Escuela Nacional de la Judicatura Teoría General del Derecho Candy Marcial Pascual Aspirante a Juez de Paz Caso Palmer vs. Riggs El derecho puede presentar lagunas y contradicciones como consecuencia de la problemática de las ambigüedades lingüísticas y de la vaguedad del término (tal y como analizábamos en el foro). Por ello, su concepción ha sido objeto de una pugna entre diferentes teorías que procuran establecer cuales serán los criterios que determinaran la justicia, la validez y la eficacia de dicha concepción. El caso Palmer vs. Riggs ha sido objeto de la referida lucha de teorías. En el mismo, se desarrolló una controversia relativa a las valoraciones de la justicia, la validez y la eficacia de los denominados “derechos” exigidos por el señor Elmer Palmer, respecto de la herencia que le había testado su abuelo, al que había asesinado con el objetivo de obtener el disfrute de dicho beneficio. En el momento en que se suscitó la controversia, estado de Nueva York no existían normas jurídicas que contemplaran la pérdida del derecho de heredar a quienes causaran la muerte de su testador (tal y como ocurrió en el caso en cuestión), y el testamento cumplía con los requerimientos legales de rigor. Sin embargo, una parte de los jueces que decidieron el caso, consideraba que la posibilidad de que el asesino pudiera beneficiarse del legado de su víctima, resultaba contraria a los principios morales de ese entonces (y lo continúa siendo al día de hoy). La Corte de Apelación justificó la solución dada al caso auxiliándose del siguiente principio: “A nadie se le permitirá aprovecharse de su propio fraude o sacar partido de su propia injusticia, o fundar demanda alguna sobre su propia iniquidad o adquirir propiedad de su propio crimen”1. Decidiendo en consecuencia, no otorgarle los beneficios de la herencia al señor Elmer Palmer. 1 Precedente formado por el Tribunal Supremo, con la solución del caso New York Mutual Life Insurance v. Armstrong. Estado Unidos, 1886. (Es importante resaltar que el caso en cuestión se desarrolló bajo las influencias del Common Law, ordenamiento en el que las decisiones judiciales que crean los precedentes son de una importancia trascendental). Es indiscutible que el Tribunal Supremo otorgó mayor importancia a la primacía de los principios morales para tomar su decisión2. Asumiendo, en este sentido, una inclinación hacia la teoría Ius Naturalista, que sostiene entre uno de sus postulados, que “Los jueces deben negarse a aplicar aquellas normas jurídicas que contradicen radicalmente principios morales o de justicia fundamentales”. Quienes tienen una tendencia positivista3, indudablemente afirmaran que a falta de una prohibición expresa (como sucedía en el caso del nieto desesperado), y ante una ley que determinaba los requerimientos que debía cumplir el testamento para ser considerado como valido, la decisión a la que arribó el Tribunal Supremo era injusta e invalida. Puesto que el tribunal, creó una regla para aplicarla a un caso que había ocurrido con anterioridad a la existencia de la misma, rompiendo así, con el principio de la irretroactividad de las normas 4. Entiendo que en el momento de crear las leyes, los legisladores toman en cuenta los principios morales (entendiéndose como tales, según apunta Dworkin, “aquellas proposiciones morales que poseen un fundamento en actos de autoridades oficiales del pasado, como textos jurídicos o decisiones judiciales”). Y que, por tanto, existiendo normas jurídicas para resolver supuestos previamente determinados, los conflictos sociales que se susciten no deben ser solucionados otorgando mayor relevancia a las apreciaciones morales que al contenido de tales normas, sino que lo ideal es que se resuelvan sobre la base de las mismas, para garantizar el orden, la seguridad y la certeza de las relaciones sociales. 2 R. DWROKIN, analizando el caso, en su obra Los Derechos en Serio, afirma que el sistema jurídico no está solo compuesto por reglas, sino por principios. 3 Los positivistas (específicamente los de la tendencia ideológica) afirman que “cualquiera que sea el contenido de las normas del derecho positivo, éste tiene validez o fuerza obligatoria y sus disposiciones deben ser necesariamente obedecidas por la población y aplicadas por los jueces, haciendo caso omiso a sus escrúpulos morales”. SANTIAGO NINO, Carlos. Introducción al Análisis del Derecho. p32. Es decir, niegan la existencia de una vinculación entre el derecho y la moral. 4 La irretroactividad es una de las manifestaciones del principio de legalidad (Nullum crimen nulla poena sine previa lege), conforme al cual las normas sólo aplican para el porvenir, no tienen efecto retroactivo. Y en consecuencia, no se puede aplicar una nueva norma a un supuesto ocurrido con anterioridad a la creación de la misma. 2 Ahora bien, entiendo que en el devenir del tiempo van surgiendo situaciones que no necesariamente, están previstas en las normas jurídicas y que esas indeterminaciones, que se pueden presentar en un ordenamiento jurídico, no otorgan a los jueces la posibilidad de sustraerse de su obligación de solucionar el conflicto (de hecho, en caso de hacerlo, estarían denegando justicia). Por lo tanto, ellos están obligados a justificar sus decisiones en distintas alternativas, dentro de las que se encuentran los principios morales5. Debo aclarar que lo expresado en el párrafo anterior no implica, en modo alguno, una percepción por mi parte de que en el estado actual de los sistemas democráticos, donde se establece de manera concreta la separación de los poderes del Estado y sus respectivas atribuciones, el Poder Judicial (que es el encargado de aplicar e interpretar las normas jurídicas) deba usurpar las funciones del Poder Legislativo (que es el encargado de crear las leyes). Sino que más bien, y con esto respondo el cuestionamiento planteado en el mandato de esta asignación, ante la inexistencia de una regulación expresa, los jueces deben abocarse a las labores de descubrir (interpretar) el derecho que se encuentra encerrado en los principios morales. Que fue precisamente, lo que hizo el Tribunal Supremo para solucionar el caso del nieto desesperado, auxiliándose en el precedente contenido en una decisión judicial anterior. En conclusión, coincido con Dworkin en el sentido de que los principios morales constituyen los materiales que permiten al juez buscar las respuestas correctas a los casos difíciles, como los son aquellos que no tienen una regulación expresa. 5 El mismo Hart, en el desarrollo de su teoría sobre el positivismo suave, ha establecido que el derecho es fundamentalmente incompleto, que no es un sistema autosuficiente de soluciones, y que por tanto, hace que los jueces no tengan más remedio muchas veces que justificar sus decisiones recurriendo a principios o criterios no jurídicos. 3