tad el rey Don Fernando hizo merced y donación a Don Fernando Pérez Ponce de la villa de Paradas con sus pertenencias y aldeas.» Títulós de las tierras de Osuna. «Privilegio Rodado de Don Enrique, rey de Castilla, haciendo merced en 25 de mayo de 1464 a Don Alfonso Tellez Girón de la villa de Osuna, con sus fortalecas y castillos de Caza, con todos sus bienes y heredamientos.» De esta forma, el prestamista Urquijo, a la vez que por vía del crédito hipotecario introducía buena parte del patrimonio inmobiliario ducal en el círculo de la burguesía especuladora, reconocía explícitamente también el valor de donaciones y mercedes feudales. El Duque de Osuna, como tantos otros miembros de la aristocracia tradicional, accedía al crédito ofreciendo como garantía una propiedad en gran medida acumulada al amparo del señorío, pero ponía en circulación en ese mismo momento una fortuna de la que terminaría beneficiándose la burguesía financiera que le ofrecía «socorro». 3. La gran propiedad rústica a mediados del siglo xix 3.1. Los mayores hacendados campiñeses: los aiejos y los nueaos titulares; su implantación territorial No hay para mediados del siglo XIX una fuente similar a los Libros del Mayor Hacendado del Catastro de Ensenada que permita conocer la titularidad y riqueza de los mayores propietarios locales, junto con las características territoriales de sus patrimonios. Este vacío documental es tanto más lamentable si se tiene presente la importancia del conocimiento de la nueva oligarquía rural regional una vez consolidados los logros de la política liberal que más directamente afectaron a la 67 propiedad rústica: desamortizaciónes, desvinculación y disolución del régimen señorial. En un intento de aportar alguna luz al respecto antes de pasar al análisis exhaustivo de la propiedad y de la renta de la tierra en dos áreas latifundistas concretas, la fuente que se nos ha mostrado más aprovechable y asequible a la vez han sido los listados de mayores contribuyentes formados por las Administraciones Económicas de las Diputaciones Provinciales para la elección de senadores con arreglo a lo prevenido por la Ley Electoral vigente en 1872. En dichos listados constan los cincuenta mayores contribuyentes por Territorial, junto con otros veinte por Subsidio Industrial y otros tantos del Comercio. El listado general de mayores contribuyentes por territorial, elaborado a partir de los de Córdoba, Jaén y Sevilla (55), así como estos últimos por separado, ponen de manifiesto una serie de hechos que en alguna medida ^onfirman la situación de la oligarquía terraténiente del Antiguo Régimen, y en otra constatan las mutaciones ya operadas e iluminan acerca de las que estaban a punto de producirse. En primer lugar, un hecho que salta a la vista es la muy destacada participación de la oligarquía sevillana en el conjunto de las tres provincias; los cincuenta mayores contribuyentes de aquella provincia han tenido cabida en el listado, frente a sólo veintinueve cordobeses y veintiún jiennenses; el hecho no obedece sólo a la mayor extensión y riqueza de las tierras campiñesas y ribereñas sevillanas, sino fundamentalmente a los más (55) Dichos listados contienen los cincuenta mayores contribuyentes por Territorial, junto con otros veinte por Subsidio Industrial y otros tantos del Comercio. Dos son sus más claras limitaciones desde una perspectiva geohistórica: se trata, por una parte, de relaciones de mayores contribuyentes territoriales, lo que no debe entenderse siempre como sinónimo de grandes propietarios, ya que junto a éstos tienen cabida también algunos grandes arrendatarios; no especifican, tampoco, los listados de superficies de los patrimonios gravados, sino sólo sus respectivos líquidos imponibles, por lo qué resulta imposible una referencia territorial de los mismos. 68 altos niveles de acumulación de propiedad de esta provincia, frente a los de Córdoba o Jaén. En este sentido, además, las tierras jiennenses siguen presentando como a mediados del siglo XVIII unas grandes propiedades de corte ostensiblemente más moderado que las de Córdoba o Sevilla; sirva sólo como ejemplo el hecho de que el mayor contribuyente territorial de la provincia, el Marqués de La Laguna, ostenta una cuota de 31.233,73 pesetas por tierras en cuatro municipios, frente a las 104.222,62 pesetas del Duque de Medinaceli en Córdoba sobre 19 municipios, o a las 132.180,34 del Duque de Osuna en Sevilla sobre 16 municipios. C UADRO 43 RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872 Contribuyente 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. Duque de Osuna ............. Duque de Medinaceli ... .. .. .. Duque de Alba .............. Marqués de Guadalcázar ..... Marqués de La Laguna ...... Conde Luque ................ Ignacio Vázquez Parladé ..... Duque de Fernán-Núñez ..... Marqués de Benamejí ........ Marqués de Peñaflor ......... Marqués de las Torres ........ Marqués de Blanco Hermoso . Duque de Sessa .............. Marqués de La Granja ....... Conde de Torres-Cabrera .... Manuel Dionisio Fdez. ...... Marqués de Valdeflores ... ... Rafael Laffit Laffit ........... N° N. ° munieipios psovi^etias 18 28 16 15 3 7 13 2 6 3 3 4 1 11 6 2 13 7 2 3 2 2 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 nCuotasH en ptas. 155.875 130.779 37.804 60.201 31.234 31.999 23.211 22.037 20.442 20.329 20.220 19.463 18.814 18.084 17.343 16.230 16.131 15.728 69 CUADRO 43 (continuación) RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872 Contribuyente 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. José Corbacho ............... Marqués de La Motilla ... ... . Marqués de Vallehermoso .... Marqués de Valmediano .. ... Juan Quintanilla Montoya ... Marqués del Donadío . . . . . . . . . Miguel Lasso de la Vega ..... Conde de Castilleja ... .... .. .. Francisco Torres Linero ....... Marqués de Bucianos ..... .. .. Antonio de Toro Valdelomar . Juan M. a de los Ríos Mateo . Conde de Grancia Real ... ... Andrés Parladé .............. Fraco. Fernández Fdez. ....... Eugenio Benjumea ........... Conde de Casa Galindo ...... Patricio Garvey ............ .. Marqués de Alcañices ........ 38. José Pérez Herrasti ... ........ 39. 40. 41. 42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. Manuel Cepeda Alcalde ....... Marqués de Tablantes .. ..... . Juan Brieba ................. Clemente de la Cuadra ... .... Marqués del Arenal ....:..... Conde de Villapineda ......... Marqués de La Gomera ..... Ildefonso Lavín Ruiz ..... .... J. Calvo de León y Coronel .. Ignacio Martín Díez .. ... .... . Marqués de la Vega Armijo .. José Lasarte Cámara ......... Basilio del Camino ..... ..... . Bernardino Fdez. Velasco .... 70 N. ° N. ° municipios firoaincias . .^Cuotasu en fitas. 3 15 8 6 5 6 2 9 1 3 3 1 5 6 2 1 3 3 3 1 2 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 15.699 17.947 15.080 23.974 14.522 14.507 13.783 13.577 13.564 13.536 13.012 12.189 12.026 11.865 11.789 11.586 11.579 11.463 11.403 4 1 11.332 1 2 7 1 1 8 1 1 3 1 9 5 2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 11.124 11.098 11.063 11.010 10.919 10.863 10.690 10.404 10.502 10.535 10.363 ]0.364 10.200 10.027 CUADRO 43 (continuación) RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872 Contribuyente 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. ^78. ^I 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. Marqués de Castillejos .. .. .. .. Marqués de Sta. Cruz ........ Pedro Romero ............... Marqués del Contadero ....... Manuel Cabrera Tapia ....... Ignacio Vázquez Rodríguez .. Marqués del Gandul ......... Andrés Tassara Mendoza .... J. Ignacio Coello . .. .. . . . . . . .. Marqués de Campo de Aras .. Pablo Benjumea ............. Juan de Mata Burgos ......... Miguel Gamero Cívico ....... Juan Ledesma González .. ... Marqués de Villavilvestre .... José M.a Valderrama ......... Conde de Guadalete .......... Manuel Aguilar Saavedra .... Vizconde de Begíjar .......... Francisco Gamero Cívico ... .. Marqués de la Torrecilla ..... Marqués de Navasequilla .... Alonso Tíscar y Co. .......... Marqués de la Ivlerced ........ Conde de Gavia ............. José Murga ................. Duque de Hornachuelos ..... Mariano Fdez. Tejeiro ........ Marqués de La Rambla .•.. ... José Marcelo García . . . . . . . . . . Fernando Abarzuza .......... Francisco S. Rioboo .......... Antonio I^1. Garrido .. ... ..... Barón de S. Calixto .......... N. ° N. ° municipios roaincias 3 6 1 8 1 4 3 3 5 3 4 2 1 1 6 1 4 1 6 1 1 2 1 3 9 4 4 1 2 1 1 2 4 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 «Cuotas.^ en ptas. 9.995 9.656 9.593 9.143 8.897 8.708 8.625 8.608 8.513 8.338 8.293 8.289 8.296 8.289 8.298 8.176 8.091 8.062 8.045 8.085 8.075 7.918 7.918 7.786 14.272 7.391 7.090 7.058 6.999 6.837 6.663 6.909 6.624 6.474 71 CUADRO 43 continuación) RELACION DE LOS 90 MAYORES CONTRIBUYENTES POR RIQUEZA TERRITORIAL DE LAS PROVINCIAS DE CORDOBA, JAEN Y SEVILLA. 1872 Contribuyenk 87. 88. 89. 90. 1^larqués de Camarasa ...... .. 1^larqués del Puente .......... Marqués de Lendines ......... I^larqués del Aguila .. ...... .. N. ° N° municipios rovincias 3 4 4 12 1 1 1 1 nCuotasH en ptas. 6.551 6.446 6.444 11.588 Furnte.• Lista única de 90 mayores contribuyentes por territorial, elaborada a partir de las relaciones de 50 mayores contribuyentes de las Admones. Económicas de las provincias de Córdoba («B.O.P.^^ 7-3-1872), Jaén (uB.O.P.^> 27-2-1872) y Sevilla (^^B.O.P.N 9-3-1872), para la elección de senadores, según lo dispuesto por la Ley Electoral vigente. En lo que a titulares respecta, el listado recoge obviamente la desapariciIon de propietarios eclesiásticos, consumado el proceso desamortizador de bienes del Clero. Los grandes contribuyentes pueden dividirse en principio en dos grandes grupos: la burguesía agraria nobiliaria y la burguesía agraria no titulada. Entre los terratenientes nobiliarios, los títulos de más rancio abolengo mantienen, como herencia de sus estados, el grueso de sus patrimonios territoriales, de ahí que, aunque se trate sólo de seis titulares, controlen casi.el 27 por 100 de las cuotas y que sus propiedades reproduzcan aún la cartogra^a de sus antiguas jurísdicciones: la Casa de Osuna contaba con tierras en 18 municipios de las provincias de Sevilla y Córdoba, y la de Medinaceli nada menos que en 28 municipios de las tres provincias campiñesas; todo ello se concreta en una cuota me= dia por titular de 66.218 pesetas. 72 73 Claramente distanciada de la oligarquía altonobiliaria se sitúa la que ya anteriormente denominamos baja nobleza, integrada por títulos que en algunos casos destacaban en las postrimerías del Antiguo Régimen, junto a otros que se fortalecieron en la crisis, aprovechando entre otras vías las desamortizaciones eclesiástica y civil, como por ejemplo el Conde de Gracia Real o los Marqueses de la Merced y Grañena en Jaén, o el Marqués de Valdeflores en Córdoba. En todo caso esta nobleza eminentemente comarcal presentaba en torno a 1870 unas características territoriales y unos niveles de riqueza que reafirmaban precisamente su carácter local o comarcal, y un origen distinto al de la alta nobleza: sus titulares controlaban el 43,9 por 100 de la cuota, con un importe medio de 15.638 pesetas por contribuyente (contra 66.218 pesetas de la alta nobleza) y una distribución espacial de sus tierras circunscrita casi siempre al ámbito uniprovincial y a un corto número de municipios (5 de media por contribuyente frente a los 12 de la alta nobleza). Pero, sin duda, el hecho más destacado, como mutación dentro del grupo oligarca operada en los ciento veinte años que median entre el Catastro de Ensenada y 1870, es la irrupción y consolidación de la burguesía agraria no titulada, al amparo de desamortizaciones y de la participación en el mercado de tierras de un nutrido grupo de^labradores y grandes arrendatarios, que, en buen medida, arrancan, como pone de relieve la desamortización cordobesa, de la explotación agraria del Antiguo Régimen. C ierto es que en este colectivo de terratenientes no nobles apárecen todavía claros exponentes de propietarios rentistas de antaño (Fernández de Velasco o Calvo de León, en Córdoba; León Teruel o Coello, en Jaén), pero junto con ellos constituyen mayoría absoluta los grandes labradores campiñeses, unos detentadores ya de la propiedad de las tierras que labran, otros, mitad propietarios mitad arrendatarios (Francisco Torres o Eugenio Benjumea en Sevilla), pero a las puertas de acceder definitivamente a la propiedad, aprovechando en parte la oferta 74 ^^^ > L„ ^° .^. ^ ,v . ^ v ^ W N "" ^ N A ^ ^ ^ Q 1^1 y ,o .C . i^ ^ U z Z N 1^ ^ ✓ 0 ^ a O^ N N ^t'^ ^ C O V V% T _ Ú L ^ T N n ^ ^ ^ N ^ N C = E ,^ ; a^ • 0 V ^ ^ á z w ¢ U o ^ ^ ^ s ^ ^ ^ ^ ^ N tD ^o o, ^n l0 M Q1 N d^ N ^ ^ ^ o a^ ^ M N ^h ^ cD ci ^ ^ .^ `^o a ^ ^ M cD d' ^ ^ O c0 N ^ N M ^ ^ ^z w W ¢ Q' ^ N ,_,7 wa ó ^^, ^ V^ V. ^ ^ ^i ^ Q i1^i ^ ^ Ú^ a ^ W oz aW Wti ^ ¢ z ^ W^ ^ A ^^ fY1 O n1 CQ L í^d ^ 7 v Ú a ^ j U ^1") ^ v Ú ^ ^ ^ ^ ^ ^^^v ^y 0 0 ^ .y .u ú Y tl l0 ^ N N d^ u') l: ^ L O G `_ pp Ñ L a a ` ^=^b ?^ ^ aCi •^ -ó b ^ ^U F^ z ^^V . . ^ . . . b cd . . ^ ^. : ^. : o C ^ ' . ' . L Ñ J Ñ ^ O u W y V = v ^ O Ú A ^ iy L ^ C N ^ a C C ^ y Q c^ ^ ^ ^ f Ó ^ ,v ^É ó ^ -- a ^, Á^ vá ^ ^ 7 C ^j J ^ L %^ v 3 ^ 75 de tierras que pone en circulación la quiebra de la Casa de Osuna (56). Todavía, sin embargo, esta burguesía emergente está lejos de alcanzar las cotas de riqueza e implantación territorial de la propiedad nobiliaria. Como recoge el cuadro 44, aunque en términos absolutos constituye ya el grupo más numeroso (el 52 por 100 de los contribuyentes), su cuota total no alcanza siquiera el 30 por 100, correspondiendo de media a cada individuo un monto de 8.508 pesetas; por otra parte, la mayoría de las propiedades de esta burguesía presentan en cuanto a ubicación se refiere un carácter eminentemente local, circunscrita a los límites de un solo municipio, o de dos o tres limítrofes. Es esta una característica territorial que deriva de la personalidad e intereses de sus titulares y de la propia génesis de estos patrimonios, a la vez que constituye un rasgo que a partir de entonces irá generalizándose hasta la actualidad, por más que aún hoy continúe habiendo un reducido número de familias con propiedades a caballo de varios municipios e, incluso, de varias provincias. 3.2. Análisis de dos áreas latifundistas: Cm-doba y Marchena, 1860-65 Una vez planteadas las mutaciones que a distintos niveles se operan en los primeros decenios del siglo XIX, interesa volver nuevamente a unidades territoriales de anáíisis más reducidas que la regional, con vistas a evaluar las repercusiones concretas de esos cambios en la distribución, titularidad, aprovechamientos y funcionamiento de la tenencia y renta de la tierra. Para el análisis de la situación en la campiña latifundista retomamos los casos de Córdoba y Marchena, en unos mo(56) Compran, como veremos, entre otros Francisco Torres, Eugenio Benjumea, Gamero Cívico, etc. 76 mentos (1863 y 1860, respectivamente) en los que la disolución del régimen señorial y la normativa desvinculadora, en su forma definitiva, cuentan ya con casi tres décadas de vigencia, y cuando, asimismo, el proceso desamortizador ha enajeneado el grueso de las tierras movilizádas (57). Los ejemplos cordobés y marchenero, junto con los motivos que nos movieron a seleccionarlos desde un primer momento (concejos realengo y señorial, respectivamente; distinto grado de implantación territorial de la Iglesia, etc.), tienen además, como veremos, a mediados del siglo XIX el gran significado de constituir sendos exponentes de dos sociedades agrarias latifundistas en distinto grado de evolución hacia lo que podría denominarse agricultura actual desde la perspectiva de la tenencia y renta de la tierra. En otras palabras, mientras que el latifundio cordobés reproduce hacia 1860 un esquema de relaciones entre propiedad y explotación semejante al del Antiguo Régimen y, consiguientemente con ello, una similar distribución de la plusvalía y una clara prepotencia de la renta de la tierra, la gran propiedad de Marchena presenta ya, junto al latifundio nobiliario de la Casa de Arcos, un amplio grupo de ricos labradores propietarios y/o arrendatarios que controlan buena parte de la producción agraria, apropiándose del volumen más importante de la plusvalía generada en las grandes explotaciones; renta y beneficio aparecen ya como categorías no diferenciadas desde el punto de vista «contable» en manos de un determinado sector de labradores. Y esta fusión de «intereses» y de «plusvalor» en la figura del propietario constituye una de las claves para entender el mantenimiento de la gran explotación agraria en^la etapa de crisis de la renta y de la «ren(57) Según los Amillaramientos de Córdoba (1860) y Marchena (1863), permanecían aún como bienes nacionales no subastados, en el término cordobés 4.411 fgs., pertenecientes a grandes explotaciones e integrantes en las Administracioens del Secuestro de D. Sebastián, de Beneficiencia Provincial y de Propiedades del Clero; en el de Marchena, 1.279,5 fgs., y 36 aranzadas; procedentes en su mayoría de la Catedral de Sevilla y de las fábricas de las iglesias de la ciudad. 77 tabilidad» rústicas que habría.de iniciarse en el último decenio del siglo xIx. Probablemente la capitalidad de la ciudad de Córdoba, punto de atracción de una nobleza comarcal y regional, reforzada como veremos en el tránsito del Antiguo al Nuevo Régimen, facilitó la pervivencia en su extenso térmirio de un latifundismo tradicional en sus titulares y en sus formas de tenencia. Marchena, en plena campiña sevillana, pero alejada de los más importantes núcleos de poder y decisión regionales, auspició un más temprano encumbramiento de la auténtica burguesía agraria local, incrementada en algunos casos cón la presencia de grandes labradores de pueblos vecinos. La quiebra inminente de la Casa de Osuna vendrá a confirmar y reforzar en muchos casos a esta nueva oligarquía que, sin embargo, tiene sus raices en decenios anteriores. 3.2.1. La Campiña y Ribera cordobesas: tradición y cambios en la titularidad y tenencia de la tierra A) Prepotencia nobiliaria y afianzamiento de los grandes labradores Estos son, a grandes rasgos, los elementos definidores de la titularidad del latifundio cordobés a mediados del siglo XIX; una propiedad nobiliaria que se mantiene y hasta se amplía entre 1755 y 1860, y un grupo de grandes labradores, todavía escasos, pero en claro proceso de crecimiento y afianzamiento, que partiendo casi siempre de la explotación de extensas fincas en arrendamiento, salta al control de la propiedad, aprovechando la desamortización o la oferta de tierras que conlleva la desvinculación general de todo tipo de tierras. No se piense, sin embargo, que la situación de ambos grupos de titulares, nobleza y burguesía agraria «sensu stricto», es equiparable; en absoluto: ni desde el punto de vista de la superficie den- 78 tentada, ni en lo tocante al control del producto agrario o de la «riqueza imponible», ni menos aún en lo referente a la distribución de la plusvalía, el latifundio nobiliario es comparable al burgués. El ostensible poderío territorial de la nobleza titulada queda de relieve en el cuadro 45. Aunque numéricamente los contribuyentes nobiliarios de más de 5.000 reales por propiedad rústica son casi la mitad de los no «titulados», sus fincas suponen más del 57 por 100 de la superficie y un montante algo superior (el 60,4 por 100 y el 61,6 por 100) del total del producto agrario y de la riqueza de los terratenientes cordobeses. El peso real de la fracción nobiliaria en la oligarquía de 1860 habría de incrementarse con los patrimonios de determinados propietarios que, aunque no titulados en el momento de confeccionarse el Amillaramiento, pertenecían a familias con título de Castilla y que incluso con posterioridad llegarían ellos mismos a detentar, bien por herencia o por matrimonio; son los casos, entre otros, de las hermanas Dolores y Ana María Hoces, de José Sisternes y Hoces, de Rafael Hoces Ravé, de Dolores Hoces Fernández de Córdoba, etc. Es importante destacar también cómo tomando en consideración el factor residencia/no residencia en Córdoba, el significado numérico, territorial y productivo de la nobleza propietaria varía significafivamente. En el' ^rupo de terratenientes residentes o al menos con casa abierta en la ciudad, los nobles titulados son, tan sólo, 8 de 38, todos además poseedores de títulos profundamente enraizados en la vida y comarca cordobesas (Marqués de Guadalcázar o de Valdeflores; Condes de Gavia, Torres-Cabrera, Hornachuelos, Duque de Almodóvar, Vizconde de Sancho-Miranda). El reducido número de nobles residentes no impide, sin embargo, que sus patrimonios acaparen algo más del 50 por 100 de las tierras, producto y«riqueza» de los grandes propietarios residentes en Córdoba, en buena medida por la ingente fortuna del Marqués de Guadalcázar integrada, sólo en Campiña y Ribera, por más de 7.000 fanegas. 79 CUADRO ^5 RELACION DE PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA Y RIBERA DE CORDOBA CON MAS DE 15.000 REALES DE «RIQUEZA^>. 1860 Propi^tario 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 80 Marqués de Guadalcázar ............ Duque de Medinaceli ............... Conde de Villanueva Cárdenas ....... Duque de Almodóvar ............... Marqués de Benamejí ............... Conde de Torres-Cabrera ............ Duquesa de Sotomayor .............. Marqués de Salar ................... Infante D. Francisco ................ Conde de Hornachuelos ............. Marqués de Malpica ................ Marqués de Valmediano ............. Duque de Alba ..................... Rafael Barbero ..................... Marqués de Valdeflores .............. Conde de Gavia .................... Marqués de Vega Armijo ............ Vizconde de Sancho-Miranda ........ J. Orueta Barrera .................... Luis Beltrán de Lis .. ...... .. ....... Juan Sotomayor Lafuente ............ Marqués de la Motilla . . . . . . . . . . . . . . : Dolores Hoces Fdez. Córdoba ........ Juan M. Trevilla ................... José Domínguez .................... Instituto 2.a Enseñanza .............. Beltrán de Lis, Rafael ...... ......... M.a Socorro Argote ................. Amador Jover Toro ................. Dolores Pérez Baradas .....^. ......... José Losada ........................ Conde de Prado Castellano .......... Patronato de Torreblanca ... . ... . . .. . Juan M.a Valle .................... Bartolomé M.a López ............... Rafael Chaparro Llorente .. . . . .. .. . . . Marqués de la Granja .. ... ... .. ..... Riqueza (^ls.) Superfic. (fgs.) 358.142 184.836 184.285 151.362 147.538 147.350 140.347 136.908 130.686 127.201 117.954 112.564 107.424 104.876 101.569 86.599 85.157 81.360 78.400 77.138 73.033 67.575 61.006 . 60.216 57.111 56.754 54.434 49.521 45.207 48.266 44.228 43.219 42.691 42.000 41.158 39.696 . 35.117 7.145 4.735 4.205 4.347 3.794 3.127 945 2.987 2.934 3.534 2.636 3.556 1.815 2.402 2.805 3.020 2.631 2.987 1.350 1.422 1.252 1.881 1.645 1.169 1.702 946 1.961 945 1.092 1.374 1.336 1.603 1.261 720 1.812 938 1.629 CUADRO 45 (continuación) RELACION DE PROPIETARIOS EN LA CAMPIÑA Y RIBERA DE CORDOBA CON MAS DE 15.000 REALES DE «RIQUEZA». 1860 Propietario 38. 39. 40. 41. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. Josefa Lora Lora ................... Duque de Fernán-Núñez ............. Rodrigo Fdez. de Mesa . . . . . . . . . . . . . . Marqués de Villaverde .............. José Cañaveral ..................... Conde Santa Coloma . . . . . . . . . . . . . . . . José Sisternes y Hoces . . . . . . . . . . . . . . . Angeles Fernández de Co. ........... Rafael Rejano ...................... Dolores Hoces .. ... . .. .. . . . .. .. . .. .. Conde de Luque .................... Josefa Bulnes Vargas ................ 50. Ana M.a Hoces .................... 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. Ramóna Argote .................... Marqués de Villaalegre .. . . . . .. . . . . .. T. R. Villaceballos .................. Juan Trespalacios ................... A. Navarro Moreno-Guerra .......... José García Hidalgo . . . . . . .. . . .. . . . .. A. M.a Lora Lora .................. Duque de Frías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Marqués de Cabriñana .............. R. Cabrera P. Saavedra ............. Rosa Lora Lora .................... Clotilde Atienza .................... Inés Muñoz Cobo León ............. Frco. Milla Beltrán ................. Conde de Casa Hinestrosa ...... .. ... José Aguilera ....................... José Enríquez López ................ Juan Alvear ........................ Francisco Candau ................... Marqués de Campo Real . .. . .... . .. . 42. Riqueza (rls.) ^up^.ñ^^ Uss^) 35.001 34.129 33.201 32.197 32.900 32.155 31.896 31.298 27.135 25.656 24.333 24.112 24.244 23.750 23.566 23.477 21.454 21.437 19.207 19.039 19.024 18.873 18.690 18.621 18.600 18.430 18.333 17.848 17.331 16.799 16.784 16.258 15.405 705 991 636 516 564 1.473 955 966 756 816 420 642 594 669 526 622 894 663 610 433 527 332 657 576 324 570 567 552 505 456 519 298 700 Fuenk: Amillaramiento de Córdoba, 1860. A.H.P. de Córdoba. ói Entre los terratenientes no residentes en la ciudad, la relevancia de la propiedad nobiliaria se refuerza, lo que constituye un claro indicador del carácter eminentemente absentista de los propietarios «titulados», tanto más si se tiene en cuenta que un numeroso grupo de los propietarios no nobiliarios calificados como forasteros tenían su residencia en pueblos próximos a Córdoba y para los que el calificativo de absentistas re^ulta a todas luces inadecuado; la nobleza foránea, pues, suponiendo algo más del 40 por 100 de los contribuyentes territoriales forasteros acumulaba nada menos que el 67,7 por 100 del producto agrario bruto y casi el 70 por 100 de la «riqueza» total de los forasteros. En cualquier ca ^o conviene señalar que no sistemáticamente las propiedades de esta nobleza absentista eran las de más envergadura; baste decir sólo que entre los diez mayores terratenientes cordobeses, todos ellos pertenecientes al estamenteo nobiliario, cinco formaban parte de esa nobleza residente y de raices cordobesas, encabezando uno de ellos, el mencionado Marqués de Guadalcázar, la relación de propietarios. ^ Qué cambios se habían operado global e internamente en esta oligarquía nobiliaria desde mediados del siglo XVIII hasta 1860? Básicamente dos: la ampliación significativa de determinados patrimonios rústicos, especialmente de los de la nobleza cordobesa, por participación activa en el proceso desamortizador (Marqués de Guadalcázar, Conde de Gavia, Marqués de Benamejí, etc.); y por otra parte la irrupción de algunos títulos nuevos, varios de ellos detentadores de píngiie fortuna (Marquesado de Valdeflores, Marquesado de Salar, de Villanueva de Cárdénas, de Casa de Alba, etc.), títulos, en ocasiones, de moderno otorgamiento, y en otras, de rancio abolengo. La comparación sin más de la información documental del Catastro del Marqués de Ensenada y la del Amillaramiento de 1860 es peligrosa y puede conducir a conclusiones erróneas si no se adoptan las debidas cautelas, fundamentalmente por 82 el distinto carácter y la diversa fiabilidad de ambas fuentes, y porque, obviamente, en algo más de cien años tuvieron efecto, desde nuevas concesiones de títulos, hasta matrimonios, pleitos de mayorazgos, particiones, etc., que, si bien aparentemente parecen dar lugar a la irrupción de nuevos titulares, y más aún de nuevos titulares nobiliarios, frecuentemente no hacen más que perpetuar en las mismas familias, con distintos nombres, patrimonios detentados desde antaño. Todo ello viene al caso de Córdoba, como al de todos los grandes concejos andaluces. Veamos algunos ejemplos. El Marquesado de Salar, nuevo en la relación de grandes propietarios de 1860 con nada menos que 2.987 fanegas, cuenta, sin embargo, con todo el patrimonio que en 1755 ostentaba la familia Fernández de Córdoba y Argote, ennoblecida con aquel título por vía matrimonial a comienzos de siglo XIX. El Marquesado de Valdeflores, con 2.805 fanegas, nuevo también en la relación, no es más que el producto del ennóblecimiento en 1819 de la familia Velázquez y Angulo, que ya contaba con amplio patrimonio a mediados del siglo XVIII. El Conde de Villanueva de Cárdenas y el Duque de Frías, entre otros, son titulares de propiedades en el Amillaramiento de 1860, bajo distintos títulos (Priego y Villena), pero dentro de la misma línea familiar aparecían ya en el Catastro. Quizás el caso más expresivo sea el de la Casa de Alba, que sin contar con tina fanega de tierra en 1755, aparece en el Amillaramiento de 1860 con 1.815 fanegas, integrando significativamente las fincas de las que era propietario a mediados del siglo XVIII Don Andrés Bañuelos Mesa Páez. ^Cabría pensar en un proceso general de compra de las tierras de la familia Bañuelos por la Casa Ducal? El predominio de la propiedad vinculada hasta 1836 hacía desestimar esta hipótesis, pero carecíamos de explicación para un aparente trasvase de tierras tan destacado, más aún de una familia local cordobesa hacia una casa tan encumbrada como la de Alba. La interesante obra de Tomás Márquez de Castro, recientemente edi- 83 tada (58), dio respuesta a nuestro interroganté y ^onfirmó unos de los mecanismos de movilidad de patrimonios propio de la sociedad antiguorregimental: un pleito de mayorazgo, interpuesto y ganado por la Casa de Alba, a la muerte sin sucesión del referido Don Andrés Bañuelos (59). Quiere todo ello decir, que al mar •en de los casos documentados de compras de tierras por parte de ^determinados títulos de Castilla, el grueso de la propiedad nobiliaria se rrman'tiene globalmente, si bien el ennoblecimiento de determinadas familias o el trasvase «natural» de patrimonios entre diversos linajes dan la impresión de una mayor participación de la propiedad nobiliaria que a mediados del siglo xvÍII. El mantenimiento de esta implantación territorial de la nobleza, en buena medida procednete de la etapa antérior, es un dato a tener muy en cuenta para explicar el carácter marcadamente tradicional que el latifundio cordobés sigue presentando en torno a 1860 en lo tocante a formas de tenencia y a distribución de la plusvalía agraria. Integra también la oligarquía cordobesa un nutrido grupo de propietarios no nobles. En él se mezclan, como se ha dicho, miembros de familias hidalgas de tradicional arraigo en la Campiña, al lado de nuevos propietarios, muchos de ellos merecedores del calificativo de grandes labradores, por cuanto asumen conjuntamente la titularidad de la propiedad y de la explotación. Es esta nueva clase labradora el indicador más expresivo del cambio que está operáñdóse en la agricultura latifundista andaluza, cambio que en Córdoba; como en otros grandes concejos de Campiña, se encuentra todavía en fase de desarrollo y difusión. De entre los residentes en Córdoba los ejemplos más elocuentes de esta nueva clase son los de Bartolomé María Ló- (58) T. Márquez de Castro, Títulos de Castilla y señoríos de Córdoba y su reino. Edición y estudio preliminar por J. M. de Bernardo Ares, Córdoba, ^ Servicio de publicaciones de la Exma. Diputación. Provincial, 1981. ' (59) T. Márquez de Castro, op. cit., pág. 114. 84 pez, Rafael José Barbero, Joaquín de la Torre y Juan Alvear, los tres primeros, como vimos, destacados compradores de cortijos del clero en la desamortizaciQn y arréndatarios además, en 1860, de importantes superficies (60). Pero tanto interés, o más aún con vistas a lo que habría de ocurrir en un futuro próximo, tiene otra serie de propietarios-labradores residentes en los pueblos limítrofes del término de Córdoba y tradicionales arrendatarios de cortijos campiñeses desde fines del Antiguo Régimen y que, paulatinamente, van irrumpiendo en la esfera de la propiedad inmobiliaria, sin abandonar por ello su idiosincracia campesina: se trata, entre otros, de los Navarro, Morales o Lora (los dos últimos, compradores en la desamortización) de Bujalance; los Fernández de Mesa y Naranjo de El Carpio; los Porras de Pedro Abad, etc., apellidos que en muchos casos permanecen vinculados todavía hoy a la oligarquía propietaria cordobesa. La importancia territorial de estos labradores y la explotación directa de toda o buena parte de sus tierras, junto con otras arrendadas, los reafirma como grandes propietarios de ganado de labor, indicador éste el más significativo, por entonces, del capital fijo de explotación; refiriéndonos sólo a los propietarios -empresarios residentes en Córdoba (61), tanto Rafael Barbero, como Joaquín de la Torre y Bartolomé López con 112, 107 y 73 cabezas de vacuno de labor, respectivamente, ocupaban puestos destacados en la relación de mayores tenedores de este tipo de ganado. (60) Según el Amillaramiento de Córdoba de 1863, 730 fgs., 361 fgs., y 945 fgs., respectivamente. (61) El Amillaramiento de cada localidad recoge sólo el ganado de labor y de renta de los vecinos residentes, independientemente de que aquél permaneciera en una explotación de dentro o fuera de su término; de ahí que sólo podamos ofrecer datos de cabaña de labor de aquellos labradores residentes en Córdoba. La situación debería ser similar entre los grandes arrendatarios residentes en pueblos próximos. Por su especial significado recogemos, asimismo, el capital de explotación de los labradores de Fernán Núñez en el término de Córdoba a partir de la información del Amillaramiento de 1863 de dicho pueblo. 85 A pesar, sin embargo, del paulatino afianzamiento de esta burguesía agraria no noble, su participación en términos de superficie, de producto y de riqueza es todavía modesta. La extensión media de sus propiedades está por debajo de la nobiliaria; baste decir, que entre los diez primeros terratenientes no aparece un solo propietario no titulado y que entre los 25 primeros sólo se sitúan siete. Pero más significativo es aún que del total de la plusvalía generada en las grandes propiedades, los labradores-propietarios logran sólo apropiarse de menos del 10 por 100 en calidad de renta de la tierra y de beneficio. B) Estabilidad de los aproaechamientos y fraude fiscal Las mutaciones operadas en la titularidad y contenido de la propiedad rústica en los primeros decenios del siglo XIX no afectaron sustancialmente a los aprovechamientos y sistemas de cultivo de las grandes fincas cordobesas. Se mantiene en los mismos términos que a mediados del siglo XVIII el^predominio de la tierra calma por el sistema de cultivo al tercio, tanto en términos superficiales como productivos; y lo mismo cabe decir de los restantes aprovechamientos. Como ya indicamos, ni la desamortización, ni menos aún el proceso de desvinculación de tierras de legos, tenían porqué afectar a la expansión de la tierra cultivada, ni siquiera a la introducción de aprovechamientos más intensivos. La Campiña y Ribera de Córdoba, roturadas desde antaño, contaban sólo con algo más del 12 por 100 de tierra inculta, en gran medida situadas en la inmediaciones del Guadalquivir, sobre su lecho de inundación o sobre la baja terraza; sólo la regulación de su cauce y la expansión del regadío comenzarían a favorecer, decenios más tarde, un uso agrícola relativamente intenso. Las restantes manchas de inculto, que salpicaban esporá- 86 87 dicamente la Campiña, bien coincidían con el nivel de canturral pliocuaternario o con fondos de valles de muy elevada verticidad, áreas ambas que justificaban sobradamente un uso no agrícola como el que aún hoy siguen presentando. Tampoco el olivar, como exponente de aprovechamientos agrícolas más intensivos que la sembradura, contaba, como es sabido, con medio ecológico favorable en unas tierras tan extraordinariamente vérticas y con frecuentes problemas de drenaje como los de la Campiña cordobesa. Todo contribuye, pues, a que la situación en torno a 1860 fuera prácticamente una copia de la existente a mediados del siglo anterior; incluso la superficie de ruedos detentada por los grandes propietarios del XIX era también muy similar a la de cien años atrás, lo que demuestra, entre otras cosas, que el trasvase de tierras eclesiásticas a manos de terratenientes legos no afectó sólo a cortijos y dehesas, sino también al amplio, patrimonio que el clero cordobés poseía en las inmediaciones de la ciudad. ' Un hecho sí llama poderosamente la atención comparando en términos relativos y absolutos la documentación «catastral» y el Amillaramiento de 1860. Se trata de los aparentes y muy significativos cambios de calidad experimentados, fundamentalmente, po'r la tierra calma al tercio; las tierras de primera, de suponer un 57,7 por 100 ségún el Catastro de Ensenada, pasan a1.22,5 por 100 en 1860; las de segunda, por el contrario, se «incrementan» prodigiosamente, salfando de un 28,4 por 100 al 62,1 por 100 y en términos más moderados se produce el mismo fenómeno con las tierras de tercera. Obviamente, traemos a colacción tan sustanciosas transformaciones cualitativas, como elocuente ejemplo del fraude fiscal que subyace en las fuentes fiscales decimonónicas; el caso cordobés sirve para ilustrar cómo la ocultación de riqueza imponible no pasa en determinados casos por una reducción significativa de la superficie declarada, sino por una moderación de las calidades; de la forma en que queda recogida en el estadillo adjunto. 88 89 CUADRO 46 CALIDADES DE LA TIERRA CALMA DE SECANO AL TERCIO DE LAS GRANDES PROPIEDADES CORDOBESAS SEGUN EL C.M.E. (1752) Y EL AMILLARAMIENTO DE 1860 (%) Calidades C.M.E. 1752 Amillaramiento 1860 l.a 2.a 3.a 57,7 28,4 13,9 22,5 62,1 15,4 Todo lo dicho habrá de tenerse presente en las consideraciones que a continuación se vierten sobre la distribución del producto agrario y de la plusvalía o«riqueza» entre propietarios, arrendatarios, y propietarios-labradores; si bien, en términos relativos, la división del valor entre gastos de explotación, renta de la tierra y beneficio nos parece utilizable e ilustrativa, en la práctica habrá que considerar que el excedente obtenido por los cortijos cordobeses era mayor que aquél que se recoge en los amillaramientos, pues, tal y como expresa la correspondiente cartilla evaluatoria, en las tierras de primera, con gastos de explotación algo superiores a los de las tierras de segunda (55 reales por fanega distribuidos entre trigo para simiente, escarda, siega y recolección) se obtenía un valor de 123 reales por encima del de la segunda. C) La tenencia de la tiesra o el mantenimiento de una agricultura tradicional Los capitalistas agrarios: los titulares, las'tierras arrendadas y el capital de explotación El Amillaramiento cordobés de 1860 permite conocer con exactitud -y es éste uno de sus mayores méritos- la personalidad y residencia de los labradores arrendatarios de cortijos y dehesas, y, para los resideñtes en la ciudad, la cabaña 90 ganadera de que disponían. Esta estimable información, que por desgracia no encontramos ni en el Catastro de Ensenada (sólo referencias de los arrendatarios de tierras del clero), ni en censos ni catastros actuales, permite reconstruir con todo detalle el funcionamiento de la tenencia de la tierra en una etapa trascendental de cambios en la propiedad y de paulatino encumbramiento de los propietarios-labradores. Nuestro objetivo es, pues, conocer la titularidad de estos auténticos capitalistas agrarios, sus relaciones con la propiedad rústica y su residencia, todo ello a las puertas de cambios sustanciales que habrían de producirse decenios más tarde en la Campiña cordobesa; la cuantía de las tierras arrendadas y, cuando es posible, el monto del ganado de labor son elementos que terminan por dar una imagen aceptable del poderío de esta clase de grandes labradores arrendatarios. Un primer rasgo del grupo de arrendatarios de grandes explotaciones es la práctica ausencia de titulares nobiliarios y de individuos próximos a familias tituladas. Con las excepciones del Conde de Torres-Cabrera, que ya explotaba directamente parte de su propiedad y que constituye un avance de la nobleza que optará por la vía empresarial y no por la enajenación de su propiedad, de José Sisternes y Hoces y del Barón de San Calixto, la totalidad de arrendatarios pertenece ya a los «nuevos linajes burgueses» que habrán de perpetuarse en muchos linajes burgueses» que habrán de perpetuarse en muchos casos hasta la actualidad: los Suárez-Varela y los Ariza de Córdoba y El Carpio; los Navarro, Lora, Zamorano, Fernández Mesa y Molina de Bujalance; los Serrano, López y Laguna de Fernán Núñez; todos apellidos que poco significaban todavía en la oligarquía terrateniente cordobesa, pero que terminarían comandándola, como veremos, decenios más tarde. Más interés tiene, sin embargo, como indicador del carácter tradicional aún del latifundio cordobés, la escasa correspondencia existente entre grandes propietarios y grandes arrendatarios. A1 margen de los significativos casos señalados anteriormente (Bartolomé María López, Joaquín de la Torre, Ra- 91 CUADRO 47 ARRENDATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA. 1860 Arrendatario 1. Superficie (fgs.). Cabeaas de aacuno labor Residentes en Córdoba-capital Barón de S. Calixto . .. . . . . . .. . ... . . Diego Roldán ...............:..... . Fernando Suárez Varela ............ J. Manuel Trevilla ............ .... . Vda. José Suárez Varela . . . .. . . .. . . . J.' M.a Cónde Criado ... ...... .... . H erederos de Rivas ................ José Moñino ..................^.... J. M.a Molina .................... Luis Amigo ....................... Josefa Vergel ...................... Manuel Delgado ....... ........ ... . . Vda. de Cabanás .................. Pedro Coronado .................... R afael Alvarez, Pbro . .............. Ramón Molina Cabezas . .. . . . . .. . . . Domingo Sánchez ...:............. Bernardino Medrano ............... Mariuel Losada Obrero . . .. . . .. ... . . Rafael Martos ........ ........... . . J. Sisternes y Hoces ..... ..... .... .. Francisco Moyano ................. Bartolomé M.a I.ópez .............. Francisco Carrasco ................. José Losada ............:.......... M ariano Luque ................... Rafael Bastida Herrera ...........:. . Conde de Torres-Cabrera .... ....... Ildefonso Ariza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . J. M.a Cadenas ................... Barcia y Jover ..................... Joaquín Barrena ................... 92 N. ° ezplotacs. 1 1 4 4 1 3 1 1 1. 1 1 3 2 1 1 1 2 1 1 3 1 1 2 2 1 1 1 1 3 1 1 1 190 .^ 1.142 1.482 ? 633" 636 _ 569 350 639 749 ? 1.133 ? ^902 858 741 763 908 ? 555 312 730 ? ^ 540 420 ? 612 1.111 " 1.062 375 690 ^ 30 75 132 144 73 76 53 50 38 38 58 ? ^ 50 60 72 64 50 77 72 . 73 26 63 25 52 33 60 74 103 75 30 45 CUADRO 47 (continuación) ARREI^'DATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA. 1860 Superficie (fgs.) Cabezas de oacuno labor Arrendatario N. ° explotacs. Joaquín de la Torre ................ R afaelJ. Barbero .................. Vda. de Martín ................... Vda. Rafael Morales ............... Fco. S. Fuentes ................... José Cisneros ...................... Juan de la Cuesta ................. Manuel Molina . .. .. . . . ... . . . . . .. . . 3 2 1 1 2 1 2 2 945 361 336 354 1.301 475 1.472 1.275 107 112 28 30 118 33 98 130 A ntonio Ariza .................:... 1 482 40 Fco. Barrionuevo .................. J. de la Cruz Cálzadilla ............ José Anchelarga ................... 'M anuel Alcaide ............:...... J. Rodríguez Carmona ............. 2 1 3 4 1 552 97 1.201 462" 417 51 ? ` 96 64 22 Fco. Fernández Díaz ............... 3 939 113 Rafael Alonso ..................... 2 1.054 86 2 1 1 1 1 378" 642 594 675 618 2. ' Arreñdatarios residentes en Buja[anie A. Navarro Moreno Guerra .. .. .... . Bernardo Soustalet . . . . .. . . . . .. . . .. . Fco. 1^'otario León .... .. .. ........ . Josefa Lora y Lora ................. Juan M.P1 Navarro ................. Juan de Co^a Castillejos ., .......... 1 570 Juan José-León .................... José Lasa ......................... Juan J. I^'avarro .............. ..... Manuel Romero Vico ............. Miguel Navarro Lora ............. Manuel IV'avarro Lora ... .. ..:..... Pedro Camacho Castro ...... .. .... 3 1 1 1 1 1 1 1.544 693 609 204 90 ^ 864 540 2 285 3. , Arrendatarios residentes rn Vi[[afranca Andrés Zamorano ,Jurado . . . . . . . . . .. 93 CUADRO 47 (continuación) ARRENDATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA. 1860 A rrendataric Antonio Melero .................. Andrés García del Prado . . . . . . . . . . . Fco. Molina ..................... Fco. Luque Luque ................ J uan Zamorano .................. José Enríquez López .............. M artín Fernández ................ M aría Mazueño .................. Mario García del Prado ... ... ... . . Morales de Sotomayor . . . . . . . . . . . . . 4. N.° Superficie explotacs. if3s• ) 3 1 1 1 1 1 1 3 1 1 1 osé Ramírez ..................... uan J. López ..................... Miguel Comas .................... N azáreo Vega López ............... 1 2 2 1 482 504 1.066 492 378 Arrendatarios nsidentes en otros pueblos ^ampiñeses o fuera de la comarca Eugenio Isla ...................... Fco. López Campos ................ Fco. Solano Rioboo ................ Fco. Salas ........................ A. de Salas ....................... ^Luis Jurado ....................... Criado Osuna ..................... A. Moreno y J. Salido .. . . .. .. .. . . . Anselmo Navas ... .. . . .. .. .. .. .. . . . Juan Carretero .................... José Osuna, Pbro . ................. Pedro Bello ....................... A. Daza Herrera .................. IRafael Bastida Nuño ............... 94 543 441 600 720 540 477 294 738 252 288 Arrendatarios residentes en Espejo Fco. y José López ................. 5. Cabezas de aacuno labor 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 228 237 1.996 690 849 1.211 813 246 303 438 420 240 600 1.596 Montilla Montilla Mon[illa Montilla Montilla Montilla C. del Río C. del Río C. del Río C. del Río C. del Río C. del Río El Carpio E1 Carpio CUADRO 47 (Continuación) ARRENDATARIOS DE CORTIJOS Y DEHESAS DE CORDOBA. 1860 Arrendalario N° txplotacs. Pedro Crespo . .................... 1 José Moreno ...................... 1 osé Benito Campos . . . . . . . .. .. . . . . . uan Benito Campos . . ... . .. .. . . . .. B. Medrano Lorenzo .............:. 1 1 1 6. i 678 477 438 1.298 1.338 Cabezas de aacuno labor Almodóvar Soria Soria Soria Soria No consta residencia de los siguientes arr endatarios Bartolomé Raya Ariza . . . . . . . . . . . . . . Miguel Núñez de Prado ............ uan Sotomayor Lafuente ........... 1 1 2 Juan J. Romero ...... .. .. ...... ... 1 oaquín Rodríguez ................. Leonor Serrano .................... 1 1 7. Superficit U^s•) 480 399 1.770 198 435 318 Los arrendatarios residentes en Fernán Núñez, por su especial intaés, se incluyen en cuadro aparte Fuente: Amillaramiento de Córdoba, 1860. A.H.P. de Córdoba. (") Las comillas indican dcsconocimiento de parte de la superficie arrendada. fael J. Barbero), la mayor parte de los labradores-arrendatarios contaban con muy cortos patrimonios en propiedad o, incluso, carecían de él por completo. Para ilustrar cuál era la situación patrimonial concreta de los arrendatarios residentes fuera de Córdoba, de los que obviamente el Amillaramiento cordobés no da razón de sus propiedades en los municipios de origen, hemos optado por una forma prolija, pero de resultados esclarecedores; consiste en localizar en el Amillaramiento del pueblo respectivo en una fecha lo más próxima posible a 1860, a los grandes arrendatarios de cortijos cordobeses. La experiencia se ha realizado con el pueblo de Fernán Núñez, por 95 diversos motivos de carácter práctico (62), pero sobre todo porque de él habría de salir años más tarde, como veremos, una de las familias más destacadas en la actual oligarquía rural cordobesa: los López. Como récoge el cuadro 48 referente a la propiedad agraria de ocho de los diecinue^^e arrendatarios «fernannuñeses», las tierras con las que contaban en su pueljlo de residencia eran muy escasas y apenas si los diferenciaba del grueso de propietarios jornaleros residentes en la localidad. Un rasgo, sin embargo, los encumbraba sobre el grueso de contribuyentes territoriales: la posesión de una cabaña de ganado de labor que, a quien desconozca el carácter de grandes arrendatarios de estos individuos en las vecinas tierras de Córdoba, podría sorprender; todos contaban con un número de cabezas de vacuno comprendido entre 20 y 70, que hacían posible la labranza de los varios centenares de fanegas que llevaban en explotación. El ejemplo de Fernán-Núñez, aunque no extensible en términos absolutos a todos los arrendatarios de Córdoba y pueblos aledaños, pero sí generalizable a buen número de ellos (63), constata una vez más y de forma nítida la separación entre propiedad y explotación, entre renta y beneficio, que define aún al latifundio cordobés a las puertas del último tercio del siglo XIX; situación distinta a la que tendremos ocasión de exponer en el caso de IVlarchena, y en alguna medida también a la que J. Cruz Villalón ha recogido para el latifundio carmonense de 1850 (64). ^ (62) Fenán Núñez contaba con un Amillaramiento completo de 1863 y con un número total de contribuyentes -325- no desmesurado como para llevár a cabo sin éxito nuestra búsqueda de aquéllos que arrendaban cortijos en Córdoba; además, el grupo de arrendatarios «fernannuñeses» erá, en 1860, el más numeroso de entre los labradores forasteros del término cordobés. (63) Un sondeo similar al de Fernán Núñez, aunque con menos éxito y referido sólo a tres grandes arrendatarios, confirma la situación expresada en el municipio de Espejo. , ^(64) Josefina Cruz Villalón, Propiedady uso de la tiena en la Baja Anda[ucía. Casmona, siglos xvltl-xx Madrid, M.° de Agricultura, 1980, págs. 223-225 y, especialmente, cuadro III-14. 96 . b .o° ^ ^ o á C O OM OM N d^ O^f n. n. n. n. O O d' 1^ MO N n. ^ N N N ^ Ú á a ^i ^ ^ ^ ^i ^^ ^u^n`^^ I I ^n^ I I I I ^a ^ ro N^--^ ^--^ M M CO ^u ^n O N N ^ ^ tl I I I"' I^ I I I I I I I IN Ú ^ e.j ^ ^ w^ ^ ^á a z ^, .r ww ^ A ^á w .^ b Á j U ¢^ ^w ^ O O^ c^ .a ¢ ww AA Ú ^7 ^t'> O ^ N.--,^IM^I I^I I I INI -. ^ ` v ^ 01 ^-^ d` O M d^ d+ d+ O u^ N v^ M^ M N CO O O O ^f d^ 00 d^ O^ CO O d^ ^^^O d' M^ l^ d^ N 00 M v^ 1^ M N ^ ^ ó :^ ^ .-r ... .-. ... .-. .-. ... .-. .-. .-. .-. .-r .-. .-. Ú ÓÁ áz od U^ w^ A ¢ rn U 0 F ^ Q^i ^ ¢ ^ ^ ^ Á z W ^ ^ ¢ o 'C C ^ ^ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ^ . . ^ . . . y . . . . . . . . Cu • . . . . . . ó . . . . . o ^. . . . . . . . • ^ ^ ^ e o ro c '^ tl ^ o S .N, • ó á ^ ^•] ^ ñ ^ W Ú ^iV=^ ^v ^ ^^^° ¢ N^ ^ d ^ ^ ^ ^ . • ^ ^ pr) : ^ó . ó P^. ' ^ o .N, o ^ ^i >. a Ú x o o^^ ^_ ^^^ a ^^ ^ ^ ^ p ^ y Ñ ^ ^ T‚ Ci ^. C ^D V -°^ ^ ^0 LO c^ ^ c^ ^^ O O O^ tC6 ^ O c^C C ^^ ¢¢¢ aa ca w w w rs. ^, .'^ w^^ a. 97 Por último, una peculiaridad que identifica a más de la mitad de los grandes arrendatarios cordobeses y que ya ha señalado en varias ocasiones es la de su residencia fuera de la capital, en los municipios limítrofes del extenso término capitalino. Córdoba sigue comportándose más como núcleo de propietarios rentistas que de labradores acomodados (65); frente a ella, en el sentido más gráfico del término, Bujalance, Fernán-Núñez, Villafranca, Pedro-Abad, Montilla, Espejo, Carpio o Castro del Río, entre otros, asomados a la feraz Campiña, al tiempo que dan cobijo a la masa de jornaleros -con tierra o sin ella- de sus cortijos, cuentan también con la residencia de sus «grandes empresarios». Precismente la dinámica de acceso a la propiedad de muchos de estos arrendatarios pueblerinos correrá paralelo con el proceso de asentamiento en la ciudad de la nueva clase, empresarial y propietaria, que terminará por hacer de Córdoba un núcleo incuestionable de grandes labradores. En cuanto al número de explotaciones y a la cuantía de tierras arrendadas por los mayores arrendatarios, la situación era la que, a grandes rasgos, recoge la relación del cuadro 47 (66). Si negar, por supuesto, la existencia de labradores de varias fincas, hasta de tres o cuatro grandes cortijos, como los casos de Fernando Suárez Varela, Manuel Trevilla o Juan José León, entre otros, la estructura de los arrendatarios cordobeses en (65) Basta sólo dar un repaso a las listas electorales cordobesas para diputados a Cortes de 1866 (B.O., provincia de Córdoba, 31-XII-1865), en los que dominan de forma abrumadora los propietarios sobre los grandes labradores. (66) La relación contiene algunas lagunas que afectan, bien al número de explotaciones arrendadas a determinados individuos, bien a la superficie, o ambas cosas a la vez. Téngase en cuenta que su proceso de elaboración ha sido complejo, ya que en primer término hubo de confeccionarse un listado con los nombres de los que figuraban como arrendatarios en las inscripciones de los grandes propietarios, para pasar luego a localizar a dichos arrendatarios en el Amillaramiento y acopiar así más información y detalle de sus patrimonios. 98 99 torno a 1860 presenta más bien cierta tendencia al equilibrio y a un relativo igualitarismo; dominan, en ese sentido, las labranzas de una y en menor medida de dos fincas, con superficies comprendidas entre 300 y 700 fanegas, aunque no faltan tampoco los que explotan más de 1.000 fanegas y hasta de 1.500 fanegas. No era frecuente tampoco, como ocurría en algunas áreas de Sevilla, por ejemplo (67), que determinadas familias monopolizasen el arrendamiento de todas o de la mayor parte de las fincas de los mayores propietarios; al contrario, las casas nobiliarias terratenientes, poseedoras por lo general de más de una decena de cortijos, diversificaban al máximo la cesión de sus tierras de forma que cada finca era explotada por un labrador distinto; era, en cierta forma, una vía de diversificar los riesgos de la renta y de hacer prevalecer el poder de la propiedad frente a la explotación. A1 hacer frente estos grandes arrendatarios al grueso de la explotación del latifundio cordobés, era lógico también, que controlasen la mayor parte del ganado de labor. La relación de mayores propietarios de vacuno de trabajo residentes en Córdoba según el Amillaramiento de 1860 no deja de lugar a dudas. No figura en ella (véase cuadro n.° 47) ni un solo propietario rentista y, por el contrario, los 10 mayores tenedores, con más de cien cabezas cada uno, son destacados exponentes de la clase de los grandes labradores, unos propietarios y arrendatarios como J. M. Trevira, de la Torre, o Barbero, y otros aún sin apenas tierras en propiedad (Suárez Varela, Manuel Molina o Juan de la Cuesta). En conjunto todos los propietarios de más de 25 cabezas figuran en el listado de arrendatarios de cortijos y/o en la de. propietarios que labraban toda o parte de sus tierras. La propiedad del ganado de labor -el elemento más destacado del capital de explotación de las grandes fincas de sembradura-, separada de la propiedad de la tierra constituye, con otros as(67) A. M. Bernal. op. cit., págs. 141-151 y apéndice documental 457-463. 100 pectos ya señalados, un indicador definitivo del divorcio existente aún entre propiedad rústica y capital, entre renta y beneficio. La distribución del aalor del producto agrario y de la p lusaalía: el poder de la renta de la tierra A pesar de los claros indicios de fraude «cualitativo» detectados en el Amillaramiento de Córdoba de 1860, la información recopilada para las grandes fincas sobre producto agrario, gastos de explotación, riqueza, renta y beneficios del labrador, permite formular una serie de consideraciones sobre la distribución del producto y la plusvalía entre los elementos y agentes participantes en el proceso productivo, como indicador último y sintético de las relaciones entre propiedad y explotación dominantes en el latifundio cordobés de mediados Ldel siglo XIX. La distribución del valor del producto y la plusvalía (68) de las grandes propiedades queda recogida en el cuadro 49 y gráfico 42. En principio, se adoptaron como criterios diferenciadores en el estudio de la distribución, los factores residencia/no residencia en la ciudad de Córdoba y la posesión o no del título nobiliario; el tratamiento de la información ha puesto de manifiesto que el primero de los factores repercute escasmente en el esquema distributivo, mientras que el segundo tiene, por el contrario, una incidencia significativa, especialmente en lo que a la distribución de la plusvalía respecta. La partida de gastos de explotación -un 69,8 por 100 del producto agrario bruto- presenta valores próximos en todo (68) EI concepto de «riqueza imponible» puede asimilarse, con bastante aproximación, al de plusvalía, ya que es el resultado de descontar al producto bruto la partida de gastos de explotación, en la que se incluyen, a precios reales, los gastos efectivos (salarios, semillas, tratamientos, etc.) y los estimados (capitalización de otros medios de producción empleados: ganado de labor, aperos, etc.). 101 tipo de grandes propiedades, de residentes o forasteros, de nobles o de no titulados; es, por otra parte, un monto que se aproxima bastante al estimado por algunas obras de agronomía para explotaciones similares a las cordobesas de mediados del siglo XIX (69). El resto del producto -la riqueza imponiblese distribuye entre la renta de la tierra, con un 17,7 por 100, el beneficio de los labradores arrendatarios, un 8,8 por 100 y la partida retenida por los labradores propietarios, un 3,7 por 100, en concepto de renta y beneficio; puede decirse, pues, que los propietarios rentistas se apropian del 17,7 del valor del producto y que los empresarios propietarios y/o arrendatarios retienen el 12,5 por 100. Las diferencias más apreciables en la asignación del producto tienen lugar entre los propietarios nobles y los no titulados, afectando, sobre todo, a la cuantía de la renta de la tierra y de la renta-beneficio apropiada por cada uno de esos grupos de propietarios;^ pero dichas disparidades se aprecian de forma más ostensible en el esquema distributivo de la plusvalía.^ Los valores medios son de un 59,5 por 100 para la renta de la tierra, un 29,6 por 100 en concepto de beneficio para labradores arrendatarios, y un 12,4 por 100 de renta-beneficio para los propietarios labradores; la «actividad empresarial» consigue, pues, el 40, 5 por 100 del excedente y el monopolio de la propiedad territorial un 59,5 por 100. Las desigualdades entre nobles y no titulados, entre la propiedad tradicional y la que en alguna medida puede calificarse ya de burguesa, son claras y significativas. El excedente de las fincas nobiliarias se divide prácticamente entre renta y benefi(69) Según los datos que aporta José Hidalgo Tablada en su Cusso de Economía Ru^a[ Española (Madrid, 1864, 2 vols., I, pág. 258 y ss.) referidos a una explotación de 3.000 aranzadas en la Campiña de Utrera, y la distribución del producto estimada por M. Drain (op. cit., II, págs. 568-577) para dicha explotación, los gastos imputables tanto al capital constante como al variable se sitúa en e165,3 por 100 del producto, próximos como puede comprobarse a169, 8 por 100 de los grandes cortijos cordobeses según el Amillaramiento. 102 V N •--^ CO + ^ ^ M O M •--^ .-. .-. ... ^'^ d' ^ n tD O M d' d' ^ N Er ^ m b V O O .-. ... O .-. O ... O ... O .-. O .-. V ^ ó 00 M l^ Q) M 00 00 " ñ ^ „^ oi c^ oó ao ci ^n oi M N N ^ v tl b tl t0 1^ ^ y,^ l^ ^1'I Q1 01 ^ CO l0 N d^ Q1 l0 ^ ^ d' 00 ..-^ 00 --^ ^n N v^ v^ O O N ^ v v ^ N ^ w • O ^^ b ^ ^.^ -~O ^C ^ ^+ ^ ^ ', N 1^ ^i -^ O •^ Ó ^ ^ ^^ oi-^óó ° ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ Ci ^ ^ k :. . : :. ,n^ ^y :. : o . :. ^ . ^ ^ ^ ^ O O ^ . ^ ^ . iy ^ . o 'C d ^ ^^ ^ ^ U .^ o o ^ ^ c U a^ N •^ ^ . . o . o C C^ ^ •tl C C • ^ c^0 ^ ^ ^ a ^ ^ ^ ^ c•. Ó ^ ^ c 'y ^ _ ^ TJ O 0.^ 67 °7 ^D aa•y L 0.^ °' °^ F .--^ ^ 0 o y y C C^ ^ L N aa o 0 C O. 103 cio, entre propietarios y labradores; la partida mixta de rentasbeneficio supone apenas un 4,8 por 100, indicador elocuente del carácter plenamente rentista de la propiedad titulada y de su escasa participación, ^pues, en la actividad empresarial. La propiedad no nobiliaria, sin constituir aún la base generalizada de un empresariado-propietario, presenta ya signos evidentes de cambio; la partida renta-beneficio, identicadora de la clase de propietarios-labradorés, supone ya un 20,2 por 100 del total de la plusvalía; la renta de la tierra un 54 por 100, y el beneficio de los arrendatarios un 25,8 por 100. Los «capitalistas» se apropian, pues, del 46 por 100 del excedente y los rentistas del 54 por 100. Estas consideraciones, a falta de estudios de detalle más precisos, permiten plantear como hipótesis al menos los siguientes puntos conclusivos: 1. ° La importancia global de la renta de la tierra en la agricultura latifundista cordobesá de 1860 la identifica, a todas luces, como tradicional en la esfera de la tenencia y en el cuadro de las relaciones sociales, y pone de manifiesto la prevalencia aún de la propiedad territorial sobre la actividad empresarial. 2. ° Las diferencias internas entre nobles y no titulados constituyen el más claro exponente de dos «formas organizativas de gran agricultura», una que habrá de entrar pronto en proceso de crisis irreversible -la tradicional-, con separación clara de propiedad y explotación, y otra en proceso de emersión, personificada, fundamentalmete, por los propietarios no nobiliarios, con integración de la propiedad y la empresa bajo un mismo tiiular. 3. ° La elevada cuantía de la renta frente al beneficio apropiado por los labradores arrendatarios, propio además de los últimos años de un periodo alcista de aquélla (70), reafirma (70) A. M. Bernal, op. ci^., págs. 244-60 y apéndice documental. El periodo analizado por Bernal finaliza en torno a 1858 y abarca, por tanto, parte del quinquenio 1855-1859 sobre el que se estiman las magnitudes del Ami]laramiento de 1860 en su cartilla evaluatoria. 104 la hipótesis ya planteada del poder de la renta, de la propiedad sobre el beneficio y el capital. Aunque el marco jurídico de relaciones sociales es el propio de un sociedad burguesa, el dominio de la renta sobre el beneficio impide, en nuestra opinión, hablar en sentido estricto de una relación de producción capitalista dominante (71). La especificidad del desarrollo del capitalismo en la agricultura latifundista andaluza no obedece como defendiera la economía clásica a un proceso de concentración fundiaria entre explotaciones mercantiles en competencia, sino esencialmente a una transformación del marco jurídico que definía la propiedad de la tierra en la etapa anterior y a un cambio de titulares, sólo parcial en los primeros decenios del siglo XIX, permitiendo todo ello que en torno a 1860 se mantengan actitudes y poderes propios de situaciones precapitalistas. 3.2.2. El latifundio marchenero A) Una oligarquía rural mcu eaolucionada y dinámica: la Casa de Arcos y los grandes ^iro^iietarios-labrádores La gran propiedad de Marchena en 1860 constituye, frente al caso cordobés analizado, un buen exponente de latifundio más evolucionado y próximo al capitalismo agrario pleno. Aunque ni las técnicas ni los sistemas de cultivo, ni la distribución de aprovechamientos siquiera se han alterado sustancialmente en comparación con la situación de 1770, la generalización de los propietarios-labradores y la prevalencia del beneficio sobre la renta constituyen elementos básicos del afianzamiento de la relación de producción capitalista como domi^ nante. (71) De gran interés, en nuestra opinión, los comentarios vertidos en ese sentido por G. Postel-Vinay en La sente foncié^e dans le cafiitalisme agrico[e (Paris, F. Maspero, 1974), especialmente en las páginas 26 y ss., sobre el dominio de la renta sobre el beneficio en la agricultura latifundista del Soissonnais durante los siglos xvi a xvIíI. 105 Q & a 7 ^ O Q En buena medida el cuadro de titulares de la gran propiedad marchena presenta sólo dos componentes, muy desiguales numéricamente, pero compensados superficial y productivamente; por un lado la propiedad nobiliaria, que en el caso de Marchena es como decir la Casa de Arcos, y por otra la que, siguiendo el ejemplo cordobés, aunque con con profondas diferencias como veremos, venimos denominando gran propiedad no nobiliaria. ^Cuáles son los factores que a nivel de titulares evidencian ya la peculiaridad de la oligarquía del extenso término sevillano, y que prueban en alguna medida su mayor dinamismo en comparación con situaciones más tradicionales como la de Córdoba? Por una parte la escasez de títulos nobiliarios, sólo 4 entre 38 propietarios, monopolizando uno de ellos, el mencionado Duque de Arcos y Osuna, casi el 85 por 100 de la gran propiedad nobiliaria; en conjunto las tierras detentadas por ésos títulos superan poco más allá de150 por 100 de la superficie latifundi^ta, cuantía inferior ya a la que la propiedad nobiliaria controlaba en Córdoba. Pero mayor interés tiene, desde luego, el que de entre los 34 terratenientes no titulados, nada menos que 17 explotan directamente todas o una parte significativa de sus fincas, siendo a su vez 15 de ellos arrendatarios de varios centenares y hasta de varios miles de fanegas de tierra. La clase de propietarios-empresarios no es la Marchena de 1860 un grupo emergente y necesitado aún de afianzamiento, sino un sector decisivo ya en la producción agraria comarcal y hasta provincial, tanto más si se piensa que, junto a la seguridad y estabilidad que brindaban las tierras en propiedad, se unía en muchos casos el arrendamiento de fincas de una casa nobiliaria tan pingiie en patrimonio como ahogada en deudas, y que habría de convertirse pocos años después en fácil presa de los intereses acumuladores de esta clase ya enraizada. Los hombres fuertes en la relación de terratenientes no eran, por lo general, herederos de grandezas pasadas, sino protagonistas de la acumulación reciente y de la que habría de venir: 107 y •1 ti ^ b ^ o w ^+ ,.5 q 2 ^ ^ ^ ^ Q^ c0 ^ l0 O 01 a0 0 O ñ CO O O^ I^D n ( I d^ ^-+ O I N t0 I I^O ^ff . .-Mi ^ M .rN^MCO O [^ N .-^. tD .-M. .• M t^ •d^ I ^ ^ tl.^ ^ S c0 01 M I a N _ ti y 0 Á. ^ `, ' y O O d' O O n 01 O I 1^ d+ M N d^ I I O O O O O O O O t0 ^^ I O^ ' I OO ^ •^ r CO .-i M ^ N M l0 n O ^ N ^--^ d^ ^ tp .•-^ M 01 0p CO M O l0 M O^ O I^.;^-;I^^I^.;^I I I^I I^^I l0 M 0.ó ^ N M M .-^ ^•+ t ^ O h ^ ^ ^ ^ ^ .S• ^ c 00 1^ M N.•-^ 01 d^ -• d^ l0 ^••^ O 01 O N M O O M^ 1^ M-^ ^••^ GD ^ l0 l^ N 00 O O M t0 M CO d+ O^ N M[^ ^••^ 00 ^^ O 00 M ^ n M M t0 t0 t^ M c0 t^ O cM O^f N O d+ cG N O O CO CO 1^ l0 t0 OD I^ M M^A M M M^ N N N N^-+ ^••^ ^••1 ^p .•-^ ^ Ñ Q j U ^.tl ^ I^^ I^^^ ^^I^^ ^ I I I°^ I I^M ^ I ^ ^ V ^ ^ ^ LL1 CO o s 4, O. d^ d+ ^ . . . . . co ^O cC M tD M O^ n O^ O Q^ n n O O d^ d^ d^ ^h O tD O d^ O t0 ^ N CO O N O^ O d' O N d^ ^ 01 ^f'f l0 M d• lD M d^ N d' ^O M M N N N N .-^ .•-^ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ^ . C . . . . . o ••,. : ai i° :: ^ ó^a a^ ^ _ 7 ^ '^ 00.^ ^ ^ O^ a^ CO ro^ . . . . . vi . . . . . . . . . . . . ^ . . . ^ . . . ^ . . . ^ . . a. . ^d :^^ : ái V ^ n , • ^ c^ : O ^ ,b > > .b .^' ai N ^ Ó N ^ O (• ,D _ O y ^^ y^ b ^ ^ a^-o,^ ° °:^^^r 9 6A ^^_ A^°O ❑ -o ^O o^ o v o°.á ^ (^ ^ ,^ [ E ^^ ^ G C^ ^ ^ a^ ° o Q P^. ^ U í7 ' [ ^, • ‚ C^ ^N ^a^ q G o C ^ • ^ • ^ • v, m ^ • Q, 10 ^+ ^ rn ° ° ~ ^ .N. ^-' ^i a^ G ^.i td C • ^ ^d m_C A^UU¢¢^ti^¢¢^Q.a^titi¢ 1^8 M ^ _ s ^ ^I ^ ^ S 0p i[ ' f M ñ N 00 ^--^ M ^^ _ a^ s ^ ^^ ^ NNO ^^^ ^ ^ ^^ `^ ^ I I ^^^^ ^ ^ ^^^^ ^ ^^ ^ e. " qp N CO ^--^ 00 ^ ^ ^ t^ p^--i M c^ I I ^^^^, ^ ^ ^ ^ ^ MM^ ^ ^ ° ^ I ^ I N I ^rj .--^ .--^ ^ o^ ° I N I ,..i I I 1^ [^ l0 ti .^-^ c ^ ^ ^ ^ ^ N CO ^c'^ Q1 ^ O^ lp O O N d' M tD ^ ^f .- . ... ^n Qi d' O O O^n d' O CO aO Q^ CO d^ N M CO ^ O d^ O d' ^ v' W O^ 01 N N'+ d' ^ .. N . .-. N ... N .-. O Q^ Ol CO n cD M . .- .a ^ e tl e ^ " V ^ ^ I^. 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L h. 1 ^ O 7 ^^ ^/ ^ r C^ f6 ^ ^r^,D á ^ C7 ^e F^ a , b ó^, o ‚ ' U -uo ^ u ,.o ° ^ 0 0^ó ^U` ^e o _ -o ^ ^^ 7^' u o ^^^a ó o^ L ƒ ƒ y `y ^`Ñ 0 c^ [., cN ^ ^ y o' ^+ O u ^ú ^^ ^É ^ ¢w ^^ e0 y •v `Ñ ¢¢w °^.-°,w.a^^,w¢ao.^°, ^i v 109 los Benjumea, Cortina, Ternero, Torres, Ribero, Conejero, entre otros, habían consolidado en los últimos lustros una acomodada posición como propietarios, pero no habían olvidado en absoluto su primigenia condición de grandes labradores. ^Cómo y por qué se produjo este temprano encumbramiento, que parece adelantarse tres o cuatro decenios al que habría de producirse en Córdoba y en otros grandes municipios latifundistas campiñeses (72)? Si bien resulta posible contestar en alguna media al cómo, más difícil es develar el porqué; el análisis de la Unica Contribución de 1770 nada nos dice sobre la situación y titularidad de los grandes arrendatarios de fincas del Clero y de la Casa de Osuna; sólo tres individuos vinculados a las familias que habrían de protagonizar el proceso acumulador figuran en la referida fuente como propietarios de corto patrimonio territorial, pero no así de ganado de labor, lo que permite considerarlos de hecho en aquel momento como grandes arrendatarios (73). El Amillaramiento de 1845 (74), en pleno proceso desamortizador, pone de manifiesto, sin lugar a dudas ya, el carácter (72) Así lo concluye J. Cruz Villalón en op. cit., págs. 282-&5, del análisis del Padrón de Carmona de 1910. (73) José Benjumea, por ejemplo, consta como propietario de una huerta, 2 fgs., 1 cel. de ruedo y 49 1/4 arazadas de olivar y 2,5 de viña; este corto patrimonio territorial contrasta con la posesión de 69 cabezas de vacuno de labor, 21 caballos, 15 asnos, 516 ovejas y 176 cerdos. Pedro Torres Barrera figura como propietario de 33,5 fgs., de tierra de campiña, 9,5 cels, de ruedo y 49 1/4 aranzadas de olivar; junto a estas tierras, 93 cabezas de vacuno de labor, 21 caballos, 16 jumentos y 118 cerdos; Gaspar de la Concha labra en propiedad sólo 49 fgs., de tierra calma de campiña y cuenta, sin embargo, con 28 cabezas de labor, 6 yeguas, 10 asnos y 100 cerdos. (74) El Amillaramiento de 1845, el primero de los confeccionados, tiene el interés de recoger en muchas ocasiones la procedencia de las tierras en propiedad, y el titular de las que se llevan en arrendamiento. Como ponen de manifiesto los ejemplos de Juan Ternero, Benjumea y Vitlalón, la parte de tierras procedente de compras de desamortización es importante. 110 mixto de arrendatarios y de compradores de tierras de estos grades labradores marcheneros; recogemos sólo tres ejemplos, el de Juan Ternero, que en 1860 figura como segundo propietario tras el Duque, el de Antonio María Benjumea y el de Antonio Villalón, los dos residentes en las vecinas poblaciones de Paradas y Puebla de Cazalla, respectivamente, ejemplos que podrían hacerse extensivos a más de una veintena de labradores fuertes. Los beneficos de la explotación y los procedentes de la participación de estos labradores en el mercado de grano, aprovechando coyunturas especialmente favorables, fueron las vías de acúmulación capaces de situarlos en posición favorable para acceder a la oferta de tierras desamortizadas. Más hipotética es la respuesta a porqué en Marchena el proceso se adelante y las compras de tierras desamortizadas vienen a manos fundamentalmente de esta vigorosa burguesía. Parece estar claro que en un núcleo carente de la relevancia de las grandes ciudades campiñesas como Córdoba, Sevilla o, incluso, Ecija, Carmona o Utrera, el peso de los grandes labradores venía siendo de notable envergadura ya desde las postrimerías del siglo XVIII; a ello hay que unir, en el caso de Marchena, el quasi-monopolio ejercido por la Casa de Arcos en lo que a propiedad nobiliaria se refiere, de forma que incluso en 1770 los pocos nobles terratenientes aparecían a gran distancia del Duque, con moderados patrimonios que oscilaban entre las 1.077 fanegas del Marqués de Gelo y las 200 fanegas escasas del Conde de Noblejas; todo se completa con la existencia de una propiedad rústica eclesiástica que, lejos de los que se piensa comúnmente, acaparaba más del 20 por 100 de la superficie municipal, tomando sólo en consideración los patrimonios que superaban los 5.000 reales de riqueza; .relevancia tradicional de los grandes labradores arrendatarios y/o propietarios, propiedad nobiliaria más concentrada y por ello menos generalizada, e importante oferta de tierras del clero pueden ser, entre otros, factores capaces de explicar el temprano afianzamiento de esta auténtica burguesía agraria marchenera. 111 ^ . 0^ ^á á L y ^ ^ Z+ '^ í°i, o q y ^ ^y 4 ld a ^ A ^ w' cv .a cd E" M ppp+ya^^ y a^ y b ^ ^ ^ ,D ^ o ` ld (d _ U _ ^ . ^y ^ v ^ V] ^ . _ _ . ^ ^ ^áá ^z^ é 'O-áv-i> a; °0 ^_ 0 __.__ __._ _ U^ z N G ^ t^. d _M ^ ^v ^ ^ ^ ^ ^ ^ U ^ pq ^f'1 N Ql ^^ d' d^ N•--^ M N O 00 ^ M lp ..-^ w tá v . • ^ -o^ :. ó •L x ^ -o • : .. • 'á o ^ n. o N a^ : •. . • : ^ .• b ^ a^ ^ -o^ ^ E^ ó . • •• `° ^. :: v ° ^ E^ E -^ n 11 ‚ N'. .--i M^ N^^ N N N , ¢ z w Z U a ^^ z^ ^ ^ E ^ ^ á U ^ tl_ w .-" A^ ^ 0 U b W ^ ^ ^ . N ^^ V ld v cy ^ Ua- o ó aw ^I r- ^ i^i ^ V1 A , • w _ .. _ d!-^ . . ó v. ^y w ^ ^ 4 ^ ^ A O ca U ç ú ^ pq Ú^¢ Ñ ^y O „ -v á? L ^ ^1 ^ _ ^ ^ y ^ b C W^ W . L. O^^ ^ y ^ ^O _ O td ^ • ^ cd Z d ^ ^ C 0 íd í^ C _ _ z ;^ U o: r^ a .., w z h aw ^ F+ L1G ^+ ^ ^ M M ^ L ^ .^ v_ Ád ^ ^W ^ v W_ O W za ^ {^ N Ud q ^ Ú ^ ^C . . Z ^i; ^ ^ o ^ ^D a, ^ ,^t ;, • a y O -c V G^ ç o ^_ ^5^ r C r^r ^ \ ^ 3^ ^ ro m o ^ ^ c. i^ ^ ^ f^ . ^i b c. C ^ 6^ ^ty ,0 X V V ^ O td ^ ^;^ v1 ^ M ^ ^' ^ C ^V ç .^.i . V ^ ' ^ rn ^ v, 1^ M ' OO > _ > . o 0 ^^n ^ o o co o ^n n ^ ^ a^ ^n ^ dr e co N ^ oo ^n 1G Q . Q W zz á> áQ ^z ca O 0 . ów ^^ aa OX ^w az a v ^ ^^ -v ^. ^^ ^ WO ^ ^ c a^ . N ^ ^ L ^_ ^ w ^ C" b 113 ¢ z w U ^ a ^, ^ ^ ^ ^ v Ó v C '^ id ^ Ó ^ .^ ^ W ^ ^ ^^^ S or °'^^^ .$^ E'^ Ó ^i y y ^d 6) ^ y `V ' ^, y y ^ . ^y W ^ Q V] w ^ ^ C^ ^ ^ x ^ ^ ^ ^ ' w c~tl A q -p ^ N ^ tV ^ ^Zvv^ ^ o°^ z ^,^C Ó^ A^ y a 67 • °-', ^E i^ 00 a Q a ^ ^ ttt Q ^ .. ld b ‚ 'Q a o U -ñ U U G z^^ ^ ^^ ^ Q ó^y ó^ z °^ aW ^A w O ^a^ y á ' .+ -ó ^ ^ ^ ^ó b aoi ^ Q .• Q .^ ^ ^Eaw^ . ^ N ^^ ^ ^ Q Vi A V h ^.y W O H ^ q Á^ ^ V O W W ^ Q A ^ ^ Q ' .1 . ^ z Áo ^^ aa OX 04 W QI ,^y ^ y ^ Ú ^ °0 w N d' O 1^ 01 M M M . ^ . U ^ y ^ ' '. V y ^ ^. ^ ^ . ^ ld ^ (^ . . . . • . ld . ^ ' . o ^ . k ai : ° ^^ -o : ^ ^E v ^ ^ . ^ ^^ • •^ o • ^ . ñ, . ^ ^ x ^: b . ^ ^ . ó : w •,,, . ^ c. c O Ñ ' ^ ^ ` ^ ^ b . y i+ t.• y ^ ^ . L ^ ' O_ Q ^ ^ ^ ^ ^ ^ e E, E F• ^ N • -O M ^ w ^ . ^ % 114 Q1 M N N ^ : • ^ w 01 a : y • i ^ HE d ^ .^ ^ O ^ O y^,^ N r N r4 C ^ ^ y .a7 7 ^ ^ p .i .' :^ -^ , ^+ ^ ó Q .^ [s. Q-^ ^ Q ;^ ^ ;^ u ^ ^ o ^ -o b ^ V ^ H tE ^ ^^y b td ^ cd O • Ua1UF-^ ^ ¢ V ^ ^ ^ N tE á .^^ ^^ ^ U ^ ^ pp w 00 sh N N N N ... ^--i M ^ ^ . ^^ ^ ^ i L ^ C ^ 0.S L 1w v F ^ó 115 B) Los grandes arrendatarios: propietarios y labradores No nos extendemos en el tema, porque el cuadro 52 es suficientemente elocuente al respecto; conviene recalcar tan sólo dos c^estiones. Por una parte, la frecuente coincidencia de grandes propietarios y grandes arrendatarios, que lleva, en ocasiones, a la existe.ncia de uñidades de producción bajo un mismo empresario'tan extensas como las de Juan Ternero, integrada por 2.903 fanegas y 113 arazadas en propiedad y 1.906 fanegas en arrendámiento, lo que arroja un total de casi 5.000 fanegas, más de la décima parte de la superficie municipal. Por otra parte, uq hecho que no recoge el referido cuadro, pero que tiene indudable interés para comprender el proceso dé ventas que habría de iniciarse apenas un decenio más tarde, derivado de la quiebra definitiva de la Casa de Osuna: la parte m'as importante de las tierras arrendadas, enajanado ya el grueso de las fincas del Clero, procedía del patrimonio territorial^del Duque de Arcos; sus principales arrendatarios eran, por lo general, grandes propietarios también y sus nombres hán de tenerse presentes para relaciánarlos en su momento con el grupo de grandes compradores de las fincas ducales (véase cuadro 53). Por encima de todo, un hecho queda de manifiesto. Lo • grandes labradores marcheneros, a pesar de su afianzamiento como propietarios, no abandonan en casi ningún caso la actividad eriipresarial; son, por tanto, la antítesis de un determinado sect^r de la oligarquía campiñesa que, una vez encumbrados por la propiedad inmobiliaria, adoptan pautas y actitudés de lós terratenientes tradicionales, es decir, el abandono de la explótación y el cambio de la residencia hacia las ciudades andaluzas o hacia Madrid. 116 y N O f3 ^ : ^ ^ ^ ^ . ^ ^ N-. ^-+ O CO M ^ ^ ^ .^.. ° E" O d^ O ^D CO d^ O O^ O ^O O ñ 00 O^ ^ O d' t ^ c0 d' d' 00 cD N ^ M O 01 N Q^ Q1 00 t^ d' d' M 01 d' M .^ , M M d' •-^ -r .--^ ... ..-^ ^ b ^ z W .^ ¢ z w x U V ^ ^ ^ ^ ^y _ ^ ^ ^ ^ ., .,•-, ,^-^ M tD ^ ^ ^ .. .. N .. . ^ M _ ... ^ ^ ^ . t^ ^ N N .-. M .N N^ M 00 M 0 .q - y ^O ^ ^ 01 O n_ I ^ ^_ ^,r,^ I I N I I I I I I I^.^^ ^ ^ ^. ^ ^ó^ ^ ^ ° °ó^^ CO N N ^D N . 01 , N ^i ¢r !-. w A ^ ^ ^ ^ ¢ ^ 4 N ^ ^ y w ^ C] 1^ ^ ^ !^ ¢ A z w x x ¢ ^ w A. z ¢ a ^ ^ o' a G h ' ^ ., ^ N y ^ ^ ^ : ^ : ^ ^ ^ : ^ M^ ^ ^ ^ ^ ^ y,,, ^ ^ n O 1^ O^D _ tD p1 _ _ ^ N 00 ^1 N N 1^ ^ O^ O t^ ^ ^D O M M D> ^^ O O O p1 Q1 01 ^ N ^ d' d' M M N N ri e^i .-. ... .-, ... .-. ... .................... .................... : : : : : ^ :^ : : : : : : :. . :.: . ^ 6^ . . . . E„y ‚ . . . . . .^ . ^ . . ^4 • ó vi p p p L C U ^ U p ^. ta ^ Er p ^ a^ v ^ td C^^ ,^ ^ ' L ' ' O T7 C,.! aNi p7 . . ^ . ^ . . . p . . ^ . . . . A Q . . . _ ^ - :'• ^ ^ ^ . .t^ . . p . C ^ C ^ . .^ O ^ ^ H ' ^i (• ^^ y^ y ƒ ^ ^ r pj ^ ^ 0.1 ^d , p ^ ^ ^4 .ç O. n ro ^ L p^d " ^ cO ^% vi A^ ^ ftS Rf cd vF-^ R: vi O :' ^ > (.• v .^Ó E-' . > y :r ^ ^^ c..p. y 7 p O h ed pp O wa^^°aC Ri ^. p ^^7^ H ^ w.'-,á ^^-^°^ti^^ a: .°_,n: ¢ A r:. w Q-^ti 117 k `^ . ^^ ^ O M .-^ M ^ ^ ^ ^ ^ ^ : ^ Ñ N O 00 01 M N N ^A ^ ^ ^ ^ O .-w t^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ M ^ ^ n ^+ ^ _ d^ N O CO M N N N : . . ' : . : ^ : : . : : . : ^ : ^ ^ . ^ : ' áó ^ 'y^ • N .^.. N ld O c^ ^`nQá, U 4 p L ^ ld 6^ 0 . ^ ^. • Ñ (d ^ (Q ^O ^ [ '^ aá^^. ¢ á .-, 118 ^ ^` ^ s^ i1'f M^ef 00 t^ O O CO N O d^ r+ N^A .^ O O 00 ^G O N d^ O^ d^ d^ t0 00 O O O M d^ N N ^;^^^^^ria;^^^M N M N N^ r+ ^ N N l^ ^ O Q o a^ ai ^ C ai ~ C ti ai ^ (: "^ td ^.^. q a^ 4 ái ^ ^ w^0 .-y fO ,^ á á.^F,FE^E^S.,°^; ^Cj o ^ ^ ^ °' ^ ^ ^ w , ti ^ ^ . ^ ^ Ú w a^i ^ íá R c^d ^^v^i ^ Á y wo4a• ^^^^¢^°,a^w ^f ^ ,^ v ^ _ O^f N u'f O N d^ N 0^ O 01 t^ t0 t0 O M^ OD O O^ t0 O M 0^ 01 00 N^f ^ l^ 01 N l0 M M N ^ ^ : : : : : : : : .^ . : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ^ : : : : : b : : : : . : . : : . ^ ^ : : : : O : : : ú R ^ ^ ^ : . p : : . -p ^ . . . :::::^á^^::: ^ ^ ^ : : ^ C : : . o : . : . . . D ^ ^ U ,,, ^ ^ ^ ^ q C : : ^E b'^ : ^ p°', á -ó-^o ó ^ : ^^> H y q y q^ f^-^ o O o O (y q ,^ 0 0 v f. M f, e0 p 0 o »^^ÚÚÚÚx^w ^^ o 0 0 0 0 0 0 0 0 0 ^a ^a :_ •_ •_ •_ •^ •_ :^ :^ •^ :^ C C {.^ •L 4 L. •ir ^ L f.^ 4 L 0 0 0 o C o 0 0 0 0 0 0 AAUUUUUUUUUU 119 C) La distribución de la pltisvalía como indicador del nivel de evolución del latifundio de Marchena La solidez de la clase de los propietarios-labradores y la pérdida inevitable de terréno por parte de la renta del sueló tienen su reflejo sintético en el esquema distributivo de la plusvalía generada en las grandes fincas marcheneras. El conjunto de las propiedades analizadas, con unos gastos de explotación muy similares a los señalados para el latifuridio cordobés, presentan, por el contrario, una distribución del excedente marcadamente distinta. La renta de la tierra sé apropia del 32,2 por 100 de la plusvalía; el benéficio de los labrádores arrendatarios de un 37;2 por 100, y, por último, el ingreso de los propietarios-labradores, en concepto de renta y beneficio, supone algo más de un 30 por 100; eri definitiva, la cuantía embolsada por los capitalistas agrarios de Marchena supone en 1860 nada méno ^ que el 67,8 por 1OO de1 excedente; compárese e ^e dato •on e140,5 por 100 de Córdoba y la diferencia en el funcionamiento de los dos látifundios quedará más que probada. Las disparidades distributivas de la plusvalía entre la propiedad nobiliaria y la no titulada son también muy expre ^ivas en el término sevillano. El predominio absoluto del arrendamiento de tierras de la Casa de Arcos y de los restantes nobles que le acompañan explica que el con •epto renta-beneficio suponga sólo el 4,4 por 100 del excedente, y que el. grueso de la plusvalía se divida, obviamente, entre renta (43 por 100) y beneficio (52,6 por 100). La situa•ión de lá propiedad no nobiliaria es, en cierto rriodo, la otra cara de la moneda; el:destacado papel de los propietarios labradores tiene como consecuenciá que la partida más voluminosa del excedente vaya a parar a sus manos (un 57 por 100), significando la renta y beneficio de propietario ^ arrendadores y arrendatarios tan sólo un 21,3 por 100 y 21,6 por 100 de la plusvalía generada en éstas fineas; de esa forma el excedente apropiado por los .empresarios agrarios en calidad de renta y beneficio llega riada menos que al 78,6 por 100. 120 U + e ,^ ao oó 00 ,^ ^ ^ ^ y ^ N O ^ ^ ^ ^ t0 t0 N •^ • ^1 N M U ^ ^i ^ -O y ^ a O oG ^ a^ ^ v, ^ ‚ ^ á^ W • /'1 2 F^ ^1 W ^ C b M b • ~ ^1 Q ^ a ^ ^ ^ .^ ^ ^ a w aA z^ o ^; N N M b O d' a^ ^ lD ƒ ^A M ^ . ^ y •^ g A ^ ^ •^ ^ ^C ^ ^ j `^ ^ U W ^ A 0 M W ^ ^ ^ •^ s , ^ ^. x ] A ^^ xa ^^ Qz 0 Q^ z W 1^ 1^1 U a Q . . ^ •w ^ ^ Q ^ ' C ^ • • ^ .4 -ñ u ' ñ. v i°a^ ' ñ. á ^a ó F-^ . ^ 0 á 0 á . : 121 122 Hay, además, una cuestión que diferencia también a la gran propiedad «rentista,^ de Marchena de la de Córdoba, y que puede ayudar a comprender la situación relativamente más favorable de los arrendatarios marchenos, frente a sus colegas cordobeses; me refiero, no ya al distinto montante global del concepto renta en una y otra comarcas por los motivos indicados, sino a la más baja cuantía de la renta de las fincas cedidas en arrendamiento en Marchena y, más concretamente, de las arrendadas por la Casa de Osuna. Somos conscientes de las limitaciones que un Amillaramiento presenta para analizar de forma exhaustiva un tema como éste, pero disponemos también de pruebas complementarias que corroboran el bajo nivel de rentas de la Casa de Arcos en Marchena en los últimos años de su presencia territorial. Así, por ejemplo, mientras que sobre el total de riqueza de las fincas ducales (667.438 reales), la propiedad se apropia «sólo» del 44 por 100 y«cede» a los arrendatarios el 56 por 100 restante, otros titulares nobiliarios mantienen, en el mismo momento, una relación inversa: el Conde de Peñaflor ingresa en concepto de renta el 58 por 100 del ex^edente, quedando al labrador el 42 por 100 de la riqueza. En el conjunto del municipio los propietarios rentistas (nobles y no titulados) perciben el 54 por 100 y los labradores el 46 por 100 de la plusvalía. Pero hay una prueba más concluyente y fiable a la vez; cuando en 1863 se formaliza la escritura de empréstito hipotecario de 90 millones de reales a favor de la Casa Ducal, los tasadores de las fincas hipotecadas constatan el bajo nivel de rentas y marcan unos valores más elevados y adecuados al precio de la tierra (75), similares, por ejemplo, a los que en esa etapa venían cobrándose en Córdoba. (75) La renta de la tierra se estima, por entonces, en torno al 5 por 100 del precio del suelo; así, por ejemplo, la evalúa Hidalgo Tablada en su Manual, para la gran explotación de la finca de Utrera en 1845, y es el mismo criterio que siguen los tasadores para el empréstito hipotecario. 123 A falta de análisis más minuciosos, que hasta el momento se nos han revelado prácticamente imposibles (76), la información recogida permite seguir defendiendo la existencia de un nivel de rentas relativamente moderado en el marco del latifundio de la Casa de Arcos, hecho, por otra parte, comprensible en una Casa minada por las deudas y con una administración escasamente dotada de fuerza económica y moral como para presionar sobre el grupo de poderosos propietarios labradores. Estos, además, parece que optaron por una actitud comtemporizadora y amistosa con la Casa Ducal, intuyendo probablemente el devenir que le aguardaba y las mayores ventajas que, en esas circunstancias, podrían derivarse de una conducta favorable que de cualquier tipo de enfrentamientos; un indicador elocuente, en este sentido, es que en el acto de primera inscripción registral de las fincas ducales en el Registro de la Propiedad de Marchena «... no siéndole fácil (al Duque) hallar los títulos escritos por la involucración en que por su antig^edad ofrecía el Archivo..., declararon como testigos Don Mariano Ternero y Benjumea, Don Manuel Ternero y Montero, Don José Díez de la Cortina» (77). No es coincidencia, evidentemente, que los declarantes fueran arrendatarios, respectivamente, de 3.306, 865, 1.090 y 908 fanegas, en gran parte de tierras ducales, y que ellos mismos o familiares allegados formasen parte, poco después, del grupo de grandes compradores de fincas de la Casa. (76) En los fondos de la Sec., de Osuna del A.H.N., nada hemos hallado hasta la fecha sobre contabilidad o contratos de arrendamiento de las fincas de Marchena en esa etapa. ' (77) Primera inscripción registral de la finca Donadío de los Ojuelos, Registro dé la Propiedad de Marchena, tomo 3, finca 242. EI mismo encabezamiento consta en las inscripciones de las restantes fincas. 124 •o c a H zw Y L1^i ^ M ^ ^ ^ M V ^ ^! ^ N s M . C •.^ b 0 Ú óG xa ^W H w N O M O d^ ^ O Ñ^ CO O ' M d' ^ n N Q1 00 ^ M N d' t^ ^A M ^ ^ b I•-1 ^ O z^ W_ l--^ Vi ^w a Qa a^ aw ^ ^^ tD N.M ^O 01 t0 n N N M M N M d' N M d' ^ y ó ^ ^ ^ _ ^s^ ^ ,^ `^ N^ ^.' ~ ^^ ^ p^h V y ^O a•^^ ti^^ d^ ^f N N Ó O OO t0 Ol N•W d^ N d^ d^ ^., oi c^i d^ •^ •., ^^ci N N 1^ M N N l0 L O ^ ^ td Ú ^ 7 ^ W ^ t0 x G xQ ^^ ^M ^^ b^ tl á v '^ ^ •^ ^ ^^ w o^ zx aF c^ x ^ó o u » L ^ L rn W Q Oá ^ . . . . . ^ . . . . . ^z aw ^ . . . . . ^ w ^ ^a ,.a d Q ^ ;;, ^ •áb €ó w A a ^ ^ • ó U a .D ^ .^ aA ^ p 0. ^^ u ^ Aa ox ^ O ^ ^ ^ u f11 ^ O C ' F, ^ y ^ W ^ A °.° ZA W ^^ o ^: ^^ oo^ooooo0 . . . . . . . . . . . . ^ ::::::::: b w : : ^ : ^ . : : . : : : : : : : : : : : : : : : : : : : •. V ^ 7 M•A ^ ^ ^ ^ . L :::::::•^ ó : : : : : : ••^ :^ Q^ • o :•v•^ ^_á y '•"1 V .^ ^ Ñ ^ y fC ^ ^O 07 ¢ ^.°^C7^o 0 ^ • T^ ^ a ^ b b Ñ ^ Q^-^^ r ^ ^^^xA 125