de régimen entre LRJPAC y LPAC, cfr. http://idluam.org/images/files/noticias/news/Actualidad/ComparativaLPAC_LCSP_vf.pdf. 11 inspección independiente del que, en su caso, dio origen a la propia licencia —ya que éste finaliza, efectivamente, con esa licencia—. III. CONCLUSIONES Sin duda, dada la actual profusión y dispersión normativa en que se mueven los particulares, la dificultad en la correcta calificación de la técnica de intervención administrativa para cada actividad o servicio se añade a otras derivadas de la propia complejidad ordinamental en que vivimos. Por ello es fácil errar en esa calificación, a la que colaboran en buena medida los defectuosos desarrollos llevados a cabo por el legislador sectorial, bien por falta de rigor normativo, bien por una tendencia nostálgica —consciente o no— a mantener un régimen materialmente autorizatorio. Tal circunstancia no hace sino poner de relieve, más aún, la importancia de una correcta calificación de la técnica de intervención. Es a todas luces relevante saber si, por ejemplo, puede adquirirse por mero silencio una licencia que, sin embargo, parece que se solicita a través de una comunicación; o si, por el contrario, tal supuesto se exceptúa específicamente de la obligación de resolver de la Administración, con el consiguiente vacío legal. Por ello, el objetivo de este artículo no es sino llamar la atención del lector sobre la importancia de esta cuestión, que aparentemente se limita a una cuestión formal de nombres y denominaciones pero que, no obstante, encierra una verdadera clave para operar en el confuso tráfico jurídico-administrativo actual. De este modo, y a título necesariamente enunciativo, puede decirse que estamos ante solicitudes materiales cuando, independientemente de su nomen, no permitan el acceso a la actividad o al servicio con su mera presentación y requieran una actividad positiva de la Administración. Ya sea ésta una resolución expresamente autorizatoria u otra que confirme el cumplimiento de requisitos o tenga un contenido similar. En estos casos, serán de necesaria aplicación todas las garantías del procedimiento administrativo común, entre las que destacan la obligación y plazo para resolver, y el sentido del silencio administrativo20. Por el contrario, nos encontraremos ante verdaderas declaraciones responsables o comunicaciones cuando no requieran una actividad positiva previa por parte de la Administración, de tal modo que sean aquéllas y no ésta la que habiliten para el inicio de la actividad o servicio. Dado que no es necesario un control administrativo a priori, en realidad no se inicia procedimiento administrativo alguno —más allá del pro- 20Sobre ello, una lectura actualizada y clarificadora puede encontrarse en DOMÍNGUEZ MARTÍN, Mónica: «Ordenación y tramitación del procedimiento administrativo común»; en VELASCO CABALLERO: «Régimen jurídico…», op. cit., pp. 139-171. 12 cedimiento organizativo interno de la Administración—, por lo que no rigen en tal caso las garantías del procedimiento administrativo. Y no porque haya menos garantías que con las solicitudes, sino simplemente porque no son útiles para el particular en ese contexto: ya puede iniciar su actividad. Sí regirán, en todo caso, esas garantías en los procedimientos inspectores que se inicien en cualquier momento para comprobar el cumplimiento de los requisitos para ejercer la actividad, por la razón de que esos procedimientos son formal y sustantivamente independientes de los que dan lugar al inicio de la actividad. En cualquier caso, es una materia necesariamente casuística, que requerirá un análisis atento supuesto por supuesto. 13