ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA VOL. 18, NUM. 1: 191-201 ENERO-JUNIO, 2013 ENTENDER, COMPRENDER, INTERPRETAR To understand, to comprehend, to interpret Gabriel Montes Sosa Benemérita Universidad Autónoma de Puebla1 RESUMEN En este trabajo se parte de la pregunta ¿cómo se sabe que las interpretaciones que hacemos son adecuadas? Para poder llegar a una posible respuesta, se recupera el concepto de hermenéutica, específicamente el que desarrolló Gadamer, así como términos tales como entender, comprender e interpretar, teniendo como vehículo el lenguaje y el papel que este desempeña en la comprensión. Estas herramientas dan pistas para una mejor comprensión, en la cual se debe considerar al otro sujeto de la interpretación, la descripción de los acontecimientos y la máxima gadameriana de que para comprender al otro es pensar que uno mismo no tiene razón. Finalmente, es a través de los equipos de reflexión lo que hará posible una mayor comprensión de los fenómenos psicológicos. Indicadores: Hermenéutica; Entendimiento; Comprensión; Interpretación; Lenguaje. ABSTRACT This work starts with a question: How do we know that our interpretations are appropriate? The concept of hermeneutics is considered to get a possible explanation, specially the concept developed by Gadamer. This is indeed the case of understanding, comprehension, and interpretation linked to the language, which plays a main role in the comprehension. These tools are clues to a greater comprehension, in which the other individual of interpretation must be taken into account, the description of events and a Gadamer’s maxim as well, as to think about understanding another individual is to think that one is not absolutely right. Finally, it is through the teams of reflection that the psychological phenomenon will be well understood. Keywords: Hermeneutics; Understanding; Comprehension; Interpretation; Language. 1 Facultad de Filosofía y Letras, Juan de Palafox y Mendoza 229, Centro Histórico, 72230 Puebla, Pue., México, tel. (222)229-55-00, exts. 101, 5425 y 5426, correo electrónico: laikatiti@hotmail.com. Artículo recibido el 20 de julio y aceptado el 23 de noviembre de 2011. ENTENDER, COMPRENDER, INTERPRETAR INTRODUCCIÓN 192 Este trabajo surge de las siguientes preguntas: ¿Estoy haciendo una interpretación adecuada o correcta de la realidad? ¿Cómo sé que la interpretación que hago de un concepto es la adecuada? ¿El concepto es aplicado apropiadamente a esa realidad estudiada? La interpretación que hago de una persona, ¿cómo sé si está bien aplicada? Si esta persona no acepta la interpretación, cabría preguntarse lo siguiente: ¿Fue hecha en el momento adecuado? ¿No lo acepta porque la considera como una forma en que develo algo? ¿Me equivoqué en la interpretación? ¿Los datos que se presentan enuncian algo más? ¿Cómo afecta una idea al momento de investigar? Señala Geertz (2005) que “la cultura es una trama de significaciones, y por tanto la ciencia que dé cuenta de esta trama debe ser una ciencia interpretativa que tiene como fin develar, interpretar, esta trama de significaciones” (p. 20). ¿Acaso no es también la psicología, por ejemplo, una ciencia interpretativa en búsqueda de significaciones? Según Gadamer (cf. Gama, 2004), Nietzsche decía que no existen hechos sino interpretaciones; sin duda todos interpretamos; digamos que hacemos interpretaciones de interpretaciones; sin embargo, ¿acaso nos percatamos de sus implicaciones y las consecuencias que tienen para uno y para el otro? Porque a partir de la interpretación se designan caminos, se dan guías de actuación. Hermeneutike techné es el arte de la interpretación; de acuerdo a la mitología griega, designaba la actividad de llevar los mensajes de los dioses a los seres humanos, y se puede relacionar con un ángel que trae noticias, o a los poetas que crean formas de comprender el mundo (Ferraris, 2001). También en el sentido clásico la hermenéutica se definía como el arte de interpretar textos, sobre todo cuando se encontraban ciertos pasajes ambiguos. Asimismo, tenemos a Scheleiermacher, quien veía la interpretación como una técnica. Dilthey la plantea como un método de las ciencias del espíritu (hoy se les llama ciencias sociales y humanas) para otorgarle un estatus científico a dichas ciencias, diferenciándolas así de las llamadas ciencias naturales. Con Heidegger se da un cambio al ver la interpretación como parte de la existencia misma, y de ahí autores con su propia particularidad, como Gadamer, Ricœur y por supuesto el psicoanálisis. Este último, sin duda, tiene características muy interesantes que se vislumbran desde su nacimiento; por ejemplo, la interpretación de los sueños. Al respecto, De Certeau (2007) ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA VOL. 18, NUM. 1: 191-201 ENERO-JUNIO, 2013 destaca que varios son sus aportes no solo para la psicología sino para la historia, en la medida en que la huella del acontecimiento que organiza el presente –es decir, el pasado– se actualiza en el presente, y por lo tanto el presente se origina en el pasado, Lacan (1988) lo manifiesta en su Seminario I de sus escritos técnicos sobre Freud, así como también invalida la separación entre la psicología individual y la psicología social, la diferenciación entre anormal y normalidad a la que considera solo como un fenómeno. Estos son algunos aspectos que ayudan a la interpretación. En este ensayo se recuperan los planteamientos de Hans-George Gadamer, entre otros, como aspectos que sirven para entender el proceso de comprensión en el ámbito de la psicología y de las ciencias sociales y humanas, para finalmente hacer una serie de reflexiones sobre el entender, comprender e interpretar. El presente autor asume que mirar por fuera la disciplina implica ciertos riesgos, pero está convencido de que refresca el pensar desde otros enfoques, de forma diferente, a la psicología, en cuanto una mayor comprensión en el desciframiento del ser humano y de la realidad. ENTENDER COMPRENDER E INTERPRETAR Acompañándome con la mirada de Gadamer (2001), considero que ahí se establecen las posibles reflexiones a las preguntas del principio de este texto: La hermenéutica es filosofía porque no puede limitarse a ser el arte de entender las opiniones del otro. La reflexión hermenéutica implica que en toda comprensión de algo o alguien se produce una autocrítica. El que comprende, no adopta una posición de supuesta superioridad, sino reconoce la necesidad de someter a examen la supuesta verdad propia. Esto va implicado en todo acto comprensivo, y por eso el comprender contribuye siempre a perfeccionar la conciencia de la eficacia histórica […] El modelo básico de cualquier consenso es el diálogo, la conversación. La conversación no es posible si uno de los interlocutores cree absolutamente en una tesis superior a las otras, hasta afirmar que posee un saber previo sobre los prejuicios que atenazan al otro. Él mismo se implica así en sus propios prejuicios. El consenso dialogal es imposible al principio si uno de los interlocutores no se libera realmente para la conversación. Tal es el caso, por ejemplo, cuando alguien le hace de psicólogo o de psicoanalista en el trato social y no toma en serio los enunciados del otro en su propio sentido, sino que pretende comprenderlos al modo psicoanalítico (p. 83). 193 ENTENDER, COMPRENDER, INTERPRETAR 194 En este sentido, evidenciar la comprensión de un tema y cómo expresarlo más allá del propio enfoque del cual se parte, tiene preconcepciones y, por tanto, se debe estar consciente de ello. Pero cuando ya no se capta el sentido, cuando los esquemas parecen insuficientes, emerge la interpretación, e incluso al elegir algunos aspectos de la información para explicar, se interpreta. Esto es, ¿cuál es el desciframiento más probable que debo hacer para devolverlo a la persona? En este punto estoy sin duda, interpretando y ocurre entonces un proceso. Por eso, recuperar la visión de la hermenéutica gadameriana parece fundamental para comprender los fenómenos psicológicos, como una forma de repensar las interpretaciones que se hacen en nuestra actividad. La hermenéutica ha pasado por un largo proceso histórico, a través del cual se le ha visto, desde una perspectiva clásica, como el arte de interpretar, particularmente los textos sagrados, sobre todo cuando se tenían ante sí ciertos pasajes ambiguos. Sin embargo, es con Dilthey que se asigna una nueva función, en el sentido de establecer reglas y métodos en las llamadas ciencias del espíritu. Dentro de las posibles reglas de la hermenéutica se puede encontrar la idea del todo y las partes; así, una idea se debe comprender en una relación; esto es, se quiere decir algo, y por tanto hay que entenderlo en el todo. Una frase debe entenderse a partir de su contexto, de su obra y de su biografía; en consecuencia, de su época histórica. Apunta Grondin (2008): «El proceso de comprensión consiste en “re-crear” en uno mismo el sentimiento vivido por el autor, partiendo de sus expresiones. Ascendiendo de una expresión hasta la Erlebnis, del exterior a su interior, la comprensión invierte el proceso creador por la misma razón por la que la tarea de la hermenéutica de la interpretación podía verse como la inversión del acto de expresión retórica» (p. 41). La hermenéutica no puede ser tomada como una metodología, en el sentido de reducirla a una técnica, sino que es algo más; puede ser mirada como una forma de pensar, y por eso la interpretación que se realiza debe entenderse como un estar en el mundo, un comprenderse con los otros, comprender desde la vida fáctica en su existencia concreta. Abunda Grondin (2008): «“Lo decisivo –dirá Heidegger– no es salir del círculo, sino entrar en él de forma correcta” […] Quiere decir que la primera tarea de la interpretación no es ceder a los prejuicios arbitrarios, sino elaborar la estructura de la anticipación del comprender a partir de las cosas mismas […] La máxima hermenéutica de Heidegger consiste, pues, en poner de relieve la estructura de anticipación de la ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA VOL. 18, NUM. 1: 191-201 ENERO-JUNIO, 2013 comprensión, en vez de hacer como si no existiera. Heidegger, por tanto, invita a la interpretación a un ejercicio de rigor, esto es, de autocrítica» (pp. 59-60). Es en los prejuicios –no en el sentido negativo– donde se dan las condiciones de comprensión, lo que implica un examen crítico de los mismos, entendiendo prejuicio como expresión del ser, como una comprensión previa. Gadamer (1960/2007) destaca: «Cuando se oye a alguien o cuando se emprende una lectura no es que haya que olvidar todas las opiniones previas sobre su contenido, o todas las posiciones previas. Lo que se exige es simplemente estar abierto a la opinión del otro o la del texto […] Una conciencia formada hermenéuticamente tiene que mostrarse receptiva desde el principio para la alteridad del texto. Pero esta receptividad no presupone “neutralidad” frente a las cosas ni tampoco autocancelación, sino que incluye una matizada incorporación de las propias opiniones previas y prejuicios» (pp. 335-336). Otro aspecto a considerar en el pensar hermenéutico es que la pregunta debe ser vista desde quién pregunta, puesto que finalmente hay una intención en el comprender. No se puede comprender si no se participa en lo dicho; es decir, es una comprensión participativa con el otro, porque el que cree que sabe todo no pregunta; se trata de que el que pregunta deje en suspenso la verdad de su referencia y momentáneamente deje de lado la certeza de lo que parecía comprensible. Gadamer (1990/2007) señala que la conversación es siempre inacabada, que no hay palabra que ponga el punto final, como tampoco existe una palabra primera. “Toda palabra es siempre ya y por sí misma respuesta y equivale siempre a plantear una nueva pregunta” (p. 76). Y complementa: “El principio supremo de toda hermenéutica es, y así me la imagino […] que nunca podemos decir completamente lo que en realidad hemos querido decir. ¿Y qué queríamos en realidad? Bueno, lo que al parecer pretendíamos es que el otro nos comprendiese, y quizá algo más. Queríamos reunirnos con el otro, obtener su aprobación o, por lo menos, que se retomara lo dicho, aun cuando fuese a modo de réplica u oposición. En una palabra, queremos encontrar un lenguaje común. A esto se llama conversación (Gadamer, 1990/2007, p. 227). El acontecimiento (concepto utilizado por Gadamer) se apodera de nosotros y nos hace descubrir la realidad en la medida que no está determinado, sino que viene con esto o con lo otro; es un evento, una ocurrencia, una iluminación, una aclaración que organiza todo lo ante- 195 ENTENDER, COMPRENDER, INTERPRETAR rior que acontece, que llega, que hay un atrás y un adelante distinto. Después de esto, todo adquiere un nuevo significado; lo leído se convierte en apoyo para lo que viene, y así se continúa. 196 El concepto que ayudará a la comprensión será la productividad de la distancia temporal: “Desde la retrospectiva histórica, a menudo estamos en condiciones de reconocer aquellos principios de la interpretación que de hecho se han mostrado eficientes” (Grondin, 2002, p. 164). La fusión de horizontes es un acto de escucha, de apertura, un acercamiento en su comprensión ante posturas diferentes; en síntesis, un acercamiento de posturas a través de un proceso de comprensión. Piénsese en conceptos de los psicoanalistas que pueden ser usados por los sistémicos, y viceversa. Los interlocutores ya no son los mismos después de la conversación; están más cerca uno del otro y se crea entre ellos algo común. Sin embargo, al decir de Gadamer (1990/2007), “hay que buscar comprender al otro, lo cual significa que hay que considerar de antemano que uno mismo puede no tener razón. Sólo en este caso el comprender implica un avance” (p. 64). Gadamer destacará en Verdad y método (1960/2007) una concepción humanista del concepto de formación (Bildung), que no se refiere a la formación como “cultura” de las personas, sino al desarrollo de una capacidad de juicio, que sería la base humanista de la hermenéutica, y, por ende, del compromiso ético de formarnos y de formar a otros; es decir, tener una formación sólida y estar preparados para observar y escuchar al otro. Hay sin duda un prejuicio al momento de la comprensión, puesto que pasa primero por el filtro del enfoque teórico particular y por tanto sesga la mirada, lo que, digamos, es de algún modo normal. Lo importante es estar consciente de esta situación y contemplarla en nuestra comprensión, es decir, no se parte de tabula rasa. Entender es un acontecer que está –me parece– más en la parte de la experiencia afectiva. Dice Grondin (2005): «El entender, en el fondo, no es tanto un “conocer” sino una experiencia, que nos sustenta y de la que nosotros nos nutrimos. Constituye el elemento en el que respiramos y que nos permite entendernos unos a otros y compartir nuestras experiencias» (p. 42). Es una experiencia que se ha vivido, o por lo menos cercana, que se conoce y se es sensible a la misma, donde se recupere nuestra experiencia en el trabajo desarrollado, que posibilita dialogar con nuestros autores favoritos de igual a igual, o establecer una ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA VOL. 18, NUM. 1: 191-201 ENERO-JUNIO, 2013 fusión de horizontes con tal autor, con el que diferimos de su enfoque, y llegar así al proceso de comprensión. Entender es estar a la altura de algo, y se refiere a estar preparado profesionalmente, poseer una habilidad práctica que nos puede dar el saber. Y ese entender es una experiencia de verdad, esto es, una singularidad de la experiencia; así, cada experiencia es de verdad, única e irrepetible, y por esa experiencia se aprende junto al otro. Entender, pues, no significa comprender y dominar sino vivir la experiencia, es sentir la experiencia de verdad, de tal manera que toda relación nueva es diferente, y cada experiencia de investigación o cada sesión terapéutica es única. «“Estar a la altura de las cosas” –apunta Grondin (2005)– implica que uno está sólo a la altura de las cosas, que llega precisamente a ellas. Pero aquello de lo que aquí “se es capaz”, puede tornarse en cualquier momento en una incapacidad: el mejor futbolista del mundo puede realizar alguna vez una mala jugada» (p. 43). Esto quiere decir que en el entender es posible que no se entienda, por más que uno esté a la altura de las cosas. “Por el contrario, el saber dejar algo en lo indeciso, eso es la esencia de quien sabe plantear cuestiones. Aquel que no está en condiciones de confesar que hay cosas que desconoce y que, por lo tanto, no sabe dejar en suspenso, a fin de hallar su acertada respuesta, ese jamás corresponderá realmente a lo que suele llamarse un hombre culto” (Grondin, 2005, p. 49). EL LENGUAJE Hay una dialéctica de pregunta y respuesta, así que la búsqueda de la palabra acertada es al parecer la esencia del lenguaje. Como se ve, el lenguaje cobra un significado especial: ¿quién lo dijo y cómo lo dijo? «Ya Platón subrayó la especial eficacia de la comprensión. Su fuerza curativa no viene sólo del carisma de chamanes y magos, “sino que es algo natural que está en la propia palabra cuando ella es apropiada y hermosa”» (Holm-Hadulla, 1999, p. 25). Wittgenstein, en sus Investigaciones filosóficas (1953/2004), nos habla del juego de lenguaje y define «“juego de lenguaje” al todo formado por el lenguaje y las acciones con los que está entretejido» (p. 7). Y más adelante: «La expresión “juego de lenguaje” debe poner de relieve aquí que hablar el lenguaje forma parte de una actitud o de una forma de vida» (p. 23). Así, se tiene que hay un juego de lenguaje específico y 197 ENTENDER, COMPRENDER, INTERPRETAR 198 palabras que se utilizan y que se encuentran incrustadas dentro de un régimen de reglas, que cuando se trasladan a otros espacios se viven de forma diferente, donde también hay un juego de lenguaje y por tanto una interpretación distinta. Pensemos, por ejemplo, en el trabajo psicológico. El juego de lenguaje entre el psicólogo es diferente al del consultante, e incluso debemos preguntarnos si el primero impone un juego de lenguaje al segundo: ¿cómo entiende nuestro lenguaje? Porque cuando usamos una palabra damos un rótulo al diagnóstico, y por tanto damos una identidad, y de alguna forma se prescribe una conducta (esto es, una forma de actuar). ¿Cómo entendemos las palabras del consultante? Sin duda, se deben entender en su contexto, en síntesis, en su forma de vida, ya que es esta la que da contexto a su juego de lenguaje y a los significados. Pensemos cuando alguien se siente culpable de ciertas cosas. La palabra culpa no describe el hecho. ¿Qué es la culpa para mí, para el consultante u para otro? Que la palabra no sustituya a la descripción, ya que esta posibilita una mayor comprensión de su forma de actuar. Como afirma Wittgenstein (1953/2004): “Describe el aroma del café… ¿Por qué no se puede? ¿Nos faltan palabras? ¿Y para qué nos faltan? ¿Pero de dónde surge la idea de que una descripción semejante debería ser posible? ¿Te ha faltado alguna vez una descripción así? ¿Has intentado describir el aroma y no lo has logrado?” (p. 377). De esta forma, los pasos a seguir no están anticipados, determinados por el enfoque; la idea es pensar un momento, ser curioso de lo que la persona informa o piensa con su uso del lenguaje. De ahí que la descripción de los hechos es importante, esto es, pensar pensando de lo que la persona dice, el significado que tiene para ella y entrar en un diálogo con los saberes no solo profesionales sino heurísticos, es decir, recuperando las experiencias vividas, que van más allá de una serie de lecturas basadas en un enfoque teórico y que generan conceptos “propios”. Hadot (2007) señala: «Para Wittgenstein, no se comprende el lenguaje en sí, se comprende tal juego de lenguaje determinado, situándose uno mismo en tal juego de lenguaje determinado, es decir, en una actitud concreta, en un modo de actividad, en una “forma de vida”. Cada juego funciona según modos y reglas propios» (p. 87). ENSEÑANZA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA VOL. 18, NUM. 1: 191-201 ENERO-JUNIO, 2013 CONCLUSIONES Se interpreta cuando no se comprende, así los sujetos también tienen qué decir y evidentemente qué aportar. No solo los teóricos, sino también qué hacemos con ese conocimiento y qué elementos se nos presentan como valiosos, más allá de lo que dice tal o cual enfoque teórico. Geertz (2005) apela a la etnografía, es decir, debemos hacer una descripción densa de los acontecimientos “pensando y reflexionando” y “pensando pensamientos”, en palabras de Ryle (1949/2005). Y es en las descripciones densas donde se tienen mayores elementos que posibilitan comprender la realidad. “Deben elaborarse atendiendo a las interpretaciones que hacen de su experiencia personas pertenecientes a un grupo particular, porque son descripciones […] de tales interpretaciones” (Geertz, 2005, p. 28). Ya antes, el mismo Geerts (2004) relataba: El psicoanalista Heinz Kohut distinguió entre lo que él mismo denominó concepto de “experiencia próxima” y de “experiencia distante”. Poco más o menos, un concepto de experiencia próxima es aquel que alguien –un paciente, un sujeto cualquiera, o en nuestro caso un informante– puede emplear naturalmente y sin esfuerzo alguno para definir lo que él o sus prójimos ven, sienten, piensan, imaginan, etcétera, y que podría comprender con rapidez en el caso de que fuese aplicado de forma similar por otras personas. Un concepto de experiencia distante es, en cambio, aquel que los especialistas de un género u otro –un analista, un experimentalista, un etnógrafo, incluso un sacerdote o un ideólogo– emplean para impulsar sus propósitos científicos, filosóficos o prácticos” (pp. 74-75). En el ámbito de lo antropológico, se hace una diferenciación entre emic y etic, el primero de ellos entendido como la comprensión que tienen las personas de su contexto y el significado que le dan; el segundo, obtenido del enfoque teórico del cual se parte, esto es, alguien externo le da un significado a esa realidad; sin duda, el diálogo permite una mejor comprensión de esa realidad analizada ya que la comprensión es ante todo un acuerdo; así, el entender, el comprender y el interpretar tienen que ver con la existencia misma. Para una mayor comprensión de nuestra actividad, es necesario que esta pase por el diálogo, lo que Andersen (1994, 2001, 2005) llama “conversaciones reflexivas”, y el trabajo que se hace con los pares al ir generando equipos de reflexión es conocer las significaciones que las 199 ENTENDER, COMPRENDER, INTERPRETAR personas le dan a su situación, compartir nuestros casos, hacerlos más transparentes, a fin de que permitan una mayor reflexión sobre el trabajo que se desempeña. 200 La comprensión de los procesos psicológicos pasa por el lenguaje, y por lo tanto genera formas de actuar en cuanto que el lenguaje no únicamente describe sino que es una práctica social con la que se construyen realidades. De Schazer (1999) afirma que “en el origen las palabras eran magia”, igual que los gestos, las expresiones faciales, el silencio, y es en ese contexto en el cual tienen que analizarse, porque es ahí donde las palabras producen su magia. El silencio “habla”: ¿qué significado le doy?; el otro, ¿cómo significa mi propio silencio?, ¿nos comprendemos en el silencio? Lo cierto es que en el silencio probablemente nadie se salve de una interpretación. Estar a la altura de los acontecimientos es apuntar a ser profesional, saber que no necesariamente se tienen respuestas para todo y puede que uno se encuentre ante algo nuevo, donde lo heurístico se hace presente. Cada proceso es único e irrepetible. Hay una singularidad en cada uno de los sujetos y, por tanto, una comprensión diferenciada. Ahora bien, no se trata solo de una didáctica, que sin duda es correcta; es decir, lo que sucede con el consultante se llama de tal o cual manera, donde se evidencian los conceptos, donde se va de la práctica a la teoría; en síntesis, de lo concreto a lo abstracto, que incluso no solo es una forma de darse cuenta de que se está habilitado en esa postura psicológica, sino que también recupera de manera heurística la experiencia vivida, no solo la propia historia como profesional, sino como sujeto, con saberes locales propios y propuesta de nuevas miradas. REFERENCIAS Andersen, T. (1994). El equipo reflexivo. Diálogos y diálogos sobre los diálogos. Barcelona: Gedisa. Andersen, T. (2001). Ver y oír, ser visto y ser oído. En S. Friedman (Coord.): El nuevo lenguaje del cambio. Barcelona: Gedisa. Andersen, T. (2005). Procesos de reflexión: actos informativos y formativos. En S. Friedman (Coord.): Terapia Familiar con equipo de reflexión. Buenos Aires: Amorrortu. 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