2 1 Había una vez un padre y una madre que tenían un hijito tan pequeñito, tan pequeñito, que le llamaban Garbancito. Un día, mientras cocinaba, su madre se dio cuenta de que no tenía azafrán. Y Garbancito insistió tanto en que quería ir él a comprarlo, que su madre le dio una moneda y, cantando y muy contento, el niño se acercó a la tienda del señor Pepito. Pero de tan pequeño que era, el tendero no le veía. Eso sí, cuando vio una moneda que se movía sola, la cogió y en su lugar puso un sobrecito de azafrán. «Pachín, pachín, pachín, mucho cuidado con lo que hacéis. Pachín, pachín, pachín, a Garbancito no piséis. Pachín, pachín, pachín, azafrán yo compraré. Pachín, pachín, pachín, y una moneda me gastaré.» « www.nowordbooks.com 4 Ya con el azafrán, Garbancito salió de nuevo a la calle y volvió a su casa cantando. Al ver un sobrecito que cantaba y caminaba solo, ¡la gente se quedaba pasmada! 5 Cuando Garbancito llegó a su casa, su madre le pidió que le llevase la cesta de la comida a su padre. Pero a mitad del camino, se puso a llover y Garbancito se resguardó de la lluvia bajo una col… imaginación, creatividad, interrelación Como que Garbancito no volvía a casa, sus padres salieron a buscarlo. Gritaban: «¡Garbancito, dónde estás!», y el niño les oyó y respondió muy fuerte: «En la barriga del buey, donde no llueve ni me veis!» Entonces los padres de Garbancito alimentaron al buey hasta que estuvo tan lleno que se tiró un pedo ¡y el niño salió volando de su barriga! 7 « 6 …y se quedó dormido. Entonces vino un buey y, ¡ñam!, se zampó el niño y la col de un solo bocado. Ilustraciones: © Sergi Càmara « G A R B A N C I T O 3