Reg.: A y S t 211 p 457-465. En la ciudad de Santa Fe, a los quince días del mes de febrero del año dos mil seis, se reunieron en acuerdo los señores Ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, doctores María Angélica Gastaldi, Mario Luis Netri y Eduardo Guillermo Spuler, con la presidencia del titular doctor Rafael Francisco Gutiérrez, a fin de dictar sentencia en los autos caratulados “BANCO DE SANTA FE SAPEM c. MELAMEDOFF, Esteban Daniel sobre RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD" (Expte. C.S.J. Nro. 113, Año 2005). Se resolvió someter a decisión las cuestiones siguientes: PRIMERA: ¿es admisible el recurso interpuesto?, SEGUNDA: en su caso, ¿es procedente? y TERCERA: en consecuencia, ¿qué resolución corresponde dictar? Asimismo se emitieron los votos en el orden que realizaron el estudio de la causa, o sea doctores Gutiérrez, Spuler, Netri y Gastaldi. A la primera cuestión -¿es admisible el recurso interpuesto?- el señor Presidente doctor Gutiérrez dijo: Mediante resolución registrada en A. y S., T. 205, pág. 81, esta Corte admitió la queja y, en consecuencia, concedió el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el Banco de Santa Fe S.A. contra la sentencia de fs. 233/238 dictada por la Cámara de Apelación en lo Civil, Comercial y Laboral de la ciudad de Reconquista, por las razones entonces expuestas. En el nuevo examen de admisibilidad que prescribe el artículo 11 de la ley 7.055 no encuentro razones para apartarme de aquella conclusión provisoria, en concordancia con lo dictaminado por el señor Procurador General a fs. 280/281. Voto, pues, por la afirmativa. A la misma cuestión los señores Ministros doctores Spuler, Netri y Gastaldi expresaron idénticos fundamentos a los expuestos por el señor Presidente doctor Gutiérrez y votaron en igual sentido. A la segunda cuestión -en su caso, ¿es procedente?- el señor Presidente doctor Gutiérrez dijo: 1. En la presente causa promovió el Banco de Santa Fe S.A. demanda ordinaria contra Esteban Daniel Melamedoff pretendiendo el cobro de la suma de $ 451.790,24, equivalentes a la planilla aprobada judicialmente en los autos “Melamedoff, Esteban Daniel c/Banco de Santa Fe (exBco. Pcial. de Santa Fe) s/Apremio” (expte. 423/95), en los cuales el doctor Melamedoff reclamara el pago de los honorarios profesionales regulados oportunamente -en la suma de $ 247.393,63- por su actuación para dicha entidad financiera en la causa “Banco Provincial de Santa Fe c/Melbers, Guillermo Luis y otros s/Ordinario ” (expte. 046/92). En sustento de su pretensión la actora expresó que no le adeudaba suma alguna al doctor Melamedoff, y que por tal motivo venía a promover juicio declarativo posterior “a efectos de discutir y demostrar la total improcedencia de la pretensión plasmada en el apremio y acogida por la sentencia dictada en el mismo, como asimismo de resarcirse y repetir cualquier suma que fuera condenada a pagar”, destacando que por sus características, el apremio había impedido el debate amplio acerca de la legitimidad e improcedencia de la pretensión del doctor Melamedoff, como lo demuestra la decisión del juez del apremio que rechazó la excepción de falta de acción opuesta por su parte por considerar que sus argumentos referían a la causa de la obligación. Asimismo -y en cuanto al fondo- destacó que entre su parte y el doctor Melamedoff existió (hasta su desvinculación en 1991) una relación de empleo público ajena a las normas de derecho común, en la cual el profesional recibía una remuneración habitual que excluía el derecho a cobrar honorarios, extremo reconocido por los propios actos del ahora demandado, quien igualmente se sometió a las normas internas que regulaban el accionar de los profesionales del Departamento de Asuntos Legales del banco (en particular, el artículo 165 del Reglamento Interno) (fs. 14/37 v.). Tramitada que fuera la causa, el Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y Comercial N/ 1 de la ciudad de Reconquista -mediante sentencia de fs. 144/146- rechazó in totum la demanda planteada atento considerar que “no quedan dudas de la inexistencia de una relación de empleo público entre las partes”, siendo claro que cuando Melamedoff representaba al banco en procesos judiciales, y aún mientras existió el vínculo laboral, “todo lo relativo al cobro de los honorarios profesionales (...) estaba regido por las disposiciones ordinarias referidas a la materia”, en concreto, el código civil, las leyes adjetivas provinciales y la ley arancelaria. 2. Apelado que fuera tal decisorio, la Alzada lo confirmó mediante sentencia de fs. 233/238, atento considerar que en el caso no se hallaban configurados los recaudos exigidos en orden a la procedencia del juicio declarativo posterior al ejecutivo que intentara el Banco de Santa Fe S.A.. En ese orden señaló: i) que “en forma prácticamente unánime, jurisprudencia y doctrina consideran que la promoción del juicio declarativo posterior exige el cumplimiento de la condena impuesta en el ejecutivo (...) o que la ejecución hubiere concluido por la subasta de los bienes embargados, lo que en la mayoría de los códigos de procedimiento civiles nacionales es expresamente previsto” (se omiten las citas); en el caso -agregó- “el estudio de estos autos y del expediente de apremio indica que no existe constancia de cumplimiento de la condena”, y si bien “se ha sostenido que no puede elevarse este requisito al carácter de imposición legal incondicionada y absoluta (...) no se advierten en este caso circunstancias que deban llevar a obviarlo”. ii) que si bien dicho fundamento “resultaría suficiente para desestimar el recurso de apelación”, también debía considerarse en cuanto a la tesis central del carácter de empleo público de la relación que vinculó a las partes (defendida por el banco “como excepción en el juicio ejecutivo y como fundamento de la presente demanda ordinaria”) “si la falta de legitimación sustancial esgrimida en sostén de la excepción de inhabilidad de título en la ejecución puede ser objeto de este juicio declarativo posterior”, atento a que “si se trata de una defensa que pudo invocarse y resolverse en el proceso ejecutivo, la resolución recaída en el mismo definitiva pues adquiere carácter de cosa juzgada material, lo que obsta a la procedencia del juicio declarativo posterior”. En tal sentido recordó que en la causa “Reggiardo” (R. A. y S., T. 170, pág. 446), esta Corte sostuvo que la decisión adoptada por el juez revestiría el carácter definitivo en cuanto a la falta de acción o legitimación sustancial del demandante, “tema que no podría ser nuevamente debatido en un eventual juicio declarativo posterior”, por lo que debían desestimarse los agravios expresados “teniendo en cuenta que tratándose de la existencia de cosa juzgada corresponde que este Tribunal lo considere, supliéndolo aun de oficio (art. 141 CPCC)”, pues -como lo afirma en otro tramo del decisorio- sería “evidente la contradicción e incoherencia que resultaría de considerar definitiva la (decisión acerca de la legitimación sustancial de las partes) al efecto de la concurrencia de uno de los presupuestos de apertura del recurso de inconstitucionalidad y, al mismo tiempo, considerar que reviste el carácter de cosa juzgada sólo en sentido formal al efecto de la procedencia de la acción declarativa posterior. Consideró “oportuno subrayar la directa relación entre el alcance de la cosa juzgada en el juicio ejecutivo y la procedencia del juicio declarativo posterior (...) pues en cuanto a las excepciones procesales relativas al juicio anterior, y a cualquier defensa o excepción admisible en el mismo sin limitación de pruebas cuando hubieran sido ventiladas y resueltas en él, aquella sentencia hace fuerza de cosa juzgada en sentido material, impidiendo volver a discutirlas en el juicio declarativo posterior”. “En el juicio de apremio precedente ya referido -observó-, la recurrente introdujo la excepción de inhabilidad de título y/o falta de acción, por falta de legitimación sustancial, tanto activa como pasiva, con los fundamentos que anteriormente he consignado. La cuestión fue debatida y el Juez de Primera Instancia resolvió su rechazo. Si bien lo hizo negando la posibilidad de expedirse en la sentencia ejecutiva sobre la legitimación sustancial, pese a considerarla subsumida en la excepción de inhabilidad de título, el resultado no varía en cuanto a que la defensa fue esgrimida y resuelta”. Concluyó señalando que contra la sentencia de apremio el banco debió articular el recurso de inconstitucionalidad, que sin embargo omitió optando por “esta acción declarativa posterior que a la postre, como ha quedado fundamentado, resulta una alternativa incorrecta e improcedente” atento a la firmeza de aquélla, y porque “la omisión -de plantear el citado recurso- no abre la posibilidad del juicio declarativo posterior, ya que éste no tiene por finalidad brindar a las partes el medio de reparar errores o suplir negligencias en que se hubiera incurrido en el anterior”. 3. Contra tal pronunciamiento dedujo el Banco de Santa Fe S.A. recurso de inconstitucionalidad (artículo 1, inciso 3/, de la ley 7.055), agraviándose -en primer lugar- de que la respuesta de la Alzada en relación a que en el caso no se darían las condiciones para la procedencia del juicio declarativo posterior al apremio, resultaría arbitraria en virtud de importar la exigencia de un requisito para la promoción del juicio declarativo -el cumplimiento previo de la condena de apremio- que no surge ni de la letra ni del espíritu del artículo 483 del C. P. C. y C., introduciéndose al mismo tiempo a la litis una cuestión que no fue controvertida por las partes. E n e s e o r d e n expresó que la falta de cumplimiento de la condena obedeció a evitar un perjuicio innecesario a las arcas del Estado, y que la pretensión esencial en este juicio consiste en demostrar la imposibilidad del Dr. Melamedoff de cobrar honorarios profesionales al Banco, esclareciendo la relación que unió a las partes y las obligaciones de las mismas entre sí. Idéntico vicio le atribuyó al decisorio en cuanto afirma que al haberse debatido en el juicio de apremio como excepción de inhabilidad de título la cuestión en torno a la naturaleza del vínculo de empleo público habido entre las partes, la misma no podría discutirse en el juicio declarativo posterior por haber adquirido firmeza su rechazo, aduciendo al respecto que en el caso la excepción de falta de acción articulada oportunamente no fue tratada ni sustanciada, por considerar el juez del apremio que resultaba impropio del proceso entrar en el análisis de temas tan puntuales como la naturaleza jurídica del Banco de Santa Fe S.A.P.E.M., y la relación que vinculó a las partes, por cuanto se desvirtuaría su naturaleza sumaria. En cuanto a lo expresado por la Alzada acerca de que su parte debió articular el recurso de inconstitucionalidad contra la sentencia dictada en el juicio de apremio, destacó que el artículo 509 del código de rito establece que el único que puede apelar la sentencia de apremio es el actor, quedándole al demandado la vía del juicio ordinario posterior (artículo 483 del mismo Código), con la limitación de no discutir las excepciones procesales relativas al juicio ejecutivo, como cualquier defensa o excepción admisible en el mismo sin limitación de pruebas cuando hubieren sido ventiladas y resueltas en él, por lo que al al no tratarse en su sustancia la excepción opuesta, puede el Banco ventilarla en el juicio de conocimiento. Observó que no es aplicable al sub examine lo resuelto por esta Corte in re "Reggiardo", toda vez que en este antecedente el juez de primera instancia sí había analizado la defensa opuesta por la entidad, por lo que su sentencia hubiera producido los efectos de la cosa juzgada material en caso de no ser impugnada por la vía extraordinaria. Finalmente impugnó la validez del pronunciamiento por cuanto no trató los restantes agravios puestos a su consideración y que fueron objeto de la litis, esto es: la relación de empleo público existente entre el actor y el Banco, aspecto expresamente reconocido por el Máximo Tribunal de Justicia de la Provincia; lo dispuesto por los artículos 165 y 170 del Reglamento Interno del Banco; la doctrina de esta Corte en relación a que lo jurídicamente relevante es el momento en que se realizaron los trabajos, y la aplicación al caso de la teoría de los actos propios en tanto el letrado asumió una conducta de respeto a la normativa que reguló su relación con la institución durante todos los años en que se desempeñó bajo relación de dependencia hasta su desvinculación a causa de un retiro voluntario (fs. 241/252 v.). Evacuado que fuera el traslado respectivo (fs. 255/260 v.), la Cámara denegó la concesión del recurso por auto de fs. 267/v., accediendo la recurrente a la instancia extraordinaria por vía de queja, como se expresara al tratar la primera cuestión. 4. El detenido estudio de la causa me convence de que la impugnación planteada merece favorable acogida en esta instancia, pues si bien es cierto que los agravios planteados remiten al examen de cuestiones de derecho procesal que, por su naturaleza, resultan ajenas en principio al recurso extraordinario, no es menos cierto que concurren en el sub judice motivos suficientes que tornan procedente hacer excepción a dicha regla, al constatar la existencia de defectos en el pronunciamiento recurrido que determinan que el mismo no pueda ser considerado como la necesaria derivación razonada del derecho vigente aplicable a las circunstancias comprobadas de la causa. 5. Ello es así -en primer lugar- porque asiste razón a la recurrente cuando se agravia de la arbitrariedad del decisorio en el tramo en que exigió el cumplimiento previo de la condena impuesta en la sentencia de apremio para que prospere el juicio declarativo posterior, criterio cuya adopción ha supuesto imponer a la acción intentada un requisito legal inexistente (atribuyéndose así los jueces el rol propio del legislador), pues a diferencia de lo que -según la Alzada- se verifica “en la mayoría de los códigos de procedimiento civil nacionales”, el código procesal santafesino no subordina la promoción del juicio declarativo posterior al hecho de que estén “cumplidas las condenas impuestas” (como reza, por ejemplo, el artículo 553 C.P.C.C.N.; idem, artículo 551, C.P.C.C.Bs.As.). De tal suerte, la Alzada ha consagrado una restricción injustificada del derecho que la actora pretendió hacer valer, cuya razón de ser es precisamente la de, en orden a asegurar la justicia del caso, brindar la posibilidad de agotar el debate y dar soluci ón a aquellos puntos que, encontrándose involucrados en el litigio entre las partes, no pudieron resolverse en la causa summaria (como decían los glosadores; vide Besold, Christoph, “De modo referendi in causis civilibus primæ instantiæ”, en del mismo autor “Thesaurus practicus”, Sumptibus Volffgangi Endteri, Nürnberg, 1643, pág. XVI) a raíz de las limitaciones impuestas al conocimiento judicial (Palacio, Lino Enrique, “Derecho Procesal Civil”, Abeledo Perrot, Bs. As., 1982, t. VII, pág. 775). 6. Idéntico reproche merece la argumentación desarrollada “ad eventum” por la Cámara en cuanto a que la defensa del banco fundada en la relación de empleo público que lo vinculara con el doctor Melamedoff ya no podía ser objeto “de este juicio declarativo posterior” al haber sido debatida y rechazada en el juicio de apremio a través de una sentencia que había pasado en autoridad de cosa juzgada material. Dicha respuesta -al igual que la analizada en el punto anterior- tampoco puede ser aceptada a la luz de las exigencias del artículo 95 de la Constitución provincial, atento a que la premisa central sobre la que se asi enta (o sea, que se habría tratado de una defensa “ventilada y resuelta” en el juicio de apremio, por lo que no estaría permitido discutirla en el declarativo posterior) no consulta que en su hora el Juez la consideró inadmisible, desestimándola con el argumento formal de entenderla ajena a la excepción de inhabilidad de título, que “se refiere a las formas extrínsecas del título, sin que pueda discutirse la legitimidad de la causa”, por lo cual el análisis del planteo del banco resultaba “impropio de este proceso”, atento a la vigencia de una “limitación (que) tiene su fundamento en que si se discute la causa de la obligación ello implicaría desvirtuar la naturaleza sumaria del proceso de ejecución que constituye el apremio” (fallo del 8.IV.1997, en copias de fs. 6/9, a fs. 8). En tales condiciones, resulta elemental que el pronunciamiento en cuestión “ha dejado abierto el debate sobre el punto al juicio ordinario posterior” (vide Fallos, 295:859), en la medida que destacó que “los extremos invocados por la defensa” pueden debatirse en el juicio declarativo posterior, en procura de “la solución de aquellos puntos que, si bien son involucrados en el conflicto, no pueden resolverse en este juicio en razón de las limitaciones impuestas al conocimiento judicial” (copias de fs. 6/9, a fs. 8 v.), con lo cual la pretensión (defensista) articulada por el banco no fue “rechazada en forma tal que no puede ser objeto de tratamiento ulterior en juicio (v. doctrina de Fallos: 301:1029)” (vide C.S.J.N., “Rolyfar S.A. c/ Confecciones Poza S.A.C.I.F.I.”, agosto 10, 2004). Por ello, forzoso es concluir en que lo entonces decidido carecía de incidencia sobre la causa de la deuda, y que su postulada firmeza por la no interposición del recurso de inconstitucionalidad no podía estrictamente importar la definitiva adquisición por el doctor Melamedoff de la suma por la cual se mandara “llevar adelante la ejecución”, atento a que una razonable interpretación de la regla del artículo 483 del código de rito habilitaba igualmente a considerar como remedio útil contra el fallo dictado en el apremio el de la deducción del juicio declarativo posterior, y que la tesis contraria (defendida por la Alzada) ha supuesto extender los alcances del principio de respeto a la cosa juzgada más allá de sus límites propios, haciéndose merecedor de reproche constitucional (vide Fallos, 310:302 y 2063; 312:173; 314:423; 316:3126; 317:381; 318:2068; 321:2730, etc.). Tal conclusión se refuerza en la medida que no podía escapar al juicio de los sentenciantes (ni al que le incumbe efectuar ahora a esta Corte) el hecho de que la cuestión sustancial discutida entre las partes ha sido resuelta por este Cuerpo a partir del caso “Reggiardo” (cit.), por lo que es posible postular prima facie la ausencia de un título sustancial para el derecho que invocara la actora del apremio (labor profesional que deba retribuirse con honorarios), título sin el cual "no hay derecho, porque falta la atribución" (vide Hervada, Javier, "Introducción crítica al derecho natural", Eunsa, Pamplona, 1981, pág. 48), siendo por demás de claro (por aquello de que una conclusión no puede ser más fuerte que sus premisas) que, no existiendo el derecho concreto, una decisión judicial no puede erigirse ex nihilo en causa eficiente del mismo, ni condenar a un sujeto a dar a otro lo que en realidad no es "suyo" violando así la propia esencia del Derecho, que consiste en dar a cada uno lo suyo ("suum cuique tribuere", Institutas, I, 1, 3). Además, aun cuando se entendiera -como se ha sostenido en autos- que la decisión dictada en el apremio estaría firme en virtud de no haberla recurrido el banco por la vía del recurso reglado en la ley 7.055 (recurso que, conforme a lo expuesto, era uno de los dos mecanismos procesales disponibles legalmente a los fines de objetar lo resuelto), ha de recordarse que “los loables motivos que inspiran el principio de inmutabilidad de las sentencias no son absolutos y deben ceder frente a la necesidad de afirmar el valor jurídico y objetivo constitucional de afianzar la justicia, entendiendo a ésta como una virtud al servicio de la verdad sustancial, lo cual se expresa a través de una decisión judicial que conduzca a consagrarla y al reconocimiento de los derechos que surgen evidenciados de las constancias del proceso" (C.S.J.N., "El Soberbio S.A.", junio 15-2004). Como se expresara in re “Mastrogiovanni” (R. A. y S., T. 200, pág. 172), “no se trata de desconocer en el caso la importancia sistemática que tiene la cosa juzgada, resultante de que “el sistema jurídico carecería, como principio, de eficacia práctica sin ella y, por tanto, su desconocimiento generalizado supondría un padecimiento de los fines más básicos del derecho (confr. en tal sentido, H.L.A. Hart, “El concepto de derecho”, trad. de Genaro R. Carrió, Abeledo Perrot, Bs. A., 1963, págs. 176 y sgtes.; Sebastián Soler, “La interpretación de la ley”, Barcelona, 1962, págs. 92 y sgtes.)” (“De Gainza”, Fallos, 320:985, voto del juez Petracchi), algo que explica la jerarquía constitucional que se le ha reconocido por consideraciones vinculadas al derecho de propiedad, la defensa en juicio y la seguridad jurídica. Se trata, antes bien, de recordar que el principio que prescribe su inalterabilidad -con el que se “busca amparar la solución real adoptada por el juez” (vide Fallos, 307:516 y sus citas; 315:1270, voto disidente de los jueces Belluscio y Moliné O’Connor)- está sujeto a necesarios límites y excepciones, que han de determinarse “con especial cautela y rigurosa conciencia de sus implicancias” (Fallos, 320:985, voto cit.), en los casos de resoluciones que aunque “se apartan de lo dispuesto en una sentencia firme (...) lejos de menoscabar la autoridad de la cosa juzgada la salvaguardan, porque salvaguardan la justicia, sin la cual el más íntimo sentido de dicha autoridad, que es su contenido moral, no es concebible” (Fallos, 294:434; 310:1797 y sus citas; 320:1038). Precisamente desde el valor justicia se derivan particulares exigencias hacia la labor de adjudicación judicial, entre las cuales se destaca la del realismo que debe orientar el razonamiento de los jueces. Este realismo se traduce en la directiva de evitar conducir los procesos “en términos estrictamente formales” y con desatención hacia los hechos que exhiben relevancia para la suerte del litigio: como se ha dicho, las normas procesales no se reducen a una mera técnica de organización de los juicios sino que, en su ámbito específico, tienen por finalidad ordenar adecuadamente el ejercicio de los derechos en aras de la concreción del valor justicia en cada caso y de asegurar la garantía de la defensa en juicio (Fal los: 302:1611; 310:870; 311:2177; 317:1759), lo cual determina que la observancia de sus reglas no pueda traducirse en el mero cumplimiento de ritos caprichosos, ni en la frustración ritual de derechos sustanciales, sino en el prudente desarrollo de trámites destinados al establecimiento de la verdad jurídica objetiva, que es su norte (“Colalillo Domingo c/Cía. de Seguros España y Río de la Plata”, Fallos, 238:550 [1957]; también, Fallos, 322:179; 320:730 y 2209; 315:1186; 314:629; 311:2193; 303:2048; 301:725, entre muchos otros), pues, en definitiva, el sistema de garantías constitucionales del proceso está orientado a proteger los derechos y no a perjudicarlos, y si bien se ha dicho que “también en las formas se realizan las esencias” (Fallos, 315:106; 323:2848, disidencia de los doctores Moliné O'Connor, Fayt y López), lo más importante es no hacer prevalecer irrazonablemente esas formas sobre el fondo. Lo dicho supone que en la interpretación de las reglas adjetivas debe tenerse presente - como en cualquier supuesto de hermenéutica normativa- que “el derecho no es sólo lógica, sino también experiencia, entendiendo por tal la comprensión del sentido último que anida en cada caso” (Fallos, 316:3043, votos concurrentes), siendo “obligación de los jueces ponderar con el mayor rigor la aplicación de los principios jurídicos pertinentes, a fin de no incurrir, con daño para la justicia, en una aplicación sólo mecánica de los mismos” (Fallos, 238:550, cit.; también, Fallos, 322:1526), lo cual significa que ha de razonarse con la máxima prudencia a fin de evitar que la exégesis de la ley “no desnaturalice el espíritu que ha inspirado su sanción y traduzca una renuncia consciente a la verdad jurídica objetiva” (Fallos, 313:1223, con cita de Fallos, 307:1984; 308:435 y 667), pues en todo caso resulta inadmisible -como lo ha dicho la Corte- que los tribunales de la Nación, so pretexto de causas formales, consagren soluciones totalmente apartadas de la realidad (Fallos, 322:1526). A ello se agrega -para concluir, y dando respuesta a lo dicho por el a quo- que resulta por lo demás evidente que no cabe invocar la definitividad que este Tribunal reconociera (tiempo después de la interposición de la demanda de autos) a sentencias dictadas en juicios de apremio en casos que prima facie guardaban sustancial analogía con el presente litigio, para derivar sin más de tal circunstancia la irrevisabilidad de las defensas sustanciales del banco en el juicio aludido en el artículo 483 del código de rito, pues claro está que se trata de exámenes que exhiben notas peculiares y diferenciadoras, vinculadas en particular con que el juicio acerca de la definitividad o no de una decisión en orden a su impugnación constitucional se relaciona ante todo con la necesidad de proporcionar una tutela oportuna, eficaz y sin dilaciones innecesarias de los derechos del justiciable (vide R. A. y S., T. 124, pág. 54), lo cual importa evaluar -en otras palabras- la madurez o “ripeness” del caso para ser sometido al test de validez constitucional por la Corte, que impide consideraciones prematuras o tardías (vide Bianchi, Alberto, “Control de Constitucionalidad”, 2ª. ed., Abaco, Bs. As., 2002, t. I, pág. 296), examen que impide proyectar acríticamente las conclusiones entonces alcanzadas al juicio de procedencia que incumbe al juez del juicio declarativo posterior. Voto, pues, por la afirmativa. A la misma cuestión, los señores Ministros doctores Spuler, Netri y Gastaldi expresaron idénticos fundamentos a los expuestos por el señor Presidente doctor Gutiérrez y votaron en igual sentido A la tercera cuestión -en consecuencia, ¿qué resolución corresponde dictar?- el señor Presidente doctor Gutiérrez dijo: Atento el resultado obtenido al tratar la cuestión anterior, corresponde declarar procedente el recurso interpuesto y, en consecuencia, anular la sentencia impugnada, con costas al vencido (artículo 12, ley 7.055). Disponer la remisión de los autos al Tribunal que corresponda a fin de que la causa sea nuevamente juzgada. Así voto. A la misma cuestión los señores Ministros doctores Spuler, Netri y Gastaldi dijeron que la resolución que se debía adoptar era la propuesta por el señor Presidente doctor Gutiérrez y así votaron. En mérito del acuerdo que antecede, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia RESOLVIÓ: Declarar procedente el recurso interpuesto y, en consecuencia, anular la sentencia impugnada, con costas al vencido. Disponer la remisión de los autos al Tribunal que corresponda a fin de que la causa sea nuevamente juzgada. Registrarlo y hacerlo saber. Con lo que concluyó el acto, firmando el señor Presidente y los señores Ministros por ante mí, doy fe. FDO.: GUTIÉRREZ-GASTALDI-NETRI-SPULER-Fernández Riestra (Secretaria)