XXII domingo del Tiempo Ordinario • AÑO / C • Lc 14, 1.7-14 ● Primera lectura ● Eclt 3,617-18.20.28-29 ● “Hazte pequeño y ● Segunda lectura ● Hb 12, 18-19.22-24a ● “Os habéis acercaalcanzarás el favor de Dios”. do al monte Sión, ciudad del Dios vivo”. ● Salmo responsorial ● Sal 67 ● “Preparaste, oh dios, casas ● Evangelio ● Lc 14, 1.7-14 ● “El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. para los pobres”. Lucas 14, 1.7-14 1 Un sábado fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos; éstos lo estaban acechando. 7 Jesús, al observar que los invitados escogían los primeros puestos, les dijo esta parábola: «Cuando alguien te invite a una boda, 8 no te pongas en el primer asiento, no sea que haya otro invitado más honorable que tú, 9 venga el que te invitó y te diga: Cede el sitio a éste, y entonces tengas que ir avergonzado a ocupar el último puesto. 10 Por el contrario, cuando seas invitado, ponte en el último puesto, y así, cuando venga el que te invitó, te dirá: Amigo, sube más arriba. Entonces te verás honrado ante todos los comensales. 11 Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado». 12 Dijo también al que le había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez y ya quedas pagado. 13 Cuando des un banquete invita a los pobres, a los inválidos, a los cojos, a los ciegos; 14 entonces serás dichoso porque ellos no pueden pagarte, y recibirás tu recompensa en la resurrección de los justos». Para situar el Evangelio (Lc 13,10-17) encontramos veces antes (Lc 7,36 y Lc ● Los fariseos observan a una escena muy parecida. 11,37). Jesús (1) y Jesús también Entonces el evangelista aca- ● Entre el v.1 y el v.24 de eslos observa a ellos (7). Entre ba diciendo: “Todos sus ad- te capítulo 14, Lucas une estos dos versículos, están versarios quedaron aver- varios fragmentos que tielos versículos 2-6 que la li- gonzados”. La gente, en nen en común el tema del turgia se salta (Lc 14,2-6), en cambio, se alegraba de to- banquete (vv. 7-11.12-14.15.16 los cuales se nos dice que dos los prodigios que hacía -24). Jesús, “observado por los (Lc 13,17). Esta situación, sin ellos” (1), se decide a curar duda, provoca que ahora los ● Concentrándonos en la esun hombre. Lo hace desca- adversarios “le observen” cena de hoy (7-14), Jesús tiene una enseñanza a radamente, por iniciativa detalladamente (1). propia, preguntando los ● Que Jesús comiera a casa propósito del que hacen los concurrentes si es permitido de un fariseo que lo invitan, invitados (8-11) y otro a o no de curar en sábado (Lc lo hemos encontrado otras propósito de quien invita (12 -14). 14,3). En el capítulo anterior Notas para fijarnos en el Evangelio A partir de lo que observa en los invitados (7), Jesús nos enseña que en el banquete del Reino, nadie ha de buscar el lugar. Al contrario, todo el mundo tiene que disponer a recibir el lugar de parte de quien le ha invitado, Dios mismo, que tiene un lugar “de honor” (10) para cada uno, para cada una. Más adelante Jesús criticará el deseo que tienen los maestros de la Ley de ocupar los primeros lugares en los banquetes: alerta contra los maestros de la Ley. Les gusta de pasearse con largas vestiduras, buscan que la gente los salude a las plazas y que los hagan ocupar los asientos de honor en las sinagogas y los primeros lugares en los banquetes (Lc 20,46). Y, pensando en quien les ha invitado a casa (12-14), la enseñanza de Jesús para todo el mundo es que en el banquete del Reino los primeros invitados –si es que hay un orden– son los “pobres, inválidos, cojos y ciegos” (13), es decir, quienes no puedan dar nada a cambio (14). Es una auténtica Buena Noticia. Los dos puntos nos hacen pensar en la características del Reino cantadas por Maria en el Magníficat, a comienzos del Evangelio: Ha desplegado la fuerza de su brazo, / ha destruido los planes de los soberbios, / ha derribado a los poderosos de sus tronos / y ha encumbrado a los humildes; / ha colmado de bienes a los hambrientos / y despedido a los ricos / con las manos vacías. (Lc 1,51-53). Característica recordada por Jesús aquí: “Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.” (11), y más adelante, habiendo propuesto la parábola del fariseo y el cobrador de impuestos, acaba diciendo que este bajó perdonado a su casa, y no así el otro (Lc 18,14). De esto podamos extraer que si de verdad deseamos y esperamos este Reino de Dios que Jesús anuncia y hace presente, hace falta que lo vivamos ya ahora y aquí. Hace falta que en la vida de este mundo aplicamos como criterio aquello que es característico del Reino. Dicho de otro modo, a menudo preferimos quedar “pagados” (12) de manera inmediata, construyendo nuestros propios “reinos” y no nos percatamos de que estamos optando: teniendo el Reino en las manos, es decir, la posibilidad de abrirnos a los que no nos dan nada —“no pueden pagarte” (14)—, lo rechazamos y nos elegimos a nosotros mismos, nos hacemos “reyezuelos” del mundo que nos montamos. ‘Y eso nos puede pasar en todos los niveles, también montándonos una Iglesia a medida, un movimiento a medida, un grupo o una comunidad a medida.., donde podamos tener “los primeros puestos” (7) o bien donde podamos invitar a los que nos pagarán con la misma moneda o, en cualquier caso, siempre nos darán la razón (12). Y es que la única “paga” (14) que puede interesar de veras sólo la recibiremos si estamos abiertos, si no nos hemos llenado antes con otras “pagas” (12).En definitiva, estamos invitados a ser generosos, a poner tos bienes de todas clases al servicio de los más pobres antes que buscar el beneficio personal. Lleva a vivir así la misma dinámica que nos hace amar a los enemigos (Lc 6,32-34). Ni lo uno ni lo otro se entienden si no es desde la convicción de que el Reino de Dios está en medio de nosotros (Lc 11,20; 17,21) y que la única “paga” (14) que merece la pena es la que no ganaremos porque nos es dada como regalo: la vida con el Resucitado comiendo en el banquete del Reino de Dios (Lc 14.15). La Eucaristía es el sacramento de este Reino. Jesús no considera que hacer la opción por el Reino sea una cosa aburrida. Al contrario, está convencido de que es fuente de una felicidad inmensa, y lo dice con una bienaventuranza: “Dichoso tú” (14). ¿Y si lo probamos? “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-C) José María Romaguera Colección Emaús Centro de Pastoral Litúrgica Leo el texto. Después contemplo y subrayo. Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. para poner las cosas en su sitio. No por apariencia, no por estrategia, Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado. Jesús se hizo segundo, tercero... último, Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor Me fijo en qué actitudes y prácticas de mi vida he sido “felicitado” por Jesús a través de estas palabras. Y en qué actitudes y prácticas descubro que tengo que cambiar. Pienso en los colectivos a los que pertenezco, en qué prácticas quedan “felicitados” y en cuáles cuestionados. no por interés. Quemó las naves por las personas, sin esperar nada a cambio. A los segundos, los hizo primeros, a los últimos les aseguró el primer lugar. Sentó en los primeros puestos a quienes estaban despojados de dignidad y de oportunidades. Y, además, nos lo recordó y nos lo recuerda: no ambicionéis los mejores puestos, Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? A mi alrededor hay personas que aplican a su vida, lo que creen y esperan del Reino de Dios. Son testimonios para mí. Tomo conciencia de ello y doy gracias al Padre. que no sea así entre vosotros, poneos a lavar los pies... Parece que aún no nos sabemos bien la lección. Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso. Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... Los primeros asientos aún se cotizan caros. También en la Iglesia. ¡Cuánto nos queda por aprender! Santiago Aparicio rtantes” o p im e s o s i “De los prec VER E l padre de una amiga, cuando asistía con su familia algún acontecimiento social o cultural, al ver cómo la gente se apresuraba a ocupar un buen sitio, solía decir con sorna a sus hijos: “No os preocupéis: primero que entren «los precisos», luego «los importantes» y después ya entraremos nosotros”. Muchas personas, cuando van a algún espectáculo o acontecimiento, se agobian “para coger buen sitio”, hay carreras, empujones… algunas buscan “colarse” de un modo más o menos descarado, se producen enfados… Cada uno piensa que “yo tengo todo el derecho a estar en el mejor sitio”, cada uno piensa que es «de los precisos e importantes» y por ello no se duda en pasar (literalmente) por encima de los demás, porque “¡cómo vamos a quedarnos en el último lugar!” JUZGAR ACTUAR n este Año de la Fe, el Papa Benedicto XVI, en Porta fidei (6), hacía referencia al testimonio ofrecido por la vida de los creyentes, indicando que la fe (…) se convierte en un nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida del hombre. Por eso, un buen testimonio de nuestra fe en Cristo es mostrar esos nuevos criterios de pensamiento y acción en situaciones tan cotidianas como nuestra participación en acontecimientos sociales o culturales, o en cualquier tipo de grupo o colectivo, en la vida diaria, no creyéndonos «de los precisos e importantes» sino actuando como lo que en verdad somos: cristianos. uál es mi actitud cuando participo en algún acontecimiento social o cultural, o en algún grupo o asociación al que pertenezco? ¿Quiero estar en el mejor sitio por encima de todo, he sido de los que corren, empujan, se cuelan…? ¿En alguna ocasión me he creído que soy «de los precisos e importantes»? ¿Quiero figurar, que “se sepa y note” que estoy ahí? ¿Mi comportamiento en las circunstancias cotidianas refleja ese nuevo criterio de pensamiento y de acción que cambia toda la vida al que se refería el Papa Benedicto XVI y que se debe a la fe en Cristo? ¿Suelo proceder con humildad en mis asuntos? ¿Tengo presente el ejemplo de Jesús, que se despojó de su rango? E De hecho, en el Evangelio Jesús nos ha presentado un caso similar y muy cercano a nosotros: Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal… Al revés, cuando te conviden, ve a sentarte en el último puesto. Jesús nos propone llevar a la práctica nuestra fe, en situaciones cotidianas y de modo visible, mostrando ante los demás otra manera de comportarnos, sin pretender ser «de los precisos e importantes». Un buen testimonio de fe es adquirir y mostrar verdadera humildad, como hemos escuchado en la 1ª lectura: en tus asuntos procede con humildad… Hazte pequeño en las grandezas humanas… Y esto con normalidad, sin falsa modestia y sin caer tampoco en el error de pensar “soy más humilde que nadie”, recordando que todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Nuestro comportamiento, por tanto, ha de reflejar la fe que tenemos en Cristo, y que nos comportamos así no porque tengamos especiales cualidades o porque pretendamos ser más buenos que otros, sino porque nos hemos acercado al Mediador de la nueva alianza, Jesús, como decía la 2ª lectura, y Él no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos (cfr. Flp 2, 6-7), y como cristianos no podemos menos que seguir su ejemplo. ¿C El Papa Benedicto XVI, en Porta fidei (14), dice: [la fe] nos compromete a cada uno a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo. En nuestro mundo, en el que tantas veces caemos en el error de creernos «de los precisos e importantes», en el que tan a menudo se nos quiere hacer creer que “o pisas o serás pisado”, en el que se empuja a “triunfar” a toda costa pasando por encima de quien sea y recurriendo a cualquier medio, nosotros creyentes, en las circunstancias cotidianas y normales de la vida social, debemos empezar a ser esos signos vivos de la presencia de Cristo resucitado en el mundo, viviendo nuestros asuntos desde la verdadera humildad, como Cristo la vivió, sin agobiarnos, con la confianza puesta en sus palabras: todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido.