¿SE SIENTEN LOS NIÑOS SUFICIENTEMENTE QUERIDOS POR SUS PADRES? Cuando preguntamos a los niños: “¿sientes que tus padres te quieren?”, responden que sí, pero muchos de ellos matizan sus respuestas: “sí, aunque me gritan mucho”;”sí, pero quieren más a mi hermana”; “sí, pero están poco conmigo”; “sí, pero se pelean entre ellos por mi culpa”... Si preguntamos a los padres y madres si quieren a sus hijos, todos contestan que sí, aunque reconocen tener dificultades en las relaciones cotidianas con ellos y, en algunos casos, viven a los hijos como una carga. Los padres y las madres quieren a sus hijos todo cuanto pueden quererlos. Sin embargo, es preciso hacer la distinción entre querer a los hijos y que éstos se sientan queridos, pues se dan circunstancias que impiden que el amor de los padres llegue a sus hijos de forma nítida. En esta sociedad se ha hecho un diseño en el que cubrir las necesidades básicas: tener una vivienda, la comida, etc. se ha convertido en una tarea difícil y para ello se precisa del trabajo del padre y de la madre. Esto tiene como contrapartida estar poco tiempo con los hijos. Así aumentan las probabilidades de que, sobre todo los niños pequeños, en los que predomina el sentir, a veces, no se perciban suficientemente queridos porque no escuchan la voz cálida de la mamá o no está papá para contarle un cuento. En estos casos es muy importante regalarles “tiempos de calidad”, en los que los padres comparten de forma plena con sus hijos los momentos en que coinciden. Conviene no caer en la tentación de tratar de compensar esa falta de tiempo comprándoles cosas que no necesitan; tampoco les tienen que dejar hacer lo que quieran, pues los niños requieren unos límites para ganar en seguridad. En otras situaciones sí existe una presencia continuada de los progenitores, pero la convivencia se convierte en una pelea continua, pues los padres intentan que los chicos se responsabilicen de sus tareas y éstos se resisten. En este proceso suelen abundar los enfados, los gritos..., con lo que los niños pueden traducir que no son lo suficientemente buenos para ser queridos. Resulta fundamental querer incondicionalmente a los hijos y no supeditar el amor a su conducta (si obedecen se les da más cariño que cuando se muestran rebeldes), aunque ese fuera el modelo que vivieron los padres cuando eran pequeños. Por tanto, va bien revisar cómo se están haciendo las cosas, pues el sentirse querido es lo más importante para un niño.