artículo ACCESO A SALUD EN DIFERENTES Distribución de servicios de salud (pública y privada) y grupos socioeconómicos. Comunas de Providencia, Las Condes y Vitacura. En los dos mapas que vemos a continuación, se grafica la cantidad y distribución de los centros de salud existentes en dos sectores contrapuestos de Santiago: las comunas de Lo Espejo, Puente Alto y San Bernardo (sector sur de la capital) y por otro lado, las comunas de Providencia, Vitacura y Las Condes (sector oriente). Podemos darnos cuenta que hay un mayor número de estos establecimientos en el último sector, sobre todo concentrados en la comuna de Providencia. De éstos, el 92% son establecimientos privados de salud, justamente los que atienden al 81.3% de la población -es decir, 403.424 personas1- que tienen un sistema previsional privado, como lo muestra el gráfico 2. Si nos fijamos en el nivel socioeconómico de la población que reside en el sector oriente de nuestra capital, nos percatamos que una gran mayoría, el 95.1%, pertenece a los grupos ABC1 y C2, correspondiente a los estratos socioeconómicos con mayor poder adquisitivo –tal como aparece en el gráfico 1- y cuyos ingresos promedio por hogar son $2.414.063 y $838.468 respectivamente, con 1 INE, Censo 2002 12 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile lo que posiblemente pueden solventar los requerimientos de su sistema privado de salud. Además pueden hacer uso del sistema público, focalizado en el 8% de los centros de salud de esas comunas. En conclusión, para la gran mayoría de la población de la zona oriente, toda la oferta de salud disponible en sus sectores de residencia está al alcance de sus presupuestos. Con respecto a las personas que viven en las tres comunas de la zona sur de Santiago señaladas con anterioridad, un 73.2% de los habitantes (624.013 personas de un total de 852.477) proviene principalmente de los grupos C3, D y E, los grupos socioeconómicos de menor poder adquisitivo. El ingreso promedio mensual de estas familias oscila entre $130.427 y $582.804, factor que les restringe la incorporación al sistema privado de salud, por lo que muchos optan por la oferta pública. Así, un 73.6% de los habitantes de este sector de la capital utiliza el sistema estatal, en contraste con el 26.3% que está adherido a ISAPRES o a alguna otra forma particular de atención de salud. SECTORES DE LA CAPITAL Ahora, si ponemos atención al mapa de distribución de los servicios de salud de la zona sur, es posible percibir que el número de centros públicos es mucho mayor (76% del total) que el de los servicios privados, que corresponden al 24%. Esto es lógico, ya que justamente el grupo de personas que no puede pagar una Isapre hace uso de los servicios públicos, adecuándose el tipo de oferta a la demanda de esos sectores. Hasta el momento todas estas cifras serían razonables. Sin embargo, no parece razonable la amplia diferencia en la cantidad de servicios de salud para cada uno de estos sectores. Cuando hablamos de la población de la zona oriente usuaria del sistema privado de salud, estamos hablando de 403.424 personas que tienen una oferta de 186 establecimientos privados y de 17 establecimientos públicos. En cambio, en la zona sur, los 627.423 usuarios del sistema estatal de salud tienen a su disposición sólo 32 centros públicos (el 73.6% del total) repartidos entre las tres comunas aludidas, es decir, la desigualdad de cobertura de la salud se evidencia en que un sector de población más grande tiene significativamente menos establecimientos de salud disponibles en su sector. Esto evidencia las escasas alternativas de salud a las que tienen acceso los grupos más pobres de nuestro país, justamente los que más necesitan del apoyo tanto del gobierno como de los privados para poder llevar una existencia más digna, superar su precaria situación de vida y así disminuir las grandes brechas de desigualdad a las que se expone nuestra sociedad. Además, analizando estas cifras se puede entender que la cobertura del sistema sea uno de los factores que expliquen el colapso de los servicios de salud pública en estos sectores, justamente los más vulnerables. También de estos ejemplos se colige la poderosa influencia que ejercen las reglas del mercado, demostrado en la casi nula oferta de servicios de salud del sector privado disponibles en los sectores socioeconómicos más bajos, escenario que evidencia la preponderancia de la lógica de lo privado en la estructuración de la oferta de salud, por sobre una lógica de derechos que garantice un acceso más igualitario a este bien de primera necesidad. Durante el período militar se produjeron dos grandes reformas al sistema de salud, las que iban en la línea de privilegiar la acción del mercado en la provisión de salud. La primera de ellas fue descentralizar la función del Estado, traspasando las responsabilidades de atención primaria a los municipios. Bien sabemos que éste fue un proceso de descentralización incompleto, el que Distribución porcentual de la población por grupos económicos, comunas del sector Oriente (Las Condes, Providencia y Las Condes) y Sur (Lo Espejo, Puente Alto y San Bernardo) de R.M. GRÁFICO 1 100 80 60 40 20 -20 ABC1 C2 C3 D E Sur 1,7 25,4 14,8 38,7 19,7 Oriente 72,3 22,8 1,3 3,5 0,1 CIS 0 13 artículo más bien se puede catalogar como un proceso de desconcentración de las funciones estatales en los organismos municipales. La segunda reforma fue la creación de las Instituciones de Salud Previsional (ISAPRES), empresas privadas que otorgan prestaciones y beneficios de salud a sus clientes, adheridos a éstas según el criterio de libre elección, además de la creación del Fondo Nacional de la Salud (FONASA), el que se constituyó como el sistema previsional de la población con menos recursos. Estos sistemas se sostenían económicamente con la imposición obligatoria de todos los asalariados del país. Con un sistema de estas características, el acceso a la salud es considerado un bien que puede ser adquirido en un mercado con oferentes privados y públicos, sistema acorde con el enfoque de pobreza que guía a las políticas públicas en nuestro país, el que considera a la pobreza como una situación de necesidades básicas insatisfechas. Con la llegada de la democracia se crea la superintendencia de ISAPRES y, en los últimos años se desarrolla un nuevo programa de gobierno: Acceso Universal a Garantías Explícitas (AUGE). Este nuevo programa corresponde a un renovado enfoque de conceptualización de la pobreza, considerándola ahora como una situación de vulneración de derechos. Una de las principales características del AUGE es que a este programa tienen acceso tanto los afiliados al sistema público de salud como aquellos que prefirieron el sistema privado, constituyéndose así como un sistema universal. Con más de 50 enfermedades en el programa, el AUGE, punta de lanza de la consolidación del sistema de protección social en Chile, aún no le cambia del todo el rostro a la salud en nuestro país, sobre todo para aquellos que tienen menos posibilidades de acceder a un sistema privado. Está pendiente todavía el establecimiento de garantías no sólo para las enfermedades que actualmente cubre el programa, sino también para otras instancias de cobertura de salud a las que todavía el AUGE no considera. El problema de la desigualdad en la cobertura está estrechamente relacionado con el problema de calidad de los servicios disponibles. En la población más pobre de nuestro país se vive un estado de insatisfacción con el sistema de salud, el que si bien ha sido atenuado ante la implementación del AUGE, aún no se revierte del todo. Para solucionar estos problemas se debe modernizar el modelo de gestión de la salud pública, objetivo que sólo será posible si se otorgan más recursos a la salud y, a su vez, éstos son administrados más eficientemente. Del mismo modo, los establecimientos de salud deben orientarse a sus beneficiarios, garantizando un trato digno y, por otra parte, una atención oportuna y de calidad. Distribución de servicios de salud (pública y privada) y grupos socioeconómicos. Comunas de Lo Espejo, San Bernardo y Puente Alto. 14 Centro de Investigación Social Un Techo para Chile Distribución porcentual de la población por sistema previsional de salud, comunas del sector Oriente (Las Condes, Providencia y Las Condes) y Sur (Lo Espejo, Puente Alto y San Bernardo) de R.M. GRÁFICO 2 80 70 60 50 40 30 20 0 Sistema público Isapre Particular y otros Sur 73,6 13,4 10,9 Oriente 18,7 69,6 11,7 Extrapolando algunos de estos argumentos a la actual realidad social chilena, bien cabe preguntarse, ¿Hasta dónde hemos avanzado en la definición de qué es lo básico a lo que un ciudadano puede acceder cualquiera sea su condición? ¿Qué es lo mínimo que el Estado debe proveer a cada individuo? Pareciera que en los tiempos actuales estas preguntas no han sido completamente resueltas. La canasta básica en Chile se encuentra en un momento de reestructuración, pues lo que hace una década era un consumo básico, no es lo mismo que actualmente. John Rawls, influyente pensador del siglo XX, esbozó en sus discusiones sobre justicia distributiva la idea que después se cristalizó en el concepto de bienes primarios, aquellos elementos imprescindibles para que exista un piso mínimo de igualdad entre todas las personas. ¿Es la salud hoy en Chile efectivamente un bien primario? Aquello que puede ser visto de perogrullo muchas veces no lo es. Aún para mucha gente en Chile, pareciera que la salud, como la educación o la vivienda –todos ámbitos claves para el desarrollo individual y colectivo- son desafíos inaccesibles. En algunos casos se debe a la cobertura, como se puede deducir que ocurre en la salud a partir de los acápites anteriores, y en otros casos se debe a la exigua calidad, que atenta directamente contra la oferta existente (pues la gente se termina automarginando de un servicio que no se les presenta satisfactorio). Cualquiera sea la razón, lo mínimo que debe hacerse es poner una nota de cautela. Ciertamente es aún injusto y apresurado exigir resultados al naciente sistema de protección social en Chile, lo que no quita que se haga necesario focalizarse con más detención en las disyuntivas anteriores. Finalmente, otra pregunta susceptible de formularse es: ¿Hasta dónde se ha logrado conciliar adecuadamente la oferta privada con la oferta pública en lo que atinge a requerimientos básicos para la población? El problema de la liberalización del uso de suelos en la Región Metropolitana (expulsión de los pobres a las periferias por el aumento en el precio de los terrenos, debido a una lógica de mercado) es quizás el más evidente de los dilemas, también perceptible en el caso de las diferencias en los servicios de salud antes descritos. De seguro lo público y lo privado pueden y deben coexistir, garantizando la eficiencia con una proporción de bienestar más igualitaria de ciertas necesidades a toda la población, como ha sido el modelo de concesión de carreteras en las últimas décadas, pero sin duda existen desafíos. La articulación de lo público y lo privado exige mucha coordinación, de modo tal que se concilie efectivamente el bien común con el afán de lucro que premie el riesgo de la oferta privada. El riesgo es que, como en la salud, algunos se estén quedando demasiado marginados, y nadie se esté haciendo cargo de sus requerimientos mínimos. En estos casos, ante la pregunta de si la coordinación público – privada ha sido exitosa, el apremio otorga lamentablemente el beneficio de la duda. CIS 10 15