Valentina López, Maite Vecino y Bryan Pellegrin 3SH3 Género y Oportunidades laborales en el MERCOSUR Los principales objetivos del trabajo es mostrar cuáles son las causas de las brechas de desigualdad laboral según el género en el MERCOSUR + Chile y las medidas que se han tomado para terminar con la desigualdad laboral en estos países y en qué momentos la mujer tuvo más participación laboral y sus causas. También cuáles son los sectores que la mujer es más beneficiada a la hora de buscar trabajo y en cuáles no es admitida aún. Además la influencia de la sociedad en este problema. Los países del MERCOSUR + Chile durante la década del noventa tuvieron tasas de participación laboral femenina similares o superiores a las de America Latina y el Caribe que eran de por si una de las más altas del mundo. Las mujeres siempre tuvieron tasas de participación más alta en los centros urbanos que en el medio rural a diferencia de los hombres, menos en Brasil donde la tasa de de participación laboral de la mujer en el medio rural es más alta. El sector de los servicios es el que suele pedir más mano de obra femenina por eso en el período de auge de los noventa la mujer tuvo una tasa de participación de trabajo más alta que los hombres. Se produjo por una expansión en el sector de los servicios y una reducción en el empleo industrial. Los empleos generados para las mujeres en los noventa en su totalidad pertenecieron al sector terciario. La agricultura ha adquirido mayor importancia en el empleo femenino sobre todo en Chile a partir de 1985. El lento crecimiento del empleo y aumento en las tasas de actividad fue acompañado de un aumento en el desempleo. La participación laboral femenina ha estado determinada tradicionalmente por su nivel socioeconómico más aun en la década de los noventa, con el tiempo se fue modificando esa brecha en especial en Uruguay. La brecha entre la participación entre pobres y no pobres no existe tanto como en las mujeres. En Uruguay los hombres pobres tienen tasas de participación más alta que los no pobres. Algunas barreras de las mujeres para incorporase a la actividad laboral están relacionadas con el numero de hijos, las dificultades para su cuidado y los niveles de ingreso a los cuales pueden aspirar a partir de sus niveles de educación. La provisión de servicios públicos para el cuidado de niños es baja, como también la falta de coincidencia de sus horarios laborales con lo horarios de tiempo completo. En el MERCOSUR + Chile, el mayor aumento de las tasas de actividad se registra en las mujeres casadas y en las jefas de hogar. El aumento de la tasa laboral se encuentra en las mujeres que superan la edad reproductiva. Las mujeres como también los hombres deciden ingresar al trabajo con una perspectiva a largo plazo para permanecer más tiempo en el sistema educativo. Esto tiene una relación con los requerimientos educativos del Estado. Las tasas de participación laboral de hombres y mujeres están relacionadas con el nivel de educación que poseen. Mientras las personas tengan una mayor escolaridad, mayor es la posibilidad de conseguir un trabajo. Esta relación es mucho más clara para las mujeres donde las tasas de participación de aquellas con más nivel son el doble o más de las que se ubican en tramos inferiores. En el caso de los hombres la diferencia está pero es mucho menor. Para las mujeres el mayor nivel educacional les permite generar altos ingresos y estos a su vez la posibilidad de contar con apoyo que alivien las tareas domesticas y el cuidado de los niños. La brecha de participación laboral entre hombres y mujeres se reduce con la cantidad de años de estudio. Cuando las mujeres trabajan de una forma remunerada, realizan una doble jornada y no tienen las mismas condiciones de salarios y de empleo que los hombres. La mujer dedica la mayor parte de su trabajo al no remunerado que es el del hogar. La sobrecarga de trabajo no remunerado no depende solo de la presencia de hijos o hijas, sino que hay una fuerte incidencia de la división sexual del trabajo en el hogar. Las mujeres son objeto de discriminación laboral, lo que es expresado en las diferentes remuneraciones para trabajos de igual valor pero también, y de manera más amplia en la segregación ocupacional de género dónde las mujeres no tienen un nivel jerárquico alto en el hogar ni en el trabajo y no son aceptadas en trabajos que no sean considerados a su rol de género como por ejemplo la construcción. Estas limitaciones que tiene la mujer a la hora de cambiar su posición jerárquica o de preparar su ascenso profesional se le denomina “techo cristal”. La discriminación y la segregación se atribuyen en parte a factores de demanda. Los empleadores influidos por la perspectiva de lo clientes juzgan a las mujeres según ciertos estereotipos de género. Hay una fuerza de preconceptos sobre la inadaptabilidad de las mujeres a trabajos técnicos, tecnológicos o de ramas tradicionalmente consideradas como masculinas. En la década de los noventa la mayoría de las mujeres contaba con empleo pero con escaso proteccionismo social. La menor tasa de proteccionismo social de las mujeres las excluye del derecho a licencia maternal, periodo de lactancia, etc., y significa una mayor desprotección frente al empleo. El trabajo domestico es uno de los más ocupados por las mujeres y el que tiene menos proteccionismo social. También se da en las microempresas y en el sector formal. Debido a la crisis del 2002 el empleo masculino llegó a empeorar su calidad y a la vez se dio una reducción en el empleo femenino. En la década de los noventa se desarrollaron políticas de empleo en los países del MERCOSUR+ Chile, las cuales tienen una similitud con las políticas de empleo de Europa. Una de las grandes críticas es que las estrategias de generación de empleo y promoción de la educación se han orientado a medida a empresas formales y el sector informal que es de gran relevancia no ha recibido el apoyo necesario. En todos los países se han desarrollado programas de formación, capacitación y entrenamiento. También servicios de empleo para la orientación laboral. Según informes realizados para OIT, los programas orientados hacia los grupos vulnerables (mujeres pobres, jóvenes sin experiencia laboral) se consideran menos exitosos debido a que la focalización es generalmente deficiente y la filtración de recursos grande. La OIT esta impulsando programas que buscan promover la transversalización en la perspectiva de género en programas como FORMUJER Programa Regional para el Fortalecimiento de la Formación Profesional y Técnica de mujeres de bajas ingresos. Argentina (MERCOSUR) es uno de los tres países involucrados. Otros programas de formación de empleo orientados a mejorar la inserción de la mujer en Argentina son el SOLAM (Servicios de Orientación Laboral para la Mujer que se coordinó con el MTSS (Misterio de Trabajo y Seguridad Social). Y plan de jefes de hogar. En Brasil está desde el 2004 el Plan Nacional de Políticas para las Mujeres que se estructura mediante unas estrategias de acción; la autonomía, igualdad en el mundo del trabajo y ciudadanía; educación inclusiva y no sexista y la salud de las mujeres y los derechos sexuales. Los tipos más frecuentes de discriminación en Brasil contra las mujeres están relacionados con el embarazo, la raza y el VIH. En Chile existen varios programas. Entre ellos programas de atención infantil, de capacitación laboral, acciones para contribuir al trabajo agrícola temporal, programas para mejorar la empleabilidad de las mujeres jóvenes de hogares de bajos ingresos. Todos ellos se desarrollan en el marco del Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM). En Paraguay La Secretaría de la Mujer (SM) firmó un convenio con el Ministerio de Justicia y Trabajo con el fin de promover medidas políticas favorables para la igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres. Entre ellas se destaca el programa de formación y capacitación laboral. En Uruguay son pocos los programas con este fin y los más relevantes son el programa de Promoción de la igualdad de oportunidades para la mujer en el empleo y la formación profesional PROIMUJER. La negociación colectiva de género es promovida por la OIT como diálogo social y es para mejorar las condiciones de empleo de las mujeres en las empresas o a nivel sectorial. En los países del MERCOSUR + Chile su importancia no es pequeña, pero se debe avanzar mucho más para desarrollar el potencial de negación colectiva como mecanismo de combate a la discriminación y proporción de la igualdad de oportunidades en el trabajo. Conclusión La participación laboral femenina ha ido mejorando a lo largo del tiempo. Aunque se siguen viendo dificultades a la hora de conseguir trabajo y de obtener las mismas remuneraciones que los hombres y en las mismas condiciones. La escolaridad es un factor cada vez más importante a la hora de buscar trabajo sobre todo en las mujeres. Nuestra solución seria que se formara una consciencia social por parte de hombres y mujeres para empezar a abrir las puertas a las mujeres en otro tipo de trabajos como los técnicos por ejemplo. Además que los hombres compartan los trabajos no remunerados en el hogar.