Navegando por el fin del mundo aventura La Patagonia austral es un enmarañado mosaico formado por tierras y mares a partes indistintas. El Stella Australis, buque que inició su andadura el 18 de diciembre de 2010, nos lleva a través de ella por una ruta absolutamente novedosa y exclusiva en aguas del estrecho de Magallanes, del famosísimo canal Beagle y del mítico cabo de Hornos; un itinerario, en suma, colmado de grandiosos espectáculos naturales –bosques vírgenes, pingüineras solitarias, montañas inexploradas y glaciares a granel–, de la cruda historia de estos lugares inhabitados, y –eso por descontado- de las máximas comodidades para el viajero. Texto: Javier de Jaime / Fotos: Tomás Jiménez 1/ Impresionante vista del canal Beagle, que recibe el mismo nombre que el barco en el que Charles Darwin dio la vuelta al mundo. 2/ Mapa de situación en el que se puede ver la poca distancia que separa la Patagonia de la Antártida. 3/ El Stela Autralis fondeado durante una de sus escalas. Al contrario que en los cruceros en los que hay espectáculo y diversión continua en el barco, aquí el espectáculo está fuera, en la salvaje naturaleza que lo rodea durante sus paradas y en la travesía. 2 3 1 184 • • Verano 2011 Verano 2011 • • 185 L a luz es de un blanco tenue, virginal, como a medio hacer. Produce una sensación de irrealidad, de mágicas transparencias suspendidas sobre una tierra remota e inacabada, también a medio hacer. El predominio de los tonos oscuros –paisajes de color malva, cielos cárdenos– proclama un ambiente austero y desolado que, en cualquier caso, no resta un ápice a la belleza a estos parajes, aún grávidos de misterio, de la Patagonia chilena; un espacio casi intacto al que se le adjudica el sobrenombre, tan sugerente como inequívoco, de Tierra del fin del mundo. Nos encontramos en Punta Arenas, la espléndida capital de la XII Región de Chile, con un objetivo definido a la vista: embarcarnos en el Stella Australis, el nuevo buque de Cruceros Australis, compañía chilena que lleva veinte años realizando la travesía desde aquí hasta Ushuaia, en Argentina, y viceversa, por los canales patagónicos, productos de una tierra desmedida, propensa al caos. “Quien no ha navegado alguna vez los canales fueguinos no ha sentido aún la Naturaleza”, afirmó en cierta ocasión Francisco Coloane, el épico cantor de la recia vida sureña. Pues bien: nosotros estamos listos y ansiosos por comprobar la veracidad de su aserto. Punta Arenas se encuentra a los pies de los Andes y al comienzo de la llanura esteparia. Fue fundada en 1848 por José Santos Mardones, gobernador de Fuerte Bulnes –el primer asentamiento chileno en el estrecho de Magallanes–, quien, viendo que dicha plaza no reunía las condiciones adecuadas para el desarrollo de una población estable, decidió trasladar a sus moradores 56 kilómetros al norte, a un lugar más pródigo en agua y leña y que contaba, además, con un buen puerto natural y un mejor clima. La actual fisonomía urbana conserva el sello impuesto por los colonos extranjeros –ingleses mayormente– que, a partir de 1867, abrieron en la ciudad casas de comercio y de importación, hoteles, bares y almacenes, siguiendo la filosofía de que la soledad y la lejanía son soportables si se vive espléndidamente y en contacto con el exterior. En 1876 fueron traídas a Punta Arenas, procedentes de las islas Malvinas, trescientas ovejas. Fue el comienzo de una lucrativa actividad ganadera que condujo a la creación de enormes estancias en sus alrededores y, como consecuencia y en breve tiempo, a la instauración del imperio económico de sus dueños. A principios del siglo XX la capital magallánica estaba ya embellecida con su plaza, su cementerio y sus parques actuales, amén de con el teatro de la ópera y las grandes mansiones de los estancieros, cuyos materiales de construcción y ornamentación procedían de Europa. Entre estos genuinos palacios, destacaremos el de Braun Menéndez, hogar que fue de Mauricio Braun y Josefina Menéndez –su matrimonio unió las dos mayores fortunas de la región–, y que conserva todos los muebles, tapicería y alhajados de la época. En su interior funciona hoy el Museo Regional de Magallanes, excelente muestra expositiva de la historia contemporánea de la zona, que bien merece una visita. Son las seis de la tarde, hora de embarcarnos. A bordo, la tripulación, encabezada por su capitán, nos da la bienvenida, que se prolonga en el gran salón de conferencias, antes de la partida, con un simpático cóctel acompañado de un espectáculo de cantos y danzas folclóricas del país. A las 20:00 levamos anclas y, con la noche incipiente sobre el estrecho de Magallanes, la nave zarpa con destino al fin del mundo. Nuestra aventura acaba de comenzar. 186 • • Verano 2011 1/ Navegamos en una zodiac en dirección a la espectacular estampa del campo de hielo de la cordillera Darwin, con el majestuoso pico Luis de Saboya a la izquierda y el glaciar Marinelli a sus pies. 2/ El Stela Australis amarrado en la ciudad de Ushuaia. 3/ Una colonia de cormoranes anima la travesía. 4/ El Glaciar Pía, una pared de hielo de más de cien metros de frente. “Quien no ha navegado alguna vez los canales fueguinos no ha sentido aún la Naturaleza”, afirmó en cierta ocasión Francisco Coloane, el épico cantor de la recia vida sureña. aventura 1 2 3 4 Verano 2011 • • 187 aventura 1/ Impresionante vista de la parte superior de la lengua del glaciar Pía. 2/ Un elefante marino ruge para marcar su territorio y su rebaño de hembras. 3/ Juguetonas crías de elefantes marinos, inquietas con nuestra presencia. 4/ Un cormorán de cuello negro posando en el orificio de una roca. 5/ Pingüinos magallánicos correteando por las islas Tuckers. 6/ Un grupo de viajeros embelesados con la majestuosidad del glaciar Pía. 7/ Vista panorámica del glaciar Pía. 1 2 Al día siguiente, con las primeras luces del alba, navegamos ya a través del seno Almirantazgo, rumbo a la bahía Ainsworth. En dicha bahía, y frente a la cordillera Darwin –allí donde los Andes tuercen su espinazo, orientándolo en sentido Este-Oeste–, realizamos el primer desembarco, incursionando en las lanchas por unas aguas tranquilas bajo un cielo ¡soleado! –gran suerte la nuestra, en estos parajes donde las adversidades climáticas están a la orden del día–, hasta el pequeño muelle habilitado para tomar tierra. Y, bajo nuestros pies y a nuestro alrededor, sentimos, por fin, el contacto y la proximidad de una naturaleza, la fueguina, que se mantiene como al principio de los tiempos, esto es, inconmensurable, anárquica y –¡todavía!– indómita. 188 • • Verano 2011 3 El paseo por la orilla nos conduce hacia una de las atracciones anunciadas: una colonia de elefantes marinos que sestean despreocupadamente sobre la arena. “Podéis aproximaros razonablemente”, nos autoriza Mauricio, nuestro guía, quien también nos advierte: “Pero, cuidado, no os interpongáis entre ellos y el agua, porque les cortáis la retirada y pueden volverse agresivos”. Su consejo no es para echarlo en saco roto, porque los voluminosos machos pesan entre dos y tres toneladas. Con todo, ¡qué excitante y voluptuosa experiencia la de acercarse sin cortapisas a tan notables ejemplares de la fauna subantártica! Aunque no menos subyugante nos resulta, ya por la tarde y en los islotes Tuckers, el avistamiento desde las lanchas de los cormoranes que anidan en sus negros acantilados y, ya 4 5 en sus playas, poniéndonos al pairo a escasos metros de ellos, de los curiosos pingüinos magallánicos, tan simpáticos como medrosos, que se escurren con torpe apresuramiento sobre el terreno pedregoso ante nuestra intempestiva cercanía. Atravesando el brazo noroeste del célebre canal Beagle, el Stella Australis ingresa en el fiordo Pía. Aquí detiene motores para que, una vez más, las lanchas nos transporten a tierra, en esta ocasión a las inmediaciones del glaciar del mismo nombre. He aquí uno de los eventos previstos que justifican la calificación de “crucero de expedición” otorgada a nuestra singular odisea marítima. Porque el espectáculo de esta lengua convulsa de hielos triturados que se desploman sobre el mar con anárquica lentitud y mineral estruendo 6 7 es realmente sobrehumano, algo que nos devuelve al mundo caótico y salvaje de los tiempos primitivos, anteriores a toda civilización. La extrema soledad, acompañada de un vasto silencio, acomete nuestro ánimo. Pese a lo cual, paseamos la mirada sobre las heladas torres azules que se desmoronan, sobre las aguas de la ensenada erizadas de minúsculos hielos flotantes, sobre el bosque magallánico que circunda la morrena lateral del glaciar y sobre las blancas cumbres centelleantes al sol y no podemos evitar sentir una especie de recogimiento, como si estuviéramos dentro de un templo. Con el sol poniente precipitándose sobre la popa y la estela de la nave regada de luces crepusculares, iniciamos la travesía de la llamada Avenida de los Glaciares, el tramo más estrecho del brazo Invierno 2011 • • 189 aventura aventura Punta Arenas se encuentra a los pies de los Andes y al comienzo de la llanura esteparia. Fue fundada en 1848 por José Santos Mardones, gobernador de Fuerte Bulnes, el primer asentamiento chileno en el estrecho de Magallanes. En esta doble página, vista de las impresionantes montañas que coronan el pueblo de Ushuaia, la ciudad más austral del mundo. 190 • • Verano 2011 Verano 2011 • • 191 aventura 1/ Navegando en dirección al cabo de Hornos. 2/ Capilla Stela Maris, en el mismo cabo de Hornos. 3/ Bellos parajes acompañan nuestro trayecto en todo momento. 4/ Monumento al Albatros, homenaje a los marinos fallecidos. 5/ Monumento al Marinero Desconocido y vista del monumento al Albatros. 2 3 1 Paseamos la mirada sobre las heladas torres azules que se desmoronan, sobre las aguas de la ensenada erizadas de minúsculos hielos flotantes, sobre el bosque magallánico que circunda la morrena lateral del glaciar y sobre las blancas cumbres centelleantes al sol. 192 • • Verano 2011 noroeste del canal Beagle. Sus montañas, por el costado de babor, exhiben sucesivas lenguas de hielo bautizadas, en su mayoría, con el nombre del país pionero en su exploración –España, Italia, Francia y Holanda–, a cual más impresionante… y recordable en términos gastronómicos, tal y como nos va informando la megafonía del Stella a nuestro paso por delante de ellos: “Señores pasajeros, navegamos frente al glaciar Italia; disfruten de su presencia degustando las pizzas que encontrarán a su disposición en nuestro bar, acompañadas de una copa de vino de La Toscana”. Y vuelta a repetir la cantinela al alcanzar el siguiente helero, cambiando la idiosincrasia –que no la abundancia– del tentempié. ¡Como para morir de sibarítica glotonería por ver desfilar glaciares! El legendario cabo de Hornos no es, curiosamente, tal cabo, sino una isla, la más meridional –eso sí– del continente suramericano. Declarada por la UNESCO Reserva de la Biosfera en 2005, se trata de un promontorio casi vertical de 425 metros de altura, al que accedemos muy de mañana, después de saltar de las lanchas a una pasarela móvil y subir por unos cuantos –y empinados– escalones hasta la meseta. El faro y sus instalaciones –atendidas por un oficial de la Armada de Chile, al que relevan de puesto transcurrido un año de su estancia aquí– y el monumento del albatros –poderosa ave marina que frecuenta estas solitarias latitudes– en honor de los marinos fallecidos en estos piélagos procelosos, son las dos visitas obligadas. Y también las únicas posibles. El patrimonio del cabo de Hornos es la soledad a ultranza transida de inclemencias meteorológicas. Lo cual no es óbice para que reciba centenares de visitantes al año. Ahí es nada, poder presumir de haber navegado por las aguas más tormentosas del planeta, infierno de los marinos de cualquier tiempo, y de haber visto y pisado el extremo del mundo, testigo mudo de alrededor de diez mil naufragios, de historias extraordinarias y peripecias sin cuento. La bahía Wulaia, en la isla de Navarino, es el escenario de nuestra última bajada a tierra. Se trata de un lugar que atesora una historia singular referida al celebérrimo viaje del Beagle, durante el cual Charles Darwin concibió las ideas que acabarían por revolucionar la Biología. En la cima de un montículo próximo a la playa, adosada en vertical a una roca aislada, una chapa la sintetiza con las siguientes 4 5 Verano 2011 • • 193 aventura 1/ Hermoso atardecer en la espectacular Avenida de los Glaciares. 2/ Placa que conmemora el desembarco de Darwin. 1 Iberia (www.iberia.com, Tel.: 902 400 500) vuela todos los días desde Madrid a Santiago de Chile. HORAS DE VIAJE Desde España se llega a Santiago en trece horas y media. En la hora previa al aterrizaje en el aeropuerto Comodoro Arturo Benítez Merino de la capital chilena, si la visibilidad acompaña, se puede disfrutar, a vista de pájaro, del magnífico espectáculo que brindan los Andes, incluyendo el de su cima más alta, el Aconcagua (6.980 m) TIPO DE VIAJE te interacción marina –que regula las temperaturas– y los vientos desatados que soplan desde el Pacífico. Estos últimos chocan contra el murallón de los Andes y descargan su humedad. Como consecuencia, en los faldeos de la cordillera crece un exuberante bosque magallánico, en buena parte todavía virgen de la presencia humana. Las temperaturas de las áreas costeras registran pocas fluctuaciones por la acción moderadora del mar, pero se mantienen en niveles fríos debido a la latitud. La media de las máximas anuales en Puerto Edén es de 10 ºC (14 en enero y 5 en julio) y la de las temperaturas mínimas de 5,4 ºC (7,8 en enero y 0,7 en julio). Equipo imprescindible Botas de trekking o zapatillas deportivas, pantalón impermeable, jersey o forro polar, chubasquero, guantes, gorro de lana o similar, gafas de sol y crema de protección solar. ALOJAMIENTO Crucero de expedición. El Stella Australis efectúa la ruta más virgen de la Patagonia magallánica, una región por la que transitaron míticos navegantes del pasado, como el portugués Hernando de Magallanes, descubridor del estrecho que lleva su nombre. Se visitan también los lugares que recorrió Charles Darwin a bordo del Beagle, hace ya siglo y medio, y que se conservan tal cual el célebre autor de la Teoría de la Evolución los describió. El Stella Australis tiene capacidad para 210 pasajeros, distribuidos en 100 cabinas cuyos tamaños son de 16,5 metros cuadrados, y en otras cuatro superiores de 20,5. Todas ellas tienen ventanas panorámicas, calefacción independiente, baño privado y teléfono satelital. La nave cuenta con tres salones equipados con modernos equipos audiovisuales, un comedor, una sala para ejercicios físicos y una amplia terraza descubierta que permite, en todo momento, observar el paisaje austral. Duración GASTRONOMÍA Mejor ÉPOCA PARA VIAJAR • En Punta Arenas: Recomendamos probar el cordero magallánico, carne que se caracteriza por su sabor único. Se consume al horno, asado o “al palo”. La crianza y alimentación de los animales tienen lugar en las extensas paraderas naturales, bajo la Cruz del Sur, en las típicas estancias magallánicas. La región posee alrededor de 3.000.000 de cabezas ovinas, en su mayoría de raza Corriedale, lo que representa el 60% de la producción nacional. Clima • En Ushuaia: Lo sabores típicos de la ciudad más austral del mundo son uno de los atractivos principales para disfrutar de una buena estadía en ella. Centolla, mariscos, merluza negra de profundidad, trucha y cordero patagónico son excelentes opciones que se recomienda degustar. Cinco días de travesía marítima, desde el momento del embarque en Punta Arenas (Chile) hasta el atraque final en Ushuaia (Argentina). Los tres barcos de la compañía Cruceros Australis –los otros dos son el Vía Australis y el Mare– están operativos durante la primavera y el verano austral, desde septiembre a abril, aprovechando las estaciones de clima más bonancible. Tres son los factores determinantes del clima en la Patagonia austral: la latitud –entre 51º y 56º Sur, regiones de baja insolación–, la fuer- • Verano 2011 para Darwin los hechos eran claros. Se causó más mal que bien llevando a los fueguinos a Inglaterra; su breve ojeada a la civilización sólo les hizo más difícil la existencia al retornar a su tierra. Una mediana caminata cuesta arriba a través del bosque magallánico de lengas, coigües, canelos y helechos nos lleva hasta una especie de mirador natural abierto en la ladera del monte, desde el cual se divisa un espléndido panorama de toda la bahía, de sus múltiples islas y de las quietas aguas del canal Murray. También del Stella Australis, anclado a nuestros pies y minúsculo en la lejanía, único signo –junto a la casa museo que la Compañía mantiene a escasos metros del embarcadero– de la presencia humana hoy aquí. Porque los yaganes ya no pueblan estos parajes. Las enfermedades del hombre blanco, el alcoholismo introducido por loberos y balleneros y, más tarde, la fiebre del oro de 1893, condujeron lentamente a su desaparición de la faz de La Tierra. • A bordo: Se sirve comida chilena, argentina e internacional. Además, hay un día en que el barman realiza una cata básica de vinos. construyó el magnífico pórtico y los muros perimetrales donados por Sara Braun. 4. El monumento al ovejero: concebido y realizado por iniciativa del general Ramón Cañas, se halla en la avenida Bulnes. Consta de una platabanda central con jardines y múltiples grupos escultóricos, entre los que destaca el del Ovejero, con su caballo, su perro y su hato de ovejas. 2 CÓMO LLEGAR 194 • palabras grabadas en ella: “Homenaje al vicealmirante Robert FitzRoy, ilustre explorador e hidrógrafo británico, que desembarcó en esta caleta el 23 de enero de 1833 junto a Jemmy Button, York Minster y Fuegia Basket, a los que antes llevara a Inglaterra con la intención de que, a su regreso, contribuyeran a la civilización de sus congéneres en la región del cabo de Hornos”. Los tres individuos citados eran indios yaganes, nómadas marinos que incursionaban en aquella época por las inmediaciones del canal Beagle. Tras reintegrarles a su tribu, Fitz Roy partió hacia las Malvinas y no regresó a bahía Wulaia hasta el año siguiente, sólo para comprobar que su experimento humano había sido un completo fracaso. “Apenas podíamos reconocer al pobre Jemmy”, narra Darwin; “en lugar del robusto muchacho limpio y bien vestido que habíamos dejado encontramos un salvaje escuálido y desnudo”. Más que herido o disgustado, FitzRoy estaba desconcertado, pero Actividades Todos los días se efectúan desembarcos –opcionales, por supuesto– en los botes Zodiac. Los recorridos incluyen caminatas por los bosques nativos, cuya flora y fauna van siendo descritas por los guías, y visitas a las colonias de elefantes marinos y de pingüinos magallánicos. A bordo se realizan a diario charlas orientativas sobre zoología, botánica, glaciología e historia de la zona. En la línea de impulsar un turismo responsable, Cruceros Australis tiene con CEQUIA (Centro de Estudios del Cuaternario de Fuego-Patagonia y Antártica) un convenio de cooperación científica y turística. Mediante el mismo se facilita información de primera fuente a los pasajeros, los cuales tienen así la oportunidad de ser parte y apreciar los procedimientos de las expediciones científicas que se desarrollen durante el crucero. Visitas • En punta Arenas: 1. La Plaza de Armas, cercada por hermosos cedros, donde se levanta el monumento a Hernando de Magallanes, inaugurado el 16 de diciembre de 1920, con ocasión del cuarto centenario del descubrimiento del estrecho que lleva su nombre, y donado a la ciudad por el ilustre pionero magallánico José Menéndez. La figura tallada del insigne navegante reposa sobre un alto pedestal, en cuya base hay cuatro esculturas de indios fueguinos; la tradición afirma que quien le besa el pie al nativo de la tribu ona regresará a la ciudad. 2. Palacio de Sara Braun: edificado en 1895 por el arquitecto francés Nurma Mayer, fue residencia de Sara Braun, fundadora de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego. En 1899 se efectuó en sus salones la gran recepción a los presidentes Francisco Errázuriz y J. A. Roca, chileno y argentino respectivamente, con motivo del “Abrazo del Estrecho”. Hoy es la sede del Club de la Unión. 3. El cementerio: con sus mausoleos y su parque, es uno de los lugares más visitados por quienes desean conocer la historia de la ciudad. Fue abierto en 1894. En 1919, en el terreno concedido por el gobierno, el ingeniero Fortunato Ciscutti • En Ushuaia: La ciudad más austral del mundo nació en 1844 a orillas del canal Beagle como un destacamento de prefectura naval, afianzado con el famoso -para los argentinos- presidio. Los indios yaganes denominaban al lugar “bahía que penetra hacia el oeste. Actualmente es una metrópoli dinámica con condiciones de vida bastante mejores que las del resto del país, aunque la vida no es fácil durante el invierno, debido a los fríos extremos. Durante el verano brotan infinidad de flores, cuyos colores animan el paisaje urbano. 1. Antiguo presidio y cárcel de reincidentes: hoy convertido en monumento histórico y museo. Penal de máxima seguridad, recibía delincuentes entre los que se encontraban varios casos célebres de la época, enviados al Fin del Mundo para cumplir su condena mediante una severa disciplina y servicios comunitarios. Se pueden ver, en su estado original, algunas de las celdas donde residieron los peores criminales del país. Tres de sus alas conservan la estructura primitiva y albergan el Museo Marítimo. Consecuentemente, además de saber como era la vida cotidiana de los reos, te adentrarás en el fascinante mundo de la navegación por las aguas australes del continente suramericano y conocerás historias de naufragios y expediciones hacia la Antártida. Abierto diariamente de 9 a 20 horas. Tel.: +54 2901 437481. www.MuseoMaritimo.com 2. Museo del Fin del Mundo: un recorrido a través de 8.000 años de historia etnográfica para conocer la génesis y el desarrollo de la vida en estas regiones. Desde las creencias, la cosmovisión, los rituales y la organización social de la población nativa, pasando por la llegada del hombre blanco y su incidencia en la desaparición de los aborígenes, el sueño de los pioneros y las travesías de los navegantes, hasta la fauna autóctona. Mucho para ver, mucho para contar. Abierto diariamente de 9 a 20 horas. Tel.: +54 2901 422551. Verano 2011 • • 195