Fernando Leal Arce: Origen y naturaleza del poder político

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Fernando Leal
Origen y naturaleza del poder político
Summary: This article unifies a hypothesis of
work about the nature and origin of political power and the struggles for his maintenance and
assertion, with the necessity of a crescent process
of humanization of the relation between individuals and collectivities. It goes on with some
considerations about the preoccupations that appear overwhelm at present the nations and the
politicians, and some initial proposals of solution, that conclude in an appeal to the liberty. So
the article culminates with a reflection about the
liberty, that essentially identifies the citizens of a
Republic constituted democratically, as "government of the people, by the people and to the people ", formula that not for known and repeated
has crystallized truly. On the contrary, we can
say that it has go back in the development of his
realization, but that I think a completely des irable and realizable ideal.
Resumen: Esta ponencia unifica una hipótesis
de trabajo acerca de la naturaleza y del origen
del poder político y los esfuerzos por su conservación y afirmación, con la necesidad de un proceso creciente de humanizacián de las relaciones
entre los individuos y las colectividades. Prosigue
con algunas consideraciones sobre las preocupaciones que parecen agobiar actualmente a los
pueblos y los políticos, y con algunas propuestas
iniciales de solución, que concluyen en un llamado a la libertad. Por esto, la ponencia culmina
con una reflexión acerca de la libertad que identifica esencialmente a los ciudadanos de una República constituida democráticamente:
como
"gobierno del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo", fórmula que, no por conocida y repetida, ha cristalizado verdaderamente, y que, por el
contrario, podemos decir que ha retrocedido en el
proceso de su realización, pero que considero un
ideal enteramente deseable y realizable.
Por las consecuencias del desarrollo histórico,
cabe plantear una hipótesis de trabajo acerca de
la naturaleza y el origen del poder, que a lo largo
de múltiples edades ha evolucionado de acuerdo
con las variaciones de los modos de producción y
las relaciones de producción concordantes. Supongo el poder unido a la propiedad del conocimiento y sus aplicaciones, que se dirigen principalmente a la defensa de los bienes materiales de
los más fuertes. El espíritu humano al servicio del
cuerpo humano, pero sobre todo al servicio de los
miembros de la cúpula económico-política, en un
movimiento que cubre a los demás hombres en
proporción directa a su mayor o menor proximidad al epicentro de la cúpula, de modo que el beneficio que dimana de esta proximidad, se diluye
conforme la lejanía es mayor. En proporción inversa, aumenta con esta lejanía la postración y la
miseria de los hombres con respecto a los cuidados materiales que la cúpula irradia. Lo mismo
sucede con la clase de "espiritualidad" que cabe
esperar de un centro de poder esencialmente inhumano, en el mismo grado en que su sensibilidad
con respecto al dolor ajeno disminuye en relación
al empleo de la fuerza que demanda la defensa, el
aumento y la conservación a ultranza de su posición eminente. En otro concepto de "espíritu" y
de "humanidad", la cercanía y sobre todo la pertenencia al epicentro cupular, significa servidumbre y perversión casi absolutas.
La propiedad del conocimiento y sus aplicaciones persigue, pues, en primer lugar la defensa
de la propiedad material de los más fuertes. Supongamos el hacha de piedra más tosca, en manos de una horda fuerte que, por la propiedad de
esta hacha, reduce a las otras hordas que no poseen esta arma. El hacha tiene un doble uso: uno
militar y otro doméstico, pues así como puede
utilizarse para destruir al enemigo, en el hogar de
los guerreros sirve a sus mujeres para destazar las
Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVI (88/89), 453-456,
1998
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piezas de caza y cortar las pieles de vestimenta. A
través de la prehistoria y de la historia y pasando
por las edades que han recibido nombre -pues podemos suponer muchas edades innombradas, en
que algún instrumento de guerra y de trabajo fue
por siglos el preponderante-, tales como "paleolítico", "neolítico", "bronce", "hierro", hasta llegar
a nuestra edad, la Edad Electrónica, el arquetipo
de la conducta humana es cualitativamente el
mismo, aunque las variaciones cuantitativas le
ofrecen dimensiones catastróficas. Ahora, la bomba de cobalto y las otras bombas atómicas son la
base del poder militar, y el uso pacífico de la energía nuclear es el uso doméstico de este inmenso
poder. La producción de armas convencionales
constituyen una industria sumamente importante,
destinada a emplearse en los países menos desarrollados y a la represión de las mayorías tanto en
éstos como en los demás países.
El conocimiento y la tecnología nucleares,
protegen la propiedad económica de la cúpula del
poder internacional, que es la más impenetrable
de todas. Por esto, los científicos y los tecnólogos
no se benefician directamente con el acceso a estas cerradas cúpulas, sino que son sus siervos
mejor retribuidos. Pero los políticos tradicionales, en el instante en que no puedan competir en
la toma de decisiones que afectan la vida pública
en beneficio de la cúpula, son desplazados por
los tecnócratas, por los propietarios del conocimiento y sus aplicaciones. Pero esto no significa
que los tecnólogos y los científicos accederán a
las cúpulas económicas, a menos que una revolución universal, encabezada por los científicos y
los tecnólogos, destruya a las cúpulas y sus aliados y se coloquen ellos mismos en los nuevos
epicentros de poder. Esto, al menos por ahora, es
improbable, porque los científicos y los tecnólogos son los aliados, a sabiendas o no, más incondicionales de los miembros de los poderes centrales. Así ocurre porque es más cómodo usufructuar los privilegios que brinda esta servidumbre,
con la conciencia opaca del mal que se irradia, y
aparentar una conciencia y unas manos limpias,
puesto que las decisiones capitales las toman
otros y también son otros quienes realizan directamente las acciones del mal, el trabajo sucio.
Pero esta conciencia opaca no impide que se tenga la certeza de que el trabajo científico y técnico es el que, a larga distancia por lo general, ha
puesto la mira en el corazón humano y oprimido
el disparador.
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Ningún relativismo ético ha impedido que sea
el propio espíritu del hombre quien, en su más
noble y profunda reflexión, reconozca el bien y
el mal que proceden directamente de su acción, y
ello ha sido así desde que los hombres han adquirido conciencia de sí mismos, y los que "no saben lo que hacen" reciben la demanda del perdón
precisamente porque su ignorancia les ha sido
cultivada por los peores entre los peores. La filosofía y los filósofos no han escapado a este proceder histórico, y los consejos de algunos de los
más eminentes, como es el caso de Platón y de
Aristóteles, se encaminaron a sugerir cómo hacerse del poder y sostenerse en él. Hay, sin embargo, una diferencia entre estos dos, que se repetirá en otros posteriormente: Platón busca el
orden en toda la sociedad, mediante la constitución de una República en que la aristocracia comunista ejerce el mando espiritual y guerrero, los
demás ciudadanos gozan de la propiedad económica y realizan los trabajos que les corresponden, la Ciudad-Estado es autosuficiente, se autoconforma y reafirma su independencia y solidez
frente a las demás Ciudades. La tiranía aristócrata platónica es el producto de una reflexión geométrica pitagórico-euclidiana y su comunismo se
reduce a la parte superior de la pirámide estatal.
En cambio, los consejos aristotélicos son el producto de la observación empírica, el análisis histórico y la reflexión sobre los hechos. Si se comparan las páginas en que Aristóteles aconseja cómo defender el poder, cómo se pierde y cómo se
mantiene, con las apreciaciones de Maquiavelo,
se verá en Aristóteles al gran maestro, en que el
temporalmente
lejano discípulo florentino se
queda corto. Pues, en apariencia, buscando el
justo medio y el equilibrio que mantiene a la Ciudad-Estado alejada de la guerra civil, en realidad
Aristóteles defiende el gran poder aristocrático
imperialista, cuyas fuerzas se extendieron en realidad gracias al ímpetu guerrero de Alejandro
Magno, el díscolo discípulo de Aristóteles. Aquél
se perdió tempranamente, pues no pudo contener
su índole rabiosa, tal como le aconsejaba su
maestro.
Ninguno de estos conductores del género humano, ni otros que les sucedieron, enseñaron la
necesidad de extender la libertad a todos los
hombres, constituyendo una excepción, en la Antigüedad, los sofistas Hippias y Antifonte, quienes concibieron las ideas de igualdad y fraternidad humanas, y Lucio Anneo Séneca, quien se
ORIGEN Y NATURALEZA
designó a sí mismo como "un ciudadano del
Mundo" y concibió a la humanidad formando
una sola gran familia que reúne a todos los hombres, sin distinción de ninguna clase.
Las regiones occidentales de la Tierra, así como aquellas en que prevaleció por siglos el Imperio Bizantino, y allí donde ha subsistido el cristianismo ortodoxo, pudieron haberse beneficiado
de las palabras de Jesucristo, que en cuanto al valor de la libertad han sido insuperables. Pero, por
encima de las sabias palabras del Evangelio, ha
prevalecido en lo que respecta a la libertad -en
mi concepto, el más alto de los valores, a la par
del bien, que constituye su meta-, las confusas
ideas del propio Platón, que restringe la libertad
que otorga el conocimiento filosófico a los magistrados, asimismo propietarios de las armas.
Además, la certeza de la ciencia, fruto del método científico, nacido del desarrollo de la física
clásica en un movimiento moderno de aceptación
y oposición a las ideas clásicas, sustituyó a la reflexión atenta acerca de lo que es el hombre, que
había sido el asunto por antonomasia a que se dirigía la atención de la filosofía desde el gran
maestro Sócrates, por el interés volcado hacia los
procesos naturales. Gracias a Baruch Spinoza y a
Immanuel Kant la filosofía volvió por sus fueros
con respecto al hombre, pero desfigurada por
apreciaciones teológicas desviadas de la sencillez y la pureza del Evangelio.
En nuestra Edad Electrónica, las preocupaciones por la desintegración de los Estados nacionales y la plena conciencia de que "saber es poder",
además de las simplezas que se dicen acerca del
triunfo o del ocaso del capitalismo -que apenas
se encuentra en su aurora- no han permitido centrarse a la filosofía y la ciencia en la cuestión
principal: la ontología humana, que es la reflexión acerca de las posibilidades de engendrar la
libertad universal, en vista de su meta real y verdadera: la institución del bien. Cómo lograr,
mantener y desarrollar una sociedad universal de
hombres libres y buenos: este es el reto incuestionable de los siglos venideros.
***
Antiguamente se oponían los sofistas a los filósofos, principalmente porque los primeros,
muy dados a la retórica, sustentaban sin escrúpulo tesis contrarias, buscando el triunfo en el discurso frente a los jueces. Pero los filósofos no repudiaban la retórica, sino el mal uso de las pala-
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. bras en la defensa de cuestiones que consideraban injustas. Como las palabras eran tenidas en
alto grado, los políticos debían dominar la retórica y responder acerca de sus acciones ante los
jueces en el ¡gora. Los aristócratas menospreciaban a los demagogos, porque su papel dejó de
circunscribirse a guiar la opinión pública y se
convirtió en la defensa de los intereses del partido demócrata, conquistando, mediante el discurso, el voto masivo en pro de estos intereses. En
nuestra Edad Electrónica, la publicidad ejecuta
un papel demagógico análogo, pero no se limita
a la defensa de 10 que tenemos por "democracia",
sino a la de cualquier forma de gobierno que pretenda conquistarse a la mayoría masiva. Los medios de comunicación, cuyo alcance y cuya seducción son cada vez más potentes, no son el poder en sí, pero constituyen un aliado imprescindible de los círculos de poder económico más cerrados y fuertes. Los empleados en estas faenas
se hacen a veces la ilusión de que son ellos por sí
mismos los fuertes e insustituibles, en 10 que se
encuentran de 10 más equivocados, porque, por 10
general, basta un poco de conocimiento y profesión para que cualquiera brinde este servicio a las
cúpulas privilegiadas. Cierto margen de independencia periodística no deja de constituir un riesgo para estas cúpulas, pero se juegan ese ligero
riesgo cuando el periodista es muy profesional y
hombre de principios cercanos a los de la cúpula.
La mejor definición de la real y verdadera democracia es la más conocida y la menos practicada: "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo". Las otras definiciones a menudo son
irónicas y rastreras, como aquello de que "es la
mejor forma de gobierno entre las peores" y frasecitas por el estilo. Pero toda esa palabrería vacua queda sepultada por la gravedad y la solemnidad de las sencillas palabras que brotaron de la
conciencia norteamericana en su mejor momento: "el gobierno del pueblo, por el pueblo y para
el pueblo". Que luego los mercaderes hayan invadido con sus lujos y la venta de cuanto cosa
inservible y hasta nociva se les ocurre, y echado
a perder el organismo de la que sigue siendo la
primera potencia mundial, s610 puede atribuirse
al descuido "del pueblo", que, aunque resulte
paradójico, tiende a convertirse en una masa ignorante -por el empuje de una competencia despiadada que favorece a las élites- y, por tanto,
susceptible de caer en la miseria y los vicios
consiguientes. Es una especie de grande y triste
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FERNANDO
comprobación en el campo de la práctica social,
de lo que el principio de inercia representa en la
termodinámica y la decadencia física en la biología. Pero los hombres contamos con las armas
del espíritu: razón, voluntad, sensibilidad, valentía, para oponemos a la caída en la inhumanidad.
De modo que una reorganización democrática,
basada en el principio de que la democracia es
"el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo", puede fundamentar en verdad y cimentar en realidad, la elevación de una sociedad democrática que se auto gobierne y se ejerza directamente, sin que importe cuán vasto sea el país ni
sus millones de habitantes.
En nuestro país, por doquier se sostiene la tesis de que los gobiernos locales, llamados ayuntamientos, municipalidades y juntas vecinales,
serán los protagonistas de la acción política democrática, que hará salir del atascadero a los
atrofiados y corruptos partidos políticos de todo
signo, que se han merecido la desconfianza de la
masa secularmente engañada y reprimida por éstos, con mayor o menor intensidad, según el acatamiento a la constitución vigente y la fuerza real
de sus leyes: su rapidez, eficacia y justicia -que,
como los partidos, también en buena parte de los
Estados se encuentran en entredicho-. Pero este
poder de los gobiernos locales no pasa de ser otra
ilusión, pues no es sino la fragmentación de un
todo incapaz, que a su incapacidad añade el antivalor de la fragmentación. La fragmentación, en
efecto, implica la desunión, la ausencia de planes
conjuntos y la lucha por mayores cuotas de poder
entre los grupos fragmentados. Esta fragmentación no es ninguna promesa confiable que anuncie un futuro mejor, sino, por el contrario, algo
parecido a lo que, en mayor escala, se ha producido entre los Estados separatistas de la fenecida
LEAL.
URSS y un aparato estatal falto de hegemonía,
que ya ni siquiera desea reunificar lo que una vez
estuvo amarrado por una tiranía de partido y un
liderazgo sumamente poderosos. Como de la
fuerza sólo puede esperarse un poder transitorio
-aunque dure más de un siglo-, será la inteligencia del así llamado "poder invisible" lo que continúe dirigiendo al orbe humano. Por tanto, se
trata de poner de manifiesto las artimañas de este "poder invisible", que como la famosa "mano
invisible" de Adam Smith, no es otra cosa que algo sumamente visible, tan visible que los ojos,
que buscan algo muy intrincado y escondido, no
alcanzan a observar, de tan patente que reluce.
Son las acciones abiertas de los mercaderes, que
siguen comprando y vendiendo todo a como sea
y lo que sea: .el templo con sus dioses adentro o
afuera: todo lo que existe y aun lo que no existe.
Mientras tanto, en los análisis políticos se denota una carencia de perspectivas y de imaginación espeluznantes, junto a un hipócrita mea culpa, la autoacusación aparente del depredador por
acción y por omisión. Éste dice que no sabe qué
hacer con una situación que se le fue de las manos, con un pueblo que se muestra ingobernable,
por las miles de quejas y protestas de los ciudadanos desatendidos: el bamboleo de la democracia
que amenaza desplomarse. Los políticos y sus
partidos -sobre todo cuando gobiernan o cogobieman-, no saben qué hacer con el malestar ciudadano, con lo que no les importó hasta que hubo
de convertirse en una amenaza real a sus mezquinos intereses. Como el mismo político y su partido podrían ser un mercader -en el mejor de los
casos; en el peor, un rufián, un indecente-, entonces'sa preocupación será mayor entre más alejado
esté del poder real, visible y solamente palpable
tras el velo de bombas nucleares que le protege.
Fernando Leal
Profesor Emérito
Universidad de Costa Rica
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