LES 12 TRAVAUX Me aficioné al Derecho Romano leyendo, cuando iba al colegio, las historias de Asterix y Obelix. Comprendí instituciones romanas como la esclavitud, la manumisio (per censu, per testamentu), la traditio (longa manu, brevi manu, clavium apud horrea) ... Es una buena fuente de información para empezar a aprender algo de Derecho y aficionarse a él. En "los doce trabajos de Asterix" se representa con la gracia y simpatía que caracterizaba a sendos coatures de esta obra (Goscinny y Uderzo) de gran interés público, social y cultural: "la burocracia". Es una de las pocas ocasiones, creo que incluso la única, en la que Obelix está a punto de desfallecer de tanto subir y bajar escaleras en ese edificio demoníaco donde tienen que lograr superar un trámite administrativo. Jocosamente las funcionarias hacen de todo menos trabajar; se arreglan las uñas y sobre todo confunden a los dos personajes remitiéndoles una y otra ver a lugares incorrectos para que intententen llevar a cabo esa gestión que tienen que hacer para superar la prueba. Hay un funcionario que levanta la nariz, entiendo que porque hay que hacer lo que él dice por narices. Ese episodio de la aventura se desarrolla en un edificio al que llaman "la casa que enloquece". No es para menos; hoy en día, pese a los avances técnicos, [1] al final, para cualquier pequeño problema nos terminan exigiendo la visita presencial. Hace un par de meses fuí a las dependencias de la Gerencia Regional del Catastro de Toledo (situada en la Plaza de Buzones) y el funcionario que debía haberme atendido, un roquero aficionado a la música estridente, con pelos largos y sucios, ropa desaliñada y alitosis, muy mal educado, que se vanagloriaba de ser hijo de quien fue el Gerente del Catasto de la Ciudad Imperial, después de más de hora y media ni se enteró que las sencillas cuestiones que fuí a plantearle que en definitiva no era más que se adaptara el Catastro a la realidad inmobiliaria de varias fincas. Cada vez que abría la boca era para decir una estupidez, una chorrada. No comprendo cómo habiendo cinco millones de parados ese hombre está quitando el puesto de trabajo a otro. Por cierto que al salir me encontré con Eduardo, el de las contribuciones de Ocaña y algo le conté. Eduardo sí que es un buen empleado público. No todos son inútiles. También Antonio Fraguas de Pablo (Forgues) ha dedicado diversas viñetas a criticar ese pesado lastre que tenemos que soportar al que llamamos el poder de los funcionarios, los cuales, como hasta ahora han venido estando a salvo de los efectos de los disparos, hacen lo que les viene en gana, sin que nadie pueda tan siquera llamarles la atención. Pero yo al menos puedo quejarme con libertad en mi página web. Aunque les incomode, claro. Narro mi última odisea. [2] El año pasado adquiero un local en estado semirruinoso en un pequeño pueblecito toledano, de 1.700 habitantes, llamado Huerta de de Valdecarábanos, el cual esta frente al Ayuntamiento y se hallaba en este estado: Los vecinos de encima del edificio habían abierto años antes una zanja, no estoy seguro aún de la razón, y la dejaron abierta; como uno de los tramos del tubo del desagüe de las aguas residuales de la comunidad estaba roto y en agosto de 2015 seguía vertiendo residuos fecales sobre esa zanja, llena de un lodo pestilente pedí a los propietarios de las viviendas y locales responsables que pusieran fin a esa agresión. El 5 de agosto pasaron los vecinos, un albañil y la empresa de pocería de Ocaña Hermanos Esquinas, para limpiar los atrancos, los atascos y en la medida de lo posible llevarse el ciendo. Como sería aquello que la cisterna de agua se agotó sin terminar la limpieza. Acudió al local el primer edil y el concejal de urbanismo, cuando los vecinos, que parecían dispuestos a reparar los daños, vieron que también entraba agua fecal por una pared procedente del saneamiento municipal de la calle Vicenta de Mora. [3] La avería del Ayuntamiento acaba de ser resuelta, siete meses después, pero los vecinos están demandados, porque hicieron lo que decía Julio Cesar en La Guerra de las Galias: "terga verterent". Voy adelantanto y limpio el local de escombros, extraigo el cieno y tapo la zanja. Los albañiles que lo hacen ponen todo lo que dan de sí, pero mira por donde cuanto está hecho el trabajo aparece el listo de turno, un Arquitecto Técnico mafioso contratado a sueldo por los vecinos, y achaca a esa labor el haber tapado mal los tubos con escombros (llama escombros a las tierras mismas que fueron extraidas al realizar la zanja). No se molesta en hacer una pequeña escabación para comprobar si los tubos están protegidos con arena de rio y miente también cuando dice que yo no le he dejado inspeccionar la otra parte del local. El día del juicio se va a enterar de lo que vale un peine. En España pones una gorra de plato a cualquiera y ya se cree un General. Por eso tanto los funcionarios, como las autoridades malas, como los peritos, son tachados de "gorrillas" pues sólo son ignorantes y malcriados y sólo van a lo que van, a que no les falte el chusco. Sigo adelante y considero que como el edificio no está adaptado a los tiempos modernos se suprimirían bien sus barreras arquitectónicas (el pueblo esta asentado sobre una ladera con considerable pendiente) instalando en la entrada desde la calle Vicenta de Mora un ascensor de última generación, demoliendo previamente la escalera de 20 peldaños. Esto último se ha hecho en un par de días pero instalar el ascensor, hay amigo, eso es entrar en " la casa que enloquece";. Como existe un extraño altillo entre sobre el techo de la entrada de mi local que pertenece al dueño del bar colindante, y jurídicamente es muy complicado poder adicionarlo a mi propiedad, porque aunque quisiera vendérmelo, que no quiere, tendria que modificarse posiblemente el título constitutivo siguiendo trámites muy complejos, al final tengo que pedir, según me informa mi proveedor un permiso a Industria. [4] Y aquí es cuando se forma la mundial. Para algo que puede ser comprobado que no perjudica, tengo que rellenar un formulario (no basta con que lo pida a mi manera, tiene que ser un puñetero formulario que se descarga de la web de la Junta y rellenarlo, cuando se deja rellenar); y pagar una tasa, una endemoniada tasa que para pagarla hay que perder mucho tiempo. Por su cuantía más bien es una limosna; además tengo que aportar un informe de un técnico competente (un Arquitecto) que diga lo mismo que podrían comprobar los funcionarios de Industria si no fueran tan vagos y se personaran en mi local. Que sólo se puede poner ahí y sólo ahí porque en ningún otro lugar del local hay sitio para hacerlo de forma alternativa es evidente: Pues aquí me tienen, pensando que en esta España donde nos ha tocado vivir, para cualquier cosita, por insignificante que sea, tenemos de perder [5] miserablemente el tiempo de arriba a abajo, pero ya se ve que eso ocurría en tiempos de Roma, ahora hay cibernética, pero da igual. El caso es seguir haciendo la puñeta al contribuyente. Dan ganas de irse a vivir al Polo Norte. El aspecto del local, antes de demoler la escalera ya había mejorado mucho: En el caso de Huerta de Valdecarábanos se produce también una excepción. Tiene un alcalde tolerante, inteligente, culto, que es una auténtica estrella. No le importa mancharse de cieno y suciedad los zapatos y acude con diligencia a ver lo que ocurre en cada momento allí cuando se le avisa. No delega, porque quiere ver con sus propios ojos. En ese sentido este político es un ejemplo de utilidad pública. No así su arquitecta, su secretario y una de sus funcionarias que parece que se ponen de acuerdo en darme la lata. Pero bueno, todo se andará. Cuando descubran que mi objetivo es mutar un vertedero de podedumbre y fuente de peligro de propagación de enfermedades y epidemias, por un supermercado de una de las cadenas más importantes de España, a lo que me animan los vecinos del barrio apremiándome para poder comprar en el pueblo lo que tienen que adquirir trasladándose por carretera, empezarán, aquellos [6] empleado públicos, a respetarme. Antes de decidir demoler la escalera de la calle Vicenta de Mora para instalar un ascensor, esa cadena de supermercados hizo ya éste dibujo: Ahora, si alguien tiene un motivo, que critique mi deseo de mejorar un pueblo de buena gente, que está empezando a dejar de considerarme "un forastero". [7]