AMPARO DIRECTO EN REVISIÓN 1335/2016 QUEJOSO: ***********. En atención a lo dispuesto por el artículo 73, segundo párrafo, de la Ley de Amparo, así como la jurisprudencia 53/2014 de rubro: “PROYECTOS DE RESOLUCIÓN DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN Y DE LOS TRIBUNALES COLEGIADOS DE CIRCUITO. SÓLO DEBEN PUBLICARSE AQUELLOS EN LOS QUE SE ANALICE LA CONSTITUCIONALIDAD O LA CONVENCIONALIDAD DE UNA NORMA GENERAL, O BIEN, SE REALICE LA INTERPRETACIÓN DIRECTA DE UN PRECEPTO CONSTITUCIONAL O DE UN TRATADO INTERNACIONAL EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS”. A continuación se hace público el fragmento del proyecto de sentencia en el cual se realiza el estudio de constitucionalidad respectivo 41. Primera cuestión: ¿Realmente el artículo 235 del Código Federal de Procedimientos Penales vulnera el derecho humano a la igualdad procesal al eximir a los peritos oficiales de ratificar sus dictámenes y obligar a los de las demás partes del juicio a hacerlo? 42. A juicio de esta Primera Sala la respuesta a la interrogante que nos ocupa debe ser en sentido afirmativo; pues si bien —como ya fue señalado— el ahora recurrente en sus agravios no combatió expresamente las consideraciones del Tribunal Colegiado respecto a la constitucionalidad del artículo 235 del Código Federal de Procedimientos Penales, aunque sí lo combatió en su demanda de amparo, por lo que esta Primera Sala, como ya se indicó, en suplencia de la queja deficiente prevista en el artículo 79, fracción III, inciso a), de la Ley de Amparo, analizará dichas cuestiones. 43. El Tribunal Colegiado equivocadamente al dar contestación al respectivo concepto de violación consideró que la tesis aislada 1ª LXIV/2015 (10ª.), cuyo rubro es: “DICTÁMENES PERICIALES. EL ARTÍCULO 235 DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES, AL EXIMIR A LOS PERITOS OFICIALES DE RATIFICARLOS VULNERA EL DERECHO FUNDAMENTAL DE IGUALDAD PROCESAL”, no era aplicable al caso porque su observancia no era obligatoria por ser un criterio aislado y porque no era posible su aplicación retroactiva. 44. Esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que si bien para los Tribunales Judiciales del País un criterio aislado de este Alto Tribunal no les es obligatoria su aplicación a un caso concreto y por tanto pueden o no aplicarlo para hacer suyas las consideraciones que ahí se sostengan, lo cierto es que ello no puede justificarse bajo un argumento de aplicación retroactiva del mismo, toda vez que la aplicación retroactiva en perjuicio de persona alguna es exclusivo de la jurisprudencia, en términos del artículo 217 de la Ley de Amparo. 45. En ese sentido, se determina que el artículo 235 del Código Federal de Procedimientos Penales es violatorio del principio de igualdad procesal, en términos de la interpretación que de este último ha sustentado esta Sala en relación con la ratificación de dictámenes periciales por parte de peritos oficiales, como a continuación se expone: 46. El artículo 20, apartado A, fracción V, de la Constitución Federal, antes de la reforma de dos mil ocho, a la letra dice: “Artículo 20. En todo proceso de orden penal, el inculpado, la víctima o el ofendido, tendrán las siguientes garantías: A. Del inculpado: […] V. Se le recibirán los testigos y demás pruebas que ofrezca, concediéndosele el tiempo que la ley estime necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia de las personas cuyo testimonio solicite, siempre que se encuentren en el lugar del proceso. […]”. 47. En relación al principio de igualdad procesal, esta Primera Sala ha señalado que en el proceso penal el equilibrio de los sujetos procesales es de suma importancia, pues deben concedérseles iguales condiciones de manera que ninguno quede en estado de indefensión; y si bien es cierto que este principio no está previsto expresamente Procedimientos en algún Penales, precepto también del lo es, Código que Federal se de consigna implícitamente en su artículo 206, en cuanto prevé que todo aquello que se ofrezca como prueba, debe admitirse, siempre y cuando sea conducente y no sea contrario a derecho, a juicio del juez o del tribunal. 48. Lo anterior se relaciona con el citado artículo 20, apartado A, fracción V1 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su texto anterior a la reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el dieciocho de junio de dos mil ocho, lo que significa que los medios probatorios ofrecidos por ambas partes procesales deben valorarse con el mismo estándar o idénticas exigencias de juicio para generar convicción. 49. Así, cuando la información que brinda un medio probatorio es imprecisa, parcial o genera duda porque adolece de claridad y da lugar a que el juzgador le reste valor, no es válido que tal estándar sólo aplique para una de las partes, pues el mérito o valor de convicción del medio probatorio está sujeto a la libre apreciación del juez, pero es inadmisible que los medios de prueba de la misma índole –ofrecidos por ambas partes– tengan un estándar de valoración distinto, según se trate del actor o del demandado, del órgano ministerial o del acusado, pues ello atentaría contra los derechos de justicia imparcial, de equidad procesal y de correcta fundamentación y motivación. 50. Cabe destacar que el principio de igualdad procesal se encuentra establecido, entre otros, de forma expresa en el artículo 20, apartado A, fracción V, de la Constitución Federal, a partir de la citada reforma constitucional, para efectos del sistema procesal acusatorio. El anterior criterio de igualdad procesal se sustentó en la tesis de jurisprudencia “Artículo 20. En todo proceso de orden penal, el inculpado, la víctima o el ofendido, tendrán las siguientes garantías: A. Del inculpado: […] V. Se le recibirán los testigos y demás pruebas que ofrezca, concediéndosele el tiempo que la ley estime necesario al efecto y auxiliándosele para obtener la comparecencia de las personas cuyo testimonio solicite, siempre que se encuentren en el lugar del proceso. […]”. 1 1a./J. 141/2011 (9a.), emitida por esta Primera Sala con el rubro: “PRINCIPIO DE IGUALDAD EN EL PROCESO PENAL. SU ALCANCE”.2 51. Ahora bien, el artículo impugnado establece: Artículo 235. Los peritos emitirán su dictamen por escrito y lo ratificarán en diligencia especial. Los peritos oficiales no necesitarán ratificar sus dictámenes, sino cuando el funcionario que practique las diligencias lo estime necesario. En esta diligencia el juez y las partes podrán formular preguntas a los peritos. 52. De esta manera, esta Primera Sala estima que el artículo impugnado trasgrede el principio de igualdad procesal al eximir a los peritos oficiales de ratificar los dictámenes que emitan. 53. Al respecto, debe atenderse a las consideraciones sustentadas por esta Primera Sala al resolver la CT-2/2004-PS, en la que se determinó que los dictámenes periciales tengan validez deben ser ratificados por quienes los emitan, incluso por los peritos oficiales, ello bajo el análisis de la legislación procesal penal del Estado de Tlaxcala. Criterio que se atiende sin importar que el artículo impugnado sea materia federal ya que establece un criterio relacionado con el que nos ocupa. 54. En la ejecutoria de la contradicción de tesis citada, esta Primera Sala consideró que la intervención de peritos tiene lugar, siempre que en un procedimiento judicial se presenten ciertas cuestiones importantes, cuya solución -para poder producir convencimiento en el ánimo del 2 Tesis jurisprudencial 1a./J. 141/2011 (9a.), Décima Época, Registro: 160513, Instancia: Primera Sala, Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Libro III, Diciembre de 2011, Tomo 3, Materia(s): Constitucional, Página: 2103. juez-, requiere el examen de hombres provistos de aptitud y de conocimientos facultativos especiales. Así, la intervención de estos es necesaria cuando se trata de investigar la existencia de ciertos hechos, cuya averiguación exige conocimientos técnicos especiales. 55. El Diccionario Jurídico Mexicano refiere que “recibe el nombre de peritaje el examen de personas hechos u objetos, realizado por un experto en alguna ciencia, técnica o arte, con el objeto de ilustrar al juez o magistrado que conoce de una causa civil, criminal, mercantil o de trabajo, sobre cuestiones que por su naturaleza requieran de conocimientos especializados que sean del dominio cultural de tales expertos cuya opinión resulte necesaria en la resolución de una controversia jurídica. Medio de prueba mediante el cual una persona competente atraída al proceso, lleva a cabo una investigación respecto de alguna materia o asunto que forme parte de un juicio a efecto de que el Tribunal tenga conocimiento del mismo se encuentre en posibilidad de resolver sobre los propósitos perseguidos por las partes en conflicto, cuando carezca de elementos propios para hacer una justa evaluación de los hechos”.3 56. Derivado de lo anterior, se sostiene que el peritaje es una actividad humana de carácter procesal, desarrollada en virtud de encargo judicial, por personas distintas de las partes del proceso, especialmente calificadas por su experiencia o conocimientos técnicos, artísticos o científicos, y mediante la cual se suministran al Juez o a la autoridad ministerial argumentos o razones para la 3 Diccionario Jurídico Mexicano, Instituto de Investigaciones Jurídicas, de la Universidad Nacional Autónoma de México, Editorial Porrúa. p. 2384 formación de su convencimiento respecto de ciertos hechos también especiales cuya percepción o cuyo entendimiento escapa a las aptitudes del común de la gente y requieren esa capacidad particular para su adecuada percepción y la correcta verificación de sus relaciones con otros hechos, de sus causas y de sus efectos o, simplemente, para su apreciación e interpretación. 57. Así, el perito a través de su conocimiento especializado en una ciencia, técnica o arte, ilustra a la autoridad sobre la percepción de hechos o para complementar el conocimiento de aquellos que el Juzgador ignora, para integrar su capacidad y deducción, cuando la aplicación de las reglas de la experiencia exigen cierta aptitud o preparación técnica que la autoridad judicial no tiene. 58. Luego, la peritación cumple con una doble función. Por una parte, verifica hechos que requieren conocimientos técnicos, artísticos o científicos que escapan a la cultura común del Juez y de la gente, sus causas y sus efectos y, por otra, suministra reglas técnicas o científicas de la experiencia especializada de los peritos, para formar la convicción del Juez sobre tales hechos e ilustrarlo con el fin de que los entienda y aprecie correctamente. 59. Ello es así, porque el Juez es un perito en Derecho, sin embargo, no necesariamente cuenta con conocimientos sobre otras ciencias o actividades que requieran estudios especializados o larga experiencia. De esta manera, la prueba pericial resulta imperativa cuando surgen cuestiones que por su naturaleza eminentemente especial, requieren un diagnóstico sobre un aspecto concreto que el órgano jurisdiccional está impedido para conocer por no tener los conocimientos especiales en determinada ciencia o arte. Así bajo el auxilio que le proporciona el perito a través de su dictamen, el juez se encuentra en posibilidades de pronunciarse respecto de una cuestión debatida. 60. El dictamen pericial es, en suma, un auxiliar eficaz para el juzgador o autoridad que lo solicita, que no puede alcanzar todos los campos del conocimiento técnico o científico y quien debe resolver conflictos que presenten aspectos complejos que exigen una preparación especializada, de la cual carece. 61. Por tanto, para que un dictamen pericial pueda ser estimado por el juzgador debe ser auténticamente ilustrativo, pues lo que en éste se indique, ha de ser accesible o entendible para el órgano jurisdiccional del conocimiento de manera que eficazmente constituya un auxilio para dicho órgano; además debe cumplir con los requisitos que la ley le imponga, como es la ratificación ante el juzgador de su opinión, ya que de no cumplirse éste, sería una prueba imperfecta por carecer de un requisito que la ley le impuso. 62. Ahora bien, en el caso que nos ocupa, es importante considerar el contenido de los artículos 220, 222, 223 y 227 del Código Federal de Procedimientos Penales, en los que se establecen los casos en los que intervienen los peritos, mismos que a la letra dicen: Artículo 220. Siempre que para el examen de personas, hechos u objetos, se requieran conocimientos especiales se procederá con intervención de peritos. Artículo 222. Con independencia de las diligencias de pericia desahogadas en la averiguación previa, la defensa y el Ministerio Público tendrán derecho a nombrar hasta dos peritos en el proceso, para dictaminar sobre cada punto que amerite intervención pericial. El tribunal hará saber a los peritos su nombramiento y les ministrará todos los datos que fueren necesarios para que emitan su opinión. Artículo 223. Los peritos deberán tener título oficial en la ciencia o arte a que se refiere el punto sobre el cual deba dictaminarse, si la profesión o artes están legalmente reglamentadas; en caso contrario, se nombrarán peritos prácticos. Cuando el inculpado pertenezca a un grupo étnico indígena, podrán ser peritos prácticos, personas que pertenezcan a dicho grupo étnico indígena. Artículo 227. Los peritos que acepten el cargo, con excepción de los oficiales titulares, tiene obligación de protestar su fiel desempeño ante el funcionario que practique las diligencias. En casos urgentes la protesta la rendirán al producir o ratificar su dictamen. 63. De lo anterior se advierte que: a) siempre que se requieran conocimientos especiales para el examen de personas, hechos u objetos, se procederá con intervención de peritos; b) independientemente de las diligencias de pericia desahogadas en la averiguación previa, la defensa y el Ministerio Público tendrán derecho a nombrar hasta dos peritos en el proceso, para dictaminar sobre cada punto que amerite intervención pericial; c) los peritos deberán tener título oficial en la ciencia o arte sobre el punto del cual deba dictaminarse, si la profesión o artes están legalmente reglamentadas; en caso contrario, se nombrarán peritos prácticos; d) los peritos que acepten el cargo, con excepción de los oficiales titulares, tienen obligación de protestar su fiel desempeño ante el funcionario que practique las diligencias. 64. En ese orden de ideas, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación considera, que el artículo 235 del Código Federal de Procedimientos Penales impugnado, sí es violatorio del derecho a la igualdad procesal, al eximir a los peritos oficiales de ratificar el contenido de sus dictámenes y obligando a los de las demás partes del juicio a hacerlo, pues siguiendo la misma línea de razonamiento de la CT-2/2004-PS, si la prueba pericial se forma o se constituye fuera del alcance o de la intervención directa del juzgador, resulta indispensable que quien la elabore, la confirme personal y expresamente, a fin de hacer indubitable su valor. 65. La ratificación de los dictámenes periciales hace digna de crédito la prueba y susceptible de ser analizada y valorada, pues cabe admitir que el juicio pericial puede ser emitido por una persona distinta a la designada o que puede ser sustituido o alterado sin que tenga conocimiento el perito nombrado; también es admisible la modificación parcial o total en el momento de ser ratificada. 66. Además, si la finalidad de las formalidades es dotar de certeza y seguridad jurídica a las actuaciones judiciales, es una exigencia válida para cualquier perito que avale su dictamen, sin que se advierta una razonabilidad lógico-jurídica que permita establecer como innecesaria la ratificación del dictamen del perito oficial, pues esta excepción origina un desequilibrio procesal, ya que las partes no se encuentran en igualdad de condiciones procesales, en cuanto a la exigencia de ratificación de los peritajes exhibidos por el inculpado. 67. En consecuencia, la opinión pericial que no sea ratificada es una prueba imperfecta, ya que para otorgarle certeza y seguridad jurídica al acto contenido en el mismo, es indispensable que sea ratificada por el perito que la formuló, pues sin la ratificación no es dable otorgar valor alguno a los dictámenes emitidos, tanto por los peritos oficiales como por el propuesto por las partes. 68. En virtud de lo expuesto, la excepción que prevé el precepto impugnado viola en perjuicio del ahora recurrente, el principio de igualdad procesal. Así, esta Primera Sala reitera el criterio establecido en la tesis aislada 1a. LXIV/2015 (10a.), que dice: DICTÁMENES PERICIALES. EL ARTÍCULO 235 DEL CÓDIGO FEDERAL DE PROCEDIMIENTOS PENALES, AL EXIMIR A LOS PERITOS OFICIALES DE RATIFICARLOS, VULNERA EL DERECHO FUNDAMENTAL DE IGUALDAD PROCESAL. El precepto citado, al eximir a los peritos oficiales de ratificar sus dictámenes y obligar a los de las demás partes del juicio a hacerlo, vulnera el derecho fundamental de igualdad procesal, toda vez que si la prueba pericial se constituye fuera del alcance o de la intervención directa del juzgador, es indispensable que quien la elabora la confirme personal y expresamente, a fin de hacer indubitable su valor; ello, en concordancia con el criterio establecido por esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al resolver la contradicción de tesis 2/2004-PS, de la que derivó la tesis jurisprudencial 1a./J. 7/2005 (1). En efecto, la ratificación de los dictámenes periciales hace digna de crédito la prueba y, consecuentemente, susceptible de analizarla y valorarla, pues existe la posibilidad de que el juicio pericial se emita por una persona distinta de la designada o que pueda sustituirse o alterarse sin que tenga conocimiento el perito nombrado. Además, si la finalidad de las formalidades es dotar de certeza y seguridad jurídica a las actuaciones judiciales, es una exigencia válida para cualquier perito que ratifique su dictamen, sin que se advierta una razonabilidad lógico-jurídica que lleve a establecer de "innecesaria" dicha ratificación por parte del perito oficial, pues de aceptarse esta excepción se originaría un desequilibrio procesal, ya que las partes no se encontrarían en igualdad de condiciones procesales, en cuanto a la exigencia de ratificación de los peritajes exhibidos por el inculpado; de ahí que la opinión pericial que no sea ratificada constituye una prueba imperfecta, en virtud de que para otorgar certeza y seguridad jurídica al acto contenido en el dictamen, es indispensable que lo ratifique el perito oficial que lo formuló.4 69. Asimismo, se considera que la designación de los peritos oficiales por el Ministerio Público no es condición suficiente para exentarlos de la ratificación respectiva, pues dicha designación por sí misma no supone necesariamente que el dictamen presentado no haya sido modificado o simplemente emitido por alguien distinto al que fue nombrado por indefectiblemente la representación ameritan la social. ratificación Aspectos todos correspondiente que para investirlos de certeza jurídica y evitar un desequilibrio procesal entre el resto de las partes del juicio penal, a cuyos peritos sí les es exigible la ratificación del dictamen que hubieren emitido. 70. Esta Primera Sala no soslaya la existencia de la tesis 1a. XV/2015 (10a.), emitida por esta Sala, bajo el rubro: “PROTESTA DE PERITOS. EL ARTÍCULO 296 DEL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTOS PENALES DEL ESTADO DE MICHOACÁN NO CONTRAVIENE LOS ARTÍCULOS 1o., 14, 16, 17 Y 20 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS”.5 4 Consultable en la Décima Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, libro 15, febrero de 2015, Tomo II, pág. 1390. Precedente: Amparo directo en revisión 1687/2014. 5 de noviembre de 2014. Mayoría de cuatro votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Disidente: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, quien formuló voto particular. Ponente: José Ramón Cossío Díaz. Secretaria: Rosalba Rodríguez Mireles. 5 El contenido del citado criterio dice: “El precepto legal citado, al prever que los peritos, al aceptar el cargo, tienen obligación de protestar su fiel desempeño, excepto los oficiales, no contraviene los artículos 1o., 14, 16, 17 y 20 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues el hecho de que se les exima de protestar el cargo, no impide tener certeza de que rendirán su dictamen con estricto apego a la verdad y con imparcialidad o que cuenten con los conocimientos necesarios para emitirlo. En efecto, las obligaciones que la ley les impone, -esto es, manifestar sus conocimientos sobre el aspecto que versará el dictamen pericial y que rendirán con estricto apego a la verdad y con imparcialidad, incurriendo en responsabilidad en caso contrario- las adquieren desde que asumen la función pública de perito a cargo del Estado. Así, si la exigencia de la ley de que un perito proteste su cargo, atiende a la necesidad de demostrar que 71. Sin embargo, dicho criterio aislado no es aplicable al presente caso, porque ahí se analizó el supuesto en que se exime a los peritos oficiales de la obligación de protestar el cargo, mas no el relativo a la ratificación de sus dictámenes, reparándose en el hecho de que resulta natural que un perito oficial se encuentre exento de protestar su cargo en cada ocasión que actúe en auxilio de un juzgador, pues ya acreditó poseer dichos conocimientos ante la autoridad que le ha designado en el cargo que ocupa. Circunstancia totalmente distinta a la que se analiza en el presente caso, pues la ratificación de los dictámenes rendidos por los peritos, aun oficiales, se torna en un requisito necesario para dotar de certeza jurídica a dicha probanza. 72. De igual forma, esta Primera Sala ha considerado que la no ratificación del dictamen ofrecido por el perito oficial, constituye un vicio formal susceptible de ser subsanado mediante la ratificación correspondiente, pues la formalidad en cuestión no trasciende de manera sustantiva al contenido de la prueba pericial ofrecida en el proceso penal, esto es, a la metodología y conclusión del dictamen, sino que exclusivamente está vinculado a la imposibilidad de conferirle valor probatorio, hasta en tanto, el mismo no sea ratificado por el posee los conocimientos especiales en el arte, técnica o industria materia de su designación y su responsabilidad al asumirlo, resulta natural que un perito oficial se encuentre exento de protestar su cargo en cada ocasión que actúe en auxilio de un juzgador, toda vez que ya acreditó poseer dichos conocimientos ante la autoridad que le ha designado en el cargo que ocupa”. Consultable en la Décima Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, libro 14, Tomo I, enero de 2015, registro: 2008315. Precedente: Amparo directo en revisión 2020/2014. 8 de octubre de 2014. Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, quien reservó su derecho para formular voto concurrente, Jorge Mario Pardo Rebolledo, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Ponente: Jorge Mario Pardo Rebolledo. Secretaria: Nínive Ileana Penagos Robles. perito oficial que lo haya rendido, de ahí de la importancia de su ratificación frente al juez durante la instrucción. 73. De este modo, la desigualdad procesal advertida no da lugar a considerar que los dictámenes emitidos por peritos oficiales que no son ratificados constituyan prueba ilícita, y que por ello deban ser excluidos del análisis probatorio correspondiente, sino más bien conlleva a que dichos dictámenes, en tanto prueba imperfecta carente de una formalidad necesaria para conferirles valor probatorio (ratificación), ameritan ser subsanados para restaurar la igualdad procesal entre las partes del juicio, esto es, basta que se ordene la ratificación del dictamen para que el vicio formal desaparezca y pueda ser valorado por el juzgador. 74. En apoyo a lo anterior, por similitud de razón, se invoca la tesis jurisprudencial 1a./J. 7/2005, la cual derivó de la contradicción de tesis mencionada, que dice: “DICTÁMENES PERICIALES. PARA SU VALIDEZ DEBEN SER RATIFICADOS POR QUIENES LOS EMITEN, INCLUSO POR LOS PERITOS OFICIALES (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE TLAXCALA). El artículo 150 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Tlaxcala establece expresamente que "El perito emitirá su dictamen por escrito y lo ratificará en diligencia especial", sin hacer distinción respecto a si dicha disposición se dirige al oficial, al designado por las partes o al tercero en discordia. La referida obligación tiene por objeto establecer la autenticidad de la prueba mediante el perfeccionamiento formal que exige la ley, pues tratándose de una prueba constituida fuera de la intervención directa del juzgador, resulta indispensable que quien la elabora la confirme personal y expresamente para hacer indubitable su valor, esto es, la ratificación de los dictámenes periciales impuesta por la ley hace que la prueba sea digna de crédito y, consecuentemente, susceptible de ser analizada y valorada; máxime si se toma en cuenta que el peritaje puede emitirse por una persona distinta de la designada, o puede ser sustituido o alterado sin conocimiento del perito nombrado, además de que también es admisible su modificación parcial o total en el momento de ratificarse. Es indudable que la opinión pericial no ratificada es una prueba imperfecta porque no cumple con la condición formal que la ley le impone para otorgarle certeza y seguridad jurídica, es decir, que quien la suscribe es efectivamente la persona designada para ello y que su opinión es verdadera, por lo que sin el mencionado requisito no es dable otorgar validez probatoria a los dictámenes emitidos, incluso los que provengan de peritos oficiales. Sin que obste a lo anterior el hecho de que el artículo 142 del citado código exceptúe al perito oficial que acepte el cargo de protestar su fiel desempeño ante el funcionario que practique las diligencias, pues tal disposición únicamente lo exime de rendir dicha protesta, pero no de ratificar su opinión”.6 75. Con base en lo expuesto, la excepción que prevé el artículo 235 del Código Federal de Procedimientos Penales viola el principio de igualdad procesal en perjuicio del ahora recurrente. 76. Similares consideraciones sustentó esta Primera Sala al resolver, por mayoría de votos, el amparo directo en revisión 2789/2015, bajo la Ponencia del Ministro José Ramón Cossío Díaz, en la sesión celebrada el dos de septiembre de dos mil quince; los amparos directos en revisión 4858/2015 y 5016/2015, bajo la Ponencia del Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, en la sesión celebrada el trece de abril de dos mil dieciséis. 7 77. Segunda cuestión. ¿Realmente el artículo 95 del Código Federal de Procedimientos Penales es inconstitucional porque vulnera los principios de seguridad e igualdad jurídica? 6 Tesis de jurisprudencia 1a./J. 7/2005, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXI, Abril de 2005, Pág. 235. 7 Disidentes el Ministro Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y la Ministra Norma Lucía Piña Hernández. 78. La respuesta a esta interrogante debe ser en sentido negativo. En su demanda de amparo, la parte quejosa expuso que es inconstitucional el artículo 95 del Código Federal de Procedimientos Penales, pues tal precepto genera incertidumbre al permitir, sostuvo, la aplicación arbitraria y desigual de la ley, en la medida que se emite una sentencia condenatoria en su perjuicio. Tal concepto de violación es infundado. Veamos las razones. 79. En primer lugar, debe indicarse que sobre el principio de seguridad jurídica contenido en el artículo 16 Constitucional esta Primera Sala en la Jurisprudencia 1a./J. 139/2012 (10a.)8 sostuvo que el mismo es la base sobre la cual descansa el sistema jurídico mexicano, de manera tal que lo que tutela es que el gobernado jamás se encuentre en una situación de incertidumbre jurídica y, por tanto, en estado de 8 Publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Décima Época, Libro XVI, Enero de 2013, Tomo 1, pág. 437, que dice: SEGURIDAD JURÍDICA EN MATERIA TRIBUTARIA. EN QUÉ CONSISTE. La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que el principio de seguridad jurídica consagrado en la Constitución General de la República, es la base sobre la cual descansa el sistema jurídico mexicano, de manera tal que lo que tutela es que el gobernado jamás se encuentre en una situación de incertidumbre jurídica y, por tanto, en estado de indefensión. En ese sentido, el contenido esencial de dicho principio radica en "saber a qué atenerse" respecto de la regulación normativa prevista en la ley y a la actuación de la autoridad. Así, en materia tributaria debe destacarse el relevante papel que se concede a la ley (tanto en su concepción de voluntad general, como de razón ordenadora) como instrumento garantizador de un trato igual (objetivo) de todos ante la ley, frente a las arbitrariedades y abusos de la autoridad, lo que equivale a afirmar, desde un punto de vista positivo, la importancia de la ley como vehículo generador de certeza, y desde un punto de vista negativo, el papel de la ley como mecanismo de defensa frente a las posibles arbitrariedades de los órganos del Estado. De esta forma, las manifestaciones concretas del principio de seguridad jurídica en materia tributaria, se pueden compendiar en la certeza en el derecho y la interdicción de la arbitrariedad o prohibición del exceso; la primera, a su vez, en la estabilidad del ordenamiento normativo, suficiente desarrollo y la certidumbre sobre los remedios jurídicos a disposición del contribuyente, en caso de no cumplirse con las previsiones del ordenamiento; y, la segunda, principal, más no exclusivamente, a través de los principios de proporcionalidad y jerarquía normativa, por lo que la existencia de un ordenamiento tributario, partícipe de las características de todo ordenamiento jurídico, es producto de la juridificación del fenómeno tributario y su conversión en una realidad normada, y tal ordenamiento público constituirá un sistema de seguridad jurídica formal o de "seguridad a través del Derecho. indefensión. En ese sentido, el contenido esencial de dicho principio radica en "saber a qué atenerse" respecto de la regulación normativa prevista en la ley y a la actuación de la autoridad. 80. De igual forma, en la primera de las ejecutorias que dieron origen a la referida jurisprudencia se destacó que sobre el mismo principio la doctrina ha señalado lo siguiente: El reconocimiento del principio de seguridad jurídica entre «los derechos naturales e imprescriptibles del hombre» por parte de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, ha tenido como lógica consecuencia conectar desde antiguo su estudio al nacimiento del Estado liberal de Derecho y, por añadidura, al conjunto de principios filosóficos, políticos y económicos que con base en el movimiento ilustrado conforman dicha concepción del Estado. Entre estos principios, interesa destacar, desde un punto de vista jurídico, el relevante papel que se concede a la ley (tanto en su concepción de voluntad general, como de razón ordenadora) como instrumento garantizador de un trato igual (objetivo) de todos ante la ley, frente a las frecuentes arbitrariedades y abusos del antiguo régimen. Lo que equivale a afirmar, desde un punto de vista positivo, la importancia de la ley como vehículo generador de certeza (aspecto positivo del principio de seguridad jurídica); y desde un punto de vista negativo, el papel de la ley como mecanismo de defensa frente a las posibles arbitrariedades de los órganos del Estado (aspecto negativo del principio de seguridad jurídica).9 81. Asimismo, sobre sus alcances la Segunda Sala de esta Suprema Corte de Justicia de la Nación en la Jurisprudencia 2a./J. 144/2006,10 9 González, Eusebio y González, Teresa, Derecho tributario, Salamanca, Plaza Universitaria, 2004, pp. 27 y 28. 10 Jurisprudencia correspondiente a la Novena Época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo XXIV, octubre de 2006, pág. 351, que dice: GARANTÍA DE SEGURIDAD JURÍDICA. SUS ALCANCES. La garantía de seguridad jurídica prevista en el artículo 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, no debe entenderse en el sentido de que la ley ha de señalar de manera especial y precisa un procedimiento para regular cada una de las relaciones que se entablen entre las autoridades y los particulares, sino que debe contener los elementos mínimos para hacer valer el derecho del gobernado y para que, sobre este aspecto, la autoridad no incurra en arbitrariedades, lo que explica que existen trámites o relaciones que por su simplicidad o sencillez, no requieren de que la ley pormenorice un procedimiento detallado para ejercer el derecho correlativo. Lo anterior corrobora que es innecesario que en todos los supuestos de la ley se deba detallar minuciosamente el procedimiento, cuando éste se encuentra definido de manera sencilla para evidenciar la refirió que dicho principio no debe entenderse en el sentido de que la ley debe contener los elementos mínimos para hacer valer el derecho del gobernado y para que, sobre este aspecto, la autoridad no incurra en arbitrariedades, lo que explica que, en diversas materias, existen trámites o relaciones que por su simplicidad o sencillez, no requieren de que la ley pormenorice un procedimiento detallado para ejercer el derecho correlativo. 82. Las anteriores posturas permiten establecer que la seguridad jurídica, en realidad es un principio operador de la función judicial que permite a los ciudadanos prever las reglas que les serán aplicadas, así como, conocer aquello que el ordenamiento jurídico ordena, prohíbe o permite sin importar de la materia que se trate de regular. De ahí que tal principio constriñe a que todas las autoridades judiciales adopten decisiones con apoyo en reglas o leyes preexistentes y no con fundamento en su propia voluntad. 83. La seguridad jurídica en los términos expuestos se vincula, a su vez, con el principio de igualdad, al prescribir que todas las personas recibirán la misma protección y trato de las autoridades. En efecto, si las decisiones judiciales no fueran previsibles o las reglas y soluciones adoptadas en el pasado resultaran cambiantes e inestables, los ciudadanos no podrían esperar que el asunto que someten a la jurisdicción sea resuelto de la misma forma. forma en que debe hacerse valer el derecho por el particular, así como las facultades y obligaciones que le corresponden a la autoridad. 84. Así las cosas, la seguridad jurídica es una condición necesaria para garantizar el principio de igualdad tutelado también constitucionalmente en múltiples preceptos, entre otros, en los artículos 1°, 2º, Apartado B, 4º. 13, 14, 17, 20, apartado A, fracción V (antes citado) y 123 apartado A, fracción VII, todos de la Constitución Federal. 85. Por su parte, en relación al principio de igualdad jurídica, esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el amparo directo en revisión 1464/201311 sostuvo que el derecho humano a la igualdad jurídica ha sido tradicionalmente interpretado y configurado en el ordenamiento jurídico mexicano a partir de dos principios: el de igualdad ante la ley y el de igualdad en la ley. 86. Del mismo modo, se dijo que el primer principio obliga, por un lado, a que las normas jurídicas sean aplicadas de modo uniforme a todas las personas que se encuentren en una misma situación y, a su vez, a que los órganos materialmente jurisdiccionales no puedan modificar arbitrariamente sus decisiones en casos que compartan la misma litis, salvo cuando consideren que deben apartarse de sus precedentes, momento en el que deberán ofrecer una fundamentación y motivación razonable y suficiente. 87. Por lo que hace al segundo principio, se sostuvo que éste opera frente a la autoridad materialmente legislativa y tiene como objetivo el control del contenido de la norma jurídica a fin de 11 Fallado el 13 de noviembre de 2013 por unanimidad de Cinco votos de los Ministros Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, José Ramón Cossío Díaz, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Jorge Mario Pardo Rebolledo. Ponente: Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena. Secretario: Miguel Antonio Núñez Valadez. evitar diferenciaciones legislativas sin justificación constitucional o violatorias del principio de proporcionalidad en sentido amplio. 88. Asimismo, en el citado amparo directo en revisión también se precisó que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no es ajena a las desigualdades sociales, por lo que contiene diversas protecciones jurídicas a favor de grupos sujetos a vulnerabilidad, a través, por ejemplo, de manifestaciones específicas del principio de igualdad, tales como la igualdad entre el varón y la mujer (artículo 4o., párrafo primero) y la salvaguarda de la pluriculturalidad de los pueblos indígenas de manera equitativa (artículo 2o. apartado B). 89. La igualdad jurídica en nuestro ordenamiento constitucional protege tanto a personas como a grupos, de ahí que se considere que el derecho humano a la igualdad jurídica no sólo tiene una faceta o dimensión formal o de derecho, sino también una de carácter sustantivo o de hecho, la cual tiene como objetivo remover y/o disminuir los obstáculos sociales, políticos, culturales, económicos o de cualquier otra índole que impiden a ciertas personas o grupos sociales gozar o ejercer de manera real y efectiva sus derechos humanos en condiciones de paridad con otro conjunto de personas o grupo social. 90. El citado amparo directo en revisión dio origen a la tesis 1a. XLI/2014 (10a.), 12 que dice: 12 Publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Libro 3, Febrero de 2014, Tomo I, pág. 647. DERECHO HUMANO A LA IGUALDAD JURÍDICA. RECONOCIMIENTO DE SU DIMENSIÓN SUSTANTIVA O DE HECHO EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO MEXICANO. El derecho humano a la igualdad jurídica ha sido tradicionalmente interpretado y configurado en el ordenamiento jurídico mexicano a partir de dos principios: el de igualdad ante la ley y el de igualdad en la ley (los cuales se han identificado como igualdad en sentido formal o de derecho). El primer principio obliga, por un lado, a que las normas jurídicas sean aplicadas de modo uniforme a todas las personas que se encuentren en una misma situación y, a su vez, a que los órganos materialmente jurisdiccionales no puedan modificar arbitrariamente sus decisiones en casos que compartan la misma litis, salvo cuando consideren que deben apartarse de sus precedentes, momento en el que deberán ofrecer una fundamentación y motivación razonable y suficiente. Por lo que hace al segundo principio, éste opera frente a la autoridad materialmente legislativa y tiene como objetivo el control del contenido de la norma jurídica a fin de evitar diferenciaciones legislativas sin justificación constitucional o violatorias del principio de proporcionalidad en sentido amplio. No obstante lo anterior, debe destacarse que la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos no es ciega a las desigualdades sociales, por lo que contiene diversas protecciones jurídicas a favor de grupos sujetos a vulnerabilidad, a través, por ejemplo, de manifestaciones específicas del principio de igualdad, tales como la igualdad entre el varón y la mujer (artículo 4o., párrafo primero) y la salvaguarda de la pluriculturalidad de los pueblos indígenas de manera equitativa (artículo 2o. apartado B). Así, la igualdad jurídica en nuestro ordenamiento constitucional protege tanto a personas como a grupos. De ahí que se considere que el derecho humano a la igualdad jurídica no sólo tiene una faceta o dimensión formal o de derecho, sino también una de carácter sustantivo o de hecho, la cual tiene como objetivo remover y/o disminuir los obstáculos sociales, políticos, culturales, económicos o de cualquier otra índole que impiden a ciertas personas o grupos sociales gozar o ejercer de manera real y efectiva sus derechos humanos en condiciones de paridad con otro conjunto de personas o grupo social. 91. Pues bien, una vez que se han desarrollado los principios de seguridad e igualdad jurídica, ahora se procederá al estudio de la norma tildada de inconstitucional, con la finalidad de verificar si en efecto, ésta vulnera tales principios. 92. El artículo 95 del Código Federal de Procedimientos Penales dice: Artículo 95.- Las sentencias contendrán: I.- El lugar en que se pronuncien; II.- La designación del tribunal que las dicte; III.- Los nombres y apellidos del acusado, su sobrenombre si lo tuviere, el lugar de su nacimiento, nacionalidad, edad, estado civil, en su caso el grupo étnico indígena al que pertenece, idioma, residencia o domicilio, y ocupación, oficio o profesión. IV.- Un extracto breve de los hechos exclusivamente conducentes a los puntos resolutivos del auto o de la sentencia en su caso, evitando la reproducción innecesaria de constancias. V.- Las consideraciones, fundamentaciones y motivaciones legales de la sentencia; y VI.- La condenación o absolución que proceda, y los demás puntos resolutivos correspondientes. 93. Al realizar el estudio correspondiente de dicha norma, se aprecia que ésta no vulnera el principio de seguridad jurídica, pues su contenido obliga al juzgador de primera y segunda instancia dentro del proceso penal federal a mencionar el lugar en el que se pronuncien sus sentencias, la designación del tribunal que las dicte, los datos del acusado, un extracto de los hechos, las consideraciones, fundamentaciones y motivaciones legales que sustenten la condena o absolución, así como los puntos resolutivos en donde deberá reflejarse su determinación. 94. En este sentido, dicho precepto lejos de producir inseguridad jurídica o evitar que se dicte una sentencia de fondo como lo afirma el quejoso, establece los requisitos formales que deben contener todas las sentencias, pues determina qué información es mínimamente necesaria para que todas las sentencias sean claras y precisas, permitiendo que se efectivice el principio de seguridad jurídica, con lo cual permite a las parte del proceso conocer las razones y fundamentos legales de la actuación de la autoridad judicial federal. 95. De esta manera, es claro que dicho precepto de ninguna manera ocasiona la aplicación arbitraria como aduce el quejoso en sus conceptos de violación; por el contrario, marca los requisitos formales que todas las sentencias deben de contener, evitando que el juzgador actúe arbitraria y discrecionalmente. 96. Lo anterior, porque exige a los jueces y magistrados del proceso penal federal que razonen sus fallos y los emitan resolviendo todas las cuestiones planteadas, lo que impide que dejen de resolver sobre lo que les ha sido propuesto, o bien, que se conduzcan con arbitrariedad, al constreñirlos a exponer los fundamentos y motivos por los cuales resolvieron en determinado sentido, brindando a los justiciables la posibilidad de combatir las sentencias de dicha autoridades a través del recurso correspondiente. 97. De hecho, las exigencias establecidas en el artículo 95 del Código Federal de Procedimientos Penales son acordes a la interpretación que esta Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sostuvo en la Jurisprudencia 1ª./J. 139/2005,13 que dice: FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES JURISDICCIONALES, DEBEN ANALIZARSE A LA LUZ DE LOS 13 Publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XXII, Diciembre de 2005, pág. 162. ARTÍCULOS 14 Y 16 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, RESPECTIVAMENTE. Entre las diversas garantías contenidas en el segundo párrafo del artículo 14 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sustento de la garantía de audiencia, está la relativa al respeto de las formalidades esenciales del procedimiento, también conocida como de debido proceso legal, la cual se refiere al cumplimiento de las condiciones fundamentales que deben satisfacerse en el procedimiento jurisdiccional que concluye con el dictado de una resolución que dirime las cuestiones debatidas. Esta garantía obliga al juzgador a decidir las controversias sometidas a su conocimiento, considerando todos y cada uno de los argumentos aducidos en la demanda, en su contestación, así como las demás pretensiones deducidas oportunamente en el pleito, de tal forma que se condene o absuelva al demandado, resolviendo sobre todos los puntos litigiosos materia del debate. Sin embargo, esta determinación del juzgador no debe desvincularse de lo dispuesto por el primer párrafo del artículo 16 constitucional, que impone a las autoridades la obligación de fundar y motivar debidamente los actos que emitan, esto es, que se expresen las razones de derecho y los motivos de hecho considerados para su dictado, los cuales deberán ser reales, ciertos e investidos de la fuerza legal suficiente para provocar el acto de autoridad. Ahora bien, como a las garantías individuales previstas en la Carta Magna les son aplicables las consideraciones sobre la supremacía constitucional en términos de su artículo 133, es indudable que las resoluciones que emitan deben cumplir con las garantías de debido proceso legal y de legalidad contenidas en los artículos 14 y 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Así, la fundamentación y motivación de una resolución jurisdiccional se encuentra en el análisis exhaustivo de los puntos que integran la litis, es decir, en el estudio de las acciones y excepciones del debate, apoyándose en el o los preceptos jurídicos que permiten expedirla y que establezcan la hipótesis que genere su emisión, así como en la exposición concreta de las circunstancias especiales, razones particulares o causas inmediatas tomadas en consideración para la emisión del acto, siendo necesario, además, que exista adecuación entre los motivos aducidos y las normas aplicables al caso. 98. De igual modo, el estudio de la citada norma también permite establecer que ésta tampoco vulnera el principio de igualdad jurídica, porque la misma está redactada de forma general, es decir, no contiene un mensaje que se repute como discriminatorio contra un grupo en específico, por lo que no puede sostener que ésta deriva o produce la aplicación desigual de la ley y menos en perjuicio de la parte imputada dentro del proceso penal, pues la igualdad implica, por un lado, a que las normas jurídicas sean aplicadas de modo uniforme a todas las personas que se encuentren en una misma situación; y por el otro, la eliminación de distinciones o exclusiones arbitrarias prohibidas por la Constitución.14 99. De ahí que tampoco pueda establecerse que tal norma permite la aplicación desigual entre las partes del proceso penal federal y menos aún que produzca que los órganos jurisdiccionales emitan sentencias arbitrarias como lo sostiene en sus conceptos de violación el quejoso, de ahí que estos deban estimarse infundados. 14 Resulta aplica en la parte relativa la tesis aislada 1ª. CCCLXXXIV/2014, de esta Primera Sala, publicada en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Décima Época, Tomo I, Noviembre de 2014, pág. 720, del rubro: “IGUALDAD Y NO DISCRIMINACIÓN. NOTAS RELEVANTES QUE EL OPERADOR DE LA NORMA DEBE CONSIDERAR AL EXAMINAR LA CONSTITUCIONALIDAD DE UNA MEDIDA A LA LUZ DE DICHOS PRINCIPIOS, FRENTE A LAS LLAMADAS "CATEGORÍAS SOSPECHOSAS", A FIN DE NO PROVOCAR UN TRATO DIFERENCIADO O UNA DISCRIMINACIÓN INSTITUCIONAL”.