Domingo Cavallo dice que no es momento para tocar el tipo de

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Archivo TEA y DeporTEA.
Material seleccionado para uso de alumnos en curso.
Diario La Nación, Economía, Domingo 1º de Abril de 2001.
Ubicación original: C-2664
Ubicación actual: BD146.pdf
Diez años de la convertibilidad.
Domingo Cavallo dice que no es momento para tocar el
tipo de cambio y que seguirá uno a uno, por muchos
años
Sostiene que todavía no hay suficiente confianza en el peso como para
modificar su relación con el dólar de EE.UU.
· Al cumplirse una década del actual régimen promete que "va a andar cada
vez mejor"
· Asegura que la moneda será convertible para siempre y que falta por lo
menos un lustro para hacer retoques
Por Jorge Oviedo
De la Redacción de LA NACION
Hoy se cumplen diez años desde que comenzó a regir la ley de convertibilidad, que
fijó la relación uno a uno con el dólar, prohibió al Banco Central emitir moneda sin
respaldo de divisas y erradicó los mecanismos indexatorios que por décadas
actualizaron permanentemente -y a veces a velocidades inauditas- los precios.
Su impulsor, Domingo Cavallo, está de nuevo en el Ministerio de Economía, y dijo en
un reportaje con La Nación que el peso argentino "seguirá siendo convertible para
siempre". Es decir que siempre se lo podrá seguir cambiando por divisas, sin
restricciones. Lo que podría variar, en todo caso, es el tipo de cambio. Y esto se
lograría modificando el ancla. Incluyendo alguna otra moneda.
Pero Cavallo aclaró que eso no ocurrirá por ahora.
-Parece que la única manera de salir de la actual paridad modificando el
ancla del tipo de cambio haciendo una canasta es que el peso se aprecie.
-Eso puede ocurrir dentro de cinco, diez, quince años. No sabemos. Porque requiere
una moneda que en sí misma inspire muchísima confianza. Y hoy todavía no se dan las
condiciones.
-¿Ni siquiera logrando que el peso por medio de ese cambio valga más que
el dólar?
-Es que no está valiendo más. De hecho, las primas de futuro indican que todavía no
hay confianza suficiente. Por eso se necesitan mantener el respaldo y la paridad fija.
La convertibilidad con respaldo y paridad fija es la mejor forma de crear una moneda
de alta calidad.
Domingo Cavallo dice que eligió el sistema para poder lograr que la Argentina volviera
a tener moneda después de la hiperinflación de finales de los 80. "El austral había sido
repudiado por los argentinos, y en la práctica la gente se manejaba en dólares, pero la
inflación se medía en australes y habíamos llegado a la hiperinflación. Había que
introducir una moneda nacional que generara confianza", recuerda.
Además, se requería "que fuera utilizada por los argentinos voluntariamente, que no
fuera obligatoria. La única forma de hacerlo es con convertibilidad, respaldo por divisas y
paridad fija".
-Fue una apuesta fuerte, porque el Banco Central no tenía muchas divisas.
-Es que no tiene nada que ver el nivel de divisas. El Banco Central tenía pocas
porque la gente había estado comprando dólares para usarlos en las transacciones
cotidianas. Si uno comparaba el valor en dólares con el de los australes en circulación
coincidía aproximadamente con el de las divisas en el Central. La convertibilidad iba a
permitir, como luego ocurrió, que todos los dólares que circularan entraran al Central a
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respaldar la nueva moneda porque la gente iba a empezar a usarla.
-En febrero, antes de anunciar formalmente la convertibilidad, tuvieron una
pulseada muy dura con los mercados.
-Fue para demostrar que cuando hacíamos un anuncio lo íbamos a hacer respetar.
-Pero entonces no había anunciado la convertibilidad...
-No, pero habíamos anunciado una banda cambiaria, cuyo techo eran los 10.000
australes, y nos lo quisieron romper. Entonces nosotros los tiramos al piso.
-Hay quienes dicen que la convertibilidad nació ese día.
-Ese día nació el respeto de los banqueros y del mercado hacia la política
económica y los anuncios del Ministerio de Economía. Ese respeto llevó después a que
se confiara en la ley.
-¿Ud. pensó que este tipo de cambio iba a durar mucho tiempo o lo pensó
como una solución transitoria mucho más breve?
-Siempre pensé que la convertibilidad iba a ser para siempre. Porque cuando una vez
que un país se acostumbra a manejarse con una moneda así, lo que significa que se
puede elegir ésa u otra, la gente demanda la convertibilidad para siempre. En cuanto a
la fijación del valor de la nueva moneda con el dólar, siempre pensé que iba a durar
seguramente más de diez años. Posiblemente 15 o 20. Y eso es lo que está
ocurriendo.
En Alemania y en Japón se necesitaron 20 años para que pudiera manejarse la
moneda sin una paridad fija y un respaldo tan explícito. En Singapur pasaron 15 años
antes de que su dólar pudiera operar sin estar atado al dólar de Estados Unidos o a la
libra esterlina. Estamos dentro de los períodos que es razonable esperar que se den.
-Ud., al inicio del plan, habló de la serpiente monetaria europea y de
canastas, y hubo gente que pensó que quería hacerlo en ese momento.
-La serpiente monetaria europea no tiene nada que ver con la cuestión de si es el
dólar u otras monedas las que respaldan al peso. Es un compromiso de distintas
monedas de no desfasarse entre ellas demasiado. En todo caso, deberíamos haber
pensado en una serpiente así con Brasil, dentro del Mercosur, algo que nunca se
convino.
El régimen de convertibilidad tiene que ver con la aspiración argentina de tener
moneda, y una de alta calidad. Por supuesto, eso no se puede crear artificialmente.
Requiere una disciplina. La convertibilidad con respaldo y paridad fija es el mecanismo
que permite llegar a través del tiempo a una moneda de alta calidad como el dólar de
Estados Unidos, el dólar canadiense, el australiano y el de Singapur, y como es el euro.
-Que el Banco Central tenga que mostrar siempre reservas por encima de lo
requerido ¿no es una muestra de desconfianza?
-No, porque siempre es bueno que haya reservas excedentes. Eso le permite actuar
como prestamista de última instancia. Y también que haya un cierto manejo de política
monetaria en caso de una crisis. Es bueno que haya reservas excedentes. De hecho,
cuando un país abandona la paridad fija, como pasó con Alemania y Japón en 1971,
generalmente tiene muchas más reservas que las necesarias para asegurar la
convertibilidad. Por eso la moneda es mucho más confiable y tiende a apreciarse, en
lugar de depreciarse.
-Esta convertibilidad aguantó shocks externos que la de 1899 no resistió...
-Sí, resistió muchos shocks la de 1899.
-Pero en 1914 la caja de conversión dejó de vender oro.
-Porque había una guerra mundial. Pero la moneda no se devaluó y cuando pasó la
guerra el tipo de cambio se mantuvo. Y cuando la Argentina abandonó la convertibilidad,
en 1931, fue cuando la abandonaron prácticamente todos los países del mundo. Es
decir, fue a causa de un colapso del sistema internacional de pagos.
El único país que continuó con la convertibilidad fue Estados Unidos, y por eso el
dólar se transformó en una moneda de reserva.
-El patrón oro lo abandona muchos años después bajo la presidencia de
Richard Nixon.
-Claro. Nixon abandona el patrón oro y los demás países abandonan el patrón dólar.
Esta convertibilidad que tenemos ahora ha andado muy bien y va a andar mejor ahora
que tenemos la ley de competitividad.
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-Pero está pasando por la prueba de la deflación, que es casi desconocida
en la Argentina.
-Pero esto tiene que ver con la fuerte apreciación del dólar en relación con el dólar y
otras monedas. Que se ha dado en 1999 y 2000. Cuando uno está respaldado en una
moneda que se aprecia y tiene una paridad fija con ella, importa una deflación. Lo
opuesto a lo que ocurre cuando la moneda de respaldo se devalúa mucho. Uno en ese
caso estaría importando una inflación.
-¿Considera que eso fue lo que pasó entre 1991 y 1992? ¿Que muchos
precios subieron por la recesión en Estados Unidos?
-No. Seguimos teniendo un poco de inflación en los primeros años porque los
precios de los servicios y de los bienes no comercializables, medidos en dólares,
habían arrancado muy bajos. Durante unos años se estuvieron adaptando. Luego,
cuando ese proceso terminó, tuvimos estabilidad de precios completa y la misma
inflación que los países avanzados.
Eso fue hasta que entramos en deflación por la exagerada apreciación del dólar
frente a otras monedas, que determinó también una apreciación exagerada del peso.
Eso es lo que hoy tenemos que corregir. No lo podemos hacer con devaluación, porque
sería violatorio de la convertibilidad.
La salida ya no es devaluar la moneda
Es imposible pagar así la deuda
Hasta la década del 90 hubo en la Argentina control de cambios. Es decir, los
operadores de comercio exterior cancelarían sus operaciones en el Banco Central, que
era el que en realidad manejaba las divisas.
Por medio de esos controles, el Central se hacía de divisas. Por ejemplo, poniendo
un tipo de cambio artificialmente alto para los importadores y uno un poco más bajo para
los exportadores. Las diferencias se las guardaba la autoridad monetaria.
Otra vía era poner un impuesto a las exportaciones, conocido como retenciones.
Como la deuda pública estaba en su mayoría en moneda local, una devaluación
licuaba su peso para el sector público. Hoy, el escenario es otro. El Estado tiene la casi
totalidad de su deuda de US$ 130.000 millones en moneda extranjera.
Y no tiene modo de recaudar divisas, ya que no hay retenciones ni empresas
públicas exportadoras. Las que se consiguen por medio de los intereses por la
colocación de las reservas no alcanzan ni remotamente para pagar los vencimientos.
De modo que una violenta devaluación como las de antaño, lejos de garantizar que el
Estado cumplirá sus compromisos, generaría una cesación de pagos. Los pesos que se
obtienen por la recaudación de impuestos servirían para comprar todavía menos de los
dólares necesarios para pagar la deuda.
Una institución fundamental
Junto a la autonomía del Banco Central, es un pilar de las reformas de los años 90
Por Carlos Menem
La convertibilidad y la autonomía del Banco Central son las dos instituciones
fundamentales creadas por las reformas estructurales de la década del 90.
Los principales logros del nuevo sistema de instituciones económicas se produjeron
en un contexto de apertura y desregulación de la economía, las privatizaciones de la
totalidad de las empresas públicas y la reforma y consolidación del sistema financiero
argentino, que es en la actualidad el más sólido de América latina.
Con la convertibilidad, la Argentina logra, en primer lugar, la eliminación de la
inflación (hiperinflación y megainflación) que la caracterizó en los cuarenta años previos
que llega a fines de la década del 90, a niveles inferiores a los del promedio mundial aun
menores a los países como Alemania.
En segundo lugar, el país ha tenido el ritmo de crecimiento más alto de los últimos
setenta años, aun después de las crisis internacionales desencadenadas en México,
Rusia y Brasil. Entre 1990 y 1998, el producto bruto interno argentino aumentó un
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43,7% acumulado. Esto implica una tasa de crecimiento promedio del 6,7% anual,
incluido el crecimiento negativo del 4,6% de 1995 debido al efecto de la devaluación
mexicana. Las exportaciones crecieron un 83% acumulado entre 1990 y 1998, pasando
de US$ 12.000 millones en 1990 a 26.500 millones en 1998, lo cual implica un
incremento anual promedio del 13,8 por ciento.
En tercer lugar, se producen importantes aumentos en los niveles de productividad
debido a la apertura, la modernización de los diferentes sectores de la economía, la
revolución en telecomunicaciones y la drástica reducción de la inflación. En el nivel
internacional, la Argentina está entre las economías con mayores tasas de crecimiento
de productividad en la década del 90. durante el período 1980-1989 la productividad
evolucionaba a una tasa negativa, mientras que en la década del 90 el crecimiento
promedio fue del 4,4% anual acumulado.
En cuarto lugar cabe destacar la importancia de la inversión extranjera directa, que
llegó a niveles superiores a los del resto de América latina y de la mayoría de los países
del mundo emergente. Hacia mediados de la década del 90, la Argentina se transformó
en receptora privilegiada de inversiones extranjeras directas, la principal fuente de
transferencia tecnológica en la economía mundial de fin de siglo.
Lo que no ha logrado resolver la convertibilidad es el costo del capital, que depende
de la percepción del riesgo y de las crisis financieras. Luego de las crisis financieras
internacionales, los mercados emergentes deben ofrecer mayores garantías y
condiciones de estabilidad de largo plazo, con el fin de atraer capital que les permita
ampliar su frontera productiva. Esto se vincula en forma directa con la solidez de las
instituciones fiscales y monetarias y las condiciones de gobernabilidad del Estado.
En la Argentina la persistencia de una diferencia entre la tasa de interés en pesos y
en dólares es la evidencia de que, a pesar de la consolidación de la estabilidad
monetaria reforzada con la sanción de la ley de convertibilidad, todavía hay en los
mercados financieros la percepción de que aún existe un potencial riesgo devaluatorio.
Esto provoca que el país siga teniendo una tasa de riesgo país elevada, que se ve
reflejada en el elevado costo de financiamiento.
Por eso y desde el punto de vista político, la convertibilidad es el principal
instrumento de inserción internacional de la Argentina.
Inserción
Pero, a su vez, esta inserción depende de las condiciones de gobernabilidad del
país, que tiene características principalmente fiscales y monetarias, y que se funda en
la capacidad de liderazgo político de quien ejerza la máxima conducción del país.
Los Estados que obstaculizan o interrumpen los flujos y tendencias predominantes
de la economía mundial atentan contra la posibilidad de que sus economías se
acerquen a los niveles de productividad establecidos por los países más avanzados.
El sistema de instituciones políticas desempeña un rol tan importante como las
instituciones fiscales y monetarias.
Son las instituciones políticas las que ofrecen un marco de certidumbre y garantías
para el funcionamiento de la economía, y las que estimulan la innovación y facilitan y
garantizan los flujos de capital, información y tecnología.
Sin el control de las variables fiscales y monetarias, el poder desaparece o se
desintegra.
Por eso, el mantenimiento de la convertibilidad junto con la autonomía del Banco
Central no son sólo instrumentos monetarios, sino también factores de gobernabilidad
que tienen un evidente significado económico, pero además un contenido profundo de
legitimidad política.
La convertibilidad es, a la vez, un régimen de paridad fija y una caja de conversión.
Es un sistema monetario y un régimen dolarizado. Por eso, la dolarización no es
contradictoria con la convertibilidad, sino que representa su profundización.
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Sobre esta base podemos considerar que la dolarización no sería, en realidad, un
experimento ajeno o diferente de lo que hoy significa la convertibilidad. La estrategia de
dolarización apunta a optimizar y a profundizar la convertibilidad, constituyéndose en la
base de una nueva etapa de reformas en la economía argentina.
Reacciones en el Congreso.
El plan despertó fuertes críticas.
En el ambiente político, el proyecto de ley de convertibilidad cosechó aplausos y
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fuertes rechazos.
Eduardo Menem (entonces presidente provisional del Senado): "Con la libre
convertibilidad del austral se trata de consagrar la estabilidad que tanto ansiamos. La
convertibilidad no implica necesariamente un congelamiento de precios y salarios, sino
que se trata de una regulación monetaria que va a traer como consecuencia una
estabilidad al estilo de la que rige en los países más desarrollados" (22 de marzo de
1991).
Saúl Ubaldini (entonces secretario general de la CGT Azopardo): "No vemos la
reactivación y el desarrollo necesarios en el nuevo plan. Bajo ningún punto de vista
deben limitarse las paritarias" (22 de marzo de 1991).
Raúl Baglini (entonces jefe del bloque de diputados de la UCR): entre los
fundamentos de oposición del radicalismo, dijo que "no hay garantía de estabilidad
económica". Sobre la supresión de la indexación, sostuvo que "existe algún manipuleo
de los contratos que va a dar lugar a una numerosa cantidad de pleitos" ( La Nación ,
26 de marzo de 1991).
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