Nota de Prensa Considerado por Forbes uno de los mejores comunicadores de marca españoles Félix Elórtegui: “Una buena marca no debe temer el activismo del consumidor” Designado por la revista Forbes como uno de los cinco mejores comunicadores de marca españoles, Félix Elórtegui es un bilbaíno con raíces cántabras, en Gama concretamente. Licenciado en Ciencias de la Información, trabajó para la prestigiosa agencia de relaciones públicas Edelman. En la actualidad desarrolla su labor en la multinacional Maxxium, especialmente en la marca Brugal. Recientemente visitó Santander para impartir una conferencia sobre comunicación emocional en el Centro Universitario Cesine. Félix Elórtegui (izquierda), junto al Director General de Cesine, Fermín Gutiérrez ¿En qué se basa la comunicación emocional y porqué parece tan de moda? Lo que las marcas perseguimos a través de la comunicación emocional es conectar con el corazón del consumidor, tocar su lado afectivo porque es indudable que se trata de la forma más efectiva de llegar a él. Lo que procuramos es despertar sus emociones y obtener su complicidad, que el individuo se identifique con la marca y se convierta en su prescriptor. No es exactamente que esté de moda, ya que las marcas llevamos haciéndolo desde hace mucho tiempo, pero sí es cierto que hoy se habla mucho de brand contents por que es una forma de comunicación sencilla y directa pero muy eficaz. Sin embargo, acceder a las emociones tiene sus riesgos Sin duda. La clave está en elegir adecuadamente el momento de hacerlo. Las personas no siempre nos encontramos predispuestas a recibir mensajes, por ello lo que hay que conseguir es responder a una necesidad emocional real. Hace tres años, Brugal efectuó un estudio sobre el segmento de la juventud que constituye nuestro target. Los resultados reflejaban que la crisis y la falta de recursos de los jóvenes, les iba a impedir a muchos de ellos disfrutar de vacaciones en aquel verano. Pues bien, a partir de ahí, construimos un evento mediante el cual invitábamos a seis jóvenes a disfrutar de unas vacaciones de ensueño con seis amigos en Ibiza. Partimos de una situación negativa para enviar un mensaje positivo. La participación fue multitudinaria y la repercusión en los medios increíble. ¿Así que la sutileza del mensaje acabará con el bombardeo publicitario? No, no; ni mucho menos. La generación de contenidos emocionales no es el fin, sino una herramienta complementaria. Las marcas necesitamos cobertura, ruido, que se nos oiga. El primer paso es que el público te conozca y a partir de ahí llegar a tus consumidores y que luego ellos te prescriban. Pero para llegar, primero te tienen que conocer. Usted trabaja normalmente con productos dirigidos a un público joven, ¿qué rasgos les caracterizan? Sociólogos y psicólogos sociales hablaron en su momento de generación X, nacidos en la bonanza económica entre los 60 y 80; después vino la generación Y, nacidos entre los 80 y el 95 y caracterizada por el mileurismo. Hoy podemos hablar de la generación C, nacidos más allá de 1995. Se trata de una juventud conectada, pensemos que el 91% duerme con el móvil al lado. También son creadores y creativos, hasta el punto de que crean tendencias. Son habituales generadores de contenido y se relacionan en comunidad (el 85% reconoce necesitar la aprobación de sus amigos en sus decisiones de compra). ¿Y cómo reaccionan a la comunicación emocional? Espléndidamente. Se trata de una juventud que necesita expresarse: sube continuamente fotos, textos, opiniones, etc. a la red. Además, buscan y crean experiencias y por lo tanto emociones, así que el tipo de comunicación que elaboremos debe estar dirigida en ese sentido. La generación C valora la relevancia y la originalidad, lo cual les lleva a apreciar el trabajo de las marcas en materia de comunicación. De nuevo, un riesgo para la empresa Al contrario, las marcas necesitamos el contacto directo con el consumidor para poder desarrollar los productos que verdaderamente demanda. Antes, las marcas gastaban mucho dinero en mitigar el activismo del consumidor. La razón era que tenían miedo a sus reacciones. Esto ha cambiado hoy en día, aunque algunas firmas (incluso prestigiosas) sí que mantienen ese temor.