NOTAS CLÍNICAS Síndrome de inmunodeficiencia adquirida en el anciano A. Antuña Egocheaga, J. Morís de la Tassa, C. Gutiérrez del Río, F. Estrada Rato y M.L. García-Alcalde Fernández Servicio de Medicina Interna. Hospital de Cabueñes. Gijón. Asturias sida, anciano, demencia Se prese ntan tres casos de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) en pacientes con edad superior a los 60 años, caracterizados por una demora en el diagnóstico, aun ante una clínica sugerente, por la falta de sospecha, con una evolución fatal a corto plazo en todos ellos. Se discute la importancia de la infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y sus características, a esta edad. De los mecanismos de transmisión, el más frecuente es la transfusión. Las manifestaciones clínicas no difieren de las de otras edades; destacan las neurológicas y psiquiátricas como formas de presentación. La evolución suele ser rápidamente progresiva. Se insiste en la necesidad de sospechar una infección por VIH en pacientes ancianos cuando presenten unas manifestaciones típicas de SIDA, o una demencia atípica o rápidamente evolutiva, especialmente si pertenecen a algún grupo de riesgo. Acquired immunodeficiency syndrome in the elderly Three cases of AIDS in patients older than 60 years of age are presented and are characterized by the delay in diagnosis even in the face of suggestive clinical manifestations because of the lack of suspicion leading to fatal short term evolution in all the cases. The importance of HIV infection and its characteristics at this age are discussed. Transfusion is the most frequent method of transmission. The clinical manifestations do not differ from those of other ages with neurological and psychiatric manifestations being significant as a form of presentation. Evolution is usually rapidly progressive. The need to suspect HIV infection is emphasized in elderly patients when presenting typical AIDS pathology or atypical dementia or rapid evolution specially if pertaining to a risk group. Med Clin (Barc) 1992; 98: 461-464 Correspondencia: Dr. J. Morís de la Tassa. Marqués de San Esteban, 25-4º 33206 Gijón. Asturias Manuscrito aceptado el 29-10-1991 La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se ha considerado típica de edades jóvenes de la vida, dada la población que afecta. Los estudios epidemiológicos realizados en España así lo confirman y el 88 % de todos los casos de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) se presentan en pacientes de edad inferior a 39 años1. Pero esta infección, aunque en una proporción mucho menor, también incide sobre personas de edad avanzada2-6. Si con Nguyen et al 3,4 se entiende por SIDA geriátrico el que ocurre en pacientes de más de 60 años, estos enfermos representarían entre el 2,5 y el 5 % del total de casos de SIDA, con perspectivas de un aumento progresivo2,4. Las publicaciones sobre SIDA en edad geriátrica son escasas en España7,8 y nos parece importante el destacar las características de la enfermedad en este colectivo. Se presentan tres pacientes con SIDA en edad geriátrica, que se caracterizaron por una dilación en el diagnóstico, con una evolución rápidamente fatal en todos ellos. Observaciones clínicas Observación 1. 1 Mujer de 60 años de edad, casada, que ingresó en octubre de 1989 por presentar desde dos meses antes un síndrome general acompañado de fiebre y molestias torácicas. De la exploración física reseñar, solamente, unas adenopatías laterocervicales y supraclaviculares. En las pruebas de laboratorio destacaba: hemoglobina 5,6 mmol/l (90 g/l), hematócrito 0,29, VCM 81 fl, leucocitos 1,2 x 109 /l con linfocitos 0,3 x 109 /l y VSG 80 mm. Los estudios de imagen de tórax, la radiología simple y la tomografía computadorizada (TC) pusieron de manifiesto adenopatías mediastínicas. El diagnóstico final fue de tuberculosis ganglionar. Se instauró un tratamiento con rifampicina, hidracida y etambutol a dosis habituales. Tras una evolución inicial favorable, acudió seis meses más tarde por una clínica semejante a la previa acompañada en esta ocasión de disnea. En la exploración presentaba lesiones de candidiasis orofaríngea. Los datos analíticos fueron similares a los del ingreso previo excepto por una hipoxemia de 46,5 mmHg con 461 MEDICINA CLÍNICA VOL. 98. NÚM. 12. 1.992 bacteriológicamente. Tras ser diagnosticado de demencia asociada al SIDA, neumonía por P. carinii e infección por Cryptosporidium, evolucionó desfavorablemente y falleció a los doce meses del comienzo de la sintomatología. Discusión Fig. 1. Distribución porcentual según categorías de transmisión para el total de adultos (< 13 años) y los de más de 60 años, de los casos de síndrome de inmunodeficiencia adquirida declarados en España1. HOMO = prácticas homosexuales masculinas; UDVP = uso de drogas por vía parenteral; HEMD = recepción de hemoderivados; TRANS = recepción de transfusiones sanguíneas; HTRX = transmisión heterosexual; DESC = categoría de transmisión desconocida. pCO 2 31 mmHg y pH 7,46. La determinación de anticuerpos frente a VIH fue positiva por ELISA, inmunofluorescencia indirecta (IFI) y Western-Blot, y el antígeno p24 positivo. La radiología simple de tórax evidenció un patrón intersticial bilateral, y ante la sospecha de una neumonía por Pneumocystis carinii, que no se demostró, se la trató con cotrimoxazol a dosis elevadas, con lo que la evolución fue satisfactoria. Se intentó tratamiento con zidovudina a dosis de 250 mg/12 h, que hubo de suspenderse tempranamente con ocasión de su último ingreso, motivado por un deterioro notable del estado general, siendo la exploración anodina. En las pruebas de laboratorio destacaban linfocitos totales de 0,3 x 109 /l, con CD4 0,021 x 109 /I, CD8 0,11 x 109/I, beta2 microglobulina 305 mmol/l (3,6 µg/ml). Una gasometría arterial puso de manifiesto hipoxemia y una radiografía de tórax un patrón intersticial bilateral. El deterioro fue progresivo a pesar del tratamiento pautado y la paciente falleció a los quince meses de su primer ingreso. El diagnóstico de infección por VIH, sin presentar factor de riesgo alguno, indujo al estudio de su marido, con antecedentes de transfusión sanguínea en octubre de 1985 a raíz de una intervención quirúrgica, en el que se demostró una infección asintomática por VIH. Observación 2. Mujer de 71 años de edad, que ingresó en agosto de 1990 por un síndrome general de tres meses de evolución con disfagia, odinofagia y alteración en el ritmo intestinal. En la exploración no se observaron alteraciones de interés. Los exámenes complementarios pusieron de manifiesto en el hemograma leucocitos 1,8 x 109 /l con linfocitos 0,5 x 109/l y plaquetas 110 x 10 9 /l y el resto de las determinaciones normales. Los estudios endoscópicos y microbiológicos realizados establecieron el diagnóstico de candidiasis esofágica, mejorando con nistatina tópica. Reingresó dos meses más tarde por fiebre elevada y síndrome general. En la exploración clínica destacaban lesiones de muguet oral, una tumoración laterocervical izquierda y una hepatomegalia. Entre 462 las pruebas de laboratorio destacaba: leucocitos 2,1 x 109 /l, con linfocitos totales 0,5 x 109/I, CD4 0,092 x 109 /l y CD8 0,2 x 109 /I, y beta 2-microglobulina 330 mmol/l (3,9 mg/dl). La determinación de anticuerpos frente a VIH fue positiva por ELISA e IFI, así como el antígeno P24. Los estudios bacteriológicos realizados fueron negativos, excepto en heces donde se aislaron quistes de Cryptosporidium, y una punción-aspiración de la adenopatía cervical evidenció bacilos ácido-alcohol resistentes. En una segunda esofagoscopia se objetivaron lesiones de candidiasis. El tratamiento tuberculostático con cuatro fármacos no impidió un empeoramiento gradual, con fallecimiento de la paciente a los tres meses del comienzo de la clínica. La búsqueda de posibles vías de transmisión de la infección resultó infructuosa; no había antecedentes de transfusiones ni otros hábitos de riesgo. El marido había fallecido ocho años antes y, únicamente, refería una relación sexual, doce meses antes del comienzo de la clínica, con una pareja no controlada. Obser vación 3 Observación 3. Varón de 69 años de edad, con antecedentes de laparotomía exploradora seis años antes en la que recibió la transfusión de dos unidades de concentrado de hematíes, que acudió por un síndrome diarreico de 30 días de evolución. En las heces se aislaron quistes de Isospora belli. Fue tratado con tiabendazol, con respuesta favorable. Ingresó cuatro meses más tarde por persistencia de la diarrea y afección del estado general. La exploración física fue normal. Entre los exámenes complementarios destacaban leucocitos 3,5 x 109 /l, linfocitos 1 x 109/l, con CD4 0,123 x 109 /l yCD8 0,648 x 109 /l. El resto de los estudios analíticos y bacteriológicos realizados fue normal. La serología frente a VIH fue positiva mediante ELISA e IFI. Evolutivamente presentó un deterioro de funciones superiores, con persistencia de la diarrea y un cuadro de fiebre, disnea y patrón intersticial pulmonar compatible con neumonía por P. carinii. En heces se aisló Cryptosporidium. Una TC cerebral realizada evidenció atrofia cortical grave y un examen del líquido cefalorraquídeo fue normal, tanto bioquímica como El colectivo de pacientes con SIDA en edad geriátrica presenta unas características que lo diferencian del resto y que conciernen a aspectos epidemiológicos, incluyendo los mecanismos de transmisión, a su presentación clínica y evolución, que procedemos a analizar. En Estados Unidos, el 3 % de los casos de SIDA ocurre en pacientes de más de 60 años6; hay una observación descrita a los 90 años de edad9. En Francia, en 1988, el 5 % de los pacientes de SIDA tenía más de 60 años4. En España, del total de enfermos recogidos en el Registro Nacional de SIDA a 31 de diciembre de 1990, de un total de 7.489, 94 (1,25 %) tenían más de esta edad en el momento del diagnóstico1; las cifras variaban en las diferentes comunidades autónomas, con 1,5 % y 0,75 % para los mismos pacientes en Barcelona10 y Comunidad Autónoma de Madrid11, respectivamente. En nuestro ámbito, de un total de 132 pacientes diagnosticados de SIDA, 8 (6 %) superaban los 60 años12. Pero tanto el fallecimiento del enfermo antes del desarrollo de la enfermedad, como el fracaso diagnóstico, dado su polimorfismo, probablemente eleven el número real de pacientes con infección por VIH en este grupo de edad2,4,13-15. Los mecanismos de transmisión en el SIDA geriátrico son los mismos descritos para el resto de los enfermos de SIDA16, pero con diferente representación; se incrementan notablemente los relacionados con las transfusiones de sangre o hemoderivados3-5, que puede ser la vía de transmisión en más del 50 % de estos pacientes6. Si se comparan ambos grupos según los datos del Registro Nacional de casos de SIDA (fig. 1), en la edad geriátrica el uso de fármacos parenterales como factor de riesgo aparece sólo en un paciente; el mayor tanto por ciento corresponde a los pacientes homosexuales, incluso mayor que en el total de adultos. Si se agrupan los receptores de sangre y hemoderivados, suponen el 38,5 % del SIDA geriátrico, multiplicando por 9 el tanto por ciento del total. Si en este último grupo los hemoderivados como factor de riesgo triplican a los receptores de transfusiones, se observa que este último antecedente es el que se presenta con doble frecuencia en los mayores de 60 años. Sucede igual en otras series y se relacionan, la mayoría de ocasiones, con cirugía previa4. La transmisión heterosexual se recoge en un 7,4 % de los pacientes, tanto por ciento superior al del total; los cam A. ANTUÑA EGOCHEAGA ET AL.- SÍNDROME DE INMUNODEFICIENCIA ADQUIRIDA EN EL ANCIANO bios fisiológicos en la vagina femenina a esta edad y los microtraumatismos durante el coito incrementarían el riesgo de transmisión por este mecanismo17. El incremento porcentual de casos en que se desconoce el factor de riesgo se describe en otras series6,10,12 y podría estar en relación con un rechazo a reconocer ciertos comportamientos sexuales o a que el diagnóstico se hace en estadios agónicos o incluso, en ocasiones, con posterioridad al fallecimiento 6 . Las alteraciones inmunológicas propias de la senectud, con disfunción de los macrófagos y de la inmunidad celular18, podrían aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad entre los infectados por el VIH4,19. La asociación de estas modificaciones en el sistema inmune y el deterioro de la inmunidad celular propio del SIDA pueden tener unos efectos especialmente devastadores en los ancianos con infección por VIH20. El tiempo de latencia entre el momento inicial de la infección por el VIH y la aparición de la clínica es variable3-6, con tiempos medios que oscilan alrededor de los 5 años, pero con grandes valores extremos de hasta 86 meses13,15,21 en casos secundarios a hemoderivados. Presumiblemente de inóculos menores de virus, tal como sucede en la transmisión sexual, se irrogarían tiempos de latencia aún mayores4. El inicio de la clínica en esta edad suele ser insidioso, con manifestaciones atípicas o inespecíficas, adelgazamiento, fiebre persistente3,4,22 , lo que dificulta y retrasa el diagnóstico. Destacan por su frecuencia las alteraciones neurológicas y psiquiátricas2-4,20, ya de por sí usuales en estos pacientes. Al margen de las infecciones oportunistas y tumores del sistema nervioso central, la encefalitis subaguda o complejo demencia asociada al SIDA es la forma de presentación más habitual. El cuadro clínico completo asocia trastornos de funciones superiores, del comportamiento y disfunción motora14,23, que pueden ser una manifestación inicial y única24, y en su evolución presentarse hasta en el 66 % de los pacientes25. Se han hallado lesiones histológicas típicas hasta en el 90 % de las autopsias realizadas, en el 67 % sin evidencia de otra enfermedad asociada, y se ha aislado el VIH del tejido cerebral o del líquido cefalorraquídeo en el 85 % de los casos26. Además se han descrito alteraciones cognoscitivas en más del 50 % de las pruebas neurológicas realizadas a pacientes asintomáticos infectados por el VIH 27 . Otras manifestaciones neurológicas incluyen la mielopatía vacuolar, la neuropatía periférica y los trastornos psiquiátricos20,23,25 y de forma ocasional se refiere la disfunción del sistema nervioso autónomo28-30. Las infecciones oportunistas, presentes en el momento del diagnóstico o a lo largo de la evolución, no difieren de las presentadas en otros grupos de edad 3-5,7,8,31,32. Respecto a su asociación con tumores, están descritos el sarcoma de Kaposi, linfomas, mieloma múltiple y neoplasias sólidas 4,22,33-36 . Los trastornos hematológicos acompañados de trombocitopenia o pancitopenia son formas de presentación que han sido descritas a esta edad4,37. Por su polimorfismo clínico, el SIDA se considera como el prototipo actual de enfermedad simuladora 23 en procesos neurológicos, por lo que se debe incluir en el diagnóstico diferencial de pacientes en edad geriátrica con demencias atípicas o rápidamente evolutivas2,14,23,25, especialmente si existe el antecedente transfusional. Por esta variabilidad clínica, con manifestaciones usuales en este grupo de edad, el diagnóstico suele demorarse3, al igual que en las observaciones descritas, por la falta de sospecha clínica. Todo ello condiciona un peor pronóstico con una supervivencia al año del 5 %3. La mayoría de los pacientes fallece antes de los 5 meses después del diagnóstico4,5. La respuesta a la zidovudina no difiere significativamente de la del resto de la población tratada4,5,7,22. El diagnóstico en los tres pacientes fue tardío, si bien en la segunda paciente la existencia de una candidiasis esofágica debió sugerirlo, y la evolución fue fatal a corto plazo, con una supervivencia media de 10 meses. No se presentaron hechos clínicos notables y, únicamente, destacar los mecanismos de transmisión que, en dos ocasiones, implicaron a las relaciones heterosexuales, ambas en mujeres, y a la transfusión de sangre en el tercero. En la primera paciente, el vector de la infección fue el marido, que permanece en situación de infección asintomática, lo cual sugiere que algunos factores de susceptibilidad personal pueden ser agentes que modifiquen la evolución de la infección. En resumen, se subraya la presentación de esta infección en pacientes geriátricos, eventualidad ya conocida, pero probablemente subestimada por los hechos comentados. El SIDA debe incluirse en el diagnóstico diferencial de todos los ancianos con manifestaciones típicas de esta enfermedad, pero también debe sospecharse ante cualquier paciente con síndrome general o fiebre persistente, manifestaciones neurológicas (demencia), pancitopenias u otras, principalmente si existe el antecedente de un tratamiento previo con hemoderivados. Esta sospecha es necesaria para establecer un diagnóstico temprano e iniciar un tratamiento oportuno que incluya las medidas preventivas necesarias para que se pueda eviar el riesgo de transmisión de la enfermedad. 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