Platón 2.b.- exponer sistemáticamente las líneas principales de este pensamiento. Cualquier exposición sistemática del pensamiento de Platón se enfrenta a dos dificultades: que Platón nunca escribió un tratado sistemático con sus opiniones, y, en segundo lugar, que no hay un pensamiento platónico definitivo, pues lo estuvo revisando continuamente. No obstante, todos reconocemos que su obra constituye el primer gran sistema de la Filosofía occidental porque aborda -con vocación de coherencia- los grandes problemas ontológicos, epistemológicos y de Filosofía práctica. Dividiremos nuestra exposición, para mayor claridad, en tres partes: 1.- Ontología platónica: 1.1.- Tipos de seres: Platón piensa que, aparte de este mundo que todos vemos, existe otro separado de él, poblado de seres inmutables, eternos, invisibles, conocibles sólo mediante intuición intelectual: el mundo de las Ideas o de las Formas. A esa conclusión llegó tras reconocer: a) que hay conocimiento permanente, estable, seguro y b) que si todo pudiera cambiar, entonces no podría haber ese tipo de conocimiento estable. Luego no todo puede cambiar, hay seres inmutables: las Ideas. Cada uno de estos dos mundos, el de lo mudable (tà horatá, tà doxastá) y el de lo inmutable (ta haoratá, tà noetá), se divide en dos. El primero, en el ámbito de las imágenes (eikónes) y el de los seres físicos; el segundo, en el ámbito de los objetos matemáticos (tà mathematiká) y el de las Ideas propiamente dichas o principios (arjaí). 1.2.- Teoría de las Ideas o de las Formas. Los seres más realmente reales son, evidentemente, las Ideas. Son seres independientes, incausados, seres eternos, inmutables -ni generables ni corruptibles-, indefinidamente imitables o participables, fuera del tiempo y del espacio, únicos en su especie, carentes, por tanto, de la multiplicidad característica del resto de los seres, incluidos los objetos matemáticos. Entre ellas hay, también, cierta jerarquía, siendo la superior de todas la Idea Bien en sí, fuente de esencia (de ser) y de cognoscibilidad del resto, tal como nos indica en el símil del Sol de la República, tras reconocer que es inefable. Por otro lado, en el Sofista, Platón mantiene que las Ideas puede relacionarse con otras Ideas, y cuando definimos una, lo que hacemos es explicitar tal relación, también inmutable. Por último, diremos que hay Ideas correspondientes a cada uno de los seres naturales (Caballo en sí), a cualidades (Belleza en sí) y a virtudes (Justicia en sí), pero quizá no de cualquier nombre común, como reconoce en el Parménides. 1.3.- El mundo de lo mudable: Platón se ocupa del mundo de lo mudable en el Timeo, donde dice que los seres naturales son el resultado de la acción del Demiurgo sobre la jorá -materia primigenia eterna-, modelándola a imagen de las Ideas que él conoce. Acepta, implícitamente, que todo lo físico procede de los cuatro elementos, cuya esencia es geométrica (la de la tierra es el cubo, la del fuego el tetraedro, etc. ) siendo el triángulo la esencia de lo geométrico corpóreo, pues toda figura plana espacial se resuelve en triángulos. De esta manera explica que la esencia de lo natural es matemática, y consiste en la presencia que las Ideas tienen en las cosas. Lo que cada cosa es (su esencia) depende exclusivamente de qué Ideas imita, de la presencia de Ideas en ellas. El orden - Cosmos- que observamos en la Naturaleza es trasunto del que reina en el mundo de las Ideas. 1.4.- Relación entre ambos mundos: Aunque se suele admitir que los dos mundos -el de lo inmutable y el de lo mudable- están separados, Platón dice que hay una relación que afecta a todo: Las Ideas -lo ontológicamente superior- son imitadas directamente por los objetos matemáticos, éstos por los seres físicos y éstos por las imágenes, de manera que lo superior es modelo de lo inferior, que participa de lo superior. Se da así, según Platón, cierta presencia de las Ideas en todo lo demás, como huella que la causa deja en lo causado por ella. Esta relación de imitación, participación o presencia justifica la jerarquía ontológica platónica. 1.4.- Ontología del hombre: Un ser que participa de los dos mundos es el hombre. Platón nos concibe como compuestos de dos sustancias distintas y separables: el cuerpo (soma) y el alma (psiché), que, transitoriamente, están unidos, aunque de manera forzada y penosa para el alma, concebida a la vez como principio de vida, de acción y de conocimiento. Lo que somos fundamentalmente es alma. Por ello, su Antropología es, básicamente, una Psicología. Del alma dice que está formada por tres partes o conjunto de funciones: la apetitiva (tò epithymeticón), la irascible (tò thymoeidés) y la racional (tò logístikón), localizadas en el vientre, tórax y cabeza, respectivamente. El tipo de persona que somos depende de qué parte del alma domine en nosotros, aunque corresponde por naturaleza a la parte racional conseguir la armonía del alma bajo su mando. Del alma -probablemente sólo de la parte racional- dice Platón que es inmortal, que puede transmigrar a otros cuerpos y conseguir liberarse de la rueda de las reencarnaciones mediante el conocimiento de lo más escible: la Idea Bien en sí, reintegrándose así al mundo de las Ideas que es su lugar natural, de donde procede. 2.- Epistemología. 2.1.- Tipos de conocimiento. Acabamos de señalar que el alma es principio de conocimiento. Platón reconoce que lo hay de varios tipos, distinguiéndose por el objeto del que se ocupan. Así, la episteme (ciencia) se ocupa de objetos inmutables (Ideas y objetos matemáticos), y la dóxa (opinión) de los mudables. La ciencia contiene dos formas, la nóesis y la diánoia: la primera es una intuición intelectual directa de las Ideas o principios, y se trata de un conocimiento autosuficiente, sin supuestos previos, no se trata de un conocimiento que se obtenga a partir de conocimientos previos, al contrario que la diánoia -conocimiento racional discursivo, demostrativo, propio de las matemáticasque necesita partir de supuestos o hipótesis, de los que depende, para llegar a conclusiones: es precisamente de las conclusiones de las que se tiene diánoia. La opinión, a cuya base hay sensaciones, a su vez, tiene dos formas: la pistis, referida a los seres físicos, y la eikasía, cuyo objeto son los eikónes, las imágenes. Entre estas formas de conocer hay una jerarquía, lo mismo que la había entre sus objetos, pues es la estabilidad de los objetos la que explica la estabilidad del conocimiento que podemos tener de ellos. El mejor modo es la nóesis, después la diánoia, la pístis y la eikasía, aunque cada uno de ellos es el más adecuado de su objeto correspondiente. En efecto, no se puede tener nóesis de algo visible lo mismo que no se puede ver una Idea. 2.2.- ¿Qué es conocer? Platón mantiene que conocer es, en realidad, recordar, una reminiscencia (anámnesis) de lo que el alma contempló cuando vivía en el mundo de las Ideas y olvidó al asociarse al cuerpo; es, pues, un "des-olvido". Lo que recordamos es el conocimiento que tuvimos de las Ideas, y se alcanza gradualmente, desde las formas inferiores del conocimiento hasta la superior, comparable al ascenso desde el fondo de una cueva hasta la visión del Sol -que representa la Idea Bien en sí- que nos relata en el mito de la caverna. Ese ascenso es la parte ascendente de la dialéctica, que comienza con el reconocimiento de la Ideas en los seres ontológicamente inferiores, y culmina con la contemplación de las Ideas mismas. Al llegar a ese punto comprendemos que las Ideas son causa de todo lo demás, lo mismo que una persona que se mira en un espejo comprende que es causa de su reflejo en él. La dialéctica ascendente nos proporciona el conocimiento de por qué lo inferior es como es, el fundamento de lo que antes sabíamos que sucedía y, en última instancia, alcanzamos a conocer que el Idea suprema, el Bien en sí, es causa del ser de cuanto es, y de que lo podamos conocer -lo mismo que el Sol, con su luz, nos permite ver lo visible. 3.- Filosofía práctica. 3.1.- Características generales de la Ética platónica. La Filosofía práctica de Platón a) tiene fundamento ontológico, b) es intelectualista y c) no relativista. ♦ a) En efecto, ser feliz es llegar a ser un buen hombre, y ésto consiste en proyectar en nosotros del mejor modo posible la Idea Bien en sí. Para lograrlo, es necesario conocerla, lo que equivale a ser sabio, pues sabio es quien conoce el objeto de conocimiento más apropiado: la Idea suprema. ♦ b) El sabio no sólo es feliz por su conocimiento, sino por sus obras, ya que quien conoce el Bien en sí no puede dejar de obrar bien. Comprendemos, pues, que sólo el sabio puede ser feliz, y que necesariamente lo es, que el modo intelectual de vida sea el fin del hombre. De ese modo, el alma vive en esta vida de la manera más parecida a cuando vivía feliz en el mundo de las Ideas. Pero la vida humana, realmente, al estar encadenada al cuerpo, ha de conseguir un equilibrio entre las distintas partes del alma, una armonía entre las partes apetitiva, irascible y racional, armonía en que consiste la virtud humana total (la justicia), unión de las virtudes de cada una de las partes mencionadas: templanza, valentía y prudencia, respectivamente, que constituyen las que luego se conocerían como las 4 virtudes cardinales. ♦ c) Puesto que el Bien en sí es absoluto, la Ética que lo propone como modelo no puede ser relativista. El hombre feliz goza del bien en sus distintas formas: es sabio, valiente y prudente, goza con la belleza y la verdad, de placeres puros, y de los sensibles goza satisfaciendo moderadamente los apetitos. 3.2.- Política Por otro lado, la Ética de Platón está muy vinculada a su Política, convencido de que la felicidad humana individual sólo se puede conseguir en el seno de la sociedad (polis), ordenada a satisfacer las necesidades de los ciudadanos y facilitarle el acceso a la felicidad. En la República examina la sociedad (polis) ideal, llegando a la conclusión de que es aquélla que consigue la unión armoniosa, justa, entre sus partes, formada cada una de ellas por personas en cuya alma predomina la parte apetitiva (productores), irascible (guerreros) o racional (gobernantes). La función social que le corresponde desarrollar a cada habitante viene determinada por la parte de alma que predomina en él y por su educación, de manera que sólo los sabios están legitimados, si los hay, para gobernar. Nos encontramos ante una Filosofía política que legitima el poder atendiendo no a la voluntad popular, sino al conocimiento. En la República opina que es mejor el gobierno de los mejores (áristos) gobernantes (aristocracia), aunque lo normal es que un sistema así se transforme en timocracia (gobierno de hombres en quienes predomina la parte irascible del alma, que persiguen el honor (timé) ), éste en oligarquía, éste en democracia y, por fin, llegue el peor de todos, la tiranía. Después, en el Político, revisó la clasificación de los modos de gobierno, dividiéndolos en bien ordenados (monarquía, aristocracia y democracia) y mal ordenados (demagogia, oligarquía y tiranía). Por último, en su obra inacabada Las Leyes, comprendió que es mejor el gobierno de las mejores leyes que el de buenos gobernantes, introduciendo un realismo político del que carecía la República. 4.- Conclusión. En resumen, podemos decir que el pensamiento de Platón viene animado por su vocación investigadora y por querer asentar la acción humana sobre bases sólidas, inalterables, absolutas. Esto le condujo al descubrimiento del mundo de las Ideas, una referencia permanente para el conocimiento y la acción que le deslumbró durante toda su vida.