Brasil ya vivió un proceso de destitución en 1992: Fernando Collor

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Brasil ya vivió un proceso de destitución en 1992: Fernando Collor de
Mello
17 de Abril de 2016, 06:12|
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Existe un precedente en la historia de Brasil al procedimiento de destitución en curso contra la mandataria
de izquierda Dilma Rousseff: el de Fernando Collor de Melo (1990-92), el primer presidente elegido por
sufragio universal después de la dictadura (1965-84).
Acusado de corrupción pasiva -se embolsó 6,5 millones de dólares en 33 meses de mandato, según una
estimación de la época-, Collor renunció justo antes de ser condenado por el Senado, el 30 de diciembre de
1992. La sentencia resultó en su inhabilitación política durante ocho años, aunque en 1994 su proceso por
corrupción fue "archivado" por el Supremo Tribunal Federal (STF).
Cumplido su alejamiento de Brasilia, el expresidente fue elegido senador por el estado de Alagoas
(noreste) en 2006 y reelecto en 2014. Hoy, con 66 años, su nombre aparece en la lista de implicados en el
escándalo de corrupción en Petrobras.
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Si el motivo de la destitución era claro en el proceso de Collor, un político notoriamente enfangado en el
fraude que generó un rechazo casi unánime, las acusaciones parecen más complejas en el caso de
Rousseff, de 68 años.
Sin ninguna implicación judicial hasta ahora en la red corrupta destapada en la petrolera estatal -y que ha
alcanzado a su Partido de los Trabajadores (PT), así como otras muchas formaciones- Rousseff está
acusada por la oposición de haber maquillado las cuentas públicas, un práctica que, según alega, ha sido
utilizada por sus predecesores y por gobernantes de estados y municipios brasileños.
El gobierno niega además que se trate de operaciones encubiertas de crédito o que estuviesen bajo la
responsabilidad directa de Rousseff, por lo cual, afirma, sería anticonstitucional apartarla del poder por
esos motivos.
- Otras acusaciones, otras fuerzas "Collor tenía la etiqueta de corrupto, Rousseff, no. Ella puede ser vista como incompetente, pero nadie
piensa que se haya enriquecido personalmente", dijo a la AFP el profesor de Derecho Ivar Hartmann, de la
Fundación Gentulio Vargas.
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"Además, Collor no tenía un partido fuerte para apoyarle", en tanto que Dilma Rousseff, aunque
sumamente impopular, cuenta con el respaldo del PT y sus aliados. "Pese a la desbandada que estamos
viendo, tiene sus apoyos", subrayó Hartmann.
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"El aislamiento de Collor se sentía en las calles, donde nadie le apoyaba", precisó. La multitudinaria
movilización contra el mandatario fue conducida por los ’caras-pintadas’, jóvenes que pedían su salida con
el rostro pintado de verde y amarillo.
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En el caso de Rousseff, ha sido necesario instalar un muro en la explanada de los ministerios de Brasilia
para separar a los defensores y detractores del proceso de impeachment, antes del voto crucial del
domingo. Buena parte de los artistas e intelectuales del país se oponen, además, a su destitución.
La familia de Collor había entrado en la historia negra de Brasil en 1963, cuando su padre, Arnon de
Melo, mató de tres tiros en pleno Parlamento a uno de sus colegas, quien no era el blanco de los disparos.
Con el advenimiento de la democracia en 1985 en Brasil, las denuncias de delitos de responsabilidad
contra los mandatarios han sido moneda corriente en este país.
De hecho, tanto Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) y Lula (2003-2010) fueron objeto de varias
denuncias durante sus respectivas gestiones que a la postre fueron desechadas.
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