OBLIGACIONES 339 Promesa unilateral: Ahora bien, si el contrato exige para su conclusión el acuerdo entre la oferta y la aceptación, es indudable que la propuesta no aceptada no puede, en principio, producir obligación alguna. Esta promesa conocida en el derecho romano bajo el nombre de pollicittatio, no tenía fuerza obligatoria, sino en los siguientes casos de excepción que recuerdan las fuentes: cuando había sido hecho a favor de una ciudad o municipio, siempre que hubiera un justo motivo (justa causa), como podría serlo un honor concedido por la ciudad, o un principio de ejecución (opus coeptum); cuando hubiere tenido por objeto la consagración de una cosa a los dioses, en cuyo caso recibía el nombre especial de votum. Objeto. Puede definirse el objeto del contrato como el hecho positivo o negativo que debe realizar una de las partes en beneficio de la otra, o las dos partes cuando ambas resultan acreedoras y deudoras, en virtud del contrato; para que se le aceptase como tal debía reunir las siguientes condiciones: • Ser posible. • Lícito. • Determinado o susceptible de serlo. • Presentar un interés para el acreedor. Veamos: • Debía ser física y legalmente posible, entendíase por hecho físicamente posible, aquel cuya realización iba de acuerdo con las leyes de la naturaleza, y, por legalmente imposible, aquel que pudiendo naturalmente realizarse, estaba prohibido por la ley positiva y por físicamente imposible, aquél cuya realización era contraria a las leyes de la naturaleza. La entrega de un hipocentauro o de un esclavo que ya ha muerto, es un hecho físicamente imposible. En cambio, la transmisión de la propiedad de una cosa sagrada es legalmente imposible, porque dichas cosas han sido colocadas por la ley, fuera del comercio (res extra comercium). Cuando el objeto de un contrato era un hecho físico, o legalmente imposible, aquél era nulo. La persona que había pagado el precio del hipocentauro, por ejemplo, podía repetir el pago, es decir, exigir su devolución. Lo que se discute es si tenía o no derecho a indemnización; parece que en los contratos de buena fe, el pretor admitió la indemnización; en los de derecho estricto, no.