FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS. PROVINCIA MAYABEQUE. HOSPITAL GENERAL DOCENTE “ALEIDA FERNÁNDEZ CHARDIET”. NEOPLASIAS DE ORIGEN MESODÉRMICO. Autores: MCs.Dr.Orlando Lázaro Rodríguez Calzadilla. Especialista de Primero y Segundo Grado en Cirugía Maxilofacial. Profesor Auxiliar e Investigador Agregado. Hospital General Docente “Aleida Fernández Chardiet”. E-mail: orlandot@infomed.sld.cu MSc.Dr.Oviedo Pérez Pérez. Especialista de Primero y Segundo Grado en Cirugía Maxilofacial. Doctor en Ciencias Estomatológicas. Profesor Auxiliar e Investigador Auxiliar. Facultad de Estomatología de La Habana. E-mail: oviedoperez@infomed.sld.cu MSc.Dra.Aileneg Rodríguez Aparicio. Especialista de Primer Grado en Estomatología General Integral. Clínica Estomatológica “Enríque Nuñez”. E-mail: araparicio@infomed.sld.cu MSc.Dr.Bienvenido Mesa Reinaldo. Especialista de Primero y Segundo Grado en Cirugía Maxilofacial. Profesor Auxiliar. Hospital Docente “Gustavo Aldereguía Lima”. E-mail: bienvenido.mesa@gal.sld.cu Las neoplasias originadas de los tejidos mesodérmicos de la cavidad bucal, son lesiones que al examen del complejo bucal deben ser detectadas por el Estomatólogo, no solamente por ser enfermedades, si no también porque algunas de ellas pueden potencialmente transformarse en lesiones malignas que afectan la calidad de vida. En este capítulo describiremos las neoplasias benignas y malignas de origen mesodérmico: I. Neoplasias mesodérmicas benignas. - Fibroma. - Lipoma. - Hemangioma. - Linfangioma. - Osteoma. II. Neoplasias mesodérmicas malignas. - Sarcomas. Linfomas. Leucemias. FIBROMA. Es la neoplasia mesenquimatosa benigna de tejidos blandos más frecuente en la cavidad bucal formada por tejido conjuntivo fibroso y constituido por fibras colágenas con células de núcleo alargado y citoplasma fusiforme. Etiopatogenia. Es desconocida pero se relaciona con traumas y sepsis oral. Para algunos autores en la boca se pueden presentar dos tipos de fibroma: uno que es una verdadera neoplasia y otro causado por factores irritantes que se llamaría fibroma de irritación; este último no se considera una verdadera neoplasia, si no una hiperplasia de tejido fibroso ya que regresa al desaparecer el agente causante. Manifestaciones clínicas. − Afecta ambos sexos. − No hay predilección por la raza. − Mas frecuente entre la tercera y quinta década de la vida. − Localizacion en la mucosa de la encia, carrillo, lengua, labio y paladar. − Crecimiento exofítico submucoso. − Base sesil o pediculada. − Superficie lisa y ligeramente hipocoloreada en relación a la mucosa circundante o rojo azulada. − Consistencia firme y duroelastica. Fibroma traumático por desplazamiento de obturación de amalgama en diente 36. Fibroma traumático en borde lateral derecho de la lengua por mordedura. Histología. El epitelio está distendido por una masa densa de tejido colágeno con fibroblastos dispersos. Los capilares atraviesan el tejido y hay pocas células inflamatorias o ninguna. Diagnóstico diferencial. − Papiloma. − Mucocele. − Hiperplasia vestibular. − Epulis fibroso. − Granuloma piógeno. − Granuloma periférico de células gigantes. La confirmación diagnóstica será por el resultado histopatológico (biopsia exerética). Tratamiento. Quirúrgico: exéresis con margen mínimo y cierre por primera intención con sutura, aunque a veces es recomendable fulgurar el lecho cuando proviene de la encía marginal o adherida. Pronóstico: favorable. LIPOMA. Neoplasia benigna, formada por tejido adiposo adulto, que posee una distribución general relativamente común. Etiopatogenia. Se origina de las células del tejido adiposo de ciertas áreas de la submucosa bucal, el trauma local puede desencadenarlo. Manifestaciones clínicas. − Única neoplasia benigna del tejido graso de muy rara localización en el complejo bucal, pero frecuente en cuello y cara. − Más común después de la cuarta década de la vida. − Aparece sin distinción de sexo y raza. − Aumento de volumen subcutáneo o submucoso, redondeado ha alargado, bien delimitado, de consistencia blanda. − Crecimiento lento y asintomático. − Generalmente es superficial. − No es recidivante cuando se elimina completamente. − El aumento de volumen puede ser de color amarillento o normal, pediculado o profundo, de larga duración, bien delimitado. − Forma alargada o redondeada y transcurre de forma asintomática. − Se presenta con poca frecuencia en la mucosa bucal, siendo la localización más frecuente la cara interna de la mejilla (carrillo), lengua, el piso de la boca, paladar y labio; su ubicación en la boca no alcanza el 1%. − Como rareza se han informado lipomas en el hueso mandibular y seno maxilar donde aparecen como una zona radiolúcida bien delimitada. − Se puede observar en piel con mayor frecuencia y alcanzar un gran tamaño. − Se describe un lipofibroma que su comportamiento clínico, evolución y lugar de aparición en la boca, son semejantes a los del lipoma; por lo general su consistencia es más firme, pero su color no varía. Histología. Es una neoplasia benigna encapsulada formada por células adiposas que en el corte histológico muestra su citoplasma vacío, con la técnica histológica corriente se disuelven los lípidos y su núcleo rechazado periféricamente, con la técnica de Sudan III se observa la presencia de lípidos. La vascularización es mínima, no es recidivante, ni sufre transformación sarcomatosa. El lipofibroma se diferencia del lipoma verdadero, por la presencia de un marcado estroma de tejido conjuntivo; en ocasiones, presenta una disposición que forma lobulaciones con el tejido adiposo, entonces los vasos sanguíneos se encuentran dentro de estos tabiques. Diagnóstico diferencial. El diagnóstico diferencial clínico debe efectuarse con una serie numerosa de neoplasias benignas: fibroma verdadero, fibrohistiocitoma, adenomas, sarcomas y linfomas. La lesión más corriente de la mucosa oral es el pseudofibroma irritativo (hiperplasia fibrosa) que corresponde a una adaptación condicionada por algún factor irritativo. Tratamiento. Quirúrgico: exéresis. Pronóstico: Favorable. Lipoma en el suelo de la boca a nivel de las carúnculas sublinguales. Lipoma en la región posterior del cuello. ANGIOMAS. Los angiomas son verdaderos hamartomas debido a que es un crecimiento anormal de tejido tanto en proporción como en disposición integrado por células activas. Las lesiones son benignas y cuando se originan de los vasos sanguíneos se les denominan hemangiomas y cuando o hacen de los vasos linfáticos reciben el nombre de linfangiomas. HEMANGIOMAS. Loa hemangiomas son lesiones vasculares benignas cutáneas consisten en el crecimiento de estructura vascular (arterial, venular o capilar, solo o en combinación) a nivel intradérmico o subdérmico de la piel. Estas lesiones pueden abarcar una o varias capas de la piel y medir desde 10 micrones a varios milímetros de diámetro y en profundidad desde 0,2mm hasta varios milímetros. Existen dos grandes grupos de lesiones cutáneo vasculares: los hemangiomas y las malformaciones vasculares. Estudios posteriores confirmaron que esta clasificación no sólo se basa en criterios celulares y clínicos, sino también en diferencias radiológicas, hemodinámicas e inmunohistoquímicas. Los hemangiomas corresponden a hiperplasias de los vasos dermoepidérmicos consecutivas a simples angiectasias, multiplicación de vasos bien diferenciados o proliferación de células angioblásticas con neoformaciones vasculares en grados variables de diferenciación. Es un tumor frecuente de la infancia. Exhiben una marcada proliferación durante los primeros años de vida, seguido de una invariable y espontánea involución. La gran mayoría de los hemangiomas no requieren de tratamiento, salvo la observación periódica por el especialista. Sin embargo, cuando se presentan situaciones de obstrucción, deformación, ulceración, coagulopatía y falla congestiva durante la fase de proliferación del hemangioma se requiere intervenir terapéuticamente. Etiopatogenia. Algunos hemangiomas son de origen congénito o hereditario, además se pueden originar por trauma y su comportamiento siempre es tumoral. Los hemangiomas se clasifican como capilares y cavernosos, los cuales describiremos a continuación. Hemangioma capilar. Son lesiones pequeñas de color rojo brillante o azulado, que pueden formar lesiones pedunculadas, están bien delimitadas pero no encapsuladas. Hemangioma tuberoso o cavernoso. Se corresponden como dos procesos que pueden aparecer independientemente o combinados. En los primeros (tuberosos), las modificaciones vasculares se sitúan en la dermis superficial. En los segundos (cavernoso), se afectan los vasos de la dermis profunda e incluso hipodermis. Las formas mixtas se presentan en un 20%. Son más frecuentes en los niños prematuros. Su coloración característica es el azul irregular. En la dermis profunda e hipodermis se observan vasos maduros grandes e irregulares. Las formas superficiales aparecen sobre una mácula de carácter angiomatoso o más frecuentemente sobre piel de aspecto normal, desarrollándose con cierta rapidez una lesión sobreelevada de color rojo vinoso, oval o redondeada, de bordes netos, superficie lisa o lobulada, en cabeza, tronco, genitales y región anal. Ocasionalmente las lesiones son múltiples. Al comprimir la lesión se reduce de tamaño y aumenta con los esfuerzos o al llorar, a la vez que el color se hace más intenso, su consistencia es blanda o esponjosa, es compresible y destila sangre en la digitopresión. Se describe un tipo de hemangioma cavernoso denominado hemangioma óseo central debido a que afecta el hueso maxilar y la mandíbula, cuyo signo principal es el aumento de volumen de la región donde se localiza, se observa sangramiento de la encía marginal que puede ser pulsátil. Radiográficamente es semejante al quiste odontogénico. Es frecuente la forma multilocular que recuerda la imagen en << panal de abejas>>, se observa calcificaciones intratumorales que semeja la forma << en rayos de sol>> Manifestaciones clínicas comunes del hemangioma capilar y el hemangioma tuberoso o cavernoso. - El hemangioma capilar y tuberoso presentan formas clínicas comunes ya que aparecen en la niñez y la edad adulta; se ubican con mayor frecuencia en la mucosa del carrillo, lengua y labios; se presentan en la cabeza y el cuello de un 50% al 60%; superficie plana o ligeramente elevada, regularmente su consistencia es blanda pero puede variar por el aumento del tejido fibroso, en los recien nacidos pueden tener una consistencia dura. Su coloración puede ser azulada, roja o purpúrea; crecen lentamente y sus contornos son limitados o difusos. Cuando se ubica en la lengua puede ocurrir la macroglosia y en el labio macroquelia; las lesiones son depresibles, regularmente se desvanecen o blanquean a la digitopresión o vitropresión; permanecen estacionarios y de forma asintomática, salvo que si ocurre ulceración por trauma, pueden infectarse secundariamente, entonces pueden doler y sangrar abundantemente. Los angiomas pueden tener otras formas de presentación como son: - Angiomas estelares (nevus aracneus o spider naevus): consisten en una elevación angiomatosa puntiforme o de 2 a 3 milímetros, con frecuencia pulsátil, de la que irradian finísimas y múltiples arborizaciones teleangiectásicas tortuosas. Se deben a diminutos aneurismas arteriales revestidos a veces de células glómicas o musculares lisas, o bien corresponden a pequeñas anastomosis arteriovenosas; son muy frecuentes y banales, aparece casi siempre en la cara durante la pubertad o en brotes eruptivos con elementos múltiples (estrellas vasculares), durante el embarazo o en el curso de cirrosis hepática alcohólica. - Angiomas seniles: aparecen en la piel y son los llamados puntos rubí, perlas sanguíneas o angiomas cereza, habitualmente múltiples y progresivos, que surgen en casi todos los adultos y ancianos a nivel del tronco, en forma de pequeñas elevaciones puntiformes o lenticulares a menudo pediculadas, rojo vino o violáceas. Son hemangiomas capilares genuinos. Su importancia es exclusivamente cosmética. - Malformaciones vasculares: son fallas que se producen durante el desarrollo embrionario. Están presentes desde el nacimiento, aunque a veces no haya sido evidente. Este tipo de anomalía vascular crece proporcionalmente con el niño y nunca involucionan. Algunos pueden expandirse coincidentemente con episodios de sepsis, trombosis, alteración hormonal, trauma o intervención quirúrgica. Se dividen en malformaciones vasculares de bajo flujo (capilar, linfática y venular) y de alto flujo (arterial o arteriovenoso). - Hemangioma plano de color rosado: manchas congénitas que están presentes desde el nacimiento, de color rosado, rojo intenso o violáceo que se desvanecen a la vitropresión, de dimensiones muy variables, contornos nítidos e irregulares y sin otros cambios ostensibles en su superficie. Está presente en el 0,3% al 0,5% de los recién nacidos. El 66% de estas lesiones presentarán cambios progresivos de color y textura hasta la adultez. Una de sus formas clínicas es el angioma “en mancha de vino oporto” o “port wine stain” o “nevo teleangiectásico”. De localización preferente lateral en cara, de tono oscuro y papilomatoso, distribuyéndose por el territorio cutáneo y mucoso de una o varias ramas del nervio trigémino. En más de la mitad de los casos está asociado a síndromes o angiomatosis graves. - Malformaciones venosas: pueden ser localizadas o extensivas, simples o múltiples y localizadas en cualquier lugar de la cabeza, los miembros y el tronco. La mayoría son de aparición esporádica, aunque hay familias con la forma múltiple y son de tipo hereditaria autosómica dominante. Sus características patognomónicas son el color azul, apariencia esponjosa a la palpación y aumento lento del tamaño. Algunos de estas malformaciones, en especial cuando son superficiales, pequeñas y simples. Existen otros tipos como arteriovenoso, esclerosante, infantil, plexiforme y crisoideo que no tienen importancia en la boca. Histología. El hemangioma capilar está formado por un conjunto de capilares de paredes finas, revestidos de células endoteliales, llenos de sangre, separados por un escaso estroma de tejido conjuntivo. Puede haber áreas con rupturas de vasos, hemorragias y trombosis. El hemangioma cavernoso se encuentra constituido por grandes espacios vasculares, limitado por células endoteliales, separadas por un estroma de tejido conjuntivo pobre. Cuando un hemangioma capilar de larga evolución se convierte a causa de la proliferación de las células endoteliales y del estroma, en una lesión poco celular y fibrótica, recibe el nombre de esclerosante. Diagnóstico diferencial. El diagnóstico diferencial puede realizarse con pigmentaciones focales, como por ejemplo tatuajes, nevus, melanomas y hemangiomas. Es importante inducir el blanqueamiento de la zona por digitopresión o vitropresión, para diferenciar el hemangioma de otras lesiones tumorales como por ejemplo la eritroplasia. Tratamiento. El tratamiento consiste en el uso de cosméticos, nieve carbónica, escisión de la lesión, injertos pediculados, aplicación de rayo laser, tatuaje, embolización de los vasos aferentes y soluciones esclerosantes o criocirugía para reducir el hemangioma. Las radiaciones están contraindicadas, ya que el riesgo de que pueda desarrollarse un sarcoma en el hueso expuesto adyacente, es una clara posibilidad. Pronóstico. Favorable o reservado. Paciente femenina de 46 años de edad con presencia de hemangioma capilar en el borde derecho de la lengua que le dificulta la dicción. Observe dorso de la lengua la presencia de un hemangioma capilar. Hemangioma capilar en Mucosa de labio inferior nasal. Hemangioma capilar en región lateral derecha de nariz. Hemangioma capilar congénito que se extiende desde región frontal a la hemicara izquierda. LINFANGIOMAS. Es una neoplasia mesenquimatosa benigna que se caracteriza por la proliferación de los vasos linfáticos y que son menos común que la neoplasia de su contraparte formada por la proliferación de los vasos sanguíneos; el hemangioma. Etiopatogenia. La etiología del linfangioma es controvertida, algunos autores plantean que es un crecimiento hamartomatoso mientras que otros sugieren que es una malformación congénita. Los linfagiomas se clasifican en: 1- Linfangioma capilar. 2- Linfangioma cavernoso. 3- Linfangioma celular o hipertrófico. 4- Linfangioma sistémico difuso. 5- Linfangioma quístico o higroma. Manifestaciones clínicas. La neoplasia mesenquimatosa puede aparecer en el nacimiento o temprana edad (5 primeros años de vida) aunque pueden diagnosticarse en edades más avanzadas; se localizan en la cabeza y en el cuello en un 50%; cuando se observan en la lengua pueden causar macroglosia, dificultar al hablar y para la deglución. Otras localizaciones; en la mucosa del carrillo y glándulas salivales mayores. Su extensión es variable; coloración blanquecina, rosada, amarilla, pardo o azulada; las cavidades son grandes se comportan de forma asintomática. Se pueden presentar como múltiples excrecencias vesiculares, depresibles, traslúcidas, de larga duración salvo que sean grandes, pueden manifestarse también como nódulos o masas de límites difusos, de consistencia blanda. No desaparecen a la digitopresión. Existe diferencias entre el linfangioma capilar y cavernoso que a continuación relacionamos: Linfangioma capilar: por lo general es superficial, y tiende a adoptar forma papilar, los vasos linfáticos están poco dilatados, se sitúan por debajo de la mucosa, su coloración tiende hacer blanquecina o rosada, su extensión es variable. No desaparecen con la compresión. Linfangioma cavernoso: se sitúan más profundamente, aparecen como nódulos o masas de límites difusos y consistencia blanda, que se reducen a la presión y provocan deformidad, su coloración varia del amarillo al pardo, incluso al azulado. Histología. Formado por espacios linfáticos revestidos de epitelio; los cuales los de tipo capilar se diferencian de su hemangioma homólogo por la ausencia de células de sangre; el estroma es escaso o no existe, sobre todo en el tipo cavernoso; una sola hilera de células endoteliales reviste los largos linfáticos comunicados entre sí. Existen numerosos espacios grandes de paredes delgadas que contienen linfa clara y homogénea. Diagnóstico diferencial. Casi todas las lesiones vasculares son extensas por lo que no es posible confundirla con las lesiones focales de la línea media de la lengua. Como por ejemplo glositis romboidal media, tiroides lingual o lesiones quísticas, lipoma, quiste branquial en el cuello o ránula cervical o plunging ránula. Tratamiento. Quirúrgico cuando causa asimetría facial. Pronóstico. Muy recidivante. Higroma Quístico, Linfangioma Quístico o Higroma Cysticum colli. Etiopatogenia. Se mantienen las mismas dudas si se trata de una neoplasia benigna o un hamartoma; se originan a partir de las células endoteliales de los vasos linfáticos. Manifestaciones clínicas. Estas lesiones congénitas se originan con mayor frecuencia en el cuello o en la axila, aunque se han informado hallazgos retroperitoniales; se presenta en la infancia, ambos sexos y no tiene predilección por la raza ni por el sexo. El tumor puede ser extenso, de consistencia renitente y ubicación unilateral, extendiéndose desde el cuello hacia arriba, crece progresivamente llegando a desplazar estructuras normales en las zonas afectadas por el tumor, forma una masa voluminosa que puede alcanzar gran tamaño y provocar deformidades. La dilatación progresiva de los espacios linfáticos engendra una poderosa fuerza de invasión que hace que el tumor se infiltre entre los tejidos por los planos de clivaje, alcanzando gran profundidad; su consistencia es blanda, esponjosa y falta de límites precisos y bien definidos. Histología. Está formado por conductos linfáticos dilatados recubiertos de endotelio, los conductos se encuentran en yuxtaposición unos con otros, con muy poco estroma fibroso interviniente. La infiltración de los tejidos adyacentes es común, pese a esto, las células endoteliales no muestran signos de celularidad, pleomorfismo e hipercromatismo. Diagnóstico diferencial. Se debe diferencial con el quiste de la fisura branquial, de la histiositosis sinusal y el lipoma, cuando la masa es pequeña puede simular una inflamación granulomatosa específica, como por ejemplo la tuberculosis. Si se detecta una gran masa deformable en la parte lateral del cuello de un niño el diagnóstico más probable es el higroma quístico. Tratamiento. Escisión quirúrgica de la masa con disección cuidadosa de los tejidos que lo rodean, a los que puede infiltrar. Pronóstico. Favorable. OSTEOMA. Es un crecimiento osteogénico neoplásico benigno, formado por hueso maduro benigno que puede crecer dentro del hueso (intraóseo) o en su periféria (perióstico), no se encuentra considerado como una exostosis o exostosis. Cuando esta formado por una estructura ósea compacta se le denomina ebúrneo y cuando está formado por hueso trabecular o reticular se le denomina esponjoso. Etiopatogenia. Crecimiento benigno que se origina a partir del periostio, con características de una neoplasia, nace de manera espontánea y tiene un desarrollo limitado. Manifestaciones clínicas. El osteoma puede aparecer con frecuencia a partir de la 5ta década de la vida aunque hay casos reportados a los 13 y 18 años de edad; afecta a ambos sexos, pero con mayor frecuencia al sexo femenino. El osteoma ebúrneo se ha reportado con mayor incidencia en el sexo masculino. Los osteomas son neoplasma osteogénicos benignos raros; crecen lentamente y transcurren de forma asintomática; se localizan en el esqueleto craneofacial. Siendo mas común en la rama ascendente del hueso mandibular, paladar duro y estructuras de la articulación temporomandibular, nariz, senos paranasales y órbita. La variedad periostótica o periférica se manifiesta como tumefacción circunscrita, redondeada ovalada o polilobulada, cuyo principal signo es la asimetría que causan; la variedad intraósea resulta más difícil de diagnosticar ya que demora en causar expansión de las corticales, por lo general constituye un hallazgo radiológico. Producen un aumento de volumen bien definido de tejido maduro óseo, en ocasiones de tamaño considerable específicamente los que se ubican cercanos a la órbita y senos paranasales, que generalmente son sintomáticos. Gay y Berini en una revisión de 86 casos de osteomas de la región craneofacial, los clasifica bajo una perspectiva didactica en 4 grupos en relación con la sintomatologia que determinan: 1. Osteomas de los senos paranasales. 2. Osteomas productores de asimetría facial. 3. Osteomas que afectan la A.T.M. 4. Osteomas con sintomatologia oral. Los osteomas de los senos paranasales por su peculiar personalidad clínica, deben considerarse aisladamente, ya que siendo periféricos, dan lugar a sintomatologia parecida a la de los osteomas centrales, en especial por su pobreza de signos y largo tiempo de latencia. Clinicamente, los huesos mas afectados son el frontal, el etmoides y el maxilar superior. Se manifiestan por síntomas neurológicos, oculares y nasales. Los pacientes suelen aquejar cefalea frontal y temporal, asi como neuralgias periorbitarias y retrobulbares, además de manifestarse las parestesias de los nervios supra e infraorbitales. Entre los síntomas oculares destaca el exoftalmo y la diplopia. En casos avanzados puede evidenciarse paresias o parálisis de la musculatura motora del globo ocular. Si el osteoma se desarrolla a partir del etmoides o el esfenoides puede existir compresión de las vías lagrimales con epifora. Con respecto a los síntomas nasales el más común es la rinorrea, probablemente por sinusitis. Si el tumor tiene tamaño considerable puede ocasionar signos de compresion endocraneal. Los osteomas productores de asimetría facial pueden ser periféricos o centrales. Los periféricos tienen límites bien definidos, superficie lisa, forma esférica y pedículo más o menos ancho; a nivel del gonión deben diferenciarse de hiperostosis consecutivas a hipertrofias de los maseteros. Cuando es central los límites no son bien definidos, la superficie es más rugosa y abombada; el hueso mas afectado suele ser el maxilar. En esta localización es muy difícil establecer el diagnóstico diferencial con la displasia fibrosa. Los osteomas que afectan a la A.T.M casi siempre son periféricos al cóndilo mandibular. Clínicamente determinan limitación de la apertura bucal, latero desviación mandibular y dolor por disfunción con predominio de subluxaciones articulares contralaterales. Los osteomas con síntomas orales son tumores centrales de la región alveolar de los maxilares que durante su crecimiento ocasionan dolor por lesión del paquete vasculonervioso de los dientes. En algunos casos provocan ulceraciones de la mucosa, sobre todo en pacientes con prótesis. Imagenología. Aparece como una masa opaca, esclerótica; su densidad determina si es ebúrneo o esponjoso. Cuando está situado dentro de los huesos y es pequeño o algo difuso, se puede confundir con una osteítis esclerosante. Histología. El hueso esponjoso está formado por hueso trabecular duro con amplias mallas, que pueden contener grasa o algunos espacios medulares; el ebúrneo o duro está constituido por tejido compacto con escasos espacios medulares. Diagnostico dieferencial. Puede diferenciarse con el síndrome de Gardner, osteoblastoma, exóstosis y enostosis, osteomielitis esclerosante difusa, cementoma, lesiones radiolúcidas interradiculares expansivas, fibromas centrales osificantes o cementificantes y tumores odontogénicos mixtos. Tratamiento. Quirúrgico: exéresis del tumor. Pronóstico. Favorable. Fig 10. Presencia de osteoma ebúrneo localizado en cortical vestibular de región de canino y bicúspides inferiores izquierda. Fig 11. Exéresis del osteoma. SARCOMAS. Es una enfermedad maligna que se caracteriza por la evolución polifásica que iniciada en la transformación de una célula o grupo celular, concluye con la curación o la muerte del paciente. Los sarcomas son tumores malignos formados de un tejido semejante al conjuntivo embrionario, compuesto por numerosas células apretadas y estrechamente incluidas en una sustancia fibrilar homogénea. Etiopatogenia. En cuanto a la etiología en los sarcomas de tejido blando se sugiere que la radiación previa es un factor causal. La neurofibromatosis de Von Recklinghausen predispone a algunos de estos tumores. El linfangiosarcoma se diagnostica en extremidades con linfedema crónico. Los sarcomas de tejidos duros su etiología es desconocida. Manifestaciones clínicas comunes. Los sarcomas son tumores poco frecuentes (menos del 1% de todos los tumores malignos). La distribución por sexos no ofrece diferencias, mientras que por edades se aprecia un predominio en la infancia y hacia la quinta década de la vida; no hay predilección por el sexo y la raza; en la boca son raros, pero pueden ubicarse en cualquier estructura anatómica. A pesar de su poca incidencia el Fibrosarcoma y Rabdomiosarcoma son los que más se han diagnosticado en la cavidad bucal; su crecimiento es acelerado; son tumores indurados, fijos y con tendencia a ulcerarse; ocasionan metástasis a distancia por vía hemática, más frecuente a pulmón y ganglios linfáticos. Sarcomas de tejidos blandos: Los subtipos predominantes en los sarcomas de tejidos blandos son el liposarcoma, el histiocitoma fibroso maligno y el fibrosarcoma; su manifestación predominante (una masa de comienzo insidioso y crecimiento lento hasta alcanzar un notable tamaño o producir síntomas) es lo suficientemente ambigua para ser causa de trágicos errores; durante su crecimiento se forma una seudocápsula, como resultado de la compresión tumoral sobre estructuras próximas. A través de dicha seudocápsula las células tumorales se extienden en desorden por las regiones vecinas. Los sarcomas de tejidos duros predominan en los jóvenes menores de 15 años y en personas de edad avanzada, con una frecuencia algo mayor en los varones (60% de los casos); son tumores poco frecuentes (1-1,5% de todos los casos). Tratamiento. Quirúrgico, radiante, quimioterapia o combinado. Pronóstico. Reservado. La histología es un parámetro que se ha de considerar, aunque no se correlaciona tan exactamente con el pronóstico. LINFOMAS. Reciben el nombre de linfomas malignos las neoplasias del sistema linfoide que asientan preferentemente en los ganglios linfáticos. Para el diagnóstico de linfomas se tiene en cuenta que las células linfoides se sitúan sobre todo en los ganglios linfáticos, el timo, el bazo y el hígado, también se hallan en la médula ósea, la piel y la submucosa del aparato respiratorio y del tubo digestivo, lo que explica la posible afección politópica de los síndromes linfoproliferativos. LINFOMA O ENFERMEDAD DE HODGKIN. Etiología. La etiología de la enfermedad de Hodgkin se desconoce. Basándose en estudios epidemiológicos que demuestran una curva bimodal en cuanto a la edad de presentación, con un primer pico alrededor de los 20 años y otro a partir de los 50, se ha sugerido que la etiología podría ser distinta según la edad de presentación. La intervención de virus parece muy verosímil. Por una parte, la etiología vírica de neoplasias linfoides en animales está bien establecida. Por otra, los individuos que han padecido una mononucleosis infecciosa presentan un riesgo de contraer la enfermedad 3 veces más alto que el resto de la población. Mediante la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y la hibridación in situ con sondas fluorescentes (FISH) es posible demostrar en la mitad de los casos de enfermedad de Hodgkin, la integración del virus de Epstein Barr (VEB) en el tumor, sobre todo en las formas de esclerosis nodular y celularidad mixta. El papel de otros virus (p. ej., herpesvirus 6), así como el significado de la t(14;18) (q32;q21) y de la expresión del oncogén bcl-2 que pueden observarse en algunos casos, está mucho menos claro. En los enfermos con SIDA la infección por el VEB parece desempeñar un papel relevante en la aparición de linfomas. Asimismo, se han descrito pequeñas “epidemias” de enfermedad de Hodgkin, con largos intervalos en la presentación de los distintos casos, en individuos de determinados colectivos (p. ej., escolares). Por otra parte, los raros casos familiares de la enfermedad apoyan la existencia de una base genética que facilitaría su desarrollo. En este sentido, los estudios de sistema HLA no han sido concluyentes, pero se ha descrito una mayor frecuencia de la enfermedad entre los individuos HLA-A1, B5 y, sobre todo, B18-positivos. Por último, el déficit inmunológico, en particular las alteraciones de los linfocitos T, son constantes en esta enfermedad. No se han descrito alteraciones cromosómicas características, aunque a menudo se registran hiperploidías. Frecuencia. La incidencia de la enfermedad de Hodgkin en los países occidentales es de 1 a 3 casos por 100.000 habitantes y año. En la mayoría de los países, esta afección presenta una curva bimodal en cuanto a la edad de presentación, con un pico alrededor de los 20 años y otro en los 50. Respecto al sexo, predomina ligeramente en los varones (60%), siendo dicho predominio más acusado en la infancia (3-10:1) y casi inexistente en la edad media de la vida, en la que las mujeres enferman tanto como los varones. Clasificación: Jackson y Parker (1947) Para granuloma Lukes et al (1965) Linfocítico y/o histiocítico. Rye (1965) Predominio Linfocítico 1. Nodular. 2. Difuso Granuloma Esclerosis nodular. Esclerosis ondular Celularidad mixta Mixto Fibrosis difusa Sarcoma reticular Depleción linfocítica Reticular Manifestaciones clínicas. − Adenomegalias. La enfermedad suele ponerse de manifiesto por la aparición de adenomegalias, en general localizadas en un solo territorio ganglionar. Las regiones supraclaviculares, axilares e inguinales, por este orden, son los territorios afectados con mayor frecuencia. En cambio, los ganglios epitrocleares, del hueco poplíteo o el anillo linfático de Waldeyer prácticamente nunca se afectan. − En ocasiones se hallan racimos de adenomegalias de distinto tamaño. En dos tercios de los enfermos existen adenomegalias mediastínicas, sobre todo paratraqueales y mucho más rara vez hiliares. − Las adenomegalias mediastínicas no están calcificadas, excepto en el caso de que el paciente haya sido tratado. La combinación de adenomegalias supraclaviculares y ensanchamiento mediastínico por adenomegalias en un individuo joven es sumamente sugestiva de enfermedad de Hodgkin. − En el 25% de los casos hay adenomegalias retroperitoneales. − Entre las características físicas de las adenomegalias destaca su carácter elástico e indoloro; en ocasiones, los ganglios experimentan variaciones espontáneas en su tamaño. Más rara vez se observan problemas por compresión de las estructuras próximas a los ganglios (p.ej., síndrome de obstrucción de la vena cava superior, linfedemas, invasión del esternón). − Recibe el nombre de signo de Hoster el dolor que se experimenta en las adenomegalias en relación con la ingestión de bebidas alcohólicas, hecho infrecuente (1-10% de los casos) y característico, pero no específico, de la enfermedad. − Síntomas generales. Alrededor de un tercio de los enfermos presentan síntomas de tipo general (fiebre, sudación, pérdida de peso) en el momento del diagnóstico. La fiebre no suele tener un patrón bien definido. La fiebre de PelEbstein, consistente en períodos febriles de 1-2 semanas de duración seguidos por intervalos de apirexia de similar duración, es poco frecuente. En ocasiones la fiebre es la única manifestación de la enfermedad (formas abdominales), por lo que la posibilidad de una enfermedad de Hodgkin ha de tenerse siempre en cuenta cuando se investiga un síndrome febril prolongado de origen desconocido. − La sudación suele ser de predominio nocturno y puede llegar a ser muy profusa. Por último, una pérdida de peso superior al 10% en los 6 meses que preceden al diagnóstico es otro dato de actividad de la enfermedad. La presencia de cualquiera de estos signos (fiebre, sudación, pérdida de peso) sirve para clasificar al paciente en fase B de la enfermedad y tiene interés pronóstico. − En el 10-15% de los casos puede haber prurito, sobre todo en las extremidades, de intensidad variable. Otras lesiones cutáneas que de forma inespecífica pueden aparecer son, entre otras, ictiosis, eritrodermia, dermatitis y alopecia mucinosa. La invasión de la piel por tejido hodgkiniano es excepcional. Afectación hepática. − El hígado se halla afectado en el 5-15% de los casos al inicio de la enfermedad. La afección hepática es poco probable cuando el bazo no se palpa (5% de los casos), aumentando las posibilidades cuando hay afectación esplénica (50% de los casos). Como norma, cuando el bazo no está afectado, el hígado tampoco lo está. − La hepatomegalia, la modificación de las pruebas hepáticas o la presencia de alteraciones gammagráficas no son específicas de la enfermedad. Así, por ejemplo, puede haber in-crementos inespecíficos de la fosfatasa alcalina sérica, sobre todo en formas avanzadas de la enfermedad y con síntomas B, que desaparecen al tratar la enfermedad. Mediante ecografía y/o TC pueden observarse imágenes compatibles con invasión linfomatosa del hígado, aunque las lesiones suelen ser de carácter mínimo y focal y, por tanto, no se detectan en general con estas exploraciones. El único medio para diagnosticar la infiltración hodgkiniana del hígado es la biopsia. − La aparición de una ictericia en la enfermedad de Hodgkin plantea diversas posibilidades diagnósticas: a) infiltración hepática (80% de los casos); b) compresión de las vías biliares por adenomegalias; c) hepatitis; d) hemólisis inmune, y e) colestasis inespecífica sin infiltración linfomatosa. − De forma excepcional, se afecta exclusivamente el hígado, en cuyo caso la enfermedad puede manifestarse en forma de insuficiencia hepática rápidamente progresiva o hepatitis aguda, cuyo diagnóstico se establece en la autopsia o, de forma inesperada, al efectuar una biopsia de hígado. Si el diagnóstico se realiza en vida del enfermo, el tratamiento quimioterápico propio de la enfermedad de Hodgkin puede resolver el cuadro en pocos días. − Afectación esplénica. Es raro palpar un bazo aumentado de tamaño en el momento del diagnóstico. Sin embargo, el 30-60% de los enfermos presentan infiltración del bazo, sobre todo cuando hay manifestaciones de tipo general. − En las fases más avanzadas del proceso, el bazo se halla comprometido en el 70-80% de los enfermos. La palpación del bazo no significa necesariamente que éste se halle afectado. Así, en el 25% de los casos con esplenomegalia, el bazo no se halla invadido. Por el contrario, en el 30% de los casos en los que no está aumentado de tamaño existe infiltración del bazo. − Cuanto mayor es su peso, más posibilidades hay de que esté infiltrado. Cuando el bazo pesa más de 400 g, la invasión hodgkiniana es prácticamente segura. Salvo raras excepciones, siempre que el hígado está afectado, el bazo también lo está. − Médula ósea. Al igual que la afectación hepática, la infiltración de la médula ósea sólo puede demostrarse mediante biopsia. Se halla en alrededor del 10% de los casos. Es más frecuente a medida que aumenta la edad del paciente, en las formas avanzadas, con síntomas B e histologías desfavorables. − Habitualmente, la infiltración de la médula ósea no ocasiona síntomas, si bien cabe sospecharla en pacientes con profunda citopenia hemoperiférica. La RM puede ser útil para su detección, aun en ausencia de lesión esquelética. − Esqueleto. La invasión del esqueleto puede producirse por vía hematógena o por contigüidad y ocasiona dolores óseos, sobre todo nocturnos, e incrementos de la fosfatasa alcalina sérica. Es más frecuente en los varones (2/1) entre los 30 y los 50 años. La EN es el tipo histológico que con mayor frecuencia produce este tipo de lesión. Las zonas que se afectan más a menudo son las costillas y las vértebras. En estas últimas la lesión linfomatosa respeta el disco intervertebral, dando lugar a las típicas vértebras de marfil o aplastamientos vertebrales. − Pulmón. En el momento del diagnóstico el 10-20% de los enfermos presentan afectación pulmonar. La invasión del parénquima pulmonar ocurre casi siempre por contigüidad a partir de adenomegalias hiliares. Las lesiones son muy variadas: infiltrados, condensaciones, atelectasias, cavidades, nódulos únicos o múltiples (a veces subpleurales). Las lesiones múltiples son propias de las diseminaciones hematógenas de la enfermedad. En las fases más avanzadas puede observarse derrame pleural en el que es posible identificar eosinófilos, histiocitos atípicos y células de R-S. − La incorporación de la Tomografía Computarizada (TC) torácica al estudio de los pacientes con enfermedad de Hodgkin permite poner de relieve no sólo adenomegalias que han escapado al estudio radiológico convencional, sino también la participación esporádica pulmonar, pleural o, incluso, pericárdica en el proceso. La gammagrafía con 67 Ga es útil para confirmar el carácter hodgkiniano de lesiones mediastinicopulmonares de naturaleza dudosa. − Otras manifestaciones. Aunque de forma mucho menos frecuente que las mencionadas, la enfermedad de Hodgkin puede acompañarse de otras manifestaciones. Así, puede asociarse un síndrome nefrótico, por depósito de inmunocomplejos, amiloidosis o cambios mínimos. La forma más frecuente es la debida a cambios mínimos y suele resolverse cuando la enfermedad responde al tratamiento. − Las adenomegalias retroperitoneales, cuando son de gran tamaño, pueden comprimir los uréteres y ocasionar hidronefrosis. Entre las complicaciones neurológicas, la compresión de la médula espinal, por invasión del espacio epidural a partir de ganglios de la región lumbar, puede deparar signos de paraparesia. Es una complicación que requiere tratamiento quirúrgico y/o radioterápico urgente. La meningosis es sumamente rara. En los pocos casos registrados se trataba de enfermos con invasión del área linfática de Waldeyer. Entre los trastornos neurológicos cabe citar también una serie de manifestaciones paraneoplásicas: leucoencefalopatía multifocal progresiva, síndrome de Guillain Barré, degeneración cerebelosa subaguda, entre otras. Las complicaciones por amiloidosis, muy frecuentes cuando no existían tratamientos eficaces para la enfermedad de Hodgkin, prácticamente han desaparecido en la actualidad. Exámenes complementarios. − Radiológicamente, las lesiones pueden ser osteosclerosas, osteolíticas o mixtas. La forma osteosclerosa es la más común. El hallazgo en el estudio radiológico de masas fusiformes paravertebrales apoya la invasión por contigüidad a partir de adenomegalias. − La gammagrafía con 99 Tc puede demostrar focos de hipercaptación cuando la radiología convencional no demuestra imágenes patológicas. El número de falsos positivos, sin embargo, es alto. En la actualidad, la resonancia magnética (RM) se está empleando en la valoración de las lesiones óseas en los linfomas. Histología. Formas histológicas y formas de presentación: Las distintas formas histológicas de la enfermedad suelen originar cuadros clínicos relativamente característicos en su forma de presentación. El predominio linfocítico (PL) variedad nodular suele adoptar un curso clínico benigno, con buena respuesta al tratamiento, recaídas frecuentes y evolución a linfoma de alta malignidad en alrededor del 10% de los casos. Como ya se ha mencionado, dicha forma histológica corresponde más a un linfoma no hodgkinia, no que a una auténtica enfermedad de Hodgkin. El PL variedad difusa suele afectar a individuos jóvenes, sobre todo varones. Cursa con adenomegalias laterocervicales altas. El mediastino y el abdomen no se hallan afectados. No causa síntomas B. Son formas de excelente pronóstico y curables en su mayoría con radioterapia sobre la zona afectada. La esclerosis nodular (EN) afecta sobre todo a mujeres jóvenes. Las adenomegalias mediastínicas son muy frecuentes, sin que la enfermedad suela extenderse a los territorios infradiafragmáticos. A veces invade los huesos y las partes blandas. La celularidad mixta (CM) afecta sobre todo a varones de mediana edad. Suele dar lugar a formas muy sintomáticas, con fiebre, sudación y pérdida de peso. La afectación abdominal y de la médula ósea es frecuente. En cambio, es posible que haya pocas adenomegalias periféricas o que éstas falten del todo. La depleción linfocítica (DL) se diagnostica en individuos de edad avanzada. Da lugar a formas diseminadas de la enfermedad, con frecuente afectación de la médula ósea, pancitopenia, hepatomegalia, ictericia y fiebre. El diagnóstico diferencial con los linfomas no hodgkinianos de alto grado de malignidad puede ser sumamente difícil. Alteraciones de la inmunidad. La enfermedad de Hodgkin cursa con un trastorno constante de la inmunidad celular, mientras que la inmunidad humoral se conserva hasta que el proceso se halla muy avanzado. Existen alteraciones de la inmunidad celular desde las fases iniciales de la enfermedad y son tanto más acusadas cuanto peor es el tipo histológico y mayor es el grado de afectación. Infecciones. Los pacientes con enfermedad de Hodgkin presentan una especial predisposición a contraer infecciones debido al trastorno de la inmunidad que presentan y a los efectos del tratamiento. Entre las infecciones bacterianas, las causadas por Staphylococcus aureus, Pseudomonas aeruginosa, Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae son particular-mente frecuentes. Asimismo, son posibles las infecciones por L. monocytogenes y TBC. Las infecciones por herpes virus (varicela-zoster, herpes simple, citomegalovirus) también son frecuentes, particular-mente por varicela-zoster (9-30% de los casos, según las series). Los hongos, sobre todo C. neoformans, N. asteroides e H. capsulatum, pueden dar lugar a infecciones graves. Como en los restantes enfermos inmunodeprimidos, la toxoplasmosis puede complicar la evolución de los pacientes con enfermedad de Hodgkin. La esplenectomía que a veces se realiza como parte del estudio de extensión predispone a gravísimas sepsis por gérmenes capsulados (neumococos, Haemophilus influenzae, meningococos). Su frecuencia puede estimarse en el 1% de casos y año. Aunque es más frecuente en niños y durante los primeros 2 años que siguen a la esplenectomía, la sepsis puede producirse a cualquier edad y con independencia del tiempo transcurrido desde la extirpación del bazo. La vacuna antineumocócica y la profilaxis con penicilina pueden disminuir el riesgo. Alteraciones de la inmunidad. La enfermedad de Hodgkin cursa con un trastorno constante de la inmunidad celular, mientras que la inmunidad humoral se conserva hasta que el proceso se halla muy avanzado. Existen alteraciones de la inmunidad celular desde las fases iniciales de la enfermedad y son tanto más acusadas cuanto peor es el tipo histológico y mayor es el grado de afectación. Infecciones. Los pacientes con enfermedad de Hodgkin presentan una especial predisposición a contraer infecciones debido al trastorno de la inmunidad que presentan y a los efectos del tratamiento. Entre las infecciones bacterianas, las causadas por Staphylococcus aureus, Pseudomonas aeruginosa, Escherichia coli y Klebsiella pneumoniae son particular-mente frecuentes. Asimismo, son posibles las infecciones por L. monocytogenes y TBC. Las infecciones por herpes virus (varicela-zoster, herpes simple, citomegalovirus) también son frecuentes, particular-mente por varicela-zoster (9-30% de los casos, según las series). Los hongos, sobre todo C. neoformans, N. asteroides e H. capsulatum, pueden dar lugar a infecciones graves. Como en los restantes enfermos inmunodeprimidos, la toxoplasmosis puede complicar la evolución de los pacientes con enfermedad de Hodgkin. La esplenectomía que a veces se realiza como parte del estudio de extensión predispone a gravísimas sepsis por gérmenes capsulados (neumococos, Haemophilus influenzae, meningococos). Su frecuencia puede estimarse en el 1% de casos y año. Aunque es más frecuente en niños y durante los primeros 2 años que siguen a la esplenectomía, la sepsis puede producirse a cualquier edad y con independencia del tiempo transcurrido desde la extirpación del bazo. La vacuna antineumocócica y la profilaxis con penicilina pueden disminuir el riesgo de esta complicación. Laboratorio clínico. − VSG (volumen de sedimentación globular) acelerada no sólo constituye un magnífico parámetro de actividad de la enfermedad sino que también tiene valor pronóstico. En los pacientes en remisión, el incremento de la VSG hará sospechar una recaída de la enfermedad. − Puede haber anemia normocrómica y normocítica con las características propias de las enfermedades. − Prueba de Coombs positiva. − Cifra de leucocitos puede ser normal o alta. − Datos bioquímicos, las tasas de a2 -globulina, gammaglobulina, ferritina, fibrinógeno y otros reactantes de fase aguda, así como el receptor soluble de la interleucina 2 (IL-2) (CD25) pueden incrementarse. Sin embargo, ninguno de estos parámetros es tan fiable ni tiene tanto valor como la VSG. − El descenso de la albúmina ha demostrado tener valor. − pronóstico en algunos estudios. − La lacticodeshidrogenasa (LDH) puede elevarse. − Incrementos de la fosfatasa alcalina sérica debido a infiltración. − ósea o hepática, pero también de forma inespecífica. − Hipercalcemia es mucho más propia de los linfomas no hodgkinianos que de la enfermedad de Hodgkin. Aún más raro es el hallazgo de secreción inadecuada de ADH, hipoglucemia o acidosis láctica. Tratamiento. El tratamiento óptimo de la enfermedad de Hodgkin no está aún plenamente establecido. A pesar de que en pocas enfermedades neoplásicas se han alcanzado tantos avances terapéuticos como en ésta, su tratamiento se halla en continua evolución debido a dos factores: a) la existencia de un 40-60% de pacientes con enfermedad avanzada que no responden al tratamiento o recaen después de alcanzar una remisión, y b) los efectos secundarios (p. ej., esterilidad, neoplasias secundarias) ligados al tratamiento. Por ello se investigan continuamente tratamientos que puedan ser más eficaces y, al mismo tiempo, más seguros. Por otra parte, el tratamiento de cierto estadios (p. ej., IIIA) puede variar en función de las características de cada centro (p. ej., disponibilidad de equipos de radioterapia modernos). Las bases del tratamiento de la enfermedad de Hodgkin son radioterapia y quimioterapia. Pronóstico. Clásicamente, el pronóstico de la enfermedad de Hodgkin se ha considerado ligado a las formas histológicas (mejor pronóstico para el PL y la EN que para la CM y la DL), estadio (peor pronóstico cuanto más avanzado), sintomatología general (peor pronóstico para las formas B) y edad del enfermo (peor pronóstico cuanto mayor es la edad). Estos factores pronósticos están profundamente relacionados entre sí. Debido a la eficacia cada vez mayor de los tratamientos, los factores pronósticos se han ido modificando. En la actualidad, por ejemplo, las formas histológicas han perdido casi por completo su valor. Por el contrario, se están identificando otros parámetros. A continuación se detallan los factores pronósticos más importantes. La edad avanzada continúa teniendo gran valor. Las enfermedades asociadas pueden desempeñar un papel determinante. Así, la enfermedad de Hodgkin que se observa en los individuos con SIDA tiene mal pronóstico debido al estado de inmunodepresión, mala tolerancia al tratamiento e infecciones de todo tipo que presentan estos enfermos. Respecto a los síntomas B y a los estadios avanzados, a pesar de que en algunas series recientes, tratadas con las formas más eficaces de quimioterapia, no se ha verificado su valor, continúan siendo parámetros que se han de tener en cuenta. La masa tumoral (masa mediastínica superior a un tercio del diámetro torácico, múltiples territorios ganglionares afectados, afectación de dos o más territorios extranodales) tiene gran importancia. En este sentido, los enfermos en estadio III tienden a subclasificarse según la extensión de la enferme-dad en III 1 (enfermedad limitada a la parte alta del abdomen: bazo, hilio esplénico, hilio hepático o tronco celíaco) o III 2 (afectación baja o extensa: ganglios paraórticos, inguinales, mesentéricos). Cuando son tratados sólo con radioterapia, los enfermos III 2 tienen peor pronóstico que los III 1. En cambio, cuando el tratamiento incluye quimioterapia el pronóstico de ambos subestadios se iguala, lo que ilustra la importancia del tratamiento en los factores pronósticos. La afectación masiva esplénica (más de 5 nódulos) es otra medida de la masa tumoral de interés pronóstico. En los enfermos tratados con las quimioterapias más recientes la afectación de la médula ósea (como único territorio extranodal afectado) no tiene valor pronóstico. Entre los datos analíticos, el incremento de la VSG es un excelente índice de la actividad de la enfermedad y un signo de mal pronóstico. También la linfopenia (inferior a 1´10 9 /L) tiene importancia. La hipoalbuminemia es un parámetro al que cada día se presta mayor atención desde el punto de vista pronóstico. Respecto a la histología, sólo la DL y la EN (variedad DL) tienen mal significado pronóstico. Existe una serie de variables ligadas al tratamiento de gran interés. Así, los enfermos que pueden recibir el total del tratamiento previsto tienen mejor pronóstico que aquellos a los que se tiene que modificar las dosis. Además, la remisión completa y la rapidez con que ésta se consigue tienen también significado pronóstico. En resumen, en el momento del diagnóstico, la edad avanzada, los síntomas B, el estado general, el número de territorios afectados, la masa tumoral, la histología (peor pronóstico para la DL) y el aumento de la VSG son datos pronósticos muy importantes. Posteriormente, la respuesta al tratamiento tiene también gran valor. LOS LINFOMAS NO HODGKINIANOS. Los linfomas no hodgkinianos (LNH) son un grupo heterogéneo de neoplasias que tienen su origen en la proliferación de células linfoides detenidas en diversas etapas de su desarrollo madurativo. Las características de los LNH dependen básicamente del tipo de célula proliferante, del lugar donde asienta el linfoma y del grado de masa tumoral. Entre los LNH se incluyen desde procesos sumamente indolentes, y que permiten al enfermo una larga supervivencia, hasta algunas de las neoplasias más agresivas que pueden afectar al hombre. Frecuencia. La incidencia de los LNH en los países occidentales es de 3 a 6 casos por 100.000 habitantes y año. En la mayoría de países la incidencia de linfomas va en aumento. Los linfomas de grado bajo de malignidad se diagnostican en personas cuya edad media es de 60 años, sin predominio sexual. Por el contrario, los linfomas de grado intermedio y alto de malignidad pueden observarse en todas las edades y predominan en varones. Determinados tipos de linfoma T (p. ej., la leucemia/linfoma T del adulto) son prácticamente exclusivos de ciertas áreas geográficas (sur del Japón, Caribe, ciertas regiones de EE.UU.), donde pueden adoptar carácter endémico. Etiopatogenia. La causa de los LNH no está esclarecida. Con toda probabilidad, los factores que intervienen son di-versos. Causas predisponentes. Algunas inmunodeficiencias congénitas (ataxia telangiectasia, síndrome de Bloom, síndrome de WiskottAldrich), así como en los estados de inmunodepresión postrasplante y enfermedades autoinmunes (síndrome de Sjögren, tiroiditis de Hashimoto, LES), la incidencia de linfomas es superior a la de la población general. En el SIDA la frecuencia de linfomas es asimismo alta. Algunos fármacos (p. ej., hidantoínas, ciclosporina A) parecen facilitar la aparición de linfomas. En Hiroshima y Nagasaki la incidencia de linfomas aumentó después de la explosión de la bomba atómica en 1945. La exposición al benceno, amianto, tintes y otras sustancias químicas como los pesticidas se ha relacionado con una mayor incidencia de linfomas. Virus. El virus de Epstein Barr (VEB) es el causante del linfoma de Burkitt y tiene una intervención decisiva en los linfomas que aparecen en los individuos inmunodeprimidos y con infección por el Virus de inmunodeficiencia humana (HIV). Asimismo, el HTLV-I es el responsable de la leucemia/linfoma T del adulto. Alteraciones cromosómicas y oncogenes. Ciertas alteraciones cromosómicas y oncogenes desempeñan un papel determinante en la aparición de linfomas. En el linfoma de Burkitt, el protooncogén c-myc, situado en el cromosoma 8, interviene en la translocación de material genético entre los cromosomas 8, 14, 2 o 22. La t(8;14)(q24;q32), detectable en alrededor del 90% de los casos de linfoma de Burkitt, da lugar a la activación del protooncogén c-myc, hecho que, junto con la infección por el VEB, es fundamental en la génesis del tumor. A su vez, en los linfomas foliculares el oncogén bcl-2, normalmente situado en el cromosoma 18, pasa al cromosoma 14 (en el locus que regula las cadenas pesadas de las inmunoglobulinas). La t(14;18)(q32;q21), presente en el 80% de linfomas foliculares, da lugar a la activación del oncogén bcl-2, lo que resulta en la inhibición de la muerte celular programada o apoptosis. Otra alteración cromosómica de gran interés es la t(11;14)(q13;q32) en relación con el oncogén bcl-1/PRAD1. Dicha alteración es sumamente característica de los linfomas de las células del manto (mantlecell) o centrocíticos. Clasificación clínica. Linfomas poco agresivos. Fenotipo B. a) Linfocítico de células pequeñas. b) Linfoplasmocitoide. c) Folicular, predominio de células pequeñas. d) Folicular mixto, células pequeñas y grandes. e) MALT (tejido linfoide asociado a las mucosas). Fenotipo T. a) Micosis fungoide/síndrome de Sézary. Linfomas agresivos. Fenotipo B. a) Folicular, predominio de células grandes. b) De las células del manto (centrocítico). c) Difuso de células grandes. d) Difuso, mixto, de células pequeñas y grandes. e) Difuso de células grandes. f) Inmunoblástico (con esclerosis o sin ella). Fenotipo T. a) Linfomas T periféricos (en estadio IV). b) Leucemia/linfoma T del adulto. c) Linfoma anaplásico Ki-1 (CD30)+ (75% de los casos). d) Tipo linfadenopatía angioinmunoblástica. e) Con disproteinemia. f) Linfoepitelioide (Lennert). Otros. a) Linfomas muy agresivos. Fenotipo B. a) Difuso, de células pequeñas no hendidas (Burkitt y no Burkitt). b) Linfoblástico (5% de los casos). Fenotipo T. a) Linfoblástico (95% de los casos). Anatomía patológica. Linfoma linfocítico de células pequeñas (linfoma linfocítico bien diferenciado difuso, LLBDD). Comprende el 5-10% de todos los linfomas. La arquitectura ganglionar se halla totalmente borrada por una proliferaciónde linfocitos pequeños (“bien diferenciados”), con escaso citoplasma, cromatina condensada y nucléolos poco o nada evidentes. Hay nula o escasa actividad mitótica. Esta histopatología es indistinguible de la que se observa en la leucemia linfática crónica, y al igual que en ésta puede haber un patrón seudofolicular en vez de difuso. En ocasiones el cito-plasma de las células linfoides es más abundante y basófilo (linfoma linfoplasmocitoide, macroglobulinemia de Waldenström). El fenotipo es prácticamente siempre B con inmunoglobulinas de superficie (SIg) (IgM o IgM + D) de débil intensidad, receptores para el complemento (CD21), HLADR (Ia) y positividad para los determinantes antigénicos CD5, CD19, CD20, CD23 y CD24. El CD9 y el CD10, en cambio, son negativos y sólo una tercera parte expresan el CD25. Las formas linfoplasmocitoides presentan además inmunoglobulinas citoplasmáticas (CIg) del mismo isotipo que la SIg. Linfomas foliculares. Los linfomas foliculares constituyen el 40-50% de todos los linfomas. Su rasgo principal reside en la arquitectura folicular que presentan. Basta la existencia de algunos nódulos neoplásicos, con independencia de su número, para que el linfoma se considere folicular. En ocasiones hay zonas de infiltración difusa. De hecho, la transformación de linfoma folicular a difuso forma parte de la historia natural de este grupo de linfomas (alrededor del 40% de los casos a los 4 años del diagnóstico). Los linfomas foliculares tienen su origen en las células centrofoliculares y, según la célula neoplásica predominante, se distinguen las siguientes variedades: a) de células pequeñas hendidas (20% de todos los linfomas); b) de células pequeñas hendidas y de células grandes (20%), y c) de células grandes (10%). El diagnóstico diferencial entre es-tas formas no siempre es fácil. El fenotipo de las células es B. Expresan SIg (IgM o IgM + D) de fuerte intensidad y los siguientes determinantes antigénicos: CD9, CD10, CD19, CD20, CD22, CD24, CD37 y HLA-DR. El CD5, característico de los linfomas linfocíticos de células pequeñas, es negativo. En el interior de los folículos linfoides se identifican células reticulares dendríticas (CRD+) muy prominentes y también células T (CD4+), a veces en gran cantidad. Desde el punto de vista citogenético, la translocación t(14;18)(q32;q21) es muy constante. Linfomas difusos. Representan el 50-60% de los linfomas. En este grupo de linfomas la arquitectura ganglionar está totalmente borrada por la proliferación neoplásica. Con excepción del linfoma linfocítico de células pequeñas (LLBD-D), todos los linfomas difusos son de malignidad intermedia o alta. Entre los linfomas de malignidad intermedia se distinguen: a) de células pequeñas hendidas (linfocítico mal diferenciado difuso, LLMD-D) (10-15% de todos los linfomas); b) de células pequeñas hendidas y de células grandes (mixto difuso, LM-D) (5%), y c) de células grandes (“histiocítico” difuso, LH-D) (20%). En el 80% de los casos el fenotipo es B. Entre los linfomas de malignidad alta se distinguen: a) inmunoblástico (histiocítico difuso, LH-D) (10% de los linfomas); b) linfoblástico (5%), y c) de células pequeñas no hendidas (Burkitt) (5%). Estos dos últimos se tratan con detalle en los apartados correspondientes. El linfoma inmunoblástico puede ser B (90% de los casos) o T (5-10%) y afecta primordialmente a individuos de edad avanzada con trastornos de la inmunidad. Patrones histopatológicos discordantes, compuestos y progresión histopatológica. En los enfermos en los que se biopsia más de un ganglio linfático, no es infrecuente que el linfoma no sea del mismo tipo anatomopatológico en todos ellos. Tal circunstancia se conoce como linfoma discordante y puede observarse en el 10-30% de los pacientes. En ocasiones, la divergencia histopatológica no se observa entre ganglios sino entre un ganglio y otros tejidos, sobre todo la médula ósea. En casos de histología discordante el tratamiento debe indicarse en función del tipo histopatológico de peor pronóstico. De forma más excepcional (1-5% de los casos), en un mismo ganglio pueden coexistir dos tipos distintos de linfoma; esta situación, que se conoce como linfoma compuesto (composite), no debe confundirse con la descrita anteriormente. Las posibles discrepancias, por otra parte, no se circunscriben únicamente a los distintos tipos de LNH, sino que en un mismo paciente es posible encontrar, de forma simultánea y en distintos tejidos, datos histopatológicos de LNH y de enfermedad de Hodgkin o leucemia linfática crónica. El 20-40% de los pacientes con linfomas de malignidad baja experimentan a lo largo de su evolución la transformación de su linfoma hacia formas de peor pronóstico. Aunque esta circunstancia es particularmente frecuente dentro de los primeros 6 años que siguen al diagnóstico, puede observarse hasta después de 15 años desde su aparición. Paracortical. Manifestaciones clínicas. − Inicio extraganglionar. En el 15-25% de los casos los LNH se manifiestan en órganos extraganglionares. La afectación extraganglionar (o extranodal) puede ser la única manifestación del linfoma (linfomas extraganglionares primarios) o, lo que es más frecuente, puede formar parte de un linfoma diseminado. Las localizaciones extraganglionares más frecuentes son: anillo linfático de Waldeyer, tubo digestivo, piel, esqueleto, pulmón, tiroides y gónadas. En la mayoría de los casos la histología es de tipo difuso. Los linfomas del anillo linfático de Waldeyer y del tubo digestivo son los ejemplos más característicos de los cuadros que se incluyen en los linfomas MALT en virtud de la unidad funcional de dicho tejido y de determinadas características anatomopatológicas comunes a todos ellos. En los individuos con infección por el HIV, en los que la incidencia de linfomas de alta malignidad es elevada, son frecuentes los linfomas primarios del SNC. − En todos estos casos, las manifestaciones clínicas son de carácter compresivo y tumoral. Cuando los linfomas afectan el anillo linfático de Waldeyer (amígdalas, nasofaringe y base de la lengua) las manifestaciones clínicas consisten en sensación de ocupación, dificultad para la deglución, obstrucción nasal y, en ocasiones, aparición de una adenopatía laterocervical. Los linfomas de tubo digestivo asientan sobre todo en el estómago y el íleon y, excepcionalmente, en el colon y el recto. Se ponen de manifiesto por dolores abdominales, hemorragias u oclusión intestinal, circunstancia esta última particularmente frecuente en los niños. A menudo los LNH del anillo linfático de Waldeyer se acompañan de infiltración gástrica por el linfoma, y viceversa. En la piel aparecen infiltrados nodulares o en forma de placa. En el tiroides se advierten nódulos o un agrandamiento difuso sin anomalías en el estudio gammagráfico. En los huesos hay dolores e imágenes líticas. En los linfomas del SNC se producen alteraciones de la conducta, hipertensión endocraneal y déficit neurológicos; en estos casos, la TC es de gran ayuda diagnóstica. − Sin embargo, en la mayoría de los linfomas extraganglionares (sobre todo en las formas primarias) el diagnóstico rara vez se sospecha clínicamente y sólo se establece des-pués de una biopsia. − Inicio ganglionar. Las adenomegalias son la forma de presentación más común de los LNH. En el caso de los linfomas de baja malignidad es típica una historia de adenomegalias en di-versos territorios con fluctuaciones espontáneas del tamaño de los ganglios e incluso su desaparición, desde meses o años antes del diagnóstico. Las adenomegalias suelen ser simétricas, indoloras y fácilmente movilizables. A diferencia de lo que ocurre en la enfermedad de Hodgkin, pueden observar-se adenomegalias epitrocleares. Los ganglios retroperitoneales se hallan afectados en alrededor del 90% de los casos. La invasión de los ganglios mesentéricos es muy común. A veces, el tamaño de las adenomegalias es tal que pueden llegar a formar mazacotes palpables en el abdomen. No es raro, por tanto, que en tales ocasiones aparezcan problemas compresivos (p. ej., hidronefrosis, linfedemas). Sin embargo, el estado general suele estar conservado. − Por el contrario, en los linfomas de alta malignidad la historia clínica suele ser breve, de semanas o, a lo sumo, meses de duración. El inicio puede ser brusco. A veces las adenomegalias no tienen carácter simétrico sino que se hallan localizadas en un territorio ganglionar. La afectación del estado general suele ser importante. − En el linfoma linfoblástico, que afecta con frecuencia el mediastino, la tos, la disnea y, a veces, un síndrome de obstrucción de la cava superior rápidamente progresiva son muy comunes como forma de presentación. A su vez, el linfoma de Burkitt suele diagnosticarse en el curso de una laparotomía efectuada por abdomen agudo. − Otras manifestaciones. En el 15-25% de los casos puede ha-ver fiebre, sudación y pérdida de peso. La sintomatología general es más frecuente en los linfomas difusos, de alta malignidad, que en los foliculares, de baja malignidad. − El 20-30% de los enfermos, sobre todos aquellos con histologías de bajo grado de malignidad, presentan esplenomegalia. Alrededor del 20% presentan adenomegalias mediastínicas (paratraqueales o hiliares). La presencia de una gran masa mediastínica es propia, pero no exclusiva, del linfoma linfoblástico. − Así, existen linfomas de células B grandes, que cursan con intensa esclerosis en el seno del tumor, que también pueden dar lugar a una gran masa mediastínica. La distinción entre ambas entidades es importante, ya que el pronóstico y el tratamiento son diferentes. Las adenomegalias mediastínicas son menos frecuentes en los LNH (20% de los casos) que en la enfermedad de Hodgkin (40-60%) y, a diferencia de lo que ocurre en ésta, en los LNH puede haber afectación. − a un lado y otro del diafragma sin adenomegalias mediastínicas (salto mediastínico). El compromiso del parénquima pulmonar es raro al inicio de la enfermedad pero puede producirse en los casos avanzados, en recaídas o en los enfermos resistentes al tratamiento. La infiltración pulmonar suele ocurrir por contigüidad, a partir de adenomegalias hiliares. En el 5-10% de los casos hay derrames pleurales, a veces de características quilosas. El estudio de la citología del líquido y, sobre todo, de la biopsia pleural es útil en el diagnóstico. − La hepatomegalia no es demasiado frecuente. No obstan-te, alrededor de la mitad de los enfermos presentan infiltración hepática. El único medio para demostrarla es la biopsia, ya que las pruebas funcionales hepáticas pueden ser normales. − La TC puede ser normal o mostrar múltiples nódulos en el parénquima hepático. La infiltración de las glándulas salivales y lagrimales configura el síndrome de Mikulicz. Aunque la infiltración de la piel es propia de los linfomas cutáneos de células T (micosis fungoide, síndrome de Sézary), también los linfomas B pueden acompañarse de lesiones cutáneas infiltrativas. − En el momento del diagnóstico, sólo el 1% de los enfermos presenta infiltración del SNC (meningosis linfomatosa, compresiones medulares) pero, a lo largo de la evolución, el 10% puede llegar a presentar esta complicación. Los enfermos con linfoma linfoblástico, linfoma de Burkitt o linfoma de células grandes, jóvenes y con invasión de la médula ósea se hallan especialmente predispuestos a presentar esta complicación; la infiltración testicular y la de los senos nasales también se consideran factores de riesgo. En los enfermos con estas características debería efectuarse una punción lumbar en el momento del diagnóstico para descartar una infiltración asintomática del SNC. Lo más frecuente, sin embargo, es que la infiltración del SNC se ponga de manifiesto en el contexto de una enfermedad activa, en recaída o progresión, y resistente al tratamiento. Los cambios de conducta, las cefaleas, los déficit neurológicos y la ciatalgia son las manifestaciones clínicas más frecuentes. El estudio del LCR suele demostrar alguna alteración (células linfomatosas, hipoglucorraquia, hiperproteinorraquia, incremento de la b2 microglobulina) que sugiere el diagnóstico. En cambio, la TC cerebral suele ser de poca ayuda, ya que la forma más frecuente de afectación (meningosis linfomatosa) no determina imágenes características. Laboratorio. La VSG, la hemoglobina, los leucocitos y las plaquetas suelen ser normales. El incremento de la VSG es un parámetro de actividad de la enfermedad. En algunos casos hay anemia moderada, normocrómica y normocítica. En menos del 5% de los casos hay anemia hemolítica autoinmune (a veces por crioaglutininas), circunstancia que es más frecuente en los linfomas B de bajo grado de malignidad. También es posible la trombocitopenia de origen inmune. Puede haber linfopenia (menos de 1´10 9 /L). La biopsia de médula ósea muestra infiltración por linfoma en alrededor del 50% de los casos. La infiltración es básicamente de carácter nodular, intersticial o difuso. A diferencia de lo que ocurre en la leucemia linfática crónica, los nódulos son de situación paratrabecular. La infiltración es más frecuente en los linfomas de bajo grado de malignidad (5-15%). De forma similar a lo que ocurre en la médula ósea, la expresión hemoperiférica de los LNH es frecuente. Así, cerca del 90% de los pacientes con LLBDD, el 20-50% de aquellos con LLMDN, el 10-15% de los casos de linfoma de Burkitt y el 5-10% con linfomas de células grandes presentan células linfomatosas en sangre periférica. Sin embargo, la cifra de leucocitos suele ser normal o moderadamente alta (15-30 ´ 10 9 /L). El porcentaje de células linfoides atípicas no suele superar el 50%. Si se analizan las características fenotípicas (p. ej., proporción de células kappa/lambda), mediante citofluorometría o se aplican técnicas para estudiar el reordenamiento de los genes de las Ig, puede comprobarse con gran frecuencia la presencia de linfocitos B monoclonales en sangre periférica, como expresión de enfermedad generalizada. El significado clínico de tal hecho se desconoce. La cifra de LDH puede aumentar, especialmente en los linfomas de alto grado de malignidad, con mucha masa tumoral y mal pronóstico. En el 5-10% de los enfermos, sobre todo con linfomas de bajo grado de malignidad, puede haber componentes monoclonales IgG o IgM. En ocasiones hay hipercalcemia, dato que es muy constante en la leucemia/linfoma T del adulto. El ácido úrico puede estar ligeramente aumentado. Asimismo, los valores séricos del receptor para la interleucina 2 (IL-2)(CD25) pueden ser altos, lo cual se ha relacionado con la extensión y la actividad de la enfermedad. Desde el punto de vista de la citogenética, en los linfomas foliculares es muy frecuente la translocación t(14;18) (q32;p21) (en relación con el oncogén bcl-2). En los linfomas difusos, la anomalía más frecuente es la t(11;14) (q23;q32) (en relación con el oncogén bcl-1); con menor frecuencia se observan t(8;14)(q24;q32), t(14;18)(q32;p21) y t(3;22)(q27;q11). Las anomalías y la trisomía del cromosoma 7 se han asociado a un mal pronóstico. Diagnóstico. El diagnóstico es histológico. La elección del ganglio que se ha de biopsiar es importante, y deben escogerse, siempre que sea posible, los situados en las regiones supraclaviculares o laterocervicales en vez de los axilares o inguinales, donde las lesiones reactivas inespecíficas son más comunes. Una vez extirpado el ganglio, y antes de fijarlo, deben efectuarse improntas que permitirán un análisis detallado de la morfología celular y, en determinados casos, la aplicación de técnicas inmunocitoquímicas para establecer el fenotipo de las células. Cuando se llega al diagnóstico por la biopsia de un tejido extraganglionar, de interpretación habitualmente difícil, la biopsia de un ganglio periférico puede ser de gran ayuda. Diagnóstico diferencial. El diagnóstico diferencial con ciertas formas de enfermedad de Hodgkin (predominio linfocítico por linfoma de células pequeñas, celularidad mixta por linfomas T periféricos, depleción linfocítica por linfomas de células grandes) ya se ha mencionado en el apartado correspondiente a la enfermedad de Hodgkin. La distinción entre el linfoma de célulaspequeñas (LLBDD) y la leucemia linfática crónica puede servirtualmente imposible; ambas entidades constituyen las dos caras del mismo proceso, con características histológicas, citológicas y fenotípicas idénticas. El criterio que se emplea suele ser meramente topográfico: si en sangre periférica hay leucocitosis con linfocitosis absoluta, el diagnóstico es de leucemia linfática crónica; en caso contrario, se establece el de LLBDD. No obstante, muchos casos de LLBDD sin expresión hemoperiférica inicial acaban por leucemizarse. El diagnóstico diferencial también puede plantearse con los tumores sólidos. En los adultos, los carcinomas pulmonares de células pequeñas pueden confundirse con linfomas. En los niños, a su vez, los tumores embrionarios (neuroblastoma, tumor de Wilms) y los rabdomiosarcomas pueden confundirse con linfomas. Mientras que el valor de la inmunohistoquímica en la clasificación de los LNH está todavía por establecer, en el diagnóstico diferencial su utilidad está fuera de toda duda. Así, prácticamente todas las neoplasias linfoides (a diferencia de lo que ocurre en los carcinomas) tienen el antígeno leucocitario común (ALC). En cambio, los carcinomas presentan antígenos epiteliales de membrana (EMA), antígenos carcinoembrionarios (CEA) y queratinas. Los tumores embrionarios de origen neural, a su vez, pueden identificarse con anticuerpos específicos para la enolasa, y los rabdomiosarcomas, con anticuerpos frente a la mioglobina. Por tanto, la aplicación de AcMo, tanto en cortes congelados como, lo que es más práctico, en parafina, puede ser de gran utilidad para establecer el diagnóstico diferencial entre los linfomas y otros tipos de tumores. El diagnóstico diferencial también puede plantearse con otras enfermedades del sistema linforreticular. Así, por ejemplo, la tricoleucemia, la linfadenopatía angioinmunoblástica, la histiocitosis sinusal con linfadenopatía masiva (enfermedad de Rosai Dorfman), la hiperplasia nodular linfoide (enfermedad de Castleman), los seudolinfomas por hidantoínas, el síndrome hemofagocítico asociado a virus y la histiocitosis maligna son entidades que pueden confundirse con linfomas malignos. Tratamiento. Las bases del tratamiento del Linfoma de Hodgkin son: radioterapia y quimioterapia. Pronóstico. El factor pronóstico de mayor importancia es la histología del linfoma. Los pacientes con linfomas de bajo grado de malignidad tienen una mediana de supervivencia de 5-10 años. A su vez, aquellos con linfomas de grados intermedios de 1,5-3 años. Debe tenerse en cuenta, sin embargo, que debido a la imposibilidad de curar los linfomas de bajo grado de malignidad y a los tratamiento cada día más eficaces para los linfomas de grados intermedio y alto, el 40-50% de enfermos con linfomas de histología “desfavorable” pueden curar, mientras que prácticamente todos los pacientes con histologías “favorables” acaban por recaer y suelen morir debido a su linfoma. LEUCEMIAS. LEUCEMIA AGUDA LINFOBLÁSTICA. Concepto. Las leucemias agudas (LA) son enfermedades de origen todavía no bien aclarado que se caracterizan por una proliferación incontrolada de una clona de células inmaduras de la hematopoyesis (blastos) que infiltran la médula ósea (donde condicionan una supresión del crecimiento y la diferenciación de las células hematopoyéticas normales) e invaden la sangre periférica y otros órganos. Aunque su curso es habitualmente agudo, la inmadurez de la célula que prolifera es lo que define a una leucemia como aguda y la distingue de las leucemias crónicas, que afectan a células más diferenciadas de la hematopoyesis. Etiología. Aunque la causa o las causas de las Leucemias agudas no se conocen con precisión, se sabe que hay diversos factores que predisponen a sufrir estas hemopatías. Entre ellos destacan los genéticos, las inmunodeficiencias, ciertos factores ambientales y los virus. Varios hechos apoyan la participación de factores genéticos en el desarrollo de las leucemias agudas. En primer lugar, la probabilidad de que un gemelo sufra esta enfermedad es superior a la de la población sana, sobre todo si aquélla ocurre durante el primer año de la vida. En segundo lugar, las LA son más frecuentes en pacientes afectos de cromosomopatías, tanto numéricas como estructurales. Entre ellas destacan los síndromes de Down, Klinefelter, Bloom y de Fanconi. Por último, también se registra una mayor propensión a sufrir una LA en enfermedades que cursan con inmunodeficiencia, entre las que destaca la ataxiatelangiectasia, el síndrome de Wiskott Aldrich, las agammaglobulinemias y el síndrome de Schwachman. No hay duda de que ciertos factores ambientales influyen en la génesis de las LA. Entre ellos cabe citar las radiaciones ionizantes, los fármacos y sustancias mielotóxicas y los virus. Varios hechos evidencian la participación de las radiaciones ionizantes en la leucemogénesis. El más claro es la mayor frecuencia de LA registradas después de las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki o tras los accidentes en centrales nucleares. Otras evidencias adicionales son su mayor frecuencia en pacientes con espondiloartritis anquilopoyética que recibieron irradiación cervical, en niños a los que se irradió el timo o la región amigdalar o en individuos con neoplasias a las que se efectuó irradiación de campo amplio que abarcaba gran cantidad de médula ósea, especialmente si ésta se asociaba a quimioterapia con agentes alquilantes. Está en discusión si las radiaciones no ionizantes, como las electromagnéticas, predisponen a sufrir LA. Diversos fármacos o sustancias químicas se han implicado en la génesis de estos trastornos. Los más importantes son el benzol y sus derivados, otros compuestos orgánicos como los pesticidas, los fármacos inmunodepresores y los citostáticos, en especial los agentes alquilantes (sobre todo la mostaza nitrogenada, melfalán y clorambucilo). Recientemente también se ha observado una mayor frecuencia de LA en pacientes que han recibido etopósido (VP-16) o tenipósido (VM-26), las cuales tienen unas características citológicas y citogenéticas peculiares (translocaciones y o reordenamientos que afectan a 11q23 y 21q22). Existen evidencias incontestables de que los virus causan leucemias y linfomas en los animales, e incluso se dispone de modelos experimentales de leucemias inducidas por virus. Aunque no hay pruebas definitivas de que ello también ocurra en la especie humana, el hecho de que existan otras hemopatías malignas de causa vírica, como el linfoma de Burkitt africano (causado por el virus de Epstein Barr), los linfomas que se dan en situaciones de inmunodepresión (muchos de ellos también relacionados con el citado virus) o la leucemia linfoma T del adulto (originada por el virus HTLV-I), apoya firmemente la suposición de que los virus, especialmente los retrovirus, contribuyen de una forma sustancial al desarrollo de las LA. Manifestaciones clínicas. − Como cualquier tipo de LA, las manifestaciones clínicas dependen, por una parte, de la insuficiencia medular provocada por la proliferación blástica y, por otra, de la infiltración de los distintos órganos y tejidos. − El comienzo es casi siempre agudo y las manifestaciones clínicas no suelen preceder al diagnóstico en más de 3 meses. Aunque en ocasiones la LAL puede diagnosticarse al practicar una analítica por cualquier otro motivo, lo habitual es que los enfermos presenten síntomas. Con frecuencia refieren astenia, anorexia y pérdida de peso. En la mitad de los pacientes se detecta fiebre, en general a causa de una infección, aunque en el 25% de los casos su origen es tumoral. En el 50% de los enfermos se objetiva diátesis hemorrágica cutánea o mucosa. Existen dolores osteoarticulares en un tercio de los pacientes, fundamentalmente niños, lo que en ocasiones ha motivado falsos diagnósticos de enfermedades reumáticas. − Aunque cualquier órgano puede estar infiltrado por linfoblastos, ello ocurre más a menudo en el hígado, el bazo y los ganglios linfáticos. En los niños, la frecuencia de infiltración de estos órganos es del 80, 70 y 60%, respectivamente, mientras que es algo menor en los adultos. En el 10% de los casos hay ensanchamiento mediastínico, lo que a veces provoca un síndrome de la vena cava superior. En menos del 5% de los enfermos se detecta infiltración del sistema nervioso central (SNC), que se manifiesta en forma de parálisis de pares craneales y/o de síndrome de hipertensión intracraneal. La infiltración de otros órganos, como mamas, testículos y piel o mucosas, es muy poco frecuente en el momento del diagnóstico, aunque puede constituir la localización inicial de las recaídas. − Ciertas variedades de LAL tienen una presentación clínica característica. Las LALB suelen cursar con hepatosplenomegalia de gran tamaño, masa abdominal y afectación temprana del SNC. A su vez, la LALT afecta con frecuencia a varones, en general adolescentes, cursa con masa mediastínica en más de la mitad de los casos y también puede infiltrar tempranamente al SNC. Desde el punto de vista clínico y morfológico es indistinguible del linfoma linfoblástico (sarcoma de Sternberg), entidad que se estudia en el apartado de los linfomas no hodgkinianos. Laboratorio clínico. La anemia es un dato prácticamente constante. Por lo general es normocrómica, normocítica, arregenerativa y no suele acompañarse de alteraciones morfológicas de los hematíes. La cifra de leucocitos se halla aumentada en el 75% de los enfermos y es superior a 50 x109 /L en el 25% de los casos. El 15-20% de los pacientes presentan leucopenia. La cifra de plaquetas es inferior a 50x109 /L en dos tercios de los casos. El examen de la médula ósea suele demostrar una celularidad aumentada. La infiltración por linfoblastos es por lo general absoluta y la celularidad hematopoyética residual no presenta signos displásicos. En algunos pacientes no se obtiene grumo al efectuar el aspirado medular, debido a que la médula ósea se halla muy infiltrada por blastos (“empaquetada”) o, más rara vez, a la presencia de fibrosis. En esta situación deben efectuarse varios aspirados medulares en distintas localizaciones o practicar una biopsia de médula ósea. Los trastornos bioquímicos que se registran con mayor frecuencia son hiperuricemia (40-50% de los casos), hipocalcemia, hiperfosfatemia, hiperpotasemia e incremento de la actividad sérica de la lácticodeshidrogenasa (LDH). Estas alteraciones se observan sobre todo en los casos con leucocitosis, grandes visceromegalias o adenomegalias y reflejan el elevado recambio celular. En el 30% de los enfermos se detecta hipogammaglobulinemia. Diagnóstico. Para establecer el diagnóstico de LAL se requiere la presencia de más de un 30% de linfoblastos en la médula ósea. En la gran mayoría de los casos, el aspecto morfológico y la citoquímica (negatividad para las peroxidasas) suelen ser suficientes para el diagnóstico, aunque en general éste se confirma mediante el estudio inmunofenotípico de los blastos. Es asimismo aconsejable practicar el examen citogenético por el significado pronóstico que confiere a la LAL el tipo de anomalías cromosómicas. Las restantes técnicas (biología molecular, ultrastructura, cultivos celulares) sólo se emplean en casos seleccionados o con finalidad de investigación. Tratamiento. La respuesta al tratamiento es menor en el adulto que el niño, ello se debe tanto a factores del propio enfermo (mayor tasa de mortalidad en el período de inducción en los adultos, mayor toxicidad del tratamiento, lo que limita la dosis) como de la enfermedad [presencia más frecuente en el adulto de LAL con factores de mal pronóstico, en especial la t(9;22)]. La remisión completa (RC) se logra en el 70-85% de los pacientes y la probabilidad de permanecer libre de enfermedad a los 5 años es del 30-45%. La gran mayoría de las recaídas ocurren en la médula ósea. En los adultos con factores de mal pronóstico está indicada la práctica de un trasplante de médula ósea (TMO) alogénico o autógeno en primera remisión completa. En los pacientes con LAL que presentan la t(9;22) la respuesta al tratamiento es muy desfavorable, ya que la tasa de remisiones es del 40-60% y las recaídas tempranas son muy frecuentes (60-90% de los casos). En la actualidad se están evaluando pautas diferenciadas de tratamiento que incluyen citostáticos como el Ara C a altas dosis y la mitoxantrona, entre otros, seguidos de TMO, preferentemente alogénico, tan pronto se haya logrado la RC. También se está evaluando la posible utilidad de modificadores de la respuesta biológica como los interferones e interleucinas (como la IL-2). Independientemente del momento en que ocurran, las recaídas deben tratarse con quimioterapias similares a las que produjeron la RC, seguidas de TMO alogénico o autógeno. Pronóstico. Varía sustancialmente según la edad de los pacientes y es mucho mejor en los niños que en los adultos. El interés del estudio de los factores pronósticos radica en que se han podido identificar, al menos en la LAL infantil, dos subgrupos de enfermos con una supervivencia sustancialmente diferente, a los que se denomina de riesgo estándar y de riesgo elevado. Ello ha permitido administrar un tratamiento diferenciado según el grupo de riesgo, más intensivo en los de riesgo elevado. Estudios recientes efectuados en pacientes adultos también han logrado aislar dos subpoblaciones de enfermos con diferente pronóstico. LEUCEMIA AGUDA NO LINFOBLÁSTICA. Cuadro clínico. Los síntomas y signos que presentan los enfermos con LANL reflejan el fracaso de la hematopoyesis normal y la infiltración de los tejidos por la celularidad leucémica. El intervalo entre el inicio de los síntomas y el diagnóstico es habitualmente inferior a 3 meses. La mayoría de los pacientes refiere afectación del estado general. Entre el 30 y el 80% de los enfermos presenta fiebre durante la fase inicial y el 40% refiere manifestaciones hemorrágicas en la piel y/o las mucosas, que adquieren especial expresividad cuando existe coagulación intravascular diseminada (CID), hecho frecuente en la LAM 3. Se detectan hepatomegalia y/o esplenomegalia en una tercera parte de los pacientes. En el 25% existen adenomegalias, hipertrofia gingival o infiltración amigdalar. Estos últimos hallazgos y la presencia de infiltración cutánea (leucémides) son especialmente frecuentes en los casos con componente. La invasión leucémica de las meninges se observa sobre todo en la LAM 4 y LAM 5 con hiperleucocitosis (superior a 100 x109 /L), en particular en los niños. En las formas muy leucocitósicas también es posible comprobar trastornos neurológicos, como consecuencia de la oclusión de la microcirculación cerebral por agregados de células leucémicas. Este fenómeno de “leucostasis” origina isquemia y facilita las hemorragias en el SNC. Por último, pueden detectarse tumores constituidos por blastos, que se denominan cloromas o sarcomas granulocíticos. Alrededor del 40% de los enfermos con LANL presentan una infección en el momento del diagnóstico, proporción que se incrementa durante el tratamiento de inducción. Laboratorio clínico. El 80% de los pacientes presenta anemia y el 60% leucocitosis. Las formas hiperleucocitósicas representan el 15% del total de casos. En alrededor del 10% de los pacientes no se observan blastos en sangre periférica (leucemias aleucémicas). La cifra de plaquetas es normal en la quinta parte de los enfermos e inferior a 10 x 109 /L en el 20%. En los casos con CID se aprecia un descenso de la tasa de protrombina, una disminución de fibrinógeno sérico y positivización de los productos de degradación del fibrinógeno. Esta complicación es casi constante en la LAM. Los trastornos bioquímicos son poco específicos. La nefropatíaurática es frecuente si no se adoptan las medidas preventivas adecuadas, y en las LANL con componente monocítico se puede observar hipopotasemia secundaria a la lesión tubular causada por la eliminación renal de grandes cantidades de lisozima. El aspirado medular es hipercelular en el 80% de los casos. En ocasiones no se obtiene grumo medular debido a que la médula está empaquetada (hecho frecuente en la LAM 3) o a que existe fibrosis (habitual en la LAM 7). La infiltración blástica medular suele ser superior al 50%. Tratamiento. El primer objetivo es la obtención de la remisiones completas (RC), es decir, la desaparición de toda evidencia de enfermedad. Debido a la intensidad y toxicidad de la quimioterapia, no se puede administrar a los pacientes de edad muy avanzada o cuando existe una alteración grave de las funciones vitales, ya que provocaría una mortalidad muy elevada. En estos casos hay que recurrir a la monoquimioterapia, con fines paliativos. Una vez alcanzada la remisiones completas (RC) se aplican medidas destinadas a evitar las recaídas leucémicas. Éstas consisten en la de quimioterapia o en la práctica de un trasplante de médula ósea (TMO). Pronóstico. Diversas características clínicas y de laboratorio se han relacionado con la respuesta al tratamiento. Así, se asocian a mal pronóstico la edad avanzada, la existencia de mielodisplasia previa al diagnóstico, el que se trate de una LAM 5, la evidencia de rasgos dishematopoyéticos acentuados en la médula ósea, el patrón de crecimiento in vitro en forma de agregados de 20-40 células sin formar colonias, la persistencia de infiltración leucémica poco después de finalizada la quimioterapia de inducción y, sobre todo, determina dos trastornos citogenéticos. En sentido contrario, ciertas alteraciones cromosómicas son indicativas de pronóstico favorable. Entre ellas, cabe destacar la t(8;21), la inv(16) y la t(15;17). La decisión sobre la mejor modalidad de tratamiento para cada caso debe tener en cuenta los factores pronósticos mencionados. Por último, la positividad de los blastos para los marcadores CD7 y CD34 y la expresión exagerada de genes que determinan la resistencia a citostáticos (especialmente los genes MDR que se traducen por la presencia de glucoproteína p en la membrana celular) son aspectos que se asocian a muy mal pronóstico. Manifestaciones Bucales. Son frecuentes en las leucemias agudas en niños y adultos jóvenes, no hay predilección por el sexo, se observan por infiltración de células leucémicas en la encía papilas interdentarias agrandadas, de color azulado rojizo, habitualmente son barrosas y firmes a la palpación, presencia de ulceraciones con formación de membranas. Otros signos presentes es el agrandamiento gingival, palidez de la mucosa, hemorragia gingival, formación de petequias y equimosis que pueden ser observadas en el dorso de la lengua y carrillos, tumefacción articular por hamartrosis y malestar general. SÍNDROME MIELOPROLIFERATIVOS CRÓNICOS. Generalidades. Bajo el término de síndromes mieloproliferativos crónicos (SMPC) se incluye un conjunto de hemopatías que tienen su origen en una célula madre pluripotencial (stem cell) de la hematopoyesis y que comparten una serie de características hematológicas, clínicas y evolutivas. Se trata, por orden de frecuencia, de la leucemia mieloide crónica, la trombocitemia esencial, la policitemia vera y la mielofibrosis idiopática o metaplasia mieloide agnogénica. Fue DAMESHEK quien, con una base meramente intuitiva, acuñó por primera vez en 1951 la expresión síndrome mieloproliferativo para incluir estas, entidades en una misma posición nosológica, idea que fue confirmada por estudios realizados en la pasada década. Como se ha señalado, las cuatro afecciones se originan en una célula madre pluripotencial de la hematopoyesis, común a las series granulocítica, eritroide, megacariocítica y, al menos, a algunos linfocitos. Ello explica que en todas exista una panmielosis, es decir, una proliferación excesiva de las tres series hematopoyéticas. Así, si bien en cada uno de los SMPC predomina la proliferación de una serie hematopoyética concreta (la granulocítica en la leucemia mieloide crónica, la eritroide en la policitemia vera, la megacariocítica en la trombocitemia esencial), a menudo es asimismo evidente un incremento de alguna otra serie. Por otra parte, en los cuatro procesos existe con frecuencia fibrosis de la médula ósea. Este hecho, constante en la mielofibrosis idiomática pero también frecuente en los restantes SMPC, constituye un fenómeno reactivo a la proliferación neoplásica. Dicha proliferación, debido al incremento del recambio celular a que da lugar, determina la frecuente aparición de hiperuricemia el aumento en los valores séricos de lácticodeshidrogenasa (LDH). Son asimismo frecuentes el incremento de las concentraciones séricas de vitamina B 12 y de sus proteínas transportadoras, así como las alteraciones de la actividad de la fosfatasa alcalina granulocitaria (FAG). Desde el punto de vista clínico, los individuos afectos de SMPC presentan con frecuencia esplenomegalia (debida fundamentalmente a la existencia de metaplasia mieloide del bazo) y propensión a sufrir hemorragias, incluso en presencia de recuentos plaquetarios elevados (lo que se explica por el funcionalismo anómalo de sus plaquetas). Como si todo este conjunto de características comunes no bastara para justificar la integración de las cuatro entidades, no es raro observar a lo largo de su curso evolutivo la transformación de una en otra. Así ocurre con la transición de la policitemia vera a la mielofibrosis o con el comienzo seudotrombocitémico de algunos casos de metaplasia mieloide agnogénica y de leucemia mieloide crónica. Finalmente, estos pacientes tienen una tendencia a la evolución a leucemia aguda (por lo general de fenotipo mieloide), constante en la leucemia mieloide crónica, menos frecuente en la mielofibrosis idiopática y más infrecuente, pero igualmente demostrada, en la policitemia vera y en la trombocitemia esencial. El origen clonal de los SMPC se ha podido demostrar merced fundamentalmente a los estudios del grupo de FIALKOW sobre las variantes de la glucosa-6-fosfato-deshidrogenasa (G-6- PD). De esta enzima, ligada al cromosoma X, existen dos isoenzimas, la A y la B, fácilmente diferenciables por su distinta movilidad electroforética. De acuerdo con la hipótesis de Lyon, en las mujeres heterocigotas para la G-6-PD se produciría, en una fase temprana del desarrollo embrionario, la inactivación de uno de los cromosomas X de cada célula. De esta forma, una célula determinada y toda su descendencia serían capaces de sintetizar un único tipo de isoenzima. Dicha inactivación parece ocurrir al azar, pero, como resultado de ella, cada tejido queda finalmente constituido por un 50% de células con la isoenzima A y otro 50% con la B. Cuando una de estas mujeres presenta un SMPC, las células neoplásicas tienen una única isoenzima (A o B), a diferencia del resto de tejidos, en los que se sigue observando una mitad de células con la isoenzima A y otra mitad con la B. Este hecho permite deducir que la neoplasia se ha originado a partir de una sola célula o, lo que es lo mismo, que se trata de una proliferación clonal. A continuación se analizarán las cuatro entidades citadas, así como las afecciones con las que se establece más comúnmente su diagnóstico diferencial. LEUCEMIA MIELOIDE CRÓNICA. La leucemia mieloide crónica (LMC) es un síndrome mieloproliferativo crónico (SMPC) de naturaleza clonal, con origen en una célula madre pluripotencial común a las tres series hematopoyéticas, si bien el cuadro clínico, biológico e histológico de la enfermedad se halla dominado por la existencia de una intensa proliferación de la serie granulocítica en la médula ósea, la sangre periférica y otros órganos hematopoyéticos. En casi todos los casos existe una anomalía cromosómica en la médula ósea (el cromosoma Filadelfia o Ph), hecho que confiere a la LMC una gran personalidad. La enfermedad suele presentar un curso evolutivo bifásico, con un período inicial o fase crónica, fácil de controlar con distintas terapéuticas, y otro final o crisis blástica, muy similar desde el punto de vista clínico y hematológico a una leucemia aguda, aunque de pronóstico mucho peor. En algunos pacientes se intercala entre ambos un tercer período, la denominada fase de aceleración de la LMC. Etiología, patogenia, incidencia y sexo. La LMC es una enfermedad neoplásica de etiología desconocida. Puede aparecer después de la exposición a radiaciones ionizantes o a ciertos agentes químicos, como el benceno. Con todo, pocas, veces es posible registrar un antecedente de este tipo. La presencia del cromosoma Ph no sólo en los precursores granulocíticos sino también en los eritrocíticos, megacariocíticos y linfocitos B (y posiblemente en los T) indica que el trastorno que origina la LMC radica probablemente en la célula madre (stem cell) común a todas las células hematopoyéticas. El estudio de las isoenzimas de la G-6-PD en mujeres heterocigotas para dicha enzima apoyaría esta hipótesis, ya que mientras que en las células hematopoyéticas se detecta una única isoenzima, los fibroblastos y el resto de las células tienen tanto la isoenzima A como la B. Ello indica, además, que la mielofibrosis que con frecuencia presentan estos enfermos no formaría parte de la proliferación neoplásica, sino que constituiría un fenómeno “reactivo” a ella. Evidencia adicional del carácter clonal de la LMC la ha proporcionado el estudio cromosómico de pacientes con mosaicismo sexual (es decir, con coexistencia de dos líneas celulares con diferente dotación cromosómica, por ejemplo XY y XXY), ya que en ellos sólo se evidencia el cromosoma Ph en una de las líneas celulares del mosaico. El cromosoma Ph es un trastorno adquirido y consiste en un cromosoma 22 de menor tamaño, debido a la pérdida de material de sus brazos largos por translocación al cromosoma 9. El reciente desarrollo de las técnicas de análisis molecular ha permitido reconocer que la translocación entre los cromosomas 22 y 9 es recíproca, ya que el cromosoma 9 transfiere a su vez una pequeña porción de sus brazos largos al 22. Dicho material constituye el oncogén abl que, al unirse a la región bcr (breakpoint cluster region) del cromosoma 22, da origen al oncogén bcr abl. Éste sintetiza un RNA mensajero quimérico, que codifica la síntesis de una proteína con actividad tirosincinasa anómala (p210). Dicha proteína (que regula el crecimiento celular) parece ser la responsable de la transformación neoplásica de las células hematopoyéticas, hipótesis que ha sido reforzada por estudios experimentales en ratones, en los cuales la incorporación del gen de la proteína p210 a las colonias hematopoyéticas y la posterior perfusión de éstas induce la aparición de una enfermedad similar a la LMC. La LMC representa el 15-20% del total de leucemias y su incidencia en los países occidentales se estima en 1,5 casos por 100.000 habitantes y año. Puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente en las edades media y avanzada de la vida y rara, en cambio, en la infancia. La edad mediana se sitúa alrededor de los 45 años y el pico de incidencia máxima entre los 30 y los 40. Predomina ligeramente en los varones. Manifestaciones clínicas. El diagnóstico de LMC suele ir precedido de un período de unos meses durante los cuales los pacientes presentan síntomas inespecíficos (astenia, anorexia, pérdida de peso, febrícula, sudación nocturna), atribuibles a un estado de hipermetabolismo provocado por el aumento del recambio granulocítico, o bien molestias en relación con la esplenomegalia (dolores abdominales, sensación de repleción pospandrial, dolor agudo en el hipocondrio izquierdo irradiado al hombro y debido a un infarto esplénico, diarreas). Otras manifestaciones clínicas, como dolores óseos, hemorragias, crisis de gota, litiasis renal, priapismo o síntomas de leucotasis por hiperleucocitosis (cefalea, obnubilación, insuficiencia respiratoria, angina) son bastante menos frecuentes. En el 15-20% de los casos el diagnóstico de LMC se establece de modo casual, al descubrirse leucocitosis o una masa abdominal en una exploración de revisión o por otro motivo. Se ha registrado en los individuos con LMC cierta predisposición a padecer úlcera péptica, debido probablemente a la hiperhistaminemia que provoca la basofilia, mientras que es mucho más raro el prurito del mismo origen. Una forma de presentación poco habitual de la LMC (6% en la serie de los autores) consiste en la crisis blástica inicial, en pacientes en quienes la fase crónica de la enfermedad ha pasado inadvertida. En algunos enfermos el cuadro remeda una leucemia aguda, y en otros, con localización extramedular de la crisis blástica (especialmente en ganglios), puede confundirse con un linfoma. En tales casos la presencia de datos sugestivos de LMC, como esplenomegalia, basofilia, mielemia o trombocitosis, permite sospechar el auténtico diagnóstico, que se confirmará al demostrar el cromosoma Ph en la médula ósea o, en su caso, en el órgano extramedular afectado. El dato más constante de la exploración física es la esplenomegalia, presente en el 80% de los pacientes. Su tamaño es muy variable y suele guardar relación con la cifra de leucocitos, y es frecuente que alcance o incluso sobrepase la línea umbilical. En la mitad de los casos se detecta hepatomegalia, por lo general moderada. La palpación de adenomegalias o lesiones cutáneas infiltrativas y la presencia de osteólisis en el estudio radiológico constituyen hallazgos infrecuentes, que obligan a pensar en la existencia de una crisis blástica extramedular. SÍNDROME PROLIFERATIVO CRÓNICO DE EXPRESIÓN LEUCÉMICA LEUCEMIA LINFÁTICA CRÓNICA Etiopatogenia. La causa de la LLC no se conoce. A diferencia de lo que ocurre en otras leucemias, no existe relación entre la LLC y la exposición a radiaciones ionizantes. Existen, sin embargo, ciertos factores relacionados con la enfermedad: Factores genéticos. Se han descrito familias con varios miembros afectos de LLC y otras con diversos tipos de SLP (p. ej., LLC y linfomas) así como inmunodeficiencias. El riesgo de padecer la enfermedad entre los familiares de primer grado de una persona con LLC se estima que es de 2 a 7 veces superior al de los individuos control. Estudios en gemelos univitelinos han puesto de manifiesto la diversidad genotípica de la leucemia, indicando que se trata de una enfermedad adquirida. Factores inmunológicos. La mayor incidencia de SLP en personas con conectivopatías o estados de inmunodeficiencia congénita o adquirida es bien conocida. Alteraciones cromosómicas y genes. Se hallan alteraciones cromosómicas en alrededor del 50% de los casos. La anomalía numérica más frecuente es la trisomía 12 y la estructural es la adición de material genético al brazo largo del cromosoma 14 (14q+), en el lugar próximo a los genes que codifican la síntesis de las cadenas pesadas de las inmunoglobulinas. Otras anomalías son la 11q+, 12q+ y 13q+. También se han descrito deleciones de los cromosomas 11 y 6. La relación entre LLC y determinados genes (bcl-1, bcl-2, bcl-3) dista de ser clara. Así, en algunos casos de LLC se halla la t(11;14), en virtud de la cual el gen bcl-1, localizado en condiciones normales en el cromosoma 11, se sitúa en el cromosoma 14 en una zona próxima al gen que codifica la síntesis de la inmunoglobulina. Sin embargo, dicha alteración es más propia del linfoma de las células del manto (mantle cell). Por su parte, en unos pocos casos se ha encontrado la t(14;18), propia de los linfomas foliculares. Debido a esta translocación cromosómica, el gen bcl-2 (localizado en el cromosoma 18) pasa al cromosoma 14. En condiciones normales, el gen bcl-2 previene la muerte programada de las células o “apoptosis”, por lo que dicha alteración podría estar implicada en la etiopatogenia de los SLP. Por último, en casos aislados se ha descrito la t(14;19), relacionada con un cambio posicional del gen bcl-3. También es posible observar la pérdida del gen supresor Rb (retinoblastoma) en la banda 13q14. Recientemente se han detectado anomalías en un locus (DS13S25) del cromosoma 13, donde se ha ubicado un gen supresor conocido como DBM (Disrupted in B cell Malignancy). Manifestaciones clínicas. − En más de la mitad de los casos el diagnóstico se realiza de forma casual, en personas totalmente asintomáticas, con motivo de la práctica de un análisis por cualquier motivo trivial. − La astenia, la aparición de adenomegalias o las infecciones repetidas son las manifestaciones que con mayor frecuencia conducen al diagnóstico. − A diferencia de lo que ocurre en los linfomas, la fiebre, la sudación y la pérdida de peso son poco frecuentes. − La exploración física puede ser completamente normal. Alrededor del 40% de los pacientes presentan adenomegalias de carácter simétrico. Las adenomegalias mediastínicas y la infiltración del anillo linfático de Waldeyer son sumamente raras. − El bazo suele palparse en el 20-30% de los casos. No es extraño comprobar hepatomegalia. De forma excepcional pueden detectarse infiltrados linfoides en diversos órganos y tejidos, como piel, riñón, glándulas lagrimales o salivales, pulmón u otros. En estos casos, sin embargo, es obligado descartar una segunda neoplasia o la progresión de la enfermedad a linfoma. Se han descrito casos de síndrome nefrótico acompañando a la LLC, así como de hipertensión portal por hiperplasia nodular regenerativa del hígado inducida por la infiltración linfoide de este órgano. LEUCEMIA PROLINFOCÍTICA. Concepto. La leucemia prolinfocítica (LPL) es una variedad poco frecuente de LLC descrita por GALTON et al en 1974, que se caracteriza por gran esplenomegalia e hiperleucocitosis con presencia de prolinfocitos. Cuadro clínico. Los síntomas más habituales son astenia, pérdida de peso, sensación de ocupación en el hipocondrio izquierdo y, en ocasiones, fiebre y sudación nocturna. De forma casi constante se palpa esplenomegalia, que es superior a 10 cm en el 60% de los casos. Las adenomegalias, por el contrario son excepcionales, aunque sí pueden observarse en la LPLT, en la que también puede haber infiltración cutánea. LEUCEMIA DE LINFOCITOS GRANDES GRANULARES. Concepto. En 1975, BROUET et al describieron un nuevo SLP, en el que las células proliferantes eran de estirpe T, al que denominaron leucemia linfática crónica T (LLCT). Entre originariamente denominadas LLCT se incluyen diversas enfermedades, como la leucemia de linfocitos grandes granula-res, la leucemia prolinfocítica T, la leucemia-linfoma adulto y linfomas T periféricos. La mayoría de las leucemias consideradas LLCT realidad proliferaciones monoclonales de linfocitos grandes granulares que reciben el nombre de leucemia de linfocitos grandes granulares (LLGG), que, a su vez, es un cuadro heterogéneo tanto desde el punto de vista citológico como clínico. Manifestaciones clínicas. Los pacientes pueden hallarse asintomáticos o presentar infecciones de repetición. En la exploración física, el dato más frecuente es la esplenomegalia. En de los casos se encuentra hepatomegalia. Las adenomegalias la infiltración de la piel son raras. La LLGG puede asociarse con artritis reumatoide y fenómenos autoinmunes. LEUCEMIA LINFOMA T DEL ADULTO. En 1977, HUCHIYAMA et al describieron una nueva forma de SLP del adulto, particularmente frecuente en la isla de Kyushu, en el sudoeste de Japón, caracterizado por un curso sumamente agresivo, leucocitosis muy acusada con linfocitos multilobulados, adenomegalias, infiltración cutánea e hipercalcemia. Posteriormente se describieron otros casos en el Caribe y en el sudeste de los EE.UU. Recientemente se han comunicado casos esporádicos en muchas otras partes del mundo. Etiología. La leucemia/linfoma T del adulto está causada por un retrovirus C linfotropo, el HTLVI, el cual, a través de un segmento del provirus denominado pX, induce la expresión de receptores para la IL-2 sobre la superficie de las células infectadas, con lo que se facilitaría su proliferación y su expansión neoplásica. La célula maligna es un linfocito T maduro (TdT-, CD1-, CD2+, CD3+, CD4+, CD8-, CD25+). In vitro estas células pueden comportarse, paradójicamente, como supresoras. Manifestaciones clínicas. La enfermedad cursa con adenomegalias y lesiones cutáneas (eritema, nódulos, lesiones maculopapulosas). También puede haber hepatosplenomegalia, aunque no muy acusada. En alrededor de la mitad de los casos hay hipercalcemia, que puede ocasionar poliuria, polidipsia y estados confusionales. La evolución es muy variable. Hay casos que pueden permanecer estables durante mucho tiempo otros que presentan un curso sumamente agudo. LINFOMAS CUTÁNEOS DE CÉLULAS CON EXPRESIÓN LEUCÉMICA (SÍNDROME DE SÉZARY). Concepto. En el año 1938, SÉZARY et al describieron 2 enfermos cuyo cuadro clínico se caracterizaba por eritrodermia y por la presencia, tanto en sangre periférica como en la biopsia de piel, de “células monstruosas”. Éstas se consideraron durante mucho tiempo de estirpe histiomonocitaria y el cuadro clínico como una forma especial de leucemia monocítica con eritrodermia acompañante. Hoy se sabe que el síndrome de Sézary constituye una enfermedad que puede afectar muchos órganos, que posee características citológicas e histológicas peculiares y que tiene su origen en la proliferación de células T con fenotipo colaborador. Manifestaciones clínicas. − Afecta prácticamente por igual a ambos sexos y suele diagnosticarse en individuos de alrededor de 50 años. De forma típica las lesiones cutáneas iniciales son relativamente inespecíficas y se confunden con psoriasis, dermatitis por contacto o eccemas. En una etapa ulterior aparecen placas que infiltran la piel a veces con cierta tendencia a presentar una zona central más clara de bordes irregulares. − En algunos casos las lesiones adoptan forma de una auténtica eritrodermia exfoliativa difusa. El prurito es muy frecuente. − Puede haber adenomegalias y hepatosplenomegalia. LITERATURA DOCENTE. Textos básicos. 1. Patología quirúrgica. Colectivo de autores. Facultad de Estomatología. ISCMH. 2. Programa Nacional del P.D.C.B. MINSAP. Facultad de estomatología. ISCM-H. 3. Patología Bucal II. Colectivo de autores. Facultad de Estomatología. ISCM-H. 4. Santana Garay, J.C. Atlas de patología del complejo bucal. 2da edición. Editorial ciencias médicas; 2010 Textos complementarios. 1. Patología Bucal. William Shafer. 2. Robbins SL. Patología estructural y funcional. Edición Revolucionaria. 1985. 3. Sitio web de Cirugía Maxilofacial de Infomed en: http://www.sld.cu/sitios/cirugiamaxilo. 4. Eversole LR. Patología Bucal. 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