sumario Alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo están infectadas por el virus C de la hepatitis. En España, se estima que entre un 2 y un 3% de la población está afectada de forma crónica por este virus, de características similares al VIH. Al igual que este último, sufre frecuentes mutaciones que implican gran dificultad para la elaboración de una vacuna, por lo que los estudios sugieren tratar la infección por virus C lo más precozmente posible. Hepatitis C y SIDA A infección por el virus C de la hepatitis tiene un alto índice de cronificación. Así, de cada 100 pacientes que adquieren esta infección, 85 quedarán afectados de forma permanente y de ellos el 60-70% desarrollará una hepatitis crónica C. A su vez, el 30% puede acabar sufriendo una cirrosis hepática y, finalmente, un 3-5% desarrollará un cáncer hepático primario. Debido a la alta prevalencia de la infección por el virus C de la hepatitis, la cirrosis provocada por este virus constituye la principal indicación de trasplante hepático y es la causa más frecuente de cáncer de hígado. Habitualmente, la infección por el virus C de la hepatitis cursa de manera silente, sin apenas causar síntomas, de tal forma que la gran mayoría de los pacientes afectados desconocen que lo están. El diagnóstico se realiza frecuentemente de manera casual, al detectarse un aumento de transaminasas en analítica realizada por otro motivo (reconocimientos de empresa, revisiones generales, etc.). L tituyen los pacientes hemofílicos, que están infectados en un 6090% de los casos, los pacientes sometidos a hemodiálisis (infectados entre el 5 y el 40%, según los países) y los pacientes sometidos a trasplantes de órganos. La transmisión sexual, aunque posible, es poco habitual, sobre todo en personas heterosexuales, monógamas, aumentando el riesgo en homosexuales y heterosexuales promiscuos. En este sentido, un reciente estudio italiano publicado en el Journal of Medical Virology demuestra que el riesgo de hepatitis C se duplica para personas con dos parejas sexuales y prácticamente se triplica para personas con tres o más parejas sexuales. La transmisión materno-fetal es muy baja, y se manifiesta predominantemente cuando la madre está, además, por el virus VIH. Hasta 1990, momento en el que se identificó el virus y se pudieron desarrollar técnicas diagnósticas de fácil aplicación, la transfusión sanguínea constituyó un importante mecanismo de transmisión del virus, con una alta cronificación. Vías de transmisión 44 El virus responsable de la hepatitis C se transmite principalmente por vía parenteral, es decir, a través de pinchazos. Por este motivo, la principal población afectada la constituyen los adictos a las drogas por vía intravenosa. Según el Registro Nacional del SIDA, el 80% de los toxicómanos por esta vía padecen hepatitis C. Otros grupos de riesgo lo cons- Situaciones de riesgo de padecer una hepatitis C Las principales situaciones de riesgo de padecer una hepatitis C son las siguientes: – Transfusión sanguínea previa a 1990. En la actualidad este mecanismo de transmisión casi ha desaparecido y puede considerarse anecdótico. – Compartir jeringuillas o uti- lizar jeringuillas usadas, mecanismo frecuente de adquisición en adictos a drogas por vía parenteral. – Tatuajes, acupuntura o pearcing en condiciones en las que no se use material desechable. – Cambio frecuente de pareja sexual. Otras situaciones de posible adquisición del virus, aunque de menor riesgo son: – La convivencia con personas que padecen una hepatitis C. – La inhalación de cocaína. – La actividad profesional en el caso de personal sanitario (médicos, enfermeras, dentistas, personal de limpieza de clínicas y hospitales) o miembros de servicios de emergencia. – Ingreso en instituciones penitenciarias. – De forma excepcional, el virus puede adquirirse en el curso de exploraciones endoscópicas o de intervenciones quirúrgicas importantes, incluida la cesárea. Hepatitis C y SIDA El virus de la hepatitis C y del SIDA comparten como principal vía de transmisión la vía parenteral. El virus C tiene características similares al virus VIH, siendo su estructura muy inestable, sufriendo frecuentes mutaciones que implican gran dificultad para la elaboración de una vacuna. Al igual que el VIH, el virus C se replica a gran velocidad una vez que entra en contacto con las células sanguíneas del huésped, por lo que los estudios sugieren tratar la infección por virus C lo más precozmente posible.