ENCUENTROS EN VERINES 2015 Casona de Verines. Pendueles (Asturias) ¿Se puede editar bien un libro de cómics? ¡Se Puede! Antoni Guiral Quiero hablaros de un tema muy poco tratado en este mundillo. Se trata del proceso que va desde que el autor o autores han terminado su obra, hasta que ésta sale de la imprenta (por tanto, no, no hablaré del cómic digital, aunque casi todo lo que voy a decir pueda aplicarse a ello). Como ha ocupado y ocupa mucho tiempo de mi dedicación profesional, creo que es menester revalorizarlo y detallarlo, ya que se trata de un arte, el arte de editar bien un cómic. Un arte que compete al autor o autores, al editor, al vendedor y al comprador. A todos. Un arte que ejemplifica, también, el respeto que sentimos por la historieta. El formato Dejando de lado zarandajas tales como si de lo que hablamos es de novelas gráficas, álbumes o tomos, ahora y aquí hablaremos de libros de cómics, para entendernos. O sea, de libros encolados o cosidos (no grapados) de a partir de 32 páginas. Lo primero, según la obra que se vaya a editar, es decidir el formato o las medidas del libro. No es un tema baladí. Si lo que vamos a editar es una recopilación de cuadernos o comic books norteamericanos, mejor olvidarse del formato apaisado. En cambio, si la edición es de tiras (sean de prensa como digitales), mejor evitar el formato DIN A-4 y optar por el apaisado. Si la obra original está pensada como una narración larga confeccionada en páginas de dos o tres tiras, mejor optar por un formato más “de novela” (unos 17 x 24 cm). Si el cómic original está pensado a partir de páginas de cuatro tiras o con muchas viñetas, por pura lógica optaremos por un tamaño mayor (unos 24 x 31,5 cm). Si se trata de material de comic books norteamericanos compilado, lo ideal es respetar el formato original (unos 17 x 26 cm). Si es un manga japonés, o bien optamos por imitar el formato original (11,5 x 17,5 cm), o bien lo ampliamos, pero no demasiado (como mucho, 17 x 24 cm). Digamos que, hasta ahora, hemos hablado de formatos más o menos estandarizados. Evidentemente, el formato final depende tanto de la intención del autor o del destino final de la obra marcada 1 por imperativos comerciales o, aún más, de la imprenta. Porque para aprovechar del todo las medidas originales de los papeles es mejor adaptarse a las medidas finales que las artes gráficas indiquen. En todo caso, por favor, no editemos un comic book original a 11,5 x 17,5 cm, o un álbum franco-belga original a 17 x 24 cm. Los mayores de 45 años también tenemos derecho de leer un cómic sin necesidad de una lupa. Siguiendo con el formato, cabe decidir si la edición será más económica (rústica, en tapa blanda) o algo más cara (cartoné, tapa dura y guardas). En el primer caso, se pueden (por elegancia o por incluir más información) añadir las solapas en las cubiertas. En el segundo, hay que tener muy presente que la tapa dura es, sí, más elegante y que permite una mejor conservación del libro, pero que exige también de guardas. Y, claro, el colmo es, además, añadir a la tapa dura unas sobrecubiertas. Todo depende, también, de si queremos dirigirnos a un tipo de lector u otro, o si creemos necesario que la edición cumpla con unos ciertos requisitos más elaborados o nos contentamos con la sencillez. El tipo de papel Básico. Hay importantes editoriales de literatura, ensayo o poesía que, al editar cómics, utilizan el mismo papel que en el resto de sus producciones. Craso error. Lo que suele ocurrir es que el papel “de novelas literarias” suele ser muy fino, y si la obra que se reproduce es en blanco y negro las páginas transparentan. [Ciudad de cristal, de Paul Auster, por Paul Karasik y Dave Mazzucchelli (Panorama de Narrativas, Anagrama).] Si el autor es español, debe de estar también al caso. El tipo de papel ha de saber escogerse según la obra. Básicamente, los papeles utilizados para imprimir cómics son estucados [revestimiento suave superficie más compacta y lisa] o no estucados. Los primeros se pueden dividir a su vez en distintos niveles de brillo: mate, satinado y brillante. Cuanto más brillo, menos adecuado es para contener grandes cantidades de texto. Los reflejos suelen afectar a la legibilidad de textos e imágenes. Son adecuados para reproducción de color y mucho detalle. Los segundos [no estucado] son adecuados para mucho texto. No, en cambio, para la reproducción en color, sobre todo de tonos oscuros, que tienden a perder matiz y contraste. El tipo de papel no estucado offset [papel natural, poroso, que absorbe más la tinta], en cambio, es ideal para imprimir cómics en blanco y negro. Si su gramaje es el ideal, las páginas no transparentan. Probablemente, el compromiso ideal entre calidad de reproducción (sobre todo en color) y legibilidad, sobre todo cuando se combinan imágenes y textos, se da en el papel estucado mate. Luego está el tema del gramaje. Me refiero al peso del papel medido en gramos por metro cuadrado. El gramaje más habitual para papel de 2 oficina es de 80 g/m2. Los gramajes que maneja una imprenta offset plana oscilan desde 80 y 150, aunque pueden llegar hasta más de 350 g/m2. A mayor gramaje, más caro, claro, pero también más idóneo para evitar opacidades, sobre todo al imprimir en blanco y negro. Están también los papeles “de color”, que son grisáceos o ahuesados, pero hay que pensar que los tonos que imprimamos sobre él con las tintas transparentes de imprenta ser verán afectados. Para terminar, un detalle sobre el papel. Pensemos un poquito en términos ecológicos. Hay papeles fabricados con fibras naturales, renovables y reciclables a partir de maderas de bosques que se acogen a un sistema de explotación sostenible. Número de páginas y planillo Por pura lógica técnica, los libros de cómics han de tener un múltiplo de 8 páginas. También se le pueden añadir otras cuatro, pero resulta más caro. En todo caso, el número total de páginas dependerá de varios factores. Del número original de páginas de cómics, claro (el libro no puede tener menos); de las páginas de complemento que necesitemos (portadillas, créditos, textos, extras…) y de la factura de la imprenta. Es muy aconsejable hacer un planillo del libro. O sea, un Excel en el que se indiquen en cuadritos todas las páginas que tendrá el libro y qué va exactamente en cada una de ellas. Es tan fácil que hasta yo sé hacerlo, y es una información añadida que nos ayudará a situarnos en todo momento, tanto al autor como al editor e incluso al impresor. No pongamos más páginas de las que necesitemos (ni menos). Es muy feo ver libros en los que al final hay hasta ocho páginas en blanco. Eso no. Lo dejamos en ocho páginas menos o incluimos información útil para el lector, pero, como mucho, dejemos dos páginas en blanco al final del libro. Hemos de valorar, para confeccionar el planillo: el número de páginas total de cómics. si es necesario separar la historia por capítulos. la portadilla de inicio (título, nombre de autores y editorial; puede haber dos, en una primera se indica sólo el título, luego se deja una página en blanco y, siempre a la derecha, se incluye una segunda portadilla con título, autores y editorial). la página de créditos (que es básica, y que suele estar al principio, pero también puede colocarse al final). si es necesario, un prólogo (no todos lo son, de necesarios, digo). las páginas de complemento o extras; o sea: biografías de los autores (eso siempre, por favor), bocetos, páginas en lápiz, diseños de personajes, páginas descartadas, etc., etc., etc. Eso está bien porque puede ayudar al lector a, digamos, “enriquecerse” con el making of de la obra. El diseño 3 Aunque a veces no lo parezca, es un elemento importante en la confección de un libro de cómics. No se trata sólo de meter x páginas de cómics una detrás de otra, sino de que el “producto” sea elegante, vistoso, humilde si así lo queremos, pero compacto. Por tanto, aunque un libro de cómics sólo tenga cubiertas, una página de portadilla, otra de créditos y 46 páginas de cómics, ese libro debe de ser diseñado por un profesional del medio, que sepa encontrar las tipografías de portada e interior adecuadas, y que sepa disponer todos los elementos de forma ordenada y limpia. La portada es básica. Debe de llamar la atención de una u otra forma, avanzando también el contenido. Hay que escoger muy bien la tipografía, dónde situar el título, el nombre del autor o autores y el logotipo de la editorial (aunque últimamente este suela aparecer en la contraportada). La ilustración de portada dependerá de un diseño previo, en el caso de que sea de producción autóctona, claro, y por tanto ha de estar íntimamente ligada entre el trabajo de un director artístico y el del autor o autores del libro. El lomo no es una tontería; debe contener un mínimo de información (el número del libro si es una colección o serie, el título o títulos, el nombre o nombres de los autores y el logo de la editorial). La contraportada es también importante. Es lo único que ojeará un posible comprador, aparte del contenido (si no está en una bolsita de plástico, claro) y, por lo tanto, debemos ofrecer información básica para que el posible lector sepa qué puede encontrar en su interior. Las páginas de cómics deben estar bien situadas. Siempre ha de haber más distancia entre el lomo y la página que en el lado exterior, y también más distancia en su parte inferior que superior. Se puede foliar o no, eso ya depende de si, por ejemplo, es un libro con muchas páginas y capítulos o secciones (entonces, mejor foliarlo, porque puede tener sumario) o no. Las páginas de textos han de ser legibles a la hora de escoger la tipografía (por Dios, abstenerse de utilizar la Comic Sans), y si hay elementos gráficos han de estar bien dispuestos en las páginas, indicando siempre con un pie la información adecuada a esa imagen. Los textos No hay que asustarse, puede haber textos en los libros de cómics. Imprescindible no es; bueno, sí, hay tres cosas básicas: la portadilla, los créditos y, por favor, la biografía o biografías del autor o autores. La información básica de los créditos, por cierto, es: el título de la obra (si es extranjera, también el original). el nombre de autor o autores. el correspondiente copyright (de los autores y/o de la editorial). el nombre de la editorial que lo publica y su dirección, e-mail, Facebook, twitter y página web. la fecha de la primera edición (y de las siguientes, si las hubiera). 4 el ISBN, el depósito legal y el nombre de la imprenta. el nombre del traductor y del rotulista si fuera una obra extranjera o estuviera rotulada por una persona que no fuese el autor. el nombre del colorista si fuese distinto del autor o autores. De prólogo y/o epílogo puede haber o no. Pero si los hay, han de tener sentido y aportar algo. También puede haber un dossier con datos de la obra, para situar al lector, sobre todo si esta es de origen extranjero. Y, por supuesto, algún tipo de extras, como bocetos en lápiz y/o color, páginas inacabadas o descartadas o bocetos preliminares de la diagramación de algunas páginas. Son elementos que complementan a la perfección el entorno de la obra. La traducción (si fuera menester) y la rotulación Si la obra original es de origen foráneo, tiene que haber por supuesto una traducción. O sea, hay que contactar con un traductor profesional. La traducción, la buena traducción (aunque sea “traición”, como asegura el viejo adagio italiano) es básica. La traducción es, además, compleja. Porque tiene que adaptarse al tamaño de los cajetines o bocadillos, porque tiene que entenderse, y porque ha de estar bien escrita en español (catalán, euskera o gallego). Por tanto, como decía, es importante que la haga un buen traductor profesional, experto en traducir cómics a ser posible, y que sea revisada hasta la saciedad por el editor. Por supuesto, está también la rotulación. Todo cómic, a no ser que sea mudo, ha de estar rotulado. Y ahí, amigos míos, entramos en uno de los aspectos más maltratados de la industria de los cómics en España en estos últimos años. Sea la rotulación del autor o ajena, ha de respetar unos mínimos, que pasan inevitablemente por entender que rotular es un complemento del dibujo y que la letra ha de ser legible. O sea, que no vale cualquier tipografía. Se rotule a mano o “a máquina”, hay que escoger una tipografía adecuada al estilo de dibujo. Si el cómic es foráneo, no tiene por qué parecerse a la original, ya que tampoco en el extranjero tienen demasiadas luces con este tema. En demasiadas ocasiones, se escogen tipografías estandarizadas que suelen encontrarse gratis por Internet. Pero no. La tipografía ha de estar adaptada al grafismo de la historieta. O sea, que a veces hay que crearla de cero; en otras, se puede adaptar la que envíe el editor extranjero si es conveniente; también es factible realizarla a partir de un abecedario completo (con todos los símbolos añadidos) realizado por el historietista. Pero siempre, SIEMPRE, ha de ser un “compañero” del dibujo. El problema, eso sí, está en los mangas. Como originalmente no disfrutan de tipografías personalizadas, se suele optar por una estandarizada. Pero 5 también en este caso se puede, y se debe, buscar la tipografía adecuada al grafismo del autor. Y, no hace falta decirlo, la rotulación ha de estar realizada por un rotulista profesional. Aunque a alguien se lo pueda parecer, la rotulación “mecánica” es un arte que comporta muchos matices, matices que pueden ayudar o entorpecer la lectura de una historieta. La corrección Todo, absolutamente todo lo que aparece en un libro de cómics ha de pasar por corrección. Desde las cubiertas a los textos interiores, y por supuesto los diálogos y textos de las páginas de cómics. Y no vale el corrector de Google. Esa labor ha de estar realizada por un experto, un profesional en la materia. Por respeto hacia nosotros mismos, al autor y al lector. El PDF [Vigilar tema textos en negro en bocadillos, pueden quedar en color y hacer sombras con el color, sólo b/n] A día de hoy, se envía un PDF cerrado a la imprenta para la impresión del libro. Ese PDF ha de estar realizado, controlado y revisado por el diseñador gráfico o por un experto en la materia. No es tarea baladí, al contrario. Un PDF es el libro, o sea que cualquier error puede pagarse muy caro en el resultado final del mismo. Por tanto, y aunque sea un documento cerrado, es mejor añadir una maqueta del libro hecha con copias, para que el impresor (y el editor y el autor, que debería hacerlo siempre que sea posible) pueda revisar el orden correcto de todas las páginas. Luego vienen las pruebas de imprenta o plotters, una especie de copia del libro impresa en papel más vasto. Pruebas que deben revisarse hasta la saciedad, ya que son el último paso antes de lo impreso sea inevitable. Deberían de revisarlas tanto el editor como el autor (si es factible). No, no es fácil editar bien libros de cómics. Pero es perfectamente factible. Antoni Guiral 6