Memoria del humo

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Memoria del Humo
No es casual que la mayoría de los relatos encontrados en "Memoria del Humo" refieran al Desalojo de
Nahuel Pan; a nombres como los de Nicanor y Lorenzo Amaya, entre otros.
Casi todos los ancianos entrevistados fueron testigos directos del horror del fuego devorando sus casas, sus
pertenencias. De la fuerza aplicada con desenfreno sobre el que no tiene cómo ni dónde protegerse.
El fuego dio lugar al humo y éste constituyó para siempre el oscuro telón sobre el que fue recortada la historia
de Lago Rosario, pero también la historia de Esquel, la ciudad que fue creciendo junto a Nahuel Pan, de
espaldas a sus cenizas, o enriqueciéndose sobre ellas, una vergüenza aún pendiente.
Por eso es necesario este apéndice a las historias de vida. Porque los autores de aquellos hechos tuvieron
nombres y apellidos, y el momento histórico en que sucedió (año 1937, en pleno apogeo de la denominada
Década Infame) era también trágico para todo el país.
La Reserva Nahuel Pan fue creada por Decreto del 3 de julio de 1908, en el que el Gobierno de la Nación
destinó 19 mil hectáreas (con una ampliación a 21 mil hectáreas en 1922, por Decreto de octubre de 1922),
destinadas a "ser ocupadas por la tribu del indígena don Francisco Nahuel Pan", ubicadas en el "nordeste del
ensanche de la Colonia 16 de Octubre, en el Territorio de Chubut".
Casi treinta años más tarde, con fecha 5 de mayo de 1937, el Gobierno de la Nación dispone "dejar si efecto
aquellos decretos" al considerar que "los propósitos que se tuvieron en cuenta al disponerla no han sido
logrados debido a la falta de hábitos de trabajo de los ocupantes de la misma, quienes viven precariamente y
en el más completo abandono, acusando ausencia de trabajo metódico, orden y moral y a la falta de atención
al cuidado de sus haciendas, siendo elementos indeseables que constituyen un serio inconveniente para los
pobladores de esa rica y próspera zona".
El decreto dispone además "el traslado de esos indígenas a tierras fiscales de las Colonias de Gualjaina y
Cushamen y otros puntos del mismo Territorio, y la subdivisión del campo en lotes de 2500 hectáreas cada
uno, los que serán adjudicarse por selección, dándose preferencia en primer término a los pobladores de tierras
adyacentes...".
En consecuencia, "fueron desalojados todos los indígenas y pobladores que ocupan tierras de Nahuel Pan, y
que se componían entre hombres, mujeres y niños, de más de trescientas personas, quienes luego de ambular
por el territorio fueron trasladadas a otras tierras inaptas, motivando esta medida toda clase de reclamos ante
las autoridades administrativas y legislativas".
El 11 de febrero de 1938 se dicta el Decreto N°125.257 por el que se arriendan las tierras de la ex Colonia
Nahuel Pan a: "Manuel Lostra, Ricardo Alberto Rioboo Meabe, Nicanor Amaya, Lorenzo Amaya, Gualberta
Amaya, Benito Aleman, Vicente San Roman, Guillermo Juan Roberts y Pedro Menphis Paggi".
Estos nombres no resultan desconocidos en Esquel. De hecho, los hermanos Amaya
Dicho arrendamiento obligaba a sus nuevos beneficiarios a explotar personalmente y por su exclusiva cuenta
la tierra arrendada (...), sin que le sea permitido subarrendarla ni tener medianero o intermediarios que los
representen en esa concesión, entre otros compromisos, como mejoras en construcciones, corrales y otras
infraestructuras.
Desde el mismo año 1938 y hasta 1943, sucesivas inspecciones realizadas por el Ministerio de Agricultura,
comprueba que no solo los nuevos arrendatarios no cumplimentaban sus obligaciones, sino que en varios
casos se estaba lucrando con ellas.
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Ya en 1938, Benito Aleman continuaba residiendo en Esquel y tenía al frente de su concesión "un puestero de
origen chileno", el que "a falta de mejoras en el lote a las que estaba obligado, debe realizar sus trabajos
pastoriles en instalaciones de su vecino, indígena Mauricio Llancaqueo". También se constata que Aleman
había comprometido la venta de su lote a Felipe García por un total de 75 mil pesos.
Tampoco Rioboo Meabe había dado cumplimiento a sus compromisos a fecha 1942, habiéndose comprobado,
además que transfirió sus derechos y acciones sobre el lote a Benito Aleman" según queda demostrado en
forma precisa con la copia del documento extendido el 1° de octubre de 1940". También en el caso de los
lotes arrendados a los tres hermanos Amaya se registran serias irregularidades, comprobándose "que los
arrendatarios no han radicado, a excepción de alambrados, ninguna de las mejoras y poblaciones a que están
obligados (...) existiendo como única mejora en el Lote 4 −¡cinco años después del desalojo de la población
aborigen!− un rancho sin ningún valor y que fue introducido por anteriores ocupantes indígenas, agregando
esa inspección que ambos lotes se trabajan en común no obstante tratarse de tierras aptas para hacerlo en
forma separada". Esta última observación no es ociosa: al parecer, las políticas de división de las tierras se
llevaba a acabo procurando unidades económicas sustentables y evitando el establecimiento de latifundios, de
allí la observación que se hace a la explotación conjunta efectuada por los hermanos Amaya".
La restitución de la tierra
La extensa lista de irregularidades alcanzó tal dimensión que llevó a que el 15 de noviembre de 1943, el
Gobierno de la Nación, mediante un Decreto firmado por el entonces presidente Pedro P. Ramírez, finalmente
disponga dejar sin efecto los contratos de arriendo establecidos entre la Dirección de tierras y "los señores
Benito Aleman, Ricardo Alberto Rioboo Meabe, Nicanor Amaya y Lorenzo Amaya", sobre los lotes 6, 2, 3 y
4 de la ?ex − reserva Nahuel Pan".
El Artículo 2° del decreto añade: "Resérvanse para las necesidades del Departamento de Guerra el Lote N°4 y
para ser ocupados por los componentes de la tribu del indígena don Francisco Nahuel Pan los lotes Nros. 2, 3
y 6 de la Colonia y Territorio anteriormente citados, debiendo la Dirección de tierras adoptar las medidas
pertinentes para ubicar, previa selección, de los indígenas referidos".
Por qué se produjo el desalojo
Suponer el desalojo de la Colonia Aborigen de Nahuel Pan como consecuencia de un pormenorizado
seguimiento por parte del Estado Nacional sobre la evolución de las tierras entregadas a las tribus indígenas,
podría llevar a cerrar esta triste historia con el punto final de los expedientes.
Antes bien, si se observan en detalle las personalidades que resultaron beneficiadas con el desalojo, y las
posteriores irregularidades cometidas, es posible sostener que fue por iniciativa de éstos encumbrados vecinos
de Esquel, y merced a los estrechos vínculos que muchos de ellos mantenían con altos funcionarios de la
Nación, que finalmente el gobierno A. P. Justo toma la decisión de desterrar a los aborígenes.
No es esta una mera especulación. Así fue considerado en el decreto de 1943: "no puede dejarse de lado el
hecho de que fueron desalojadas más de trescientas personas indígenas que habitaban estos campos, para ser
acordados a personas que insistentemente los solicitaron para poblarlo en forma efectiva, cosa que no ha
ocurrido a pesar de contar con recursos necesarios, dedicándolo únicamente a la ganadería y explotación
común con otros lotes".
"(...) queda demostrado que el levantamiento de la reserva que afectaba estas tierras, para ser ocupadas por la
tribu de Nahuel Pan, propiciado en forma vehemente por algunos de los que resultaron después
concesionarios, no tuvo otro fin que entregarles a quienes las trabajaron en provecho personal sin otro
beneficio para la comunidad, ya que lejos de ser poblada en mayor grado, ocurrió todo lo contrario".
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Amaya
Finalmente, tampoco resulta caprichoso que el nombre de Lorenzo Amaya sea apuntado por los relatos, como
uno de los responsables del desalojo: Hacia 1937, los hermanos Amaya poseen la Estancia "El Refugio", que
ocupa un valle precisamente situado junto a la Colonia Nahuel Pan.
Llegado a Esquel mediados de los años ?20 junto a sus hermanos Nicanor (médico y ganadero) y Gualberta,
Lorenzo Amaya es de inmediato mimado por la alta sociedad local.
No es extraño: llega precedido por su trayectoria y estrechas vinculaciones nada menos que con los
organismos de Tierras de la Nación.
Así puede leerse en las páginas del "Libro de las Bodas de Plata del Diario Esquel", (Esquel, 1950; páginas
239−242), donde una laudatoria semblanza sostiene que Lorenzo Amaya, abogado, estuvo vinculado al tema
territorial "a raíz de su actuación junto al Dr. Isidoro Ruiz Moreno, director general de Territorios
Nacionales". Sus estudios en la materia se perfeccionaron durante su desempeño como Interventor Federal en
Neuquén.
En 1933 representa a Esquel en el Primer Congreso Nacional de Territorios Nacionales, realizado en Buenos
Aires. Representó también a la Sociedad Rural de Esquel ante la Confederación de Sociedades Rurales de la
Patagonia. Fue uno de lo impulsores de la creación del Jockey Club Esquel, siendo propietario, junto a su
hermano, del "Haras Nahuel Pan", donde se criaron finísimos caballos de carrera.
Realizó escritos para revistas tales como "Criterio", "Argentina Austral", y para los "Diarios La Nación" y "La
Prensa".
En su faz deportiva, Lorenzo Amaya representó a la Argentina en las Olimpiadas de Berlín, "donde demostró
su alta calidad de tirador con pistola".
A sus "incansables gestiones" se atribuye la creación en Esquel del primer Tribunal Letrado. Por las mismas,
el Concejo Deliberante de Esquel quiso homenajearlo en 1933, con la imposición de su nombre a una calle de
la ciudad, honor que fue declinado por el propio Amaya quien gozaba de plena salud y juventud.
Los hechos que provocaron el desalojo de la tribu Nahuel Pan, la entrega de las tierras a "vecinos" del lugar, y
su posterior restitución no fueron ajenos a la comunidad de Esquel. Pero el único documento que resume las
posibles opiniones de la sociedad de entonces es, precisamente, el Libro de las Bodas de Plata del Diario
Esquel. Sin embargo, la editorial −de claro sesgo conservador− no hace sino reflejar el pensamiento de las
clases altas de la ciudad, más vinculado a los Amaya, a quienes dedica elogiosas páginas y al mismo tiempo
considera que hubo intencionalidad política detrás de la restitución de las tierras a los Nahuel Pan.
"El error oficial se desencadenó sobre la obra de aquellos hombres", dice el Esquel. "Y el fruto de muchos
años de labor empeñosa mereció un buen día la detractación pública y la confiscación de una fortuna
limpiamente lograda con el trabajo de un cuarto de siglo, en el ejercicio honrado de la medicina y el derecho".
Actualmente, una calle de Esquel recuerda su nombre
Casa grande de Rioboo
CABANAS − El pazo fue edificado en el S.XVI por el arzobispo de Santiago . En ella realizó buena parte de
su trabajo el ilustre naturalista gallego Víctor López Soane
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