garbancito - nowordbooks

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Había una vez un padre y una madre que tenían
un hijito tan pequeñito, tan pequeñito, que le
llamaban Garbancito.
Un día, mientras cocinaba, su madre se dio cuenta de
que no tenía azafrán.
Y Garbancito insistió tanto en que quería ir él
a comprarlo, que su madre le dio una moneda y,
cantando y muy contento, el niño se acercó a la
tienda del señor Pepito.
Pero de tan pequeño que era, el tendero no le veía.
Eso sí, cuando vio una moneda que se movía sola, la
cogió y en su lugar puso un sobrecito de azafrán.
«Pachín, pachín, pachín, mucho cuidado con lo que
hacéis.
Pachín, pachín, pachín, a Garbancito no piséis.
Pachín, pachín, pachín, azafrán yo compraré.
Pachín, pachín, pachín, y una moneda me gastaré.»
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Ya con el azafrán, Garbancito salió de nuevo a
la calle y volvió a su casa cantando. Al ver un
sobrecito que cantaba y caminaba solo, ¡la gente
se quedaba pasmada!
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Cuando Garbancito llegó a su casa, su madre
le pidió que le llevase la cesta de la comida a su
padre. Pero a mitad del camino, se puso a llover
y Garbancito se resguardó de la lluvia bajo una
col…
imaginación, creatividad, interrelación
Como que Garbancito no volvía a casa, sus padres
salieron a buscarlo. Gritaban: «¡Garbancito, dónde
estás!», y el niño les oyó y respondió muy fuerte: «En
la barriga del buey, donde no llueve ni me veis!»
Entonces los padres de Garbancito alimentaron al
buey hasta que estuvo tan lleno que se tiró un pedo
¡y el niño salió volando de su barriga!
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…y se quedó dormido. Entonces vino un buey y, ¡ñam!,
se zampó el niño y la col de un solo bocado.
Ilustraciones: © Sergi Càmara
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