RAFAEL GARCÍA MAHÍQUES VICENT FRANCESC ZURIAGA SENENT (Eds.) IMAGEN Y CULTURA La interpretación de las imágenes como Historia cultural Volumen I © De l’edició: Generalitat Valenciana, 2008 © Dels textos: els autors i les autores Direcció General del Llibre, Arxius i Biblioteques Directora general del Llibre, Arxius i Biblioteques: Silvia Caballer Almela Biblioteca Valenciana Monestir de Sant Miquel dels Reis Av. de la Constitució, 284 46019 València - Espanya <http://bv.gva.es> Disseny, maquetació i correcció: Emili Morales Pabón Àrea de Publicacions. Direcció General de Relacions amb les Corts i Secretariat del Govern Conselleria de Presidència ISBN: 978-84-482-5065-2 (O.C.) Vol. I: 978-84-482-5090-4 Vol. II: 978-84-482-5091-1 Dipòsit legal: Imprés a Espanya Queda prohibida la reproducció total o parcial d’este llibre, així com la inclusió en un sistema informàtic, la seua transmissió en qualsevol forma o mitjà, tant electrònic, mecànic, per fotocòpia, registre o altres mètodes, sense el permís previ i per escrit dels titulars del copyright. ÍNDICE VOLUMEN I P RESENTACIÓN 15 L A INTERPRETACIÓN DE LAS IMÁGENES COMO H ISTORIA CULTURAL . M ARCO DEL ENCUENTRO El proyecto «Los tipos iconográficos» y una reflexión sobre la terminología en los estudios iconográficos. Rafael García Mahíques 21 S ESIONES PLENARIAS La mujer salvaje. De la emblemática al espectáculo. Pilar Pedraza 45 La urna como jeroglífico: Francisco de Borja, despojo y reliquia. Jaime Cuadriello 59 De la Máscara. Rembrandt, Autorretrato de Boston: una alegoría de la Pintura y algo más. Imagen de la muerte y resurrección en Miguel Ángel. Jesús María González de Zárate 85 E STUDIOS Del Jardín de las Hespérides al Hortus Conclusus. Interpretación iconológica de la portada del claustro de Santa María Coronada en Medina Sidonia. Antonio Aguayo Cobo La leona, símbolo de la mala mujer. María del Mar Agudo Romeo 111 129 La emblemática en las imágenes jesuitas novohispanas del templo de la Santísima Trinidad en Guanajuato. Monserrat Georgina Aizpuru Cruces 139 El símbolo político del nogal en los Emblemata centum regio politica de Juan de Solórzano. Ana M.ª Aldama Roy 151 Incidencia de la emblemática en la heráldica. Escudos valencianos. Asunción Alejos Morán, Oreto Trescolí Bordes y Desirée Juliana Colomer Pobreza y riqueza en los libros de emblemas españoles. M.ª Dolores Alonso Rey 167 185 Emblemática mariana no convento de São Francisco de Salvador, Bahia, e seus modelos europeus. Rubem Amaral Jr. Los Borja en Valladolid: arte, iconografía y emblemática. Patricia Andrés González 203 217 San Giacomo matamoros in difesa dell’Immacolata Concezione: iconografia e significato della decorazione di Santa Maria Porta Paradisi. Alessandra Anselmi 227 8 Los Emblemata centum regio politica (Madrid, 1653) de Juan de Solórzano. Beatriz Antón 249 Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo en el País Valenciano durante la Baja Edad Media. Frederic Aparisi Romero 269 El emblema al servicio de la fe: el Evangelio emblematizado. José Javier Azanza López 283 De los bestiarios a los libros de emblemas: palabra e imagen para la salamandra en Francia (ss. XIII-XVII). Teresa Baquedano Metáfora, símbolo y alegoría: las tres Gracias del emblematismo. Christian Bouzy 303 313 Imágenes para el recuerdo: el sepulcro de Esteban Domingo y su capilla funeraria en la catedral de Ávila. Sonia Caballero Escamilla La belle dame sans merci. Aproximació a la iconografia moderna de la mort. De Poussin a Picasso. Eduard Cairol Carabí 329 347 Ecos de un nuevo Francisco de Asís. Gestación, difusión y ejemplos de la interpretación contrarreformista del santo. Sílvia Canalda i Llobet 359 Emblemas para un príncipe: el manuscrito 2492 de la Biblioteca Nacional. Berta Cano Echevarría y Ana Sáez Hidalgo 381 El programa iconográfico del De Laudibus Sanctae Crucis de Rabano Mauro a partir del ejemplar custodiado en la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid (BH MSS 131). Helena Carvajal González El mito de Acteón en la emblemática neolatina. M.ª Dolores Castro Jiménez 393 405 Emblemática y arte de la memoria en el Nuevo Mundo: el testimonio de Guamán Poma de Ayala. César Chaparro Gómez 423 La utilización del género emblemático en las entradas virreinales novohispanas y su proyección en el siglo XIX mexicano. Juan Chiva Beltrán 441 La iconografía en las custodias valencianas (ss. XVI-XX). Francisco de Paula Cots Morató 459 Entre el túmulo imperial y el llanto de Occidente. Emblema y arquitectura en las exequias de los Austrias en la Nueva España. Luis Javier Cuesta Hernández 481 La ostensión de la patena: génesis, desarrollo e interpretaciones artísticas de un gesto litúrgico en la Edad Media. Patricia Sela del Pozo Coll 499 Los estudios de emblemática hispana en la perspectiva del giro visual en la postmodernidad. Fernando R. de la Flor 519 9 El emblema del décimo duque de Béjar en la crónica franciscana de fray José de Santa Cruz. María del Carmen Díez González Vulgando minotaurum : la imagen de un monstruo escondido en los Emblemas de Alciato. Fátima Díez Platas 531 537 Mitos de libro : la ilustración de las Metamorfosis de Ovidio en las ediciones españolas del siglo XVI. Fátima Díez Platas, Estíbaliz García Gómez, Marta Paz Fernández y Cristina López Gómez 549 Iconografía de la Mujer del Apocalipsis como imagen de la Iglesia. Sergi Domènech Garcia 563 Emblemática popular. Jeroglíficos y enigmas de Andrés de Rodas en el Corpus de Estepa (1612-1620). Reyes Escalera Pérez 581 El gallo como símbolo en los Emblemata centum regio politica de Juan de Solórzano: fuentes literarias e iconográficas y contexto político. Antonio Espigares Pinilla 599 La lápida del arquitecto teórico-práctico Lucio Vitruvio Cerdón realizada por Torello Saraina en Verona. Juan Francisco Esteban Lorente 615 Virtuosa eloquentia : retórica y moral en la emblemática hispana. Jorge Fernández López 623 Aproximación a las fuentes escritas en los modelos de las Venus reclinadas. Francisco Fonseca 641 Termes i batavians: representació emblemàtica de l’immobilisme a l’Època Moderna. Cristina Fontcuberta i Famadas 645 ¿Iconografía tridentina o adoctrinamiento a los moriscos? El caso valenciano en el siglo XVI. Borja Franco Llopis 663 Las Revelaciones de santa Brígida: Navidad y Pasión en el marco de la iconografía. Algunas derivaciones. Ángela Franco Mata 675 Símbolos y jeroglíficos en el sepulcro de un príncipe: las piedras en un sermón fúnebre para el obispo poblano Manuel Fernández de Santa Cruz (1699). Montserrat Galí Boadella 705 Los pontificales medievales y su ilustración: la liturgia de las ordenaciones y su codificación ritual a través de la imagen. Pascual Gallart Pineda 713 Visiones y representaciones del mal en el imaginario emblemático hispano. José Julio García Arranz 731 Las alegorías de la Casa Marau de l’Olleria. Posible orientación francmasónica del programa iconográfico. Rafael García Mahíques y Rafael Sánchez Millán 755 10 Los santos elegantes. La iconografía del joven caballero y las polémicas sobre el lujo en el arte gótico hispano. Juan Vicente García Marsilla 775 La Escuela de Atenas de Rafael y su difusión en la prensa romana de finales del siglo XVIII. Esther García Portugués 787 La ystòria de Joseph de Joan Carbonell. Font literària del programa de Ribalta per a la capella de Sant Josep a Algemesí. Joan Carles Gomis Corell 803 Las Vírgenes abrideras durante la Baja Edad Media y su proyección posterior. Irene 817 González Hernando VOLUMEN II Post tenebras spero lucem : presencia emblemática en las ediciones ilustradas del Quijote. Fernando González Moreno 833 Remedios contra el olvido. Emblemática y conquista en los muros del primer santuario mariano de América. Rosario Inés Granados Salinas y Édgar García Valencia 849 Influencia de la Hypnerotomachia Poliphili en la arquitectura valenciana del Renacimiento temprano. Federico Iborra Bernad 861 Promesa para una hipótesis muy provisional de la secuencia emblemática. Víctor Infantes 879 La Epifanía de la Adoración de los Magos. Fuentes e iconografía. M.ª Teresa Izquierdo Aranda 893 Entre el barroco colonial y la tradición europea. Una fachada de arquitectura oblicua en el Pirineo altoaragonés: las portadas de la iglesia del monasterio nuevo de San Juan de la Peña. Natalia Juan García 913 Programas iconográficos monumentales góticos: usos, funciones e historia local. Lucía Lahoz 933 Fe y obras: un discurso contrarreformista en la sillería del coro de la catedral de Lugo. Marica López Calderón 953 Las empresas de Giacomo Saporiti a las heroicas hazañas del duque de Osuna, virrey de Sicilia. Sagrario López Poza Tabula Cebetis : el programa iconográfico del comedor de los príncipes de Asturias del Palacio de El Pardo. José Manuel B. López Vázquez 973 989 Las murallas de Tebas y Jericó o el poder de la música. M.ª Paz López-Peláez Casellas 1007 11 Ciencia, terror y cultura gótica: la creación de la imagen del vampiro. Santiago Lucendo Lacal 1019 La interpretación alegórica en los comentarios de El Brocense y de Diego López a los Emblemas de Alciato. Manuel Mañas Núñez 1029 Dios Creador: la concepción del Cosmos en el Próximo Oriente antiguo y en el Antiguo Testamento. M.ª Ángeles Martí Bonafé 1043 Emblema y universidad. La significación iconográfica contemporánea en los logotipos de las universidades públicas españolas. Agustín Martínez Peláez 1051 Pervivencia de la Antigüedad clásica en la emblemática hispánica. El caso de las Saturae de Persio en las Empresas morales de Juan de Borja. Alejandro Martínez Sobrino 1063 Divisas, emblemas y heráldica papal en la Italia del Renacimiento. Víctor Mínguez Cornelles 1073 Representación del calendario litúrgico en la Baja Edad Media. Matilde Miquel Juan 1085 Cruces, caminos y muerte. M.ª Elvira Mocholí Martínez 1097 Emblemática y portadas de libros. Don Juan José de Austria y el modelo educativo de Carlos II. Emilia Montaner López Prometheo, undique clariori. El arco catedralicio para el recibimiento del virrey marqués de Casafuerte en México. Francisco Montes González 1117 1133 El Triunfo de Cristo en Ticiano y sus consecuencias en el arte. José Miguel Morales Folguera 1147 El vestido musulmán medieval, ¿una moda o un elemento de discriminación? Mar Moreno Bascuñana 1159 Presencia del threnos bizantino en el románico occidental. Ana Belén Muñoz Martínez 1169 La significación política de la emblemática real en los albores de la Edad Moderna (1419-1518): emblemas reales y nueva historia política. David Nogales Rincón 1189 Imágenes de caballeros santos representados en pareja. Un refuerzo de la idea de espiritualidad guerrera. Enric Olivares Torres 1207 Alegoría del Triunfo del Tiempo en la Casa del Deán, en Puebla de los Ángeles. Rocío Olivares Zorrilla 1227 Espejos de culturas: los enigmas de la emblemática en la cultura gráfica popular del siglo XVII. Yolanda Pérez Carrasco Ícaro del abismo: iconografía y significado del hombre-pez. Luis Pérez Ochando 1237 1247 12 Una heráldica urbana y popular: los escudos de las fallas de la ciudad de Valencia. Jesús Peris Llorca 1269 Una obra musical profana inédita de san Francisco de Borja: «¡Ay! qué cansera, déxeme Usted». Miguel Ángel Picó Pascual 1277 Las figuras alegóricas del mural de la Feria de San Marcos. Suma y reflejo de una pequeña ciudad de la provincia mexicana. Luciano Ramírez Hurtado 1283 Les arts figuratives i la didàctica de la literatura: exemple de la llegenda del lladre penedit. Lluís Ramon i Ferrer 1297 Mariologías o Letanías Lauretanas sobre madera hasta 1750. Interferencias, arte y cultura en el antiguo reino de Galicia. Iván Rega Castro 1305 Atheneo de grandesa (1681), un ejemplo de literatura emblemática catalana. Alma Linda Reza Vázquez 1325 Fortuna, la muerte y el arte de la Pintura: una lectura emblemática de El gabinete del pintor, de Frans Francken el Joven. Carmen Ripollés Melchor Virgo Potens : alabanzas marianas y zoología fantástica en la sillería de la Colegiata de Guadalupe. Lenice Rivera 1337 1351 Reconstrucción de la insólita iconografía del patriarca Ribera difundida en la ciudad de Valencia durante las fiestas de su beatificación. Raquel Rivera Torres 1365 Lusitania liberata. La guerra libresca y simbólica entre España y Portugal, 16391668. Inmaculada Rodríguez Moya 1377 A la caza del ciervo. El símbolo del ciervo y sus fuentes en los Hieroglyphica de Pierio Valeriano, Horapolo y el Physiologus. Antonio Rojas Rodríguez 1393 La imagen del héroe en el teatro barroco español. García de Paredes y la construcción de un emblema. José Roso Díaz 1413 La Dormición de la Virgen María en el arte bizantino durante la dinastía de los Paleólogos: estudio de cuatro casos. José María Salvador González El Cristo serafín de la Estigmatización de san Francisco. Rafael Sánchez Millán 1425 1437 Emblemas para una emperatriz muerta. Las honras madrileñas de la Compañía por María de Austria. Jorge Sebastián Lozano 1453 Masonería y socialismo en los murales de la Escuela Nacional de Agricultura. Ana María Torres Arroyo 1463 La presencia de Tuilio en su edición de los comentarios a los Emblemas de Alciato (Padua, 1621). I. Los comentarios de El Brocense. Jesús Ureña Bracero 1475 13 Materia, imagen y magia en los Papiros mágicos griegos. M.ª Luisa Vázquez de Ágredos Pascual 1485 Imágenes del Inframundo: las puertas al Infierno. Cristina Vidal Lorenzo 1497 La cena del rey Baltasar. Luis Vives-Ferrándiz Sánchez 1507 El emblemático catecismo de la Compañía de Jesús y su influencia en la formación del imaginario doctrinal de la Contrarreforma. Rafael Zafra Molina 1523 La emblemática en las entradas reales de la corte de los Austrias. Teresa Zapata Fernández de la Hoz 1537 Los tipos iconográficos, culto e imágenes de los santos de la Orden de la Merced: el ejemplo de san Ramón. Vicent Francesc Zuriaga Senent 1555 ÉLITES RURALES Y EL CONSUMO DE OBJETOS DE ARTE Y PRODUCTOS DE LUJO EN EL PAÍS VALENCIANO DURANTE LA BAJA EDAD MEDIA Frederic Aparisi Romero* Universitat de València E L crecimiento económico del País Valen- ciano en el Cuatrocientos se tradujo también en un esplendor cultural y artístico. che, Orihuela o Alicante contribuyeron a hacer del siglo XV el siglo valenciano por excelencia.1 El siglo XV es el gran siglo de la lengua catalana, que tiene en los autores valencianos, como Ausiàs March, Joanot Martorell o Joan Roís de Corella, entre otros, a sus máximos exponentes. Los vínculos comerciales con Flandes y las repúblicas de la península italiana favorecen también el flujo de nuevos cánones artísticos, que renuevan el arte valenciano. La Lonja, la universidad o los frescos de la catedral son ejemplos de ese auge económico y del desarrollo artístico de la capital del reino. Valencia fue el principal núcleo de este esplendor económico, cultural y artístico, pero no el único. A finales del siglo XIV la corte ducal de Alfons el Vell en Gandia era ya todo un referente como centro literario y cuna de los grandes escritores antes citados. Las principales villas y ciudades del reino se convirtieron también en núcleos artístiscos y culturales de importancia. Junto a Gandia, ya citada, Morella, Sant Mateu, Castellón de la Plana, Jérica, Segorbe, Alzira, Játiva, El- Fig. 1. Villas y ciudades del País Valenciano en la Edad Media referidas en el presente trabajo (elaboración propia). * Becario de Investigación. Programa V Segles de la Universitat de València-Estudi General. 1. GRACIA, C. Història de l’art valencià. Valencia: Institut Valencià d’Estudis i Investigacions (en adelante, IVEI) Alfons el Magnànim, 1995, pp. 275-276. FALOMIR, M. Arte en Valencia, 1472-1522. Valencia: Consell Valencià de Cultura, 1996, p. 153. Véase Fig. 1. Frederic Aparisi Romero 270 En todas estas villas y ciudades tienen a sus propias comunidades a ornamentar sus un marcado peso las actividades económicas iglesias y otros espacios comunes, como, y relacionadas con la agricultura. Campesinos sobre todo individualmente, invirtiendo en son la mayor parte de sus vecinos y en la tie- piezas de orfebrería y mobiliario de lujo. rra está la principal fuente de riqueza. Pese a todo ello, estos núcleos tienen un marcado carácter urbano y en algunos casos, como 1. La estratificación interna de la comunidad rural Xàtiva, Orihuela, incluso Castellón, Alzira y Durante largo tiempo, los historiadores Gandia, existe una activa burguesía, que, en han contemplado la sociedad campesina co- cualquier caso, poco tiene que ver con la mo un bloque homogéneo carente de inicia- burguesía dinámica y comerciante de la ciu- tiva propia y a merced del dominio señorial. dad de Valencia. Fue esta burguesía urbana, Sin embargo, las investigaciones más recien- junto con la nobleza, la que en mayor medi- tes muestran no sólo una comunidad cam- da fomentó el consumo de objetos de arte y pesina activa y decidida, sino, además, je- de lujo.2 rarquizada en su interior. Ni Marc Bloch ni, Sin embargo, hasta el momento no se décadas después, Georges Duby centraron ha tenido en cuenta el papel que la socie- sus estudios en la comunidad campesina, si- dad rural jugó en la creciente demanda de no que más bien ellos se preocuparon por productos artísticos, atribuyendo ésta única- el señorío, sus formas y su continuidad en el mente a la aparición de una rica burguesía tiempo, tratando de explicar la sociedad urbana.3 A lo largo del siglo XV los encargos medieval en el marco de éste. Desde esta de objetos artísticos crecieron de forma perspectiva, la sociedad campesina se les notable en la sociedad valenciana. Los testa- presentaba como un ente inmóvil en el mentos, inventarios post-mórtem e inventa- tiempo y uniforme en su composición. Es a rios por embargo, así como las recrimina- finales del siglo XX cuando la historiografía ciones de los intelectuales y moralistas, comienza a perfilar los trazos internos de la atestiguan la riqueza y el lujo en diversos as- masa campesina, al hacer de estas comuni- pectos de la vida cotidiana, una ostentación dades su objeto historiográfico. Emmanuel sin precedentes hasta entonces en el reino Le Roy Ladurie, Guy Bois, Ferran Garcia-Oli- valenciano. Este crecimiento difícilmente ver o Antoni Furió son quienes, al estudiar puede ser explicado en esa red de villas y las comunidades de Languedoc, la Norman- ciudades de segundo orden que vertebran el día oriental y del País Valenciano, detectan territorio valenciano sin la participación de la estratificación interna del campesinado y la sociedad rural y, más concretamente, de la existencia de un grupo de agricultores que las élites rurales. Ellas favorecieron la de- sobresalía sobre el resto de la comunidad, si manda tanto de forma colectiva, animando bien tampoco ellos prestaron una atención 2. Richard Goldthwaite ha sido quien ha estudiado el tema del arte desde una perspectiva económica, atendiendo a la producción, la productividad, las técnicas, la demanda y el mercado. Véase GOLDTHWAITE, R. «Economic parameters of the Italian Art Market (15th to 17th Centuries)», en FANTONI, M. et al. (ed.). The Italian Art Market (15th to 17th Centuries). Florencia: Panini, 2002, pp. 423-444. También «The empire of things: consumer demand in Renaissance Italy», en KENT, F.W. (ed.). Patronage, art and society in Renaissance Italy. Londres: Oxford, 1987, pp. 153-177. 3. GRACIA, C. Op. cit., p. 269. Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 271 específica a este segmento de la sociedad puestos reales y el diezmo de la Iglesia. rural.4 Ha sido en los últimos años cuando Igualmente, las regalías y los monopolios se- las investigaciones se han centrado en los di- ñoriales también quedaban bajo su control. versos niveles o grupos que componen la so- Participaban en el mercado del crédito emi- ciedad campesina, estudiando no sólo los tiendo préstamos y censales a favor de sus sectores acomodados sino también otros co- vecinos, con lo que su preeminencia econó- lectivos, como el de viudas y huérfanos o el mica sobre el resto de la comunidad se acre- de mozos y jornaleros. centaba. Las actividades comerciales tampo- Es durante la Baja Edad Media cuando co les eran extrañas, acudiendo al mercado mejor se constata el papel y las característi- con productos tanto propios como compra- cas de estas élites rurales, si bien se puede dos para la revenda. Esta preeminencia eco- rastrear su existencia ya desde los siglos VIII- nómica iba pareja al dominio político en el IX. El primer elemento definitorio de estas seno de la comunidad. Si observamos con élites es la tierra. Los notables locales po- detenimiento las protestas de la comunidad seen una extensa explotación agrícola com- campesina, notaremos como tales protestas puesta de diversas parcelas diseminadas por parecen responder más bien a los intereses el término de su lugar, y aun fuera de él. propios de algunas familias que no al con- Parcelas que frecuentemente se correspon- junto de la comunidad. Son ellos quienes den con las mejores tierras, las de mayor fá- ocupan los cargos de dirección y gobierno cil acceso y las de regadío. Esta explotación de la comunidad, y al mismo tiempo los re- sobrepasa la capacidad de trabajo de la fa- presentantes del señor dentro de la comuni- milia campesina, por lo que a menudo estas dad. En efecto, de entre las familias notables familias acomodadas tienen que recurrir a la se extraían cada año los individuos que iban contratación de jornaleros que trabajen la a desempeñar los diversos cargos gestores tierra, o decantarse por la gestión indirecta y de la comunidad; en el caso valenciano, los ceder en arrendamiento la parcela de tierra. jurats, el mostassaf, el sequier y el justícia, En algunos casos, los agricultores optaron cargo nombrado directamente por el señor. por la compra de esclavos. Junto a la pose- El dominio político y preeminencia eco- sión de tierra, lo que caracteriza la élite rural nómica dentro de la comunidad se materia- es su economía diversificada. Estos campesi- liza, se hace visible de formas diversas. En nos poseían rebaños cuya entidad era lo su- primer lugar, mediante la fundación de be- ficientemente grande como para disponer neficios eclesiásticos y aniversarios, también de un pastor propio, algún mozo del lugar, y con la adquisición de capillas propias dentro no integrarse dentro del rebaño comunal o de la iglesia, un espacio colectivo donde al- dula. A menudo eran ellos quienes arrendaban las rentas señoriales. así como los im- gunos pocos consiguen ser enterrados.5 La casa, que en época medieval tiene poco de 4. LE ROY LADURIE, E. Montaillou, village occitan de 1294 à 1324. Paris: Gallimard, 1975. BOIS, G. La mutation de l’an mil. Lournand, village mâconnais, de l’antiquité au féodalisme. Paris: Fayard, 1989. FURIÓ, A. Camperols del País Valencià: Sueca, una comunitat rural a la tardor de l’Edat Mitjana. Valencia: IVEI Alfons el Magnànim, 1982. GARCIA-OLIVER, F. Cistercencs del País Valencià: el monestir de Valldigna, 1298-1530. Valencia: Tres i Quatre, 1983. 5. LLIBRER ESCRIG, José Antonio. El finestral gòtic: l’església i el poble de Llíria als segles medievals. Llíria: Ajuntament de Llíria, 2003, pp. 363-367. Frederic Aparisi Romero 272 privada, es, junto con la propia persona, el más pudientes, sino también artesanos, no- mejor reflejo de esa posición preeminente. tarios y mercaderes locales que, como ya di- La cantidad y, sobre todo, la calidad de los jera Rodney Hilton, pese a no dedicarse di- enseres, ropajes y muebles que la visten dan rectamente al trabajo de la tierra, forman testimonio de ese nivel económico. Por el parte indispensable de una comunidad cam- contrario, el resto de la comunidad se carac- pesina.6 Por otra parte, el estudio de esta teriza por unos interiores domésticos prácti- comunidad campesina se convierte en la camente vacíos, donde cualquier atisbo de primera forma de acercamiento a estas éli- comodidad y de confort es pura casualidad. tes, totalmente integradas en la comunidad. En la casa de los acomodados, sin llegar tam- En efecto, el interés de los sectores acomo- poco a ser mucho más hospitalaria, encon- dados por dirigir la comunidad, tanto en el tramos objetos de decoración, objetos que mundo rural como en el ámbito urbano, ra- intentan materializar la honorabilidad de sus dica en las posibilidades de beneficio, fami- moradores. Entre estos objetos se encuen- liar o personal, que se puede hacer derivar tran los cofres, piezas de orfebrería, libros de desde los órganos de poder. Las imágenes y los más diversos tipos y mobiliario religioso, los mensajes que habitualmente se nos pre- como oratorios y retablos. Finalmente, el sentan desde la colectividad no dejan de ser, propio cuerpo se convierte en el mejor so- en realidad, esquemas planteados por los porte para manifestar a los vecinos la exce- sectores dominantes de la sociedad medie- lencia de la persona. Una hebilla de correa val. La jerarquía de la mesa, las formas de de plata, un coltell decorado profusamente, vestir y, en definitiva, el orden social esta- un collar o un rosario para la esposa, son ob- blecido vienen dictados desde arriba, lejos jetos de lujo que muy pocos pueden exhibir de la comunidad «democrática» que la his- y lucir el domingo y otros días señalados del toriografía romántica pretendió dibujar para calendario, distinguiendo por encima de la este periodo. masa a sus poseedores. Todos estos objetos manifiestan la posición acomodada de aquellas familias más notables, al tiempo que nos 2. El consumo de arte de la comunidad rural están informando de cómo las formas artísti- La comunidad campesina juega un pa- cas de la ciudad penetran en el ámbito rural. pel importante en la realización de las gran- Ahora bien, no podemos olvidar que el des obras colectivas, aunque ello no es óbi- tema de las élites rurales es un campo de in- ce para que su señor pueda participar o vestigación que aún está iniciando sus pa- incluso ser su principal promotor.7 De entre sos, dotándose de los presupuestos teóricos la colectividad, como ya hemos señalado en y metodológicos necesarios para afrontar la líneas anteriores, es su oligarquía la que investigación con garantías. Uno de estos muestra un especial interés en la realización problemas es la noción misma de élites rura- de estas obras, pero, en cualquier caso, la les. El concepto de élite rural pretende en- construcción se convertirá en el referente globar no sólo aquellas familias campesinas simbólico y espiritual de la colectividad. 6. HILTON, R. Siervos liberados: los movimientos campesinos medievales y el levantamiento inglés de 1381. Madrid: Siglo XXI de España, 1985, p. 41. 7. En este sentido, es paradigmático el caso de Gandia y su duquesa, María Enríquez. Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 273 La parroquia, en sentido material, había jugado un papel fundamental en el proceso de configuración de las comunidades campesinas ya en la Alta Edad Media. Era la plasmación física de la pertenencia a la comunidad incluso después de la muerte, ya que en su cementerio colindante se enterraban a los miembros de la misma. El templo cristiano marca las etapas de la vida campesina, desde el bautizo hasta el entierro en el cementerio. Bajo los porches, o a veces en el interior de la iglesia, tenían lugar las asambleas de la comunidad, o al menos de los singulares universitarum, para tratar cuestiones que afectaban al interés común.8 Por todo ello, existía una identificación plena entre el templo y la comunidad, hasta el punto que estar fuera de la comunidad cristiana era estar fuera de la comunidad terrenal. De esta forma, el templo se convierte en un elemento más de cohesión de la comunidad.9 Una parroquia podía acoger a una o diversas comunidades, como es el caso de Palma, cuya parroquia debía asistir a las comunidades de Ador, Rótova y a la propia de Palma. Si en las grandes ciudades europeas como Brujas, Florencia o Barcelona, y del propio reino, sobre todo Valencia, pero también Xàtiva, Orihuela o Alicante, es la oligarquía local la interesada en levantar construcciones que ensalcen el nombre y fama de la ciudad, ¿por qué en el caso de comunidades más modestas no se puede aplicar este criterio?, ¿por qué, la oligarquía de Fig. 2. Porche de la iglesia de Palma de Gandía (foto: F. Aparisi). Oliva o de la Font d’En Carròs, pese a su carácter rural, no se interesará en disponer de aquellos elementos constructivos de prestigio, siempre de acuerdo con sus necesidades y sus posibilidades económicas? En efecto, los sectores dirigentes de Castellón de la Plana, Gandia o Alzira reproducen discursos que, a otra escala, se están produciendo en todas las grandes ciudades del Mediterráneo occidental.10 Evidentemente, esos discursos se adaptan a la realidad de cada comunidad, de cada universitat, en función de su propia posición en la estructura de poblamiento del territorio. Las manifestaciones artísticas pueden ser un aspecto que desde Valencia, capital del reino, hasta la Font d’En Carròs, pequeño lugar de señorío a 82,3 km de Valencia, este presente como forma de exaltación de la universitat y si corresponde, del señor del lugar. 8. En la restauración que se hizo hace algunos años de la parroquia de Palma salieron a la luz algunos arcos pertenecientes a los porches donde la comunidad se reunía, como se ha hecho constar mediante una placa de cerámica. Véase Fig. 2. 9. GARCIA-OLIVER, F. Terra de feudals. El País Valencià en la tardor de l’Edat Mitjana. Valencia: IVEI Alfons el Magnànim, 1991, p. 48. Para un análisis más detallado de la comunidad campesina en la Corona de Aragón, véase SALRACH, J. M. «La comunitat pagesa», en Història agrària dels Països Catalans, vol. 2. Barcelona: Fundació Catalana per a la Recerca, 2004, pp. 505-540. 10. GARCIA GARCIA, F. Llibre d’establiments de Gandia. Imatges i missatges en una vila medieval. Gandia: Arxiu Municipal, 1987, p. 7. Frederic Aparisi Romero 274 te de la duquesa de Gandia, María Enríquez, viuda de Joan de Borja, de pintar y dorar el retablo del altar mayor de la Colegiata de Gandia, donde también trabajaron otros artistas de renombre como Pere Compte y Damià Forment. Seis años más tarde, la duquesa le encargaría todavía la realización de dos retablos y otras tablas por el precio de treinta mil sueldos.13 En 1512 era el Consell de Vila-real quien le encargaba la confección de Fig. 3. Bóvedas de crucería de la iglesia de Palma de Gandía (foto: F. Aparisi). un retablo, también por treinta mil sueldos.14 Conservamos muchos ejemplos de cómo pequeñas comunidades campesinas en- Paolo de San Leocadio es considerado el cargaron retablos y objetos decorativos para principal introductor de las formas renacen- sus iglesias parroquiales, encargos que en tistas en el reino de Valencia pero aquí nos gran medida fueron financiados por las pro- interesa porque, además de realizar sus me- pias comunidades. En junio de 1349, Pená- jores trabajos en la capital del reino, tam- guila realizaba un pago de 70 sueldos al bién prestó sus servicios en diversas villas pintor Vidal Belluga, de Valencia, ratione que vertebraban el territorio valenciano. En cuiusdam retauli per me factum in ecclesia loci de Penàguila.15 También la universitat de Palma debió contribuir a la construcción de su iglesia parroquial.16 Estas obras consistieron en la introducción de las bóvedas de crucería separadas por arcos apuntados, en detrimento de las formas denominadas de conquista, sobre una única nave central de 1490 Paolo de San Leocadio fue contratado por el Consell de la villa de Castellón, cuyo carácter agrario ya fue puesto de manifiesto por Pau Viciano,11 para pintar un retablo destinado a la iglesia de la villa que le costaría veintiún mil sueldos, sin incluir los materiales.12 En 1501 recibió el encargo por par- 11. VICIANO, P. Poder municipal i grup dirigent local al País Valencià: la vila de Castelló de la Plana (13751500). Tesis doctoral inédita. Valencia: Universitat de València, Facultat de Geografia i Història, 1994. 12. COMPANY, X. Paolo da San Leocadio i els inicis de la pintura del Renaixement a Espanya. Gandia: CEIC Alfons el Vell, 2006, pp. 459-469. En el caso de Gandia, su Consell también financió las obras de finalización y decoro de la iglesia-colegiata de la villa, como ya había hecho anteriormente. Arxiu Històric de la Ciutat de Gandia (en adelante, AHCG), AB-488, f. 1-11v. Durante la regencia de María Enríquez, AHCG, AB-448, f. 10r12v. 13. COMPANY, X. Op. cit. pp. 470-475. 14. COMPANY, X. Op. cit. pp. 475-481. 15. COMPANY, X. et al. (ed.) Documents de la pintura valenciana medieval i moderna. Valencia: Publicacions de la Universitat de València, 2005. Doc. 197, p. 120. Otro ejemplo lo constituye Cocentaina, cuyos jurados encargaron un retablo para su iglesia a Antoni Cabanes. Véase CERVERÓ GOMIS, L. «Pintores valentinos, su cronología y documentación». Archivo de Arte Valenciano, 1971, pp. 26-27. 16. La parroquia de Palma de Gandía es una de las más antiguas de la comarca, ya que se encuentra dentro de las Rationes decimarum Hispaniae, tanto en la lista de 1279 como en la de 1280. RIUS SERRA, J. (ed.) Rationes decimarum Hispaniae (1279-1280). Barcelona: CSIC, Sección de Estudios Medievales, 1946-1947. Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 275 tres naves.17 Tanto los nervios de las bóvedas como los arcos apuntados que las separan se caracterizan por la utilización de ladrillos de arcilla unidos entre sí por argamasa, alternando el blanco de ésta con el rojo del ladrillo. La nueva iglesia de Palma se levantó entre 1388, fecha de fundación del monasterio, y 1391, cuando dicha iglesia pasó a ser administrada por los monjes del monasterio.18 El mismo sistema constructivo y decorativo podemos observarlo, muy cerca de aquí, en el claustro bajo del monasterio de Sant Jeroni de Cotalba, cons- Fig. 4. Bóvedas de crucería de la iglesia de la Font d’En Carròs (foto: F. Aparisi). trucción que había mandado erigir Alfons el Vell.19 Un poco más al sur vemos otro templo donde, a finales del siglo XIV, se introduce el sistema de bóvedas de crucería separadas por arcos apuntados. Se trata de la iglesia de Sant Antoni de la Font d’En Carròs.20 Sabemos, además, que esta universitat algunas décadas después decoró la iglesia con un retablo y una cruz de plata. La noticia nos ha llegado a través de tres documentos fechados en 1417, 1427 y 1431.21 En 1417 Joan Pelegrí i Miquel Roís, pintores de Gandia, se comprometen con los jurats de la Font d’En Carròs a hacer un retablo para la iglesia parroquial. El contrato especificaba que la obra debía estar acabada en dos anys primer vinents, pero diez años después aún no se había producido la entrega. La cruz de plata debió comprarse también por estas fechas. En efecto, cuando el 27 de junio de 1427 el justicia y los jurados, junto con los consiliarii ac prohomines de la Font d’En Carròs se reunieron en el pórtico del lugar el tiempo acordado para la realización de ambas piezas había ya finalizado.22 En dicha reunión se tomó la decisión de nombrar procuratorem ac sindicum de la universitat a Bernat Ribelles, un campesino acomodado del lugar próximo de Rafelcofer, ad instandum et requirendum a los artesanos contra- 17. La tipología de las iglesias de conquesta o colonials se caracteriza por constar de una sola nave rectangular cubierta por un artesonado de madera con tejado a dos aguas que descansa sobre una serie de arcos de diafragma transversales. 18. La toma de posesión de la rectoría tuvo lugar exactamente el 10 de agosto de 1391. Palma es una comunidad rural situada a 5 km de Gandia. En 1373 tenía 59 fuegos y en 1490, 48. FERRER SERER, F. La parroquia de Palma de Gandía: apuntes para la historia. Palma de Gandía: Ajuntament de Palma de Gandía, 1987, p. 82. Véase Fig. 3. 19. PELLICER I ROCHER, V. Història de l’art de la Safor (segles XIII-XVIII). Gandia: CEIC Alfons el Vell, 2007, pp. 30-31. 20. Véase Fig. 4. 21. Véase el documento de 1417 en GARCIA-OLIVER, F. «Per la història de la cultura de la Safor», en Miscel·lània Josep Camarena. Gandia: CEIC Alfons el Vell, 1997, pp. 20-29. Archivo de Protocolos del Colegio del Patriarca de Valencia (en adelante, APPV), protocolo núm. 24.915, de Ramon Vidal (1427) y protocolo núm. 6.463, de Francesc Cardona (1431). 22. «... certus tempus iam transactum...». APPV, protocolo núm. 24.915 de Ramon Vidal (1427). 276 Frederic Aparisi Romero tados la finalización de las piezas. La cruz de privilegio de poderse enterrar en su interior plata había sido encargada a Lluís Campos, son formas de remarcar estas diferencias en un platero de la villa de Gandia,23 mientras el seno de la comunidad. Son las familias que el retablo, cuyas características formales más pudientes de la Font d’En Carròs quie- no se especifican, se le había encargado a nes quieren para su iglesia la culminación Joan Pelegrí, pintor, también de Gandia.24 del retablo y adquirir una gran cruz de pla- Cuatro años después ni el retablo ni la cruz ta. Si observamos con detenimiento los dos habían sido entregados todavía. Por ello, el documentos, notaremos que en la composi- Consell y magistrados del lugar se volvieron a reunir el 9 de febrero de 1431 y eligieron a Antoni Coll, vecino del castillo de Rebollet, como nuevo síndico y procurador, ad conveniendum 25 Iohannem Pelegrí… et Lodovicum Campos… rationem cuiusdam retabuli… et rationem cuiusdam crucis argenteem. La comunidad o, mejor dicho, sus familias dirigentes estaban decididas a llevar el asunto ante los tribunales, para lo cual dan plenos poderes a su nuevo procurador. Desgraciadamente, no sabemos cómo finaliza el litigio, pero quizás esto no sea lo más importante en este momento. Lo que aquí nos interesa es llamar la atención sobre el interés de la comunidad campesina o, para ser más precisos, de los sectores dirigentes de esa comunidad, para dotarse de una iglesia de acuerdo con sus niveles. Ya hemos comentado que papel juega el templo para la propia comunidad como elemento de cohesión. Sin embargo, en el interior de la iglesia también se reproducen las diferencias sociales que ordenan la vida cotidiana en el exterior. Realizar los donativos más significativos, tener un capilla familiar propia o simplemente el ción de ambos consells no sólo las familias sino incluso también los individuos se repiten. Podemos concluir pues que el levantamiento del templo no sólo implica factores de cohesión para la comunidad campesina, sino también que se convierte en un escenario donde se materializan las diferencias y las jerarquías internas de la comunidad campesina. Por otra parte, éste no es el único ejemplo de malas relaciones entre artistas y clientes. Parece más bien que en la relación entre unos y otros a menudo surgían problemas. En 1373 tuvo que intervenir el rey Pedro el Ceremonioso para que sus oficiales en Albocàsser, que a buen seguro formarían parte de la élite local, permitieran a Domingo Valls, pintor, acabar el retablo que él mismo había empezado.26 Al igual que la Font d’En Carròs, la villa de Jérica también realizó a finales del siglo XIV notables mejoras en su templo. En 1394 encargó un retablo de 200 florines (2.200 sueldos) para uno de los altares de la iglesia dedicados a santa Águeda y santa María. Además compró un salterio por 35 florines (385 sueldos) y unas joyas necesarias para 23. En el documento exactamente se dice «… quandam cruxem dominicam argenti…». Ibídem. 24. Sabemos que es Joan Pelegrí, o Peregrí, según documentos, no por esta procuraduría sino por el otro documento de Francesc Cardona, ya que en este Ramon Vidal deja en blanco el espacio donde debería figurar el nombre del pintor. Ibídem. 25. Conveniendum no debe traducirse al castellano directamente por convenir, dado que la misma palabra en catalán tiene un matiz jurídico que no ha conservado en castellano. Según Alcover, resulta más apropiado para el castellano traducirlo por citar o demandar. Diccionari català-valencià-balear (en adelante, DCVB) [en línea] <http://dcvb.iecat.net/>. [Consulta: 12/11/2007]. 26. COMPANY, X. et al. (ed.). Documents de la pintura valenciana…, p. 223. Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 277 dicha iglesia.27 El encargo fue realizado a otra parte, escaso en la casa campesina. La Llorenç Saragossà. Todavía un último ejem- diversidad de nombres y formas responde al plo. También por estas fechas, en 1395, los tamaño de los mismos. Así tendríamos, de jurados de Ares del Maestrat encargaron un mayor a menor, arquibanchs, bancs o cai- retablo, valorado en 1.455 sueldos, a Gui- xes, caixonets y cofres, si bien esta corres- llem Ferrer, pintor de Morella, bajo la advo- pondencia tampoco es algo estricta. De cación de santa María para la iglesia de di- todos ellos, son los cofres los que habitual- cho lugar.28 mente suelen tener mayor valor, de maderas más nobles, decoradas o pintadas y, a me- 3. El consumo de arte de las élites rurales nudo, cerradas con un cerrojo. La mayor calidad de los cofres guarda relación con su ta- Junto a este interés por los objetos de maño y con su función. Por una parte, su orfebrería y retablos para el conjunto de la pequeño tamaño permite al fabricante redu- comunidad, que, al final, ya hemos visto cir los costes de producción, con lo que el que redundan en el beneficio personal, es precio final podrá ser asumido por un ma- posible observar en otro tipo de documen- yor número de potenciales compradores, no tos este interés de las élites campesinas por así en el caso de muebles de mayor tamaño. los objetos de lujo y los objetos de arte. Es Por otra parte, los cofres suelen contener los su condición de campesinos la que da valor objetos de mayor valor para la familia, co- a los objetos aquí presentados, porque sólo mo puedan ser los contratos enfitéuticos de su posesión es ya de por sí un hecho remar- unas tierras, censales, joyas o telas de una cable. Estos objetos de naturaleza artística se calidad especial, entre otros. Dado el valor pueden enmarcar dentro de tres categorías de estos objetos, se solían introducir en un de análisis. En primer lugar, los cofres, arcas recipiente de la correspondiente valía. La y cajas, los cuales, pese a su finalidad emi- calidad del cofre estaba determinada básica- nentemente funcional, se convierten a me- mente por la madera utilizada en su confec- nudo en soporte para manifestaciones artís- ción. Los cofres de calidad media se elabo- ticas, o, cuando menos, son decorados con raban con madera de pino, mientras que los colores llamativos. Seguidamente cabría ha- más cotizados eran los de nogal.29 Ahora blar de aquellas piezas que responden a una bien, independientemente de su calidad, su función religiosa, en el marco de la religiosi- presencia es por sí misma significativa, ya dad popular. Se trata de oratorios, lienzos que insinúa la distinción de su poseedor. Los –draps de pinzell – y paternostres. Finalmen- cofres, con todo lo que contenían, no podí- te, nos referiremos a los objetos de lujo pro- an guardarse en cualquier lugar de la casa. piamente dichos, tales como piezas de orfe- Los inventarios post-mórtem habitualmente brería, básicamente de plata pero también lo localizan en la cambra major, la habita- de oro, y trabajos realizados sobre coral. ción principal de la casa campesina, el espa- Los muebles de guardar conforman la cio más íntimo de la familia, donde dormía mayor parte de un conjunto mobiliario, por el matrimonio y donde se guardaban las re- 27. Ibídem, p. 378 y 390. 28. Ibídem, p. 385. 29. MAINAR, J. El moble català. Barcelona: Destino, 1976, pp. 30. Frederic Aparisi Romero 278 servas de alimentos, en caso de disponer de cuentes los cofres con barras amarillas sobre ellas.30 diversos colores de fondo, como el que po- Los pintores compraban los cofres a los seía Francesca, viuda de Pere Pastor, campe- carpinteros para luego ellos decorar y vender sino de Cogullada, cerca de Alzira.35 A tenor el producto final.31 Esta decoración es bási- de su presencia en los inventarios da la im- camente de dos tipos: el simple pintado de presión que este estilo fue el más habitual a la madera y el dibujo de escenas concretas. la hora de decorar los cofres, al menos para Por lo que respecta a la primera tipología, los encargados por campesinos. También en- rara vez aparecen cofres pintados de un solo contramos símbolos cristianos, como en el color, sino que normalmente se documentan cofre inventariado a Joana, mujer de Bernat combinaciones de dos colores, que suelen Ros, campesino de la huerta de Valencia, ser las mismas parejas. Así tendríamos ama- que estaba pintado con «lo beneït nom de rillo y verde, gris y rojo o rojo con purpurina, Jhesús».36 La mayor parte de estos cofres lle- como el que tenía Bartomeu Miquel de Xàti- van parte de su cuerpo reforzado con hierro va en su habitación principal.32 En otras oca- y latón.37 Además, están provistos de pany i siones encontramos una decoración más ela- clau para garantizar la seguridad y privaci- borada, con escenas o figuras concretas, dad de su contenido, como el que poseía como el caso del cofre de Joan Esteve, un Guillem Rossell. Exactamente era un cofre campesino de Benimaclet, el cual estaba «enbotit ab sa clan ab hobres d’or blaves e «pintat ab donzelles».33 Similar a éste era verts» que fue subastado por 15 sueldos, cin- otro de los cofres inventariados en casa del co veces el jornal de un día de trabajo no es- ya citado Bartomeu Miquel, pues estaba pecializado.38 «pintat amb donzelles e lleons de la talla mi- Junto a los muebles de guardar, los in- gana», aunque no muy bien conservado.34 A ventarios nos informan de la presencia de medio camino entre ambas formas decorati- otros objetos de carácter artístico que pode- vas documentamos un estilo basado en for- mos englobar en dos grupos, por un lado, mas geométricas y símbolos. Así, son fre- los relacionados con la religiosidad popular 30. GARCIA-OLIVER, F. La vall de les sis mesquites. El treball i la vida a la Valldigna medieval. Valencia: Universitat de València, 2003, pp. 28-36. 31. En 1391, el pintor Bernat Godall debía a Joan Samora, carpintero, «cent e dos sous, preu de dos parells de còffrens» que le había comprado. COMPANY, X. et al. (ed.) Documents de la pintura valenciana…, p. 349. 32. APPV, Protocolo núm. 21.173 de Bernat Lloret. Inventario de Bartomeu Miquel, campesino de Xàtiva (1448). 33. APPV, Protocolo núm. 24.280 de Cristòfol Fabra. Inventario de la herencia Aldonsa, viuda de Joan Esteve campesino de Benimaclet (20-IV-1485). CARDELLS, F. Cultura material baixmedieval dels llauradors de l’horta de València. Tesis de licenciatura inédita. Valencia: Universitat de València. Facultat de Geografia i Història, 1997, p. 59. 34. Véase nota 31. 35. Arxiu Municipal d’Alzira (en adelante, AMA), Protocolos de Bernat Comadolins, 040/24. 36. APPV, Protocolo núm. 24.028 de Joan Comaleres (1487). CARDELLS, F. Op. cit., p. 59. 37. MAINAR, J. Op. cit., pp. 32-33. FRANCO MATA, Á. «Mobiliario medieval en el Museo Arqueológico Nacional. Siglos VIII al XV». Boletín del Museo Arqueológico Nacional. Tomo XV, núm. 1 y 2. Madrid: 1997, pp. 175196. 38. APPV, Protocolo núm. 22.858 de Pere Masó. Testamento de Guillem Rossell (1450). Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 279 –oratorios y rosarios, básicamente– y, por de Segorbe poseía en su cambra major «un otro, las piezas de orfebrería. Algunas de las oratori vell ab una thovalola listada bla- familias campesinas acomodadas disponían va».42 La calidad de estos oratorios y lienzos en su casa, bien en la habitación principal podemos suponer que poco tendrían que bien en la entrada, de oratorios y retablos, ver con el «drap de pinzell de Flandes ab lo de temática religiosa en su práctica totali- Crucifici» ni con el «drap de pinzell de Flan- dad. La aparición y difusión de estas mani- des ab lo Juhici Final» que poseía Joan Llo- festaciones podemos situarla en el último pis, beneficiado de la parroquia de Sant cuarto del siglo XIV, al menos para la ciudad Martí de Valencia, pero su posesión nos está de Valencia.39 Según García Marsilla, desta- indicando una intención y una pretensión can las representaciones de Cristo y de la de emular a sus vecinos, en algunos casos, y Virgen, dedicadas sobre todo a la Pasión y la a las gentes de ciudad, en otros.43 figura protectora de María. Cuando los alba- Paternostres es el nombre con que la ceas de Ferran Fortuna procedieron a inven- documentación medieval catalana se refiere tariar sus bienes, encontraron en su casa un a los actuales rosarios. Su presencia en la so- oratorio dedicado a la Piedad.40 En cual- ciedad medieval estaba bastante extendida quier caso, este grado de descripción es po- y hay que relacionarlos con las nuevas for- co usual. Los notarios se preocupan más por mas de religiosidad popular de la Baja Edad precisar el estado de conservación de los re- Media. Eran confeccionados bien con coral tablos que por especificar su temática. Anto- o bien con vidrio y en ocasiones podían lle- ni Am, un campesino de la ciudad de Valen- var una cruz de plata entre las cuentas de cia, al morir dejaba en este mundo, entre coral o vidrio. El coral era ensartado en hilos otros bienes muebles, cuatro cofres pintados de plata y oro para convertirse en cadenas, y un oratorio.41 Más detalles nos ofrece el collares o, como el caso que nos ocupa, ro- notario de Aparici Noguera. Este agricultor sarios. Bernat Reuart, campesino de Sueca, 39. Superadas las dificultades del Trescientos, la progresiva mejora económica derivó en el esplendor mercantil y financiero del siglo XV. Esta bonanza económica condujo a una mejora de las condiciones de vida y un incremento del consumo, no sólo de los productos primarios, sino también de los bienes de lujo. Veáse GARCÍA MARSILLA , J. «Imatges a la llar. Cultura material i cultura visual a la València dels segles XIV i XV». Recerques, núm. 43, 2001, pp. 163-194. Para la revolución del consumo en la Baja Edad Media a nivel europeo, veáse DYER, Chr. An Age of Transition? Economy and Society in the Later Middle Ages. Oxford: Clarendon Press, 2005, especialmente las páginas 126-173. 40. En efecto, la Virgen y Jesucristo son los protagonistas de la gran mayoría de imágenes domésticas documentadas, mientras que las escenas de santos quedan relegadas a un segundo plano. En cambio, los grandes altares de las iglesias estaban dedicados principalmente a santos. La escena de la Piedad no corresponde, en realidad, a ningún pasaje bíblico ni de la liturgia, sino que se inserta dentro de las nuevas corrientes espirituales, tales como la devotio moderna, que llegaban del norte de Europa. Si el contenido de esta nueva espiritualidad procedía básicamente de los Países Bajos, el soporte, oratorios y pequeños retablos respondía más bien a influencias de la iconografía bizantina. GARCÍA MARSILLA, J. Op. cit., pp. 169-173. APPV, Protocolo núm. 23.022 de Mateu Yviça. Inventario de Ferran Fortuny, de Quart de Poblet (1466). 41. APPV, Protocolo núm. 26.476 de Bartomeu Roca. Testamento e inventario de Antoni Am, de Valencia (1453). 42. APPV, Protocolo núm. 23.895 de Antoni Martí. Testamento e inventario de Aparici Noguera, de Segorbe (1457). 43. ARV, Protocolo núm. 4.139 de Pere Joan Sabrugada. FALOMIR, M. Op. cit., p. 438. Frederic Aparisi Romero 280 entre sus pocos bienes de valor, poseía «un bre todo, femeninas se convertía en una for- rast de paternostres de coral».44 El consumo ma de ensalzamiento de la propia familia de coral como objeto ornamental estaba frente a la comunidad. muy extendido en la sociedad mediterránea Las correas medievales se confecciona- de la Baja Edad Media. En el Mediterráneo ban en buena parte con plata, junto con el occidental, los catalanes eran quienes mayor cuero, ya que la hebilla es siempre de plata control y dominio poseían en la pesca y co- e incluso plata dorada.47 Pere Pastor poseía Estos objetos poseían un una correa de plata «ab son parche blau ab enorme valor añadido, dado el proceso que son cap e civella en que ha cent quinze pla- transformaba la materia prima en joyas, ob- tons».48 La correa podía servir para sostener jetos ornamentales, elementos decorativos e un puñal o incluso la espada. Bartomeu Mi- mercio del coral.45 incluso productos para la farmacopea. quel guardaba en su palau major gran par- Los sectores más acomodados de la so- te de los objetos más preciados que poseía, ciedad campesina durante la Baja Edad Me- entre los que se encontraba un puñal «ab sa dia, si no antes, vieron en la compra de pro- bayna, ab guaspa e civella», todo ello de ductos de orfebrería una estrategia inversora plata.49 Otro producto orfebre que encon- a largo plazo.46 Una copa de plata, una he- tramos con frecuencia en los inventarios de billa o unos pendientes eran bienes que no estas élites rurales son los pendientes, siem- perecían, que podían ser transportados u pre femeninos.50 Pese al escaso grado de ocultados con facilidad, sobre los que se po- descripción aportado por las fuentes, sabe- día cargar un censal y, en última instancia, mos que en su mayor parte eran de plata. ejecutar un embargo. Además, la adquisi- Existían, además, diversos modelos en fun- ción de joyas tanto masculinas como, y so- ción de la etnia religiosa a la cual se perte- 44. APPV, Protocolo núm. 24.887 de Francesc Benet. Inventari de Bernat Reuart, de Sueca. (1444). 45. En el inventario de Bartomeu Miquel se documentan a este respecto cuatro corales pequeños y un collar realizado también con coral. Véase nota 31. Los catalanes procuraron obtener el monopolio de la pesca del coral en diversos yacimientos del Mediterráneo como Cáller y Túnez. SALICRÚ, R. «Els catalans a Tunis a mitjan segle XV: a l’entorn dels Vives i dels monopolis de la pesca de corall», y MANCONI, F. «La pesca y el comercio del coral en el Mediterráneo occidental (siglos XV-XVI)», en La Mediterrània de la Corona d’Aragó, segles XIIIXVI & VII Centenari de la Sentència Arbitral de Torrellas, 1304-2004: [Actes del ] XVIII Congrés d’Història de la Corona d’Aragó, València 2004, 9-14 setembre. Valencia: Universitat de València y Fundació Jaume II, 2005, pp. 985-1014 y 1015-1029, respectivamente. 46. Además, las piezas de orfebrería tenían más valor que las obras pictóricas entre la sociedad, del mismo modo que los orfebres estaban mejor considerados que los pintores, si bien todos ellos no dejaban de ser vistos como meros artesanos. Véase MARTÍN LLORIS, C. «Introducción a la orfebrería valenciana bajomedieval». Archivo de Arte Valenciano, 1999, número único, pp. 23-34. 47. APPV, Protocolo núm. 27.087 de Bernat Julià. Testamento de Isabel, viuda de Martí Peres, de Almassera. (1466). También en el DCVB podemos encontrar algunos ejemplos documentales sobre este objeto, DCVB [en línea] <http://dcvb.iecat.net/>. [Consulta: 12-XI-2007]. 48. AMA, Protocolos de Bernat Comadolins, 040/24. 49. Véase nota 31. 50. Todo parece indicar que la posibilidad de documentar pendientes masculinos entre el campesinado es escasa, dado que los hombres con pendientes en Occidente siempre se habían asociado con lo diferente, propio de esclavos, musulmanes, piratas, juglares y aventureros. Véase RÍOS LLORET, R. y VILAPLANA SANCHIS, S. «Los pendientes masculinos en la pintura valenciana y europea. Siglos XV-XVIII». Archivo de Arte Valenciano, 1999, número único, pp. 35-42. Élites rurales y el consumo de objetos de arte y productos de lujo 281 neciera. Así, en el inventario de los bienes vecinos. Además, embellecer la propia igle- de Bartomeu Miquel se documenta un pen- sia es ensalzar el nombre de la comunidad diente de oro morisco que llegó a manos de frente al resto de comunidades de la comar- dicho campesino como prenda de un mu- ca. Ahora bien, dentro de la comunidad hay sulmán que no le satisfizo una deuda pen- unas familias más interesadas que otras en diente.51 Otros ejemplos de estas artes apli- este tipo de inversiones. Las élites rurales se cadas son las joyas engastadas en coral y convierten durante la Baja Edad Media en otros elementos naturales. Bartomeu Mi- consumidores de arte. Adoptan, en la medi- quel disponía de algunas joyas de este tipo: da de sus posibilidades, aquellas costumbres un collar de perlas de tamaño medio alter- y formas que ven en la ciudad. El arte se nadas con granos de plata y todavía una ca- convierte, para ellos también, en una forma dena de oro con una cruz, también de oro, de ostentación. Así es como empiezan a en- en la cual se habían engastado cuatro per- cargar cofres con decoración ornamental y las.52 Finalmente, deberíamos referirnos a figurativa, retablos y lienzos para sus pare- un conjunto diverso de objetos de orfebre- des, y a invertir en piezas de orfebrería ría, tales como capillos de oro para las mu- (pendientes, agujas, cruces). Ahora bien, es- jeres de estas familias acomodadas, así co- tas formas de ostentación se observan más mo agujas de plata, en ocasiones también entre los campesinos próximos o plenamen- de oro. También algunas piezas de la vajilla te integrados en la ciudad que no entre las podían de ser de plata, como la «copa d’ar- comunidades netamente rurales. En su caso, gent sobredaurada» y las seis cucharillas los encargos de obras de arte se hacen para que poseía Bartomeu Miquel, campesino, la comunidad, como pueda ser un retablo no lo olvidemos.53 para la iglesia. Conviene tener presente que los ejemplos aquí expuestos son más la ex- 4. Conclusiones cepción que la norma. La casa campesina, A lo largo del presente artículo hemos por definición, es fría e inhóspita, sin lugar intentado mostrar la presencia del arte en la para la comodidad y el acogimiento. Aquí sociedad campesina y más concretamente es difícil encontrar vajillas de plata, cofres entre los sectores acomodados del campesi- forrados de cuero y pintados con tintes ca- nado. Las comunidades rurales tanto del in- ros. Estos objetos los encontraremos en la terior como de la costa del territorio valen- casa del rico, del prohom. Todo ello es por- ciano dedican grandes esfuerzos colectivos a que la sociedad campesina, lejos de ser un embellecer sus iglesias. El templo parroquial bloque homogéneo, está altamente jerar- tiene para ellos una importancia que va mu- quizada, llena de matices que no permiten cho más allá de lo espiritual, entrelazándose generalizar y que exigen constantemente con lo terrenal, con las relaciones entre sus puntualizaciones. 51. Véase nota 31. 52. Véase nota 31. 53. Véase nota 31.