6 REVISTA DEL CENTRO DE LECTCRA VI damas de nobles esciits : mes sent nit, quan tor reposa, l o diable als llábis li posa sos mogrons escorregLirs. J u d i t d e W e l p ja es al clos. N o hi hk e n sa llosa '1 saiit arbre; tant sols la vetlla e n repós de dia u n ángel de marbre. Mes d e nit, quan lo judici ja apar la ternpesta al Iluny, 1' ángel S' acota ab desfici y peis monts sa veu retruny : -Deixóndat, ja es temps, m a esposa.Y e n vá al marbre d e la llosa l o diable hi truca ab l o priny. ANGELGUIKERÁ. 11 Judir de W e l p ha somniat que al front garlanda cenyía ; lo compte 1' ha despertat : -Munta á cabsll, filla mia ; quinz' anys ha fet ta hermosura y Ludovich vol muller; sols d e véuret sa ventura Iligarás á ton valer.Y ja la pols los amaga ; y callar, á rerassaga l o diable hi va d' escuder. J u d i t de W e l p es la flor q u e al ve11 emperant agrada ; avuy al donarli '1 cor, la garlanda li ha donada. Per la má la conduhía dintre '1 palau imperial ; los caballers obren vía fins á la cambra nupcial. C a u despres la nit obscura, y envolt e n negra armadura l o diable veilla al portal. N - IV Judit de W e l p á u n galan dona u n bes q u e la encadena ; á la guerra es 1' einperant ; una llontia '1s enllumena. Diu ella á un Crist enguniosa : -i Trayeume est amor del pit !S' o u e n lo ifam q u e reposa d' u n briimarot l o brunzit. i J a '1 llunr ha mort d ' u n cop d' ala ! y brilla a l fons de la sala 1' esguart del diable enrogit. v Judit de W e l p te al front lo cort y la cleresia : groch Ludovich del afront los Evangelis obría : -3urau aquí q u e sou pura ! q u e son crims eixos mormulls !Si ardida sa boca ho jura, sa destra no, y tanca '1s ulls. Q u e un bras resol 1' ha apartada ; y ha vist a b horror posada 1' urpa del diable en sos fulls. u n o d e los dias de carnaval se habian reunido á comer unos cunntos distinguidos estranjeros en los salones de u n rico literato portugués, q u e no ha ganado su fortuna con la literatura. L o raro y curioso d e este banquete cosmopolita consisiia particularmente e n esa originalidad hault en goirst; como diria Rabelais, por la q u e cada convidado había hecho llevtii. tres botellas de vino de su pais, entendiéndose q u e cada uno procitró q u e fueran del más exquisito de sus mejores \'inas. '. U n convidado griego se había hecho preceder de tres frascos de Chipre, capaces de 11accr bailar de alegría á u n cenobita del monte Arhos; un baniluero espaílol de tres botellas d e vino de Canarias; u n caballero irlandés de tres botellas de vino de Constanza, conservado en tina barrica protegida por otras tres como una ciudadela encierra u n Suerte q u e á su vez contiene una doble línea de miirallas ; u n oficial alemán de tres botellas de vino del Rhin, con tapón de oro, comprad o e n Francfo~-t-sur-Mei~z; un francés de tres botellas d e Larose-Sarget, y de otras tres del famoso En71itnse Ber-giel-, llamado así por su propietario, que, aunque es abogado; no necesita defender su excelente vino. Después q u e se rindieron los honores militares á estos vinos ilustres e n la tierra como los que mas, y á otros muchos n o menos fanrosos, el ducho de la casa mandó traer no tres botellas, sino una sola. (Mas de quevino? Después lo sabremos. ( E r a aquello una botella? N o lo podenros decir e n este momento, Era difícil, e n efecto, determinar desde luego si el objeto en cuestión era una botella. Veíase una masa informe, enlodada, erizada de excrecencias y ennegrecida con ese color de h u m o , propio d e las momias, y como ellas se encontraba varias veces envuelta e n u n li,ennz. Este, con el tiempo se había adherido tan estrechamente a l cuerpo vítreo d e l o q u e era botella 6 parecía ser- E 111 i REVISTA D E L CENTRO DE LECTURA lo, q u e habia imposibilidad de determinar con exactitud la parte q u e correspondía á la botella y la q u e pertenecía al lienzo. U n niíio enibalsama<io e n el reinado de Sesostris, no hubiera parecido mas momificado q u e esta cosa indistinta. J ~ i n t oal cuello, el lienzo, desprendido, ó iiiejor diclio arrancado por un extremo, hacil suponer que anteriormente se habia tratado ya d e destaparla. La envoltura iiotaba triangularmente. ( Por q u e se I i a b i ~ ndetenido e n esto operación? Ibamos sin duda á saberlo. Antes de continuar, debernos advertir q u e los dos criados encargaitos de llevar á la mesa tan extraña sorpresa habian teiiid o el inayor cuiilado e n conducirla d e la bodega al comedor muy despacio para q u e no se inclinase á derecha ó á izquierda d e l a cesta, e n cuyo iondo reposaba muellemente sobre u n lecho de algodon, y en u n o de cuyos lados se habia simulado una especie d e almohada, conio si algún eiifei-m o tuviera q u e reclinarse en ella. i N o hubiera merecido más atenciones una persona de cien años obligada á viajar e n carruaje! Colgaba de la cesta, sosteni~iopor una cinta, un enorme escudo d e cera verde con las armas de Portugal enérgicamente grabadas. L a cinta de color amarillo claro, atravesaba diametraln~ente el sello real terminando en un cuadrado de pergamino cubierto de caractéres manuscritos. Otra cinta más ancha, del iiiis~iiocolor, partiendo de la primera, estaba arrollada varias veces e n el vientre de la botella. De modo q u e estas cosas diversas, por su conjunto y por su enlace, atestigiiahari favorablernente la importancia auténtica de la parte principal, que era la hotella. T Lodos estos accesorios eran muy antiguos, y, sin embargo, se conocía q u e la cesia, el sello de cera verde, las cintas y el pergamino tenian menos edad q u e la botella. Representaban las diversas de u n sarcóijgo m u y posteriorj la époen q u e difLinto de vidrio sido enterrado. La palabra cesta no expresa quizás con exactitud la idea de que] objeto, que no estaba fabricado con minlbres sino con juncos y hierro, siendo su labor tan compacta y unida q u e permiria fijar e n ella una cerradura, tan sólidamente como en madera de Pero la llamamos cesta, á falta de otro nombre. Antes de la comida habia sido abierta sin cuya precaución hubiera sido de temer q u e algún vapor de la bodega se hilbiese exhalado por el comedor con poca satisfacción de los convidados. Cuando cada u n o de ellos h u b o examinado y estudiado iiiinuciosamente esta reiiquia arrancada B las cstacurnbits del pasado, el noble anfitrion portugués dijo á sus convidados: -Esta boteiln,-(que decididamente l o era),- 7 tiene ciento cinco aíios de e d a d ; data de 1755. P ~ i e sentoiices,-repuso el coiividado español, -tiene la edad del terremoto de Lisboa. -La tiene,-dijo el Uueíio,-hasta es un poco mas vieja, porque es de suponer q u e el mismo dia del terremoto, ó alguilos después, los Iiabitantes de Lisboa no se ocuparan en embotellarsu vino. Además-continuó-conozco la historia de esta botella tan perfectamente como la de mis abuelos y quizá mejor. Puede decirse q u e es algo parienta mia, coiiio os lo dcmosrraré si reneis el gusto de escucharme. Esta precaución oratoria era ociosa; hacia más d e media hora q u e los convidados estaban más deseosos de conocer el enigma ofrecido poraquellas paredes ncgruzcas, q u e iie beber el vino contenido e n la botella. ; Habian bebido ya tanto!.. -Ya sabeis, seiiores, q u e un domingo ael a ñ o 1755 fué cuando ocurrió el meinorable terremoto q u e destruyo complerainente la mitad de las casas de Lisboa, más populosa entoiices q u e Iioy, aunq u e cuenta mas de trescieiitos mil habitantes. Este dia, u n o de mis más ilustres asceiidientes, el gran prior d e Lamego, casaba á su sobrina coi1 u n joven oiicial de la marina real, hijo de una familia distinguida. E n los registros recogidos e n el convento d e Belem desp~iésdel desastre, se halló inscrito este n1at.rimonio con una fecha que es precisaniente la de la víspera de la gran coiimocióii subterránea. Ahora bien; los restos de aquel banquete descubiertos en el palacio del gran prior atestiguaban que era el de la boda de su sobrina, celebrado a l dia siguiente de haberse verilicado el iiiatriinonio, y ian fatalinente interrunipiiio por aquella espanrosa ciiiástroie; q u e ocasionó IU muerte á mas de 5o.ooo habitantes, entrelos que se contaban nuestros jóvenes ~iesposados. Kecogióse eiitre los cscombros multitud de Porcelanas del J w o n Y de las Indias, vajilla de plata y varias b o t e l l ~ sde vino que n o se rompieron por haberse hundido sin deterioro e n la arena y el fango. Estos recuerdos d e una union tan tristemente terminada, se repartieron como restos de un naufragio en el fuego entre los parientes de mi rio y de la novia q u e sobrevivieron. Mi familia reunió algunos de ellos conservániiolos piadosanieiite y rrasmitiéndolos á las gelleraciones sucesivas; entre otras cosas: correspolidiéronle las seis botellas de vino de Oporto servidas en la mesa nupcial en el niomento de la catástrofe. Cinco deestas preciosas botellas se han vaciado en varias solemnidades de la familia, com o bautizos, matrimonios y grandes promociones e n el ejército y en la córte. Esta es la botella q u e degeneración en generación me ha correspondido. U n murmullo d e universal admiración acogió esta parte del discurso. 8 REVISTA DEL CENTRO DE LECTGRA -No necesito deciros-continuó el excelente portugués,-que vuestra presencia e n mi casa me ha parecido la mejor ocasion para apurar esta página histórica de mi familia. -;No! i no! i no! Dejadla-exclamaron todos los convidados. Respetemos la Iiistoria. -El más profundo respeto q u e se p u e d e d e mostrar al vino-prosiguió sonriendo el digno port~igués,-es beberlo. ¡Al?! se me olvidaba deciros-contintió,-que la prueba decisiva, incontestable, de q u e esta botella procede del destruido palacio del gran prior de Lamego, mi tio, consiste eii q u e esta especie d e camisa ó coraza q u e le cubre, hecha con telarafias, barro, y ennegrecida por los siglos, está demostrado que es una servilleta. E n esta esquina despijada se distinguen las armas de nuestra familia, y esta prueba me convence tadavía mas q u e la del sello de cera verde, cuyo testimonio no recuso, pero q u e n o confirma el orígen de la botella mas q u e treinta años después del acontecimiento, merced al cual fué salvada y conservada como mnnllmemto histórico. Mirad, señores; hé aquí las armas d e q u e o s ilablo; están bordadas con hilo de oro e n una de las puntas de esta tela hinchada por la humedad y petrificada por el reposo letárgico de q u e la botella ha gozado desde la destrucción de Lisboa, y e n la ciudad misma, de donde la h e mandado traerestos dias con las mas recomendables precauciooes. E s seguro a u e en el momento de la espantosa sacudida de 1755. la botella cayó desde la mesa á las rodillss del gran prior, y se enredó e n s u servilleta, bajando después al fondo del abismo, donde se h a producido lentamente la adherencia q u e estamos viendo. Ahora, senores,-continuó modestamente el descendiente del gran prior d e Lamego, hundiendo el tirabuzón en el cuello-veamos todos j~intos si este venerable Oporto ha degenerado u11 poco menos que el q u e tiene e n este momento el honor d e ofrecéroslo. U n a sola gracia tengo q u e pediros -añadió inclinando el arrugado cuello d e la venerable anciana sobre los bordes cristalinos de cada vaso,-y es, q u e bebais á la memoria de los esposos este vino de Oporto q u e estaba destinado para sus bodas. Guardóse u n silencio grande y expresivo mientras que1 aquel l i c o r ~ l a r o ,fino, u n poco dorado todavía, caia penosamente e n los vasos. Después, cada cual levantó el suyo á la altiira del corazón, repitiendo con gran emoción, estas palabras pronunciadas por el descendiente: i A l a menzol.ia de los jói~eizesesposos! Y sin embargo, los jóvenes esposos hacia ciento cinco años que habian muerto. NOTAS IMPRESIONES T e n mucha paciencia y mucha resignación. Conserva estas dos virtudes como las fundamentales d e la vida. Hazte cargo q u e la ley común es el sufrimiento, El slrf>-iliiiei~ro. S é huinilde, pero n o te dejes humillar por nadie. Anda siempre con la frente alta. el pensamiento sereno y el corazón tranquilo. *. Ejercítate en intentar hacer con la mano izquierda lo q u e haces con la mano derecha. N O sé porque queremos tener una mano ágil y otra torp e ; ;por q u é no h a n de ser ágiles las dos? ' * Al emprender cualquier trabajo obra con plan y con método. Así ganarás tiempo y quitarás las zarzas del camino. . N o ofendas absolutamente á persona alguna; repitamos esta máxima tan importante. Evita cualquiera espresion qtie pueda herir. Maltratar, ridiciiiizar, caliininiar, murmurar, burlarte de alguien, son tareas propias iie gente baja, pero nunca del q u e pretende ser bueno. NOIIEN. w U n a travesía aérea por el Atlántico no tiene nad a de v~ilgar. E l general Beck se dispone á salir de NnevaYork e n un globo hencliido con petróleo, por medio de una enorme lámpara colocada en una especie de cámara compuesta de plancbas de cobre. Levantando ó bajando la mecha de dicho lámpara, el globo se elevará ó bajará á voluntad del aeronauta. Así al méiios lo espera Mr. Reclc. 1)ícese q u e éste se propone aprovechar para cruzar el Océano u n o de esos huracanes d e verriginosa marcha q u e pudiera traerlo a Europa en tres ó cuatro dias. Pero lo q u e al parecer n o se ha previsto es 10 dificciltad q u e el aeronauta esperimentaría á la llegada para salir de la corriente del huracán, ó para saltar e n tierra bajo la intiuencia de n o vietito tempestiioso. Sea como quiera, si el general Beclr realiza su atrevido viaje, habrá inaugurado u n género d e sport e n el q u e de seguro n o ha de hallar muchos competidores.