DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA FACTORES VICTIMÓGENOS “No podemos comprender el fenómeno victimal sin estudiar la personalidad de la víctima, sus cualidades objetivas y subjetivas, así como las circunstancias de la victimización” Rodríguez-Manzanera, 2003 José Manuel Muñoz Vicente. Psicólogo Forense. Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad de Madrid (España) INTRODUCCIÓN La victimación criminal es el proceso por el que una persona sufre las consecuencias de un hecho delictivo (García-Pablos, 2009)1. El proceso victimal siempre es un hecho dinámico que depende de una serie de factores y circunstancias que han de ser tenidas en cuenta para comprender el fenómeno delictivo. Para realizar un estudio completo de este proceso hemos de atender a dos dimensiones del mismo: a) la consideración de los factores que intervienen en la precipitación del delito; y b) el impacto que ese delito tiene en la víctima (Tamarit, 2006). En este sentido, se habla también de factores de riesgo y factores de vulnerabilidad. Los primeros serían aquellos que aumentan la probabilidad de convertirse en víctima de un delito; y los segundos, serían aquellos factores que amplifican el impacto de la situación de victimización en 1 Con este concepto la Victimología aporta un nuevo enfoque al estudio del delito, realista y personal, centrando en quien experimenta sus efectos nocivos; a diferencia del análisis jurídico-normativo del Derecho Penal y de la Criminología clásica, que contemplaban el crimen como lesión puesta en peligro del bien jurídico, focalizando su estudio en torno a la persona del infractor o relegando a la de la víctima a una posición marginal e irrelevante (García-Pablos, 2009; pág. 105). Tradicionalmente, aunque no sin controversias, se ha diferenciado entre tres tipos de victimización: primaria, secundaria y terciaria. Por victimización primaria se entiende el proceso por el que una persona sufre, de modo directo o indirecto, los efectos nocivos derivados del delito, es decir, procede del mismo delito. La victimización secundaria aludiría a los costes personales derivados de la intervención del Sistema de Justicia, que, paradójicamente, incrementan los padecimientos de la víctima. Esta victimización es considerada por algunos autores como más negativa que la primaria ya que es el propio sistema que debe proporcionar protección y justica quien victimiza lo que crea especial frustración en la víctima y, sobre todo, porque este proceso desprestigia al propio Sistema de Justicia y condiciona negativamente la actitud de la víctima y por ende, de la ciudadanía respecto al mismo (Landrove, 1998). Más discrepancias existen en relación al concepto de victimización terciaria, así algunos autores lo relacionan con el delincuente, definiéndolo como los costes de la penalización para éste (Tamarit, 2006), y otros con la víctima, definiéndolo como las desadaptaciones crónicas derivadas de la victimización primaria y secundaria (Soria y Saiz, 2006). 1 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA el estado psicológico de la víctima (Muñoz, 2013). En este capítulo vamos a abordar los primeros. El estudio de los factores victimógenos o factores de riesgo de victimación ha sido un campo de interés investigador desde el inicio de la Victimología (la denominada corriente positivista). Podrían citarse las obras clásicas de Hans von Hentig “Reflexiones sobre la interacción víctima-ofensor” (1933) y “El criminal y su víctima” (1948) como representativas de este interés2. En estas obras, sobre todo en la segunda, el autor crea una imagen más realista y dinámica de la víctima, al considerarla como sujeto activo en el proceso de victimación. Von Hentig entiende que el delito es consecuencia de la combinación de un proceso de criminalización y un proceso de victimación (Herrera, 2006). En esta inicial etapa de la Victimología cobra un papel fundamental el estudio de las tipologías victimales, desechadas en la actualidad por la culpabilización que suponían para las víctimas y su escaso rigor científico, aunque hay que reconocerles su contribución al desarrollo de la disciplina victimológica. Tradicionalmente podríamos hablar de dos ejes clasificatorios en las tipologías victimales marcados por la obra de Mendelsohn3 2 Hans von Hentig, propone una clasificación de víctimas a partir de la inscripción de caracteres victimales de propensión desde perspectivas multiaxiales de vulnerabilidad biológica, psicológica y social. El autor ampliará en su obra El delito (1975) esta tipología (Morillas, Patró y Aguilar, 2011). Su primera tipología denominada “clases generales”, constituye el antecedente de las hoy denominadas “víctimas especialmente vulnerables”. Alude con especial atención a menores, mujeres, ancianos, personas con discapacidad intelectual, inmigrantes y otras minorías, así como a la actitud de los mismos frente al agresor (deprimido, ambicioso, lascivo, solidario, atormentador, bloqueado, excluido y agresivo). Respecto a la segunda de sus tipologías, Von Henting establece que las víctimas podrían agruparse en base a cuatro criterios: a) situación de la víctima (víctimas aislada y víctima por proximidad); b) impulsos y eliminación de inhibiciones de la víctima (víctima con ánimo de lucro, víctima con ansias de vivir, víctimas agresivas –ajuste de cuentas-, víctimas sin valor social); c) víctimas con resistencia reducida (víctima por estados emocionales, victima por transiciones normales en el curso de la vida, víctima perversa o psicopáticos, victima bebedora); d) víctima propensa (víctima indefensa, víctima falsa, víctima inmune, víctima hereditaria, víctima reincidente y víctima que se convierte en agresor) 3 En la tipología de Mendelsohn, se establece una escala gradual de reproche, en la que la cuota victimal de culpabilidad crece a expensas de la cuota relativa al criminal. En suma, se impone lo que el autor califica como criterio de culpabilidad correlativa. La disfuncionalidad de dicha correlación se manifiesta por la falta de base sólida y objetiva de la reprochabilidad victimal (Herrera, 2006). Mendelsohn diferencia entre: -La víctima totalmente inocente o victima ideal, se caracteriza por altos o absolutos niveles de inconsciencia o irrelevancia en el juego criminal, por ejemplo, un niño. -La víctima de menor culpabilidad o victima por ignorancia. La ignorancia o irreflexión culpable de la víctima moldea en un cierto grado la perpetración final del delito. Así, la mujer que se provoca un aborto por medios impropios, pagando con la propia muerte su ignorancia. -Las víctimas tan culpables como el infractor o voluntarias, no son otras que las que se dispensan a sí misma la muerte, en sus distintas variantes suicidas, ya sea suicidio por azar, suicidio por adhesión, suicidio eutanásico o pacto suicida. -La víctima más culpable que el infractor, recibe las calificaciones de victima provocadora o víctima imprudencial. -La víctima únicamente culpable, se discrimina en razón de que la acción esté validada por una legítima defensa, caso de víctima infractora, bien se haya simulado con malicia en abono de un error 2 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA (1958) y Von Hetig (op. cit.): a) la contribución de la víctima en la dinámica del delito (modelo uniaxial) y b) la predisposición o riesgo de la víctima (modelo multiaxial). La perspectiva tipológica fue seguida después por múltiples autores, tanto internacionales (Fattah, Neuman, Joutsen, Gulotta, etc.), como nacionales (Jiménez de Asúa, Peris Riera, Beristaín, etc.) existiendo tantas tipologías como autores han trabajado desde esta perspectiva (Morillas, Patró y Aguilar, 2011)4. De una manera esquemática Landrove Díaz (1998) propone las siguientes tipologías como las más ampliamente difundidas: VICTIMAS NO PARTICIPANTES VICTIMAS PARTICIPANTES VICTIMAS FAMILIARES VICTIMAS COLECTIVAS VICTIMAS ESPECIALMENTE VULNERABLES VICTIMAS SIMBÓLICAS FALSAS VÍCTIMAS No contribuyen de ninguna manera a la comisión del delito Desempeñan un papel en la génesis del delito. Por ejemplo, victimas poco precavidas, victimas provocadoras, alternativas y voluntarias Existe una relación previa víctima-victimario (vulnerabilidad convivencial o doméstica) Victimización sufrida por grupos (i.e., delitos de cuello blanco) Alude a víctimas que tienen factores de riesgo individuales (edad, sexo, estado psico-físico, etc.) o sociales (situación socioeconómica, estilo de vida, profesión, etc.) La victimización se produce con la finalidad de atacar un determinado tipo de orden político, valores sociales, ideología, religión, etc. Víctimas simuladoras (actúa intencionalmente) y victima imaginaria (cree erróneamente haber sido víctima de un delito) Esta perspectiva, como se ha dicho, fue duramente criticada iniciándose un nuevo paradigma al cual contribuyeron factores históricos, sociológicos e ideológicos. Como factores históricos estaría el nuevo clima humanitario y solidario surgido después de la Segunda Guerra Mundial, que explicaría la pujanza de los objetivos asistenciales y paliativos en sociedades saturadas de violencia; en el campo sociológico, emergen los movimientos de víctimas que descubren la eficacia de concentrar esfuerzos en la persecución de sus objetivos solidarios, y que actúan de catalizadores y reclamos de una nueva judicial (víctima simuladora), o, bien la mente victimal haya fabulado la victimización a expensas de un delirio paranoico, histérico, senil o de una equívoca recreación propia de inmadurez infantil (víctima imaginaria). Esta clasificación de las víctimas ha sido considerada de gran importancia no sólo para la Victimología, sino en sus aplicaciones jurídico-penales, ya que de ésta se desprende el grado de responsabilidad del delincuente, pues nos indicará qué tan culpable puede ser la víctima en la comisión del delito, restando ésta a la responsabilidad del infractor (Rodríguez-Manzanera, 2003). 4 Para profundizar en la perspectiva tipológica se recomienda el Capítulo Tercero del Manual de los autores referenciados “Victimología: Un estudio sobre la víctima y los procesos de victimización” y que se encuentra citado en el apartado de Bibliografía. 3 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA conciencia cívica ante las víctimas; y como factores ideológicos se señalan básicamente el empuje del movimiento feminista, que denunciará la legitimación social de la victimización de la mujer a través de la doble moral y de la victimización secundaria, generadora de desamparo e impotencia (Herrero, 2006) El estudio del fenómeno de la victimación continúa siendo foco de interés investigador para la Victimología, como lo demuestra por el ejemplo la agenda temática de la Sociedad Mundial de Victimología5. A través de la realización de encuestas de victimización por países de todo el mundo se intenta establecer la frecuencia del delito y las circunstancias que lo rodean6. Estos estudios han sido de vital importancia para la elaboración de teorías explicativas sobre el proceso de victimización, y la puesta en marcha de políticas preventivas (Garrido, Stangeland y Redondo, 2006). A partir del estudio de estas encuestas de victimación observamos, por ejemplo, que un número reducido de personas sufren muchos delitos y que existen zonas donde se concentran un mayor tipo de delitos, en definitiva, el estudio de los factores victimógenos se pregunta el por qué de la distribución desigual de los riesgos de ser víctima de un delito. En este sentido, las víctimas demandan de la ciencia victimológica respuestas para dos preguntas habituales en el colectivo: ¿por qué me tocó a mí? y ¿cómo puedo evitar que esto me vuelva a pasar? A este respecto la aproximación científica a los fenómenos de revictimización data de los años 90 del pasado siglo (Ellingworth, Farrell y Pease, 1995; citado en Herrera, 2006). Esta perspectiva ha aportado información de interés en relación a (Farrel et al., 2001; citado en Herrera, 2006): -Los riesgos diferenciales de carácter individual y estable a lo largo de la vida. 5 La Sociedad Mundial de Victimología es una organización sin fines de lucro, organización no gubernamental con estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de las Naciones Unidas y el Consejo de Europa. Se puede acceder a ella a través de su página web: www.worldsocietyofvictimology.org 6 Hay que tener en cuenta que una de las limitaciones de las encuestas de victimización es que, en muchos casos, no llegan a determinados colectivos de riesgo. Entre estos colectivos no estudiados destacan los menores de edad, dadas las dificultades que existen para acceder a este tipo de muestras, o aquellos individuos que son difíciles de localizar, como inmigrantes o personas que no disponen de una forma estable de localización, ya que muchas de estas encuestas están basados en métodos de obtención de información telefónicos, dificultando de este modo su participación. No obstante un punto de reflexión es el elevado porcentaje de victimización que se obtiene en todas las encuestas aplicadas, ya sean internacionales, nacionales, locales o relativas a formas de victimización específicas; así como la escasa tasa de denuncia, especialmente cuando se trata de delitos sexuales, que debe hacer reflexionar a los agentes implicados en la prevención y estudio de estas formas de victimización sobre el enorme vacío de conocimiento oficial que se tiene de estas graves situaciones que afectan a un número importante de ciudadanos y ciudadanas y que pueden llegar a suponer graves problemas sociales (Pereda, 2013; pág. 99). 4 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA -Los momentos y episodios vitales más susceptibles de concentrar el riesgo de victimización sobre la víctima. Por ejemplo, puede existir circunstancia que eleven el riesgo por falta de cohesión o desconocimiento del individuo (cambio de residencia o de trabajo), o bien por momentos de especial estrés en los que se baja la precaución (i.e., proceso de divorcio, fallecimiento de un ser querido, pérdida del empleo, etc.), o por periodos en los que adoptamos un estilo de vida arriesgado (i.e., asociación con delincuentes, consumo de alcohol y drogas, ocio nocturno, etc.). -Los factores asociados a una eventual escalada de la reincidencia victimal, tanto en frecuencia como en gravedad. -La identificación del carácter general o especializado revictimización (atendiendo a determinados tipos de victimización). de la Posteriormente, los estudios sobre revictimización se han realizado a través del análisis de la carrera victimal (estudio longitudinal de las experiencias victimales de una persona), metodología podo utilizada dadas sus limitaciones (fiabilidad de los datos aportados por la víctima, pérdida del rastro de ésta, necesidad de invertir largos años antes de poder sacar conclusiones científicas), y a través del denominado modelo de reincidencia en la victimización, más utilizado en la investigación, en el que se describe la concentración estadística de victimizaciones de similar naturaleza sobre la misma persona, en un periodo de tiempo limitado. Una aplicación práctica del estudio de los factores de riesgo de victimización, serían las políticas de prevención de la victimización, o la revictimización, y de sus posibles efectos físicos, psicológicos, económicos o sociales (por ejemplo el proyecto Kirkholt en Inglaterra –Barberet, 2006-. Este será un campo donde la Victimología se cruza con la seguridad, la arquitectura, el urbanismo o la organización escolar o empresarial (Tamarit, 2006). Por su parte, desde el ámbito criminológico tradicional, en relación al fenómeno de la prevención criminal7, se han generado también estudios dirigidos a prevenir la conducta delictiva, en este caso centrados en el delincuente y en los factores de riesgo que inciden en su comportamiento delictivo (Morillas, Patró y Aguilar, 2011). En relación al proceso de victimización, podemos distinguir entre prevención primaria, secundaria y terciaria (Morillas, Patró y Aguilar, 2011): 7 Para Naciones Unidas la prevención del crimen es un objetivo primordial de trabajo de los distintos Sistema de Justicia. Para este organismo, la prevención del delito comprende “las estrategias y medidas encaminadas a reducir el riesgo de que se produzcan delitos y sus posibles efectos perjudiciales sobre los individuos y la sociedad, incluido el miedo al delitos, y a influir en sus múltiples causas” (ONU, Resolución 2002/13, parr. 3). 5 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA TIPO DE PREVENCIÓN POBLACIÓN DIANA PRIMARIA POBLACIÓN GENERAL SECUNDARIA COLECTIVOS VULNERABLES TERCIARIA VICTIMAS OBJETIVOS ESTRATEGIAS PARA EVITAR RIESGOS (i.e., campañas de información; medidas de autoprotección) ESTRATEGIAS PARA EVITAR RIESGOS ESPECÍFICOS COMPORTAMIENTO DURANTE LA COMISIÓN DEL DELITO ESTRATEGIAS PARA MINIMIZAR EL IMPACTO DEL PASO DE LA VÍCTIMA POR EL SISTEMA DE JUSTICIA ESTRATEGIAS PARA EVITAR SITUACIONES DE REVICTIMIZACIÓN8 Algunos autores plantean una visión crítica de los programas de prevención dirigidos a las víctimas, ya que estos programas se entiende que puedan sugerir responsabilidad de la propia víctima en su proceso de victimización, puede contribuir a su estigmatización y suponer restricciones en su libertad, cuando en muchos casos estas estrategias preventivas no cuentan con evidencia empírica respecto a su eficacia (Barberet, 2006). Un interesante debate en este sentido ha surgido desde la perspectiva feminista. Si las mujeres tienen derecho a la autoregulación de sus ocupaciones diarias, profesionales o de diversión, el gravar esta gestión con consignas preventivas sería tanto como caer en una trampa de acatamiento del control patriarcal indirecto: así, evitar zonas de riesgo, controlar el tiempo expositivo, cuidar el lenguaje corporal, la forma de vestir, o actuar de modo desinhibido o demasiado espontáneo (Thornhill y Palmer, 2000). En este sentido, han dado lugar a menos controversias los programas preventivos que se han centrado en el entorno (Hugues, McLaughlin y Muncie, 2002). Es indudable que nadie merece ser víctima de un hecho delictivo. El que una persona asuma riesgos no legitima a otra a agredirla. Como señalan Garrido y 8 Se ha estudiado el fenómeno de la reincidencia victimal en ámbitos concretos: acoso escolar, agresiones racistas, violencia de género, maltrato, negligencia y abuso sexual de niños y robo de vehículos y residencial. Aunque se han diseñado modelos preventivos aplicados a cada una de esas parcelas, el ámbito del robo residencial reiterado es el que, con mucho, ha sido objeto de un estudio más minucioso y donde el bagaje teórico aplicado ha rendido mejor servicio (Herrero, 2006). 6 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Sobral (2006; pág. 197) esto, que puede parecer obvio, todavía es un prejuicio en mucha gente, que puede pensar que una chica atractiva paseando sola por un sitio aislado <tuvo lo que se mereció>. Lo absurdo de este planteamiento, sin embargo, queda claro si imaginamos al violador exculparse de este modo frente aj juez: <Señoría, ¿qué quería que hiciera yo? Iba con una falda muy corta…¿cómo no iba a violarla…?> En cualquier caso, como continúan estos autores, la seguridad de una víctima no sólo depende de su comportamiento, sino de la habilidad y decisión del agresor. En este sentido, la Teoría del Mundo Justo ha sustentado reacciones sociales de culpabilización y devaluación de las víctimas (Lerner, 1980). La creencia en el “mundo justo” parte de una doble premisa: las “cosas malas” sucederán a las personas malas, y las cosas malas suceden a quien “se comporta mal”. Con estas distorsiones el observador se aferra a su percepción de invulnerabilidad personal (Bard y Sangrey, 1979). El perverso efecto de este prejuicio se va a ensañar de modo particular con las categorías de víctimas más vulnerables o que padecen daños más graves y persistentes (i.e., víctimas de delitos sexuales o de delitos discriminatorios por raza, sexo o condición). MODELOS TEÓRICOS SOBRE LA VICTIMIZACIÓN Herrera (2006) agrupa los distintos modelos teóricos sobre la victimización en la siguiente clasificación: 1.-Perspectivas de la interacción víctima-ofensor: 1.1.-Teoría de los ciclos victimológicos (Zieguen-Haguen, 1977) 1.2.-La precipitación victimal (Wolfgang, 1974) 1.3.-La transacción localizada (Luckenbill, 1977) 1.4.-La víctima como recurso de autolegitimación: procesos de racionalización en el victimario (Fattah, 1976) 2.-Perspectiva de comprensión de la victimización y la mejoría: el modelo de enfrentamiento social de Dussich (1988) 3.-Los modelos de oportunidad: 3.1.-El modelo de oportunidad basado en el estilo de vida(Hindelang, Gottfredson y Garofalo, 1978) 3.2.-Modelo de las actividades rutinarias (Cohen y Felson, 1979) 7 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA 1.-PERSPECTIVAS DE LA INTERACCIÓN VÍCTIMA-OFENSOR 1.1.-Teoría de los ciclos victimológicos (Zieguen-Haguen, 1977) Este modelo enfatiza en los elementos psicológicos tanto de la víctima como del agresor para explicar la dinámica criminal. Buscando el punto de coincidencia podremos explicar el modo en que ambos procesos, los respectivos de víctima y victimario, desembocan en un resultado delictivo. Zieguen-Haguen indica tres combinaciones significativas a efectos de la comprensión de los fenómenos de victimización: -agresividad mutua: la victimización es el ápice de convergencia entre ciclos de agresividad mutua. Por ejemplo, algunas agresiones de mujeres contra su pareja hombre, después de que éstas han estado sufriendo durante largo periodo de tiempo el maltrato de éste. -Regresión-agresión: una víctima vulnerable por su estado psicopatológico (depresión, demencia senil, etc.) contribuye con su comportamiento sumiso a ser objeto de la agresividad de otro individuo que lo escoge para descargar su frustración. -Resignación-agresión: la resignación como patrón comportamental de adaptación en la víctima, puede ser interpretado por el victimario como una aceptación de la situación de victimización por parte de ésta. En esta clave, por ejemplo, se ha llegado a interpretar la escalada de odio genocida que presidió el holocausto judío. 1.2.-La precipitación victimal (Wolfgang, 1974) Wolfgang es considerado el iniciador de la vocación empírica y aplicada de la Victimología con su estudio estadísticamente validado respecto al homicidio. En el 26% de los 588 homicidios que analizó, el autor encontró que la víctima había sido la primera en iniciar la interacción violenta, precipitando el desenlace último. Sin embargo, el concepto de precipitación victimal acuñado por Wolfgang se extrapolo a otros campos delictivos tergiversándose su sentido y contribuyendo a lo que se denominó la etapa víctimo-culpabilista. 1.3.-La transacción localizada (Luckenbill, 1977) Luckenbill aborda desde una perspectiva interaccionista la dinámica víctimavictimario para el caso de los delitos violentos, a partir del estudio del patrón comportamental de setenta homicidios. 8 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA De su análisis concluyó que en un número significativo de casos, el agresor había utilizado la violencia para defenderse de lo que había interpretado como un daño a su autoestima (su crédito se hallaba en entredicho), ante otros y ante la propia víctima. En definitiva el agresor con el uso de la violencia pretendía preservar su identidad en un contexto donde la dureza es un valor definitorio. Para que el infractor interprete la situación como amenaza a su autoestima influyen las características personales del agresor (baja autoestima, socialización en la resolución violenta de los conflictos,…), la influencia del entorno (en especial, los espectadores, testigos del desafío a la estima personal del agresor y potenciales portavoces de su firmeza reactiva),la presencia de espectadores, aumenta la humillación y hace más probable la expresión violenta, y también, la propia actitud e implicación hostil de la víctima, que imprime ritmo a la escalada ascendente de violencia. Por tanto, desde esta orientación se entiende que la victimización violenta es el resultado de un conjunto de transacciones contextuales de carácter simbólico, en un contexto concreto (lugar, tiempo y público potencial) y dirigida a una víctima que opera como destinatario específico, no sólo de la falta agresión, sino específicamente, del mensaje social que ésta incorpora. 1.4.-La víctima como recurso de autolegitimación: procesos de racionalización en el victimario (Fattah, 1976) Esta perspectiva pone el énfasis en las distorsiones cognitivas que produce el agresor en la relación a la víctima como medio para legitimar su conducta delictiva y exculparse de toda responsabilidad. Este uso simbólico es denominado por Fattah como recurso a la víctima como agente de autolegitimación. Entre las distintas estrategias utilizadas por los delincuentes se han identificado: -la denegación y reificación de la víctima. No sólo se ignora a la víctima, sino que ésta es reducida a un puro estado objetivo. La víctima no cuenta por sí misma, se convierte en un objeto sin apenas señas de identificación personal (i.e., caso de violación en grupo). -la devaluación del valor personal de la víctima. El victimario tiene una imagen previa devaluada de la víctima. La víctima así degradada queda en condiciones optimas para ser victimizada: al fin y al cabo, es solo “una cualquiera”, “un sinvergüenza”, “un explotador”, “un parásito social”, etc. (i.e., agresiones xenófobas) -la negación o minimización del daño causado 9 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA -victo-incriminación, el victimario responsabiliza a la víctima de su comportamiento agresivo (“se lo buscó”, “lo estaba pidiendo a gritos”, “quien me busca me encuentra”, etc.). Un ejemplo, lo tendríamos en la violencia de pareja. -la agresión interpretada como “acto de justicia”. El victimario parte de una animadversión extrema ante determinado colectivo (prostitutas, inmigrantes, indigentes, etc.) comportándose como un fanático. 2.-Perspectiva de comprensión de la victimización y la mejoría: el modelo de enfrentamiento social de Dussich (1988) Conforme a este planteamiento, la victimización depende de dos factores: a) la vulnerabilidad por la naturaleza objetiva del problema b) la vulnerabilidad por incapacidad de enfrentar un evento amenazante debido a una falta de recursos adecuados. El presente modelo, basado en la potenciación de habilidades de enfrentamiento social, es plausible por su versatilidad aplicativa, así para los supuestos de prevención victimal secundaria y terciaria, en abono del reforzamiento cognitivo de la víctima. Dussich recomienda guiar a la víctima en la necesidad de revalorización del evento: la función de revalorización sirve para revivir la victimización en forma fiel y segura, para comprender su ocurrencia y considerar, constructivamente, las opciones preventivas, aunque ello implique un esfuerzo doloroso y, en ocasiones, autocrítico para la víctima. 3.-Los modelos de oportunidad: 3.1.-El modelo de oportunidad basado en el estilo de vida(Hindelang, Gottfredson y Garofalo, 1978) Este modelo, supone un giro renovador en la concepción y cálculo del riesgo victimal, a partir de trabajos desarrollados sobre una firme base de estadística victimológica. Sus postulados vienen avalados por una fuerte evidencia empírica: la victimización no se distribuye al azar sobre el tiempo y el espacio, hay espacios de alto riesgo y periodos de alto riesgo (Garofalo, 1987). En esencia, este modelo asocia la probabilidad de ser victimizado con el estilo de vida de la potencial víctima (factores exógenos), pasando a un segundo plano factores de riesgo endógenos (biológicos o psicológicos). El estilo de vida se define a partir de las actividades cotidianas, tanto profesionales como de ocio y tiempo libre. El estilo de vida, condicionará la exposición a lugares y periodos temporales de riesgo, y asimismo incide en la prevalencia de las asociaciones con otros individuos con mayor o menor probabilidad de cometer delitos. La probabilidad de ser victimizado está en relación, desde esta 10 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA perspectiva, de la exposición a lugares y horarios de riesgo, así como a la asociación con individuos potencialmente delictivos. Según este modelo, la persona profesionalmente activa, que lleva una intensa vida social y goza de un alto nivel adquisitivo, está más expuesta al riesgo victimal, pero el impacto del delito, de producirse, será menor, a tenor de los recursos económicos a su disposición (factor de protección). Por otro lado, la persona en situación de desempleo que permanece en casa, tiene menor probabilidad de sufrir un delito, en tanto está menos expuesto por su estilo de vida, pero la intensidad de victimización, en el caso de sufrir un delito, será mayor por sus factores de vulnerabilidad (precariedad socioeconómica). 3.2.-Modelo de las actividades rutinarias (Cohen y Felson, 1979) Este modelo es un desarrollo del planteamiento anterior, basado en la oportunidad cotidiana que brindan las actividades sociales. Según estos autores la tasa de criminalidad está relacionada con los patrones de actividad cotidiana o rutinaria. Este modelo define el delito como un asunto de probabilidades donde en un espacio y en un momento temporal confluyen tres elementos: un sujeto motivado a delinquir, la existencia de una víctima que le atrae y la ausencia de protección de la misma (oportunidad). En las sociedades occidentales la criminalidad ha aumentado porque estamos menos tiempo en casa y hacemos más cosas durante el día. Tanta actividad hace que entremos en contacto con muchos lugares y personas desconocidas cada día, lo que aumenta la probabilidad de victimización. Al mismo tiempo aumenta la producción y el comercio de bienes valiosos y de fácil transporte (i.e., televisores, ordenadores, teléfonos móviles, dispositivos electrónicos, etc.). El grueso de las propuestas más recientes en relación a la prevención de la revictimización se ha desarrollado partiendo de los modelos de oportunidad (modelo de actividad cotidiana y estilo de vida victimal) y también desde el modelo criminológico de elección racional del ofensor.9 9 El delito como elección racional parte de tres postulados (Wilson y Herrnstein, 1985; Clarke y Cornish, 1985; y Cornish y Clark, 1986): -el principio de utilidad esperada: el comportamiento humano, delictivo o prosocial, depende de las expectativas que tienen los individuos sobre los costes y beneficios, tanto materiales como psicológicos, asociados a sus conductas. -que los delincuentes calculen los posibles costes y beneficios del delito no quiere decir que acierten con sus estimaciones -los factores que influyen en la ponderación costes-beneficios son: a) el realismo de sus expectativa, b) la inmediatez o la demora y c) la certeza o la incertidumbre. 11 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA A modo de resumen, Fattah (2000) enumera diez conceptos básicos sobre los que se ha desarrollado la gama de propuestas victimológicas para la descripción y prevención de la victimización criminal: 1.-La oportunidad (relacionada con las características de la víctima potencial). 2.-Los factores de riesgo sociodemográficos (edad, género, lugar de residencia). 3.-La orientación del infractor, en cuanto selector de víctimas. 4.-La exposición al riesgo, por el contacto con figuras o situaciones potencialmente peligrosas. 5.-Las asociaciones, en tanto transacciones determinadas por homogeneidad o propincuidad entre los colectivos de víctimas e infractores. la 6.-Los contextos espacio-temporales portadores de riesgo (en cuanto hay una distribución explicable y estratificada de los lugares y momentos peligrosos). 7.-Los comportamientos arriesgados (factores de invitación, provocación o negligencia autopreventiva de la propia víctima) 9.-Los comportamientos defensivos y evitativos. Una actitud vital de esquiva a los enfrentamientos sociales o contextos arriesgados o por el contrario, de curiosidad vital, osadía y pugnacidad conforman niveles de riesgo victimal diferenciales. 10.-La propensión de carácter estructural o cultural, que asocia inequívocamente aspectos de deprivación y pobreza con niveles de riesgo. En este sentido, el autor destaca cómo la estigmatización y marginalización es un proceso que sirve a la designación de victimas culturalmente legitimadas. FACTORES VICTIMÓGENOS, PREDISPOSICIONES VICTIMÓGENAS o FACTORES DE RIESGO El estudio de los factores victimógenos constituye una perspectiva interesante en la investigación victimológica ya que permite ponderar el riesgo de victimización que puede sufrir una persona e incluso identificar a las víctimas especialmente vulnerables dentro de una determinada tipología delictiva (Morillas, Patró y Aguilar, 2011). No debe confundirse entre factor de riesgo y factor causal, mientras el primero favorece la victimización, el segundo la produce. De hecho, podemos encontrarnos ante dos personas con los mismos factores victimógenos, y una sufrir una situación de victimización y la otra no (Rodríguez-Manzanera, 2003). 12 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Existe cierto consenso al clasificar los factores de riesgo victimal en dos grandes grupos: factores endógenos y factores exógenos, según su procedencia y afectación al sujeto, si bien se han planteado otras clasificaciones (Morillas, Patró y Aguilar, 2011): A) Gulotta (1976) distingue entre factores innatos y adquiridos, siendo los primeros aquellos elementos que posee el individuo desde su nacimiento, mientras los segundos los desarrollaría a lo largo de su vida. Atendiendo a un criterio temporal también diferencia entre predisposiciones permanentes (aquellos factores inherentes al propio sujeto y que, por tanto, le acompañarán a lo largo de su vida) y temporales (los posee durante un intervalo mayor o menor de tiempo). B) Ramírez González (1983) los clasifica en tres grandes grupos: a. Biofisiológicos. Incluirían elementos propios e inherentes a la persona de origen biológico y fisiológico como, por ejemplo, edad, sexo o raza. b. Sociales. Vinculados a las relaciones del individuo con la sociedad. Destacarían variables como la profesión, el nivel socioeconómico o el rol social que desempeñe. c. Psicológicas. Comprenderían todas las afecciones de naturaleza psicológica que padeciera el individuo. C) Separovic (1985) distingue entre: a. Personales, incluiría aquellos de carácter estrictamente biológico (edad, sexo, salud) y psicológico (agresividad, psicopatología, imprudencia, etc.) b. Sociales, destaca la actuación victimogenésica de la sociedad misma que victimiza selectivamente a deteminadas minorías (i.e., inmigrantes, marginados, etc.) c. Situacionales, que haría referencia a la infraestructura urbana, ecológica, etc. D) Rodríguez-Manzanera (2003), aunque se acoge a la clasificación dicotómica señalada (exógenos/endógenos) ha propuesto dos nuevas divisiones: a. Los factores victimo-impelentes, facilitarían la victimización b. Los factores victimo-repelentes, protegen de sufrir una victimización Un mismo factor puede ser victimo-impelente (impulsa al sujeto a una situación victimal) y victimo-repelente (protegen al sujeto de una situación de victimización) a la vez. Por ejemplo, poseer una gran fortuna puede atraer a los ladrones poniendo al sujeto en riesgo de ser victimizado, pero al mismo tiempo, esa alta capacidad económica le permite tener unas medidas de seguridad que le protegen del delito. Parece relevante esta distinción porque puede ayudar en un primer momento a delimitar la 13 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA población más vulnerable y después concretar los que dentro de ella tienen un menor probabilidad de ser victimizados por la acción de los factores victimo-repelentes. Siguiendo los postulados de Di Tullio (1966), Rodríguez-Manzanera ha dividido los factores victimógenos en predisponientes, preparantes y desencadenantes: a) Los predisponentes, incluiría aquellos factores biológicos (sexo, edad, discapacidad), psicológicos (rasgos vulnerables en su personalidad de base o presencia de psicopatología), y sociales (marginación, perteneciente a una minoría étnica,…) que crean en el sujeto una serie de debilidades que lo hacen proclive a convertirse en víctima b) Preparantes. Se identificarían con los de naturaleza exógena ya que se desarrollan con el paso del tiempo. Incluirían, por ejemplo, una relación de enemistad, estar bajo los efectos del alcohol o las drogas, etc. c) Desencadenantes. Podría ser cualquier factor ya que presenta una naturaleza mixta. Así, por ejemplo, la provocación del victimario, el descuido momentáneo, la asistencia a un lugar victimógeno, etc. El inter victimae, o camino que lleva a una persona a convertirse en víctima, guarda relación directa con todos los factores predisponentes, preparantes y desencadenantes del hecho victimal, y no es otra cosa que el anverso del inter criminis, o camino que ha recorrido el propio acontecimiento criminal hasta que se ha ejecutado (Pecharromán, 2010). FACTORES ENDÓGENOS Alude a factores victimógenos que pertenecen al individuo. Entre los distintos factores de riesgo endógenos se han señalado como más significativos: factores biológicos, el sexo, la edad, la raza y factores psicológicos que detallaremos a continuación (Rodríguez-Manzanera, 2003; Morillas, Patró y Aguilar, 2011): -Factores biológicos. Alude a la condición física y psicológica. La mayor o menor fortaleza psicofísica incidirá en el nivel de riesgo, que a su vez, se verá notablemente incrementado por el padecimiento de ciertas enfermedades o discapacidades. Por ejemplo, distintas investigaciones han puesto de manifiesto que las personas con discapacidad tienen entre 4 y 10 veces más posibilidades de ser victimizadas que aquellas que no presentan este problema (Petersilia, 2000). Este riesgo es especialmente alto en los colectivos más vulnerables, como son 14 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA los niños y jóvenes a los que, además, se añaden estas problemáticas (Sullivan, 2009). También aumenta en mujeres, por ejemplo, la mujeres con discapacidad tienen un mayor riesgo de sufrir violencia de pareja (Martin et al., 2006; citado en Cantón, 2013). En relación a la victimización infanto-juvenil el centro Reina Sofía para el estudio de la Violencia (2002) encontró que en casos de maltrato infantil, el 17.6% de los menores sufría problemas habituales de salud, el 10.3% minusvalías físicas y el 9.7% minusvalías psíquicas. En cuanto a los trastornos psicológicos los encontramos en un 15.8% de los casos. En el caso de personas adultas afectadas por un trastorno mental su riesgo de victimización es entre dos y cuatro veces superior a la de la población general, y en contra de la creencia popular, la cifra de víctimas supera a la de agresores (Maniglio, 2009). En la siguiente tabla se presentan las prevalencias de victimización en personas con trastorno mental en estudios desde el año 2000 (tomado de Loinaz, Echeburúa y Irureta, 2011): Estudio Prevalencia Goodman et al. 33% mujeres y (2001) 36% hombres Hiday et al. 27.2% cualquier (2001) delito 8.2% delito violento Hiroeh et al. 25% muerte no (2001) natural (1% homicidio, 73% suicidio) Hodgins et al. 48% mujeres y (2007) 57% hombres Marley y Buila 13-45% de las (2001) mujeres dependiendo del delito 1-45% de los hombres según el delito Silver (2002) 15.2% Sturup et al. 23.1% de mujeres (2011) y 19.2% de hombres Teplin et al. 25.3% delito (2005) violento White et al. 25.6% Periodo 12 meses Población psiquiátrica 782 4 meses 331 20 años 72.208 fallecidos entre 1973-1993 6 meses 205 Toda la vida 234 10 semanas 12 meses 270 390 12 meses 936 6 meses 308 15 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA (2006) Si atendemos a la relación trastorno mental y formas específicas de victimización, la investigación ha puesto de manifiesto (Loinaz, Echeburúa y Irureta, 2011): una mayor tasa de prevalencia de violencia de pareja entre mujeres con trastorno mental que en población general (rango 23-69%), siendo la esquizofrenia el trastorno más frecuentemente asociado a este tipo de victimización. Respecto a la violencia sexual, este tipo de victimización es una de las formas más frecuentes en personas con trastorno mental, con mayor incidencia entre las mujeres (20-30% en mujeres y 1-5% en los hombres) Otros estudios han abordado la incidencia de los trastornos de personalidad en la victimización sexual. Respecto al Cluster A (T. paranoide, esquizotípico y esquizoide de la personalidad) las víctimas presentaban en un 19% t. paranoide, en un 14% t. esquizoide y en un 19% t. esquizotípico. Respecto al Cluster B (T. antisocial, límite, narcisista e histriónico de la personalidad), el 53% de las víctimas padecían un t. antisocial y el 37% t. límite (el grupo de víctimas con TLP, presenta una mayor tasa de revictimización ya sea sexual y/o física, y que este porcentaje se ve incrementado casi al doble para las mujeres en comparación con los hombres -50% mujeres y 26% hombres-). Respecto al cluster C (t. evitativo, dependiente y obsesivo-compulsivo de la personalidad), el 27% de las víctimas presentaba un t. de evitación, el 23% un t. dependiente y el 12% obsesivo-compulsivo. Se incluyó también el t. pasivoagresivo no recogido en las clasificaciones internacionales de los trastornos mentales (APA-OMS) con una incidencia del 66%. Como limitaciones de estos estudios tendríamos que no son fruto de seguimiento longitudinal y al realizarse con personas victimizadas no nos permite diferenciar si el desajuste en la base de personalidad era previo o posterior a la experiencia victimizante (ÁlvarezLister y Andrés-Pueyo, 2013). -El sexo. Al contrario de la creencia popular, la mayoría de las víctimas, especialmente de delitos violentos, son hombres. La excepción la constituyen los delitos sexuales y la violencia en la pareja, en los que las tasas de victimización femenina son claramente superiores. En concreto, el mayor riesgo de sufrir delitos lo tendrían los jóvenes varones de entre 16 y 25 años, intervalo de edad que también coincide con el de mayor participación delictiva (Echeburúa y Redondo, 2010). Por ejemplo, según datos del British Crime Survey de Reino Unidos (2006; citado por Echeburúa y Redondo, 2010), la probabilidad más elevada de ser víctima de un delito violento se situó en el intervalo de los 16-24 años, siendo el 16 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA riesgo de victimización desigual para chicos que para chicas, entre los primeros sufrieron un delito violento el 13.4% y entre las segundas un 6.4%. Para la franja de edad entre 25-34 años, estos porcentajes fueron del 3.3% para las mujeres y del 5.7% para los varones. A medida que se asciende en edad, tanto el riesgo global como las diferencias por sexo se van acortando, hasta que a la edad de 75 años o más, los porcentajes de victimización son del 0.2% para las mujeres y de 0.3% para los hombres. Los datos de la OMS (2002; citado por Echeburúa y Redondo, 2010) que presentan las tasas mundiales de homicidio por cada 100.000 habitantes, por intervalos de edad y sexo, reflejan que en edades infantiles hasta los 14 años las tasas por sexos prácticamente se equiparan, siendo víctimas de homicidio por igual las niñas y los niños. Sin embargo, la situación cambia drásticamente a partir de la edad de 15 años. En el intervalo de edad de 15-29 años, son víctimas de homicidio 19 varones y 4 mujeres por cada cien mil habitantes. En intervalos de edad superiores se va reduciendo paulatinamente la tasa de varones muertos por homicidio, hasta 13 por cada cien mil habitantes. A pesar de ello, la tasa de mujeres víctimas de homicidio, aunque es claramente inferior a la de hombres, permanece bastante estable (en torno al 4/100.000 en los distintos intervalos de edad). Sin embargo, como se ha indicado, las mujeres tienen una mayor probabilidad de ser víctimas de la violencia que se produce en el marco de las relaciones afectivas y de intimidad: violencia de pareja y asesinato de pareja, y también abusos y agresiones sexuales intrafamiliares. Siguiendo con los datos de la OMS (2002) entre un 2.1 y un 30% de las mujeres declaraban haber sido agredidas físicamente por sus parejas masculinas, y entre un 19.8 y un 46% haber sido agredidas alguna vez a lo largo de su vida en el contexto de las relaciones de pareja. Aunque existen diferencias relevantes entre distintas partes del mundo estamos ante un fenómeno universal. Analizando por sexos las denuncias contra la pareja en España durante el año 2007 podemos observar de forma clara estas diferencias inter-sexos (tomado de Echeburúa y Redondo, 2010): DELITOS HOMBRES MUJERES Homicidio Asesinato Lesiones Mutilación genital Malos tratos 22 1 375 0 3.010 105 17 3.590 6 41.357 % DE MUJERES SOBRE EL TOTAL 83 94 91 100 93 17 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Malos tratos habituales Detención ilegal Secuestro Amenazas Coacciones Trato degradante Allanamiento de morada Calumnias Injurias Agresión sexual Violación Abuso sexual Abuso con penetración Corrupción de menores e incapacitados Coacción a la prostitución 438 7.432 94 6 1 250 65 18 22 125 7 1.985 220 141 60 95 87 89 77 89 73 17 5 3 4 1 0 10 35 130 299 34 23 37 87 130 299 34 23 1 3 3 0 37 37 No obstante, hay que señalar que desde algunas investigaciones se está poniendo en entre dicho estos datos al considerarlos contaminados por la perspectiva género que se ha aceptado política y socialmente como la explicación única de la violencia de pareja. Así investigaciones como la de Straus (2009) muestran una gran simetría, tanto en los motivos como en los factores de riesgo para la violencia de pareja, entre varones y mujeres, existiendo una gran asimetría en los efectos derivados de esta violencia, siendo más graves las lesiones en las mujeres. Respecto a la victimización sexual, continuando con los datos de la OMS referenciados, entre el 1.6 y el 4.5% de las mujeres informan de que fueron agredidas sexualmente (generalmente por personas distintas a su pareja) durante los 5 años anteriores a la encuesta. Por otro lado, entre el 7.8 y el 39% manifiestan haber sido forzadas alguna vez por su pareja a realizar el coito (sumados los casos consumados y las tentativas). -La edad. Este factor está también relacionado con el anterior por los componentes comunes que presentan ambos; esto es cuanta menos edad tenga la persona, menor desarrollo psico-biológico y a más edad mayor decaimiento de las condiciones psico-físicas. Son múltiples los trabajos internacionales que han puesto de manifiesto la elevada incidencia de las diferentes formas de victimización en la población 18 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA infanto-juvenil, especialmente en el abuso sexual, el maltrato físico o el acoso escolar (Pereda, 2013). El riesgo que supone la etapa infanto-juvenil para la victimización ha promovido el desarrollo de una línea de investigación denominada victimología del desarrollo (Finkelhor, 2007). A menor edad, mayor riesgo de victimización intrafamiliar, los niños pequeños son débiles e inexpertos y dependen de sus figuras cuidadoras. A partir de los 12 años aumenta el riesgo de victimización por extraños (Farnós y Sanmartín, 2005). Podría atribuirse al profesor Finkelhor y su equipo ser los mayores impulsores de la investigación conducente a poner de manifiesto la realidad de la victimización infanto-juvenil en sus múltiples formas. A partir de sus investigaciones se han llevado a cabo estudios similares en otros países del mundo como Canadá (Romano, Bell y Billette, 2011), el Reino Unido (Radford, Corral, Bradley y Fisher, 2013), China (Chan, Browinridge, Yan, Fong y Tiwari, 2011) y Malasia (Choo, Dunne, Marret, Fleming y Wong, 2011), entre otros (citados en Pereda, 2013). La ratio de victimización establecida supera, en todos ellos, la mitad de los menores encuestados, siendo la polivictimización un fenómeno frecuente en gran parte de la muestra. Para el caso del abuso sexual infantil, las edades de mayor riesgo son las comprendidas entre los 6 y 7 años, por un lado, y los 10 y 12, por otro. Parece que más del doble de los casos de abusos sexuales a menores se dan en la prepubertad. Se trata de una etapa en la que comienzan a aparecer las muestras del desarrollo sexual, pero los menores siguen siendo aún niños y pueden ser fácilmente dominados (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2000). En el campo de la epidemiología de la victimización infanto-juvenil resulta de especial interés la utilización de entrevistas a menores, metodología escasa principalmente en España. Los trabajos de Hava-García (1995; citado en Pereda, 2013)10 y Lila, Herrero y Gracia (2008; citado en Pereda, 2013)11, siguiendo esta metodología han obtenido importantes tasas de victimización. 10 En su estudio Hava García encuentra que de los 532 adolescentes de entre 13 y 20 años encuestados han sido víctimas de un intento o un delito consumado contra la propiedad ente el 51.1% y el 57.1%, incluyéndose robos con navaja, robos con intimidación, robos con violencia, hurtos y otros, un 34.8% de intentos o agresiones físicas consumadas, tanto en la calle, como en la escuela o en casa, y un 34.1% de chicas y un 9.5% de chicos de victimización sexual, tanto en la calle, como en los locales o el propio hogar, incluyendo exhibicionismo, tocamientos, agresiones sexuales, violación y otros (como ofensas verbales de contenido sexual). 11 Lila et al., en su investigación encuentran que de los 1908 adolescentes de entre 13 y 18 años encuestados, un 32.1% han sufrido hurtos en la calle, un 12.0% en la escuela y un 6.2% en casa; un 16.7% han sido golpeados en la calle, un 18.4% en la escuela y un 10% en casa; un 46.3% han sido insultados en la calle, un 63.6% en la escuela y un 4% en casa; un 8.2% ha sido chantajeado en la calle, un 10.5% en la escuela y un 11.8% en casa; finalmente un 11.2% ha sido intimidado con un arma en la calle, un 1% en la escuela y un 0.5% en casa. Únicamente un 10.8% de los encuestados manifestaron no 19 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Respecto al otro colectivo vulnerable por el factor edad, los ancianos, las dos revisiones sistemáticas consultadas (Cooper, Selwood y Livingston, 2008; Daly, Joshi y Jogerst, 2009; citados en Pereda y Tamarit, 2013) muestran que la prevalencia de victimización en la senectud oscila entre un 3.2 y un 27.5% en estudios sobre población general, estas discrepancias pueden deberse tanto a diferencias culturales como a las distintas metodologías utilizadas en los estudios. En general un 5% de los ancianos refieren sufrir violencia de pareja en el último año, cerca del 25% manifiesta sufrir maltrato psicológico por parte de sus cuidadores y un 0.2% negligencia. Centrado en Europa, el trabajo de De Donder et al. (2011; citado por Pereda y Tamarit, 2013) subraya que existen muchos países que no han llevado a cabo ningún estudio sobre la epidemiología de la victimización de ancianos y que los que los han realizado, al utilizar metodologías muy distintas, no son comparables. Los porcentajes oscilan entre un 0.8 y un 29.3% en función del país evaluado. Sin embargo, los autores concluyen que puede constatarse la elevada frecuencia de abuso psicológico en todos los trabajos europeos publicados, y el escaso índice de abuso sexual. Respecto a los ancianos que se encuentran en residencias asistidas por sus necesidades de salud, uno de los pocos trabajos publicados que ha analizado la victimización en estos contextos es del Castle y Beach (2011; citado en Pereda y Tamarit, 2013). Tras entrevistar a 832 enfermeras norteamericanas, los autores encontraron que éstas manifestaban haber observado o tener pruebas de abuso verbal por parte de los profesionales de la residencia hacia los usuarios, con porcentajes que oscilaban entre los comentarios humillantes, detectados por un 13% de las enfermeras, a maldecir al anciano, en un 59%, también el abuso físico, que oscilaba de los empujones y patadas, en un 1415% respectivamente, a la conducta más frecuente, que es el tirón del pelo, detectado por un 49% de la muestra; el abuso psicológico, con comentarios críticos en un 16% y conductas agresivas en un 29%, el abuso en los cuidados, que incluye retrasar de forma deliberada la hora de la comida (20%), amenazarlo con no seguir cuidándolo (21%) o demorar el agua cuando lo solicitaban (22%). Las enfermeras también han sido testigos de abusos relacionados con la administración de la medicación que el anciano requiere, desde denegar su acceso a ésta (12%), darle una dosis de medicación excesiva (14%) o retrasar la toma de la medicación (22%). Se observan conductas de explotación financiera, desde firmar cheques sin el permiso del anciano (5%) a destruir sus pertenencias (26%). Las conductas de abuso sexual que se encuentran entre la penetración vaginal (<1%) a la exposición de los genitales (7%), son las menos frecuentes. haber sufrido ninguna situación de violencia, un 22.7% había sido víctima de alguna forma de violencia en los tres contextos; un 35.6% en dos contextos, y un 30.8% en uno de los contextos. 20 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA En el ámbito europeo, de forma similar, uno de los pocos trabajos que ha seguido esta metodología es el de Goergen (2001; citado en Pereda y Tamarit, 2013), en Alemania. El autor encuentra que un 79% de los cuidadores profesionales entrevistados manifiesta haber tenido conductas de abuso o negligencia hacia un residente en los dos meses anteriores y un 66% haber sido testigos de la victimización de ancianos por parte de algún colega. -La raza. Se va a tratar este factor de riesgo asociado a la condición de inmigrante. Algunos estudios han puesto de manifiesto que los inmigrantes tendrían un riesgo más alto de ser víctimas frente a las personas autóctonas. La explicación podría estar tanto en circunstancias intrínsecas a la condición de inmigrante, como el hecho de tener un estatus jurídico diferenciado, en el que no disfrutan de los mismos derechos que la población autóctona y en otras circunstancias relacionadas con su estilo de vida, la edad (la población inmigrante es más joven) o la raza que permite a sus victimarios una fácil identificación física (Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013). Además de los delitos propios a los que se ve expuesta toda población, los inmigrantes sufren una específica forma de victimización, los denominados “delitos de odio” o “violencia racista”. Los datos manejados por la European Commission against Racism and Intolerance (ECRI) señalan que este tipo de delitos es un problema habitual y persistente en la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea, que se ha visto incrementado por la situación de crisis económica que afecta a todos los países (ECRI, 2012; citado por Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013). En el año 2008, la European Union Agency for Fundamental Rights (FRA) encuestó a 23.500 inmigrantes y minorías étnicas sobre sus experiencias de discriminación y victimización en 27 Estados miembros de la Unión Europea, incluyendo España. Los colectivos más victimizados fueron los de origen subsahariano (33%), seguidos por los gitanos (32%) y norteafricanos (26%). Cabe destacar que los participantes informaron de más casos de victimización personal que de delitos contra la propiedad, así como la mayoría de las víctimas no denunciaron los hechos, manifestando una gran desconfianza hacia el Sistema de Justicia del país (citado por Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013). Otros estudios señalan a que a mayor distancia cultural y racial (rasgos físicos) con la población autóctona, mayor probabilidad de ser víctima de conductas discriminatorias y racistas (Martens, 2000; Jasinskaja-Lahti, Liebkind y Perhoniemi, 2006; citados por Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013). Este mayor riesgo de victimización en población inmigrante que se encuentra en gran parte de los estudios europeos también puede observarse en los 21 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA EEUU, concluyendo el estudio de Biafara y Warheit (2007; citado por Tamarit, Pereda y Sebastián, 2013), que la población afroamericana se encuentra más predispuesta a sufrir crímenes violentos y sexuales que los nativos norteamericanos. -Factores psicológicos. Son menos los estudios que se han centrado en analizar las variables de personalidad y su relación con la mayor o menor propensión a la victimización, en relación con los que han estudiado los rasgos de personalidad asociados al riesgo delictivo. Los estudios existentes arrojan datos contradictorios y tienen una validez escasa debido a las limitaciones metodológicas (Álvarez-Lister y Andrés-Pueyo, 2013). Sin embargo, sería un campo interesante ya que su estudio podrían llevar a una mejor comprensión de los tipos de victimización que algunas personas con ciertos rasgos de personalidad podrían experimentar, a la vez que podrían orientar también respecto a la modulación del impacto psíquico derivado de la exposición a la situación de victimización (Álvarez-Lister y Andrés-Pueyo, 2013). En el caso del bullying se han detectado en las víctimas una tendencia a la introversión, baja autoestima y, en algunas ocasiones, alto neuroticismo (Cerezo, 2001). Otros estudios también han puesto de manifiesto déficitis en habilidades sociales, las víctimas tienden a ser impopulares y a tener dificultades para integrarse con sus iguales, permaneciendo aislados del grupo (Farrington y Baldri, 2006). Respecto a la victimización sexual, la Extraversión parece ser el rasgo de personalidad que más correlaciona con sufrir un delito sexual violento (Basta y Peterson, 1990; Billingham, Miller y Hockenberry, 1999; citados por ÁlvarezLister y Andrés-Pueyo, 2013). Este dato puede interpretarse como que la extraversión puede influir en el nivel de exposición social que tiene una persona, aumentando las probabilidades de encontrarse con un agresor sexual. Por su parte Muram, Rosenthal y Beck (1994) encontraron que las víctimas de incesto eran notablemente menos impulsivas. Estas contradicciones parecen señalar la existencia de factores de riesgo de personalidad para formas específicas de victimización: la impulsividad está relacionada con conductas de riesgo y exposición a situaciones y personas peligrosas, mientras que la baja impulsividad podría estar relacionado con permanecer en una situación de victimización durante un período de tiempo prolongado (Sisco et al., citado en Álvarez-Lister y Andrés-Pueyo, 2013). Atendiendo a la variable género, las mujeres víctimas de delitos sexuales presentan un perfil de personalidad caracterizado por el neuroticismo, la amabilidad y la extraversión; mientras que los hombres victimizados no mostraron ninguna diferencia en cualquiera de los cinco grandes rasgos de 22 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA personalidad, en comparación con hombres no víctimas (Forbes, 2001; citado en citado en Álvarez-Lister y Andrés-Pueyo, 2013). FACTORES EXÓGENOS Serían aquellos factores que se encuentran fuera del individuo. Al tratarse de un amplio espectro, solo se van a abordar en este trabajo los que más relevancia han tenido en la investigación victimológica: profesión, familia y lugar de residencia (Rodríguez-Manzanera, 2003; Morillas, Patró y Aguilar, 2011). -Profesión Hay profesiones que por la actividad que implican y por las condiciones en las que se desarrollan son factores de riesgo de victimización. Como ejemplo, por su relevancia victimológica se tratará la prostitución. Las mujeres prostitutas tienen un particular interés para la Victimología porque son un claro ejemplo de victimización múltiple. A parte de su profesión, confluyen otros factores de riesgo: demográficos (alta tasa de inmigración), sexo y edad (mujer y joven), estructura psicológica (muchas de estas mujeres han tenido un proceso socializador traumático), hábitos de trabajo (horario, nocturno, servicios en zonas desprotegidas, etc.) y su estilo de vida (suele portar apreciables sumas de dinero en metálico, no poseen una red de apoyo, en ocasiones se mueven por ambientes marginales, consumo de tóxicos, etc.). Las altas cifras de victimización que presentan las mujeres prostitutas (tanto aquellas que ejercen en la calle como las que lo hacen en locales) por parte de los clientes, de proxenetas, de las fuerzas de seguridad y por la propia comunidad, han sido reflejas por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2005), si bien, las victimizaciones cometidas por su clientes son las más frecuentes (Pereda, 2014). En relación al homicidio distintos estudios norteamericanos señalan el riesgo que tienen las mujeres prostitutas de sufrir este tipo de victimización. Por ejemplo, Potterat et al. (2004; citado por Pereda 2014) señalan que la ratio de homicidios en este colectivo se sitúa en 229 de cada 100.000 casos, lo que supone un porcentaje mucho mayor que el que acontece a la población general e, incluso, a otros colectivos profesionales de riesgo, como los taxistas (29 de 100.000 casos) o las dependientas de licorerías (4 de 100.000 casos). Con otra metodología basada en las estadísticas oficiales Brewer et al. (2006; citado por Pereda 2014) obtuvieron que el 207% de todos los asesinatos de mujeres en los EEUU, entre 1980 y 1990, eran prostitutas asesinadas mayoritariamente por sus clientes. Quinet (2011; citado en Perea 2014), por su parte, encuentra que un 32% de las víctimas de asesinos en serie en los EEUU, entre 1970 y 2009, eran prostitutas. 23 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Especial riesgo, como señalan distintos estudios, parece tener el ejercicio de la prostitución en la calle: ESTUDIO Silbert y Pines (1982) PAIS EEUU N 200 PREVALENCIA 45% habían sufrido robos 65% palizas 70% violaciones 72.1% habían sufrido abusos severos por parejas, clientes o proxenetas Dalla, Xia y Kennedy (2003) EEUU 43 Kurt, Inciardi (2004) Surrat, y Kiley EEUU 294 Miller y Schwartz (1995) EEUU 16 Surratt, Inciardi, Kurtz y Kiley (2004) EEUU 325 Farley y Barkan (1998) EEUU 82% habían sufrido algún tipo de violencia: 55% agresiones físicas 88% amenazas 83% amenazas con un arma 68% violación Nixon, Tutty, Downe, Gorkoff y Ursel (2002) Canadá Más de la mitad habían sufrido violencia por sus proxenetas, 75.5% habían sufrido alguna forma de violencia por sus clientes 51.7% violencia física 25.5% agresión física 13.9% violadas 14.6% amenazadas con un arma 93.8% habían sido víctimas de alguna forma de violencia sexual 41.5% habían experimentado alguna forma de violencia 24 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Benson y Matthews (1995) Reino Unido 30 Barberet (1996) España 24 Quiles (2007) España 83 clientes, policías y otros profesionales y ciudadanos 87% había sufrido violencia 27% agresiones sexuales 73% múltiples formas de violencia 66.7% ha sufrido alguna experiencia de victimización 32.5% había sufrido malos tratos físicos y psíquicos Elaboración propia a partir de Pereda (2014) También el ejercicio de la prostitución en locales refleja elevadas cifras de victimización en este colectivo de mujeres, muy superiores a los de cualquier otra profesión. ESTUDIO Church, Henderson, Barnard y Hart (2001) Vanwesenbeeck, De Graaf, Van Zessen, Straver y Visser (1995) PAIS Gran Bretaña N 126 PREVALENCIA 48% habían sufrido algún tipo de victimización Países Bajos (profesión legalizada) 127 O´Doherty (2011) Canadá 39 28.9% manifiesta haber sido forzada a prostituirse 34.1% violencia física 38.7% violencia sexual 33% habían sufrido amenazas 16% amenazas con un arma 24% agresiones físicas 18% agresión sexual 21% secuestro 33% robos 25 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Elaboración propia a partir de Pereda (2014) El riesgo de victimización de las mujeres prostitutas está, en gran medida, asociado a su estigmatización. Este estigma es el resultado de un proceso de exclusión y marginación de gran profundidad histórica y social. El cuerpo de la prostituta sirve para canalizar los instintos más agresivos de ciertos individuos, donde se llega a través de una percepción social general de la prostituta como ser moral y humanamente degradado, sin derechos ni necesidades (Pereda, 2014). El hecho de que este colectivo raramente denuncia las agresiones de las que son objeto obliga a la utilización de encuestas de victimización para acercarnos a entrever la envergadura del problema. -Familia Como señala el profesor Rojas Marcos (1995), la familia es el terreno de cultivo donde se desarrollan las relaciones más generosas, seguras y duraderas, y, al mismo tiempo, el escenario donde más vivamente se manifiestan las hostilidades, las rivalidades y los más amargos conflictos entre la pareja y los padres y los hijos. El término violencia domestica es el utilizado para englobar todos los fenómenos de violencia que se producen en el entorno familiar o que tienen como base las relaciones familiares. Este tipo de violencia se ejerce abusando de la base de confianza propia del ámbito afectivo familiar, y abusando y amparándose en la intimidad y en la privacidad existente entre agresor y víctima (Borafull y Gas, 2010).La familia como institución cerrada facilita la violencia repetida y prolongada dificultando la detección por terceros. En estas circunstancias, las víctimas pueden sentirse incapaces de escapar del control de los agresores al estar sujetas a ellos por la fuerza física, la dependencia emocional, el aislamiento social o distintos tipos de vínculos económicos, legales o sociales. Si la violencia tiene de por sí un efecto destructivo y resulta siempre irracional, lo es mucho más cuando se ejerce en un entorno (la familia) del que se espera cariño y apoyo mutuo (Echeburúa y Redondo, 2010). Las víctimas de riesgo en violencia doméstica son las mujeres, los niños y los ancianos (Iborra, 2008). Las mujeres en la mayoría de los casos cuando son víctimas de actos violentos, suelen sufrirlos en el hogar y a manos de su pareja o ex pareja (Echeburúa y Redondo, 2010). Dentro de esta fenomenología han sido objeto de investigación: la violencia de pareja, la violencia y maltrato sobre menores, la violencia sobre ancianos y la violencia filio-parental. Veamos someramente los principales factores de riesgo de victimización para cada una de ellas. 26 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA Violencia de pareja La explicación de la violencia de pareja a partir de la perspectiva género ha sesgado la investigación en este campo (Straus, 2007). El término violencia de pareja se refiere a la violencia física o sexual, real o amenazada, o al abuso psicológico o emocional por parte de cónyuges, novios o novias, sean actuales o anteriores. La característica fundamental de este tipo de violencia es la relación sentimental o íntima entre víctima y victimario, al margen del estado civil, orientación sexual o estado de cohabitación (Arias y Ikeda, 2008). Aunque tanto varones como mujeres informan haber sufrido victimización en su relación de pareja, ésta es más preponderante y frecuente que se realice sobre mujeres que sobre hombres. Las diferencias entre las tasas de victimización para mujeres y varones se elevan a medida que aumenta la gravedad de los ataques (Stets y Straus, 1990; citado en Arias y Ikeda, 2008). Además, las mujeres tienen probabilidades significativamente mayores de sufrir lesiones, de requerir cuidados médicos, hospitalizaciones u orientación, y de precisar de bajas laborales (Tjaden y Thoennes, 2000; citado en Arias y Ikeda, 2008). En este sentido, algunas investigaciones muestran una gran simetría, tanto en los motivos como en los factores de riesgo para la violencia de pareja, entre varones y mujeres, si bien existe una gran asimetría en los efectos derivados de esta violencia, siendo más graves las lesiones en la mujeres (Straus, 2009). Entre los factores de riesgo de victimización en violencia de pareja, con mayor o menor evidencia empírica, se han señalado (Cantón, 2013): -parejas en situación socioeconómica precaria, especialmente entre receptoras de ayudas sociales -hombres y mujeres jóvenes, que están cohabitando y que tienen hijos siendo aún muy jóvenes, especialmente cuando presentan historial evolutivo de problemas de conducta -la etapa evolutiva de mayor prevalencia y frecuencia de victimización en las relaciones de pareja son los primeros años de la etapa adulta, oscilando entre un 22-25% las tasas entre novios y parejas jóvenes casadas o cohabitando -los estudios informan de una alta tasa de violencia contra la mujer durante los primeros años de crianza de los hijos; también hay algunas evidencias de victimización durante el embarazo, aunque estos resultados no han sido consistentes -creencias tradicionales sobre los roles de género en el caso de las mujeres 27 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA -tener un historial de maltrato infantil y que fueron expuestos a violencia de pareja o hubieran experimentado otras vivencias negativas como el alcoholismo o trastorno mental de algún progenitor -problemas de apego y de conducta, cuya relación sí se ha comprobado en la mujer, no se han investigado suficientemente en el hombre víctima de violencia de pareja. Las víctimas de violencia de pareja es más probable que presenten un apego inseguro, y, más concretamente el estilo de apego denominado ansioso (deseo de ser amado y miedo simultáneo a no serlo). Este tipo de apego podría explicar el mantenimiento prolongado en una relación de pareja victimizante por el miedo de perder la pareja y la necesidad de atención aunque sea negativa. Henderson, Bartholomew, Trinke y Kwong (2005; citado en Cantón, 2013) sólo encontraron esta asociación cuando la violencia de pareja era bidireccional. Muñoz-Rivas, Fernández-González, Graña y Fernández (2013) estudiando la violencia en parejas jóvenes encontraron la violencia recíproca o bidereccional como el patrón más relevante, otros estudios parecen señalar este tipo de fenómeno como el más habitual también parejas adultas (Straus, 2011). La revisión bibliográfica realizada por estos autores apuntan a la siguiente topografía de la violencia: la agresión física (en su mayoría agresiones moderadas) es similar entre sexos o ligeramente suprior para las mujeres. Por su parte los hombres parecen sufrir un mayor número de agresiones psicológicas y las mujeres un mayor número de agresiones sexuales. Se han recogido los siguientes factores de riesgo de victimización en las relaciones de noviazgo, obviamos los factores sociodemográficos por no ser específicos de esta forma de victimización sino de victimización en general (Muñoz-Rivas et al., 2013): 1.-Factores familiares: 1.1.-Ser víctima directa o indirecta de violencia en la familia de origen 1.2.-Conflictos parentales frecuentes 1.3.-Relaciones familiares hostiles e inestables emocionalmente 1.4.-Prácticas educativas fundamentadas en el castigo físico 2.-Factores individuales: 2.1.-Haber sufrido agresiones en anteriores relaciones de pareja 2.2.-Presencia de sintomatología depresiva 28 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA 2.3.-Baja autoestima 2.4.-Actitudes justificativas de la violencia 2.5.-Tener otros comportamientos de riesgo, entre ellas, uso y abuso de drogas, conductas sexuales de riesgo, diferentes problemas de conducta externalizantes, y conductas inadecuadas relativas a la alimentación con el fin de perder peso Violencia y maltrato sobre menores Gran parte del maltrato infantil se produce en el seno familiar, si bien, la realidad es que los datos de prevalencia son muy contradictorios, y es que las diferencias en la definición de qué se considera maltrato infantil y el grado de precisión y fiabilidad de los sistemas de registro de la información es muy dispar entre los diferentes países e incluso dentro de un mismo país entre diferentes regiones o comunidades (International Society fo Prevention of Child Abuse and Neglect, 2008). Stoltenborgh, Bakermans-Kranenburg, Alink y Van IJzendoorn (2012; citado en Cortés y Cantón, 2013) realizaron un metaanálisis sobre la prevalencia del maltrato emocional infantil y concluyeron que la tasa era de 36.3%, (363 por cada 1000 niños) según los estudios basados en autoinformes, mientras que los datos de las investigaciones basados en denuncias señalaban una tasa de sólo el 0.3%, es decir, de tres por cada mil niños. Se producía independientemente del sexo y en todos los continentes, reflejando la universalidad del fenómeno. Esta diferencia tan grande en función del método utilizado para obtener los datos también se ha encontrado en metaanálisis sobre la prevalencia global de otras formas de maltrato infantil (por ejemplo, Stoltenborgh et al; citado en Cortés y Cantón, 2013). Otro metaanálisis de Stoltenborgh, Bakermans-Kraneneburg y Van IJzendoorn (2012; citado en Cortés y Cantón, 2013) sobre el abandono físico y emocional indicaba que sólo un número relativamente modesto de estudios (comparado con la cantidad de investigación generada sobre el abuso sexual infantil, por ejemplo) se había ocupado del tema del abandono físico y emocional infantil. Identificaron trece muestras independientes sobre abandono físico, con un total de 59.406 participantes, y una tasa de prevalencia global de 163/1000 (16.3%). En el caso del abandono emocional encontraron dieciséis muestras independientes, con 59.406 participantes, y una tasa de prevalencia de 184/1000 (18.4%). El diseño de la investigación incidía más en los resultados obtenidos sobre la prevalencia del abandono físico que del emocional. En España un estudio del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia (2011; citado en Cortés y Cantón, 2013) arrojó los siguientes datos: el tipo de maltrato más detectado por los profesionales en niños de 0-7 años era el físico (59.68%), seguido de la negligencia (37.10%) y del psicológico (17.74%). Un 29 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA 4.25% de los niños y adolescentes de entre 8-17 años había sido maltratado en el ámbito familiar (4.54% chicos y 3.94% chicas). Un 2.41% de los chicos y el 2.04% de las chicas sufrieron malos tratos físicos; el 0.66% y el 0.91% abandono, y un 1.97% y 2.72%, respectivamente, maltrato psicológico. Además, la prevalencia de todos los tipos era más alta en los niños de 8-11 años (5.05%) que en los adolescentes de 15-17 (2.90%). Finalmente, el tipo de abuso más frecuente en el rango de 0-7 años era el físico (59.68%), mientras que entre los escolares 8-11 años predominaban los malos tratos psicológicos (60%), siendo muy similares las tasas de maltrato físico y psicológico durante la adolescencia (54.55%). Con respecto al maltrato con resultado de muerte, cada año mueren en España 12 menores a manos de sus padres, la mitad de ellos de entre 0-24 meses de edad. En la siguiente tabla se recogen los principales factores de riesgo de victimización infantil intrafamiliar: FACTORES MENOR DE RIESGO DEL -Edad (el riesgo de maltrato disminuye a medida que aumenta la edad. El grupo de 3 años es el de mayor riesgo). -Sexo (los niños vs. las niñas sufren con más frecuencia maltrato físico, la gravedad de los abusos es mayor y tienen un mayor riesgo de abandono emocional. Las niñas sufren más abuso sexual). -Discapacidad, problemas de salud y problemas de conducta. -Bebés no deseados -Bebés que al nacer no cumplen las expectativas de sus progenitores en cuanto a sexo, apariencia física, etc. -Bebés con temperamento difícil (llanto persistente, difíciles de consolar, etc.). FACTORES DE RIESGO DE LOS -Presencia de psicopatología (sólo el PROGENITORES 10% de los maltratadores presenta un trastorno mental grave). -Desajustes psicológicos: distorsiones cognitivas, síntomas depresivos, baja autoestima, impulsividad, baja tolerancia a la frustración, consumo de tóxicos, pobre control de la ira, hiperreactividad fisiológica, dependencia afectiva y falta de empatía. -Desbordamiento para afrontar 30 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA situaciones de estrés -Una historia de violencia y maltrato en la propia infancia. -Paternidad y maternidad adolescente. -Falta de conocimientos o concepciones erróneas sobre el desarrollo infantil y las necesidades de los menores, expectativas inadecuadas en relación a ellos -Actitudes y atribuciones negativas en relación comportamiento del menor COMPOSICIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE LAS RELACIONES FAMILIARES FACTORES SOCIOCULTURALES -Elevado número de hijos y la escasa distancia entre ellos -Presencia de una figura parental que no es el progenitor biológico del menor -Las rupturas familiares conflictivas -Aislamiento, falta de apoyo social y mala relación con la familia extensa -Precariedad económica -Condiciones materiales en las que vive la familia -Residir en una zona con altos índices de violencia y delincuencia -Carecer la comunidad de servicios coordinados para la prevención e intervención en el maltrato Elaboración propia a partir de Arruabarrena y De Paúl (2010) y Cortés y Cantón, (2013) Violencia hacia ancianos Como ocurría en otros ámbitos de la violencia intrafamiliar los datos epidemiológicos muestran una gran disparidad que van desde un 1 a un 52.6% de prevalencia en este tipo de fenomenología. Por otro lado, aunque se habla de un mayor índice de maltrato de ancianos en el ámbito familiar, la realidad es que apenas se cuenta con estudios en contextos institucionales, sociales y sanitarios (Zárate, 2010). Por tanto, la magnitud real de la victimización a ancianos es desconocida, si bien, se estima que uno de cada diez adultos mayores experimenta alguna forma de victimización, solo uno de cada 25 casos son denunciados a los servicios sociales (Dong, 2012; citado en Pereda y Tamarit, 2013). El primer trabajo publicado sobre la prevalencia de la victimización en la vejez es el de Pillemer y Finkelhor (1988; citado en Pereda y Tamarit, 2013), llevado a cabo en Bostón con más de 2.000 ancianos de la población general, no 31 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA institucionalizados. Los autores encontraron que un 3.2% de los adultos mayores encuestados manifestaban haber experimentado alguna forma de victimización, especialmente por parte de sus parejas, tanto varones como mujeres. Comijs et al. (1998; citado en Pereda y Tamarit, 2013) en Holanda con una muestra de la población general de ancianos (n=1.954 mayores de 65 años), establecieron que un 5.6% habrían sufrido alguna forma de agresión física (1.2%), agresión verbal crónica (3.2%), maltrato económico (1.4%) o descuido o negligencia (0.2%), sin que existan diferencias significativas en función de la edad o el sexo. En Reino Unido, Ogg y Bennet (1992; citado en Pereda y Tamarit, 2013) obtuvieron que un 1.7% de los 589 entrevistados había sufrido abuso físico, un 1.5% había sido víctimas de abuso económico y un 5.6% de abuso verbal, recientemente, por un familiar cercano. Otro estudio más actual publicado en este país (O´Keefee et al., 2007; citado en Pereda y Tamarit, 2013), muestra porcentajes similares, con un 2.6% de victimización en el último año en los 2.111 adultos mayores encuestados, incluyendo casos de negligencia (1.1%), abuso económico (0.7%), abuso físico y psicológico (0.4%) y abuso sexual (0.2%). En España el estudio realizado desde el Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia (2008; citado en Pereda y Tamarit, 2013) con una muestra de 2.401encuestas a mayores de 64 años, informa de un 0.8% de ancianos que reconoce haber sido víctima de maltrato intrafamiliar, duplicándose la cifra en mayores dependientes y cuadruplicándose en aquellos que presentan una dependencia grave. En resumen, los ancianos manifiestan ser víctimas de maltrato físico (0.2%), psicológico (0.3%), negligencia (0.3%), abuso económico (0.2%) y sexual (0.1%). La investigación señala los siguientes factores de riesgo de victimización a ancianos dentro de la familia (Pereda y Tamarit, 2013): FACTORES DEL ANCIANO ENTORNO SOCIAL Y CULTURAL -Alto nivel de dependencia -Aislamiento -Avanzada edad -Fragilidad física -Trastorno mental -Discapacidad cognitiva -Conductas agresivas y violentas -Respecto al sexo los resultados no son concluyentes y parece encontrarse relacionado con el tipo de victimización que se evalúe -Discriminación por edad (edadismo) -Falta de sensibilización hacia el problema -Actitudes negativas y estereotipos acerca de las personas mayores -Falta de protocolos de actuación ante estos casos -Dificultad o imposibilidad de acceso a 32 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA FACTORES DEL CUIDADOR servicios especializados y a profesionales formados -Trastorno psicopatológico -Elevado nivel de estrés -Exposición a situaciones de violencia en su infancia -Historia de victimización -Dependencia económica del anciano -Abuso de sustancias Violencia filio-parental o Violencia ascendente Aunque existe amplia variabilidad en los datos de prevalencia manejados (diferencias en relación a conceptos, muestras, instrumentos y fuentes de información utilizados en las distintas investigaciones), existe cierto consenso en considerar que estamos ante un fenómeno creciente (Morán, GonzálezÁlvarez, Gesteira y García-Vera, 2012). Según los datos de la Fiscalía General del Estado, en España se está produciendo un aumento en este fenómeno delictivo. Así, en 2007 fueron 2.683 progenitores los que denunciaron a sus hijos, mientras en 2011 sumaron 5377 casos; en 2012 la cifra descendió a 4.936 casos (datos tomados de las Memorias anuales de la Fiscalía General del Estado). Tomando en consideración diferentes estudios comunitarios el 10.1% de los progenitores son víctimas de agresión física por sus hijos (Morán et. al, 2013). Entre los factores de riesgo asociados a este tipo de victimización se han señalado (González-Álvarez et al., 2013): FACTORES DEL MENOR AGRESOR FACTORES DE LOS PROGENITORES -Aceptación del uso de la violencia -Impulsividad -Falta de autocontrol -Pobre empatía -Déficit en habilidades de solución de problemas interpersonales -Falta de asertividad -Aceptación del uso de la violencia como pauta normalizada de relación -Agresión interprogenitores -Problemas de comunicación -Déficit de habilidades de resolución de conflictos -Pautas de crianza incorrectas: défict de vinculación afectiva, disciplina inconsistente con alta dosis de punitividad y recurso al castigo físico, y falta de supervisión 33 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA -Lugar de residencia Este factor victimógeno ha sido estudiado dentro de lo que se ha denominado la perspectiva situacional en Criminología, que se ha interesado en ver cómo el entorno físico, las pautas sociales y el comportamiento de las víctimas presentan oportunidades delictivas. Una de las hipótesis, manejada por esta perspectiva, es que el entorno físico influye en las oportunidades para cometer delitos. Además, el entorno físico también influye en las oportunidades de vigilar y controlar el comportamiento humano. Desde esta perspectiva, la arquitectura y el diseño del espacio urbano inhiben o inducen directamente al delito (Newman, 1972; Felson, 1994; Brantingham y Brantingham, 1991; citados por Stangeland y Garrido, 2004). Así por ejemplo, la Teoría de la Ventanas Rotas (Jacobs, 1961; Wilson y Kelling, 1982; citados por Stangeland y Garrido, 2004) señaló que el aspecto degradado de un barrio invita a más destrozos y atrae la delincuencia. Posteriormente los vecinos se asustan, se aíslan y dejan de intervenir en la vida del barrio. Esta sensación de inseguridad provoca un menor control informal y crea más oportunidades para el delito. Un estudio español sobre la delincuencia en Marbella (Stangeland, 1998; citado en Stangeland y Garrido, 2004) indica que una campaña eficaz contra el desorden urbano consiguió reducir la delincuencia común en un 33%. La teoría arquitectónica del espacio defendible (Newman, 1972; citado en Stangeland y Garrido, 2004) hizo hincapié en cómo las características arquitectónicas de los vecindarios fomentaban o inhibían el control informal de los habitantes. La hipótesis principal de este autor era que los habitantes pueden asumir el control sobre las áreas cercanas a su propia vivienda, si la arquitectura lo permite. Es importante la vigilancia informal, por ejemplo, en forma de ventanas que permiten ver quien entra o sale del bloque. También es importante que las áreas colindantes al bloque, como parques o zonas de aparcamiento, no sean abiertas a todo el mundo, sino delimitadas para marcar su pertenencia a las viviendas. De sus datos destaca el hallazgo de que los robos aumentan considerablemente en edificios con más de seis plantas, o con más de 1.000 apartamentos en un mismo complejo urbanístico. Otros hallazgos arrojados por la investigación situacional del delito a través del uso de herramientas geográficas han sido: -desde la obra clásica de Shaw y McKay (1969; citado en Stangeland y Garrido, 2004) se ha señalado una concentración de la delincuencia en el centro de las ciudades. Wikströn (1991; citado en Stangeland y Garrido, 2004) en un estudio en Estocolmo encontró una clara concentración de delitos en esta zona (contiene un 18% de todo el área y un 35% de la población). 34 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA -la distribución por hora y día en el que se cometen delitos coinciden con el ritmo diario típico de la ciudad en consonancia con la teoría de las actividades rutinarias (Felson, 1998). Los delitos en zonas comerciales disminuyen de noche, después del cierre de los negocios. La actividad delictiva nocturna se concentra en zonas con vida nocturna activa Otras conclusiones a partir de este modelo podrían ser (Correa, 2007): -importancia de la vigilancia informal o vigilancia natural sobre el espacio urbano que habitamos. Ver y ser vistos por otros tranquiliza a los ciudadanos e inquieta al delincuente, dificultando la comisión de delitos. Todo cuanto se haga al diseñar los espacios urbanos para eliminar zonas opacas y amplíe los campos visuales estará facilitando la seguridad. -Los delincuentes evitan las zonas iluminadas, necesitan de la ocultación para llevar a cabo su conducta, por eso buscan el espacio adecuado a su propósito, zonas poco iluminadas o condiciones de escasa visibilidad. -La posibilidad de ocultarse y la ocasión del disimulo y el anonimato, favorecen la comisión del delito. La personalización y la identificación son enemigos del delito. -Los signos de abandono (suciedad, paredes con grafitis, mobiliario urbano destrozado, etc.) son indicadores de escaso control formal e informal. El abandono y el descontrol produce temor en los ciudadanos y favorece la aparición de la delincuencia. Una aplicación práctica de estos postulados sería el proyecto “Certificado de diseño seguro”, puesto en marcha por algunos policías locales anglosajones y de las Países Bajos y que tiene por objeto reconocer que las viviendas construidas y su entorno cumplen una serie de condiciones de seguridad (Rodríguez, 2007). Con ello la policía británica ha conseguido reducir un 40% de los delitos en viviendas. Este certificado de “Diseño seguro” extendido por la policía local abarca en general cinco niveles: -la organización del barrio -el trazado -el diseño del entorno residencial -la gestión y participación de los vecinos -el edificio en sí mismo En total se evalúan 55 ítems debiendo superar un número de 18 para obtener el certificado. 35 DIPLOMADO INTERDISCIPLINARIO EN VICTIMOLOGÍA CONCLUSIONES La perspectiva de los factores victimógenos dentro de la Victomología ha ido desarrollándose prácticamente desde el inicio de la disciplina, si bien, en sus primero abordajes (tipologías victimales) no con demasiado acierto, derivando en repercusiones negativas para el tratamiento jurídico y social de la víctima (criminalización de la víctima). En la actualidad esta orientación facilita la elaboración de topografías victimales esenciales para el desarrollo de intervenciones preventivas en el campo de la victimización. Hoy sabemos con datos objetivos que el riesgo de victimización no se reparte por igual en la población, existiendo una serie de factores de riesgo que aumentan la probabilidad de convertirse en víctima. Asumir consciente y voluntariamente riesgos no es sinónimo de responsabilidad en el caso de sufrir una victimización, el único responsable de un delito es el autor del mismo. No obstante la investigación debe agudizar más la metodología para llegar a víctimas de especial riesgo (prostitutas, menores, ancianos, inmigrantes o personas con discapacidad). Por otro lado, la investigación debe quedar al margen de ideologías, pensamiento político o influencia de grupos o sensibilidades sociales, guiándose exclusivamente por los datos derivados de la investigación empírica. En este sentido, debe ser crítica con las limitaciones de algunos abordajes de los fenómenos victimales si queremos llegar a todas las víctimas reales (i.e., la perspectiva género para abordar la violencia de pareja). 36