Características del suelo mediterráneo Indice Los suelos de la región mediterránea y en especial la vegetación son muy variados. Al igual sucece con los subtipos climáticos. Estos contienen desde la naturaleza casi desértica hasta la hiperhúmeda, lo cual favorece en gran medida la gran diversidad de edafotaxa y biotaxa. Los paisajes de estos suelos tienden a ser someros, debido al relive abrupto que presentan estos suelos, así como a la erosión milenaria provocada por la acción del hombre. Por una parte, la cobertura edafológica se singulariza por la existencia de materiales carbonatados y de suelos con una tonalidad rojiza. Por otra parte, la vegetación recoge desde especies subdesérticas, hasta bosques de caducifolios pasando por los perennifolias. Por lo tanto, podemos concluir que se trata de una región muy singular. Rasgos generales de la región mediterránea Las regiones mediterráneas, que comprenden de mayor parte de la península Ibérica, Itálica y Balcánica, presentan un clima que en apariencia parece ser singular y bastante bien definido, a pesar de sus variaciones locales. Se define como un clima subtropical, pero sin embargo la parte occidental de la Península Ibérica presenta un subtipo templado seco. Esto se debe a que el oeste de la Peninsula se encuentra situada en los dominios de las circulaciones atlánticas y el resto aparecen en el mar Mediterráneo. No entraremos en detalles de las consecuencias pero si diremos que los regímenes de los primeros son algo menos irregulares que los de los segundos. Por otra parte, también hemos de mencionar que bajo el clima mediterráneo se encuentran una gran variedad de subtipos climáticos, por lo que podemos encontrar desde localidades con gran humedad y bosque caducifolios e incluso otras casi desérticas. En general los inviernos son fríos y suaves y sus temperaturas medias oscilan en una media de 6ºC, mientras que los veranos son soleados, sin nubes y muy calurosos, pudiendo a llegar a superar la temperatura media de los 21 ºC. Por otro lado, pueden darse uno o varios meses con escasas precipitaciones e incluso sin ellas, pero aún así existen muchas áreas donde se dan lluvias torrenciales. La cuantía media de precipitación oscila entre 1000 mm y menos de 200. Por lo que los tipos de vegetación aparecerán muy dispares. Las variabilidades climáticas producidas al cabo del año, incluyendo sequías e inundaciones no son sincrónicas entre el oeste de la Península Ibérica y los territorios al este de ella. La Cuenca Mediterránea se localiza entre la placa tectónica euroasiática y la africana, es decir donde ambas colisionan y entran en conflicto. Esto a provocado como resultado la formacion de cadenas montañosas con una altitud muy variable. Por lo que, el relieve tiende a ser muy abrupo lo que provocará la erosión de los suelos bajo un régimen climático en el que abundan precipitaciones torrenciales y en el cual la cobertura vegetal en verano desciende debido al déficit hidricoestival. Los suelos tienden a estar formados con abundantes carbonatos debido a un déficit hídrico estival que inhibe la percolación y exportación de estos en el perfil, y la vegetación será mayoritariamente calicícola. Por último, esta situación produce seísmos y en ciertos lugares actividad volcánica intensas. Como sería lógico en estos lugares deberian abundar los suelos típicamente volcánicos, como los Andosoles, pero no es asi debido a que las propiedades de estos suelos son muy inestables bajo climas secos y cálidos, por lo que rápidamente dan lugar a otros tipos de edafotaxa. Como ya hemos dicho antes, la vegetación del clima mediterráneo de Europa puede estar entre los bosques caducifolios hasta los yermos casi desérticos. Sin embargo, la mayor parte, de la cobertura vegetal esta dominada por arbustos y árboles de hoja perenne, así como por un gran número de especies herbáceas de fenología primaveral, (y en menor medida otoñal), ya que el déficit hídrico estival impide su actividad biológica. Este tipo de clima tan caracterizado ha favorecido a la creación de unos tipos de vegetación que no se dan en ninguna otra lugar de Europa, aunque la colonización milenaria del hombre ha influido negativamente a la modelación de los paisajes, provocando la desaparición de muchas de las especies vegetales autóctonas lo que supone una importante repercusión a los suelos. Suelos De los 30 tipos de suelos descritos en la FAO la zona del mediterráneo alberga un total de unos 22 tipos. Podríamos decir, que el edafotaxa más abundante resulta ser el Cambisol, siendo también significativa la presencia de Leptosol, Luvisol,Regosol y Fluvisol. Todos ellos juntos cubren cerca del 90% de la superficie de esta región biogeográfica. Por lo que respecta al segundo nivel de la WRB de 1998, el edafotaxa mayoritario es el Cambisol calcárico, siendo también bastante significaticante la extensión ocupada por el Cambisol eutrico, Luvisol crómico, Leptosol calcárico y Regosol calcárico. Tampoco hemos de olvidar la extensión de los afloramientos rocosos, es decir, desprovistos de cobertura edafológica (2%). Resulta evidente la mínima evolución de los paisajes de suelos mediterráneos, donde abundan los suelos desarrollados (Leptosles y Regosoles) o de escaso desarrollo (Cambisoles, Calcisoles) y los afloramientos rocosos desprovistos de este recurso. A causa de la naturaleza de los materiales parentales, resulta lógica la gran abundancia de los suelos carbonatados. Muchos suelos, a consecuencia de la naturaleza del clima, son de color rojizo, dando lugar al mito de “los suelos rojos mediterráneos”. Cabe resaltar la relativa abundancia de los Luvisoles crómicos. Las formas terrestres de las áreas mediterráneas del mundo constituyen un grupo singular. El carácter distintivo es debido a la posición geográfica de estas regiones, que es determinante en las condiciones morfoclimáticas actuales. La mayor parte de la región de tipo mediterráneo está marcada por sistemas orogénicos relativamente jóvenes con montañas altas, agudas, plegadas y quebradas, y elevaciones que se alzan cerca de la costa. Estas son muy fragmentadas, complejas y parcialmente inestables, con muchos taludes escarpados y suelos rocosos poco profundos. En consecuencia, son muy vulnerables a la erosión en placas y hondonadas si su protección natural de vegetación es desnudada y el manto de su suelo poco profundo es expuesto a la desecación en el verano seco y a las lluvias torrenciales en invierno. Los suelos en las regiones mediterráneas tienen algunos rasgos comunes: los suelos de las tierras altas son poco profundos en general y presentan una fuerte relación con las rocas madres de las que derivaron. En los valles la gran profundidad de los depósitos aluvionales se ha acumulado en las bajas elevaciones. Aunque el suelo es en general poco profundo, hay suelos de profundidad media, dependiendo de las localidades. Por otro lado, la fertilidad del suelo no es atribuible a los 20-30 cm de profundidad de los suelos superficiales en tierras kársticas (calcáreas). Lo que es más importante, muchas fisuras entre los bloques de piedra caliza contienen suelo fino, lo que da lugar a un suelo fisiológicamente profundo. Por otra parte, algunas de las tierras agrícolas excedentes abandonadas en la cuenca del Mediterráneo también incluyen suelos profundos .