CAP031-11 San José, 19 de octubre de 2011 Licenciada Silvia Navarro Romanini Secretaria General Corte Suprema de Justicia S. D. Estimada Licenciada Navarro Romanini: De conformidad con lo acordado por Corte Plena respecto a la solicitud de estudio e informe del Reglamento del Centro de Conciliación del Poder Judicial de La República de Costa Rica, comunicado mediante oficio 4960-11, me permito informarle lo acordado por la Comisión de Asuntos Penales. Antecedentes En primer término, debe indicarse que este Proyecto de Reglamento tiene como antecedente el acuerdo de Corte Plena número XXI de la sesión 07-2.007, celebrada el 12 de marzo de ese mismo año, que aprobó la creación de un “Centro de Conciliación” y se dispuso que éste sería reglamentado oportunamente. También se mencionó en ese acuerdo que en el mes de mayo de 1997, Corte Plena había conocido en consulta el proyecto de "Ley sobre Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social", y había acordado remitir a la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Asamblea Legislativa un informe señalando que la Corte Suprema de Justicia organizaría pronto “oficinas de conciliación intra procesos”. La referida Ley número 7727 fue aprobada el 9 de diciembre de 1997 y en entró a regir el 14 de enero de 1998, en ella se reguló la figura de la conciliación, la mediación y el arbitraje, nacional e internacional en Costa Rica. En el artículo 2 de esa ley se reconoció el derecho de todas las personas a “recurrir al diálogo, la negociación, la mediación, la conciliación, el arbitraje y otras técnicas similares, para solucionar sus diferencias patrimoniales de naturaleza disponible”; en consonancia con esa disposición el artículo 3 del Proyecto de Reglamento que ahora se somete a consulta, dispone que su objeto es regular el funcionamiento del Centro de Conciliación del Poder Judicial (en adelante el Centro), así como determinar las facultades y las obligaciones de los servidores y servidoras que lo integren, “de conformidad con la Ley N.° 7727 del 14 de enero de 1998 y leyes conexas”. 1 Competencia del Centro de Conciliación El título y el contenido del artículo 2 de la ley 7727 ofrece el primer dato esclarecedor y vinculante para delimitar el ámbito de aplicación del Centro; el título del artículo es “Solución de diferencias patrimoniales” y establece que el ámbito de aplicación de los institutos creados en ella es resolver conflictos sobre bienes patrimoniales disponibles. Artículo 2.- Solución de diferencias patrimoniales. Toda persona tiene el derecho de recurrir al diálogo, la negociación, la mediación, la conciliación, el arbitraje y otras técnicas similares, para solucionar sus diferencias patrimoniales de naturaleza disponible. En consecuencia puede afirmarse, como una primera conclusión, que el reglamento que regula la actividad del Centro, no puede exceder la materia que comprende la norma superior, pues constituye precisamente el límite que legislador impuso a esa legislación. El segundo dato sobre el ámbito de aplicación del Centro está en el artículo 6 del Proyecto de Reglamento al disponer que su propósito es “contribuir a la solución de las controversias entre particulares que se presenten en estrados judiciales, así como la promoción y divulgación de los mecanismos de resolución Alterna de Conflictos que contribuyan a la obtención de la paz social.” Así las cosas, se concluye que el documento consultado reglamenta el funcionamiento del Centro de Conciliación del Poder Judicial, cuyo fin se encuentra circunscrito a la aplicación de las disposiciones contenidas en la Ley número 7727. Competencia para conocer asuntos penales Se estima que no sería posible que la promulgación de un reglamento concebido para tratar asuntos ajenos a la jurisdicción penal, pueda variar competencias dentro esta materia sin entrar en conflicto con el principio de legalidad y de especialidad de las normas procesal penales. De conformidad con la disposición contenida en el artículo 1º del Código Procesal Penal, el procedimiento que debe seguirse en la tramitación de este tipo de procesos es el que desarrolla este Código. Dispone el artículo 1 del Código Procesal Penal: Artículo 1.- Principio de legalidad. Nadie podrá ser condenado a una pena ni sometido a una medida de seguridad, sino en virtud de un proceso tramitado con arreglo a este Código y con observancia estricta de las garantías, las facultades y los derechos previstos para las personas. La inobservancia de una regla de garantía establecida en favor del imputado no podrá hacerse valer en su perjuicio. 2 Según estas disposiciones no sería posible aplicar la Ley número 7727, y tampoco el reglamento que aquí se estudia, al instituto de la conciliación contenido en el Código Procesal Penal, sin violentar con ello el principio de legalidad. Debe tenerse presente que en el proceso penal lo que se examina es la comisión de la acción atribuida a un imputado, respecto de la vulneración de bienes jurídicos protegidos en forma especial por el ordenamiento jurídico a través de los tipos penales. Las conductas que se juzgan afectan no solo el patrimonio de las personas, sino también otros bienes jurídicos como la vida, la integridad física, la seguridad, la libertad sexual, entre otros. Tómese nota de que en materia penal aun los asuntos de naturaleza patrimonial no son simples controversias entre particulares, ya que en ella casi siempre está presente el interés público general (vindicta pública). Aunque el Código Procesal Penal le reconozca a la víctima la posibilidad de conciliar con el imputado en determinados casos, esto no significa que el Estado haya renunciado a la tutela de los bienes jurídicos vulnerados por el delito cometido; pues además del interés particular de la víctima, en el conflicto penal subsiste también un interés de la colectividad y del Estado como órgano político en este tipo de conductas. Este interés rebasa el ámbito del caso concreto y lo enmarca en el social, donde interesa que estas acciones lesivas sean tratadas en forma especial, procurándose no solo el simple arreglo entre víctima e imputado, sino que, principalmente, la restauración integral, valga decir también colectiva, del daño causado. La conciliación contenida en la Ley 7724, se refiere a derechos disponibles de naturaleza patrimonial, –aun cuando una de las partes sea el Estado–, procesos en los que prima la voluntad de las partes, y el juez conciliador ejerce sólo un papel arbitral en estas disputas. A diferencia de la materia penal donde siempre está comprometido además de los intereses de la víctima y el imputado, el interés público. La persecución y el procesamiento de delitos es, pues, según la Constitución Política (artículo 153) y el Código Procesal Penal (artículo 16), función propia del Estado quien además tiene un interés político criminal en el asunto, esto aun cuando recientemente se le reconoció a la víctima un papel protagónico dentro del proceso. Por otra parte, en cuanto a la especialidad de la materia penal, el Código Procesal establece en el artículo 3 que la aplicación de su normativa es competencia exclusiva de los jueces penales. Dice el artículo: “ARTICULO 3.- Juez natural. Nadie podrá ser juzgado por jueces designados especialmente para el caso. La potestad de aplicar la ley penal corresponderá sólo a los tribunales ordinarios, instituidos conforme a la Constitución y la ley.” Pro su parte la LOPJ señala lo siguiente: Artículo 107.- Corresponde al juez penal conocer de los actos jurisdiccionales de los procedimientos preparatorio e intermedio, así como del recurso de apelación en materia contravencional. 3 Se procurará que un mismo funcionario no asuma ambas etapas en un solo proceso, salvo que, por la cantidad de asuntos de los que conoce, el despacho esté integrado por un solo juez. De lo que necesariamente debe concluirse que corresponde a los jueces penales, de la etapa intermedia del proceso penal, conocer y resolver sobre la aplicación del instituto de la conciliación en esta materia, con exclusión de cualquier otra jurisdicción. En un sentido similar se ha expresado la doctrina nacional afirmando que “Debe mencionarse la Ley sobre resolución alterna de conflictos y promoción de la paz social (Ley 7727), la que se refiere a la solución a través de la conciliación y mediación de las divergencias patrimoniales (Art. 2 de la ley). Discutible es si las normas de dicha ley son aplicables a la conciliación en materia penal. Nuestro criterio es que no se aplican, puesto que la regulación de dicha ley no hace referencia en ninguna de las normas a la materia penal, cuya conciliación encuentra su regulación en el Art. 36 C.P.P. Por otro lado, la mencionada ley en forma expresa indica, como se dijo, que la misma está destinada a la solución de controversias de carácter patrimonial. Sin embargo no se puede negar que la ley de resolución alterna de conflictos presenta puntos de contacto con la conciliación penal, formando parte de un movimiento hacia la mediación entre las partes involucradas en un determinado conflicto, que en materia civil ha tenido en nuestro país el colapso de la Administración de Justicia”.1 Podría argumentarse que el procedimiento previsto por la Ley 7727 es aplicable a la conciliación penal por razones de especialidad y posterioridad de la norma respecto del Código Procesal Penal. Pero sobre este aspecto la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia ya se pronunció considerando que no es así. Al respecto dijo lo siguiente: “El a quo determinó que la solicitud, pese a haberse formulado ya muy avanzada la audiencia, no era extemporánea, interpretando para ello que la Ley de Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social, número 7727 del 9 de diciembre de 1997, establece que la conciliación puede acordarse en cualquier estado del proceso y que, por tratarse de ley especial y posterior al Código Procesal Penal, debe entenderse que lo modifica. La Sala no comparte tal argumentación pues el Código Procesal Penal contiene reglas específicas respecto de la conciliación en materia penal, tratándose de normativa de eminente orden público e indudablemente especial por ser específica la materia de que trata. La ley citada si bien es posterior en nada modifica las reglas procesales establecidas en el Código Procesal respecto a las características, requisitos y tiempo procesal de la conciliación en materia penal. Por lo demás, la propia ley en su artículo 2 define la materia que desarrolla y establece que “Toda persona tiene el derecho de recurrir al diálogo, la negociación, la mediación, la conciliación, el arbitraje y otras técnicas similares, para solucionar sus diferencias patrimoniales de naturaleza disponible”, sin que pueda entenderse comprendida en tal marco de acción la conciliación del conflicto penal, cuyo establecimiento y desarrollo lo hace el legislador en el Código Procesal, siendo la norma de principio el numeral 7 de dicho cuerpo legal. Nada impide que los principios inspiradores de la Ley citada, puedan complementar la interpretación de la conciliación en materia penal, 1 LLOBET RODRÍGUEZ, Javier. op. cit. p 154 4 especialmente en temas no regulados en forma expresa, pero ello sería en forma supletoria y nunca para sustituir o variar las reglas que el Código establece, como sucede con lo relativo al tiempo procesal para la aplicación de las medidas alternas.” Sentencia número 2000-00454 de la SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, de las 9:05 horas del 5 de mayo del 2000.2 Conclusión Tanto la necesidad de resolver el proceso penal en un corto plazo, como la satisfacción del interés de la víctima, deben estar siempre en armonía con el interés estatal de incidir en los efectos sociales del fenómeno delictivo, a través de la atención del caso concreto. En este sentido resulta oportuno mencionar que ya la Comisión de Asuntos Penales se había pronunciado sobre la conveniencia de incorporar la filosofía de la justicia restaurativa en la justicia penal, como una mejor solución para enmarcar la aplicación de las medidas alternas al proceso. Al respecto se dijo en el CAP015-09, lo siguiente: “Así es, en la publicación que realizó la Comisión Nacional para el Mejoramiento de la Justicia (CONAMAJ) sobre este tema, varios especialistas señalan que la filosofía del modelo no es disminuir la delincuencia, ni restaurar los daños causados (como un fin en sí mismo). Tampoco el sentido es ofrecer una salida menos gravosa al imputado cuando “es reincidente”, ni lograr que acepte someterse al programa cuando “no hay otra salida”. Doris Arias señala que para la justicia restaurativa la culpabilidad del autor no es un aspecto central, sino el reconocimiento de la responsabilidad y las obligaciones hacia la víctima que se generaron con el delito, señalándose que el autor, “puede hacer las cosas bien” y que las relaciones entre las personas se restablecen pacíficamente a través de la implicación directa de las personas afectadas por medio del diálogo a lo que se denomina una “restitución comunicativa”. Siguiendo este orden de ideas, también puede apreciarse que la Justicia restaurativa se encuentra muy lejos de las teorías llamadas eficientistas, que valiéndose de propuestas como la Justicia retributiva, procuran obtener mejores resultados estadísticos, más que soluciones integrales al conflicto. En este sentido Javier Llobet advierte que si se pretende que la justicia restaurativa pueda operar como parte de un Derecho Penal Mínimo y llevar a una justicia adecuada al ser humano, debe funcionar como parte de un sistema integral del sistema penal y no 2 Citada por Llobet Rodríguez, op. cit. p. 154 5 como una mera forma de descongestionamiento de un Derecho penal cada vez más duro. Se considera oportuno señalar que a la hora de decidir sobre la implementación de una propuesta como la que aquí se comenta, debe considerarse que la Justicia restaurativa no es un remedio para la congestión de los despachos judiciales. Esto puede ser una consecuencia colateral, pero no es el fin de ella.” La Comisión de Asuntos Penales llegó a la conclusión de que en virtud de lo expuesto no es posible aplicar a las conciliaciones en materia penal el modelo de resolución alterna de conflictos regulado por la Ley número 7727Resolución Alterna de Conflictos y Promoción de la Paz Social, ni trasladar su resolución al Centro de Conciliación del Poder Judicial creado por el Proyecto de Reglamento que aquí se ha estudiado. También se estima oportuno señalar el cuidado que debe tenerse al momento de celebrar audiencias sobre conciliaciones masivas. Debe considerarse que en asuntos donde hay reo preso es por que también existen indicios suficientes para determinar la gravedad del delito y ante ello el sistema de justicia penal debe ser cuidadoso de la forma en que finalmente serán resueltos estos asuntos. Asimismo, se estima que es responsabilidad del juez velar por la seguridad de los procedimientos de conciliación y de la utilización de los formularios para la puesta en libertad de las personas detenidas. Especial cuidado debe tenerse también cuando se remite un caso a conciliación y al cabo de varios meses, cuando se lleva a cabo la audiencia de conciliación, ésta no prospera y lejos de solucionarse el problema en forma expedita suscita un atraso y la frustración entre las partes, perjudicándose con ello la credibilidad del sistema de judicial en general. Finalmente consideró la Comisión que en un futuro cercano la aplicación de la conciliación y de las otras salidas alternas al proceso penal previstas por el Código Procesal, deberán aplicarse en el marco del Proyecto de justicia restaurativa de la materia penal, que, se espera, entre pronto en funcionamiento en el Poder Judicial. Atentamente, José Manuel Arroyo Gutiérrez Presidente Comisión de Asuntos Penales 6