1 EN BUSCA DE LO PERDIDO (Lu. 19:10) INTRODUCCIÓN.

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EN BUSCA DE LO PERDIDO
(Lu. 19:10)
INTRODUCCIÓN.El sketch que acabamos de ver nos pinta un cuadro sorprendente: Esa familia, como la mayoría
de nosotros, es muy consciente y entiende muy bien las realidades cotidianas de la vida
(comida, trabajo, juegos, familia, amigos, etc.). Pero en cambio es totalmente esquiva, se tapa
los ojos, ante la más mínima insinuación de Dios, le molesta mirar a aquella cruz tan enorme
que tiene ante sí.
Pero Dios se llega a nosotros, nos busca. Casi lo intuimos en momentos de gran alegría (la
contemplación de una bella puesta de sol); también en tiempos de dificultad y sufrimiento (la
muerte de alguien cercano); o en fiestas como la Navidad, o en esas noches que nos cuesta
dormir y podemos ver cara a cara lo que hay dentro de nosotros.
En estas fechas celebramos la Navidad, en la que según se dice, hace unos 2000 años nació
Jesús. Pero aparte de tener algunos días de vacaciones y comer turrón y otras cosas que nos
suben el colesterol, ¿tiene la venida de Jesús algún significado relevante para nuestra vida?
Jesús dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. Este es
uno de esos textos bíblicos que de forma muy escueta nos explica, con mucha claridad, el
motivo por el cual Jesús vino a este mundo.
Nos vamos a fijar brevemente en las tres acciones de Dios que están expresadas en este texto
de la Biblia: buscar, salvar y se había perdido.
I.- BUSCAR.Los seres humanos a veces buscamos a Dios, pero es porque Él mismo ha puesto algo en
nosotros, una conciencia, que nos hace preguntarnos e inquirir acerca de Él. Dios nos ha
rodeado de una creación hermosa que nos habla si sabemos escuchar. Y sobre todo nos ha
dejado en la Biblia sus palabras traídas a lo largo de la historia. Primero por medio de muchos
profetas y después por su propio Hijo cuando estuvo en este mundo.
Y en cada época los cristianos, con más o menos fidelidad, han ido comunicado a su
generación esas Palabras. Eso es lo que estamos haciendo hoy aquí también. Así que por todos
estos medios Jesús nos busca.
II.- SALVAR.Los habitantes de Judea en los tiempos de Jesús querían y esperaban una salvación de la
presión que le ejercían los romanos. Esperaban un salvador que les librara de los romanos. Y
esa fue una de las causas por la que la mayor parte de ellos rechazó a Jesús. Porque Él era un
salvador que vino a librarnos del poder y de la condena de nuestros pecados. Es decir, de todo
lo que nos atemoriza; lo que nos inclina a la inmoralidad, al odio, a la envidia; lo que nos lleva
al egoísmo en nuestra relación con los demás, lo que nos hace inseguros, lo que nos hace creer
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que podemos confiar en nuestra religiosidad para agradar a Dios. En fin todo lo que nos hace
cerrar los ojos a la realidad del amor de Dios que nos busca.
Todas esas cosas, y muchas más, son expresión del pecado que nos esclaviza, que nos tiene
presos y del cual necesitamos salvación. Todo eso, nuestro pecado, es el problema de fondo
que enturbia y estropea la vida de las personas consigo mismas, con sus familias, en las
relaciones laborales, en el deterioro de la economía y de las sociedades. Y todo ello es lo que
nos termina trayendo a veces tanto sufrimiento. Pues bien es de todo eso, que Dios ha venido
a salvarnos mediante la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
III.- LO QUE SE HABÍA PERDIDO.Quienes ven que esa situación interna de las personas, que la Biblia llama pecado, es el
verdadero problema del que necesitamos ser salvados encuentran al Salvador.
Pero otros muchos lo que desean es ser salvados de la presión de los romanos de hoy en día. O
parafraseando lo que escribió el prestigioso médico americano Philip Cushman, en cuanto a lo
que la gran mayoría busca hoy en día: “El clima contemporáneo –dijo– no busca salvación de
sus pecados, sino terapéutica. La gente de hoy no tiene hambre de una salvación personal,
mucho menos de la restauración de una vida relacionada con Dios, sino de un sentimiento, de
una ilusión momentánea de bienestar, salud y seguridad psicológica personal.” Estos son para
muchos los romanos actuales de los que quieren ser salvados.
Curiosamente, en los tiempos de Jesús, las personas que no lo aceptaron como su Salvador
eran aquellos que, o bien buscaban como acabamos de decir otro tipo de salvación, o bien
pensaban que su buen comportamiento, su respetabilidad o su religiosidad les hacían no estar
perdidos. Y hoy pasa igual.
¿Qué haremos nosotros? ¿Nos taparemos los ojos para no ver al Dios de amor que nos busca y
vino para salvarnos, como hace la familia del sketch; o nos atreveremos a mirar, contemplar,
entender y aceptar esa cruz?
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