HASTA SIEMPRE, BALBINO El 20 de enero de 2012 falleció el amigo Balbino Mancheño Magán a la edad de 53 años. La inesperada y súbita pérdida de quien fuera Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Alicante durante ocho años, nos dejó a todos, familiares, amigos y compañeros, sin consuelo. Balbino, tras finalizar sus estudios de Química en la Universidad de Alicante e incorporarse como becario de investigación (1980-1981) al recién creado departamento de Química Orgánica, desarrolló su actividad docente obteniendo la Cátedra de Universidad en el año 2010. En 1986 obtuvo el título de Doctor por la UA con un trabajo sobre componentes químicos de plantas endémicas de la Comunidad Valenciana. Desarrolló también cargos de gestión como secretario del Departamento de Química Orgánica y, especialmente, como Decano de la Facultad de Ciencias, siendo elegido en 2002 y reelegido en 2006. Fue un gestor magnífico, creando un sistema de gestión modélico para otros centros de la universidad. Tras dejar el Decanato de la Facultad de Ciencias, y conseguir la cátedra, estaba desempeñando el cargo de Director del Parque Científico de la Universidad de Alicante. Eran muchos los retos que con su admirable tesón, capacidad de trabajo y liderazgo afrontaba diariamente. Su dedicación a la universidad, más allá del deber, era ejemplar. Fue miembro fundador del Instituto Universitario de Síntesis Orgánica, y miembro del Consejo Valenciano de Universidades y Formación Superior, órgano asesor de la Administración Educativa de la Comunidad Autónoma Valenciana. En reconocimiento a los extraordinarios servicios prestados a la Universidad de Alicante, el Consejo de Gobierno de dicha institución aprobó por unanimidad la concesión, a título póstumo, de su máxima distinción: la Medalla de Oro. En lo personal, Balbino demostraba siempre alegría y cordialidad. Era apasionado en todo lo que hacía, muy amigo de sus amigos, e implacable con sus adversarios. Durante su periodo como Decano adquirió una gran reputación en la Universidad de Alicante, siendo además una de las piedras angulares en la familia de la Conferencia Española de Decanos de Biología. El primero que nos deja. Entre muchas de sus cualidades como persona destacaría la que más causaba mi admiración. La capacidad para entender inmediatamente, comprender, saber tratar y comunicarse adecuadamente con cada una las personas con las que estaba, tanto en ámbito personal como profesional. Sabía apreciar y potenciar las cualidades de las personas de su equipo. Creo que fue esta capacidad, además de sentir un profundo amor por la universidad pública, la que le permitió desempeñar su trabajo de gestión con éxito y eficiencia, despertando además sentimientos de vinculación personal y admiración en todos. Balbino tenía unas arraigadas convicciones pero, huyendo de dogmatismos, a su vez demostraba una gran tolerancia hacia las ideas de los demás, en un ejercicio propio de los mejores académicos. Mi cotidiana amistad con Balbino se había ido cultivando e incrementando con el tiempo, desde el momento en que me incorporé en su equipo decanal. Nos unían muchas cosas, reales y soñadas, pero sobretodo compartíamos la íntima amistad de nuestras hijas, y la preocupación por su educación y desarrollo personal. No puedo dejar de compartir con sus amigos el recuerdo de Balbino, rememorando su actitud positiva frente a la vida, aún en los perores momentos. Como fiel partícipe de la Conferencia Española de Decanos de Biología, estoy seguro de que le hubiera gustado poder despedirse de todos afectuosamente, con un abrazo y una sonrisa, y a los que no les conocisteis, os añadiría un consejo. ANDREU BONET